Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360

 

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS

 

Antonio M. Ruiz Cruz
marino@uclv.edu.cu
Diana J. Molina Tarasiouk
Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba
larisa@uclv.edu.cu 

 

Resumen: En este trabajo se analiza el desarrollo histórico de los regímenes cambiarios desde su surgimiento hasta la actualidad. Evidenciando finalmente que a pesar de ser un instrumento macroeconómico de gran importancia para el crecimiento económico de un país aún en la actualidad es muy difícil llegar a un consenso sobre cual régimen cambiario debe imperar.

Summary: In this work the historical development of the exchange regimens is analyzed from its emergence until the present time. Evidencing finally that in spite of being even at the present time a macroeconomic instrument of great importance for the economic growth of a country it is very difficult to arrive to a consent on which exchange régime should reign.

Palabras clave: regímenes cambiarios, Bretton Woods
 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ruiz Cruz y Molina Tarasiouk: "Evolución histórica de los regímenes cambiarios" en Contribuciones a la Economía, julio 2009 en http://www.eumed.net/ce/2009a/



Introducción

El que históricamente se considera el primer régimen cambiario, denominado como Patrón Oro surgió a finales del siglo XVIII en Inglaterra y fue utilizado hasta los inicios de 1914. El mismo se caracterizó por el libre movimiento del oro entre los países, se acuñaban monedas de oro, de plata, de cobre y de otros metales libremente, así como también, papel moneda por oro. Todas las monedas se definían con relación a un patrón natural, el oro, que poseía un valor intrínseco, todas las monedas eran definidas por su peso en oro y eran convertibles en ese metal precioso universal. Bajo el patrón oro, cada país fija el precio de su moneda en términos de oro, estando preparado para intercambiar oro por su moneda interna, siempre que fuera necesario defender la cotización oficial. Ya que hay N monedas y N precios del oro en términos de dichas monedas, ningún país ocupa una posición privilegiada dentro del sistema. Cada país es el responsable de mantener el valor de su moneda en términos de activos en oro, que forman sus reservas exteriores.

En aquellos tiempos Londres se convierte naturalmente en el centro del Sistema Monetario Internacional, debido a la supremacía de Gran Bretaña en el comercio internacional y al desarrollo de sus instituciones financieras.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los países abandonaron el patrón oro. Los pagos internacionales requirieron del uso directo de la mercancía-dinero y los países financiaron gran parte de sus enormes gastos militares imprimiendo dinero, los cual trajo consigo el brote de procesos hiperinflacionarios.

Si antes de la guerra la divisa que monopolizaba la mayor parte de los ajustes internacionales era la libra esterlina (moneda nacional de Gran Bretaña), al terminar la misma ésta fue desplazada de algunas regiones y esferas por el dólar estadounidense (por ejemplo, el petróleo y las pieles se comenzaron a cotizar en esta moneda en el mercado mundial).

En 1922 se efectuó una conferencia en Génova, Italia, donde un grupo de países, que incluía Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón acordaron la vuelta al patrón oro y a la cooperación entre Bancos Centrales para alcanzar los objetivos internos y externos. Después de saber que la oferta del oro podía ser inadecuada para satisfacer las necesidades de las reservas internacionales, la conferencia de Génova propuso un patrón de cambio oro parcial, en el que los países más pequeños pudieran mantener como reservas las monedas de los países grandes cuyas reservas internacionales consistirían únicamente en oro. En la práctica este papel lo jugaron las monedas de Estados Unidos y Gran Bretaña.

1. Surgimiento y caída del sistema de Bretton Woods

El comienzo de la Gran Depresión en 1929 fue acompañado de bancarrotas bancarias en todo el mundo. Gran Bretaña se vio obligada a abandonar el oro en 1931 cuando los tenedores internacionales de libras (incluyendo varios bancos centrales) perdieron la confianza en el compromiso de mantener el valor de la moneda y comenzaron a convertir sus depósitos de libras en oro.

Durante la depresión muchos países renunciaron a sus compromisos del patrón oro y permitieron que sus monedas flotaran en los mercados de divisas. Los EEUU abandonaron el patrón oro en 1933 pero volvieron a él en 1934, después de bajar el precio del dólar en oro desde 20.67 dólares a 35 dólares la onza. Otros países volvieron también a una cierta forma de patrón oro tras una reevaluación. Estas «devaluaciones competitivas» fueron emprendidas por los países con la esperanza de conservar el oro y cambiar la demanda mundial hacia sus productos. Sin embargo estas se anularon en gran parte unas a otras, y únicamente contribuyeron a olvidar los problemas de desempleo, en la medida en que los mayores precios monetarios del oro estimularon la oferta monetaria mundial.

