Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360

 

COOPERACIÓN NO COMO UTOPÍA SINO COMO UNA CONDICIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PROYECTO SOCIAL

 

Ariagnis Camellón Pérez
Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas, Cuba
ariagnis@uclv.edu.cu
 

El proceso de cooperación tiene su génesis en el primer modo de producción históricamente existente, donde las condiciones de subsistencia imponían el despliegue de una actividad conjunta en términos de colectividad, en los que todos debían participar como condición de su supervivencia.

El objetivo de este trabajo investigativo, se basa en construir las bases teóricas de la concepción de cooperación comunitaria, no la ideal, sino la posible y viable para lograr un desarrollo comunitario articulado con el proyecto social cubano, como reclamo del nivel de desarrollo alcanzado por nuestro país.

En todo este proceso, para hacer un poco de historia, se produce una fragmentación de la cooperación, en lo que Marx hace una distinción en el proceso de trabajo, que es la forma imperante en los comienzos de la civilización, es decir la propiedad colectiva sobre los medios de producción(los pueblos de cazadores ), distinguiendo esta cooperación de la cooperación capitalista impuesta por la división del trabajo como manifestación práctica de la opresión.

 

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Camellón Pérez, A.: "Cooperación no como utopía sino como una condición en la construcción del proyecto social" en Contribuciones a la Economía, octubre 2009 en http://www.eumed.net/ce/2009b/


Los gremios en sus inicios promueven la cooperación a partir de la división social de trabajo para confeccionar objetos artesanales, a medida que va creciendo y desarrollándose el propio sistema capitalista estos gremios ya no tienen como premisa lograr reunir la colectividad, sino que aquí encontramos la génesis de lo que hoy conocemos como corporaciones.

Lo que produce segregación, disenso, conflictos y luchas sociales impiden por un lado, a un nivel social, lograr una real cooperación e integración, tal y como se caracterizó en la sociedad primitiva. Esto no significa que la cooperación desde la propiedad colectiva desaparezca totalmente de la sociedad sino que el nivel de desarrollo es menor, prevaleciendo sobretodo en aquellos espacios o segmentos donde prevalece la solidaridad por semejanza y las relaciones vecinales son más fuertes(mencionada por la sociología clásica) por lo que la cooperación vista desde ese sentido tiende a segmentar la sociedad, pero cómo prevalecer en un mundo donde la explotación, la competencia, la opresión toman mayor auge como procesos ineludibles de la sociedad y del propio desarrollo del sistema capitalista, por tanto las relaciones sociales que se desarrollan niegan todo sesgo de cooperación, integración, participación, emancipación y realización personal.

La cooperación dentro de la Comunidad Primitiva no impone competencia, no ve al otro como rival, sino como compañero, solo en el propio desarrollo de la sociedad capitalista tiene la génesis esta tesis donde el modo de vida, el pensamiento impone otra situación y perspectiva, donde el otro aquí sí siempre está en posición de adversario, como elemento de competencia constante y constituye expresión de su ruptura en condiciones de heterogeneidad social donde la afirmación de cada parte pasa por la negación de la otra, ésta cooperación capitalista no conduce a la emancipación y por tanto niega los objetivos de esta investigación.

Aproximadamente a principios del siglo XVIII, se evidencian trabajos mejores pensados y sometidos a evaluación en esta temática, entre los que se pede hacer alusión a los denominados por la historia como socialistas utópicos. Estos intelectuales en su mayoría son víctima de críticas no por la enorme voluntad que sostenían sino por la defensa de un criterio no siempre práctico.

Los antecedentes de la cooperación en manos de los padres fundadores del Cooperativismo.

Los denominados socialistas utópicos por su romanticismo e idealismo, entre los que se encuentran a Saint-Simon, Charles Fourier, Robert Owen, William King, Phillipe Buchez, Michel Derrion, Louis Blanc , aunque tuvieron diferentes procedencias, se pronunciaron contra la explotación y son considerados, con toda justeza, los precursores del cooperativismo moderno. Su limitación estuvo dada por esas ideas ilusorias de enfrentar al capitalismo, lo concebían como un régimen que asignaba a la mayor parte de la población pobreza, y la propuesta para combatirlo estaba en los principios de un régimen cooperativo y, paradójicamente nunca se pronunciaron en contra de los pilares en que está sustentado el sistema y mucho menos propusieron una alternativa viable para superar a éste.

Para los socialistas utópicos la cooperación y el cooperativismo surgen producto de la falta de correspondencia del capitalismo con los intereses de las amplias masas de la población, de la necesidad de la naturaleza del hombre, de sus ideales del bien y la justicia. En ellos existe un interés por analizar las insatisfacciones que proporciona el capitalismo, de su irracionalidad, e injusticias económicas y sociales. Y la cooperación se convertiría a través de las sociedades cooperativas en un modo de vida, que en su seno defendería la igualdad, participación, donde todos forman parte del proceso de producción, intercambio, redistribución y consumo, donde se comparte un alto grado de responsabilidad en todo el proceso.

