Contribuciones a la economía
 

Sistema Financiero Argentino:
Un enfoque Histórico
-Desde sus orígenes hasta la crisis de Asia-

Carlos Nahuel Oddone
(Universidad Nacional del Centro
de la Provincia de Buenos Aires)
nahueloddone@speedy.com.ar

Leonardo Granato
(Universidad de Belgrano)

 

Introducción

En los últimos años asistimos a un proceso de reducción del número de entidades financieras en la Argentina. Una tendencia que encuentra sus raíces en el muy elevado número de entidades que comenzó a operar bajo la reforma de la Ley de Entidades Financieras del año 1977, considerando las características potenciales de mediano y largo plazo del mercado financiero argentino.

Sin embargo, mucho pasó en estas dos décadas en el escenario macromonetario en el cual se desarrollan las actividades de administración del sistema de pagos de la sociedad y de intermediación financiera: corridas cambiarias y bancarias, períodos de aislamiento financiero en el contexto de la crisis de la deuda durante la década del 80, oleadas hiperinflacionarias, con su consecuencia de desmonetización, desbancarización y destrucción de la moneda doméstica en el cumplimiento de sus funciones esenciales de unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. Ya en esta década, la recuperación del nivel de monetización, ahora en un contexto de economía cuasi-bimonetaria (peso-dólar), y un fuerte crecimiento del crédito, aún absorbiendo el shock tremendo que representó el drenaje del 20% de los depósitos durante la crisis del tequila, mostraron otra fase en igual dirección hacia la concentración bancaria.

En los últimos ocho años han convivido tres hechos estructurales en el sistema financiero:

1) Una mayor integración de la Argentina con un mundo cuya globalización e interrelación crecía en proporción geométrica, influyendo en el desarrollo de los servicios bancarios y planteando nuevas demandas y exigencias. Los bancos accedieron a formas de financiamiento en el exterior que antes estaban más limitadas por el aislamiento financiero.

2) Un proceso de privatización de la banca pública provincial, así como de cambio en el rol de algunos bancos públicos nacionales.

3) Un crecimiento sostenido de los depósitos, a partir de los muy bajos niveles de 1990, además de la utilización de otros mecanismos de obtención de fondos (obligaciones negociables).

Estos tres hechos, confluyen hacia una mayor concentración bancaria y a una nueva reducción del número de entidades. El fenómeno de la globalización e internacionalización, conlleva un mayor riesgo o vulnerabilidad a los shocks externos. A su vez, la convertibilidad demanda un sistema financiero con un alto nivel de capitalización y liquidez para mitigar el impacto de esos shocks.

Marco legal histórico.

Desde 1810 hasta 1881, la política monetaria y bancaria se desenvolvió bajo el signo de la anarquía, estado propio de la situación política. Pero a partir de 1881, cuando se sancionó la Ley General de Monedas, se dio a lugar a políticas más coherentes. Desde este momento y hasta 1935 se extendió el período en que el sistema de creación de dinero se basó en el “patrón oro”, con balances de divisas siempre positivos, debido a lo cual los medios de pago crecieron a un ritmo parecido al de la producción interna.

Entre 1935 y 1946 tuvo vigencia un sistema caracterizado por la fiscalización del sistema bancario y el control de la moneda. Nació el Banco Central, por medio de la Ley 12.155 [1]. El mismo fue una sociedad de economía mixta y tuvo independencia frente al Poder Ejecutivo; desempeñaba funciones monetarias y financieras (manejó el redescuento y las operaciones de mercado abierto), fue agente financiero del Estado y, también, de la superintendencia del sistema bancario. La tasa nominal de interés era fijada libremente.

En el período comprendido entre 1946 y 1957, el sistema se caracterizó por la nacionalización de los depósitos bancarios y la regulación de casi toda la operativa del sistema financiero, incluida la tasa de interés. El objetivo fue dirigir todo el sistema financiero hacia el apoyo de la industrialización sustitutiva interna y hacia el logro de una alto grado de ocupación. Los instrumentos fundamentales fueron los redescuentos, ya que los bancos recibían los depósitos como meros representantes del Banco Central. El instrumento legal fue el decreto 11.554/46 a través del cual el Banco Central pasó a ser una dependencia del Poder Ejecutivo.

