Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de Guatemala

 

Acceso de los hogares guatemaltecos al sistema financiero, desde la perspectiva de la pobreza

 

por Enrique Estuardo Maldonado  (*)
Universidad Rafael Landívar
enriquemaldonadogt
@yahoo.com

 

Resumen

A continuación se presentan los resultados de una serie de consultas a la Encuesta de Condiciones de Vida -ENCOVI- realizada en el año 2000 por el Instituto Nacional de Estadística –INE-. Dichas consultas son básicamente sobre el componente de ahorro y préstamos de los hogares. Ello se considera un tema importante, en virtud de que la evidencia empírica señala que países donde sus habitantes tienen más acceso al sistema financiero, tienen menores desigualdades en el ingreso de su población. Para el caso de Guatemala se puede comentar que los préstamos que otorga el sistema de banca privada en el área urbana, el 99% son para hogares “no pobres” (Hogares cuyo ingreso es superior a US$ 2.00 por día, por persona), mientras que en el área rural estos hogares captan el 80% de los préstamos que otorga este sector.

Palabras clave: Pobreza, Guatemala, Microcréditos.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Enrique E. Maldonado (2005) "Acceso de los hogares guatemaltecos al sistema financiero, desde la perspectiva de la pobreza" en Observatorio de la Economía Latinoamericana número 42. Accesible a texto completo en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/gt/index.htm



 

Entorno general del financiamiento a los hogares en Latinoamérica.

Latinoamérica, es una región con mercados financieros muy pequeños, lo cual se aprecia en la gráfica adjunta. En promedio, en los años noventa la relación entre el crédito al sector privado y el PIB fue cercana a 0.33, aproximadamente una tercera parte del tamaño promedio de los mercados crediticios de Asia Oriental y de los países desarrollados. En los países donde hay limitaciones importantes al crédito, las empresas no pueden crecer y los hogares no pueden financiar su desarrollo a través de activos como casas, vehículos (entre otros). Las estimaciones sugieren que, en promedio, una empresa grande puede incrementar sus activos entre un 5% y un 8% por cada 10% de aumento de la profundidad financiera [1] . Estos resultados implican que en los países con mayores restricciones al crédito, las empresas tendrán restricciones importantes a su expansión.

Existen también estudios como el de Li, Squire y Zou (1998)[2] que utiliza un conjunto de coeficientes de Gini para 49 países desarrollados y en desarrollo durante el periodo 1947 – 1994, empleando promedios quinquenales de éstos dando como resultado, que los mercados financieros profundos muestran una fuerte vinculación con una menor desigualdad en los ingresos.

Como se ha sugerido los mercados financieros profundos facilitan la acumulación de capital, elevando la productividad de la mano de obra, los salarios y reduciendo el rendimiento del capital[3], ello tiende a mejorar la distribución del ingreso, ya que un grupo relativamente pequeño de individuos de mayores ingresos devenga un mayor ingreso de capital y porque la acelerada tasa de desarrollo económico promueve todas las transacciones relacionadas con el desarrollo que tienden a ser igualizantes.

Lo anteriormente abordado sugiere que el acceso al crédito es desigual, según el Banco Interamericano de Desarrollo –BID-[4]ello refuerza las consecuencias negativas que los sistemas financieros débiles tienen sobre la distribución de los ingresos, porque limita la capacidad de los productores en pequeña escala y de bajos ingresos para obtener el crédito que necesitan para producir en forma más eficiente y ampliar sus actividades.  El mismo estudio cita que existen abundantes evidencias de que los sistemas bancarios proporcionan un volumen muy limitado de crédito a las pequeñas empresas y a las microempresas, las cuáles en su mayoría son formadas en el hogar.

Al respecto, Laeven, coincide en que los países donde hay restricciones financieras por lo general las empresas más pequeñas y los hogares pobres son los que más sufren [5] . Indica que normalmente se requiere de dos meses a un año para financiar una institución con microcrédito, desde el contacto inicial hasta el desembolso del préstamo o capital. Además, para un préstamo de US$ 250,000 el costo de transacción entre un inversionista financiero y una institución varía entre los US$ 10,000 y los US$ 20,000 dólares (5% y 10%). El costo varía sustancialmente entre un inversionista y otro, de acuerdo con la práctica y la experiencia. Triodos Bank, un banco comercial belga e inversionista social, calcula que paga cerca de US$ 5,000 sólo en gastos legales por cada transacción de deuda.

