Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de México

 

MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y FEMINIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN. EL CASO DE ATITANAC Y LA ENCARNACIÓN, VILLANUEVA, ZACATECAS, MÉXICO

 

Ma. de Lourdes Salas Luévano (CV)
lourdes_salas@yahoo.com.mx
Cristina Recéndez Guerrero
crecendez2001@yahoo.com.mx
Marco Antonio Salas Luévano
salasluevano@yahoo.com


Resumen

Los efectos de la migración en el Estado de Zacatecas, se perciben en los aspectos económico, social y demográfico. El presente estudio se realizó en las comunidades de Atitanac y La Encarnación, pertenecientes al municipio de Villanueva, Zac., en el que se analiza el impacto de la migración de los hombres –esposo o hijo mayor- hacia los Estados Unidos en busca de trabajo, lo que ocasiona que al interior de las familias se registre una reorganización en los ámbitos reproductivo-productivo, al interior de los hogares y la comunidad. La información se obtuvo mediante la combinación de las técnicas cualitativas- cuantitativas; en la primera se recurrió a la entrevista y la observación participante, y en la segunda se aplicó una encuesta exploratoria. Los efectos que la migración trae consigo en estas comunidades, se reflejan en aspectos tales como: 1) el despoblamiento por la migración de la población, iniciada por los esposos y/o hijos mayores quienes al legalizar su estancia, inician tramites para llevarse a su esposa y sus hijos; 2) el incremento y surgimiento de familias ampliadas o extensas, en los que conviven las esposas y los hijos del migrante con algún pariente directo e indirecto; 3) la escasez de fuerza de trabajo masculina, que se traduce en un abandono de la actividad agropecuaria, 4) comportamiento heterogéneo en estas comunidades a pesar de presenciar ambas el fenómeno migratorio de los varones, evidenciando que la creación de política social con enfoque rural o de género deben crearse a partir de las consideraciones, hechos y características que se registran en los lugares donde se origina la migración.

Palabras clave: migración, género, trabajo reproductivo, trabajo productivo.
 

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Salas Luévano, Recéndez Guerrero y Salas Luévano: Migración internacional y feminización de la producción. El caso de Atitanac y La Encarnación, Villanueva, Zacatecas, México, en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 149, 2011. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2011/


Introducción

La migración de zacatecanos hacia los Estados Unidos, esta vinculada estrechamente a la estructura productiva, caracterizada por una escasez de oportunidades de empleo e ingresos, ligado a la ausencia del desarrollo industrial, y un sector servicios que alcanza una presencia incipiente. Así mismo, las actividades que se desarrollan en el campo zacatecano, no garantizan a muchas familias la consecución del ingreso mínimo indispensable para sobrevivir, situación que se agudiza por las condiciones agroecológicas imperantes en una gran parte del territorio estatal; por lo que el mercado laboral estadounidense constituye un polo de atracción para una gran cantidad de población zacatecana (Delgado y Ramírez, 2001; Moctezuma, 2003).

En este contexto, Zacatecas, presenta una pérdida gradual de sus habitantes especialmente jóvenes que se encuentran en plena capacidad física; hombres jefes de familia que salen de la entidad en busca del sustento para sus dependientes (Padilla, 2001, Moctezuma, 2003; Torres, 2003; Colmenares, 1988).

Autores como Daltabuit (1992); Suárez y Zapata (2004) entre otros, señalan que los desplazamientos que hace la población del campo a la ciudad y hacia otros países, forma parte de las estrategias de sobrevivencia o reproducción en el hogar, en los que la “adquisición de los recursos gira alrededor de variaciones en la utilización de la fuerza de trabajo necesario y del capital disponible. Según el tipo y la cantidad de trabajo necesario para sostener el hogar se usarán diferentes estrategias adaptativas”.

Muñoz (2000), menciona que los grupos domésticos desarrollan diversas estrategias para garantizar su reproducción; la migración hacia los Estados Unidos, generalmente de los esposos o hijos mayores forma parte de dichas estrategias, que al originarse involucra una reorganización del resto de la familia.

Un claro ejemplo de lo anterior, es el surgimiento de familias constituidas por mujeres (esposas de los migrantes), abuelos, hermanos o tíos, que se quedan a cargo del núcleo familiar; quienes enfrentan asimismo, cambios que van desde la reorganización del trabajo doméstico hasta el productivo (Peña y Santa Ana, 2004; Barrera y Oecmichen, 2000).

