Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

MERCADO Y DEMOCRACIA

 

Félix Alvarez Cabrera
Economista de la Universidad del Atlantico en Barranquilla. Colombia.
Maestría en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México
Profesor Titular e investigador de la Universidad del Atlántico

Resumen

La racionalidad instrumental de la teoría económica establece que los individuos, haciendo uso de sus libertades y de su egoísmo, libre de todo prejuicio, opera a favor del interés público. Si fuera cierta esta afirmación, deberíamos estar cerca de un crecimiento económico universal. Las soluciones que provienen del mercado son el origen de muchos de los grandes males de nuestro tiempo. Entender el comportamiento de las variables económicas es necesario, pero también lo es estudiar los cambios en la conducta de los agentes económicos motivados por el entorno institucional. En esta dirección se inscribe el presente ensayo, pretendiendo plantear algunas hipótesis para la comprensión de nuestra más cercana realidad.

Palabras clave: racionalidad instrumental, mercado, libertades individuales.

MARKET AND DEMOCRACY

Abstract

Instrumental rationality embedded in economic theory states that individuals in making use of their freedom and all free prejudice selfishness, operates in behalf of public interest. If this statement were true, we should be accomplish an universal economic growth. Solutions that come from the market are the seed of many of our contemporary great evils therefore. It is necessary to understanding the behavior of economic variables. It is also important to grasp the changes in economic agents’ conduct motivated by their institutional context. This essay pretends to bring out some hypothesis for the comprehension of our nearest reality.

Key words: instrumental rationality, market, individual freedom.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Alvarez Cabrera, F.
: "Mercado y Democracia" en Contribuciones a la Economía, enero 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008a/


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INTRODUCCIÓN

La preocupación por el logro de un desarrollo equilibrado y armónico de las sociedades que combine los factores esenciales de la producción con las revoluciones científica, cultural, social y política para obtener un mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población, continúa siendo un sueño para toda la humanidad.

El fracaso de la planificación central como mecanismo de asignación eficiente de recursos, el relativo éxito del mercado en economías desarrolladas y el intento de introducir explicaciones basadas en la realidad que se percibe en la mayor parte de los textos de Economía para dar cuenta del rezago económico de países, en donde las instituciones fundamentales como el mercado y el Estado están en proceso de construcción, han afianzado el interés de los economistas ortodoxos por la observación del comportamiento de variables y la formulación de modelos que suponen una conducta racional de los agentes económicos, lo cual, presumen, la protege de influencias especulativas propias de la Sociología, la Política, la Filosofía y la Historia, acercándola mas a ciencias exactas como la Matemática y la Física.

El presente ensayo tiene como objetivo contribuir a la comprensión del comportamiento real de los agentes económicos, en contextos general y específico, para evitar la estandarización de la conducta de los individuos, dado que las ciencias sociales, incluida la economía, deben dar cuenta como afirma Jon Elster “ no solo del individuo racional sino también de sus pasiones e impulsos que lo arrojan en direcciones poco predecibles” (1983).

En primer término, me referiré desde los textos clásicos, a la racionalidad de productores y consumidores así como al problema de la libertad originada en las fuerzas del mercado. De esta forma se avanzará en los argumentos neoclásicos tanto en su variante tradicional como la progresiva, que parte del supuesto de que el sujeto económico no es el individuo, sino el grupo o institución.

North ( 2003 ), afirma que las “ instituciones, junto con la ideología, dan forma al desempeño económico” lo cual es evidente no solo comparando naciones entre sí, sino regiones dentro de un mismo país. Dicha afirmación nos llevará a abordar la controversia acerca de la incompatibilidad entre democracia y mercado.

En segundo lugar, desarrollaremos algunas líneas de trabajo, que respetando los logros desde la perspectiva del individualismo metodológico, nos permita avanzar no solo en la comprensión del comportamiento individual maximizador de utilidades sino en el cambio de la conducta de los agentes económicos que puedan resultar incompatibles tanto con el desarrollo del mercado como con el avance de la democracia.

LA RACIONALIDAD INDIVIDUAL Y EL EGOISMO.

