Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

El Pensamiento Económico de John Maynard Keynes y Milton Friedman. Un estudio de sus teorías a través de   4 problemas centrales.
 

Yoandris Sierra Lara (CV)
Universidad de Pinar del Río, Cuba
ysierra@fcsh.upr.edu.cu

Resumen.

El presente trabajo está enmarcado en el estudio del pensamiento económico universal. Trae a colación la obra de dos de los pensadores y hacedores de la política económica más relevantes del siglo XX en el Capitalismo: John Maynard Keynes y Milton Friedman.  Abordamos, de forma comparativa y analítica el tratamiento que dan ambos autores a cuatro problemas fundamentales de la ciencia económica más contemporánea: a)  Concepciones generales acerca de la sociedad capitalista y las relaciones económicas, b) Consideraciones acerca del automatismo del mecanismo económico capitalista y el Papel Económico del Estado, c) Teoría de la Inflación y d) Teoría de la Ocupación. El trabajo no intenta presentar grandes formulaciones analísticas ni complicados modelos matemáticos, es más bien, un acercamiento histórico lógico a los problemas tratados y la forma de ser tratados por los autores.

Palabras Claves:

Teoría Económica, John Maynard Keynes, Milton Friedman.

 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Sierra Lara, Y.: “El Pensamiento Económico de John Maynard Keynes y Milton Friedman. Un estudio de sus teorías a través de 4 problemas centrales." en Contribuciones a la Economía, octubre 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/2007c/ysl.htm


 

Introducción.

Los sistemas  teóricos tratados en este artículo  son de los más polémicos, llevados y traídos y discutidos en los espacios donde la teoría económica y el pensamiento económico son puestos en confrontación. Consideramos que en el campo de la economía política burguesa contemporánea, la obra de Keynes y sus sucesores por un lado, y Friedman y sus discípulos por otra; son las dos corrientes o teorías más emblemáticas, no sólo por su arsenal teórico, sino por su aplicación al mundo de la política económica.

En realidad, ambas corrientes se insertan dentro del pensamiento económico burgués, y, en última instancia,  ambas responden al mismo interés clasista, pero aún em este marco clasista, coexisten diferencias sustanciales en el tratamiento dado a los problemas económicos – sociales, quizás por partir ambas concepciones de condiciones económicas diferentes lo cual da diferentes perspectivas a la teoría económica y, sobre todo, a la política económica. Por tanto, asfixiar la posible riqueza que existe en las obras de estos economistas por puras razones de orden “clasista “ o “ideológico” sería  sólo un acto erróneo y lamentable. Estudiando creativamente sus concepciones económicas pudiéramos reinterpretar muchas cuestiones que desde la perspectiva digamos marxista no son regularmente abordadas, y podríamos a través de este propio estudio incluso reafirmar nuestras propias posiciones teóricas, científicas e ideológicas al contrastar nuestro credo con el que constituye la base del pensamiento económico convencional más contemporáneo.

Este trabajo tiene, en definitiva, el propósito de analizar la respuesta teórica que dan ambos autores a problemas centrales de la ciencia y el mundo económico contemporáneo, resaltando así los posibles puntos de contactos, los aspectos que diferencian sus concepciones, los aportes al entendimiento del sistema económico y la carencias provenientes especialmente de su metodología y filosofía económica – política de la sociedad humana.

Hemos elegido tratar en este artículo los siguientes problemas:

  1. Concepciones generales acerca de la sociedad capitalista y las relaciones económicas.
  2. Consideraciones acerca del automatismo del mecanismo económico capitalista y el Papel Económico del Estado.
  3. Teoría de la Inflación.
  4. Teoría de la Ocupación.

Está claro que estas cuestiones no agotan en modo alguno todo el bagaje teórico de estos economistas, y que el autor quizás busque en este trabajo las exposiciones más formalizadas e instrumentalizadas de los autores. En realidad, pretendemos abordar en tratamiento dado por los autores a estos problemas desde la perspectiva de la crítica metodológica y teórica. No nos situaremos dentro de la lógica del autor a buscar sus fallos lógicos internos, sino que observaremos desde una perspectiva externa, desde la economía marxista  digamos, y valoraremos los que consideramos logros, dificultades, semejanzas y diferencias presentes en la doctrina económica de ambos autores.

Desarrollo.

1. Breve repaso biográfico y de sus obras fundamentales.

1. 1. John Maynard Keynes

 John Maynard Keynes nace en 1893 y muere en 1946. Nace en Inglaterra aunque su influencia doctrinal no solo se arraigó en la Gran Bretaña, sino también en la mayor parte del Hemisferio Occidental. Las obras fundamentales de Keynes fueron: Consecuencias Económicas de la Paz / Reforma Monetaria / Tratado sobre el Dinero / El Final del Laissez Faire  y su obra clásica Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero, publicada en 1936.

En los años en que la  Teoría General ve la luz, el sistema capitalista vivía una época bastante compleja y de profundas transformaciones. Las crisis de superproducción habían emergido como el principal peligro de la economía capitalista, el Imperialismo se consolidaba como la nueva fase de desarrollo y se desplegaba  la internacionalización de las relaciones económicas. La Unión Soviética mostraba un modelo de vida económica alternativo al Capitalismo y esto incidía en los movimientos políticos de los países occidentales. El sistema capital mostraba altas tasas de desocupación,  inflación y un evidente debilitamiento político. Keynes toma conciencia del momento crítico y diseña una teoría que serviría a resolver, o al menos tratar de atenuar, los males más acuciantes del Capitalismo de su época. Quizás la ya casi establecida fusión Monopolios – Estado conocida como Capitalismo Monopolista de Estado,  haya dado a Keynes la posibilidad material de crear no solo una concepción teórica acorde con el momento, sino también una guía programática a ser implementada por el Estado en forma de Política Económica influyente sobre el mecanismo económico.

1. 2. Milton Friedman

Milton Friedman es considerado como el representante fundamental del Monetarismo moderno. Nace en Nueva York en 1912 y muere en el año 2006. Fue profesor de la Universidad de Chicago desde 1948. Obtiene el Premio Nobel de Economía en 1976. Sus trabajos fundamentales y en donde expuso su concepción monetarista fueron: Capitalismo y Libertad / Ensayos de Economía Positiva / Estudios sobre la Teoría Cuantitativa del Dinero /  Historia Monetaria de Estados Unidos de 1867 a 1960 / Libertad de Elegir y Un Programa para la estabilidad monetaria, entre otros. Sin Milton Friedman y su obra teórica sería imposible hablar del Neoliberalismo que en las últimas décadas ha terminado por imponerse como el modelo económico adoptado por el capital en su fase de desarrollo trasnacional. En realidad, aún en los años de posguerra en que el Keynesianismo se aplicaba como política económica oficial y que sus concepciones teóricas eran alabadas, Friedman y un grupo de otros economistas y científicos sociales combatían duramente el credo y la práctica keynesiana. Si algún ejemplo clásico de enfrentamiento doctrinal aflora en la historia del pensamiento económico burgués, consideramos que sea esta. Podemos afirmar que los monetaristas y demás economistas neoclásicos aún cuando no ostentaban el predominio de la academia y la política, se dedicaron a fundamentar sus tesis principales acerca del supuesto automatismo del mercado y su perfecta armonía intrínseca, acerca de cuál era el verdadero papel económico del Estado en la economía capitalista, acerca, sobre todo de la inflación y temas asociados como el crecimiento económico y la ocupación. Así, el pensamiento de Friedman fue fraguándose en medio de un predominio keynesiano que, objetivamente se iría agotando. Para la década de los setenta el modelo keynesiano caía en crisis (o se daba una  crisis estructural del sistema si queremos ir a la verdadera esencia de los cambios de modelo de acumulación del capital en la contemporaneidad) que se evidenciaba de maneras apropiadas y convenientes para la aprobación de las ya proclamadas y enunciadas tesis centrales de Friedman y Cia. Floreció un desempleo asociado a niveles elevados de inflación, desapareció el crecimiento económico, cayeron los ritmos de la tasa de ganancia, etc. En definitiva, estos cambios económicos acompañados de importantes sucesos de orden sociopolíticos dieron a Friedman y los Monetaristas la oportunidad necesaria para llevar a  la práctica sus puntos de vistas teóricos e ideológicos. [1]