Mostraban interés por el deseo de reconstruir la sociedad capitalista, sobre los cimientos de justicia social y solidaridad, su error consistió en reconsiderarla desde una perspectiva idealista. Es importante subrayar la palabra reconstruir porque muestra la idea de una reforma, no de un cambio o transformación más radical o estructural. De cierta manera estos pensadores la censuraban, la maldecían, soñaban con su destrucción y fantaseaban en torno a un régimen mejor, tratando de convencer a los ricos de la inmoralidad de la explotación. No contaban con tácticas y maniobras capaces de resolver esa disyuntiva. De hecho los métodos y propuestas para transformar a la sociedad capitalista no son ni el convencimiento, ni mucho menos el consenso, sino que existen diferentes formas para derrocarlo, y desde el paradigma marxista se conoce por la literatura, a la lucha de clases, unido a las condiciones históricas concretas objetivas y subjetivas creadas, esta misión estaba en manos del proletariado por su situación de oprimido.

Concebían la reorganización de la sociedad por diferentes vías. Una de ellas era la organización cooperativa, que facilitaría la creación de riquezas colosales como método para enfrentar a la burguesía de manera pacífica; mostrando en vez de condiciones históricas reales, condiciones imaginarias. No obstante, en sus concepciones se encuentran elementos importantes, especialmente relacionados con la cooperación y el cooperativismo que resultaría válido mencionar. Sus limitaciones están basadas en el alcance que pueden tener las teorías, una vez más criticadas por la ingenuidad de sus propósitos y la forma de alcanzarlos.

Saint Simon fue partidario de una nueva sociedad económica que denominó “República Cooperativa”. Su máxima principal era, que el propietario de la producción no fuera el empresario, sino la colectividad. A partir de creadas estas cooperativas se implementaría un sistema de cooperativismo, con igualdades y derechos según el trabajo.

Este pensamiento estimula la participación colectiva, la creatividad, potencia, además la integración, así como incita a la responsabilidad del grupo en una tarea que la asume como suya porque se siente parte activa en ella. Además le brinda la oportunidad a la colectividad de organizar, de planificar, de proyectar y tomar decisiones en cuanto a la actividad (el proceso de producción en este caso). Estos elementos resultan valiosos para los objetivos de la investigación, porque concibe a la cooperación como una actividad consciente que potencia la integración, la participación, la creatividad, la responsabilidad y la toma de decisiones y deja sentada, a las claras, la idea que no existen modelos específicos para su práctica.

Charles Fourier , no estaba muy lejos de esta concepción y diseñó las pequeñas comunidades, denominadas falansterios. Imaginaba una comunidad perfecta con diferentes requisitos entre los que se encontraba un número determinado de habitantes , una determinada cantidad de tierra (en correspondencia con lo anterior), con el propósito de trabajarla . Se pronunciaba por la aplicación de lineamientos cooperativos y éstos mostraban las ideas fantasiosas con relación a este tipo de comunidad y del sistema que se implementaría en ellas.

La idea defendida por este pensador resulta vaga y utópica, no es posible construir una sociedad estable. Este pensamiento se acerca de algún modo a la noción de orden y estabilidad que defendía Comte, donde en el propio proceso de evolución y desarrollo de la humanidad, negó la concepción de armonía.

Otro de los enfoques que analiza esta noción de cooperación, con elementos importantes a detallar, es la idea de constituir este tipo de sociedades y comunidades por semejanza, lo que Durkheim denominó solidaridad mecánica, donde comunidades unidas por rasgos semejantes se ayudaban entre ellas.

Esto trae como lógica, por un lado, la fragmentación de la sociedad, encapsulándola y facilitando la cooperación entre semejantes, y por otro la negación del derecho a cooperar para aquellos que no sean parte de este tipo de comunidad, como si la cooperación en términos de desarrollo comunitario no fuese un proceso que involucra a todos, analizando en las propias diferencias las potencialidades para el desarrollo. Con estas premisas, la posición que defienden Charles Fourier y Durkheim no es compatible para el propósito de sustentar y dar vida a los procesos de cooperación comunitaria, porque más que espacios de encuentro provoca desencuentro, asimetrías sociales.

Aunque muy poco conocido en la Sociología, el precursor de la escuela cooperativista es el notable inglés William King, conocido además como uno de los socialistas utópicos, dedicado a crear escuelas y cursos sobre este nuevo modo de vida. El interés fundamental de King hacia el cooperativismo radica esencialmente en constituir el modo más eficaz de combatir el desempleo y la superproducción . Sus ideas reflejaron una fuerte preocupación por los males que desde el siglo XIX se convertían en consecuencia de la instauración de la sociedad industrial, y concebían al proceso de cooperación como un método o una vía eficaz para subsanar esos problemas, sin embargo, no se convertiría esta tendencia en el arma que erradicaría estos achaques sociales, había que buscar la solución más allá del proceso de cooperación, y del consenso, a partir de esta concepción se revela la limitada visión del problema, por supuesto sin conquistar grandes logros en este sentido.

Sus ideas fueron concretadas en el año 1827, cuando funda la primera cooperativa de consumo, en la cuidad Brighton, bajo la denominación de "The Cooperative Trading Association". Estas comunidades en su inicio gozaron de éxito, pero en pocas décadas fracasaron y, hoy solo representan parte de la historia.

