El crecimiento chileno

Chile es un país largo y apretado por la cordillera de los Andes y el mar, con una superficie de 764.000 km2 y con 4.000 Km de costas sobre el Océano Pacífico que lo colocan frente a los nuevos países industrializados asiáticos. Lo habitan sólo 14 millones de habitantes de habla hispana, lo que implica una densidad de población de 18 habitantes por Km2, similar a la de Uruguay. Su territorio es rico en recursos minerales, con condiciones climatológicas que favorecen la producción frutícola en el norte y centro, la producción agrícola y ganadera en el sur y la cría de variadas especies marinas en el extremo sur. Se trata de un país con una de las mayores reservas forestales del planeta.

A pesar de la negativa imagen que la dictadura de Pinochet ha formado de la historia política de Chile en la mayoría de las personas, la democracia chilena (con todas las limitaciones pasadas y presentes) ha sido una de las más antiguas del mundo y con escasas rupturas del orden institucional.

Comenzamos nuestro análisis económico en el momento de la grave crisis de 1983 con que culmina la primera etapa del gobierno de Pinochet, caracterizada por una fuerte apertura externa comercial y financiera, y comienza una política pragmática de cambios que permitieron un fuerte crecimiento durante el gobierno militar (aún cuando llevó varios años el retornar a los niveles de producto per cápita anterior a la crisis, lo que ocurrió al final de ese período) y que se continuó con los gobiernos democráticos que asumieron luego.

En 1983 la caída de la actividad económica, medida por el Producto Bruto Interno, alcanzó el 13,4%, la desocupación rondó el 30% de la población activa, el déficit de los saldos en cuenta corriente superó los 2.000 millones de dólares, con un masivo endeudamiento del sector privado y crisis en el sector financiero. Las exportaciones totalizaron un monto de 3.800 millones de dólares, el 71% de las mismas eran explicadas por recursos naturales: en especial el cobre respondía al 46% de las exportaciones totales.

La política macroeconómica se orientó entonces a respaldar la apuesta de convertir a las exportaciones en el motor de la economía, potenciando su integración en la división internacional del trabajo como proveedor de materias primas y alimentos con bajo grado de industrialización, mientras se mantenía una demanda interna muy deprimida: las exportaciones pasarán de ser el 19,4% de la demanda en 1982 a un 37,3% en 1988.

El Estado interviene fuertemente, aún cuando el modelo se denomine “neoliberal”, en todos los ámbitos donde fuera necesario para asegurar el beneficio al capital (principalmente el de empresas transnacionales atraídas por la abundancia de materias primas), y aún de aquellos ámbitos donde se retira lo hace no por omisión sino persiguiendo el mismo objetivo.

Interviene entonces en las relaciones laborales, aumentando la obtención de excedentes de los trabajadores por parte de los empresarios. El salario real disminuyó en 1983 en un 25%, lo que redujo el costo de las empresas en general  e incrementó los beneficios de las exportadoras en particular. Para conseguir estos objetivos la dictadura había reprimido violentamente los sindicatos para luego proceder a descentralizar la negociación salarial  e incrementar la flexibilidad laboral, modificando la relación de poder entre empresas y trabajadores.

Interviene en la política cambiaria: complementando el efecto de la reducción de costos por la baja de los salarios reales, las empresas exportadoras se beneficiaron de una fuerte devaluación del 85% en tres años que se continuó con pequeñas depreciaciones (crawling peg) para mantener el tipo de cambio real depreciado.

También para mejorar la rentabilidad empresarial el Estado se encargó de realizar las obras de infraestructura necesarias para la mejora de las técnicas de producción y la gestión de comercialización, abaratando los costos de suministros a las empresas, permitiéndole una mayor rentabilidad al transferirles recursos desde otros sectores sociales y haciendo más competitivas sus exportaciones.

El Estado desarrolló un programa amplio de privatizaciones que redujo significativamente su participación en la producción y distribución de bienes y servicios, cediendo al sector privado los sectores potencialmente rentables que controlaba pero a la vez obteniendo ingresos para reducir su déficit fiscal y disminuyendo los costos de estos servicios para las grandes empresas (aún cuando se encarecieran para la población.)

