Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

LAS EXTERNALIDADES

 

Dra. Dora del Carmen Orfila (CV)
Univ. Buenos Aires
doraorfila@yahoo.com.ar

Definiré qué es una externalidad: en la ciencia económica una externalidad es principalmente un problema de costos. Cuando los costos privados y los costos sociales difieren, se trata de una externalidad. Se conoce muy bien que los costos de una empresa privada buscan lograr la minimización de éstos para así obtener la mayor ganancia posible. En cambio, cuando se trata de un emprendimiento estatal, no es la búsqueda de la mayor ganancia el objetivo primordial. El estado trata de dar a sus habitantes bienes o servicios que produce, aunque para ello resigne ganancias, o deba operar con costos altos e incluso continuar con una determinada producción sin cubrir tales costos durante un cierto tiempo, pero siempre en bien de la sociedad a la que sirve.

Si un país o región se encuentra con una gran discrepancia entre sus costos privados y sus costos sociales, se halla ante una situación de externalidades. Así una producción que contamina el medio ambiente, sea el agua o el aire o el suelo, está provocando un daño porque la consecuencia de sus costos de producción es soportada por otros, ajenos a sus tareas.

En cambio, si una empresa privada se crea para vgr. instalar una escuela o una universidad, sus costos privados no diferirán notablemente de los costos sociales del estado en que se asiente. En tal caso no existirán externalidades o serán insignificantes.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Carmen Orfila, D.: "Las externalidades" en Contribuciones a la Economía, noviembre 2007 en http://www.eumed.net/ce/2007b/


Aún en el caso hipotético de un mercado competitivo perfecto, cuando existen externalidades hay una asignación inadecuada de los recursos y no puede obtenerse la igualación entre el beneficio marginal y el costo marginal privado. Una solución eficiente sería igualar el beneficio marginal al costo social marginal, pero no es posible porque aún en el marco de ese mercado ideal, la empresa privada “produce demasiado del bien contaminante” y hay una brecha entre los costos marginales privados y los sociales. La sociedad pretenderá reducir la producción de esa empresa y utilizar los recursos liberados para la producción de algún otro bien.

La decisión política inmediata sería relativamente sencilla: establecer un impuesto por unidad a los productores que tenga un costo igual al costo de su acción contaminante sobre los demás. Ello puede llevar o no a una solución del problema. Pero seguramente podría ser peor no hacer nada.

En la realidad los gobiernos se enfrentan a un problema mucho más complejo que el de nuestro simple ejemplo. Supongamos que se encuentran ante una industria contaminante de las aguas y que incluso no se trata de una sola sino de varias, por lo que habría diferencias en el porcentaje total de contaminación de cada una de ellas o que ocurriera que una tuviera sistemas de descontaminación que no tienen las otras. Veremos ahora un ejemplo basado en las investigaciones efectuadas en la década del ‘60.

EL ANÁLISIS DE RONALD COASE

Ronald H. Coase destacado economista británico que posteriormente emigró a los Estados Unidos de Norteamérica, obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1991. Se destacó por su investigación sobre la relación entre la ciencia económica y el derecho. Escribió importantes trabajos relativos al análisis de costos, especialmente de los costos sociales.

En octubre de 1960 escribió un importante artículo que se publicó en el Journal of Law and Economics. El caso que analizaba era el de varias empresas que estaban radicadas al inicio de la corriente de un río y cuyas producciones contaminaban excesivamente a quienes estaban viviendo río abajo. Quería demostrar que aquéllos que vivían hacia abajo del río podrían tener un derecho de propiedad a un agua limpia. En dicha situación, los propietarios podrían cobrarle a las empresas contaminantes un importe que las compensara exactamente por el perjuicio recibido. Ahora las empresas estarían en igual situación que cuando era el estado quien les cobraba un impuesto por la contaminación ambiental que provocaban, debido a que la propiedad sobre el agua en este otro caso era de las mismas empresas.