Otro de los socialistas utópicos que más ha trascendido a la actualidad fue Robert Owen , aunque la base de su doctrina no estuvo en las cooperativas sino en el sistema fabril y la educación popular. Se considera uno de los más importantes antecesores del movimiento cooperativo, además Owen propone un sistema de colonias comunistas para combatir en la miseria en Irlanda. En el año 1844 algunos de sus discípulos fundaron la sociedad cooperativa de los “Pioneros de Rochdale” . Soñaba que en estas sociedades se disolviera paulatinamente la gran propiedad privada, elemento que lo diferenciaba de los anteriores autores y que lo acerca al pensamiento que después se cristianizaría en la obra de Lenin.

Por otra parte, es oportuno mencionar como Owen en el periódico “El Economista ” (1821), utiliza por primera vez el término cooperativa, y en la revista “Crisis ” (1832), exalta la importancia de la idea de cooperación.

Este gran teórico, tras años de estudio y de experiencia, establece 3 grandes obstáculos que de cierto modo tuvieron que ver en el fracaso de las sociedades cooperativas, entre ellas estaban: la propiedad privada, la religión y la forma de concebir el matrimonio. Su principal lucha se dirigía hacia la eliminación de la propiedad privada, y se convirtió en defensor de las ideas de la clase trabajadora. Los elementos de este enfoque, no resultan novedosos, sino que retoma las mismas ideas de crear comunidades que se autoabastecieran, donde los logros fueran de cada uno de los miembros de la cooperativa, potenciando la participación y la motivación. Su principal contribución fue la idea de eliminar la propiedad privada para fomentar la cooperación y a partir de ésta la edificación de un nuevo tipo de sociedad.

Michel Derrion , es otro de los autores que se refiere a cooperativas, en la práctica dedicó gran parte de su vida a crear almacenes cooperativos. Una idea importante y que hay que retomarla como hilo conductor de lo que se considera cooperación y que en nuestros días se hace necesaria: es la idea de compromiso con la comunidad cooperativa, para él resultaba un elemento clave, incluso hoy no se habla de cooperación sino en términos de compromiso y responsabilidad social ante las tareas en que participa la comunidad y es válida para ella, por lo que el proceso de cooperación debe contener los intereses y las aspiraciones de los que se involucran en esa actividad de colaboración. Derrion además se refiere al estímulo , es decir, que los miembros de estos almacenes cooperativos deben sentirse motivados para mantener y desarrollar este tipo de vínculo, adquiriendo significado y relevancia para ellos y por tanto el nivel de compromiso, de pertenencia y de identidad aumentará.

De manera general las grandes críticas a estos pensadores giran alrededor de sus concepciones ilusorias de enfrentar el régimen, soñaban con la transformación pacífica, a partir de una propuesta: el cooperativismo. Sin embargo, sus obras se convirtieron en fuentes de aportes teóricos (aunque no siempre acertados), así como también en el plano práctico sentaron las bases y los principios de la cooperación. Otro de los señalamientos es que no tienen en cuenta la lucha de clase, la conquista del poder político por la clase trabajadora sino que la transformación del régimen sería por el simple agrupamiento de la población en cooperativas, lo que sus ideas resultaban románticas, insubstanciales y triviales.

Las acciones prácticas y las sociedades cooperativas como: “Pioneros de Rochdale”, los denominados falansterios, los almacenes cooperativos entre otros, significaron las principales contribuciones, que por varias razones fracasaron, pero sobre todo, porque no se construían sobre bases firmes, sino que a partir de las mismas estructuras creadas por el capitalismo se construyen éstas. Lo que demuestra que evidentemente no se puede hablar de una transformación sin alterar el régimen existente, sin cambiar estructuras y crear un sistema y una nueva infraestructura que responda a los interese y a un nuevo status.

Estas prácticas realmente fueron en su esencia reformas que tenía como objetivo: estabilizar la situación política, atenuar los conflictos sociales y las consecuencias que éstos tenían para la clase más pobre (en la literatura también reconocida como la oprimida), no se plantearon objetivos de carácter estructural, por lo que la base de las contradicciones se mantuvo intacta, razón por la cual hoy no constituyen relevantes aportes prácticos y sistematizados para la investigación.

Aunque es preciso señalar la idea de Marx hacia este pensamiento utópico, que alerta sobre las limitaciones históricas, es decir los llamados socialistas utópicos vivenciaron una época en donde el Capitalismo como sistema no se había desplegado totalmente y las dimensiones que podía alcanzar eran insospechadas por los mismos. Sin pretender justificar estas ideas es oportuno recordar que las teorías no se manifiestan o se generan de manera casual sino que son producto del contexto en que se desarrollan, se manifiestan en correspondencia con la propia historia y el momento histórico en que surgen y evolucionan, y sus limitaciones hay que analizarlas a partir de este supuesto.