Las reformas del sector público tuvieron como objetivo la eliminación del déficit fiscal en el corto plazo y el aumento de la estabilidad macroeconómica en el largo plazo. De hecho ha existido superávit desde 1986, siendo el promedio del mismo de 1% entre 1984 y 1994. Obsérvese que esta reducción de gasto del Estado más la caída de la demanda interna implicaron la disminución del consumo social dirigiendo una mayor parte de los excedentes a la acumulación de capital, acumulación que fue posible enteramente gracias al desarrollo de nuevos sectores donde invertir con rentabilidad, sectores que analizaremos más abajo. El ahorro doméstico bruto promedió el 20% en la década de los 90, frente a un 25% del ahorro interno total.

Lograda la disminución de la inflación, esencial para el cálculo empresarial cuando de hacer inversiones se trata, mediante la disminución del déficit fiscal,  la reducción de la demanda interna y con una política monetaria restrictiva, el establecimiento de un Banco Central independiente permitió una estructura institucional que facilitó el mantenimiento de la estabilidad de precios. Así se pasó de una inflación del 23% en 1984 a 6,5% en 1997.

El sistema financiero fue reformado a partir de la crisis bancaria de 1982, causada por una amplia y desregulada liberalización. Después de la crisis los controles fueron restablecidos, estos controles tenían como objetivo prevenir salidas masivas de capital y asegurar el financiamiento para el crecimiento. Si bien posteriormente se flexibilizaron las restricciones, se buscó evitar el ingreso de capitales especulativos de corto plazo: se continuó la política de manutención de inversiones por un período de tiempo y adicionalmente se introdujo un requerimiento de reservas no remunerada (encaje) que opera como costo fijo a la entrada.

La apertura comercial que había comenzado en la primera etapa del gobierno militar, década de los 70, con la eliminación de los aranceles múltiples y reducción del arancel promedio de más del 100% hasta el 10%, sufrió un breve retroceso a raíz de la crisis del 82 (elevación de aranceles al 35% para disminuir las importaciones y medidas proteccionistas para el sector agrícola.) Posteriormente los aranceles se redujeron a 11% en 1992 ya con un gobierno democrático y se prevé llegar al 6% para el 2003. Durante los noventa la estrategia de liberalización unilateral ha sido complementada con acuerdos de libre comercio en una estrategia multilateral que llevó a Chile a suscribir tratados de ese tipo con Canadá, México, el Mercosur, Estados Unidos y la Unión Europea[i].

El régimen militar fomentó de manera activa el desarrollo de sectores competitivos de exportación a través de subsidios directos, reintegros,  régimen de “drawback”, exenciones a la importación de bienes de capital y un sistema institucional de promoción a las exportaciones (ProChile, sus actividades principales son identificar mercados externos, estudiarlos y divulgar sus oportunidades, coordinar programas tendientes a mejorar y prestigiar la calidad de los productos de exportación.) Además se destinaron recursos para apoyar la investigación aplicada y a partir de la asunción de los gobiernos democráticos se comenzó a desarrollar un Sistema Nacional de Innovación que coordinó empresas privadas, universidades e institutos de investigación.

La exitosa expansión de la exportación, en particular durante los años 80, se basó en el comercio de productos primarios (tradicionales y no tradicionales.) Chile logró expandir y diversificar las exportaciones, tanto en volumen como en productos y en mercados.

El boom en la exportación de productos básicos  no tradicionales se logró a partir del desarrollo de los llamados “nuevos polos de crecimiento”, fundamentalmente pesca, forestación y fruta fresca. Estos “nuevos polos de crecimiento” se basaron en la explotación de los recursos naturales chilenos, en un contexto de salarios bajos y tipo de cambio devaluado, por parte de grandes empresas que ya poseían canales de comercialización en los mercados internacionales. La rentabilidad en estas ramas propulsó una fuerte inversión que alcanzó marcas históricas como la lograda en 1997 con un 28% del PBI, promediando el 22% entre 1985 y 1995. La calidad de la inversión también aumentó; en 1998 un 58% de la inversión fue en maquinarias y equipos, pero ya había alcanzado el 47% en los años 80.

