Uruguay: economía primaria agro exportadora (1875-1929.)

Introducción

La descripción cualitativa del funcionamiento de la economía capitalista en general y del crecimiento económico en particular, desarrollada en el primer capítulo de esta sección y modelada matemáticamente en el segundo, encuentra una aplicación al caso de Uruguay entre finales del XIX y comienzos del XX, período de integración tardía de la economía uruguaya al sistema capitalista mundial. Describiremos sintéticamente la historia económica del país enfocada desde una perspectiva de crecimiento económico sin dejar de mencionar, a fin de tener una visión lo más equilibrada posible, los períodos de crisis cuyo análisis general será objeto de estudio en la próxima sección.

 

Caracterización del capitalismo mundial en la época.

El descubrimiento de América y la formación de las economías coloniales generaron la expansión del capitalismo comercial del siglo XVII que permitió la acumulación de capitales original del sistema capitalista industrial que surge en Inglaterra en el siglo XIX.

En el período considerado es Europa el centro dinámico de expansión que propicia la formación del mercado y la economía mundial, aunque el rápido crecimiento de Estados Unidos luego de la Guerra de Secesión implicará el creciente desplazamiento del continente europeo en ese papel central.

Gran Bretaña es dentro de Europa quien juega un rol fundamental en esta expansión, tanto por su fuerte exportación de capital como por ser fuente de corrientes migratorias, rol que se verá cuestionado por la emergencia de Alemania como gran potencia industrial. Sin embargo, con relación a los países exportadores de productos primarios como Uruguay, sigue siendo la potencia británica el principal referente tanto en demanda de productos primarios como en oferta de bienes industrializados.

El capitalismo inglés de la época se caracteriza por capitales de moderada escala, empresas con bases familiares y organización en plantas fabriles mecanizadas.  La industria tiene escasa integración vertical pero gran diversificación horizontal y se localiza por ramas industriales en sitios específicos de Gran Bretaña[i].  La fuerte expansión de esta industria generó la necesidad de proveerse de materias primas para su producción, de alimentos para sus trabajadores, de artículos suntuarios para sus nuevos y enriquecidos empresarios y de nuevos mercados para la colocación de su creciente volumen de productos manufacturados.

La revolución tecnológica  producida en los barcos de navegación de ultramar en las últimas décadas del siglo XIX posibilitó reducir drásticamente los costos de transporte y acortar los tiempos necesarios para cubrir las distancias desde y hacia los países proveedores de materia primas. Fue la reducción del costo de los fletes del transporte de larga distancia más que el aumento de la demanda lo que fomentó la ampliación de las tierras explotables para la ganadería y la agricultura por parte de los emigrantes europeos en el Medio Oeste norteamericano, el Río de la Plata y Oceanía. Los países de estas regiones, y en particular Uruguay, pudieron incrementar su comercio internacional con los países europeos a la vez que fueron destinatarios de una fuerte inversión en actividades destinadas a producir para los mercados de los países industrializados. Las oportunidades de inversión se presentaron tanto en la industria para la exportación como en el desarrollo de la infraestructura necesaria para  llevarla a cabo. El ejemplo paradigmático es la inversión de capitales ingleses en el desarrollo del ferrocarril.

Se establece así una división internacional del trabajo entre las distintas naciones, que se relacionan entre sí de acuerdo al tipo de productos que exportan: las mercancías originarias de las áreas de industrialización temprana, propias de la gran industria, son las más dinámicas del mercado mundial.  La reinversión de la ganancia está asegurada en la propia industria, avanzando en el desarrollo económico. En cambio las áreas de desarrollo tardío, productoras de bienes primarios agropecuarios y mineros, tendrán una demanda mundial para sus productos de menor crecimiento relativo.

No menos impactante que la expansión del comercio internacional y con él relacionado, fue el crecimiento económico promedio registrado en el período, aún con disparidades en el ritmo del mismo entre los diferentes países: el crecimiento anual per capita de las 16 economías más ricas fue de un 1,5% entre 1870 y 1913. Pero este crecimiento no fue homogéneo al paso del tiempo, la larga y profunda recesión conocida en ese momento como la “Gran Depresión”que comenzó en 1873 y permaneció hasta 1893 fue luego superada por un período de sostenida expansión que llegó hasta 1913. Durante la fase de crisis, al introducirse en la economía mundial los enormes recursos agrícolas provenientes  de las áreas de nueva colonización europea, una fuerte ola de proteccionismo se impuso a través, pero no exclusivamente,  de la suba de aranceles. Pero de todas formas los avances tecnológicos que propiciaron la integración mundial llevaron el comercio internacional a cotas nunca antes alcanzadas y que luego sería difícil replicar, a tal punto que el cociente entre comercio y Producto Bruto Interno europeo de 1913 no se volvió a alcanzar hasta la década de 1960.

