Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía de Cuba

 


EL COMERCIO CATALÁN EN LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CUBA 1860- 1880.


 



Yuliet Gongora Blanco (CV)
yulietgb@uci.cu
Universidad de las Ciencias Informáticas


 

Resumen
En el trabajo analizamos la actividad mercantil de los comerciantes catalanes en todo el período de 1860 a 1880 en la ciudad de Santiago de Cuba. La emigración catalana a la región oriental se manifiesta con claridad en las redes comarcales, pues la mayor parte de los inmigrantes procedían de regiones específicas de Cataluña. Aunque se establecieron a lo largo y ancho de nuestras tierras, fueron las ciudades portuarias donde el arribo fue más numeroso, siendo La Habana, Matanzas y Santiago de Cuba las ciudades a la que más jóvenes de esta nacionalidad llegaron, sobre todo en las primeras décadas del siglo XIX. La Perla del Caribe representó para ellos la posibilidad de acumular fortuna a través del comercio.

En Santiago de Cuba, como en otras ciudades de América y de Cuba se dedicaron mayoritariamente a la actividad mercantil, esta se desarrollaba y no había personal que se dedicara a ello. Pronto invadieron todas las esferas del comercio, desde pequeñas atarazanas en el puerto hasta almacenes de víveres, tejidos, entre otros.

 Palabras claves: catalanes- comercio- comerciantes.

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Gongora Blanco, Y.: "El comercio catalán en la ciudad de Santiago de Cuba 1860- 1880"en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Nº 205, 2014. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/cu/2014/comercio-catalan.html

Del continente americano, Cuba le ofrecía mejores salarios y más posibilidades de encontrar trabajo por escasez de mano de obra; recordemos que una buena parte del siglo XIX Cuba es un gran productor de azúcar, café y tabaco y tiene una posición privilegiada en el mercado mundial. Por ello de América prefieren Cuba; al respecto el historiador Jordi Maluquer expresa: ‘’La Isla de Cuba, en particular, fue objeto de atracción preferente para los viajeros de la primera mitad del siglo XIX y, a la vez, destino de una parte mayoritaria, durante mucho tiempo de la emigración Catalana’’1 .

La emigración catalana a la región oriental se manifiesta con claridad en las redes comarcales, pues la mayor parte de los inmigrantes procedían de regiones específicas de Cataluña. “El 33,40% de los comerciantes catalanes establecidos en Santiago de Cuba y Puerto Príncipe eran de Sitges, el 10,82 el % procedía de Saint Pere de Rives y el 8,61% de Barcelona, los seguían, en orden, los de Sant Feliú de Guixols, Mataró, L'Escala, Lloret, Begur, Vendrell Villanova, Calella y Vilaseca” 2 . Constituyeron un activo entramado comercial en el que pueden apreciarse numerosos casos de transferencias de negocios a familiares o a terceras personas, nativas de la misma localidad. Los que se instalaban en una determinada área solían proceder del mismo sitio y estar vinculados entre sí por relaciones de parentesco o de paisanaje.

A través de las Crónicas de Santiago de Cuba de Emilio Bacardí conocemos esta multitudinaria presencia al consignarse en ellas la inscripción constante de comercios y comerciantes catalanes, observamos también referencias sobre fallecimientos, condecoraciones cargos políticos que ostentaron, de individuos de diferentes regiones de Cataluña.

 Puede decirse que los catalanes  fueron  el grupo migratorio más importante en la primera mitad del siglo XIX en Cuba tanto por el papel económico que desempeñaron, como por la influencia política y social que  tuvieron en este siglo. Este fenómeno se produjo de forma simultánea al proceso de industrialización de Cataluña, con el que guardaba algunas relaciones muy significativas y presentan aspectos demográficos, económicos y sociales de gran interés.

Concretar en cifras la presencia catalana en la ciudad de Santiago de Cuba ha sido un reto bien difícil para los investigadores del tema, no sólo por la escasez y dispersión de la documentación, sino también por la inclusión de aquellos en los censos como ciudadanos españoles y deficiencias en los controles de la otrora metrópoli. La publicación de Cataluña más reciente sobre el tema ofrece una cifra global para toda América “aproximadamente 300, 000 catalanes antes de la guerra civil”3 .Sin embargo, los  Protocolos Notariales, los controles y registros de comerciantes en determinados períodos nos permiten acceder a cifras concretas de establecimientos y sociedades mercantiles cuyos propietarios eran catalanes.

