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Apéndice I.- Una aproximación etnográfica de tres comunidades de la Costa de Oaxaca

Un día con Señor Julio

Señor Julio Hernández es un campesino que vive en Santa María Petatengo y está casado con Señora Leonor Vásquez. Julio es un hombre de 62 años fuerte e inteligente y su esposa Leonor - la que llama cariñosamente Leona– es una mujer sensible, intuitiva, amable y sonriente; ellos viven con su hija adoptiva Rosalba (Chagua), sus nietas Edith, Yesenia (Titis) y su hijo Crescencio (Chencho), un joven aún soltero. Cerca de su casa coexisten dos de sus hijos ya casados, Manuel y Benigno; antes de pasarse a sus respectivas casas vivían en el hogar paterno hasta que lograron reunir el suficiente dinero para construir sus solares.

Rosalba tiene 16 años, no sigue estudiando porque consideró que en la telesecundaria del pueblo no se impartía una buena educación y que sería perder el tiempo por lo que decidió dedicarse a ayudar a su mamá en las labores domésticas, Edith es una niña con problemas de crecimiento, del habla y de aprendizaje, tiene 8 años, no asiste a la escuela porque no puede retener la información que se le proporciona. Sin embargo, demuestra mucha vivacidad para relacionarse con las personas y en su lenguaje, poco entendible, describe su ambiente, regularmente, ella se dedica a hacer mandados y ayudar a su mamá. Yesenia es la otra nieta del matrimonio, ellas dos son, hijas de una hija de ambos que, volvió a contraer matrimonio y para evitar problemas en su nueva relación, decidió dejar a sus hijas con sus padres. Titis acaba de terminar la primaria y desea seguir estudiando para ello, ha pensado irse a Oaxaca con una hermana de su papá Julio. En estos momentos se está preparando para la ceremonia de graduación que se llevará acabo el día sábado 1º de julio del 2000.

Santa María Petatengo es una comunidad que tiene 51 años de haber sido fundada por campesinos que llegaron de diferentes partes de la región en busca de una mejor vida. Julio, conoció las inmediaciones del río de los petates hace 48 años cuando apenas tenía la edad de 14 años, él nació - como la mayoría de la gente mayor de Petatengo en una de las fincas cafetaleras de la región -, en La Constancia en 1938.

Él se levanta a las 6 de la mañana, como hace todos los días para iniciar los preparativos de su salida hacia su área de cultivo. Su esposa Leonor se levanta con él para preparar el café que Julio toma junto con algún pedazo de pan, tortilla o galletas “Marías”. Entre la espera, a que la bebida esté lista, busca su herramienta de trabajo para afilarla, - el machete. Julio afila el machete en una piedra que está en el pretil de la parte derecha de la casa. Mientras, dentro de la recamara aún duermen sus nietas en un petate junto a la cama de tablas donde también, duermen Julio y Leonor. Al fondo de la recamara puede observarse una repisa donde está puesta la imagen de la virgen de Guadalupe, alrededor del cuarto tienen acomodada su ropa dentro de algunos cajones. Las chanclas y cosas que utilizan a diario se encuentran pegadas a la pared con la intención de guardar un orden en la recamara. La cama, además de las tablas de madera, tiene dos zarapes para disminuir la dureza de la madera. La puerta del cuarto es de fierro que durante el día no se cierra hasta llegar las nueve o diez de la noche, hora de dormir. Además de la recamara de Julio y Leonor, la casa tiene otras más, que son usadas para diferentes funciones, podría decirse que esta familia es una de las familias con mejores condiciones económicas en la comunidad.

El cuarto contiguo, a la recámara donde duerme la mayoría de la familia, tiene la función de sala y de recamara para los visitantes, además de área de descanso, ahí se encuentran dos hamacas donde Julio descansa después de llegar de su día de trabajo. El lugar es un espacio abierto que tiene la forma de un cuarto con solo tres paredes, sin que una puerta detenga el paso. Es el cuarto más grande que hay en la casa, ahí están colgadas algunas fotos y diplomas de sus hijos. Al final, en la pared más amplia tiene un mesabanco, de los que se usan en las escuelas primarias. En la parte superior, en el espacio que se utiliza para escribir, tiene colocados algunos utensilios para la siembra; de vez en cuando es usado para que sus nietos jueguen y como escalón para ver a través de la ventana de armazón de fierro, sin vidrios porque es importante que corra el aire en temporada de cuaresma, cuando el calor es muy fuerte. El siguiente cuarto era el que ocupaba Manuel junto con su esposa e hijo, hoy es utilizado para guardar los instrumentos musicales del grupo que apenas se formó en Petatengo. Crescencio toca la batería en el grupo y él, junto con los demás músicos, practica algunas tardes para aprenderse una nueva melodía y, así ponerla en el repertorio.

- Es feo no tener que tocar cuando el público pide otra – dice Crescencio.