En palabras de Ariza (2000), los procesos de emigración masculina fomentan la conformación de hogares con jefatura femenina, de grupos domésticos nucleares incompletos o de hogares extensos; impulsan además transformaciones, que van desde la organización de los grupos domésticos, del trabajo, de toma de decisiones, de relaciones de género tradicionales, del uso, control y beneficio de las remesas, etcétera.

En efecto, las actividades que conlleva la migración de los esposos o los hijos son muy variadas. Como lo comentan Suárez y Zapata (2004), el fenómeno de la migración es un hecho que afecta a las familias y a las mujeres que se quedan, ello ha tenido efectos en las distintas esferas de su vida, en lo cotidiano, en lo privado y en lo público; las ha llevado a transitar por caminos nuevos, a desarrollar nuevos conocimientos y experiencias. Continúan aprendiendo a administrar la pobreza con las remesas que reciben, pagan las deudas, alimentan a sus hijos, invierten de acuerdo a las instrucciones del esposo o del hijo. Atienden la parcela, cuando la tienen, el ganado, vigilan la construcción de la vivienda; y en muchos otros casos obtienen ingresos por que se han incorporado al trabajo remunerado, sobretodo al enfrentar la incertidumbre e inseguridad cuando los envíos no llegan, tardan o son insuficientes para cubrir las necesidades propias del núcleo familiar; situación que las obliga a muchas de ellas a asumir el papel de proveedoras de su prole, y buscan fuentes de ingreso tanto al interior de sus comunidades como fuera de ellas (Marroni, 2000; Suárez y Zapata, 2004).

Debido a las limitadas opciones de trabajo en las áreas rurales, las mujeres realizan las actividades que anteriormente hacían los hombres, las que van desde la siembra, deshierbe, cosecha, contratación de peones, venta de producción y cuidado del ganado; además de producir y reproducir la fuerza de trabajo. Otras formas de trabajo productivo, lo realizan desde su propio hogar, elaborando artículos diversos, tales como tortillas, quesos, comida, verdura, artesanías, enseres domésticos, costuras, etcétera, que venden en sus propias comunidades, o en mercados aledaños.

Del mismo modo, la reconversión productiva que ha presenciado la agricultura en los últimos años, la ha transformado en uno de los sectores que ha abierto las puertas para que las mujeres rurales se puedan desempeñar; ocupándose en actividades vinculadas al cultivo de hortalizas, frutales y flores de invernadero, encargándose del corte, poda, limpia y empaquetado de productos (Lara, 1996).

De acuerdo a Rivera (2005), las nuevas funciones que asume la mujer campesina en la esfera rural, han conducido al llamado fenómeno de la feminización de la agricultura al incursionar como asalariada en los mercados de trabajo, que si bien le permite una mejoría relativa por la obtención de un salario que le posibilita el acceso a mercancías y servicios, también está sometida a una sobreexplotación económica y a un empeoramiento de su situación familiar al asumir las nuevas responsabilidades, además de las domésticas que implican; educar, alimentar, limpiar, cuidar y proteger a los hijos y/o ancianos; recolectar leña, acarreo de agua, cuidado del ganado, entre otras.

En este contexto, el objetivo de la presente investigación fue: 1) conocer la relación que existe entre el fenómeno migratorio y el proceso de feminización del trabajo productivo en las comunidades rurales.

El estudio se realizó en el municipio de Villanueva, ubicado en el suroeste del Estado de Zacatecas, el cual muestra una significativa migración de su población masculina en edad productiva hacia los Estados Unidos, que permite identificarlo dentro de la zona de alta intensidad migratoria en el Estado. Dentro del municipio se eligieron las comunidades de Atitanac y La Encarnación, en las cuales se ha intensificado en los últimos años el fenómeno migratorio hacia los Estados Unidos.

1. Atitanac, se ubica aproximadamente a unos 22 kilómetros de la cabecera municipal de Villanueva. Se trata de una localidad que en un lapso de 15 años ha tenido una importante pérdida poblacional, al pasar de 925 personas en 1990 a 446 habitantes en el 2005, representando un 48.21% de despoblamiento (INEGI; 1990, 2005). Registra un índice de feminidad de 99.35 mujeres por cada 100 hombres en 1990, y para el 2005 asciende hasta 168.67 mujeres por cada 100 hombres. De igual forma, presenta un incremento de hogares comandados por mujeres en una proporción de 8 por cada cien hogares del 2000 al 2005. (INEGI; 1990, 2000, 2005).