2. Concepciones generales acerca de la sociedad capitalista y las relaciones económicas.

2.1. John Maynard Keynes.

Keynes fue el primero de los economistas burgueses que reconoció abiertamente que el Capitalismo estaba enfermo, y que exigía para su funcionamiento medidas económicas activas por parte del Estado. Pero antes de llegar a esa conclusión, Keynes remueve los cimientos teóricos de la concepción neoclásica. Considera que el optimismo sobre las ventajas de la libre empresa y el libre mercado a ultranza del que hablan los economistas ortodoxos no se extrae de los hechos, o de la realidad, sino de una hipótesis incompleta introducida en aras de la simplicidad. Las “complicaciones” reales que niegan la proclamada simplicidad y que a decir de Keynes ignoran en su conjunto los economistas ortodoxos son las siguientes:

1) “Cuando las unidades eficientes de producción son grandes en relación con las unidades de consumo. 2) Cuando los gastos generales o costos comunes están presentes 3) cuando las economías internas tienden a la agregación de la producción, 4) cuando el tiempo necesario para el ajuste es largo, 5) cuando la ignorancia prevalece sobre el conocimiento y 6) cuando los monopolios y las concentraciones interfieren en la igualdad de la negociación. – y sentencia{…} dejan para un estadio posterior su análisis de los hechos reales”.[2] Considera además que “para muchos de estos economistas cuando  la hipótesis simplificada no corresponde con precisión al hecho concluyen que representa lo que es “natural” y por tanto ideal. Consideran la hipótesis simplificada como salud, y las complicaciones adicionales como enfermedad”[3] Es también en El Final del Laissez Faire,  donde encontramos el siguiente ataque al pensamiento neoclásico: “No es verdad que los individuos tengan una “libertad natural” sancionada por la costumbre de sus actividades económicas. No existe un convenio que confiera derechos perpetuos sobre aquello que tienen o sobre aquellos que adquieren. El mundo no se gobierna desde arriba, de manera que no siempre coinciden el interés privado y el social. No es una deducción correcta en los principios de la economía que el interés propio sea generalmente ilustrado, mas a menudo los individuos que actúan por separado persiguiendo sus propios fines son demasiado ignorantes o demasiado débiles incluso para alcanzar estos”.[4]

Con estas consideraciones generales, Keynes no podía suscribirse a la economía neoclásica porque simplemente él no creía en los supuestos automatismos del mercado, cuestión esta que, en definitiva, constituye el núcleo  duro metodológico y casi ideológico de las concepciones económicas neoclásicas.

Keynes reconoce en cierto modo el carácter contradictorio del régimen capitalista, y además, a fuerza de lógica y de simple sentido común, se  percata de que no era un régimen absoluto, ni tampoco una estructura natural para el desenvolvimiento de la sociedad humana. Es obvio que aún pensando así, no anula ni niega su posición clasista. Defendía el Capitalismo ante el Socialismo y en definitiva toda su obra científica estuvo encaminada a replantear lo que él mismo llamaría la técnica del Capitalismo Moderno por medio de la acción colectiva. En su concepción, la esencia del Capitalismo es la dependencia de un intenso atractivo por hacer dinero y por los instintos de amor al dinero de los individuos como principal estimulo de la máquina económica. Según él, se pueden hacer adecuaciones en el mecanismo económico sin llegar a afectar la esencia del capital. Es interesente además como Keynes no da a este principio del dinero y su anhelo como motor impulsor de la sociedad  una presencia universal o suprahistórica “No toda nación, y no todo momento histórico da al deseo de dinero el mayor peso en la vida social y económica” Se le puede ver como una frase menor, pero si se quiere también, como una negación de  las tesis absurdas de los historiadores burgueses que ven el capital y la racionalidad económica hasta en la lanza del salvaje prehistórico y sus actos semi -salvajes.

En su obra más acabada, Teoría General, encontramos juicios críticos de enfrentamiento  a algunos problemas de la sociedad capitalista. En esta obra, Keynes reconoce dos grandes inconvenientes de la sociedad burguesa, su incapacidad para procurar la ocupación completa y su arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos. Así reconoce textualmente: “Creo que hay justificación social y psicológica de grandes desigualdades en los ingresos y en la riqueza, pero no para tan grandes disparidades como existen en la actualidad”.[5]

El sistema keynesiano se apoya en el papel económico activo del Estado, sin embargo, el economista no cree que el campo de la iniciativa privada se vea seriamente afectado por esta participación estatal.  Para él la eficiencia económica es un factor relacionado con la iniciativa privada. Según su criterio “el individualismo es la mejor salvaguarda de la libertad personal si puede ser purgado de sus defectos y abusos, en el sentido de que, comparado con cualquier otro sistema, amplía considerablemente el campo en que pueden manifestarse la facultad de elección personal”

Parece ser que Keynes intenta con su modelo teórico – práctico poner en punto listo el mecanismo económico capitalista para que la libre empresa pueda jugar al laissez faire sin temor de hundirse por su propio peso.  Así dice “Pero si la demanda efectiva es adecuada – y esta seria regulada en parte importante por el Estado – bastará con la habilidad y la buena suerte ordinaria”- se refiere ahora al juego de la libre iniciativa privada- [6].

Quizás una de las tesis mas paradigmáticas y enunciativas de los nuevos tiempos que corrían para el sistema capitalista y el pensamiento económico burgués es esta: “los sistemas de los estados totalitarios de la actualidad parecen resolver el problema de la desocupación a expensas de la eficacia y la libertad. En verdad el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que, aparte de breves intervalos de excitación va unida y en mi opinión inevitablemente al Capitalismo individualista de estos tiempos pero puede ser posible  que la enfermedad se cure por medio de un análisis apropiado del problema, preservando al mismo tiempo la eficacia y la libertad. Sobran los comentarios.

2.2. Milton Friedman.

Las concepciones de Friedman sobre la sociedad, la política y la economía, si bien defienden en última instancia la propiedad privada y el régimen del capital como lo hace Keynes, es a nuestro entender, mucho más reaccionaria y conservadora que la posición Keynesiana.

En su obra Libertad de Elegir el autor norteamericano da multitud de criterios que podemos ir citando y comentando acá para dar una visión panorámica de sus consideraciones sobre la sociedad y la economía.

