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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad

Sebastiao Batista
 

 

Cuarta Parte - Conclusiones generales

 

17.3 El Derecho como experiencia de libertad

           

La identidad social de un colectivo, cual sea, representa más que compartir un determinado espacio, o actuar de modo similar compartiendo las mismas razones en la búsqueda de unos mismos valores y metas, o vivir las mismas experiencias y sentimientos a lo largo de cierto tiempo y comunicarse usando unos mismos signos lingüísticos. Más que esto la identidad social empieza cuando los partícipes estructuran un orden para estos elementos y especialmente establecen roles y jerarquías para los personajes. Un orden establecido participa de la esencia de cualquier colectivo identificable. No se puede pensar en una identidad cualquiera sin un determinado orden de sus elementos que cualifican su esencia.  Así lo es en cualquier sistema; así como por ejemplo cuando se reúnen todas las piezas con las que se puede construir un automóvil; si amontonadas en un rincón, no se puede decir que ahí se tiene un automóvil, sino un montón de piezas, que no tienen su identidad como tal y tampoco cumplen su finalidad.

 

En el orden que cualifica una sociedad resaltan sus mecanismos y estructura de poder. Hay siempre un subgrupo oficial, que manda, organiza, dirige su praxis y ejerce de portavoz. Esto es inherente a cualquier organización social. Un colectivo sin mando, sin subgrupo oficial, sin liderazgo es una multitud. De ahí, de la necesidad de liderazgo y mando, nacen las clases dirigentes, que en sus roles ejercen el poder, la autoridad, la coerción, la manipulación, la seducción y la influencia para la toma de decisiones que definen las normas y los destinos de la sociedad.

           

A parte de esto, de que siempre hay un mando que estructura, mantiene y defiende ciertas praxis, valores y principios, que muestran la cara de la sociedad en un momento dado, hay que tomar en consideración también la presencia del antioficial y del oscilante. El antioficial es el que trabaja siempre por otro orden de principios, valores y praxis, o por el simple cambio de la sede de poder, y que por su natural condición de candidato a oficial suele utilizar todos los medios de descalificación del orden establecido. El oscilante es el que, por su naturaleza disponible, se adhiere tanto al oficial como al antioficial en el juego de disputa del poder, ejerciendo la función de sustentación, estabilización, pacificación o moderación en el proceso de ordenación de los valores sociales.

 

El subgrupo dirigente, al igual que el sistema social considerado como un todo, también lleva internamente la estructura del juego triádico, además de una estructura jerárquica de especialización de funciones que forman la pirámide del poder. Así, en la cima de la pirámide se encuentra el nivel de mando, el que define las políticas de acción; luego, más abajo, se encuentra en un nivel de asesoría o tecnocracia, el que diseña estrategias y abastece el nivel superior de informaciones y conocimientos técnicos; en seguida, hacia la base de la pirámide, se encuentra el nivel de difusión y propagación de las decisiones y políticas de acciones, con sus estrategias, y administración de los recursos disponibles; y en la base piramidal se encuentra el nivel de ejecución y concreción de las políticas de acción, decisiones y reglamentos inherentes al poder establecido. Esa estructura se repite en todos los niveles de poder en el sistema jurídico y social.

 

Para el enfoque unidimensional de la sociedad, no se admite conflicto de intereses. El ordenamiento jurídico legitima el poder desde la única perspectiva posible, la oficial, y la adopción de decisiones sobre valores e intereses de toda la sociedad se toma únicamente según su deseo, interés y percepción de la realidad. En esa perspectiva, los conflictos no llegan a existir, por cuanto las divergencias se resuelven conforme a las preferencias e intereses del subgrupo oficial, o bien porque se vetan o porque se eliminan las iniciativas de la oposición. El subgrupo oficial tiene en el orden establecido garantías de permanencia en la cima de la pirámide del poder y mecanismos de regulación para la permanencia del “status quo”. No admite un proceso político que pueda llevar a un orden social alternativo. El ordenamiento jurídico que regula la vida social según esta concepción es un instrumento de dominación de toda la sociedad por parte del subgrupo oficial.

 

Por su parte, según el enfoque bidimensional, se admite la existencia de un conflicto de intereses, valores, praxis y principios en la vida social, donde se pueden elegir modos de actuación alternativos. Sin embargo, las manifestaciones de oposición son eficazmente controladas con sofisticados mecanismos de poder, mediante el uso de autoridad, coerción, fuerza, influencia, sanción e incluso camuflaje del conflicto, con la manipulación de información, modelaje, adoctrinamiento y adiestramiento de actitudes, percepciones y sentimientos, con la finalidad del mantenimiento del orden establecido por el subgrupo oficial y legitimado por el ordenamiento jurídico.

 

Pero la realidad social es un gran sistema de intercambio y relaciones entre individuos, clases, grupos, partidos, compañías, etnias, culturas, naciones, Estados, continentes, etc., que coexisten entre el caos y la tiranía. Intentar regularla en toda su complejidad de relaciones, desde una referencia única y con una percepción unidimensional, lleva necesariamente por un lado a un modelo rígido, apretado, tiránico, o por otro a un modelo flojo, blando, caótico. Tampoco dos referencias y dos percepciones permiten encontrar un punto adecuado de convergencia y equilibrio en las relaciones sociales. Se sabe que en el enfrentamiento de dos fuerzas, si son iguales, se anulan, o, si son diferentes, prevalece la mayor. Así, otra vez, se vuelve al caos o a la tiranía. El ordenamiento de los factores de convivencia, producción y distribución de bienes entre todos en zona óptima, sin carencias o concentraciones, es el reto que se presenta al Derecho.

 

La regulación de relaciones y del poder en una comunidad nacional o internacional, al fin y al cabo, es lo que determina los avances o retrocesos de la calidad de vida en los diversos campos de actuación o subsistemas sociales. Desde la esfera de los intereses y valores individuales hasta la esfera de los universales, en todos los niveles de poder, el Derecho funciona como el cartílago que une las dimensiones morales, racionales y materiales, como la anchura, la largura y la profundidad del cuerpo social. Así, la disminución y la explosión demográfica, la polución y el equilibrio ambiental, la desnutrición y la salud, la guerra y la paz, el ocio y el estrés, el transporte y la incomunicación, el monopolio y la manipulación de la información, la educación y el analfabetismo, la riqueza y la pobreza, la producción y el desempleo, la libertad religiosa y el comercio de la fe, la integridad física y la violencia personal, la corrupción política y el gobierno, la justicia y la degeneración social, el reconocimiento social y la difamación son ejemplos de lo que puede ser el tejido social. Está reservado al Derecho, a través de las instituciones privadas y públicas, dedicarse a tejerlos y coserlos de modo que produzca, distribuya y regule satisfactoriamente el uso y disfrute de todos estos bienes en el juego social.

 

La justicia se sitúa en los puntos de convergencia y equilibrio de las fuerzas extremas del caos y de la tiranía, según el ordenamiento jurídico que se establezca  en el medio social. Es la resultante de la labor del hombre, que debe mezclar para cada situación, tiempo y lugar lo más valioso de su pensar, sentir y actuar. Es la construcción lógica, operativa y de sentimiento que se establece en las bases de la razón, de la voluntad y de la intuición, capaz de hacer permeable el Derecho como ciencia, como proceso y como ética o moral; es el resultante de sistemas unitriádicos, que interconectados forman una red universal, en los diversos escenarios y niveles de organización y manifestación de la vida.


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