2. La Encarnación, se encuentra a 12 Km. de la cabecera municipal de Villanueva. Se trata de un poblado asentado en una antigua hacienda y ha tenido una importante y sistemática pérdida poblacional del 59.39% en el período 1990-2005. El índice de feminidad que registró en 1990 se situó en 129.29 mujeres por cada 100 hombres, para el 2005 se ubica en 114.85 mujeres por cada 100 hombres. Dato que aunque va descendiendo, sigue siendo alto. Respecto al número de hogares comandados por mujeres en esta localidad, tiene un comportamiento relativamente estable, al situarse en 22.22% en el 2000 y descender a 21.60 en el 2005 (INEGI, 2000; 2005).

Asimismo, estas comunidades presentan rasgos identitarios propios de las áreas rurales, tales como:

- Son poblados con calles irregulares, la gran mayoría de tierra, por donde transita no solo el hombre sino también animales: cabras, equinos, vacas, entre otros.

- Los espacios donde se reúne la gente para conversar son la tienda, alguna esquina, las banquetas; la salida del templo, los molinos o en las reuniones escolares; son lugares que se distinguen por un marcado perfil de género, en los que proliferan las mujeres.

- Los espacios considerados comunes son las escuelas, el salón ejidal, la capilla (o iglesia para el caso de La Encarnación), las tiendas y las canchas deportivas; en realidad se trata de espacios fraccionados por género y generación: la escuela es el espacio para los niños y los jóvenes, la capilla el de las señoras (mujeres), las canchas para los jóvenes, y el salón ejidal para las personas ejidatarias (sobretodo hombres).

Las características de la actividad productiva que prevalece en ambas comunidades, son relativamente similares y en general restrictivas para la sobrevivencia de las familias, en tanto que:

- La actividad laboral de estas comunidades, se centra en la agricultura y la ganadería.

- El clima que registran es del tipo templado subhúmedo, con lluvias concentradas en verano, con prolongados períodos de sequía y escasa disponibilidad de agua para el desarrollo de la actividad agropecuaria (salvo el caso de La Encarnación, que cuenta con la corriente del río). El suelo se caracteriza por ser de tipo subhúmedo-seco y de mala calidad.

- La práctica de la agricultura, se realiza en tierras de temporal, esencialmente con la siembra de cultivos básicos (maíz y fríjol) y en menor medida la agricultura de riego (también con estos cultivos), la ganadería extensiva (caprinos y bovinos, principalmente).

- Tanto la producción agrícola como la ganadera, emplean mano de obra familiar (aunque ocasionalmente contratan gente para realizar trabajos en la actividad agrícola), las que se practican con escasa inversión e insumos, escasos apoyos financieros; y la asistencia técnica y la capacitación productiva, son insuficientes.

- En estas comunidades existe una escasez de oportunidades de empleo permanente e ingresos suficientemente dignos.

- La baja productividad y la falta de ingresos que permitan cubrir las necesidades familiares más elementales, hacen que sus poblaciones emigren hacia los Estados Unidos, encontrando un importante apoyo en las redes migratorias que se han conformado con el paso de los años.

Metodología

El trabajo de investigación comprendió las siguientes etapas:

a) Investigación documental; que implicó la búsqueda de información bibliohemerográfica.

b) Trabajo de campo; que incluyó técnicas tanto cualitativas como cuantitativas; como la entrevista y la observación participante, y la aplicación de una encuesta con preguntas cerradas.

c) Aplicación de encuesta exploratoria, seleccionando como unidad de estudio, los hogares que tienen como jefe de familia a una mujer, cuyo esposo o hijo (s) mayores han migrado a los Estados Unidos. Se obtuvieron datos de un total de 46 hogares, 28 en Atitanac y 18 en La Encarnación, las que registraron información de 316 personas,

d) Procesamiento y análisis de la información. La información que se obtuvo de los cuestionarios y de las entrevistas se procesó paralelamente para su análisis.