De 1957 a 1968, el sistema se rigió por el decreto Ley 13.127/57, cuya base fue la restitución de los depósitos a los bancos y la recuperación de la autarquía del Banco Central de la República Argentina (BCRA), aunque este se mantuvo en el carácter de banco estatal. Al mismo tiempo que se dispuso la incorporación en el Fondo Monetario Internacional (FMI), la política monetaria se efectivizó a través de redescuentos selectivos y efectivos mínimos, y la tasa de interés nominal continuó controlada.

El 15 de enero de 1969, se dicta la Ley 18.061, la cual rigió en el período comprendido entre 1969 y 1977. Esta ley fue la primera que especializó el sistema, incluyendo nuevas entidades, como los bancos de inversión, y poniendo todo el sistema financiero bajo el control del Banco Central. La tasas de interés nominales continuaron controladas y en 1973 se produjo una pequeña transformación, de corta duración, que renacionalizó los depósitos bancarios.

El período posterior se extendió desde 1977 hasta mediados 1994 y se rigió por la Ley 21.526 [2]. Las características esenciales de este período fueron el reemplazo del principio de “especialización“ por el de “universalidad” para los bancos comerciales y una mayor libertad en cuanto a la fijación de la tasa de interés y las operaciones a realizar. Se instauró el sistema de la “cuenta de regulación monetaria”, que estableció cargo y compensaciones entre el Banco Central y las entidades financieras. El sistema entró en crisis entre 1981 y 1982, debido a su crecimiento extraordinario en medio de un país en retroceso. En el ’93 se sancionó un nuevo sistema legal para las entidades financieras, que preveía una mayor independencia para el Banco Central con respecto a la Tesorería General de la Nación y con respecto al manejo de la actividad financiera privada.

A fines de 1994 comienza un período signado por las repercusiones locales de las crisis extranjeras.

Las Crisis Financieras

Las finanzas han estado en el centro de las crisis económicas de alcance internacional. La dimensión financiera jugó el papel central en la crisis de la deuda latinoamericana en los años 80’s. Y también en esta década, en la crisis cambiaria de México, en la recesión Argentina de 1995, y fue decisiva en la crisis asiática.

Un factor común en las crisis recientes es la significativa volatilidad del segmento más rápidamente creciente de los mercados financieros internacionales: los fondos de corto plazo y especulativos. Los antecedentes disponibles indican que en un día se movilizan más recursos en los mercados cambiarios que toda la inversión extranjera directa de un año.

Las causas de la creciente volatilidad tienen que ver, en parte, con las insuficiencias en la coordinación macroeconómica entre las naciones más influyentes en los mercados mundiales, y con las limitaciones de la institucionalidad internacional. Estas insuficiencias no son compatibles con un proceso de globalización balanceado y eficiente. Se está gastando más energía en resolver las crisis antes que en evitarlas.

Las crisis más recientes han hecho evidentes dos aspectos negativos: las enormes imperfecciones del mercado internacional de capitales y la gran vulnerabilidad de las economías en desarrollo a los choques. Ambos aspectos han influido en la actual recesión por la que atraviesa la Argentina.

La crisis mexicana (El efecto tequila)

Durante 1994, la fuerte suba de las tasas de interés en los Estados Unidos causó un retraimiento del flujo de fondos hacia los mercados emergentes, entre ellos Argentina, provocando caídas en los precios de los activos financieros, tanto en los títulos privados como en los públicos. La perspectiva para 1995 era la de una continuación de esta realidad, con menores recursos financieros externos y la consiguiente necesidad de seguir incrementando el ahorro interno.

No obstante, el 20 de diciembre de 1994 el gobierno de México elevó el borde superior de la banda cambiaria, lo que fue seguido a los pocos días por una liberación del tipo de cambio y una importante devaluación del peso mexicano. Estas medidas respondieron a la creciente pérdida de reservas internacionales del Banco Central de México y a crecientes dificultades para el refinanciamiento de su cuantiosa deuda pública de corto plazo.

El primer efecto de la devaluación mexicana produjo una generalizada desconfianza en la economía mexicana, que rápidamente se extendió a la gran mayoría de los mercados emergentes, por lo que los bancos internacionales cortaron el flujo de nuevos prestamos; lo que, a su ves, implicó un fuerte retiro de depósitos y una contracción en los pasivos monetarios. Esta huida de los depósitos trajo aparejado problemas de liquidez que fragmentaron al sistema financiero y, en casos puntuales, generaron problemas de solvencia.