Entre los aportes más reveladores para esta nueva concepción, existe uno que sobresale por ser un elemento común a la mayoría de los enfoques: la idea de compromiso, de participación y responsabilidad de la comunidad para con el proyecto común, en muchos casos fue el propio proceso de producción de bienes con el propósito de mantener viva la sociedad cooperativa.

Referentes teóricos de la cooperación desde los clásicos del Marxismo

Desde otra visión sería importante analizar la obra de Carlos Marx, donde concibe que: la forma de trabajo de muchos obreros coordinados y reunidos con arreglo a un plan en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos, pero enlazados, se llama cooperación.

Según Marx, una condición indispensable para el proceso de cooperación, es la aglomeración de obreros en un espacio local. En la base del desarrollo de la comunidad está la cohesión social y la cooperación entre los habitantes.

La cooperación basada en la división del trabajo cobra forma clásica en la manufactura. Como forma característica del proceso capitalista de producción, este sistema impera durante el verdadero período manufacturero. La manufactura surge históricamente de 2 modos :

Uno consiste en reunir en un solo taller bajo el mando del mismo capitalista a los obreros de diversos oficios independientes, por cuyas manos tiene que pasar el producto hasta su terminación. Esto sigue entendiéndose como cooperación simple y para muchos solo consideran que se ha ampliado el taller del maestro artesano.

A partir del trabajo parcial el hombre va perdiendo poco a poco el hábito y la capacidad para desempeñar su oficio en toda su extensión. La manufactura no es más que una combinación de oficios independientes pero a poco a poco va convirtiéndose en un sistema de división de la producción en las diversas operaciones especiales que lo integran cada una de las cuales se erige en función exclusiva de un obrero, siendo ejecutadas en conjunto por la colectividad de estos obreros parciales. Pero la manufactura puede también nacer por un camino inverso, cuando el mismo capital reúne simultáneamente en el mismo taller a muchos oficiales que ejecutan el mismo trabajo. Identificada de igual manera con la cooperación en su forma más simple.

Para Marx la producción capitalista tiene histórica y lógicamente su punto de partida en la reunión de un número relativamente grande de obreros que trabajan al mismo tiempo, en el mismo sitio(en el mismo campo de trabajo), en la fabricación de la misma clase de mercancías y bajo el mando del mismo capitalista.

En este análisis acentúa la condición de compartir un mismo lugar, la mercancía y el capital como condiciones necesarias y que históricamente se han generado en el propio proceso de cooperación capitalista en su forma más simple.

Al decir de Carlos Marx, la cooperación no tiende solamente a potenciar la fuerza productiva individual, sino a crear una fuerza productiva nueva, con la necesaria característica de fuerza de masa. A partir de este análisis la colectividad y la participación social toma una nueva significación, un rol decisivo en la transformación de la sociedad .

Más adelante se refería a la necesidad de la cooperación para muchos trabajos, que solo podían ser ejecutados por la cooperación de muchos pares de brazos. Trabajos que requieren demasiada fuerza y energía que de manera individual demoraría un largo plazo de tiempo, sin embargo cuando se realiza de mediante la cooperación se economiza los medios de trabajo, imprime al trabajo individual el carácter social, además de la nueva potencia de fuerza que brota fomenta la emulación, la competencia entre los obreros y exalta la capacidad individual de rendimiento de cada hombre. Estos elementos son reconocidos como los que potencia el triunfo capitalista a partir de la competencia que emana.

Este régimen de trabajo fomenta la emulación entre los obreros y pone en tensión sus energías, a los trabajos análogos de muchos un sello de continuidad y polifacetismo: permite ejecutar simultáneamente distintas operaciones, economiza medios de producción, permitiendo emplearlos colectivamente; imprime al trabajo individual el carácter de trabajo social medio: en resumen; la fuerza productiva específica de la jornada de trabajo combinada es la fuerza productiva social del trabajo o la fuerza productiva del trabajo social. El obrero se sobrepone a sus limitaciones individuales y desarrolla su capacidad de creación.

La concepción marxista no solo plantea la cooperación como la unión de las personas en un determinado lugar y con un interés común, porque solo por el hecho de estar reunidos en un mismo sitio no significa que cooperen, sin embargo lugar y capital compartido constituyen condiciones necesarias. La cooperación ha de ser entendida como un proceso que conlleva a una superación del nivel de las fuerzas productivas. Otro elemento a destacar es la idea de la creatividad, es decir potencia la creatividad, el espíritus creador, que reconociendo sus limitaciones no se hace valer de ellas para mantener su actividad sino que a partir de este reconocimiento identifica alternativas viables para superarlas constantemente, aquí es válido recordar que en el sistema capitalista la competencia rige las relaciones pero esta potencialidad, es decir la creatividad y el trabajo en equipos es un elemento necesario para los procesos de cooperación en aras de lograr desarrollo comunitario.

Todo trabajo directamente social o colectivo en gran escala, requiere en mayor o menor medida una dirección que establezca un enlace armónico entre las diversas actividades individuales y ejecute las funciones generales que brotan de los movimientos del organismo productivo total, a diferencia de los que realizan los órganos individuales.