Resultados y discusión

De los resultados de las encuestas en torno a las características que guarda la población residente y migrante de las dos comunidades se desprenden semejanzas y divergencias entre ambas, y de estas con otras regiones del país.

Así, en primer término se tiene que la población residente de Atitanac y La Encarnación, se encuentra integrada por una gran cantidad de mujeres, niños y ancianos, dada la alta proporción de la migración de varones que salen en busca de trabajo para poder garantizar la subsistencia de sus familias. La población que se queda, esta conformada por las mujeres (casadas con los migrantes), sus hijos (la gran mayoría niños y adolescentes), los suegros y/o los padres en edades muy avanzadas.

Aquí en el rancho habemos casi puras mujeres, todos los hombres nomás crecen y se van pa´los Estados Unidos (a Chicago) . Hasta tenemos miedo de que nuestros hijos cumplan los 15 ó los 16 años por que luego, luego dicen que se quieren ir aunque sea de ilegales pa´l norte...., y ¿cómo los detenemos?, ¿pues aquí que hacen?, allá siquiera, sí trabajan, tienen para comprarse ropa, tenis, lo que quieren…, aquí no…. fíjese, ni siquiera hay prepa (bachillerato) en el rancho para que tengan en algo en que entretenerse luego que terminan la secundaria (Sra. Francisca, Atitanac).

Por el contrario, respecto a los migrantes se puede mencionar que los esposos y los hijos son los que presentan una mayor tendencia migratoria, en Atitanac los esposos y/o padres de familia (56.76%) superan a los hijos (as) (21.62%); y en La Encarnación los hijos constituyen el mayor grupo de migrantes (60.0%), respecto de los padres y/o esposos (35.56%). Los resultados sobre el predominio de la migración masculina son similares a los reportados por Torres (2003); Colmenares (1988), Moctezuma, (2003); García, (2004); quienes señalan una importante participación de hombres jefes de familia en la migración internacional, principalmente hacia los Estados Unidos de Norteamérica.

…vamos a permanecer (refiriéndose a ella y sus hijos) en la comunidad hasta el momento en que a mi esposo le entreguen los papeles de la residencia que esta en trámite y venga por nosotros (Sra. Ana, Atitanac).

El comentario anterior, nos remite a la continuidad del despoblamiento en estas comunidades como consecuencia de la emigración, puesto que con la migración de familias completas se continuará observando el incremento de viviendas solas, altamente deterioradas por el abandono de sus propietarios, situación que se corrobora, con los comentarios de los maestros de la escuela primaria de la comunidad de Atitanac, quienes señalan:

…la disminución de niños en edad escolar está derivando en el recorte de profesores, pues para el próximo ciclo uno de nuestros compañeros maestros no se incorporará al plantel, por la baja de alumnos (Atitanac).

En el cuadro 2, se puede apreciar la distribución de la población de las dos comunidades por grupos de edad; el cual da cuenta de un importante porcentaje de población residente menor de 15 años, 56.54% en Atitanac y 33.33% en La Encarnación. Las personas en edades 16-50 años, considerada económicamente productiva radicadas en las comunidades de estudio, presentan porcentajes similares, 39.62% para la primera y 42.67 la segunda.

Con relación a la población migrante, el número de personas que sobrepasan los 15 años, alcanzan al 100% en Atitanac y en La Encarnación, el resultado concuerda con lo reportado en estudios como el de Torres (2003); Delgado y Ramírez (2001); García (2007); Colmenares, (1988), Moctezuma (2003), quienes coinciden que muchos de ellos al cumplir la mayoría de edad, emprenden su partida hacia los Estados Unidos.

En cuanto al grado de escolaridad de la población residente y migrante, en ambas comunidades es baja, ya que una gran cantidad de personas cuentan solo con primaria, y una población un tanto reducida con secundaria. Respecto a individuos con bachillerato o preparatoria, las comunidades presentan diferencias, en el caso de Atitanac, solo dos personas dijeron tener bachillerato, y en La Encarnación la población se va interesando por adquirir ese nivel educativo, mostrando relativamente, porcentajes similares en residente y migrante, 23.53% los primeros y 22.20% los segundos (Cuadro 3).

El hecho de que la mayoría de la población de estas comunidades llegue a cursar solo educación del nivel básico (primaria y secundaria), se debe por la inexistencia de infraestructura en el nivel bachillerato, por lo que la población interesada en cursarlo obligatoriamente tiene que desplazarse hasta la cabecera municipal para completar su educación.