En la década del 30 del siglo XIX, el arribo de los catalanes a esta ciudad fue multitudinario; investigadores catalanes han hecho estudios profundos sobre el período por el impulso que dieran al comercio de Cuba y de la ciudad. A partir de la década del cuarenta dejan de representar la mayoría migratoria, por factores económicos que se estaban gestando en Cataluña que hizo que no tuvieran la necesidad de emigrar por una parte  y por la situación política en América que gran parte de ella se había independizado de España.

Los catalanes que encontramos en Santiago de Cuba en este período tienen un papel muy importante en su economía, en el interior monopolizan cada rama del comercio, en el puerto almacenes y buques, sus casas comerciales son las primeras que arriban a la llegada o partida de barcos. Con respecto a este aspecto comenta Rolan T. Ely  “los catalanes forman varias compañías cada una especializada en un determinado renglón del comercio de importación, sin interferencia con ninguna de las otras. Con tales medios, estaban capacitados para comprar los cargamentos completos de los barcos que entraban”4 . Por tanto, es un monopolio, pues si el consignatario de un cargamento, o parte de él, trata de vender los artículos directamente al detallista encontraría muy pocos con quienes comerciar, ya que los más atados a guardar sus buenas relaciones con las compañías, nunca  le escucharían.

Lo vemos dedicados incansablemente a la actividad mercantil en Santiago de Cuba entre 1860 y 1880.En las Crónicas de Santiago de Cuba y los Libros de viajes aparecen multitud de catalanes en cuyas manos descansa el comercio de la ciudad, los Protocolos Notariales, los Libros de inscripciones de Industria y Comercio y los Registros de Comerciantes corroboran esta presencia activa en la actividad mercantil.

El dinero que adquieren lo aumentan constantemente, haciendo préstamos y a finales del siglo XIX, casas de préstamos notables son de catalanes, ejemplo de ello es la famosa casa de Brauet y Co.

Al revisar la documentación mercantil del Archivo Histórico Municipal encontramos diferencias en cuanto al asentamiento de los establecimientos; así tenemos que los Registro de Comerciantes de 1860 a 1873 contienen datos mínimos del propietario, tales como nombre y apellidos, nacionalidad y tipo de establecimiento.

En los libros de Industria y Comercio de los años 1860, 1862, 1872 al 1873, del 1873 al 1876, de 1878 al 1879, del 1880 al 1881 y por último de 1889 al 1890, aunque no se encuentran de forma consecutivas los años de inscripciones, contienen más información, pues les incluyen  además como datos, la dirección  y la clase en la que estaban ubicados y el impuesto a pagar mensual, trimestral y anual, así como también notas acerca de traspasos, ventas, etc. La información sobre el comercio catalán no es uniforme por los problemas presentados con la documentación y su irregularidad en los años.

“De 1860 al 1862 los impuestos se cobraban anualmente y oscilaban entre 18 y 200 pesos, dependiendo de la clase y el capital invertido.” 5 En el resto de los años trabajados en los Registros de Comerciantes no se consignan los impuestos. “En este año se funda la “Compañía Bacardí”, que comenzó con sus actividades, bajo la razón social de Bacardí y Boutellier, en  calidad de sociedad Comanditaria, con  capital de 3000 pesos, evolucionó poco a poco convirtiéndose ya para 1886 en “Colectiva Regular “con un capital de 10.500 pesos; y debido a su constante progreso ya en 1919 fue  “Compañía Ron Bacardí, S.A.”6 . También se fundan “La Perla’’ de Mussons y primos y “La Princesa” fundada en 1863 por el catalán Ramón Feliú Pujador y que radicaba en Santo Tomás baja, número 4, donde hoy es “El Dragón”, es particularmente interesante haber encontrado recientemente en el piso de una de sus puertas el letrero que registra su nombre original. “El Palo Gordo”, uno de los primeros establecimientos de la ciudad se yergue aún en la calle Santo Tomás.