Según Friedman, “la libertad económica es un requisito esencial de la libertad política. Al permitir que las personas cooperen entre si sin la coacción de un centro decisorio, la libertad económica reduce el área sobre la que se ejerce el poder político. Además, al descentralizar el poder económico, el sistema de mercado compensa cualquier concentración de poder político que pudiera producirse. La combinación de poder político y económico en las mismas manos es una formula segura para llegar a la tiranía”.[7] En una concepción así no es posible acusar al mecanismo económico de mercado capitalista de ser el causante de la Gran Depresión – en término de Friedman – ocurrida entre 1929 – 1933. Según el economista “la gran depresión se produjo por el fracaso del Estado en el área monetaria donde ejercía el control desde el inicio de la Republica. Sin embargo, esa responsabilidad no se reconoció ni entonces ni ahora. Por el contrario, amplios grupos interpretaron la depresión como un fracaso del sistema capitalista de libre mercado”.[8]

En la teoría de Friedman el libre mercado y sus fuerzas ocultas e invisibles ha sido y es, garantía del progreso y la libertad. Es una visión diametralmente opuesta a la keynesiana que ve en el libre juego del mercado las condiciones propicias para la generación de las crisis económicas y algunos de los males del sistema. Friedman considera “Hasta ahora el esfuerzo uniforme, constante e ininterrumpido de cada hombre para mejorar su condición, el principio del que se derivan tanto la abundancia publica como la privada, ha sido suficientemente poderosa para mantener el progreso natural de las cosas hacia su mejora, a pesar tanto de la prodigalidad del gobierno como de los mayores errores de la administración. Al igual que el desconocido principio de la vida animal, frecuentemente devuelve el rigor y la salud a la constitución humana no solo a pesar de la enfermedad, sino también de las absurdas prescripciones del doctor”.[9] Acá observamos una confianza absoluta del autor en los mecanismos de la libre competencia, atribuye a ella todo progreso y hasta la fuerza de imponerse sabiamente a los casi siempre erróneos diagnósticos y curas del Estado, esto en franca alusión a la política reguladora estatista de tipo keynesiana. Friedman considera que aun se está a tiempo de regresar a las posiciones de libertad humana huyendo del camino del Socialismo que, en su terminología es el camino de la esclavitud. “No hemos alcanzado aun el punto a partir del cual es imposible volver atrás. Somos todavía libres como pueblo para escoger si deseamos continuar hacia el camino que conduce a la esclavitud {…} o si, por el contrario, deseamos reducir los limites de la actuación gubernamental y confiar en mayor medida en la cooperación voluntaria entre individuos libres para alcanzar nuestros objetivos”. [10] Es claro que Friedman identifica control estatal con Socialismo y este con esclavitud, y libre intercambio con libertad humana. Este simplismo es bastante recurrente en los filósofos políticos y economistas burgueses que confunden la libertad humana con la libertad del capital, la libertad de invertir o simplemente la libertad de comprar.  En Friedman esta idea optimista ante el libre cambio es imponente: “… el intercambio voluntario no es condición suficiente para lograr la prosperidad y la libertad {…} pero el intercambio voluntario es una condición necesaria tanto para la prosperidad como la libertad”.[11]

3. Consideraciones acerca del automatismo del mecanismo económico capitalista y el Papel Económico del Estado.

3.1. La Concepción Keynesiana.

La concepción neoclásica del pensamiento económico burgués  se apoyaba en la idea de automatismos tendentes a equilibrios estables en el mecanismo económico capitalista. En esta concepción la crisis no tiene  lugar lógico. Sin embargo, Keynes bajo la influencia más notable de la crisis de 1929 – 1933, criticó  esa teoría proponiendo un nuevo enfoque del mecanismo de reproducción capitalista. Keynes reconoció abiertamente que el Capitalismo tiende por si solo a situaciones de desequilibrio, donde las variables macroeconómicas y sociales se ven afectadas seriamente y de forma sostenida en el tiempo. Critica abiertamente a los llamados neoclásicos y esto se hace evidente en las siguientes tesis extraídas de su Teoría General:

“Sostendré que los postulados de la teoría clásica solo son aplicables a un caso especial, y no en general, porque las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio. Más aun, las características del caso especial supuesto por la teoría clásica no son las de la sociedad económica en que hoy vivimos, razón por la que sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentemos aplicarlas a los hechos reales”. (Pagina 17).

O esta otra:

“Los teóricos clásicos se asemejan a los geometras euclidianos en un mundo no euclidiano, que, al descubrir que en la realidad las líneas aparentemente paralelas se encuentran con frecuencia, las critican por no conservarse derechas – como único remedio para los desafortunados tropiezos que ocurren”. (Pagina 29).

En Teoría General encontramos una crítica a la famosa Ley de Say. Según el inglés “Estas conclusiones pueden haberse aplicado al tipo de economía en que vivimos actualmente por falsa analogía con alguna de trueque, como la de Robinson Crusoe en la cual los ingresos que los individuos consumen o retienen como resultado de su actividad productiva son, real y exclusivamente, la producción en especie resultante de dicha actividad”. (Pagina 33).

En relación con el pasaje del axioma de las paralelas y los geometras euclidianos el autor refiere “El supuesto de la igualdad entre el precio de demanda y el de oferta de la producción es, en conjunto, el que debe considerarse como el axioma de las paralelas de la teoría clásica – y ahora lo más interesante – Esto admitido, todo lo demás se deduce fácilmente, las ventajas sociales de la frugalidad privada o nacional, la actitud tradicional hacia la tasa de interés, la teoría clásica de la desocupación, la teoría cuantitativa del dinero, las ventajas evidentes del laissez faire con respecto al comercio exterior y muchas otras cosas que habemos de poner en tela de juicio”.  (Pagina 33 – 34).

Parece claro que Keynes indica que la supuesta base automática que posibilita el despliegue natural del mercado no puede ser garantizada por este propio mecanismo y la solución es externa.

Y regresa el ataque irónico a los economistas neoclásicos:”Puede suceder muy bien que la teoría clásica represente el camino que nuestra economía debería seguir, pero suponer que en realidad lo hace así es eliminar graciosamente nuestras dificultades. Tal optimismo es el causante de que se mire a los economistas como Cándidos que, habiéndose apartado de este mundo para cultivar sus jardines, predican que todo pasa del mejor modo en el más perfecto posible de los mundos, a condición de que dejemos las cosas en libertad”. (Pagina 44).

El Papel del Estado.

Al considerar que el mecanismo económico por si solo tiende a situaciones de desequilibrio y básicamente de desocupación, Keynes atribuye una gran importancia al Estado como especie de fuerza externa que  regula dicho mecanismo económico. El papel asignado al Estado en los asuntos económicos es eminentemente activo. En el modelaje teórico Keynesiano el Estado es el centro de las políticas macroeconómicas. Intentar explicar todo el aparataje práctico de esta concepción sobrepasa los límites de este trabajo, por lo tanto daremos solo una panorámica. A nivel macroeconómico existen 4 instrumentos esenciales de politica económica: Politica Fiscal, Politica Monetaria, Politica de Rentas y Políticas asociadas al Sector Externo de la Economía. Las principales son las dos primeras. En la lógica keynesiana encontramos una asimilación de las dos primeras, y en especial de la Política Fiscal. Según Keynes el principal problema de la economía capitalista es la tendencia a la Superproducción y la desocupación. Esto ocurre porque no hay suficiente demanda efectiva, ante esto es necesario inflar dicha demanda. A falta de otros estímulos, el paso inicial se le deja al Estado quien tiene la misión de llenar la brecha abierta entre la Oferta Total y la Demanda Total. A las inversiones del Estado en la Economía se le llama Gasto Publico. Este Gasto Publico es tratado por Keynes en dos sentidos. Por una parte lo que importa de él es su monto y no su destino, es decir, lo que importa es que sea capaz de cerrar la brecha de superproducción, a dónde se envíen dichos gastos no interesa mucho, además, el propio Keynes decía que si era destinado a gastos improductivos mucho mejor. Por otra parte, este gasto no podía ser una simple redistribución del gasto ya existente, sino un gasto neto, por lo tanto, no podía ser cubierto por impuestos. La línea era incurrir en un alto gasto público con bajos impuestos, lo que se traduce en déficit fiscal, para que así se inyectara más dinero a la economía que el que se extraía de ella. Así se lograba aumentar el Gasto Publico y con ello la demanda efectiva. Mas tarde, según Keynes, se incrementarían los ingresos y la ocupación. El riesgo de tal política era la inflación. Un déficit no cubierto en la balanza fiscal provocaba inflación. La Política Monetaria también estaba en función del Pleno Empleo y de la Política Anticiclica. Se necesitaba que el Banco Central lograra ampliar su oferta monetaria para así reducir la tasa de interés. Una baja tasa de interés supondría un abaratamiento de las inversiones productivas, y un desestímulo a la actividad financiera especulativa. El excedente de oferta monetaria también disminuiría el salario real, una de las condiciones básicas de ampliar el empleo desde la óptica keynesiana. Por supuesto se trata acá de un modelo bien simplificado, pero por lo que hemos explicado se puede constatar el amplio y central papel que en la concepción Keynesiana juega el Estado. Otras características económicas como el manejo del Sistema Financiero Internacional, la Balanza Comercial y el potenciamiento del Mercado Interno hacen del Estado Keynesiano un elemento fundamental del mecanismo de reproducción de la economía capitalista en su conjunto.