Esa restricción al financiamiento por parte del sistema financiero a las micro, pequeñas y medianas empresas –mipymes- y hogares radica principalmente en la subestimación del sector y se dedican básicamente a ejecutar líneas de financiamiento para este sector que promueven organismos internacionales o agencias de la cooperación. Esa afirmación se basa principalmente en los hallazgos de Mushinski (1995) [6] y Barham, Boucher y Carter (1996) [7] , quiénes a partir de encuestas a mipymes encontraron que las empresas más pequeñas que deseaban obtener crédito bancario lo recibieron con mucha menor frecuencia que las empresas más grandes. Sin embargo, las cooperativas de crédito proporcionaban préstamos a un gran porcentaje de estas empresas más pequeñas sin acceso a los bancos. Ello sugiere que estas empresas eran empresas solventes.

Para el caso de Guatemala, el sistema financiero es poco profundo y bastante desigual, como ejemplo se menciona que en la banca formal, según datos de la Superintendencia de Bancos, la región metropolitana durante la década de los años 90 absorbió, en promedio, cerca del 90% de los préstamos otorgados por el sistema financiero. A parte de ello, una buena parte del destino de los préstamos ha sido para consumo y transferencias (30%), mientras que actividades como la industrial, han disminuido considerablemente como destino de los préstamos, pues en 1992 el 25.6% de la cartera era destinada a esta actividad, y 10 años después (2002) es de tan solo 11.2% [8]

Como es fácil suponer los bancos del sistema están más enfocados a realizar préstamos a empresas urbanas, con principal destino el consumo; situación que para las mipymes del área rural les afecta, pues su escaso acceso al crédito se debe principalmente a:

è    Elevados costos de transacción

è    Exigencia de garantías

è    Estrecha relación de los accionistas y los usuarios de créditos

El área rural del país se ha financiado básicamente con iniciativas externas para generar desarrollo en dichas poblaciones y no necesariamente han surgido del seno de la propia comunidad[9], han adoptado la figura de organizaciones civiles no lucrativas. Otras como Banrural son entidades lucrativas del sistema financiero tradicional, aunque su finalidad es atender las necesidades de las poblaciones rurales. Ello no significa que los bancos privados no tengan presencia en financiar a población del área rural, puesto que del total de préstamos otorgados durante 1992 a 1997, en promedio el 9.2% fue para el sector agricultura y minas que ubica en esta área, ello significó un flujo de financiamiento de Q1,048.2 millones a 1997

Por otra parte una evaluación del notable crecimiento del número de agencias bancarias en el interior del país, observado en los últimos años, podría sugerir que las empresas rurales, principalmente pequeñas y medianas comienzan a disponer de fácil acceso al crédito bancario, sin embargo la información útil señala que esta expansión de las agencias estaría asociada, más que a la concesión de préstamos al interés de los bancos en la captación de mayores volúmenes de depósitos tanto a la vista como de ahorro y a plazos, cuyos rendimientos en términos reales tienden a negativos para los ahorrantes.

Por su parte Diez y Linares señalan que los bancos privados han sido bastante eficientes en la captación de ahorros rurales, sin embargo las operaciones activas han sido más limitadas, lo que implica una relación asimétrica entre los flujos de captación y colocación de recursos en el área rural.[10]

 

Ahorro y préstamos de los hogares guatemaltecos. Resultados de la ENCOVI 2000

Componente sobre el ahorro

Para analizar dicho componente la ENCOVI divide la población de la manera siguiente: 11% de hogares en situación de pobreza extrema, 35% en situación de pobreza y 54% de hogares no pobres. Un dato relevante es que en todos los niveles socioeconómicos se registran ahorros; claro está que en el nivel “no pobre” es donde existen hogares con mayores posibilidades de ahorrar 29.4% en este nivel social. Por su parte de los hogares en situación de pobreza sólo el 3.2% alcanza ahorrar y de los hogares en situación de  pobreza extrema el 1% de ellos puede ahorrar.

En el ámbito nacional el 82% de los hogares no tienen dinero depositado en forma de ahorro, contra un 18% que si lo posee. Obviamente una división de esos datos en el ámbito de área urbana y rural, indica que en la primera el porcentaje de hogares que no puede ahorrar disminuye a un 69%, pero en la segunda aumenta hasta un 93%, lo cual es fácil deducir debido a que en esta última área se encuentra la mayoría de la población en situación de pobreza.  

La principal razón por la cual los hogares no poseen ahorros, indican en un 93% que es debido a que no poseen el dinero para poder realizarlo. Acá resulta importante que inclusive no todos los hogares catalogados como “no pobres” pueden ahorrar, ello significa que si bien tienen satisfechas la mayoría de sus necesidades, de acuerdo a estándares internacionales[11], ello no significa que no estén privados de otras oportunidades de desarrollo, como lo resulta, él poder acumular riqueza en bienes que en años posteriores podría significar una mejoría en su bienestar.

