El concepto de crecimiento en la economía capitalista

El crecimiento económico es tradicionalmente definido como: “el aumento continuo de la producción agregada con el paso del tiempo” (Barreiro, Labeaga, Mochón, 1999.)       

La principal medida que se utiliza para analizar su evolución en un país dado es el Producto Bruto Interno (PBI) que calcula la producción total para uso final de bienes y servicios realizada por trabajadores y propietarios localizados en el país. De esta forma las actividades del país se consideran como productivas cuando se comercializan en un mercado y se asocian con el crecimiento económico, en concordancia con la corriente económica dominante de escuela neoclásica cuyo enfoque del sistema excluye la producción para concentrarse en el intercambio[i].

Sin embargo, los economistas clásicos al analizar los factores que daban cuenta del éxito o el fracaso económico de los países, demostraron que no todas las actividades resultan en un producto y por tanto no todas las actividades aumentan la riqueza del país y de sus habitantes. En particular actividades como el comercio mayorista y minorista, las actividades financieras, policía y ejercito, administración gubernamental (exceptuando las empresas productivas del Estado) son formas de consumo social y no de producción.

La producción ocurre cuando variados objetos son utilizados en la creación de nuevos objetos, así es una actividad totalmente diferente de la distribución que se encarga de que los objetos a ser utilizados se transfieran de sus inmediatos poseedores a quienes le darán uso, del mantenimiento y reproducción social en el que los objetos son utilizados por la administración pública y privada para mantener el orden social y del consumo personal en el cual los objetos son consumidos directamente por los individuos.

El crecimiento constante de la producción de bienes está en la base del desarrollo del sistema capitalista y lo diferencia de los sistemas sociales anteriores. La continua transformación del capital monetario en productos, a través de las maquinarias, las materias primas y la mano de obra, que luego se comercializan para obtener un capital monetario mayor que el original, es el circuito de producción y comercialización que realiza el capital. Capital mayor al final de la repetición de cada circuito que nuevamente será invertido para repetir constantemente el circuito y ampliarlo, mecanismo que genera el crecimiento económico. La motivación básica del empresario de obtención de beneficios, siempre crecientes, es el motor de esta dinámica. El sistema capitalista  se transforma progresivamente  en las sucesivas repeticiones del circuito, en forma irreversible y crecientemente compleja.

El crecimiento de la economía de un país capitalista depende entonces de la reinversión de los beneficios obtenidos por los empresarios, beneficios que son los excedentes generados en el proceso de producción por los trabajadores. Cuanto mayor sea el consumo social de bienes en un país, mayor la proporción de excedentes destinado al consumo personal capitalista y no productivo (gobierno,  sectores comerciales y finacieros) y menor porción de los excedentes podrá dirigirse a la inversión y, por ende, menor será el crecimiento económico.

Al no distinguir entre actividades productivas y no productivas, la medida del crecimiento económico a través de las variaciones del PBI es al menos irrelevante, cuando no lleva a conclusiones equivocadas sobre la historia económica de los países y las causas de su evolución económica. La situación se agrava debido a que en la segunda mitad del siglo XX se ha producido un incremento importante de las actividades no productivas en relación con las productivas, especialmente en los servicios no productivos y el gobierno[ii].

Por lo tanto, en las consideraciones que siguen nos estaremos refiriendo al crecimiento económico en el sentido clásico de reproducción y ampliación de bienes para incrementar la riqueza del país, tomando en cuenta las actividades productivas en el sentido anteriormente descrito.


 

[i] Todo trabajador cuyo producto no se vierta al mercado no está considerado, con lo cual algunos economistas actuales intentan corregir está situación con estimaciones del trabajo informal. Aún así se deja afuera el trabajo doméstico (Grompone, 1973.)

 

[ii] La distinción entre actividades productivas e improductivas no es equivalente a la clasificación entre producción y servicios: existen productos que no contribuyen a la riqueza de la sociedad y son así improductivos y existen servicios que sí mejoran el bienestar y son productivos. Igualmente, como bien aclaran Shaikh y Tonak, la clasificación de actividades productivas e improductivas no significan una valoración moral de los mismos. Y finalmente, esta clasificación no hace referencia a si son productivos o improductivos para el capital.