El sistema financiero argentino sintió inicialmente los efectos a través de retiros de depositantes del exterior en entidades mayoristas. Bancos y empresas de primera línea se vieron impedidos de renovar fuentes de crédito externo. La crisis de liquidez afectó particularmente a entidades mayoristas. Esto produjo, a su vez, una generalizada desconfianza por parte de muchos depositantes locales sobre la solidez de las entidades, llevándolos a retirar sus depósitos y agudizar el problema. El crédito doméstico se hizo escaso para las empresas más pequeñas pues fueron desplazadas por empresas más grandes que no pudieron continuar financiándose directamente en el exterior o indirectamente a través de bancos mayoristas.

El gobierno argentino reaccionó intentando evitar la expansión de los problemas de algunas entidades al resto del sistema financiero y a la economía real. La situación de iliquidez fue atacada con reducción de encajes y, posteriormente, con la organización de una red de asistencia para problemas de iliquidez. Las dudas en torno a una posible devaluación fueron contrarrestadas reafirmando la convicción de no devaluar del gobierno y tomando una serie de medidas que facilitaron una mayor dolarización de la economía a fin de restablecer la credibilidad.

Sin embargo, el retiro de fondos del sistema se hizo creciente, lo que llevó al gobierno a un replanteo del programa económico para 1995 con un nuevo esquema de financiamiento, un aumento en las metas de superávit fiscal y la creación de dos fondos fiduciarios para atender específicamente a los problemas de solvencia del sistema financiero. Este nuevo programa se enmarcó en una extensión del acuerdo de facilidades extendidas con el F.M.I. por un año.

Como consecuencia, algunos bancos provinciales, cooperativos y mayoristas recibieron el impacto de la pérdida de depósitos con extrema intensidad. Por otro lado, otros bancos vieron crecer sus depósitos, en un contexto de marcada incertidumbre sobre la futura evolución de las entidades con problemas de liquidez. Pero, según diversos analistas, ningún banco desapareció por falta de liquidez, sino por fallas en su estructura patrimonial (crisis de solvencia).

Esta situación debilitó el funcionamiento de los mecanismos de redistribución de liquidez al interior del sistema e hizo necesario que las autoridades intervinieran para asegurar la estabilidad del mismo. Estas intervenciones se orientaron a partir de ciertos criterios básicos. En primer lugar, afirmar la vigencia de la convertibilidad. Segundo, eliminar del sistema financiero el efecto de la crisis fiscal de ciertas provincias, que se financiaban desde algunos bancos provinciales. Por último, tratar de incentivar que las propias entidades financieras privadas se encargaran de las entidades más débiles a través de adquisiciones, fusiones y absorciones.

La recuperación del sistema financiero luego de la crisis mexicana

La crisis financiera precipitada por la devaluación mexicana tuvo un fuerte impacto en la economía argentina. Sin embargo, la autoridad monetaria reaccionó inicialmente inyectando liquidez en el sistema a través de la reducción de encajes, que se habían mantenido elevados para atender precisamente situaciones de este tipo. Se crearon redes de asistencia de liquidez y se otorgaron pases y redescuentos a las entidades. Asimismo, se crearon dos fondos fiduciarios: uno para facilitar la privatización de la banca provincial y otro para reestructurar la banca privada. Se puso en marcha también un seguro de depósitos financiado por los bancos. Para restaurar la confianza global en la economía se reelaboraron las metas fiscales en el marco de la ampliación del acuerdo de facilidades extendidas con el F.M.I. Esto permitió al país acceder al financiamiento necesario para compensar la salida de capitales que se estaba manifestando.

La intervención de las autoridades económicas permitió rápidamente restaurar la confianza en la viabilidad del plan económico. En el sistema financiero comenzó un proceso de reestructuración y se recuperaron parcialmente los depósitos.

El crédito otorgado por el sistema financiero no se vió tan afectado inicialmente por la crisis mexicana debido a las políticas adoptadas por el Banco Central. No obstante, no se recompuso al ritmo del aumento de los depósitos. En esto último incidió tanto la política de recomposición de la liquidez adoptada por el Banco Central, como la prudencia exhibida por las entidades ante las dificultades que se observaban en la cadena de pagos.