Componente sobre depósitos en dinero

Si bien en el componente anterior se indica que el 82% de los hogares no poseen depósitos de ahorro, es preciso distinguir entre aquellos hogares que si poseen cuentas en el sistema financiero, ya bien sea en bancos privados, estatales o cooperativas. En tal sentido una cuarta parte de los hogares posee algún tipo de cuenta. Siendo su distribución la siguiente:

Como se puede apreciar en el cuadro anterior la mayoría de hogares prefiere tener cuentas de ahorro corriente (55.8%), seguido por un 34.55% de depósitos monetarios. Ello puede evidenciar obviamente el acceso al sistema financiero de banca privada en el sentido de que los cheques requieren ser escritos, mientras que en las cuentas de ahorro basta con presentar la libreta para retirar dinero. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD- a 2002, la tasa promedio de analfabetismo era de 30.7%, subdividida en 17.7% en el área urbana y 43.8% en el área rural. Ello puede explicar porqué en el área rural la preferencia por cuentas de ahorro aumenta hasta un 70.1% mientras que la preferencia por cuentas de depósitos monetarios disminuye a un 19%. De lo cual es fácil deducir que rezagos educativos (analfabetismo) se convierten en un obstáculo para acceder a diferentes productos de sistema financiero de banca privada. 

Otro aspecto importante a rescatar de este resultado es que los hogares “no pobres” abarcan el 95% de las cuentas aperturadas en bancos privados, estatales o cooperativas; Solo estos hogares pueden tener cuentas “a plazo fijo” o “reportos”. Mientras que los hogares pobres representan un 4.5% y los que están en situación de pobreza extrema sólo el 0.5% del total de cuentas. Algo que llama la atención es que todos los niveles socioeconómicos tienen cuentas de bonos hipotecarios, lo cual puede evidenciar algún financiamiento al sector vivienda, pero obviamente no está siendo focalizado con quiénes más carecen de este activo familiar, pues los “no pobres” absorben casi la totalidad de ellos.

Respecto a dónde guardan el dinero los hogares, se aprecia en la siguiente tabla. Esta variable que puede indicar la diversidad en el acceso al sistema financiero, que tienen los hogares, a través de distintos agentes. Cada dato es leído de la manera siguiente:

En el ámbito nacional un 87.2% de los hogares prefiere guardar su dinero en bancos privados, sin embargo, ello está en función de la cobertura geográfica de estos, puesto que en el área rural, dicha preferencia disminuye un 10% a favor del sector cooperativas. Por su parte los bancos estatales mantienen su participación en ambas áreas.

En el área urbana, los hogares no pobres prefieren guardar su dinero en bancos privados (90.2%) contra un 3.9% en bancos estatales y 4.7% en cooperativas. Por parte de los hogares pobres un 58% tiene acceso a bancos privados, sin embargo, el resto de sectores tienen en este nivel socioeconómico una importante participación en el mercado financiero, pues los bancos estatales tienen un 12%, las cooperativas un 14% y los bancos comunales un 13%. Siendo estos últimos lo que abarcan prácticamente las cuentas de hogares en extrema pobreza en el área urbana.

En el área rural, la participación del sistema bancario es menor y cede ante el sector cooperativa, (principalmente); seguido de los bancos estatales y comunales. Por ejemplo el 81% de los hogares “no pobres” utiliza los servicios bancarios privados, y su participación disminuye a medida que disminuye el nivel socioeconómico, es así, como un 60% y 40% de hogares en pobreza y pobreza extrema (respectivamente) utilizan sus servicios.

Mientras tanto el sector cooperativa, pasa de un 14.2% de atención a hogares no pobres, a un 24.1% y 34.6% con hogares en pobreza y pobreza extrema. Misma tendencia muestran los bancos estatales, (solo que con valores diferentes), y por último los bancos comunales, siempre prestan su atención al nivel de pobreza extrema.

Si bien los datos presentados con anterioridad pueden presentar cuál es el acceso de los hogares a los mercados financieros, y que en su mayoría el sistema de banca privada presta principalmente sus servicios en el área urbana y para hogares no pobres, es preciso tomar en cuenta que un 45% de los hogares en situación de pobreza extrema son quiénes han incrementado su saldo con respecto al trimestre anterior. Asimismo son quiénes han presentado la  menor proporción en cuanto a reducción del saldo. Ello indica que tienen una alta propensión a incrementar el saldo de sus cuentas bancarias Por su parte de los hogares no pobres solo un 23% ha podido incrementa su saldo, contra un 31% que lo ha disminuido. Es este nivel socioeconómico es el que presenta una estabilidad del saldo inferior a la de los hogares pobres, 54%. La gráfica también muestra que a medida que se asciende en los niveles socioeconómicos, existen mayores posibilidades de tener un saldo inferior  en las cuentas bancarias; y menores posibilidades de incrementarlo.