En las dos obras mas importantes de Adam Smith: Teoría de los Sentimientos Morales ( 1759 ) y Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones (1776) se encuentran versiones muy contradictorias sobre la conducta de los agentes económicos. La primera referencia sobre este autor tiene que ver con el intento de conciliar el interés individual con el interés social, de tal forma que cada persona al esmerarse en buscar la manera de invertir con mayores utilidades su dinero, lo que propone es su propio interés, no el de la sociedad en común; pero esos mismos esfuerzos para su propio bien le inclinan a preferir, sin ninguna premeditación el empleo mas útil para la comunidad. “ Ninguno por lo general, se propone originariamente promover el interés público ni aún conoce como lo fomenta cuando abriga tal propósito” . Los resultados convierten su comportamiento en racional, logrando que el egoísmo se transforme, sino en la primera y mas importante virtud del ser humano, por lo menos en la mas productiva, ya que ella opera de manera automática a favor del interés público.

De acuerdo con el mismo autor en la primera de sus obras, “ Por mas egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de estos le resulte necesaria, aunque no derive mas de ella que el placer de contemplarla” . Lo anterior permite ver no solo al profeta del mercado y el librecambio, sino ante todo un a moralista que se preocupó también por las normas que constriñen y limitan la conducta humana. En dicha obra Smith, considera a la justicia como la base de toda sociedad progresista, e introduce la controversia hoy vigente sobre si tienen cabida o no la moral y la ética en la consideración de los paradigmas económicos dominantes.

El esfuerzo intelectual de los(as) economistas no puede ser transitar directamente de un sistema teórico supuestamente acabado y además universal con respecto a la elección racional y el comportamiento, a teorías de los precios y del bienestar económico. Es mucho mas compatible con las Ciencias Sociales, incluida la Economía, avanzar de modelos teóricos estándares de individuos racionales dados, hacia investigaciones psicológicas, antropológicas, y sociológicas de cómo se comportan las personas. No es exagerado afirmar que es relativamente cómodo trabajar con una teoría que basa su enfoque en la operación de mercados eficientes, sin preocuparse por entender los requisitos esenciales para la creación y funcionamiento de dichos mercados.

El estudio de las condiciones de sociedades basadas en los mercados, se constituye en requisito tanto para desarrollar análisis de aspectos particulares ( problemas macroeconómicos, microeconómicos, de comercio internacional) como para diseñar y adoptar políticas económicas que permitan mejorar las condiciones sociales de los individuos y de los grupos.

Desde la óptica de la economía marxista, por ejemplo, nos acercamos a la comprensión de por qué la creciente desigualdad entre ricos y pobres, aún suponiendo un perfecto funcionamiento del mercado, igualmente por qué la tendencia hacia la permanente monopolización de la economía. En ella se puede percibir que el excedente económico, producto del trabajo, posee características especiales que explican la tendencia a elevar su productividad, de tal manera que los procesos productivos menos eficaces tienden a desaparecer. Los capitales pequeños obtienen ganancias mínimas y en consecuencia pueden crecer menos. El sistema de crédito favorece a los capitales mas productivos otorgándole preferencialmente los préstamos, de ahí que solo los capitales mas “aptos” sobreviven y como la competencia por captar mercados genera una tendencia a innovar vertiginosamente las condiciones de producción y crecer de manera ilimitada, ello conduce a que, con frecuencia, el aumento de la productividad se consigue con la eliminación de las empresas mas débiles. Y estas características, que podrían parecer crueles, en la economía de mercado resultan “beneficiosas” para la humanidad, pues conducen a la prosperidad ilimitada de los sobrevivientes.

Muchos estudios han precedido las anteriores afirmaciones. De ahí que cuando Marx terminó su crítica a la Filosofía del Derecho de Engels y se inició en la lectura de economistas políticos, le ayudó mucho un artículo escrito en 1844 en donde Engels sostenía que “ el desarrollo de la economía burguesa durante el último siglo, como así también el desenvolvimiento de la correspondiente teoría económica, podían resumirse como una prolongada, continua y atroz afrenta a todos los principios fundamentales de la moral y de la decencia, y que si no se implantaba un sistema económico moral y racionalmente organizado, entonces debía y habría de producirse una revolución social monstruosa. Todo el peso del ataque de Engels fue contra lo que él consideraba el principio fundamental de la economía burguesa: la institución del mercado; por ello afirmaba: “ Todos los vínculos morales de la sociedad han sido destruidos por la transformación de los valores humanos en valores de cambio; todos los principios éticos han sido destruidos por la competencia y todas las leyes existentes hasta este momento, aun las leyes que regulan el nacimiento y la muerte de los seres humanos, han sido suplantadas por las leyes de la oferta y la demanda. La humanidad misma se ha convertido en una mercancía”

La economía neoclásica, por su parte, postula que tanto empresarios como consumidores pueden ser considerados como entes que toman decisiones racionales, intentado maximizar ciertos tipos de funciones matemáticas. En el caso de los primeros es una función de ganancia mientras que para los segundos alguna forma de función utilidad o incluso de “felicidad”. El funcionamiento irrestricto del mercado, sin ninguna interferencia haría posible que los beneficios generales se extendieran al conjunto de la sociedad.

