LAS FLECHAS

La economía política

El tiempo es vida. Más tiempo, más y más largas vidas. Mucho más tiempo, muchas más vidas. Los homínidos hemos conseguido ser tan eficaces en la producción de tiempo por medio de tiempo que hemos conseguido crear muchas y muy largas vidas. Los homínidos hemos conseguido así ser mucho más numerosos que los lobos y los leones. Ahora ocupamos y obtenemos energía de cualquier territorio en cualquier parte. Si empezamos a caminar en cualquier dirección y estamos muchos días caminando, siempre estaremos en terrenos ya ocupados por otros homínidos.

Esto no ha sido siempre así. Hubo un tiempo en que los homínidos cazábamos los mamuts de un rebaño y cuando el rebaño se acababa nos trasladábamos a otro territorio en el que hubiera más mamuts. Pero un día todos los mamuts se acabaron. Los homínidos tuvimos que dedicarnos a cazar otro tipo de animales y alimentarnos de otra clase de seres vivos. Y hubo momentos en que éramos tantos homínidos en un mismo territorio que empezó a escasear gravemente la energía, el alimento. Ya no podíamos emigrar a otras tierras porque todas las tierras próximas estaban ocupadas por homínidos que tenían también el alimento justo para sobrevivir. Al disminuir el precio de la energía, gracias a la economía tradicional, habíamos producido mucha vida que requería mucha más energía para sobrevivir.

El problema no era que no hubiese energía, sino que no la administrábamos bien. Por ejemplo, los mamuts desaparecieron porque los homínidos de entonces, con su economía tradicional, no podían administrar eficazmente sus rebaños. Cuando un grupo iba de caza, no le importaba matar más animales de los necesarios. Tampoco les importaba matar hembras de mamut embarazadas. No les preocupaba la posibilidad de que desaparecieran los mamuts. Cada grupo cazaba lo que quería sin darse cuenta de que así estaba impidiendo que otros grupos de homínidos, incluyendo los homínidos del futuro, pudieran cazar mamuts.

Los conflictos entre los homo-sapiens o cro-magnon, los homínidos actuales, fueron resueltos a veces mediante acuerdos en los que se generaba un nuevo tipo de información a la que llamaremos derecho. Mediante los derechos podíamos resolver el problema. Para entonces ya habían desaparecido los mamuts, pero quedaban reses. Asignamos a cada ser humano ciertos derechos sobre algunas reses determinadas. Cada uno de nosotros supo a partir de entonces que había unas reses que podían servirnos de alimento y otras que nos estaban vedadas porque eran para alimentar a otros. Supimos entonces que debíamos cuidar nuestras reses y procurar que se reprodujeran, que no podíamos permitir que desaparecieran porque entonces nos quedaríamos sin reses y no tendríamos derecho a alimentarnos con las reses de otros.

El derecho sobre las reses fue solo el comienzo. Los rebaños se empezaron a multiplicar y cada familia llevaba sus reses a pastar al prado. Se produjo una nueva tragedia ya que las familias tenían cada vez más reses e inevitablemente los prados comunales estaban sobreexplotados. Pronto empezó a escasear el pasto necesario para alimentar a las reses por lo que fue necesario volver a asignar derechos para limitar el uso de los prados comunales. Cada parcela de prado fue reservada para que solo pudieran utilizarla los humanos que tuvieran el derecho a hacerlo.

Los derechos nos diferencian a los seres humanos actuales de los neandertales y otros homínidos más antiguos que existieron en el paleolítico. Los derechos son también informaciones: son informaciones que establecen una relación especial de individuos humanos con plantas, animales y objetos. Los derechos pueden ser intercambiados por otros derechos y permiten adquirir la energía y la información tecnológica, logística y conocimientos contenidos en animales y objetos. La asignación de derechos y su defensa requiere tiempo pero si pagamos ese precio podremos obtener mucho más tiempo.

La economía política es un sistema que utilizamos los humanos actuales para sobrevivir. Se diferencia de la economía tradicional en que los hombres actuales dedicamos nuestro tiempo a conseguir derechos que utilizamos para adquirir más derechos, más tecnología, logística y conocimiento, más saber, más energía y más tiempo. La economía política es mucho más eficaz que la economía tradicional ya que permite obtener más tiempo con menos tiempo.

En cualquier caso, la obtención y defensa de los derechos no es fácil y requiere tiempo. La asignación de derechos sobre el prado la podemos hacer de dos formas diferentes. Una forma consiste en dividir el prado en parcelas y asignar a cada individuo el derecho sobre una de las parcelas. Cada individuo se encarga de cuidar su parcela y de impedir que otros la usen o la estropeen. En ese caso decimos que las parcelas de prado son de propiedad privada. La otra forma consiste en que los dirigentes de nuestro pueblo se encarguen de administrar el prado comunal: elaborarán las normas que expliquen quién y durante cuánto tiempo y en qué condiciones puede usar el prado, vigilarán y juzgarán si todos cumplimos esas normas y ejecutarán el sistema de premios y castigos establecido para estimular el cumplimiento de las normas. En este caso decimos que el prado es de propiedad pública y que lo administra el estado usando sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

La aparición de los derechos y del sistema de economía política ocurrió hace más de diez mil años y permitió lo que ahora llamamos la revolución neolítica. La utilización del tiempo fue a partir de entonces mucho más eficaz. Nuestro saber aumentó. La tecnología avanzó y aprendimos a hacer cuencos de barro cocido y a manipular metales. La logística se desarrolló y organizamos pueblos, sistemas de riego y formas de colaboración entre muchos más individuos y objetos durante más tiempo. La codificación de conocimientos recibió un gran impulso cuando, hace cinco o seis mil años, aprendimos a representarlos mediante escritura.

Más tiempo, más energía, más vidas y la población humana aumentó de nuevo. Una vez resuelta la tragedia de los prados comunales apareció la tragedia de los bosques comunales, y de las minas, y de los ríos, y de los caminos. La resolución se hacía a veces mediante el sistema de derechos de propiedad privada y a veces mediante el sistema de derechos de propiedad pública. Hoy día seguimos haciéndolo así. Sabemos que algunas veces el sistema de propiedad privada es más eficaz y que otras veces es mejor el sistema de propiedad pública.

Uno de los grandes problemas teóricos de la economía actual para el que no hemos encontrado aún solución es saber en qué casos es preferible el sistema de propiedad privada y en que casos es preferible la propiedad pública. Es un problema difícil de resolver porque la solución cambia con el tiempo y con el entorno. El sistema que en una zona o en un tiempo es muy eficaz, es posible que en otra zona o en otro momento sea menos eficaz.

Garret Hardin, "The Tragedy of Commons", Science, v. 162 (1968), pp. 1243-1248.

Versión en español La tragedia de los comunes Gaceta Ecológica, núm. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995.

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