Los elementos diferenciales de estos “nuevos polos de crecimiento”  que provinieron de un inteligente análisis de mercado son:

ü      la fruticultura se expandió al crecer el consumo en USA de frutas frescas y al

aprovechar Chile la diferencia estacional entre ambos países (el verano chileno coincide con el invierno en Norte América.) Adicionalmente el boicot de productos sudafricanos, debido al apartheid, y los altos precios de la mano de obra en Australia y Nueva Zelanda le permitieron a Chile obtener ventajas importantes sobre sus competidores hemisféricos. Estas ventajas fueron complementadas con el desarrollo genético y la obtención de nuevas variedades de frutas, de alta productividad y valoradas por el mercado, gracias al trabajo de la Universidad de Chile en investigación y docencia. El desarrollo de infraestructura permitió un fácil y rápido acceso a los puertos de embarque. Fuertes inversiones, en especial de empresas norteamericanas, establecieron plantaciones “state of the art”. Las exportaciones totales de frutas y vegetales frescos totalizaron US$ 1.396 millones de dólares en 1999. Chile es hoy el principal proveedor mundial de uva de mesa.

ü      la industria frutícola trajo como efecto reproductor una mayor demanda de

papel y contenedores de madera para packaging, lo que permitió sustentar (al disponer de un mercado muy activo) la industria de la forestación. Condiciones de clima, suelo y agua favorables permitieron el crecimiento de los árboles más rápido y más densamente que en otras regiones. Se estima que del total del territorio de Chile, 20% es apropiada para la forestación. Esta industria posteriormente dirigió sus esfuerzos a la exportación de madera (como materia y prima y con productos elaborados a partir de la misma, tales como mueble, paneles, etc.) siendo actualmente responsable del 14% de la exportación chilena, equivalentes a 1.900 millones de dólares anuales. Sus principales mercados son Asia, Europa y USA, naciones en donde la producción de madera es declinante. Más de 800 empresas pequeñas y medianas participan en la industria. Por su parte, la industria papelera, responsable del 40% de las exportaciones del sector de la madera, ha dirigido sus productos a los países del Cono Sur.

ü      el análisis de los mercados de los países desarrollados determinó una

necesidad insatisfecha en USA y Japón por un producto marino de alto precio: el salmón. Apreciado por sus propiedades para la salud (pescado de bajo tenor graso y con un ácido que disminuye el colesterol), por su excelente gusto y por la atribución de “propiedades” de rejuvenecimiento y otras, la demanda del producto ha ido en constante aumento en los últimos años. Aunado a esto, la sobreexplotación de los recursos marinos en el hemisferio norte ha dejado lugar a nuevos productores. Chile ha aprovechado sus excelentes aguas y ha complementado con criaderos, logrando una exportación de productos marinos de US$ 1.892 millones en 1997, entre los que destacan el salmón y la trucha. La producción de Chile es de 10 millones de toneladas de pescados y mariscos, representando el 6% de la producción mundial.

Cabe mencionar entre las industrias exportadoras, que no comentaremos aquí en detalle por ser de menor volumen o por tratarse de industrias que eran tradicionales en Chile:

ü         la industria vitivinícola altamente reconocida en el mundo y responsable por exportaciones del orden de los 550 millones de dólares anuales,

ü         la industria química con exportaciones por 500 millones de dólares anuales comprendiendo yodo, metanol y nitrato de potasio entre los principales productos,

ü         los productos alimenticios procesados alcanzaron los 550 millones de dólares en 1999 incluyendo derivados de tomate, jugos y enlatados.

ü         las exportaciones de bienes metal mecánicos alcanzaron los 880 millones de dólares en 1999, producto del incremento del 18,2% anual en el monto exportado en los últimos 5 años.

Por último pero no menor, la tradicional industria de la minería donde el cobre representa el 86% del total continúa siendo el principal rubro de exportación con 6.900 millones de dólares al año equivalente al 43% del total de exportaciones, dando cuenta además del 10% del PBI. Chile posee vastas reservas de los principales minerales (cobre, oro, plata) y una larga tradición en minería. Altos niveles de inversión extranjera en el sector han fortalecido sus ventajas competitivas. El foco de la inversión ha sido el de explorar y desarrollar nuevas minas, aumentando los niveles de producción.


 

[i] La política comercial chilena ha sido objeto de múltiples ( y generalmente elogiosos) estudios. Una completa historia y análisis que comprende buena parte del período que nos ocupa se encuentra en Rebolledo (2000.)