La eficiencia desde el punto de vista del lucro
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
 

Alejandro A. Tagliavini

 

 

 

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La eficiencia desde el punto de vista del lucro

El tema de la eficiencia, como ésta es una característica deseable de toda acción humana, aparecerá (y de hecho ya hice algunos comentarios) durante todo el ensayo. De modo que, ahora, solamente intento relacionarla con un aspecto del mercado natural. Luego, para completar la idea, es importante ver 'La corrupción' y 'El monopolio', en los Capítulos I y II, respectivamente, de la Parte Segunda. En cuanto al lucro, el tema puede profundizarse leyendo 'Empresa y Sociedad' en el Capítulo III de la Parte Segunda.

Vamos a ver. Esta claro que, el ser humano, está fuertemente motivado en el sentido de mejorar su situación actual. De hecho, la insatisfacción (en búsqueda de la perfección), mayor o menor, de un modo o de otro, es inevitable y permanente en esta tierra. Unos quieren más dinero, otros más fama, otros más salud y otros más vida espiritual. Unos eligen medios y fines más o menos verdaderos y otros más o menos equivocados. Unos tienen éxito y otros fracasan, pero siempre con el afán de ir hacia adelante, porque esto es la vida. En esto de la acción humana, entonces, es que aparecen las relaciones comerciales entre la personas, porque, desde el principio, desde comer, es que es necesario hablar de comercio, de dinero, de empresas y demás. Y es aquí donde aparece el mercado y la eficiencia.

Esto significa que todos intentaremos, por caso, comprar comida de la mejor calidad y lo más barata posible. Y, entonces, existiendo competencia entre los productores, elegiremos a aquel que nos ofrezca lo mejor al menor precio. Y aquí, entonces, aparece el afán de lucro: como también el productor quiere mejorar, querrá ganar dinero porque esto le permitirá, no sólo mejorar él mismo, sino mejorar su negocio y, para esto querrá ser el más elegido. Y, si lo logra, tendrá muchos clientes y hará fortunas. En consecuencia, intentará ser eficiente bajando sus costos de producción, intentando proveer al mercado con lo mejor al menor precio, a la vez que realizando ganancias. Si lo consigue, si logra servir mejor al mercado, permanecerá trabajando, si no puede hacerlo, el mercado le indicará que debe dedicarse a otra actividad en la que pueda ser eficaz. Pero ¿en qué? Pues eficiente en el servicio a la sociedad, en el servicio a las personas.

En otras palabras, el lucro es el premio que el mercado natural (las personas) otorga al que sirve mejor. De aquí que, quién no tenga afán de ganancias (en el mercado natural) está, de entrada, negándose al servicio. De aquí que el lucro, que implica eficiencia, que implica lo mejor, no sólo es bueno sino que es necesario en la educación, en la salud y, en definitiva, en aquellos servicios que son más importantes para la vida humana. Entonces, lucrar no sólo no es inmoral sino que, por el contrario, el mayor lucro es un índice de estar sirviendo mejor a la sociedad (68). Así, en la vida material, si me niego al lucro, me niego al mercado, a la sociedad, a las personas. Es decir, si un precio es alto de modo que permite grandes ganancias, es porque la gente necesita ese producto con urgencia y, consecuentemente, está ofreciendo grandes ventajas económicas para que los empresarios lo produzcan. Si un empresario, pudiendo ofrecer ese producto y, consecuentemente, obtener grandes beneficios, no lo hace, está, directamente, despreciando (el lucro) las necesidades más urgentes de las personas.

Esto, claro está, insisto nuevamente, siempre hablando de un mercado con ausencia de coerción institucional, es decir, gobernado por el orden natural. De otro modo, si las ganancias están hechas en base a privilegios monopólicos o aduaneros o de otra índole, obtenidos en base a la violencia coercitiva, entonces sí, el lucro simplemente se transforma en un índice de la corrupción.

Así, entonces, desde este punto de vista, puede asegurarse que el Estado coercitivo es ineficiente, porque, por definición, no tiene afán de lucro y niega, en consecuencia, a la eficiencia. En definitiva, desde un punto de vista puramente práctico, la única diferencia entre el Estado coercitivo y cualquier organización o institución privada, es que su accionar no está basado en la cooperación social, es decir, en la relación voluntaria entre partes, sino en la violencia. Ahora el mercado es, necesariamente, cooperación voluntaria porque la acción humana, la vida humana es, por definición, está acción positiva en el sentido de crecer y mejorar.

La eficiencia es, pues, propia y exclusiva del mercado natural porque éste la define. Efectivamente, por aquello de que el orden (mercado) natural sólo 'registra' el bien, en la medida en que impere, las acciones serán necesariamente eficientes.

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