Factores que soportan el crecimiento económico

En la sección I hemos descripto los elementos centrales de la dinámica de acumulación de capital que provocan el crecimiento económico. Hemos comentado que en la búsqueda de correlaciones empíricas, analizando datos cruzados de una cantidad importante de países algunos autores han constatado correlaciones de diverso signo entre estos factores y el crecimiento económico medido por la variación del PBI[i]. Estos resultados son explicables mediante la teoría clásica que hemos desarrollado en este trabajo por lo que aquí analizaremos la importancia de la educación, la investigación y el desarrollo, la estructura del mercado y la apertura comercial con relación al crecimiento económico.

La educación influye en dos niveles: la educación general de los trabajadores  y la más restringida de científicos y profesionales universitarios. Pero ambas se relacionan con el progreso técnico que, como hemos analizado, es adoptado e incentivado por los empresarios como manera de mejorar sus beneficios. En ese sentido el progreso técnico es endógeno al sistema económico, es interno al mismo porque es la búsqueda de beneficios lo que motiva la investigación y adopción de nuevos y mejores métodos de producción y el desarrollo de nuevos productos. La investigación requiere de un grupo de personas con  alta capacitación: científicos y profesionales. La adopción y el uso correcto de una nueva técnica requiere de trabajadores con un nivel de instrucción que si bien es básico ha sido creciente a lo largo del desarrollo del capitalismo. La educación universal impulsada por filósofos y educadores de finales del siglo XIX respondió a las necesidades del capitalismo de integrar una masa de trabajadores capacitados para las exigencias que las nuevas técnica de producción demandaban.

El desarrollo económico es, por lo tanto, generador de un mayor nivel educativo general y de una mayor investigación científica. Así que la relación causal primera no es desde la educación hacia el crecimiento sino desde el crecimiento hacia la educación. Pero esta relación es de dos vías ya que se complementa con la afirmación de que las sociedades y países más educados son capaces de acelerar el progreso tecnológico, logrando altas tasas de crecimiento que lo distancian aún más de los países con menores niveles educativos e investigación científica.

Al hacer esta última consideración cabe mencionar la importancia que ha tenido la división internacional del trabajo en la generación del progreso tecnológico. Como se ha comentado, la antigua división del trabajo en que los países desarrollados producían y exportaban la mayoría de las manufacturas mundiales y los países en desarrollo se espacializaban productivamente en la producción y exportación de productos primarios, materias primas y alimentos, ha ido cediendo lugar a una nueva división de tareas en el plano internacional como resultante de los nuevos sistemas tecnológicos y la globalización. Algunos países subdesarrollados a través de las políticas financieras, productivas y comerciales de las empresas multinacionales, iniciaron o consolidaron, una dinámica industrializadora orientada fundamentalmente a la exportación regional o mundial. Pero en ese esquema, los países desarrollados han mantenido la especialización en los sectores tecnológicamente más avanzados fabricando medios de producción, a través de las reconversiones industriales y de los ingentes gastos en investigación y desarrollo (sin haber abandonado completamente la producción manufacturera y protegiendo la agropecuaria). Ello ha implicado la desarticulación sectorial en las economías de los países subdesarrollados con ausencia de actividad de fabricación de medios de producción y, por estar intimamente relacionado, de progreso tecnológico propio ya que les es necesario la importación y adaptación de tecnologías desarrolladas en otrso países con distintas realidades.

La estructura del mercado es otro factor que se ha mostrado correlacionado con el crecimiento. Por estructura de mercado se entiende si existe libre competencia en él o si la competencia está restringida por empresas con cierto grado de monopolio. La correlación es positiva entre competencia y crecimiento. El empresario en su búsqueda de beneficios utiliza el progreso técnico para disminuir sus costos. Pero además esto lo ayuda a vencer a la competencia, ganando participación en el mercado. Los empresarios que no adoptan las nuevas técnicas además de tener menores ganancias corren el riesgo de quedar fuera del mercado. La competencia refuerza la motivación del empresario para investigar y/o adoptar nuevas técnicas, invirtiendo en maquinarias y capacitación. El monopolio, al tener menores incentivos para adoptar nuevas técnicas, se constituye así en freno para el crecimiento. La libre competencia, con la continua necesidad de reinversión de los beneficios en tecnología, es un factor  positivo para el crecimiento económico.

Al analizar la apertura comercial de un país hacia el mundo encontramos que la capacidad de competencia en los mercados internacionales es vital para las perspectivas a largo plazo. En el corto y mediano plazo un país puede protegerse de la competencia internacional con una variedad de mecanismos: aranceles, cuotas y subsidios entre otros. Pero en el largo plazo estos mecanismos se agotan y el encarar la competencia internacional se transforma en una necesidad impostergable.

La cuestión crucial es: ¿cómo afecta la apertura de un país a la competencia internacional, a través del libre comercio, en sus niveles de producción y empleo? ¿Es el “laissez faire”la mejor manera de participar en el comercio internacional o el soporte y administración del Estado son necesarios?

La apertura de la economía tiene efectos sobre el crecimiento que dependen de la situación del país al momento de la liberalización comercial. Consideramos tanto el caso en que el país rebaja sus aranceles y disminuye sus barreras no arancelarias con el resto del mundo como los casos en que un país entre en acuerdos de libre comercio, unión aduanera, etc. con otros.

En principio, un tamaño mayor del mercado permite obtener mayores economías de escala e incrementar la especialización de las empresas, además de incentivar la competencia por el mayor número de empresas que producen el mismo bien (efecto procompetitivo.) Ambos factores hacen pensar en un efecto positivo de la apertura para el crecimiento económico. Además se facilita la actualización tecnológica de las empresas, por lo que inicialmente puede haber una fuerte inversión que impulse el crecimiento. Pero si el grado de desarrollo capitalista de ambos países (que han bajado sus barreras comerciales) es muy diferente y si las empresas de un país, en un sector, tienen menores costos debido a una mayor productividad resultado de su mayor desarrollo tecnológico, escala de producción o poder de mercado, o tienen menores costos salariales debido al nivel de vida de la población y a la tasa de cambio, entonces un país podrá incrementar su producción mientras que el otro disminuirá concomitantemente la producción. Y esto es así porque tanto al nivel de comercio internacional como interno de un país, quien tiene menores costos gana la competencia[ii], ya sea porque el empresario obtiene mayores utilidades directas por la diferencia entre precio y costo o porque disminuyendo el precio de venta conquista mayor porción del mercado que redunda también en mayores utilidades. Y quien tiene mayores beneficios puede reinvertir y mejorar su técnica de producción, disminuyendo su costo laboral unitario (que surge de la compleja interrelación de salario real, tipo de cambio y productividad) condenando a la quiebra a las empresas del otro país. Los efectos de la apertura son desiguales para ambos países dependiendo de las condiciones iniciales, por lo que las correlaciones empíricas no han encontrado una relación consistente entre apertura y crecimiento.


 

[i] Sala-I-Martín (1994, 2001), Barra (1997), Durlauf y Quah (1998)

 

[ii] Rige la Ley de la ventaja absoluta, como bien han demostrado Shaikh y Antonopoulos (1998) y no la ley de las ventajas comparativas. Y se deben incluir en los menores costos los derivados de la “competitividad sistémica”cuyo efecto final es el de lograr un mayor valor de uso para el bien producido o menores costos en su producción. Para una discusión de “los otros factores de competitividad distintos a los costes”. Ver Guerrero (1995.)