El papel del líder en el proceso de cooperación es esencial. El estilo de dirección que asuma emana un estilo de participación real o no, democrática o autocrática y una comunicación asertiva o ineficiente, las relaciones aparecen de manera horizontal o vertical, en este proceso de cooperación comunitaria el líder lejos de ser un líder formal ha gozar de una autoridad atribuida por el conjunto de hombres reunidos y representados por él.

La cooperación así concebida, representa una vía de socialización del poder, a sus distintos niveles y condiciones, lo cual propicia las capacidades individuales y colectivas necesarias para el desarrollo de una sociedad regida por principios de justicia social. A partir de esta concepción a diferencia de Durkheim, propicia la generación de espacios de encuentro y ruptura de asimetría sociales.

A pesar de que Marx realiza un análisis histórico sobre el papel de la cooperación en el desarrollo del sistema capitalista, es válido reconocer que en el sistema social socialista la cooperación bajo las condiciones que este nuevo régimen impone constituye un pilar y un sustento fundamental. Sobre estas premisas otro de los grandes del marxismo nos alerta.

Lenin, desde otro contexto, plantea la excepcional importancia que tiene la cooperación desde el punto de vista de los principios (la propiedad sobre los medios de producción en manos del Estado), y desde el punto de vista del paso a un nuevo orden de cosas por el camino más sencillo, fácil y accesible para el campesino . Esta idea le otorga al campesinado la responsabilidad de construir el socialismo, donde la participación en el proceso de cooperación tiene que ser consciente y activa. Esta idea de eliminar la propiedad privada y pasarla entonces a las manos de la clase trabajadora, tiene mucha relación con el pensamiento del socialista utópico y también considerado un defensor del movimiento cooperativo, Robert Owen, quien veía como un obstáculo la existencia de la propiedad privada para el desarrollo de las relaciones cooperativas.

Advertía que hay que entender el cooperativismo como un proceso en el que deben participar efectivamente verdaderas masas de la población . Sugiere además que hay que concederle una serie de privilegios económicos, financieros y bancarios a la cooperación, este constituiría el apoyo que debería darle el Estado al nuevo principio de organización de la población que hemos decidido tomar. Un elemento valioso es la idea de que la cooperación necesita de la participación real de las personas, del compromiso a ser parte de algo, pero no es abstracto, sino sentirlo como suyo, identificados con los principios del proceso.

“En la medida en que avance la cooperación vinculada con la cultura, habrá adelantado el socialismo y para lograrlo se requiere la participación efectiva de la educación, la ciencia y la cultura. La cooperación social tiene no solo fundamentos económicos sino también culturales”. A partir de estas reflexiones Lenin señala que la cooperación no es solo un mero proceso económico o con premisas de colaboración, sino que en sus propias bases hay un fundamento decisivo: la cultura. Pero la cultura no está desarticulada de la ciencia, lo social, la política, la posición ideológica, sino más bien hay que pensarla en su integración, con el objetivo de potenciarlas como vía para gestar el propósito final: el proyecto socialista.

Para Lenin había algo muy claro, y era que las ideas de los llamados socialistas utópicos de combatir el capitalismo resultaban triviales y románticas, pero ahora con la Revolución de Octubre es un hecho. Sabía que lograr una sociedad organizada en cooperativas no significaba la edificación de la sociedad socialista, pero sí todo lo suficiente, es decir la vía para su edificación.

Decía además, el régimen de los cooperados cultos es el régimen socialista , aquí retoma la idea de la cultura y la educación de los campesinos, donde esta propia educación hará comprender que la cooperación no como un simple intercambio sino un proceso de construcción socialista, donde la participación activa de todos en el proceso es necesaria para la creación de un proyecto que responde precisamente a los intereses de la población que representa.

Adquieren, las relaciones de cooperación, con este análisis, un nuevo significado, explícito y consciente que implica una mayor responsabilidad e integración, al vincularla con todas las esferas de la vida social, no asociarla solo al proceso económico sino que la cooperación está en cada actividad consciente y necesaria que el hombre realice y con ella obtenga beneficios para la comunidad o sociedad en general. Donde se privilegia la participación colectiva y consciente de las verdaderas masas de la población y se toman en cuenta sus intereses para construir el proyecto socialista como la tarea más urgente y necesaria.

La cooperación ha sido entendida por varios autores como la forma de interacción social de dos o más actores o individuos que persiguen los mismos objetivos, es decir trabajando juntos para lograr un mismo fin, con acuerdos tomados en un clima de consenso y respeto mutuo, donde la participación, la implicación, la responsabilidad, el compromiso y disposición hacia el cambio son elementos preponderados en esta definición. Así como el papel que desempeña el líder, el papel creativo de los que se encuentran implicados y el proceso de comunicación de manera asertiva, a partir de estas doctrinas marxista se puede añadir que fomenta además la emulación y la competencia así como exalta la capacidad individual de rendimiento.

Articulación de la cooperación comunitaria y la concepción de desarrollo comunitario.