3.2. Milton Friedman.

A partir de la publicación en 1956 en los Estados Unidos de una serie de artículos titulados Estudios sobre la Teoría Cuantitativa del Dinero por el profesor Milton Friedman se demarca el nacimiento de una doctrina económica que a lo largo del siglo XX trató de ser la antípoda teórica – practica del Keynesianismo. Los monetaristas tienen una visión cualitativa diferente del mecanismo económico capitalista a la asumida por los Keynesianos. Las siguientes tesis esbozadas por algunos autores monetaristas y por historiadores del pensamiento económico pueden ilustrar los puntos de vista de los llamados monetaristas:

“La economía es básicamente estable y no necesariamente está sujeta a periodos consecutivos de una severa reseción e inflación. Los grandes ciclos de los negocios que se producían en el pasado se debían, en primer lugar, a las amplias oscilaciones en el ritmo de crecimiento de la masa de dinero”. (L. Anderson y Jordán)

“Ciertos aspectos insatisfactorios del funcionamiento de la economía capitalista no son característicos del Capitalismo como tal, sino que derivan de una política monetaria defectuosa, y la política monetaria es una función del gobierno” (Celand B. Yeager)

En estas tesis resaltan dos aspectos básicos de la doctrina monetarista. Por una parte la frenética reducción de la ciencia económica al estudio de los fenómenos monetarios, y en segundo lugar, un hecho más pragmático,  la presentación del Estado como el culpable de última instancia de los problemas del Capitalismo.

Friedman considera la propiedad privada, la libertad económica y la libre competencia como requisitos indispensables para un país que quiera desarrollar su economía, se opone a la organización centralmente planificada de la sociedad, arguyendo que a lo largo de la historia las empresas y medios de producción en general, administrados por el Estado han resultado improductivos e incapaces de abastecer a sus ciudadanos de los beneficios sociales que pretenden proporcionar y que, sin embargo, dichos beneficios son mejores y superiores en  los países que poseen una economía de libre mercado.

Friedman y el resto de los economistas neoclásicos monetaristas pone gran esperanza en el mecanismo de precios como instrumentos de regulación económica. Según el autor los precios cumplen tres funciones básicas: Transmitir información. / Incentivar / Distribución de la renta. En este último  aspecto se opone a la participación estatal y defiende las ganancias que cada quien obtiene. Afirma que la renta que cada persona genera a través del mercado se determina mediante la diferencia entre lo que ingresa en concepto de la venta de bienes y servicios y el costo de dicha producción. La redistribución  de la renta, vía impuesto, solo desincentiva la producción y no logra hacer llegar a los grupos marginales los beneficios económicos que se pretenden con la distribución de la renta, sólo fomenta la burocracia.

En materia internacional se opone a las medidas arancelarias, las cuales menguan la actividad económica. Afirma que si en el interior funciona la libertad económica, sin permisos aduanales, restricciones arancelarias  dentro de un mismo país, ¿por qué no ha de funcionar en el ámbito internacional?

Friedman reconoce los ataques que se le realizan a la libre empresa, pero considera que lo que ha hecho el Estado para mejorar esa situación ha resultado más problemático que si se dejara actuar libremente las fuerzas del mercado.

El Papel del Estado.

Dejemos hablar al propio Friedman:

“En una sociedad cuyos participantes deseen alcanzar el grado de libertad más alto posible para elegir como individuos, como familias, como miembros de grupos voluntarios, como ciudadanos de un Estado organizado, ¿Qué papel debe asignarse al gobierno?

Esta es su respuesta:.

“En primer lugar la protección de los individuos de una sociedad de la violencia, tanto si viene del exterior como si procede de los demás ciudadanos, a menos que exista esta protección, no somos realmente libres de elegir. {… } El segundo deber público va mas allá de la simple función policíaca de proteger al pueblo frente a la coacción física, implica una exacta administración de justicia. Tercera, la obligación de realizar y conservar determinadas obras publicas y determinadas instituciones publicas, cuya realización y mantenimiento no pueden ser nunca de interés para un individuo particular o para un pequeño numero de individuos, porque el beneficio de las mismas no podría nunca rembolsar de su gasto a ningún individuo particular o a ningún pequeño grupo de individuos. Un cuarto deber del gobierno es el de proteger a los miembros de la comunidad que no se pueden considerar como individuos responsables”[12] Esta consideración de Friedman acerca del papel que debe jugar el Estado la extrae casi íntegramente de la propia consideración de Adam Smith expuesta en La Riqueza de las Naciones en 1776.

Está claro que, al  nivel más general, en la concepción neoliberal el Estado debe actuar como árbitro, y no como jugador. Detrás de todo esto ha habido grandes intereses hegemónicos ocultos que no queremos pasar a discutir acá·. Desde el punto de vista macroeconómico qué papel se le asigna al Estado. Obviamente los monetaristas hacen énfasis en la política monetaria. Como según ellos el mal mayor de la economía capitalista es la inflación, y esta es causada por el exceso de oferta monetaria, el gasto público deficitario…, pues la solución está en la readecuación de estos elementos. Friedman propone que el Banco Central ajuste su oferta monetaria a las variaciones en el crecimiento de la economía real, limitando así a largo plazo los problemas inflacionarios. El Gasto Publico Deficitario debe desaparecer, y esto más que un acto tecnicoeconomico, es un ataque a nivel socioeconómico, pues los gastos señalados para desaparecer no son otros que los gastos macrosociales.  Esta es, en forma muy reducida, el papel económico que le asignan los neoliberales monetaristas al Estado.

4. Teoría de la Inflación.

4.1. La Concepción Keynesiana.

Keynes perteneció a aquellos economistas occidentales que vieron en la inflación una de las tendencias mas evidentes del propio desarrollo de la economía capitalista en su progresión histórica.

Según el economista el proceso inflacionario fuera de control provoca procesos que desgastan la base de las relaciones capitalistas.

Keynes veía la causa más importante de la inflación en la eterna insuficiencia de dinero en el Tesoro Público.*Lo mas frecuente en estas condiciones es que el gobierno trate de cubrir el déficit recurriendo a un impuesto inflacionario disimulado”. Por eso en los años veinte, Keynes se manifestó contra el aumento desmedido de los gastos gubernamentales.