El motivo que impulsa a los migrantes de Atitanac y La Encarnación a salir de estas comunidades obedece básicamente a la cuestión económica laboral, altamente alentada por la escasez de empleos que ofrezcan ingresos que permitan la reproducción de las familias, situación señalada por autores como Ariza (1998); Canales (1995); Castles (2001); Suárez y Zapata (2004); García (2007), entre otros.

“Si aquí en La encarnación hubiera trabajo, o al menos aquí cerca, nuestros esposos y nuestros hijos no se hubieran ido pal´otro lado; estuvieran aquí con nosotros, pero pues ni modo, si se quedarán aquí….que comiéramos, que vistiéramos, donde viviríamos … ¡Sabrá Dios!. Así, con lo que ellos ganan allá, de perdido tenemos esta pobre casita, tenemos que comer y que vestir, hasta tenemos una troca viejita. Si hubiera trabajo, la gente se quedaría en la comunidad, no tendrían la necesidad de irse a Los Estados Unidos” (Sra. Ma. del Refugio, La Encarnación).

“Todas las familias del rancho tenemos por lo menos un pariente trabajando en Estados Unidos, nuestros hijos cuando crecieron se fueron yendo pal´norte, primero se fueron José y Pedro a la edad de 18 y 19 años , nos mandaban algo de dinero cada mes o cada dos meses para ayudarnos, y cuando venían de visita traían su buena camionetita, ropa, zapatos (tenis), y artículos eléctricos para la familia; cuando platicaban como se vive allá, el dinero que ganan, etc., nuestros otros hijos Carlos y Antonio se fueron animando también a irse, solo que a ellos cuando se fueron José y Pedro ya les habían conseguido trabajo en una fábrica, ya no batallaron para acomodarse en los trabajos. Nosotros (María y Antonio) ya estamos solos aquí en La Encarnación, nuestros hijos vienen con sus familias cada dos o tres años; principalmente cuando se acerca el día de la Virgen del Carmen (que se festeja en el mes de julio), se están unos días con nosotros y luego se regresan otra vez para Estados Unidos” (relato de la Sra. María y el Sr. Antonio, La Encarnación).

Las condiciones adversas de la naturaleza y las limitaciones económicas imposibilitan a las personas a desarrollar una agricultura y/o una ganadería intensiva, aspecto documentado en trabajos de Moisés de la Peña (1948); Delgado y Moctezuma (1993); Delgado y Ramírez (2001); Colmenares (1998), quienes señalan que los rendimientos y los precios que obtienen los productores no sacan los costos de producción, mucho menos para vivir, a esto se agrega que trabajan básicamente en tierras temporaleras, sujetas a las condiciones del clima.

Por otro lado, la propiedad de las tierras para cultivo y/o agostadero no pertenecen a los migrantes, sino a los padres o abuelos de ellos, cuyas edades se encuentran por arriba de los setenta años, lo que dificulta la continuidad de la producción agropecuaria en las comunidades; situación que deriva en una importante proporción de tierras improductivas, erosionadas y con una alta proliferación de matorrales, huisaches, nopales y magueyes.

…Po´s si tienen tierras, pero son de mi suegro, él (suegro) las siembra, pero prácticamente no recoge nada de cosecha, po´s son de temporal y como casi no llueve (Sra. María, Atitanac).

…Las tierras son de mi suegro, pero ni mi esposo ni mis cuñados quisieron sembrarlas por los precios tan bajos del fríjol y del maíz; además, de cosecha no sacaban ni siquiera para comer, teníamos que andar comprando el maíz pa´las tortillas o hasta pa´darles de comer a los animales (Sra. Carmela, La Encarnación).

…Que yo sepa no hay tierras de riego, aquí hay puras de temporal, nuestros esposos se van por que no tienen tierras para sembrar, son de su papá o de su abuelo, ellos ya están viejos y muchos ya ni siquiera siembran, ya hasta las tierras se están llenando de huisaches (Sra. Ma. Guadalupe, Atitanac).

…Atitanac se está quedando sin hombres que trabajen las tierras, los que lo pueden hacer están en Estados Unidos o se están yendo. Aquí vivimos nosotras y nuestros hijos (esposas e hijos de migrantes), hombres y mujeres viejos (padres, suegros y abuelos de migrantes). Entonces ¿quién trabaja la tierra?, nadie, la mayoría están abandonadas (Sra. Leticia, Atitanac).