La recomposición de la liquidez no fue homogénea entre las entidades, acentuando la tendencia observada en la pérdida de depósitos. La caída de depósitos afectó de manera muy diferente a las distintas entidades, ya que mientras algunas de ellas vieron reducidos sustancialmente sus depósitos, otras tuvieron reducciones muy pequeñas o nulas y en algún caso aumentaron sus niveles de depósitos. Esta disparidad también se verificó con el proceso de recuperación de los mismos, como puede verse en la próxima sección.

Las tasas pasivas de interés, luego de las fuertes subas registradas al compás de la crisis financiera, descendieron a niveles similares a los prevalecientes al momento de la devaluación mexicana. El diferencial entre las tasas pasivas en pesos y dólares que se había incrementado por los supuestos riesgos de devaluación, comenzó a disminuir alentado por la recuperación de los depósitos en pesos, recuperación que precedió a los nominados en moneda extranjera.

A pesar de que se registró un proceso de concentración a través de compras y fusiones, que resultó en un número menor de entidades, con mayor participación de la banca privada y extranjera, luego del efecto “tequila”, el sistema financiero Argentino salió fortalecido. De esta forma se aceleró un proceso de depuración de capitales largamente postergada en el sector bancario, y lo puso a tono con lo que se venia desarrollando en la economía nacional.

Pero éste había sido apenas el comienzo de los grandes cambios en el sistema financiero argentino. La segunda parte de esta concentración prosiguió a lo largo de 1997, pero en un contexto distinto y a través de un mecanismo de centralización de capitales. En lugar de operarse en medio de una fuga o un retroceso de los depósitos del sistema, este capítulo de la transformación se dio en un período de crecimiento de las imposiciones del orden del 30 por ciento. Y en lugar de avanzar como una derivación de quiebras o suspensiones de entidades, avanzó en la forma de la absorción de los grandes bancos privados nacionales por parte de la banca extranjera.

La crisis asiática (El efecto arroz).

En los primeros ocho meses de 1997 continuó la evolución favorable de los agregados monetarios que había comenzado a fines del tequila. Se produjeron importantes aumentos en depósitos, préstamos y reservas internacionales, y una sostenida reducción en las tasas de interés internas. Con respecto a los depósitos prosiguió el cambio en la composición de los mismos por tipo de moneda, aumentando la participación relativa de los denominados en pesos.

Pero, en octubre, comenzó lo que se denominó “crisis asiática”, hecho cuyo inicio coincidió con la decisión de Tailandia de permitir la flotación del bath, lo que inmediatamente hizo surgir dudas sobre la viabilidad de los regímenes cambiarios en los países vecinos. Las presiones sobre los mercados cambiarios de estos países hicieron que la crisis se extendiera rápidamente al resto de los países del sudeste asiático con posiciones externas vulnerables, que respondieron devaluando su moneda (Filipinas, Malasia, Indonesia).

A medida que la crisis del sudeste asiático se profundizaba, en un contexto donde la competitividad de las exportaciones es un factor clave, se puso en tela de juicio la solidez de los sistemas financieros de la región (Singapur, Taiwan, Hong Kong y Corea). Hasta ese momento la crisis sólo había afectado a los países de la región.

La internacionalización de la crisis comenzó el 17 de octubre cuando Taiwan dejó de intervenir en el mercado cambiario y que se depreciara su moneda; se profundizó el 23 cuando se produjo la caída de la bolsa de Hong Kong y 4 días más tarde (el 27 de octubre) cayó el índice Dow Jones, extendiéndose la crisis al resto del mundo. Por su parte, las bolsas latinoamericanas cerraron con pérdidas. Esto fue seguido de un crash bancario en Japón (producto del cierre de dos importantes instituciones financieras el 17 y 24 de noviembre) y de la devaluación de Corea en los primeros días de diciembre.

Es a partir de la extensión de la crisis al resto del mundo que nuestro país comenzó a verse afectado. Debe tenerse presente que Hong Kong guarda un esquema cambiario similar al argentino, por lo que el ataque contra la moneda del primero hizo que algunos operadores internacionales dudaran de la solidez del segundo.

Si bien esta crisis es de carácter mundial y afectó a la Argentina, nuestro país se encontraba en una posición muy fuerte debido a que su sistema financiero había sido reestructurado con posterioridad a la crisis mexicana, su deuda presentaba un cómodo perfil de vencimiento y no había problemas en el frente fiscal.