Entre 1860 y 1865 “los establecimientos catalanes inscritos en el registro de comerciantes eran 171 de 362 inscripciones, cantidad que aumenta en los siguientes años del 1871  al 1876”7 , hay cierta recuperación de la metrópoli que repercute en nuestra ciudad y que permite que 197 establecimientos mercantiles funcionen en ella, de los cuales 136 eran propiedad de sociedades en la que como mínimo hubiera un  miembro catalán. (Ver anexos 1 y 2)
Por ejemplo la ferretería que en este período la dirige y controla la razón social Pablo Vía y Co. situada en Gallo y en Enramadas,  fue fundada por el también catalán José Bori en el año 1840, continua funcionando y en manos catalanas durante el resto del siglo XIX, hasta la década del 60 del siglo XX. Su comportamiento según la documentación de archivo fue el siguiente: 1876 Vía Inglada y Co. ,1882 Inglada, Colome y Co. ,1890 Arturo Inglada y Co. y así hasta 1960.
 La California que si bien  fue fundada por Antonio López, Marqués de Comillas desde 1868 estuvo en manos de catalanes hasta la década del 60 del siglo XX. En 1868 la razón social era Cabanach y Co., en 1870  A. Ferrer y Co., 1873 Bars    Ferrer y  Co, y así hasta 1894.

“De 1873 a 1876, en los comercios de primera clase encontramos almacenes de víveres y ropa, ferreterías importadoras y exportadoras, pagaban un impuesto anual de 60 a 875 pesos, semestral, de 300 a 563 y trimestral, de 15 a 281 pesos. La segunda clase incluía quincallería, locería y mueblería, pagaban de 200 a 550 pesos anuales, semestrales, de 100 a 275 y trimestral, de 50 a150, pesos. En la tercera clase  se encontraban confiterías, panaderías, fábricas de chocolate, sombrerías y pagaban anualmente de 20 a  450 pesos; semestralmente, de 10 a 250  y trimestralmente, de 5 a 125 pesos”8 .

“Los alambiques, licorerías, ebanisterías y tiendas de ropa que integraban la quinta clase pagaban al municipio de 30 a 300 pesos anuales; semestrales de 15 a 150 y de 7 a 75 pesos trimestralmente.”9
“Los incluidos  en la séptima clase, fábricas de vela, tiendas mixtas y bodegas pagaban anualmente  de 8 a 300 pesos; de 10 a 100, semestral y de 5 a 75 pesos trimestral” 10. Por lo que la ciudad ingresaba en sus arcas buena cantidad de dinero del comercio catalán, que seguro era menor que lo que atesoraban ellos para poder regresar a Cataluña. 
En el período de 1878 a 1879 a pesar de la repercusión de la guerra en la actividad económica de la ciudad, los catalanes trataban de abrir tiendas mixtas, puntos fijos de frutas, ventorrillos, tabaquerías, y pulperías para la venta de productos del país, con la salvedad de que  fueran de tercera, cuarta y última categoría. Ya que el impuesto a pagar, dependía de la categoría del negocio, de ahí que los establecimientos que se intentaran abrir fueran de muy baja calidad y    que se necesiten menos capital  para su montaje para pagar menos impuestos.

En este año por ejemplo los comercios inscritos en primera clase (tejidos y almacenes de ropa) pagaban anualmente” de $80.00 a  $125.00 pesos según el capital invertido. Las imprentas $80.00 pesos, los víveres $ 60.00 pesos, licorerías y alambiques $65.00 y $50.00 pesos. En la séptima clase se incluyen bodegas, cererías, sombrererías y el pago de impuesto oscila entre $40.00 y $12.00 pesos. En la octava clase, hojalaterías que abonaban entre $6.00 y $20.00 pesos y la novena clase, puestos fijos de legumbres y frutas pagaban $10.00, $12.00  y $16.00 pesos.” 11 Las cifras son elocuentes al mantenerse en giros mercantiles importantes, como mayoría.

El comercio de tejidos y sederías, mercerías, cordonerías o quincallerías fueron giros preferidos de estos comerciantes pues establecieron relaciones directas con los almacenes e industria  productora de tejidos, encajes, hilos, etc. allá en Cataluña. (Ver anexos 3 y 4)
Cuatro  almacenes de ropa y tejidos de primera clase se inscribieron en los años de referencia y dos eran de catalanes. Como quincallería se inscribe “El Palo Gordo’’   en San Jerónimo, por Magín Bacardí, actualmente podemos ver el letrero de su nombre en el edifico que siempre ocupó.

Cuarenta y dos tiendas de ropas de quinta clase de las cuarenta de seis inscritas, pertenecían a propietarios catalanes, entre ellas se destacan, alambiques y fábricas de licores también tuvieron sociedades catalanas productoras de ron, aguardiente y licores, se inscribieron diez y siete eran de catalanes. Dos de las inscritas llegaron a ser muy importantes en Santiago de Cuba, Bacardí y Co. y Nonell y Co., una de las producciones  de esta última “Los Marinos”, el conocido ron Paticruzado, que ha cruzado el mundo hasta nuestros días representando el ron cubano.