…Mi papá (fallecido), nos dejó un pedazo de tierra, pero todos mis hermanos, cuando crecieron, o se casaron se fueron a vivir a Estados Unidos; allá están trabajando. Aquí solo estamos mi mamá, yo y una hermana con su hijo. Mi sobrino (14 años), cada rato dice que cuando cumpla 16 se va a ir con sus tíos pa´l otro lado. Nosotras (entrevistada, madre y hermana) las mujeres que nos quedamos no sabemos nada de agricultura, así que solo cuidamos unas vaquitas que tenemos (Sra. Matilde, La Encarnación).

Respecto a las transformaciones vivenciadas en las comunidades y en los hogares, se pudo detectar lo siguientes:

Al cuestionarlas sobre la propiedad de la vivienda que habitan, algunas de las mujeres declararon que viven con sus suegros, sus padres o algún otro pariente, lo que implica la existencia de hogares extensos o ampliados, así por ejemplo, en Atitanac los hogares extensos alcanzan un porcentaje del 60.71 y en La Encarnación del 33.33% (cuadro 4).

En el caso de Atitanac, la presencia de hogares extensos o ampliados es muy común, se detectaron hasta 4 y 6 familias cohabitando en una misma vivienda; en La Encarnación, por el contrario, existen una mayor proporción de hogares nucleares. Algunos estudios dan cuenta del incremento de los hogares extensos ante la migración del jefe de hogar, como es el caso de Peña y Santa Ana, 2004; Barrera y Oehmichen, 2000.

Con relación a la edad de las mujeres jefas de familia de la comunidad de Atitanac la mayoría de ellas, se encuentran entre las edades de 20-40 años (67.86%), se trata sobretodo de mujeres esposas de migrantes jóvenes; para el caso de La Encarnación las mujeres en este mismo rango de edad alcanza el 55.55%, que corresponde a esposas y/o madres de migrantes de edad madura. Se detecto una singularidad en ambas comunidades: la ausencia de mujeres menores de veinte años fungiendo como esposas de migrantes, pareciera que éstas van prolongando la edad de las uniones conyugales o que ante la ausencia de varones en edad casadera, disminuya la posibilidad de contraer nupcias en esas edades (Cuadro 5).

“Todos mis hermanos se fueron pa´Estados Unidos, mis papas ya están viejitos y como yo no estoy casada, aquí vivo con ellos” (Emma, 37 años, La Encarnación).

Los datos del Cuadro 6, referido a la cuestión educativa, ésta no difiere del resto de la población, la mayoría de las mujeres jefas de familia de estas comunidades tienen una escolaridad baja, la que comprende en el mayor de los casos, educación básica (primaria y secundaria), 82.14% en Atitanac y 61.67% La Encarnación aunque en esta última el 11.11% reportaron haber cursado también el bachillerato.

Esto se constata con los datos de la escolaridad y la edad de los hijos, situación que se observa sobre todo en la comunidad de La Encarnación, donde la población adolescente se interesa por cursar el nivel bachillerato externando incluso su deseo por continuar estudios en el nivel superior.

“Mi esposo y mis hijos están en Estados Unidos, aquí vivo yo con mis dos hijas menores; una estudia en la prepa y la otra ya va a terminar la primaria. Mi esposo esta arreglando los papeles para que nos vayamos con ellos a California, pero mi hija la más grande no quiere irse, quiere estudiar la carrera de arquitectura. Ya tiene 19 años, dice que si su hermana y yo nos vamos con su papá, ella se queda con una hermana mía que vive en Zacatecas (ciudad capital), y así hasta se le facilitaría ir a la Universidad. Cuando le comento a mi esposo del pensamiento de mi hija, él me dice que esta bien que hay que apoyarla, pero pues me da miedo que se quede sola” (Sra. Leticia, La Encarnación).

En lo referente a los ingresos que les envían los migrantes, el total de las familias encuestadas dijeron que son receptoras de remesas, que les son enviadas por sus esposos y/o hijos migrantes, las cuales van a recoger cada mes al banco ubicado en la cabecera municipal, los montos son variables, van desde mil y hasta cinco mil pesos.