Ya en Teoría General y bajo el influjo de los cambios ocurridos en la vida real de la economía capitalista el lugar central lo ocupó la tesis sobre la insuficiencia de la demanda efectiva. En la concepción keynesiana el proceso inflacionario estaba relacionado con el exceso de demanda efectiva, pero esta variante es la opuesta a la tratada en su libro, dado que como se conoce Keynes se ocupó de la Sobreproducción General,  por lo que no aparece en su obra principal un capitulo especifico dedicado a  explicar la inflación. En los esquemas keynesianos el crecimiento inflacionario de los precios, en la mayoría de los casos, debe estar precedido por cambios favorables en el sector real de la economía: la ampliación del volumen de la producción y la caída de la desocupación. Esto arroja luz sobre la idea del rol estimulante de la inflación sobre el curso del desarrollo económico. Según Keynes, la inflación auténtica o absoluta tiene lugar cuando el ulterior aumento de la demanda efectiva ya no conduce más a un aumento de la producción, sino que se agota enteramente en el aumento del costo por unidad, en rigurosa proporción al aumento de la demanda efectiva, lo explicita así “un aumento en la cantidad de dinero no tendrá el menor efecto sobre los precios mientras haya alguna desocupación, y la ocupación subirá exactamente en proporción a cualquier aumento de la demanda efectiva producida por la elevación de la cantidad de dinero, mientras que, tan pronto como se alcance la ocupación completa, la unidad de salarios y los precios serán los que crecerán en proporción exacta al aumento de la demanda efectiva { … } mientras haya desocupación, la ocupación cambiará proporcionalmente a la cantidad de dinero, y cuando se llegue a la ocupación completa, los precios variarán en la misma proporción que la cantidad de dinero”.[13]

En la concepción keynesiana el empleo total es el punto en que empieza la verdadera inflación, y la inflación es, en este sentido, un fenómeno del empleo total. La verdadera inflación tiene lugar cuando se elevan los precios, sin que esta elevación vaya acompañada por la del empleo y la producción. La inflación es originada por nuevos aumentos de la demanda efectiva después de haber alcanzado el empleo total.

A partir de la perspectiva keynesiana la inflación de precios puede ser atacada, bien ampliando la magnitud de la disparidad de la renta y el consumo en el empleo total hasta que dé cabida al volumen de la inversión, o bien reduciendo la cuantía de la inversión para adaptarla a la magnitud de la disparidad entre la renta y el consumo en cuanto a los precios existentes. De cualquier manera, la teoría keynesiana de inflación carece de un elemento básico, una teoría absoluta de precios que no desplace constantemente el problema de los precios a la órbita de la circulación y a su análisis meramente cuantitativo sin haber previamente entendido su contenido esencial y verdadera determinación económica[14].

4.2. Milton Friedman.

El problema de la inflación es central para los economistas monetaristas. Para ellos la inflación es el enemigo público número uno del Capitalismo. Sin embargo, en su teoría la  inflación no es resultado del propio mecanismo económico, sino de la mala política económica aplicada por el Estado.

Estos economistas consideran que la inflación prolongada siempre y en todo lugar es un fenómeno puramente monetario. Según Friedman “La inflación, siempre y en todas partes fue un fenómeno monetario… Puede producirse solamente cuando la cantidad de dinero aumenta más rápidamente que la cantidad de la producción fabril”.[15]

En esta concepción, la reacción alcista de los precios comprueba la desmedida ampliación de la demanda monetaria agregada. Por eso la causa directa del desarrollo de la inflación, su única fuente debe ser siempre la oferta excesiva de dinero. Desde el punto de vista de un partidario del monetarismo, el aumento de los precios es provocado en definitiva por una política monetaria – crediticia expansionista y de esto es culpable ante todo la dirección del Banco Emisor. Según Friedman “la inflación la elaboran en Washington, en el edificio de la Constitution Avenue, construido en el majestuoso estilo griego, donde se aloja el Consejo de los que dirigen el Sistema de la Reserva Federal”.[16]

Los monetaristas toman el nivel general de los precios directamente de las mercancías y el dinero en el proceso de circulación. En esta concepción los vínculos causa – efectos se enfocan tal como se muestran en la superficie de los fenómenos: la causa final del alza de los precios es siempre el aumento de la cantidad de dinero en circulación[17].

Las correlaciones específicas entre el estado de la circulación monetaria y el movimiento de los precios mercantiles se constituyeron después del fracaso del patrón oro. En la actualidad se dan condiciones propicias para que se mantenga una amplia brecha entre los valores y los precios de las mercancías. Esta especificidad del desarrollo de las relaciones económicas contribuye a “validar” las concepciones superficiales de los monetaristas, aun cuando estos economistas ni tan siquiera intentan penetrar en la esencia del mecanismo económico.

 Llaman la atención acerca de la inflación en lo referido a los déficit en aumento de los presupuestos gubernamentales – en claro ataque al esquema de Gasto Publico Deficitario Keynesiano- sobre la intensa expansión monetario  - crediticio – en claro ataque a la Política Monetaria Expansiva Keynesiana - , y en una serie de países, también sobre situaciones desequilibradas en la esfera de los tipos de cambio.

En definitiva los partidarios de la concepción monetarista ven la causa principal del crecimiento inflacionario de los precios, y en general de la imposibilidad del desarrollo económico, sobre todo en la instable oferta de dinero.

Hemos querido traer a colación una serie de ideas planteadas por Friedman en su Libro Libertad de Elegir donde so corrobora tanto la concepción general de la inflación como sus rasgos metodológicos principales:

“la inflación no es un fenómeno capitalista… tampoco es un fenómeno comunista” p 352.

“En el mundo moderno, la inflación es un fenómeno relacionado con la impresión de billetes” p.353.

“El reconocimiento de que una inflación importante es siempre y en todos los sitios un fenómeno monetario representa solo el inicio de una comprensión de las causas y soluciones de la inflación”. p. 353.

“La inflación se produce cuando la cantidad de dinero aumenta mas rápidamente que la de bienes y servicios, cuanto mayor es el incremento de la cantidad de dinero por unidad de producción, la tasa de inflación es mas alta. Probablemente no existe en la economía una proposición tan bien establecida como esta”. p. 353.

“no conocemos ningún ejemplo a lo largo de la historia de la existencia de una inflación substancial duradera que no se viera acompañada de un rápido incremento más o menos equivalente de la cantidad de dinero y tampoco de ningún caso en el que un rápido aumento de la cantidad de dinero no fuera seguido de su correspondiente inflación” . p. 355.

“el aumento salarial por encima del de la productividad constituye una consecuencia de la inflación, no una causa, como algunos pretenden hacernos creer”. p. 361.

“la inflación es un fenómeno mundial en el sentido de que ocurre en muchos países al mismo tiempo, exactamente del mismo modo que los elevados gastos y déficit públicos son fenómenos bien universales. Pero la inflación no es un fenómeno internacional en el sentido de que cada país por separado carece de la capacidad para controlar su propio crecimiento de los precios, al igual que los elevados gastos y los déficit estatales no son debidos a fuerzas que se encuentran mas allá del control de cada país”. p. 362.

“la productividad desempeña un papel secundario en la inflación, es dinero es el elemento importante”. p. 363.

“la inflación es principalmente un fenómeno monetario, provocado por un crecimiento mayor de la cantidad de dinero que de la producción. El papel de la cantidad de dinero es el factor más importante, el de la producción, el secundario. Muchos fenómenos pueden producir fluctuaciones temporales en la tasa de inflación pero sus efectos solo pueden ser duraderos en tanto en cuanto afecten a la tasa de crecimiento económico”. p. 364.

Y por ultimo una tesis que sin lugar a dudas iba a tener una seria significación en la política económica neoliberal:

“Una falsa dicotomía nos ha orientado: inflación o paro. Esta opción es falsa. La alternativa real consiste sólo en si nos enfrentamos a un desempleo más elevado como consecuencia de unos precios más altos o debido a un efecto temporal secundario para eliminar la inflación. (Pagina. 388)

5. Teoría de la Ocupación.

5.5. John Maynard Keynes.

El problema de la ocupación es fundamental en la teoría económica keynesiana. En Teoría General Keynes significa que muy pocas veces la “teoría pura” se había preocupado por averiguar lo que determina la ocupación real de los recursos disponibles. La llamada corriente neoclásica siempre había supuesto un nivel dado de ocupación.