Al muchacho le brillan los ojos cuando comenta de cómo nació la idea del conjunto

- Un día nos reunimos varios del pueblo y decidimos tener un conjunto musical pero nos faltaba el dinero. Cuando ya estábamos seguros con lo del conjunto fuimos a ver al Ingeniero Paillés a pedirle un préstamo para comprar los aparatos. El ingeniero nos dijo que viéramos la posibilidad de unos usados, pero nosotros decidimos que lo mejor sería tener unos nuevos. Bueno, finalmente fuimos a Oaxaca y encontramos que nos los dejaban en pagos, ya son nuestros.

Afuera de la pared del cuarto donde el conjunto practica tiene dibujado un venado con la cabeza volteada, como recibiendo a la gente que llega a la casa, en la parte inferior dice “Recuerdo de Pacheco”. Enfrente del cuarto hay un almendro sembrado que refresca en temporada de calor. El techo de la casa es de lámina de asbesto, durante la época de lluvias suena incesantemente, sin embargo, después de vivir en el lugar, sirve de arrullo para dormir, sin importar cuan torrencialmente caiga la lluvia. Más allá del cuarto de los músicos, está la cocina que acostumbraba usar la esposa de Manuel, hoy sirve para guardar los conejos que la familia está criando para emprender la venta de su carne al pueblo. Tal vez, para ofrecer guisados a los extraños que visitan a la familia. Aún, no se tiene bien en mente lo que se hará, pero sí se intentará hacer vendimia.

Leonor llama a Julio para que tome su café antes de irse al rastrojo. Después de beber se pone un trapo azul celeste en la cabeza con nudos en las cuatro esquinas para que le calce bien y no se le caiga, lo usa para contrarrestar lo fuerte del sol, cuando empieza a embravecer allá en la siembra. Se coloca los huaraches que se encuentran en el piso de tierra, ahí los deja siempre antes de subir al piso de concreto para no meter la tierra porque luego se ve sucio y puede que lleguen visitas. Mientras Leonor, llama a una de sus nietas (las que le llaman Mamá) para que vayan a moler el maíz para hacer la masa de las tortillas.

- !Titis, Titis¡ levantate lleva el nixtamal a moler.
- Ya voy mamá – responde

La niña toma el nixtamal y se va rumbo al molino que se encuentra al otro lado del río, no cruza por la hamaca, es más difícil, lo hace jugando con el agua. Hace lo mismo cuando viene de regreso con la masa. A Titis le gusta vivir de este lado del río porque hay muchos más árboles y hay menos gente, del otro lado hay más ruido, más borrachos, ahí viven casi todos los que tienen ganado; aunque también allá están las tiendas y ahí viven la mayoría de sus amigas. Es el lugar más urbanizado de la comunidad.

Leonor empieza ha hacer las tortillas para que estén listas cuando regrese Julio a almorzar.

La siembra de Julio está cerca de su casa, hay que llegar caminando por la orilla de un arroyo que se desliza paralelo al Río Petatengo, el camino es una vereda cubierta de un gran número de árboles de diferentes especies, Julio reconoce todas y sabe el uso de cada una de ellas. A medida que va caminando y para no hacer larga la trayectoria, va recordando los nombres.

- ... mmmmm.... Otatil, Palo de vaso, Cojón de caballo, Palo de bailador, Matapalo, Hormiguero, Carnero, Guisache, Cortalagua, Tamarindillo, Lombricero, Guanacastle, Patastle, Tlachicón, Papayón, Crucicillo, Coachipilín, Caulote, Mandimbo, Macuil, detiene su conteo para pensar, si pudiera tener para la próxima temporada semilla de todos estos árboles tendría que ampliar el vivero. Bueno, ahora tengo cerca de cinco mil plantas de Macuil, eso sirve para una buena porción de tierra a reforestar. Eso del programa del Ingeniero Paillés, realmente nos va ayudar a mejorar nuestra vida, lo que no entiendo es por qué algunos están en contra, si se acercaran un poco tal vez, pensarían de otra manera, pero aunque se les explique no entienden, realmente creen que el Ingeniero se va llevar la madera y nos va quitar la tierra. En fin, por el momento, mientras yo siga con mi vivero y siga sembrando, no sólo cuido mis tierras de que no pierdan su fuerza, sino que cuando llegue el momento de cortar árboles de 10 cm de ancho, yo voy a poder participar.

La vereda es amenizada por el canto de los pájaros, cada uno se turna para entonar su melodía, al mismo tiempo que se escucha el ritmo acompasado y atropellado del arroyo entre las piedras. El ambiente produce una sensación de profundidad al respirar, el alma se regocija de la libertad, de la amplitud y del señorío alegre y armónico de la naturaleza.

- Julio piensa que no se puede ser infeliz aquí, con todo esto, solo la alegría desaparece cuando la enfermedad cae como desgracia o se malogra la cosecha y no hay que comer. Entonces hay que buscar cómo encontrar la comida, pedir ayuda al compadre, y sí hay algunos pesos, contratar un mozo para que nos ayude a quitarle lo malogrado al maíz.