En los dos poblados, las mujeres encuestadas reportaron que el principal uso que les dan a las remesas, es para el sostenimiento de la familia. Los rubros que siguen son la construcción o mejora de las viviendas (sobre todo de aquellas donde el matrimonio es reciente), y una pequeña proporción reporto el ahorro; lo que concuerda por lo planteado por Durand, et. al. (1996); Canales (2005); Crummet (1992); Suárez y Zapata (2004); Colmenares (1988); Torres (2003), quienes señalan que gran parte del dinero que les envían las y los migrantes, permiten solventar gran parte de la demanda familiar de bienes de consumo, la construcción, compra de animales o insumos para la producción agrícola, y si queda algo de dinero para el ahorro (Cuadro 7).

Las mujeres de las comunidades, muchas veces enfrentan tensión económica y angustias, cuando el monto del envío no alcanza para solventar gastos no considerados como resultado de situaciones imprevistas, como es el caso de la enfermedad de algún miembro de la familia, que obliga a las mujeres a la búsqueda del crédito o préstamo, puesto que la llegada de las remesas es mensual Marroni (2000); Suárez y Zapata (2004).

En cuanto a la toma de decisiones, cuando el esposo o los hijos varones mayores están en casa, las respuestas de las comunidades coincidieron que ambos deciden las cosas por realizar, luego los esposos (35.71% Atitanac y 27.77 La Encarnación) y finalmente una pequeña cantidad de mujeres mencionaron que ellas deciden sobre lo que hay que hacer (25.0% en Atitanac y en la Encarnación 16.67%); coincidieron que ante la ausencia de ellos, se desenvuelven con una mayor autonomía en la toma de decisiones, lo que representa cierta autonomía dentro de sus hogares.

Las decisiones de lo que hay que hacer para beneficio de nuestra familia, por lo general las tomamos los dos, ya si él no está, lo comentamos por teléfono, a menos que se tenga que decidir rápido, pues lo decido yo, ya después se lo digo a mi esposo cuando hablamos por teléfono (Sra. Socorro, Atitanac).

Cuando no esta mi esposo aquí en la casa, muchas de las decisiones las tomo yo sola, pues a veces hay que decidir de manera rápida algo, aunque muchas de las veces cuando platicamos por teléfono nos ponemos de acuerdo sobre lo que hay que hacer, entonces la decisión es de los dos…, por ejemplo cuando construimos y él estaba en el norte, él me decía dónde y qué construir, o cuando tenemos que comprar algo que cuesta mucho me indica que hacer, creo que es lo mejor, pues finalmente es por el bien de todos, de nuestra familia (Sra. Verónica, La Encarnación).

Sobre la participación de las mujeres en las actividades productivas existen marcadas diferencias en las comunidades, las que se confirman con los resultados de las encuestas y los comentarios realizados por las propias mujeres.

Así, en el ámbito productivo, las transformaciones en las relaciones de género por la migración de los varones en La Encarnación, han propiciado las pautas para que las mujeres empiecen a desempeñarse en los espacios masculinos, como cultivar las tierras agrícolas y en las actividades ganaderas (con todo lo que ello implica), llegando incluso a participar en reuniones convocadas por instituciones como Sagarpa o Sedagro; aspecto que coincide con estudios como el de Crummet (1992); Arias (1998); González (1997); Lara (1996); Nava y Marroni (2003); Santiago (2004); Marroni (2006) entre otros (Cuadro 9).

En la comunidad de Atitanac el 18.18% y en La Encarnación el 38.46% de las mujeres mencionaron realizar hacerse cargo de las actividades agropecuarias. El resto de las personas que se encargan de realizarlas, son los suegros y/o cuñados, los hijos y/o hermanos, o alguna otra persona contratada (81.82% en Atitanac y 61.53% en la Encarnación).

En Atitanac por el contrario, se constata una dependencia total de las mujeres y las familias de los ingresos que les envía su familiar migrante, por lo que el trabajo que desempeñan las mujeres se concreta al doméstico; el cuidado, crianza y educación de los hijos, así como el cuidado de las personas de edad avanzada . De hecho, como se ha comentado anteriormente en este trabajo, varías de las mujeres y sus hijos que viven en Atitanac solo esperan la autorización de la residencia familiar, tramitada por sus esposos en los Estados Unidos, para trasladarse al vecino país permitiendo con ello la reunificación de la familia.