En julio de 1944, los representantes de 44 países se reunieron en Bretton Woods, una localidad de New Hampshire Estados Unidos. Los estadistas de los países aliados a pesar de la guerra, recordaban los desastrosos acontecimientos económicos del pasado período entre guerras y se propusieron diseñar un SMI que permitiera a los países alcanzar le equilibrio interno y externo sin restringir el comercio internacional.

El sistema creado en Bretón Woods estableció un régimen de tipo de cambio fijo en relación al dólar estadounidense y un precio invariable del dólar en oro (35 dólares la onza). Los países miembros mantenían sus reservas principalmente en forma de oro o dólares, y podían vender sus dólares a la Reserva Federal a cambio de oro al precio fijado.

El dólar se constituyó la moneda enésima en términos de la cual se definían los tipos de cambio de las restantes N-1 monedas. Los Estados Unidos eran los responsables en teoría, de mantener fijo el precio del dólar frente al oro, utilizando para ello sus reservas del precioso metal

Desde los finales de la Segunda Guerra Mundial hasta 1973 el dólar fue la divisa reserva más importante, y casi todos los países fijaron el tipo de cambio de su moneda respeto a ella. Con este paso los Bancos Centrales intercambiaban su moneda interna por activos en dólares en el mercado de divisas. La necesidad de intervenir frecuentemente significaba que cada banco debía tener unas reservas de dólares suficientes para compensar cualquier exceso de oferta de su moneda que se produjese. Los Bancos Centrales mantenían, por tanto, una importante fracción de sus reservas exteriores en formas de Bonos del Tesoro estadounidense y en depósitos a corto plazo en dólares, los cuales eran remunerados con intereses y podrían ser convertidos en efectivo con un costo relativamente reducido. Con este sistema aun cuando cada banco central vincula el tipo de cambio de su moneda sola al dólar, las fuerzas del mercado mantiene constante los otros tipos de cambios denominados tipos de cambios cruzados, de acuerdo con su valor con respecto al dólar.

Este sistema se conoce como el de Divisa Patrón o Divisa Reserva. También se ha definido como de Patrón de Cambio Oro (Krugman, 1996).

Los acontecimientos económicos y financieros que tuvieron lugar en la economía mundial durante los 60 demostraron lo endeble de las bases que sustentaban el SMI diseñado en Bretton Woods. La singular paradoja de que si un país quiere hacer uso del sistema cambiando sus tenencias de dólares en oro, lo ponen en peligro y lesiona la liquidez internacional. Esto se materializó en 1965 cuando Francia decidió convertir parte de sus tenencias de dólares en oro, todo lo cual demostró la creciente desconfianza en la moneda centro del SMI.

El método de financiamiento mas usado por el gobierno norteamericano fue la emisión de nuevos billetes a través del Plan Marshall donde se inyectó a la economía mundial cerca de 20 mil millones de dólares y era evidente que esa cantidad era desorbitante y que la economía norteamericana no podía respaldar tal cantidad y mucho menos su convertibilidad en oro, ya que la producción del metal apenas crecía (Krugman, 1996).

El sistema diseñado en Bretton Woods creaba una grave disyuntiva entre liquidez y confianza, ya que era necesario garantizar nivel de liquidez internacional capaz de responder al crecimiento de la economía mundial mientras que al mismo tiempo la confianza en el dólar norteamericano si iba deteriorando producto de su sobreoferta, es decir, el propio sistema engendró la causa de su crisis al depender íntegramente de la moneda y la economía norteamericana.

El año 1960 marca el final del período de la escasez de dólares y el inicio de uno dominado por el temor a que los Estados Unidos devaluaran el dólar con respecto al oro.

El presidente Richard M. Nixon forzó la decisión el 15 de agosto de 1971 al anunciar que Estados Unidos no seguiría vendiendo de forma automática oro a los Bancos Centrales por mas tiempo e imponiendo un impuesto del 10 por 100 sobre todas las importaciones a los Estados Unidos que se mantendría hasta que los socios comerciales se pusieran de acuerdo en revaluar sus monedas con respecto al dólar.

En diciembre de 1971 se adoptó un acuerdo internacional sobre el realineamiento de los tipos de cambio. En promedio, el dólar fue devaluado alrededor de un 8 por 100 frente a otras monedas y fue suprimido el impuesto del 10 por 100 anteriormente mencionado.