La institución del mercado tiene su propio sistema de premios y castigos, el cual favorece la información útil y castiga la superflua. Un vendedor que ofrece la mejor calidad el menor precio pronto aglutinará la mayor parte de la demanda. El mercado lo premia vaciando sus inventarios y abrumándolo con pedidos. A la postre, el precio de su producto subirá hasta el punto que el exceso de la demanda lo permita. Ese vendedor verá acrecentar su riqueza y su bienestar. El éxito consiste, entonces, en hacerle un seguimiento a las señales de los precios para que los actores económicos reciban los mensajes que le permitan orientar sus decisiones.

En contraste, las ideas de la economía institucional, se ocupan de las instituciones, los hábitos, las reglas, las costumbres y la evolución de ellas. Las categorías de hábito e institución, por ejemplo, ayudan a establecer el vínculo entre lo particular y lo general. Su fundamento de la teoría de precios es bastante distinta al de otras escuelas: la economía neoclásica depende de conceptos universales de oferta , demanda y utilidad marginal. Adam Smith, David Ricardo y Carlos Marx de la teoría del valor trabajo. En el institucionalismo, los precios son convenciones sociales, reforzadas por hábitos e incrustadas en instituciones específicas, lo cual significa, que en este enfoque, para la determinación de los precios es necesario examinar las instituciones en las cuales los precios se fijan, lo cual quiere decir que no hay una teoría general de los precios, sino un conjunto de enfoques que sirven de guías para problemas específicos.

Los institucionalistas americanos fueron los primeros en destacar la importancia económica de los hábitos de conducta y de pensamiento de los grupos humanos. Fueron críticos con la teoría económica dominante en su época, sosteniendo que las supuestas leyes económicas son, en realidad, fenómenos eventuales que dependen de factores históricos, sociales e institucionales. Mientras esta corriente de pensamiento trató de introducir en la ciencia económica conceptos y categorías procedentes de otras ciencias, los nuevos institucionalistas utilizan los instrumentos y las categorías económicas para explicar la historia, el comportamiento delictivo, el comportamiento animal, el derecho, los contratos, la información, el gobierno y la familia. Si la ortodoxia neoclásica utiliza el modelo teórico del mercado de libre competencia como un supuesto ideal óptimo frente al cual se compara la realidad económica, el nuevo institucionalismo niega esta metodología, lo óptimo no es real ni es alcanzable por lo cual es necesario comparar y elegir entre soluciones institucionales subóptimas pero posibles, de lo cual se desprende que para solucionar los problemas económicos concretos y estimular el desarrollo no existen medidas macroeconómicas de validez universal. El Estado y el mercado parecen competir en igualdad de circunstancias: las instituciones estatales o las instituciones de mercado pueden ser comparativamente mas o menos eficientes según el lugar y el momento histórico.

INSTITUCIONES, DESARROLLO ECONOMICO Y DEMOCRACIA

Veblen (1899) sostiene que la acumulación de riqueza se busca no tanto para mejorar el nivel de comodidades como para poder competir exitosamente con los prójimos en cuanto a reputación y servicio. Marx señalaba que la ostentación de la riqueza era como una especie de gastos de representación de la burguesía, ambos coincidían en afirmar que abstenerse de trabajar llega a ser un requisito de decencia, pues es la prueba convencional de que se es rico. En las naciones de bajos niveles de desarrollo económico gran parte de la llamada clase empresarial, asume dichos comportamientos, explicados por la relativa facilidad y alta rentabilidad de los negocios con el Estado. Se establece así una alianza perversa con el mercado que impide el crecimiento normal de las dos instituciones mas importantes del Capitalismo.