Relacionado con lo anterior, la práctica productiva que realizan las mujeres en la comunidad de Atitanac, se reduce a la actividad ganadera de traspatio, en la que es común la presencia de gallinas, vacas, cabras, cerdos, patos, entre otros, dentro de los corrales.

Con relación a la organización de los habitantes en estos lugares; no se encontró antecedentes relevantes, con lo cual se limita la posibilidad de encontrar alternativas de desarrollo social y económico para sus habitantes, así la inexistencia de grupos organizados trae consigo la falta de propuestas en los ámbitos (social, económico, cultural, etc.), que contribuya a alcanzar e impulsar el desarrollo comunitario y familiar. Tal situación se refleja en aspectos tan relativamente “comunes”, que inhiben la demanda de cursos de educación no formal para las mujeres de estas comunidades, en aspectos que van desde lo doméstico (conocidos como economía del hogar y/o ciencia doméstica) donde se incluyen cursos de cocina, tejido, corte y confección, macramé, arreglo floral, etc., como en el desarrollo de habilidades (conocido también como capacitación para el autoempleo), con el aprendizaje de algún oficio, como: artesanía, carpintería, electricidad, herrería, cultural de belleza, etc.

De todo lo anteriormente expuesto, se pueden destacar algunas conclusiones generales:

Conclusiones

1. Los poblados de Atitanac y La Encarnación enfrentan un proceso de feminización de su población que se vincula directamente a la masculinización de la migración, expresada en una relación hombre-mujer desigual, por arriba del comportamiento normal planteado por Rionda (2007), y que origina una composición mayoritaria de mujeres (esposas y/o madres de migrantes); sus hijos (as) (hijos, la gran mayoría solteros), los suegros y/o los padres (en edades muy avanzadas).

2. Son comunidades que sufren un despoblamiento por el abandono gradual de sus habitantes donde influyen factores como; la migración de las personas, la reunificación de las familias una vez que los migrantes logran obtener la residencia de la esposa y los hijos; la ausencia del esposo o pareja de las mujeres en edad fértil.

3. La migración de los hombres de las comunidades de Atitanac y La Encarnación, y su efecto en las transformaciones de género, no tiene un comportamiento homogéneo, si bien, las mujeres de La Encarnación, además de encargarse del trabajo reproductivo, empiezan a incursionar en los trabajos considerados “masculinos”, como en las tareas agrícolas y ganaderas. De hecho, ante esta evidencia puede decirse que la participación productiva de las mujeres es activa, considerando las respuestas que señalaron, que les posibilita incluso ganarse algún dinero por su trabajo. En Atitanac por el contrario, las mujeres se desenvuelven en un ambiente pasivo, pues continúan si bien, continúan haciéndose cargo del trabajo reproductivo, en el ámbito productivo no presenta ninguna transformación, lo que pone de manifiesto, una total dependencia de los ingresos provenientes del exterior. Además de lo anterior, las mujeres de esta comunidad solo están a la espera de que el esposo arregle los documentos para legalizar su traslado junto a sus hijos, al vecino país del norte.

4. Esta última situación, ante la ausencia de población masculina que se haga cargo de las actividades agrícolas y ganaderas en la comunidad de Atitanac, deriva principalmente en que las tierras se dejan de sembrar total o parcialmente, lo que implica incluso la desvalorización de las generaciones jóvenes hacia la posesión de las tierras y el trabajo agrícola; quienes solo esperan ganar un poco más de edad para abandonar la comunidad, tal y como lo han hecho sus parientes, lo que deja claro que no existe la presencia ni el retorno de los hombres que permitan garantizar y dar continuidad al proceso productivo de la actividad agrícola en Atitanac.

5. Los resultados de este trabajo de investigación señalan que la migración de los hombres en estas comunidades no guarda comportamiento semejante: pone además de manifiesto que la emisión de política social rural o de género debe ser trabajada para cada comunidad en específico, en la que se tome como prioridad los hechos y las características que presenta los lugares donde se origina el fenómeno migratorio, así como los efectos relativos a éste.

Por último, resultaría importante e interesante contrastar los hallazgos reportados en este trabajo con nuevos estudios de investigación en otras comunidades rurales para conocer el comportamiento que asumen las mujeres, las familias y las comunidades.

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