A continuación Coase expresaba que, que desde el punto de vista económico, no tenía importancia quien poseía los derechos de propiedad sobre el agua; resultaba indiferente Entonces el núcleo del problema estaba en decidir quién debía tener los derechos de propiedad sobre el elemento contaminado. En una palabra, sólo se trataba de realizar una asignación eficiente de tales derechos.

De este análisis el autor derivaba la definición de externalidad, que era para él; la contaminación que se produce cuando existe un elemento valioso (en este caso agua limpia) sobre el que no existen derechos de propiedad. ¿Por qué no existen dichos derechos? Porque el agua limpia no puede generar mercados; no puede venderse ni comprarse.

Entonces, al crearse derechos de propiedad se estará a la vez creando un mercado y allí podría ocurrir que la “mano invisible” de Adam Smith decida la reducción o la eliminación de la ineficiencia. Se ha convertido a un bien ilimitado en un bien escaso, que por tanto ahora tendrá un precio.

Luego, la postura de Coase es que para estos casos, como el del agua limpia, la intervención estatal no es la única solución.

EL CONFLICTO ENTRE LA EQUIDAD Y LA EFICIENCIA

Puede aceptarse que desde el enfoque económico de la eficiencia, no interesa quién posea los derechos de propiedad sobre el agua. Pero respecto a la equidad social no es un argumento aceptable. Si bien cuando los residentes fueran los propietarios del agua río abajo, ellos recaudarían una tasa mayor de las empresas cuando éstas añadieran contaminación. Pero ¿que ocurriría en la situación contraria? Si las empresas fuesen las dueñas de los derechos de propiedad ellas recibirían de parte de los ocupantes del río abajo, una tasa por cualquier reducción en la contaminación. Esa reducción podría deberse a vgr. instalar una planta purificadora de tratamiento de sus desperdicios o a usar contaminantes más limpios pero más caros. Ello produciría una cuestión de incremento de los costos de producción de las firmas.

La argumentación de que la definición de los derechos de propiedad y una negociación puede llegar a eliminar la ineficiencia es muy atractiva. Pero en la práctica los acuerdos voluntarios deben presentar previamente un interés mutuo para eliminar dicha ineficiencia que no siempre existe. Tampoco podría negociarse con varias empresas si se desconoce qué porcentaje de contaminación provocan cada una de ellas, puesto que seguramente será distinto en cada caso. Además, debe tenerse en cuenta que existen otras formas de ineficiencia: el monopolio, por ejemplo. Una negociación con una empresa de este tipo sería totalmente inequitativa para los oponentes. No pueden unirse miles o quizás millones de residentes para negociar contra una empresa monopólica sobre el agua limpia del río.

Por lo expuesto, se observa que no será suficiente que haya una definición de los derechos de propiedad y una negociación libre, para equilibrar eficientemente las consecuencias de la contaminación ambiental.

De todas formas el análisis de Coase es muy importante: primero porque presentó el problema de la contaminación hace casi cinco décadas y luego porque planteó que a veces la intervención estatal no será necesariamente la única solución. Lo hizo porque en esos años ya Estados Unidos de Norteamérica tenía una contaminación notable en sus ríos y lagos.

He querido reflexionar sobre este tema y los argumentos expuestos por este destacado economista, Ronald H. Coase, para aplicar soluciones al ríspido problema que enfrenta actualmente a Argentina con Uruguay por la contaminación que creará la pastera Botnia en el país vecino y el nuestro, violando los Acuerdos del Río Uruguay firmados por ambos países hace alrededor cincuenta años.

Buenos Aires, noviembre de 2007

 

BIBLIOGRAFÍA

Robert H. Frank Microeconomía y conducta – Editorial Mc Grow Hill

Pindyck, Rubenfeld y Beker Microeconomía Editorial Prentice may

P.R. Krugman y M. Obstfeld Economía InternacionalOrfila,

Dora del Carmen Apuntes propios 


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