La poca capacidad de la economía neoclásica para explicar las limitaciones del mercado en países no desarrollados, está ligada a su preocupación por la manera como operan los mercados mas no cómo éstos se desarrollan. Dicha concepción permitió avanzar en la precisión matemática, pero perfiló un mundo estático y sin fricciones, de tal manera, que en el análisis del desempeño económico esta escuela incluye el supuesto de que las instituciones y el tiempo no tienen importancia. El marco analítico se podría modificar positivamente si conservamos el supuesto básico de la competencia así, como las herramientas analíticas de la microeconomía, cambiando el supuesto de la racionalidad y teniendo en cuenta la dimensión del tiempo.

La llamada racionalidad individual que sustenta el paradigma neoclásico lleva a los agentes económicos que lo abrazan a despojarse de todo principio, debido a que su comportamiento al ser guiado exclusivamente por el mercado, lo exitoso dependerá de “pensar” y hacer lo que represente una función de utilidad personal creciente y esta suele obtenerse, la mayoría de las veces, al lado del poder político, a quien confunden con el poder del mercado y de esta manera se es muy eficiente. La “teoría del voto útil”, es consecuencia directas de esta reflexión. Dada la racionalidad individual se puede votar por políticos mediocres y corruptos, porque son ganadores en las encuestas y a ningún homus economicus le gusta perder. De esta forma no solo se renuncia a proyectos económicos, políticos nuevos y mas democráticos, sino que de hecho se convierte en un racional defensor del status quo, haciendo incompatibles los éxitos personales con la dignidad humana.

De la misma manera como la economía convencional asume como dado, que los empresarios buscan maximizar sus beneficios y que dedicarán poco tiempo a promover el interés público, la escuela de Elección Pública, bajo esta misma racionalidad, asume que contrariamente a lo que pudiera pensarse, los políticos y los burócratas son como cualquier individuo, buscarán primero maximizar sus beneficios individuales y, solo en segundo lugar, dedicarán esfuerzos a la promoción del bienestar general. ( Ayala 1996).

Buchanan, sin embargo, ya había cuestionado la perspectiva individualista de la Elección Pública cuando distinguió entre el individualismo metodológico y el individualismo como norma para organizar la actividad social. Concepto que hace referencia a la aceptación de ciertos criterios de valoración importantes para elegir entre alternativas. La solución no es un colectivismo metodológico, donde el comportamiento humano se explique por completo por el entorno institucional o cultural, pero podemos acercarnos al supuesto de que un nivel determinado de ingreso y las normas culturales conducirían a una pauta ordinaria de consumidor, quien, a su vez, actuaría por imitación y adaptación sobre la base de hábitos previamente inculcados.

Las instituciones definen la estructura de incentivos de las sociedades y ellas son imposiciones creadas por los humanos que soportan y limitan sus interacciones. Al lado de la tecnología utilizada, determinan los costos de transacciones que se suman a los costos de producción. Ronald Coase (1960) planteó la relación fundamental entre instituciones , costos de transacción y la teoría neoclásica.

El resultado neoclásico de mercados eficientes solo sería válido si las transacciones no tuvieran costo, pero como toda negociación tiene un costo real, las instituciones se hacen necesarias. La excepción es encontrar mercados económicos que se aproximen siquiera a aquellas condiciones para lograr la eficiencia, mientras que podemos afirmar, que es imposible encontrar mercados políticos que lo hagan. En los mercados económicos, si bien la medición con frecuencia es costosa, existen sin embargo, criterios estándares con características objetivas, así como los derechos de propiedad que se definen en términos legales. En mercados políticos es muchos mas complejo; se intercambian votos por promesas y ningún votante se interesa por informarse, ya que su voto personal no es decisivo ( el origen de la utilidad del voto). La competencia aquí es mucho menos efectiva que en los mercados económicos. El marco de decisión racional, supondría, en ambos casos, que los individuos saben qué los beneficia, lo cual sería relativamente cierto en mercados desarrollados de economías modernas. En la teoría neoclásica la ideología no juega ningún papel, se asume que los agentes llevan implícitos modelos correctos para interpretar el mundo que los rodea, recibiendo, a su vez, la información suficiente que los lleva a revisar y corregir sus modelos cuando estos son incorrectos. De ahí su escaso o nulo interés por escuchar y entender a quienes piensan el mundo de otra manera. Ya Elster ( 1983), en Uvas Verdes, analiza la capacidad de autoengaño de los agentes, cuando utiliza la fábula de la zorra que al no poder alcanzar las uvas, las considera carentes de valor.