Keynes ataca algunos de los dogmas neoclásicos sobre todo el referido a que el desempleo era explicado por la subjetividad y la “racionalidad”. Según él, “existe una tercera clase de desocupación, la llamada involuntaria en sentido estricto, cuya posibilidad de existencia no admite la teoría clásica”[18]

En la concepción keynesiana el nivel de ocupación (N: Nivel de Empleo) puede ser movido en primera instancia por las fluctuaciones en los niveles globales de salarios reales. La relación es inversa, a mayor salario real menor nivel de ocupación. Sin embargo, Keynes advierte que llega un momento en que la disminución de los salarios reales no logra erradicar el desempleo involuntario. Según Keynes esto se debe a que existe insuficiente demanda efectiva.

Keynes relaciona el nivel de ocupación N con el modelo macroeconómico de las curvas de oferta total y demanda total. Según él, N surge como resultante de la interacción de Oferta Total  (OT) y Demanda Total (DT). En el punto donde OT = DT surgirá N, es decir, se obtendrá en determinado nivel de ocupación general. Ahora bien, el hecho de que N surja del cruce o intersección de OT y DT no significa que haya un nivel de desocupación nulo, pues nada garantiza que estas curvas se encuentren en el nivel de pleno empleo. Esta hipótesis en nuestra opinión marca una diferencia con la ley de los mercados de Say, pues si bien Keynes acepta que N surge del cruce de OT y DT, no acepta que este cruce marque un nivel de equilibrio de pleno empleo.

Valdría la pena descomponer lo que Keynes entiende por Demanda Total. Según él, esta se conforma por DT = Demanda de Consumo (DC) + Demanda de Inversiones Públicas (G) + Demanda de Inversiones Privadas (DI). En su consideración la oferta total es dada por lo tanto su análisis queda en la demanda. Si hay desocupación es porque OT > DT. Los elementos sobre los que se podría influir en la demanda total son los ya mencionados y valdría la pena analizarlos. El gasto de consumo depende de los ingresos, y a su vez de la denominada por Keynes “ley psicológica fundamental”. Según esta ley, un incremento en el ingreso total (Y) se traduce en un incremento del Consumo (C) pero de tal forma que ▲Y >▲C debido a  las características psicológicas de la sociedad. Por otra parte existe una red de distribución del ingreso que es objetiva y con ciertas características. Las personas no podrían consumir por mucho tiempo más allá de lo que ingresan, y existen grandes grupos sociales con bajos ingresos. La paradoja es que, proporcionalmente, los de mayor ingreso consumen relativamente poco, y los de bajo ingreso consumen relativamente mucho, pero de forma absoluta es un bajo consumo. La siguiente tesis keynesiana es explicita al respecto: “Cuanto más rica sea la comunidad, mayor tenderá a ser la distancia que separa la producción real de la potencial y, por tanto, más obvios y más atroces los defectos del sistema económico; porque una comunidad pobre estará propensa a consumir la mayor parte de su producción, de manera que una inversión modesta será suficiente para lograr la ocupación completa; en tanto que una comunidad rica tendrá que descubrir oportunidades de inversión mucho más amplias para que la propensión a ahorrar de sus miembros más opulentos sea compatible con la ocupación de los más pobres”.[19] Esta hipótesis está muy vinculada a su concepto del multiplicador de inversiones. En el propio libro Keynes plantea: “… cuanto mayor sea la proporción marginal a consumir, mayor será el multiplicador y, en consecuencia, más grande la perturbación que producirá sobre la recuperación un cambio dado en la inversión. Podría suponerse que esto lleva a la conclusión paradójica de que una comunidad pobre en la cual el ahorro represente una parte muy pequeña de los ingresos, estará más sujeta a fluctuaciones violentas que otra rica, en la que el ahorro sea una proporción mayor de los ingresos, y el multiplicador menor, en consecuencia”. [20]

De cualquier manera, en el modelo keynesiano se toma como general la idea de que la curva de demanda de consumo es creciente, pero debido al supuesto de la ley psicológica fundamental comienza a decrecer en el límite. Parece obvio que, sin modificar radicalmente la estructura social de la distribución el consumo no podría aumentar en el volumen necesario para llenar la brecha abierta entre la Oferta Total y la Demanda Total. De cualquier forma, Keynes considera algunos ajustes impositivos que podrían elevar en alguna medida el gasto de consumo. Pero aún en una situación de incremento de la demanda de consumo la situación quedaría: OT > ▲DMC + G + DI y quedaría una situación de superproducción y desocupación.

El siguiente factor que sigue en orden de análisis son los gastos de inversión. Keynes enfoca la inversión privada. Según el economista “la escala de inversión depende de la relación entre la tasa de interés y la eficacia marginal del capital correspondiente a diversas escalas de inversión corriente en tanto que la eficacia marginal del capital depende de la relación entre el precio de oferta de un bien de capital y su rendimiento probable”.[21]Según Keynes “… la tasa de inversión se moverá hasta aquel punto de la curva de demanda de inversión en que la eficacia marginal del capital en general sea igual a la tasa de interés de mercado”.[22]

En el largo plazo Keynes considera que la eficacia marginal del capital tiene una tendencia decreciente. En el contexto en que Keynes escribe su teoría, hablamos de una economía que recurrentemente caía en depresión, las expectativas de ganancias no podían ser muy estimulantes. Obviamente, lo que mueve al capitalista privado a invertir es la expectativa de obtener o maximizar sus ganancias. Visto así, cabe esperar que la ecuación aún logrado un incremento de la demanda de consumo y un incremento en la inversión privado quedaría así: OT > ▲DMC + G + ▲DI. Aún queda una brecha de superproducción y algún nivel de desocupación, además se mantiene un sector potencial en el sistema económico que pudiera ser convertido en real si se incrementase la demanda efectiva. El análisis prosigue en lo que a juicio del propio autor es el centro de su teoría, el gasto de inversión pública.

“Desde el momento que D1 + D2 = Φ(N), en donde  Φ es la función de la oferta total, y como, según hemos visto, D1 es función de N, que puede escribirse X(N), dependiendo de la propensión a consumir, se deduce que Φ(N) – X (N) = D2.”. [23] Esto se puede leer también así [OT – DT = D2], o más abiertamente:

OT – [DMC + DI] = G. “De aquí se desprende que, en equilibrio, el volumen de ocupación depende a) de la función de la oferta global Φ, b) de la propensión a consumir x y c) del volumen de inversión, D2. Esta es la esencia de la teoría general de la ocupación”. [24]

La demanda efectiva, y principalmente su componente de inversiones es el elemento clave. En el estudio de la ocupación para Keynes “si no ocurren cambios en la propensión a consumir, la ocupación no puede aumentar, a menos que al mismo tiempo D2 crezca en tal forma que llene la diferencia ampliada entre Z y D1 [25] En la misma línea critica a los neoclásicos. “El volumen de ocupación no está, pues, fijado por la desutilidad marginal del trabajo, medida en salarios reales, excepto en el caso que la oferta disponible de mano de obra para una magnitud dada de salarios reales señale un nivel máximo a la ocupación. La propensión a consumir y el coeficiente de reversión nuevo determinan, entre ambas, el volumen de ocupación, y éste está ligado en una sola forma con un nivel determinado de salarios reales – no al revés [ … ] Este análisis nos proporciona una explicación de la paradoja de la pobreza en medio de la abundancia; porque la simple existencia de una demanda efectiva insuficiente puede hacer que el aumento de ocupación se detenga antes de que haya sido alcanzado el nivel completo, como ocurre frecuentemente”.[26]

En el Capítulo 18 de su Teoría General Keynes da los elementos más generales acerca de la teoría de la ocupación. El economista considera como variables independientes finales las siguientes: “1) los tres factores psicológicos fundamentales, es decir, la propensión psicológica a consumir, la actitud psicológica respecto a la liquidez y la esperanza psicológica de rendimiento futuro de los bienes de capital, 2) la unidad de salarios y 3) la cantidad de dinero según se fija por la acción del banco central ; de manera que, si tomamos como conocidos los elementos arriba especificados, estas variables determinan el ingreso nacional y el volumen de ocupación”. (Paginas . 236 – 237.)

