GÉNESIS Y ESENCIA
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
 

Alejandro A. Tagliavini

 

 

 

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CAPITULO III. LA EMPRESA

Me parece que es el momento de que estudiemos (apretadamente, por cierto) a la verdadera empresa, porque esto nos permitirá ahondar en la naturaleza del mercado y la sociedad, en definitiva, de la persona humana.

GÉNESIS Y ESENCIA

Lo cierto es que, en la teoría económica neoclásica (cuya característica es que cree en el equilibrio del mercado, lo que implica el conocimiento perfecto, y, por tanto, que éste es estático y rígido), la empresa como tal no existe. Así, para esta teoría económica que, sin duda, es hoy la más difundida, la 'empresa' no es más que una función productiva, o un conjunto de posibilidades de producción, un medio para transformar insumos o aportes en productos o servicios. Es decir, supuesta una serie de factores: una tecnología disponible, un vector de precios de los insumos y recursos humanos y un programa de demanda, la 'empresa' maximiza sus beneficios monetarios con la única restricción de que sus planes de producción deben ser tecnológicamente factibles. Una visión muy pobre de la organización humana, en donde, precisamente, falta la persona, como resultado previsible de una teoría racionalista.

En definitiva, la 'empresa' está modelada como un actor único (egocéntrico) que se encuentra ante una serie de decisiones cuya complejidad es relativa: qué nivel de producción alcanzar, cuánto emplear de cada uno de los factores, y poco más. Claro que estas 'decisiones' (recordemos lo que decía Juan Pablo II al respecto de los juicios morales) en el fondo solo son cálculos matemáticos implícitos en los datos que sustentan el emprendimiento. En el largo plazo, la 'empresa' puede también escoger una combinación óptima de magnitud y producción. Pero, aun esto, queda determinado por las características de la función productiva (economías de escala, campo de acción y resultados). En resumen, en la actualidad, es creencia común que la 'empresa' es un conjunto de curvas de costos y la 'teoría de la empresa' es un problema de cálculo y no, como veremos que realmente lo es, una acción humana.

Probablemente, una de las respuestas más acertadas, hasta hoy, a la pregunta ¿qué es una empresa? ó ¿por qué existen las empresas?, sea la teoría, según la cual, ésta es una agrupación de personas que, trabajando en equipo, han desarrollado un conocimiento y capacidades difíciles de duplicar. Consecuentemente, sus márgenes de ganancia (de donde se deducen las estrategias por las cuales se rigen las adquisiciones, las expansiones y las decisiones sobre producción y compras) dependen de la índole de ese conocimiento y de esas capacidades (1). Pero ésta sigue siendo una teoría racionalista, puesto que en ella subyace la creencia en la superioridad de la razón. De hecho, la 'empresa' es, básicamente, la razón del hombre que 'ha desarrollado un conocimiento y capacidades difíciles de duplicar'. Cuando lo cierto es que, es el mercado natural, 'en tiempo real', quién decide que es conocimiento válido y cuales capacidades útiles, si es que son útiles.

En cualquier caso, una empresa no es más que "una acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza", según la Real Academia Española, lo que no es poco decir, según iremos viendo. Es, en definitiva, una reunión de personas, en función de la inevitable naturaleza social del hombre, con la intención de realizar una acción con consecuencias económicas, que luego el mercado natural definirá. No es, por tanto, la razón humana la que la diseñará. De aquí la dificultad filosófica de todos los racionalistas para definirla.

Efectivamente, aun cuando está claro que la escuela austriaca tiene la idea más acertada acerca del mercado natural, entre todos los economistas, según hemos visto, lo que le permitió sentar bases más ajustadas para el estudio de la organización humana, lo cierto es que, nunca encararon, frontalmente, una teoría de la empresa. Más allá de algunos intentos aislados y recientes, en los que hay que destacar los muy buenos aportes al estudio del proceso del mercado y de la función empresarial.

Sin embargo, lo cierto es que esto tiene una explicación sencilla. El haber esbozado tal teoría los hubiera dejado al descubierto. Sucede que, por un lado, el racionalismo, el que finalmente utilizan para justificar, para planificar al Estado coercitivo mínimo (o la 'sociedad privada', en el caso de los más radicales), les impide elaborar una teoría no racionalista, no planificadora. Ven a la empresa como una organización en donde, en definitiva, las decisiones son centralizadas (en el sentido de planificadas), y no como un orden espontáneo. De donde, estos autores terminan, finalmente, suponiendo, de hecho, una empresa de tipo militar, que luego estudiaremos. Debido, entre otras cosas, a sus rigideces, por ejemplo, en el concepto de propiedad privada (2). Pero, por el otro lado, han afirmado hasta el cansancio que el mercado ('libre') es espontáneo y no planificado.

Además, los liberales tienen un serio conflicto con la idea de autoridad. Por un lado, han afirmado permanentemente que, en el mercado 'libre', no debe existir ninguna autoridad. Salvo el institucionalismo violento 'mínimo' que 'garantice' las libertades individuales y la propiedad privada. En otras palabras, no reconocen otra 'autoridad' que no sea coercitiva, violenta. Y, como resulta obvio que, una empresa, es una organización con una dirección y recursos propios, lo que implica, de suyo, la existencia de una autoridad, tienen que justificar, finalmente, una 'empresa' que, aunque sea en última instancia, sea de tipo militar, es decir, 'jerárquica' (piramidal) en el sentido de autoridad coactiva. Ya veremos que, en la realidad, tal conflicto no existe porque la verdadera autoridad no es violenta y, consecuentemente, no sólo respeta (tanto interna como externamente) al mercado natural, sino que surge de éste y conduce a la empresa con mayor éxito en tanto más lo comprenda.