Esta expansión del comercio internacional no se hubiera podido lograr, posiblemente, sin la existencia de un sistema monetario respetado por casi todos los países: el patrón oro internacional. Todas las economías que compartían una base monetaria común (oro, plata o mixto) estaban ligadas a un nivel mundial de precios por su compromiso con la convertibilidad. La tasa de crecimiento de la oferta monetaria mundial, la suma de las ofertas monetarias de todas las economías integradas, descendieron en el período considerado, creando una escasez de dinero que recién se vio atenuada por los descubrimientos de oro de la década de 1890. La convertibilidad de la moneda, que inducía a tipos de cambio fijo entre moneda de distintos países de acuerdo a su contenido en oro, y la escasez de oro produjo que las transmisiones de las crisis financieras entre las economías fueran muy agudas.

Por lo expuesto, en este período las crisis del sistema capitalista comenzaron a tener repercusiones mundiales y sus resoluciones siguieron los patrones que se describirán en la próxima sección: la gran depresión que finalizó en 1893 llevó a la quiebra de numerosas empresas con la consiguiente destrucción de capital fijo, una fuerte compresión del salario real en un período signado por sangrientos enfrentamientos entre las clases sociales, el cambio del marco estructural e institucional y un nuevo período de renovación tecnológica (y de gestión) que permitieron la salida de la crisis y recomenzaron el proceso de crecimiento interrumpido.

El  período  de crecimiento se extendió desde 1893 a 1929 y en él desarrollan Francia, Alemania y Estados Unidos sus industrias mediante políticas de protección a los sectores nacientes. Van Dujin estima en 5% la tasa de crecimiento de la producción industrial en USA en el período, mientras que para el Reino Unido fue de 2,5% y Alemania de 4,1% hasta 1913 (Heilbroner, 1999.)En ese lapso se desarrolla la lucha entre las potencias industrializadas por asegurar ( u obtener nuevas) colonias y mercados, lucha que culmina con la Primera Guerra Mundial. Inglaterra, cuyo desarrollo industrial comenzó a debilitarse en las últimas décadas del siglo XIX,  termina de abandonar su posición de liderazgo en manos de un emergente Estados Unidos, que habiéndose unificado tras la gueraa de Secesión se fortalece en la segunda parte del siglo e impone una nueva forma de  “hacer negocios”en el capitalismo (Lazonick, 1991) .

Las empresas de mayor porte dejan, en alto porcentaje, de ser dirigidas por sus propietarios y familiares y se crean los niveles gerenciales con una mayor profesionalización. A su vez la división del trabajo al interior de las empresas ingresa en una fase superior con la difusión del Taylorismo y la “forma científica de dirección”, se crean las líneas de producción con trabajo homogeneizado en sus niveles de capacitación con lo cual se aumenta en forma importante la tasa de extracción de excedentes: continúa, de esta forma, la mecanización de los procesos de producción y se obtienen enormes aumentos de productividad.

La “forma habitual de hacer negocios” en las grandes empresas es la búsqueda de acuerdos  de cartel y las practicas oligopólicas, como reacción y aprendizaje del período anterior. La expansión capitalista lleva a la búsqueda de nuevos mercados y a la confrontación bélica. La electricidad aparte de mejorar la vida de las personas permite brindar una fuente de energía segura y potente a las empresas.

La renta real por habitantes de la mayoría de los países aumentó a pesar de las fuertes restricciones que se establecieron durante la Primera Guerra Mundial y en la inmediata posguerra. Será en el famoso año de 1929 donde la nueva etapa de crecimiento y acumulación condujo a la más fuerte crisis que sufriera el sistema hasta ese momento. Pero eso será motivo de estudio en el siguiente capítulo.


 

[i] Descripciones detalladas de esta fase del capitalismo se encuentran en Heilbroner (1999) y Lazonick (1991)