Entre los comercios de la sexta clase inscritos en este período están seis ferreterías y las seis pertenecían a catalanes, ejemplo Castaner y Más,  Llovet y Co. y  Boix y Co. “esta última sociedad catalana acaudalada  y propietarios de varios negocios de la ciudad, mantuvo este establecimiento hasta la década del 60 del siglo XX.”12
La fábrica de velas y confiterías ‘’La  Colmena’’ es de los establecimientos inscritos en la séptima categoría de Misser y Co. pasó al siglo XX con otra dirección al trasladarse a San Agustín alta, números 2 y 4, pero con el mismo giro y su mismo nombre. La peletería Montané, desde su fundación también fue propiedad de catalanes y como otras permaneció hasta el siglo XX en Enramadas baja, número 2. También están las tiendas mixtas y las bodegas, fueron solución en parte de los catalanes para pagar menos impuestos.

Vemos además que a pesar de su preferencia por algunos giros en los que se hacen dominantes (tejidos, ropas y ferreterías) incursionaron en todos, así lo encontramos en la novena clase, puestos fijos de legumbres y frutas donde incursionan en minoría. Muchos comerciantes perduran en todos los años que quedan de siglo XIX y a algunos los vemos en la misma actividad en los primeros años del siglo XX.

Es necesario aclarar que en todo el siglo XIX estos pequeños establecimientos fueron un escalón para que los inmigrantes catalanes ganaran algún dinero que les permitiera incursionar en negocios más productivos. Pues no olvidemos que su interés fundamental era hacerse de una fortuna, para luego regresar a Cataluña.

Conclusiones
El análisis que presentamos, parte de estudiar a los individuos y sus agrupaciones en un contexto específico, circunstancia que nos permitió reflexionar sobre algunas cuestiones. Es importante establecer la definición de los sujetos históricos que pretendemos analizar, así  como también resulta imprescindible para el  oficio de historiador sus particularidades y enmarcar sus acciones en un periodo determinado.

           Citas y notas.
1. Revista Historia y Sociedad. p. 76
2.  España la Savia de Cuba.p.17
         3.  Revista Historia y Sociedad .p. 83.

4. Lilla dels somni.p.89.

5. Padura Leonardo: (s.p).

6. Cuba a Ctalunya. El llegal dels indians.p.20.

7. Maluquer Jordi: Revista Historia y Sociedad .p 100-101.

8. Junqueras, Oriol: Els Catlans.p.57.

9. Rosemanod de Beuvallon . L’ lle de Cuba. p.131. Apud. Maluquer Motes            Jordi Revista Historia y  Sociedad .p.16.

10. La Isla de Cuba. p.35.

11. Op Cit .pp.130-131. Apud. Maluquer  Motes Jordi : Op Cit. p.29 . 
12.  Op Cit.p.130.Apud. Idem.

13. Crónicas de Santiago de Cuba. Tomo III. p.175.

14. Viaje a La Habana .p.112.

15. Pirón Hipólito: La Isla de Cuba .p. 35
16. Tomo III, p.

17. Ortega Rodríguez, Ana: El comercio catalán en la ciudad de Santiago de Cuba (obra inédita).

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Fondo: Bacardí, Legajo 1, Expediente 7.

1 Maluquer, Jordi: Los catalanes... Op. Cit.p. 83.

2   Maluquer, Jordi: Los catalanes en América. La mirada de los contemporáneos. p. 76

3 Junqueras, Oriol: Els Catlans .p. 57.

4 Comerciantes cubanos del siglo XIX. p.46.

5 Sacado de la Matrícula de Industria y Comercio del año 1860 al 1862.

6 Fondo. Compañía Bacardí: Legajo 1, Expediente 7.p.2.

7 Se encuentra en los Registros de Comerciantes de los años 1860 a 1865.

8 Recibo de Industria y Comercio de 1873 a 1876.

9 Recibo de Industria y Comercio de 1873 a 1876.

10 Recibo de Industria y Comercio de 1873 a 1876.

11 Recibo de Industria y Comercio de 1878 a 1879.

12 Trabajo inédito titulado El comercio catalán en la ciudad de Santiago de Cuba, autora Ana Ortega.

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