Nicolai Juul Foss, que intenta paliar la deficiencia de la escuela austriaca, afirma que "los austriacos no proporcionan principios económicos que puedan discriminar entre la empresa y el mercado sobre la base de la eficiencia" (3). Por otro lado, reconoce que existe una 'tensión' entre el liberalismo clásico y la moderna teoría de la empresa (teoría, por cierto, con muchos errores), que pretende, sino resolver al menos clarificar. Pero, finalmente, lo único que logra es, a mi modo de ver, una fallida teoría racionalista de la 'justificación' de la existencia de las empresas. Un fallido esfuerzo por racionalizar el comportamiento humano, en este caso, definido como empresa, cuando el comportamiento humano, ya lo dije, no se puede planificar. Así Foss llega a afirmar que la empresa no es un "orden espontáneo" es un "orden planificado".

Incluso Richard N. Langlois (4), que pareciera tener una idea mucho más acertada de lo que es la empresa, llega a afirmar que las empresas "no planifican"; que no existen porque planifican sino porque "han planificado"(?!). Cuando lo cierto es que, cuando los asesores recomiendan métodos para tomar decisiones y practicar procedimientos de control, cuando los directores toman decisiones y llevan a cabo tareas de control, están todos utilizando algún modelo de proceso, que generalmente se utiliza sin cuestionar las presunciones del modelo en cuanto a la naturaleza del feedback. Pero el feedback puede ser negativo o positivo. Y, entonces, según D. P. Hanna (5), el modelo de proceso construido dependerá de cual de estas clases de feedback sea enfatizado. Es decir, en el mejor de los casos, hay un modelo supuesto, sobre presunciones de un feedback supuestamente conocido pero, finalmente, 'en tiempo real'.

O sea que, los empresarios y ejecutivos, en definitiva, lo único que hacen es, tanto al fundar una empresa como al dirigirla, tantear al mercado intentando responderle con la mayor eficiencia, y siempre trabajando 'sobre la marcha'. Pero nunca saben, hasta que los hechos se produzcan, que tan acertadas han sido sus decisiones y acciones. De modo que mal pueden planificar o haber planificado.

Insisto, lo cierto es que, para el orden natural, una empresa no es más que aquello que el mercado, finalmente, decida que sea, si es que tiene que ser. Es decir, algo imposible de planificar con anticipación. Y lo cierto es que, todos los días se fundan compañías y, más allá de lo que se propongan sus fundadores, muchas quiebran en poco tiempo, otras subsisten y otras tienen grandes éxitos. Pero todas terminan siendo lo que el mercado natural decide, y nunca exactamente lo que imaginaron sus iniciadores. Es decir que, ni planifican ni han planificado, sino que no se trata más que de una acción, resultado de una intención 'intuitiva' (6) y genérica, que luego se verá en que medida resulta acertada, o no. La empresa, finalmente, no es más que la consecuencia actual de la proyección de una intención.

Justamente, el éxito empresario dependerá, en gran parte, de la capacidad de prever un futuro lo suficientemente amplio, no planificado, de modo de tener la mayor posibilidad de acertar; y de la capacidad de formar un orden, lo suficientemente espontáneo y natural, no planificado, de modo que pueda rápidamente adaptarse a lo que sobrevenga (7).

Una empresa de alquiler de automóviles, en Buenos Aires, surgió no porque su dueño la hubiera planificado sino simplemente debido a que compró un automóvil para uso personal, tan llamativo, que la gente empezó a llamarlo para que se lo alquilara. Otro grupo, de ingenieros civiles, se juntaron para fundar una constructora de edificios para oficinas, y terminaron construyendo barrios privados porque la gente se lo demandaba. Henry Ford, empezó con un sistema de producción, que luego cambió completamente, porque el mercado le indicó que debía hacerlo de otra manera, que si lo hacía como él lo había pensado, iría a la quiebra. Y así, innumerable cantidad de ejemplos.

Sí es posible, en cambio, planificar dentro de un sistema en la medida en que sea estatista, coercitivo. Efectivamente, si Usted consigue, por caso, que el gobierno le otorgue (información anticipada 'perfecta' que le permita el 'equilibrio' del mercado) el monopolio de la fabricación de helicópteros, puede planificar ésta empresa, del modo que quiera. Con el método de producción que le venga en gana, con el control de calidad que le convenga, con el sistema de ventas que prefiera (siempre egocéntricamente, por cierto, porque eso es planificar). Y esta planificación tendrá éxito porque su empresa no responde al mercado natural (al prójimo), sino a la previa planificación racional del funcionario estatal que le otorgó el privilegio en cuestión. Es decir, por muy mala que sea la empresa que Usted planificó, seguirá adelante gracias a que el monopolio lo aísla del mercado permitiéndole cobrar altas tarifas para poder solventar su caprichosa planificación. La coerción estatal habrá logrado 'necesariamente' (planificar) adelantar 'información', 'adivinar el futuro'.

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