La visión de cooperación emerge en Cuba a partir de 1959, motivada por tres circunstancias. Primero, como una fórmula de socialización que parte de la propiedad territorial nacionalizada, cuando se trataba de encontrar una solución al problema agrario y campesino , conservando la gran economía de plantaciones. En un segundo momento, como un modo de organización política de los campesinos en defensa de sus intereses de clase y del proyecto de liberación nacional. Y en tercer lugar, como una vía y una fórmula socialista para el cambio del modo de producción campesino en la construcción socialista. Esta perspectiva tiene su génesis en la historia, es decir para entonces la llamada antigua URSS se convirtió en paradigma y sin cuestionamientos en estos primeros años se copiaron los propios pasos de aquella nación, sin cuestionar la realidad conmensurablemente diferente que en la práctica se demostró de inmediato.

En la 1ra Ley de Reforma Agraria, se realiza la inclusión de un capítulo acerca de la cooperación agrícola, esto demuestra como estas ideas estaban en el pensamiento revolucionario cubano.

Desde los primeros años de revolución, la idea leninista de cooperación constituyó un cimiento del proyecto socialista, sin embargo las condiciones históricas concretas de Cuba eran una realidad sin artificios, que no permitieron tomar los mismos pasos de Rusia y por otras razones se potenció más la participación popular y la cooperación se asumió en términos de cooperativismo y cooperativas.

La masa campesina, por esta razón, en los primeros años jugó un papel primordial, muchos economistas cubanos se dedicaron a estos asuntos, no desde una noción de cooperación sino en expresión de cooperativismo como anteriormente se ha mencionado, de esta manera aparecen en nuestra praxis cotidiana las cooperativas, sin embargo estas experiencias no constituyen objeto de estudio de la investigación.

Sobre este eje temático han versado diferentes concepciones teóricas, siempre vinculadas con la preocupación del desarrollo y progreso social de nuestra nación. Por lo que para hablar de las relaciones de cooperación es necesario primero indagar sobre el desarrollo comunitario y el trabajo dedicado al tratamiento de las problemáticas comunitarias, desde las diferentes perspectivas existentes. A partir del año 1959 la solución a esta disyuntiva estaba en manos del gobierno, donde las políticas sociales universales y homogéneas jugaron un papel fundamental, lo que no quiere decir que se renuncia de los servicios de los intelectuales y centros de investigación, pero lo que sí constituía una realidad, era la situación alarmante de nuestra sociedad, y no podía quedar a expensas de la espontaneidad.

En la década de los 70 y 80ta existía otra realidad, se habían logrado altos niveles de justicia y equidad social en todo el territorio nacional, y aparecen a la escena instituciones comprometidas en la búsqueda de una solución científica a esta problemática. Entre los que se destacan por sus resultados se encuentran: la Sociedad de Pedagogos de Cuba o el Centro “Graciela Bustillos”, Facultad de Filosofía, Sociología e Historia de la Universidad de la Habana y el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), que demuestran que el interés por el desarrollo comunitario nunca estuvo a la zaga, pero el nivel de elaboración sobre la cooperación desde el punto de vista teórico es bajo.

La práctica y éxitos del trabajo comunitario en Cuba en los últimos 15 años ha demostrado la necesidad de partir de bases y concepciones propias basadas en los problemas esenciales de la sociedad cubana actual, de sus contradicciones; sobre todo la mayor frecuencia de registro de esas contradicciones se da en la relación centralización- descentralización y la capacidad de autonomía de los municipios, así como la interacción de las organizaciones e instituciones territoriales, en nuevas formas de participación popular, lo que se constata en varios trabajos a partir de la inclusión de estos centros . Estas contradicciones se convierten en obstáculos para las auténticas relaciones de cooperación comunitaria que han venido lacerando los propios proyectos de desarrollo comunitario.

El Desarrollo Comunitario es un sistema de acciones concertadas a partir de las necesidades, cooperación y participación de las fuerzas endógenas comunitarias, cuya máxima expresión es el proyecto comunitario de autodesarrollo , el cual puede llegar a ser instrumento eficiente y eficaz para las comunidades y actores comunitarios.

Según Marcos Marchioni, es el proceso mediante el cual una comunidad identifica sus necesidades y objetivos, los ordena y clasifica, halla los recursos (internos o externos) para enfrentarse a ellos, actúa con respecto a los mismos, y al hacerlo desarrolla actividades cooperadas y colaboradas y maneras de actuar en consecuencia

A partir de los años 90 comienza un auge de los estudios comunitarios, su impronta se hace evidente por el rol que asumen ante la difícil situación que atravesaba el país y en específico en el tratamiento a las comunidades que a partir de esta realidad, (por un lado la situación de origen de nuestro país de subdesarrollo, después la caída del Campo Socialista y por otro lado el recrudecimiento del bloqueo económico por parte los Estados Unidos de América) se encontraban en situación de desventaja, marginación y exclusión.

A partir del año 1989, aparecen otras organizaciones que apoyan el desarrollo comunitario donde se pueden encontrar las ONG, basándose en el financiamiento de proyectos de desarrollo comunitario, promoción de la superación de los profesionales de acuerdo a la temática comunitaria a partir de Maestrías, proyectos de intercambio, apoyo técnico y eventos científicos.