El Banco Central actuó de manera preventiva para asegurar el buen funcionamiento del sistema financiero, y de esta manera evitar problemas de liquidez. No fueron necesarias medidas importantes, ya que las implementadas en 1995 fueron suficientes para asegurar la solidez del sistema. Dispuso medidas sobre las hipotecas mediante las cuales las entidades pueden aumentar las exigencias de capital cuando el aumento de precios de los inmuebles pueda ir en detrimento de las garantías que las hipotecas brindan para la recuperación de los préstamos. El Banco Central también permitió a las entidades utilizar nuevos instrumentos para constituir los requisitos de liquidez mediante cartas de créditos "stand by" emitidas por entidades de alta calificación internacional. Además, con el objeto de proveer mayor liquidez al sistema se dispuso la ampliación de la línea de pases.

La fortaleza del sistema financiero argentino y la buena performance de los "fundamentals" permitieron la absorción de la crisis sin que surgieran problemas de confianza que implicaran una drástica huida de capitales.

Luego de esta segunda crisis financiera internacional quedó demostrado que la fortaleza del sistema financiero y la consistencia de las políticas implementadas son factores clave para absorber estos shocks internacionales.

Estructura del sector financiero argentino.

El sistema financiero argentino está compuesto por los siguientes tipos de entidades:

A su vez, las entidades, según las características de sus accionistas y órganos de decisión, pueden ser:

• Públicas (nacionales, provinciales, municipales).
• Privadas de capital nacional.
• Privadas de capital extranjero.

En 1993, la cantidad de entidades, según tipo y carácter jurídico, era:

 

Tipo

Público

Privadas
capital nacional.

Privadas
capital extranjero.

Total

Bancos Comerciales

29

100

30

159

Bancos de inversión

1

 

1

2

Bancos Hipotecarios

1

 

 

1

Compañías Financieras

 

22

 

22

Sociedad de ahorro y préstamo para la vivienda

 

1

 

1

Cajas de Crédito

 

17

 

17

Total

31

140

31

202

 

Evolución de la estructura del sistema financiero

Las profundas transformaciones introducidas en el sistema financiero argentino desde el inicio de la Convertibilidad lograron mejoras sustanciales en la eficiencia de las entidades y fortalecieron su liquidez y solvencia. Este proceso implicó una reestructuración del sistema financiero que se tradujo en privatizaciones de bancos públicos, fusiones y absorciones. De esta forma, a marzo de 1999 el número de entidades financieras alcanzaba un total de 122, comparado con 205 en 1994.

Es así como la estructura fue evolucionando desde la primera tabla, para llegar a quedar conformada de la siguiente manera entre diciembre de 1997 y junio de 1999:

  

 

Dic- 97

Dic – 98

Abr – 99

May – 99

Jun – 99

Cantidad de entidades financieras.

139

127

121

121

120

Bancos

114

104

99

99

99

Bancos Públicos Nacionales

2

2

2

2

2

Bancos Públicos Provinciales Municipales

17

13

12

12

12

Bancos Privados

95

89

85

85

85

Bancos Privados SA de Capital Nacional

48

46

44

44

44

Bancos Privados Cooperativos

5

3

3

3

3

Bancos Locales de Capital Extranjero

26

23

21

21

21

Bancos Sucursales Entidades Financieras del Exterior

16

17

17

17

17

Entidades no Bancarias

25

23

22

22

22

Compañías financieras

17

15

14

14

14

Compañías Financieras de Capital Nacional

13

11

10

10

10

Compañías Financieras de Capital Extranjero

4

4

4

4

4

Cajas de Crédito

8

8

8

8

8

 

Naturaleza del cambio en la estructura

La evolución de la estructura del sistema financiero estuvo fuertemente condicionada por la creciente competencia en un contexto de mayor concentración y, a la vez, especialización de los bancos. La eliminación de las barreras al ingreso de nuevas firmas, tanto nacionales como extranjeras, llevó a una creciente competencia en el mercado bancario. Este proceso implicó que algunas entidades debieran retirarse del mercado al no contar con un gerenciamiento acorde a las nuevas modalidades. El Banco Central de la República Argentina decidió no intervenir en el normal desarrollo del mercado tratando de evitar por diversos medios el cierre de entidades. En cambio, sí puso su atención en establecer un marco normativo prudencial de forma de minimizar los costos que para los inversores y pequeños ahorristas podría implicar la reestructuración del sistema.