 

Componente sobre préstamos del hogar

Sobre este componente los resultados, indican que el 12.8% de los hogares solicitan algún préstamo al año, de los cuales a 8 de cada diez les aprueban el crédito solicitado, dando como resultado que al 11.1% de los hogares se les ha otorgado algún préstamo. Llama la atención el hecho de que estos valores no tienen mayor variación entre el área rural y urbana, así como en los diferentes niveles de pobreza. Obviamente si existen diferencias en el ámbito de regiones, como la nororiente donde el 6.9% de los hogares solicita algún préstamo y a 7 de cada diez se los aprueban, mientras que en la región norte la solicitud la realiza el 16.5% de los hogares y les resuelven aprobarlo a 6 de cada 10.

Como es sabido no a cada persona que solicita un préstamo le es aprobado; existen varias razones para denegar una solicitud de crédito. En el caso de Guatemala, uno de cada cuatro hogares no obtuvo crédito por tener ingresos insuficientes y uno de cada cinco por no proporcionar toda la papelería que solicitaba el acreedor. Estas dos variables son la principal razón por la cual no son autorizados los préstamos y obviamente se incrementa su proporción en el área rural, donde por ejemplo a los hogares en extrema pobreza el 57% tiene ingresos insuficientes para el préstamo solicitado y un 43% no tiene toda la papelería solicitada. Dichos valores son menores a medida que aumenta el nivel socioeconómico, pues para el caso de los hogares no pobres dichos valores son del 16% y 26% respectivamente. Asimismo en el nivel no pobre aparecen otras objeciones importantes como por ejemplo: valor de la garantía incompleta 16%, falta de fiadores y malas referencias 14% y 11% respectivamente, otras razones 15%.

¿Quiénes prestan el dinero? Antes de responder esa pregunta es preciso mencionar que la ENCOVI ofrece resultados para tres principales acreedores: bancos privados, bancos estatales y cooperativas de ahorro y crédito. También es indicado mencionar que se presentan datos de hogares que solicitaron crédito y que les fue aprobado, lo cual no debe ser confundido con micro, pequeñas o medianas empresas.

Los resultados indican que el 99% de los créditos fue otorgado por el sistema de banca privada, pero dos de cada tres clientes de ellos, son hogares no pobres, algo importante es que este sector le presta a todos los niveles socioeconómicos. Por su parte los bancos estatales y cooperativas, a siete de cada diez personas que le prestan dinero son pobres, y tres no pobres. Si los bancos privados representan un 99% del financiamiento de los hogares, es importante conocer su distribución geográfica, la cual se caracteriza por ser desigual en el sentido que 2 de cada 3 préstamos son otorgados para hogares en la región metropolitana, (con una quinta parte de la población del país), luego la región que logra absorber una mayor parte de créditos es la suroccidental con 10%, pero con una cuarta parte de la población del país.

A manera de conocer el flujo del financiamiento de los hogares se presenta el siguiente cuadro, donde se puede apreciar que el monto total del financiamiento es de Q 5.245 millardos[12], de los cuales Q 5.024 son para hogares no pobres y son proveídos casi en su totalidad por el sistema bancario privado. En lo que respecta a cooperativas y bancos estatales, se ha detectado que una mejor fuente para hacer este análisis puede ser el registro de sus carteras. Más sin embargo es evidente la marcada participación del sector privado en este mercado. Los resultados son un reflejo de la desigualdad en el otorgamiento de préstamos, que si bien a nivel de cantidad de préstamos recibidos, los hogares no pobres se quedan con el 64% de ellos, en el flujo de financiamiento la concentración es mucho mayor, pues este segmento de la población abarca el 96% del flujo de préstamos a hogares, contra un 1% de los hogares en pobreza extrema y 3% de hogares pobres.