En esta década, además se organizan y se forman grupos de estudios comunitarios para llevar a cabo trabajos en estos escenarios, bajo esta impronta y en este contexto nacen los Talleres de Transformación Barrial en la Habana, el Centro de Estudios para el trabajo comunitario en Camagüey, en la Universidad de Oriente también comienzan las experiencias de este tipo, pero es oportuno detenerse en el Grupo de Estudios Comunitarios de la Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas , que plantea como vía para el trabajo comunitario el principio de autodesarrollo comunitario, con un trabajo más sistemático en este sentido.

Al enfoque de Autodesarrollo Comunitario se le concede una particular preponderación en este trabajo, entre sus principios propone al ser humano como sujeto de las transformaciones, se opone a salidas de la crisis de manera individual asumiendo al otro como adversario, busca propiciar espacios de encuentro y propone la ruptura de asimetrías sociales. Estas ideas se sustentan en un ideal que constituye la base de cualquier investigación social de nuestros días, el pensamiento marxista, específicamente en lo que se refiere a la máxima del cambio donde se pretende la anulación y superación del actual orden de cosas, por el camino del desarrollo, el crecimiento humano y la emancipación.

Lo comunitario no es tan solo un instrumento profesional sino también un modo de vida, un modo de potenciar en los actores comunitarios una conciencia crítica de nuestra realidad y crear espacios donde se estimule a una disposición para la transformación, la creatividad colectiva y la participación social.

A partir de esta perspectiva se asume el autodesarrollo comunitario como una forma de vida, partiendo de estimular sistemáticamente el desarrollo de la conciencia crítica de los sujetos individuales y colectivos en las comunidades entorno a las contradicciones y malestares ahí presentes, de manera que se potencien las capacidades para la identificación de éstas, así como sus adecuados estilos de afrontamiento, a partir de sus propios proyectos, perspectivas y saberes teniendo en cuenta sus potencialidades y carencias, sirviéndose de las primeras para lograr la transformación.

El desarrollo comunitario únicamente es posible mediante la acción conciente colectiva en escenarios que no se reduzcan al par categorial macro-micro, es la movilización de las personas construyendo en todos sus escenarios vitales, los inmediatos y los que no lo son, siendo coherentes en sus realizaciones, es el encuentro de las personas que luchan por un mundo mejor posible .

Según la especialista del Centro “Graciela Bustillo”, Nydia González : el desarrollo comunitario se considera además como un proceso de transformación desde la comunidad: soñado, planificado, conducido, ejecutado y evaluado por la propia comunidad. El desarrollo comunitario visto así, implica entonces promover acciones de perfeccionamiento, readecuación, refuncionalización y reeducación.

El desarrollo es categorizado como humano, humano en sentido concreto y no abstracto, como proceso social contradictorio de pérdida y recuperación de la esencia humana cuyo fundamento material remite necesariamente al papel determinante de la economía y de la cual es simultáneamente su resultado. La génesis de este fenómeno, que tiene carácter histórico, se da en el proceso de enajenación fundada en la conversión de los seres humanos en cosas donde el poder social, la fuerza de producción multiplicada que nace por obra de la cooperación de los individuos bajo la acción de la división social del trabajo aparece como un poder ajeno, situado al margen de ellos, que no pueden dominar .

En este sentido este proceso de pérdida y recuperación de la esencia humana es importante asumirlo como crecimiento humano, como proceso que nos hará actores y sujetos de nuestro propio porvenir y con la responsabilidad de nuestro actuar cotidiano. El proyecto social cubano prepondera la actuación del hombre como protagonista de su desarrollo, como gestor del cambio, sujeto capaz de pensar, ser crítico y buscar vías para solucionar sus problemáticas y no como objeto del proceso revolucionario.

La cooperación y la participación son concebidas como variables fundamentales del desarrollo comunitario, una y otra suponen actividad conjunta y una actitud dialéctica frente a la realidad, pues las contradicciones sociales, en lugar de asumirse como fenómenos negativos, pasan a reconocerse como fuentes de desarrollo. Ambas se reconocen como epistemas a tener en cuenta para el diseño e implementación de los proyectos comunitarios.

Desde esta perspectiva la cooperación potencia los procesos de desarrollo y de socialización en la comunidad, si no existen procesos de cooperación evidentemente son más frecuentes los procesos de desintegración y en esencia fragmentadores que mantienen una inercia en los modos de vida.

Nuestro proyecto socialista le interesa que los procesos de cooperación que puedan gestarse al interior de las comunidades tengan la impronta de la creatividad, la exaltación de la capacidad de rendimiento de cada persona, los procesos de integración, el desarrollo de la conciencia crítica que estimulen a los constantes cambios y transformaciones que posibiliten de manera general el crecimiento humano y social.

La cooperación, según investigadores del Centro de Estudios Comunitario puede asumirse como: la colaboración social dentro de la acción conjunta en que se integra el aporte individual y particular a la actividad de la colectividad. Ella expresa la lógica de la acción del sujeto colectivo en la actividad comunitaria donde los aportes que se producen desde las acciones individuales engendran una fuerza conjunta superior a la de los individuos que la componen. Tal superioridad viene dada por no ser la suma de partes homogéneas, sino la integración de la diversidad proveniente de una diferenciación estructural de cada particularidad involucrada (como tipo social) y de sus manifestaciones personales en términos de singularidad .