A principios de febrero de 1973 comenzó otro ataque especulativo a gran escala contra el dólar y el mercado de divisa fue cerrado. El 12 de febrero se anunció una nueva devaluación del dólar de un 10 por 100, pero la especulación contra la divisa estadounidense se reanudó tan pronto se produjo la reapertura del mercado de divisas. El primero de marzo, después de la compra de 3,6 miles de millones de dólares por parte de los Bancos Centrales europeos para evitar la apreciación de sus monedas, el mercado de divisas cerró nuevamente (Krugman, 1996).

Cuando este se reabrió el 19 de marzo, las monedas de Japón y de la mayoría de los países europeos flotaban respecto al dólar. Esto marcó el final del sistema de Bretton Woods y el principio de un turbulento periodo en las relaciones financieras internacionales (Krugman, 1996).

2. Período posterior a Bretton Woods

Actualmente, en la práctica coexisten diferentes regímenes cambiarios:

1. Moneda nacional pegada a otra moneda considerada fuerte.

2. Moneda nacional pegada a una canasta de monedas de los socios comerciales más importantes.

3. Flexibilidad limitada contra una sola moneda.

4. Flotación conjunta.

5. Flotación dentro de bandas ajustables de acuerdo con un conjunto de indicadores.

6. Flotación Administrada

7. Flotación Libre

La tendencia de este período hacia una mayor flexibilidad en el régimen cambiario (el continuo incremento de flotaciones en las décadas de los ochenta y noventa) se ha relacionado con una creciente globalización financiera (Obstfeld y Taylor, 2002).

El tipo de cambio como anclaje nominal inspiró durante las décadas de los setenta y ochenta (particularmente en América Latina) diversos tipos de bandas cambiarias, “tablitas” y tipos fijos blandos que explotaron la extensa indexación al dólar como modo de combatir las expectativas inflacionarias retrógradas –la mayor parte de las cuales no consiguió generar una disciplina fiscal y monetaria, y llevó a frecuentes realineamientos o a súbitos colapsos.

Parcialmente como respuesta a este decepcionante resultado y al éxito circunstancial de la caja de conversión argentina en la prevención del contagio de la crisis de 1995 en México, el final de la década de los noventa fue testigo del auge de los tipos fijos duros como una alternativa plausible a la flotación. Este entusiasmo se basaba esencialmente en el hecho de que los límites de jure sobre la acuñación de dinero dejarían a los inversores privados racionales como la única fuente de financiación del gobierno, y asegurarían así la sostenibilidad fiscal [1].

No es en absoluto sorprendente, pues, que los años posteriores a la debacle argentina fuesen testigos de la creciente popularidad de un nuevo “paradigma” FIT (objetivos: flotación y control de la inflación) que hacía hincapié en las recompensas aportadas por la flexibilidad en los tipos de cambio y por la política del control de la inflación como sustituto del anclaje nominal. Así, por lo menos a primera vista, la elección de un régimen cambiario entre los países en desarrollo parece haber estado determinada por una continua experimentación y por una más que discutible inclinación por la última moda teórica.

Conclusiones

La discusión acerca de cual régimen de tipos de cambio es el mas ventajoso continúa siendo un problema actual y los defensores de uno u otro régimen hablan indistintamente de sus ventajas o desventajas en correspondencia con el que defienden.

Ningún régimen cambiario funciona adecuadamente si no esta acompañado por unas políticas fiscal y monetaria responsables y prudentes. Vale mencionar que para un país que desarrolla políticas fiscal y monetaria responsables y prudentes, los resultados económicos son positivos independientemente del régimen cambiario.

En una economía abierta la política cambiaria está en el centro de la política macroeconómica. Su conducción depende de las prioridades acerca de variables tales como la inflación, el desempleo, las tasas de interés, la balanza comercial o el crecimiento económico.

Referencias bibliográficas

[1] Como se ha dicho, los partidarios de los tipos fijos duros también están a favor de la dolarización oficial como mecanismo alternativo. El Salvador es el único producto de las iniciativas de dolarización de jure que florecieron durante estos años. El debate sobre la dolarización de jure se estudia en Levy Yeyati y Sturzenegger (2003).

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

1. Arcanjo, Jorge.(2001). “El Sistema Monetario Internacional: propuesta de cambios” Tesis en opción al Título de Lic. en Economía

2. Krugman, Paul R-Obstfeld, M (1995). Economía Internacional.Teoría y Política, Capítulo 20, McGraw-Hill.

3. Levy Yeyati E. (2007). Regímenes cambiarios en el período 2000-2005: una perspectiva Latinoamericana, Capí tulo XIV.

4. Marx, Carlos. (1973)”El Capital” Tomo I, Cap. III, Pág. 106, Edit. de Ciencias Sociales, la Habana


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