5.2. Milton Friedman.

Los estudios de Friedman y compañía sobre el problema del empleo tienen un estrecho vínculo con la famosa “Curva de Phillips”. Más bien, Friedman y Edmund Phelps propusieron un nuevo enfoque de la estabilidad de la curva de Phillips. El lugar objetivo de las variables económicas reales del modelo keynesiano y neokeynesiano es sustituido en este enfoque por las llamadas teorías de las “expectativas racionales”. Según la hipótesis de las expectativas racionales se supone que en la interpretación de la curva de Phillips debe tenerse en cuenta que en el largo plazo los participes del proceso económico han de lograr correctas valoraciones en sus expectativas por lo que el nivel de equilibrio de desocupación se alcanza siempre como  tendencia. A la tasa de desequilibrio de la desocupación se le llama por los monetaristas “tasa natural de desempleo”. El nivel de desocupación natural, por definición, es compatible con las variaciones previsibles del ingreso monetario agregado y de los precios. Por consiguiente, de acuerdo con la concepción descrita, en una perspectiva prolongada no existe una dependencia negativa entre el nivel de desocupación y los ritmos de desarrollo de la inflación. Si se ve de otra forma, la curva de Phillips a largo plazo es una recta vertical que cruza el eje de las abscisas en el punto de la tasa natural de desocupación.

Las curvas verticales de largo plazo de Phillips, en los esquemas teóricos de Friedman, empalman directamente con las construcciones monetaristas. Así, la fuerza motriz del proceso es el aumento de la cantidad de dinero en circulación, sin embargo, éste no puede provocar modificaciones a largo plazo en las dimensiones de la ocupación; en una perspectiva prolongada implica solamente el incremento inflacionario de los precios. Como se puede apreciar, hay una ruptura con la concepción keynesiana, pues, Keynes recomendaba incrementar la oferta monetaria con el objetivo de disminuir la tasa de interés, incrementar las inversiones, disminuir el salario real y con todo esto elevar el nivel del empleo. Para los monetaristas – que no aceptan el efecto sobre la economía real del dinero – el incremento de la cantidad de la masa monetaria donde único puede hacerse sentir era en el desencadenamiento de un proceso inflacionario.

El problema del nivel de la propia tasa natural de desocupación no tiene una relación directa con la estrategia económica del gobierno.

Mientras el salario relaciona a las variaciones de la oferta y la demanda corrientes, el equilibrio en los mercados de mercancías y de trabajo, finalmente se mantiene en este nivel como resultado de la acción de las fuerzas económicas de “autorregulación”. Es decir, la tasa natural de desempleo es lograda por el propio mecanismo de mercado capitalista. Semejante planteo del problema refleja las ideas más generales acerca del papel económico que el Estado debe desempeñar en el funcionamiento de todo el mecanismo económico, a saber, un papel pasivo.

Hay un elemento muy interesante. Supongamos que la tasa natural de desempleo se haya en un 5%. Si se intenta disminuir el desempleo por debajo de esa cifra el proceso inflacionario arrasará la economía, por lo que está vedado el procedimiento. Pero la economía puede estar en el 5% de desocupación y existir inflación, lo cual significaría un cuestionamiento a la hipótesis monetarista. Y más que eso, cuando la tasa real de desocupación supera la tasa natural, siendo invariables las restantes condiciones, debería comenzar un aminoramiento del proceso inflacionario. Sin embargo, si se asocia legítimamente la tasa natural con la tasa de desocupación que conserva una significativa estabilidad en el transcurso de un período prolongado, corresponde deducir que también la modificación del enfoque de la curva de Phillips está claramente en desacuerdo con muchos episodios en el desarrollo de la economía capitalista.

La utilización de la curva de Phillips en combinación con el postulado de las “expectativas racionales” nos lleva inevitablemente a concluir que en períodos más o menos prolongados debe mantenerse la tasa de desocupación natural para una economía dada. No obstante la realidad ha demostrado no sólo las continuas y significativas oscilaciones de la desocupación, sino además que la desocupación masiva que se produjo puede conservar las dimensiones críticas durante períodos suficientemente largos.

Friedman vincula la elevación tendencial de la tasa de desocupación con la existencia de leyes sobre tasas mínimas del salario y con la fuerza de las organizaciones sindicales. El componente político de esta concepción es bien claro.

Los monetaristas neoliberales sólo reconocen un tipo de monopolio, el sindicato de los trabajadores. Según estos economistas los obreros imponen un salario mínimo que actúa como precio monopolista que obstruye el “libre mercado” de fuerza de trabajo. Por tal razón explica que la causa de la desocupación radica ahí. Por otra parte, al introducir en la ciencia económica el criterio general de las expectativas racionales, pues de buenas a primeras el desempleo se toma en un proceso subjetivo, pues, los trabajadores prefieren la “utilidad” del ocio que la desutilidad del trabajo. Es una teoría de pura lógica formal que no se interesa por el mundo real porque, en última instancia, el mundo real está equivocado y su teoría es acertada.

Conclusiones.

Tanto las concepciones económicas de Keynes como de Friedman han constituido los sistemas teóricos – prácticos de más relevancia en el pensamiento y la política económica de las naciones capitalistas a lo largo de gran parte del siglo XX.

Podemos ver que se trata de dos economistas que, aún compartiendo el mismo interés clasista y la misma posición ideológica, presentan serias divergencias en cuanto a su filosofía económica – política, a su arsenal metodológico, a su epistemología de la ciencia económica en general. Keynes más apegado al estudio cualitativo de los fenómenos, más cercano a los procesos reales y su implicancia social; Friedman más apegado a una metodología cuantitativa, extremadamente teorética y apoyada en modelaciones matemáticas formales donde la realidad se presenta con mucho menos credibilidad. Esto se debe a las bases doctrinales de la que parten ambos autores, Keynes más resentido de la economía neoclásica, mucho menos creyente de la viabilidad de las formulaciones  matemáticas en el análisis puramente económica; Friedman asumiendo los puntos de vista del liberalismo temprano de Adam Smith, las formulaciones de los cuantitivistas, las concepciones de equilibrio global y sentando toda esta concepción económica en una filosofía altamente individualista y anticomunista.

En Keynes encontramos la opinión fundamentada de que el capitalismo no es, en modo alguno, un sistema armónico. Que la libre iniciativa de los hombres y su búsqueda de su mejor situación personal no tiene que redundar necesariamente en el bien común, en el mejoramiento de la sociedad, y mucho menos en el logro de las complejas interrelaciones económicas que propician la reproducción del sistema como un todo. Para Keynes la sociedad y la economía, era necesariamente mucho más que la simple suma de las partes.  

Friedman asume que el capitalismo es un sistema eterno y natural, expresión terrenal del reino celestial donde existe un orden natural que, de no ser violentado traerá a la economía y la sociedad un estado de desarrollo y progreso creciente. El Estado sería sólo un elemento negativo que entorpecería la buena funcionalidad objetiva del mecanismo económico.

La resultante de esta caracterización: Keynes presenta al Estado como solución, Friedman lo toma como problema. Keynes se asume en época de recesión, Friedman tiene sentido cuando el sistema funciona bien.