Atendiendo a estas ideas, se puede señalar que conduce a la emancipación y por tanto es una negación a la opresión y a la competencia en la que el otro siempre está en la posición de adversario y no de compañero. Estas ideas del destacado profesor Joaquín constituyen un verdadero aporte significativo a la noción de cooperación comunitaria tanto para el CEC como para los objetivos de la investigación, donde se refleja el pensamiento marxista y la reflexión de manera dialéctica.

Sin obviar la participación y la implicación, reconocemos que a través de la cooperación se establecen relaciones esenciales para el despliegue y ejecución de las políticas y estrategias de desarrollo que potencia nuestro proyecto socialista. Constituye una vía de conexión entre la participación y la implicación para llegar a través de ella al proceso de desarrollo en nuestra sociedad, en palabras de Lenin recordamos que constituye una vía para edificar el sistema socialista. La cooperación es asumida no solo como coordinación sino principalmente como integración y participación consciente de los sujetos en las acciones de desarrollo y crecimiento colectivo.

La cooperación como proceso hay que considerarlo como un elemento que puede permitir sobrepasar las barreras sectoriales que desde las máximas instancias del Estado Cubano se han reconocido, como consecuencia de la especialización económica, o de la organización vertical de diferentes sectores de la sociedad.

Sin estar exentos de desaciertos y éxitos muchos cientistas sociales, políticos, economistas, entre otros profesionales consagrados con el desarrollo social de cualquier comunidad se han preocupado por el tema de la cooperación. Sobre estas posturas se hace necesario precisar que para que se logren procesos de este tipo, es importante el compromiso, el consenso, el respeto, la solidaridad, la ayuda mutua, el trabajo en grupo o equipo, la toma de decisiones en conjunto, la comunicación abierta y asertiva, compartir códigos y el respeto a la identidad propia. La cooperación debe considerarse dentro de los marcos de un proceso educativo en tanto los actores comunitarios se encuentran en calidad de aprender y de dotar al otro con sus saberes, habilidades y experiencia, constituye además un proceso de retroalimentación conjunta y sistemática. Además se consideran como condiciones necesarias o requerimientos a la responsabilidad, compromiso con el proyecto social, así como tareas de promoción y de auto organización, esta actividad conjunta debe contener en sí misma los intereses, motivaciones y aspiraciones del grupo de actores comunitarios para que se sienta contenido dentro del proyecto.

Juan Luis Martín se pronuncia en relación a la cooperación y define como elementos necesarios: el ponerse de acuerdo, es decir el hecho de arribar al consenso, tiene un carácter multilateral, es capacidad de trabajar en equipo, donde se precisa establecer con anterioridad normas y reglas, que conduzcan el proceso.

A partir de los fundamentos examinados anteriormente, se define a la cooperación para este estudio como: la colaboración social que implica la acción conjunta de los diferentes sujetos comunitarios, donde estas relaciones no deben estar limitadas al apoyo material sino que están concebidas como procesos de transformación construidos por el grupo en conjunto. La cooperación constituye un momento de superación de contradicciones con el fin de potenciar el desarrollo comunitario.

La cooperación lleva en sí consenso, participación, toma de decisiones en colectivo, ejercicio del liderazgo de manera asertiva. En la práctica se evidenció que las concepciones verticales, los estilos autoritarios, la toma de decisión donde no se promueva la participación, donde la implicación y la motivación no forman parte del proceso se convierten en verdaderos obstáculos internos.

Las relaciones o los vínculos de cooperación están mediados por la comunicación, como anteriormente se hizo alusión, ésta debe ser franca, abierta, debe estar dirigida a promover la participación y a polemizar, con el fin de arribar a consensos donde los intereses colectivos estén representados, para lograr este diálogo horizontal, es necesario y nuevamente se recurre al estilo de dirección, es decir un estilo participativo, democrático, donde primen las relaciones horizontales.

La comunicación se convierte en una vía y condición necesaria para la cooperación comunitaria, además tiene la función de resolver los problemas de la cotidianidad, potencia el diálogo, el acto creador, prepondera la fe en los hombres, tiene que lograr motivación y activación del grupo y estar desplegada en conjunto con el estilo de dirección participativo, el líder tiene que dosificar la cuota de poder, cuando no se estructura el poder o los niveles de poder entre los diferentes agentes comunitarios se convierte en un freno al desarrollo, es decir un verdadero líder que nace del grupo y mantiene una buena comunicación y un estilo de dirección participativo logra una socialización del poder donde la comunidad se compromete con el proyecto, rompe con la inercia y la apatía, se convierte en responsable de la motivación y activación de la comunidad.

Podríamos concluir que el grupo o espacio que no logre esta comunicación los vínculos de cooperación se convierten en reclamos utópicos y no se mueven en el plano de lo posible, llegando a reproducir los formalismos y negando de esta manera el desarrollo comunitario y el propio proyecto socialista de la revolución cubana.


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