En este sentido, medidas adoptadas por esta Institución –como el régimen vigente de garantía de depósitos, los programas tendientes a reducir el riesgo de iliquidez sistémica, la divulgación de la información sobre la calificación de entidades y el establecimiento de requisitos de capital para las entidades financieras con el fin de garantizar el cumplimiento de sus obligaciones y considerar los riesgos asumidos en su operatoria– le otorgan mayor seguridad a los depositantes y al sistema en su conjunto.

Por otra parte, la mayor competencia en el mercado ha brindado beneficios para el cliente de los servicios bancarios en términos de estándares más altos de calidad y menores costos. Asimismo, el sistema financiero ha mostrado una clara tendencia hacia la concentración. Este proceso es causa del desenvolvimiento natural de las fuerzas del mercado y no de las normas prudenciales del Banco Central de la República Argentina. La concentración bancaria no significa que en el sistema financiero permanezcan en actividad sólo unas pocas entidades, en un ambiente de baja competencia, que implique una pérdida de calidad en los servicios bancarios y genere dificultades de acceso al crédito para determinados sectores de la sociedad. Por el contrario, experiencias observadas en otros países demuestran que pueden coexistir entidades grandes que concentren los activos y depósitos del sistema, con entidades pequeñas que se dediquen a un aspecto particular del negocio bancario para el que presenten ventajas comparativas. Así, el Banco Central de la República Argentina a través de diversas normas ha tratado de facilitar el proceso de especialización bancaria.

La existencia de entidades que presentan claras ventajas en la originación de créditos –fundamentalmente, por su conocimiento acerca de sus clientes lo que los lleva a poder evaluar mejor el riesgo crediticio–, pero que a su vez, ven restringido su acceso al capital, podrán encontrar en la estandarización de los préstamos hipotecarios para vivienda y de las prendas en primer grado sobre automotores nuevos un instrumento que puede ser demandado en el mercado. De este modo, podrán hacerse de liquidez a un costo potencialmente inferior que el de la deuda que deberían emitir si quisieran fondear los préstamos con recursos propios. La securitización de activos representará una alternativa de inversión atractiva para un mercado de capitales local que se ha desarrollado fuertemente en los últimos años.

Fusiones, adquisiciones y privatización de bancos provinciales

Las transformaciones estructurales en el sistema financiero se vieron reflejadas en un continuo proceso de fusiones, absorciones y adquisiciones de paquetes accionarios de entidades locales. Es así que, en general, bancos de primera línea decidieron absorber entidades más pequeñas y de esta manera expandir las posibilidades de su negocio.

Después de la crisis del “Tequila”, con la profundización de las normas prudenciales, el sistema financiero argentino consolidó su potencial de crecimiento y rentabilidad, actuando en un marco de reglas claras que le otorgan confianza a los inversores y ahorristas. De esta forma, se observó a partir de ese momento un ingreso importante de entidades de origen extranjero que adquirieron, parcial o totalmente, el paquete accionario de entidades de capital local.

Cabe señalar que el ingreso de entidades de capital extranjero de primera línea presenta ventajas para el sistema financiero en su conjunto en términos de un mayor acceso a liquidez internacional y una menor exposición al riesgo que presentan estas entidades. En general, la compra de entidades en dificultades por entidades más sólidas ha contribuido ha reducir la pérdida de recursos del sistema al preservar el valor de los activos y los intangibles de las entidades absorbidas a la vez que logran evitar los efectos disruptivos sobre la confianza en el sistema por la liquidación de una entidad.


NOTAS

[1] En esta ley, se estipulan el mecanismo de creación y el objeto; como será su capital y se suscribirán las acciones; como se conformará el directorio; etc.

[2] Esta ley deroga la 18061 del ´69

[3] Pueden realizar todas las operaciones activas, pasivas y de servicios que no les estén expresamente prohibidas.

[4] Están especializados en operaciones a mediano y a largo plazo para aumentar la capacidad productiva.

[5] Están especializados en operaciones a mediano y a largo plazo para aumentar la producción de propiedades inmuebles.

[6] Especializadas en operaciones financieras a plazos.

[7] Cuyo objetivo es otorgar prestamos con ahorro previo para adquirir viviendas.

[8] Otorgan prestamos para pequeñas y medianas empresas.

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