Para Keynes la inflación era una especie de mal necesario que se intercambiaba por el desempleo, aparecía como resultante de un exceso de demanda efectiva ante una situación donde ya el empleo no puede hallar más crecimiento. Keynes asume la idea de que la disminución de los salarios reales contribuiría a la elevación de la ocupación, aunque no sería la única vía. La manera de disminuir los salarios reales atravesaba por elevar la oferta monetaria. A su vez, tal elevación de la oferta monetaria y las inversiones tenían el doble efecto de disminuir los salarios reales y elevar la demanda efectiva. En Keynes la inflación estaba en función de garantizar altos niveles de ocupación en el sistema.

Friedman y los monetaristas veían en la inflación el problema central de la economía capitalista. Su causa, según ellos, siempre fue monetaria, sus orígenes: la errónea política económica del Estado en el plano de la política monetaria. Su solución: mitigar el gasto público y adecuar la oferta monetaria a las variaciones del PIB. Lo recurrente en Friedman y los monetaristas es que toman al dinero como la principal variable de la economía capitalista y a la erradicación de la inflación como objetivo de la práctica económica. De tal manera, la economía es puesta en función de atacar el proceso inflacionario, los objetivos del pleno empleo y el crecimiento económico pasan a un segundo puesto, dado que, eliminando la inflación del sistema, el mecanismo económico capitalista libre de entrometimientos generaría la riqueza necesaria y su óptima redistribución en la sociedad.

En realidad, tanto Friedman como Keynes asumen una posición superficial y externa a la hora de enfocar la inflación. Ni para Keynes ni para Friedman este fenómeno está asociado con las condiciones de producción social, el único enfoque que se le da al problema es el técnico económico, derivado esto de su concepción técnico económica de las principales variables y categorías económicas.

La variable ocupación es tratada con mucho más interés por Keynes que por Friedman. Para el primero, la desocupación era el problema central de la economía capitalista, problema que habría que resolver si se quería rescatar al sistema en su conjunto de la bancarrota. Para Keynes era evidente que no existían en el capitalismo mecanismos automáticos que llevaran a un nivel de equilibrio con pleno empleo. El fallo central asociado a la desocupación estaba, según Keynes, en el déficit de la demanda efectiva. La solución estaba en una política económica llevada a cabo por el Estado encargada de potenciar la demanda efectiva. De esta manera, el Estado se convertía en pieza fundamental del mecanismo económico capitalista y su reproducción.

Para Friedman y Cía. la desocupación era un mal menor en comparación con la inflación. Incluso se le ha tratado de dar a este proceso un carácter subjetivo, racional. Creemos que en este aspecto la teoría económica neoclásica se ha encargado más de encubrir y disfrazar la verdadera naturaleza del desempleo que en intentar resolverlo o al menos entenderlo científicamente. Quizás se deba a que en el Neoliberalismo, con sus modelos de producción flexibles y sus líneas de ganancias especulativas el rol e importancia de la fuerza de trabajo haya decrecido en comparación con el paradigma keynesiano. Si a esto le sumamos la casi absoluta presencia del capitalismo a escala universal, pues, el miedo político a las huelgas y los intentos revolucionarios se debilita y la teoría económica burguesa puede darse el lujo de dar explicaciones completamente equivocadas a fenómenos tan desastrosos. En la época de Keynes a nadie se le hubiese ocurrido decir que los obreros estaban desempleados porque así lo habían elegido. Hoy lo dicen tranquilamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía.

  • Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero.   John Maynard Keynes.
  • La Teoría General de Keynes. Ernesto Molina Molina.
  • Economía. Parte I. Samuelson.
  • Economía Política no Marxista actual. Un análisis crítico. Colectivo de Autores.
  • El Final del Laissez Faire. John Maynard Keynes.
  • Libertad de Elegir. Milton Friedman.
  • La Teoría Económica de John Maynard Keynes. Teoría de una Economía Monetaria. Dudley Dillard.
  • Tendencias del Pensamiento Económico. Paul A. Samuelson, Robert L. Bishop, John R. Coleman. Editorial Aguilar- Madrid. 1962.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

[1] Es significativo que cuando se analizan los escritos de los economistas burgueses, sobre todo los de monetaristas y neoliberales acerca de las causas del agotamiento del modelo keynesiano, es prácticamente nula la asociación de este evento con la existencia de una crisis estructural del sistema capitalista. Se presentan los fallos estructurales del sistema capitalista como los fallos del modelo keynesiano. Esto lleva a la idea de que reformando o sustituyendo el modelo keynesiano por el neoliberal todo se resolvería. Hoy asistimos al agotamiento del Neoliberalismo, y la historia está pareciendo mostrarnos una cierta regularidad sistémica en esto de los modelos de acumulación, una especie de fuerza más profunda que los hacedores de la teoría económica y la política económica burguesa  son incapaces de explicar.

[2] El Final del Laissez Faire. John Maynard Keynes.

[3] Íbidem.

[4] Íbidem.

[5] Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero. J.M.Keynes. p. 359.

[6] Ibidem. P 365.

[7] Libertad de Elegir. M. Friedman. p. 17.

[8] Ibidem. p. 20.

[9] Ibidem. p. 21.

[10] Libertad de Elegir. M. Friedman. p. 22.

 

[11] Libertad de Elegir. M. Friedman. p. 28.

[12] Ibidem. p. 50, 51, 52, 53,54.

· Nos referimos por ejemplo a la propaganda exagerada e Hipócrita de los países imperialistas que venden la idea de la no regulación para después ellos hacer todo lo contrario en sus economías domesticas. El clásico haz lo que yo digo pero no lo que yo hago.

* . Al menos esto indicaba en sus primeros estudios sobre la cuestión.

 

[13] Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero. J.M.Keynes. p. 284.

 

[14] En su aspecto analítico, Keynes aceptó la teoría cuantitativa del dinero. “Su correspondencia con los hechos está fuera de toda duda”. Es sumamente importante tener en cuenta que esta aceptación, que descansa en esa confusión tan frecuente entre la teoría cuantitativa y la ecuación del cambio, significaba mucho menos de lo que a primera vista parece, y que lo mismo puede decirse de la repulsa que más tarde Keynes hizo de la misma. Lo que en realidad aceptaba era la ecuación del cambio – en la forma que le había dado la escuela de Cambridgue – la cual, ya está definida como una identidad o como una condición de equilibrio – no implica ninguna de las tesis características de la teoría cuantitativa en sentido estricto”. 10 Grandes Economistas: de Marx a Keynes. Joseph A. Shumpeter.

[15] La Contrarrevolución en la Teoría Monetaria. Milton Friedman.

[16] Newsweek. 20/1/1969. p 46.

[17] En realidad, tanto Friedman como Keynes defienden una teoría del valor: precios completamente alejada de las condiciones objetivas de la producción, podríamos afirmar que para ellos los precios son una manifestación completamente externa, relativa e incluso subjetiva. De ahí que Friedman, por ejemplo, considere la inflación como un fenómeno externo y prácticamente mecánico. Es sintomático como estos economistas se lanzan a hacer teorías sobre la inflación cuando no han resuelto científicamente el problema de los precios y su determinación esencial. Por eso, tanto Keynes como evidentemente Friedman regresan una y otra vez a la antiquísima teoría cuantitativa del dinero, aún con nuevos remiendos, que casi siempre son formales.

 

[18] Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero. J.M.Keynes. p. 28.

 

[19] Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero. J.M.Keynes. p. 42.

[20] Íbidem. P.125.

[21] Teoría General de la Ocupación el Interés y el Dinero. J.M.Keynes. p. 146.

[22] Íbidem. p. 136.

[23] Íbidem. p. 42.

[24] Ídem.

[25] Íbidem. p.41.

Premio Nobel de Economía. 2006.


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