El análisis de la desigualdad se puede llevar a mayores niveles de detalle, que son de interés para el abordaje del tema de desarrollo rural. Es por ello que a continuación se presenta una variante del cuadro anterior, solo que con divisiones por área rural y urbana; teniendo los principales resultados: el 83% de los créditos otorgados por los bancos privados, están concentrados en el área urbana, donde por cierto hay menos pobres que en la rural. Ese valor relativo equivale a una cantidad de Q4.375 millardos, mientras que los bancos estatales  y cooperativas colocan el 48% y 78% de su cartera en el área urbana, contra un 52% y 22%, respectivamente en el área rural. Sí bien estos los créditos de estos dos últimos actores; 7 de cada 10 son colocados en el área rural, en términos del financiamiento se reducen esos porcentajes, lo cual puede sugerir que los montos otorgados en al área urbana son superiores a los que otorgan en el área rural. Sobre el monto promedio de préstamos se puede comentar que los bancos privados otorgan una media de Q15,280 contra Q1,261 y Q1,921 de los bancos estales y cooperativas.

Para otorgar esos préstamos las principales garantías que se ofrecen son terrenos y aval fiduciario con 15% cada una. Sin embargo a los hogares en situación de pobreza o en el área rural suelen exigirles como garantía principalmente terrenos (uno de cada cuatro préstamos tienen ese aval), mientras que para hogares no pobres o en el área urbana la principal garantía es la fiduciaria, donde uno de cada dos préstamos tienen ese aval.

Por último un dato importante lo constituye el hecho de que una tercera parte de los hogares indica que hubieran deseado un monto mayor al que les aprobaron, ello independientemente de su nivel socioeconómico y área donde resida. Lo cual indica que los hogares están dispuestos a seguir trabajando con préstamos y los ven como oportunidades de desarrollo.

 

Principales conclusiones

Sobre el componente de ahorro. Se determinó que todos los niveles socioeconómicos ahorran. Ello evidencia que se tiene la percepción de que la acumulación de activos (en esta ocasión el dinero) puede generar beneficios en el nivel de vida a futuro. Sin embargo, los hogares en pobreza extrema también prefieren ahorrar en especie, lo cual puede tener una función de consumo o financiamiento de la próxima cosecha aunque sea en pequeña escala.

Sobre el componente de depósitos en dinero.  Los bancos privados tienen mayor presencia en hogares del área urbana de la región metropolitana y que sean no pobres. Más sin embargo, en el área rural, las poblaciones en pobreza y pobreza extrema también utilizan sus servicios, pero más que para conseguir financiamiento para depositar dinero, teniendo como resultado que quiénes más incrementan su saldo son ellos, en contraste con los hogares no pobres. Lo que evidencia una propensión a la utilización del servicio bancario.

Sobre el componente de depósitos en dinero. En el área rural las cooperativas y bancos estatales han ganado terreno a los bancos privados, con cerca de una tercera parte del mercado, sobre todo en el campo de la captación de fondos.

Sobre el componente de préstamos. La concentración de los préstamos en el país es tan aguda que el 83% de los montos otorgados son en el área urbana y el 96% para hogares no pobres. Con esos indicadores difícilmente en el área rural existan medios para poder financiar el crecimiento y expansión de mipymes, como el bienestar de 6.9 millones de guatemaltecos que no viven en el área urbana.


 

[1] Relación entre el crédito al sector privado y el PIB

[2] Li Hongyi, Lyn Squire y Heng Fu Zou  (1998) Explaining International and intertemporal variations in income inequality. The economic journal

[3] King Robert y Ross Levine (1993) Finance and Growth: Shumpeter might be right. The Quarterly journal of economics

[4] Banco Interamericano de Desarrollo (1998) América Latina frente a la desigualdad. Washington D.C.

[5] World Bank, Laeven L. ¿Does financial liberalization reduce financian constraints? Washington 2000.

[6] Mushinski David. Credit union and business enterprise access to credit in Guatemala. The College of William and Mary Williamsburg, Virginia 1995

[7] Barham, Boucher y Carter. Credit constraints, credit union and small scale producers in Guatemala. World Development. 1996

[8] Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales IDIES. Una aproximación al entorno financiero de la microempresa. Universidad Rafael Landívar 1998

[9] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD (1999) Guatemala: el rostro rural del desarrollo humano.

[10] Diez Pinto Elena, y Linares de Novella Anaí (1996) Estudio de mercado de servicios bancarios, financieros y crediticios no convencionales en el departamento de Chimaltenango.

[11] La encuesta de condiciones de vida ENCOVI 2000, utiliza el método del consumo para medir la pobreza, entendiéndose como pobre aquella persona que vive al día con menos de US$ 2.00 y pobreza extrema aquellas personas que viven con menos de US$ 1.00 al día.

[12] Las cifras son presentadas a precios de mercado del año 2000


Nota

* Economista, con estudios de maestría en Desarrollo y Descentralización, y de especialización en evaluación económica y social de proyectos. Actualmente consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y de la Agencia de Cooperación Holandesa. Docente de la Universidad Rafael Landívar.


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