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Una revisión de la Economía dominante

Alfonso Galindo Lucas

Capítulo XI.

ECONOMÍA Y DEMOCRACIA

La historia continúa

La idea que se pretende transmitir en este apartado es que el futuro lo estamos construyendo continuamente y que no es posible el determinismo en las predicciones. Sin embargo, bien es cierto que, cuando confluyen ciertos intereses y los protagonistas activos dominan a una mayoría, la historia muchas veces se repite. El propio fin de la historia, es algo que se repite.

En el templo de Jerusalén, hace dos mil años, podemos imaginar una multitud que escucha al Maestro pronunciar las palabras “al César, lo que es del César”. Alguno de ellos tal vez dedujo de esas palabras que no se podían contrariar los designios del Imperio, pues su poder derivaba, al parecer, de un acto heroico de dos hermanos etruscos. Milenio y medio más tarde, los guerreros que volvían una noche a la capital Azteca habían aniquilado a cientos de españoles, miles de indígenas traidores de pueblos sometidos y varias decenas de esos animales enormes de cuatro patas. Tras informar al cacique “Águila en picado”, pudieron discutir la necesidad de adoptar aquel medio de transporte bélico tan eficaz y se preguntaban si los dioses lo consentirían. Uno de ellos tal vez reflexionó: Si ha llegado hasta aquí el Evangelio es porque los dioses lo han aceptado, debido a su capacidad de sacrificio y resistencia y la fuerza de los espíritus de los mártires. Por analogías del destino, siglos después, en la India, un par de jóvenes subidos a lomos de elefantes, verían pasar el tren y murmurarían algo parecido a esto: “Qué te parecería que desfilase uno de esos en las fiestas de este año. Ya mandaron un telegrama a la capital, anunciando que asistirá la Reina. Es increíble, ya ha llegado la civilización. Es consecuencia del uso de la razón y la sabiduría de los estudiosos británicos”. Del mismo modo, cuando Franco detentaba el trono de los Borbones en España y la gente le daba vivas en un acto público organizado por el régimen, entre el público se produciría alguna conversación en el sentido siguiente: Hoy se entera todo el mundo de este tipo de eventos, porque lo anuncian la televisión y la radio. Nuestros familiares en Alemania se pueden comunicar con nosotros por teléfono. Hay que ver lo que es el progreso y los avances de la Ciencia. Hace unos años, escuché en mi vecindario a dos personas hablando: Ayer te vi por el canal local, no sabía que la procesión la organizaba tu asociación. Sí, ya he puesto un fax solicitando la ayuda. Tengo a mi hijo mayor en el cursillo de Internet ¿Has traído el sobre de Manos Unidas? ¿Es cierto que tu “ex” está con una cubana? Son las cosas de la globalización.

De esta sucesión de etapas es fácil deducir, en primer lugar, que el adoctrinamiento siempre ha de adaptarse a las singularidades locales, de tipo socioeconómico, cultural y consuetudinario. En segundo lugar, este proceso cultural que denominamos “globalización” también tiene enemigos y está llegando a su fin. Se impondrá otro paradigma, distinto del imperio, el evangelio, la civilización, el progreso y la globalización. Al principio, mostrará su semblante libertador y luego se dejará descubrir la podredumbre interior progresiva. Ahora estamos en una de esas hermosas etapas de crisis de identidad, en la que sabemos que la historia sangrienta del s. XX ha coleado en este siglo de forma especialmente trágica.

De esto se deduce que el juego actual consiste en reconocer que estamos en una economía planificada, con el matiz de que se anunciará cínicamente que el engaño globalista ha tenido éxito; es decir, han tomado el control sobre nosotros y ya no podemos evitarlo. Es una nueva y maquiavélica estrategia que no debemos perder de vista; pues se irá adoptando gradualmente y se usará como argumento el contenido post-globalista de libros como el presente. Sin embargo, los científicos debemos averiguar si todo está perdido y si nuestra época alberga menos esperanzas que otras etapas anteriores. Es necesario advertir que en el subconsciente de las clases menos cultas, está calando ya la resignación y la sensación de culminación promovida por la ideología globalista. Sin embargo, la cuestión de quién nos domina no está resuelta todavía; muchos tratan de ganar posiciones ventajosas, desesperadamente, ingresando en partidos de derechas, en logias conservadoras y en sindicatos verticalizados. La solución correcta, no obstante, no es de tipo individual, sino colectivo. Si cunde el pánico a la historia, los que aspiran a dominar a los demás verán “autocumplidas” sus predicciones; para eso sirve el control de los medios culturales.

La creación de ese entorno cultural sirve, sobre todo, para “autocumplir” previsiones acerca de la evolución legislativa o las costumbres que se desea que se vayan implantando. Aunque formalmente, estamos todos protegidos por la Declaración de Derechos Humanos, cuando nos dan la noticia de la detención de un activista islámico, nos dan a entender que se le ha detenido por “ideólogo”. Por eso, los ejercicios de la libertad de expresión (como el presente) empiezan a no estar bien visto entre la población más manipulable.

Como en nuestros precedentes más inmediatos, hemos dedicado buena parte de esta exposición a establecer los estrechos vínculos existentes entre la globalización y el pensamiento único. Según Julio Pérez y Carmen Gómez (1999), una apuesta de estas características sólo puede explicarse por la propia inseguridad de los pode- res fácticos actuales. El hermetismo y la aspiración “holística” de este marco conceptual no son sino recursos defensivos.

Contaminación, terrorismo, exceptuación de derechos fundamentales, guerra humanitaria, etcétera. La toma de conciencia de los nuevos explotados, la rápida difusión de los inconvenientes entre la opinión pública, la necesidad manifiesta de destruir para funcionar, esos son los ‘pasivos intangibles‘ de todo poder en la época actual. Nuevos debates, temas que antes no planteaban interrogantes. Estos nuevos problemas, surgen, ante todo, en la esfera intelectual. Se trata de críticas al sistema y le hacen mayor daño que los destrozos materiales. El concepto de pasivo ya se aplicó a otro proceso histórico más localizado (Vilar, 1978), pero viene a tener el mismo significado: Un contrapeso que actúa en el balance como acicate para que se intenten rentabilizar al máximo los activos; esa es la noción económica del pasivo, cuando no tiene una exigibilidad excesiva. Cuando los pasivos se hacen muy voluminosos o muy apremiantes, pueden dar al traste con el negocio.

Aunque la muerte no hace excepciones, los defensores del capitalismo actual aspiran a ser universales (como los anteriores sistemas), para que no pueda surgir un rival que apoye a los sublevados. Sin embargo, el capitalismo global todavía no es universal. Los asiáticos viven en sus tradiciones y no adoptan los valores occidentales, sino que utilizan los instrumentos de nuestro sistema, dentro de su lógica cultural. Los países árabes padecen el capitalismo global; ven al Imperio como un intruso malvado. Las inmensas y pobladas regiones pobres del planeta no conocen los eslóganes del pensamiento único, porque el discurso que se usa aquí en Occidente no puede ser el mismo que se les aplique a ellos.  

 

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