Los discípulos de Popper han propuesto reemplazar la fórmula utilitarista “ aumentemos la felicidad” por la fórmula “ disminuyamos el dolor” (1961). El sufrimiento humano formula un llamado directo, esto es, un llamado de auxilio, en tanto no es tal la exigencia para que se aumente la felicidad de aquellos individuos que se encuentran en una situación económica tolerable. Esta especie de utilitarismo negativo como lo llamó el filósofo y matemático, debería convertirse en un principio fundamental de la ética pública, apoyado en un Estado que garantice tanto la libertad económica, como la política. Poder comer y poder hablar, no sufrir hambre ni represión, son los valores mas elementales que deberían animar un afán mundial de democracia política y racionalidad económica. Un sistema económico mas racional y humano sería el que confía la asignación de los recursos a unos mercados regulados, mientras el Estado se encarga de garantizar un bienestar mínimo para toda la población. Pero cuando éste se encuentra cooptado por los grupos de interés mas poderosos, la libertad económica sin restricciones es tan peligrosa como la violencia física, la cual es tan manifiesta cuando no se tiene un orden político asegurado, ya que éste es absolutamente necesario tanto para el desarrollo económico como para la democracia. En naciones de escaso desarrollo, suponemos que el mercado funciona, se dictan las normas que lo regulan pero el comportamiento de los agentes económicos no tiene nada que ver con ellas, dado que las restricciones informales que son las reales, continúan presentes.

Hogdson, resume así la propuesta institucionalista. Primero, se presta un grado de atención a los factores institucionales y culturales que no se encuentran en la teoría económica neoclásica. Segundo, el análisis es interdisciplinario al reconocer aportaciones provenientes del análisis político, la sociología la psicología y otras ciencias. Tercero, no se recurre al modelo del agente racional, maximizador de la utilidad. Hasta donde se incluye una concepción del agente individual, ésta subraya el predominio del hábito a la vez que la posibilidad de la innovación caprichosa Cuarto, mas que como su esencia, las técnicas matemáticas y estadísticas se reconocen como servidoras de la economía teórica. Quinto, el análisis no comienza por construir modelos matemáticos, sino por hechos estilizados y conjeturas teóricas respecto a mecanismos causales. Sexto, utiliza ampliamente el material empírico histórico y comparativo respecto a instituciones socioeconómicas. (2002). Veblen y Commons, como fundadores del llamado viejo institucionalismo, sabían que la teoría no surge por inducción a partir de datos; por el contrario, todos los análisis empíricos presuponen un conjunto de conceptos y una teoría implícita o explícita. Al rechazar el uso general de funciones de preferencias dadas, en tanto las condiciones socioeconómicas modelan también los objetivos de los individuos, éste es tanto productor como el producto de sus circunstancias.

CONCLUSIONES

Si investigamos mas de cerca la compleja formación de los precios, para su determinación es necesario examinar las instituciones en las cuales se fijan, lo cual quiere decir que no hay una teoría general de los precios, sino un conjunto de enfoques que sirven de guías para problemas específicos. Lo anterior significa que las supuestas leyes económicas son fenómenos eventuales, que dependen de factores históricos, sociales, políticos e institucionales.

Lo óptimo no es real ni es alcanzable por lo cual es necesario comparar y elegir entre soluciones institucionales subóptimas pero posibles, de lo cual se desprende que para solucionar los problemas económicos concretos y estimular el desarrollo no existen medidas macroeconómicas de validez universal.

Si los resultados son ineficientes es posible mejorar la eficiencia, justamente restringiendo el comportamiento individual con reglas particulares, es decir, introduciendo instituciones que generen un ambiente cooperativo.

La racionalidad individual aplicada al mercado político, puede conducir a una parálisis institucional, agudizando las incompatibilidades entre la democracia y el mercado, que se observa en países subdesarrollados, cuya mayor expresión es el denominado “voto útil”.

La teoría neoclásica postula que para que los mercados funcionen eficientemente lo único que requiere es tener los precios correctos, la política no existe o es simplemente es un obstáculo. Sus lemas son: privatizar todo lo posible, eliminar subsidios, flexibilizar el mercado laboral y fomentar la competencia. Para el institucionalismo el problema pasa por revisar las instituciones, las creencias así como los incentivos y las motivaciones.

Las estructuras de incentivos (o desincentivos) que estimulan (o inhiben) el intercambio humano para invertir, ahorrar, innovar o emprender cualquier actividad, no surgen espontáneamente del mercado y de la dotación de factores.

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