A. EL MITO DEL FEUDALISMO

1. La tesis burguesa

En la literatura occidental, tanto la popular como la científica, es común sostener que América latina inició su historia posterior al descubrimiento con instituciones feudales y que aún las conserva, más de cuatro siglos después. Esta tesis es tan compartida por los escritores poéticamente conservadores que no tengo necesidad de citarlos aquí. Pero la misma interpretación de los hechos, aunque no de la solución, se encuentra en un autor tan perceptivo como Carlos Fuentes, de México.¹

Se nos fundó como apéndice del decadente orden feudal de la Edad Media; heredamos sus obsoletas estructures, absorbimos sus vicios y los convertimos en instituciones en esta orilla exterior de la revolución del mundo moderno. Si vosotros (los norteamericanos) procedéis de la Reforma, nosotros procedemos de la Contrarreforma: esclavitud del trabajo, del dogmatismo religioso, de los latifundios... denegación de derechos políticos, económicos o culturales a las masas; una aduana cerrada a las ideas modernas. En vez de crear nuestra propia riqueza, la exportamos a la metrópoli española y portuguesa. Cuando obtuvimos la independencia política, no obtuvimos la económica, porque la estructura no cambió.

Debéis comprender que el drama de América latina nace de la persistencia de esas estructuras feudales a lo largo de cuatro siglos de miseria y estancamiento... Las fórmulas del capitalismo de libre empresa han tenido ya su oportunidad histórica en América latina y no han sido capaces de abolir el feudalismo...

América latina es esto: un castillo feudal derruido y con una fachada capitalista de cartón. El panorama del fracaso histórico del capitalismo en América Latina es esto: continua dependencia monoproductiva ... un sistema latifundiario continuo... subdesarrollo continuo... estancamiento político continuo... injusticia general continua... dependencia continua del capital extranjero... El feudalismo agrario es la base de la riqueza y la dominación política de las clases gobernantes de América Central, Chile Perú, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador... (Fuentes, 1963: 10-14.)

Hasta la Segunda Declaración de La Habana proclamada en 1962, que sin duda es el más incisivo e importante documento contemporáneo de la realidad económica y política de América latina, llama "feudal" a la agricultura del continente.

Cuando no es América latina toda la que se califica de "feudal", es su agricultura o sus regiones provinciales o grandes partes de ellas. Esto es lo que muchos observadores expresan o insinúan cuando señalan que el 1,5 % de los propietarios disponen del 50% de la tierra, sobre el que aún predominan diversas condiciones de servidumbre. Y esa era en esencia mi propia opinión hasta hace poco, como expresé en un articulo acerca de la reforma agraria publicado en Monthly Review. (Frank, 1963a.) El ex ministro de planificación de Brasil, Celso Furtado, dice: "La inexistencia de una agricultura moderna, de base capitalista y atada al mercado interno, es responsable, en gran parte, de la permanente tendencia al desequilibrio que se observa en este país". (Citado por Paixao, 1959: 32n.)

Esta interpretación feudal de la sociedad brasileña se relaciona con la tesis, todavía más difundida y errónea, de la "sociedad dual". Una exposición de este criterio que ha tenido amplia aceptación es la de Jacques Lambert en su Os Dois Brasís.²

Los dos Brasiles son igualmente brasileños, pero varios siglos los separan... Durante el largo período de aislamiento colonial, se formó una cultura brasileña arcaica, cultura que en su aislamiento conserva la misma estabilidad que aún retienen las culturas indígenas de Asia y el Cercano Oriente: Los brasileños están divididos en dos sistemas de organización económico-social, tan diferentes en sus métodos como en su nivel de vida ... no sólo en los estados del Nordeste..., sino también en las áreas rurales próximas [São Paulo], la estructura en sociedades cerradas las hace difícilmente penetrables por las circunstancias externas... La economía dual y la estructura social dual que la acompaña no son nuevas ni características de Brasil, pues existen en todos los países desigualmente desarrollados. (Lambert, 1961: 105-110.)

Varias interpretaciones importantes de la realidad histórica y presente están envueltas en este juicio general, y la mayoría de ello son erróneas. Podría decirse que el común análisis burgués occidental comienza con el feudalismo en Europa occidental.

Se sostiene que este feudalismo fue trasplantado a América latina mientras en Europa lo suplantaba el capitalismo. Así, pues, Europa, y más tarde sus vástagos anglosajones, se desarrollaron económicamente, dejando a América latina y otras áreas actualmente subdesarrolladas, en estado feudal. El hecho de que América latina haya pasado a ser ya "semifeudal" o "precapitalista" y muestre, por tanto, algún desarrollo económico disperso se debe a que los países desarrollados arrastraron consigo o ayudaron a subir a Ios rezagados. Aparte de esta relación de arrastre o ayuda, sin embargo, el desarrollo y el subdesarrollo económicos se ven como fenómenos independientes causados respectivamente por el capitalismo y el feudalismo. En tanto que las ciudades latinoamericanas son más "adelantadas" y el campo más "atrasado", se aplica más o menos el mismo razonamiento, con la notable excepción de que —aunque nadie sostiene que el desarrollo del industrializado mundo metropolitano es determinado o siquiera seriamente estorbado por el subdesarrollo de los países agrarios de la periferia—, se arguye que las atrasadas provincias feudales determinan e impiden el desarrolle económico de sus respectivos centros urbanos, que intentan industrializarse dentro del mundo subdesarrollado.

La conclusión programática que lógicamente se derive de este análisis es la abolición del feudalismo y la adopción del mismo curso de desarrollo general de los países desarrollados. Las dosis exacta de la medicina antifeudal varía de un médico a otro: a veces es la abolición de todos los latifundios, a veces sólo de las tierras "improductivas", a veces es sólo colonizar tierras nuevas; pero siempre es la creación, con la ayuda técnica y financiera del gobierno, de una clase media de pequeños agricultores independientes y acomodados. (Frank, 1963a.) Por desdicha, cada paso del diagnóstico es erróneo y lo es también, lógicamente, el remedio que se propone.

1. Con las citas de los diversos autores que siguen no deseo insinuar que ellos comparten totalmente la tesis feudalista. En realidad, cito a escritores marxistas que se cuentan entre los menos inclinados a aceptarla en su conjunto. Pero mis conversaciones con varios de ellos me sugieren que la aceptación de una parte de Ia tesis los lleva a estar inconscientemente conformes con otras partes. Porque "feudal" y "capitalista" no son meras palabras convenientes, sino nombres dados a conceptos cuyas implicaciones, a menudo sin quererlo, afectan la percepción de Ia realidad que esta más allá del contexto inmediato en que tales palabras se usan.

2. Este libro, aunque escrito por un francés, fue publicado por el Ministerio de Educación de Brasil. Además, su ulterior edición francesa fue recomendada por Florestan Fernandes, distinguido sociólogo marxista brasileño, quien dijo de ella que era "una de las mejores síntesis sociológicas escritas hasta ahora acerca de Ia formación y desarrollo de la sociedad brasileña". De la edición brasileña que nosotros usamos dijo Wilson Martins, tres años después, que era "uno de los estudios más inteIigentes hasta ahora escritos acerca de nuestro país".

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