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Capítulo V.- El Centro de Soporte Ecológico y la participación de tres comunidades oaxaqueñas en su propuesta sustentable

Conclusiones


Dentro del esquema de la modernización y la globalización en una región de cultura tradicional, la llegada de FONATUR a la Costa de Oaxaca impuso un desfavorable arreglo que dejó a los habitantes locales sólo con la caridad que el gobierno ofrece. En este contexto, una ONG propone un modelo diferente de desarrollo, concebido para propulsar la participación activa de los locales, compartiendo conocimientos, contribuyendo a impulsar un modelo holístico de interacción entre las comunidades y sus ecosistemas. La diferencia entre la propuesta de FONATUR y la del CSE puede ser simplificada en términos de su consideración de la base natural de sus recursos. Sin evaluar las limitaciones y problemas debido a una historia larga de saqueo de madera, la agencia gubernamental expropió las tierras y vacío los pozos de agua, quitándoles a las comunidades sus medios de subsistencia. Departamentos pequeños y trabajos menores con sueldos muy por abajo de lo necesario para sobrevivir, se supuso serían los reemplazos del complejo estilo de vida rural para cubrir sus necesidades básicas; a los burócratas no se les ocurrió que ellos necesitaban compensar a la gente por removerla de su hábitat, reconocer su habilidad de administrar la economía de la naturaleza o capacitar a la gente para poder vivir un nuevo estilo de vida. Es aún más absurdo pensar que FONATUR pudiera haber sugerido a los comuneros participar en el diseño de un segmento del sector turístico que involucrara, pesca, caza o el conocimiento tradicional de sus ecosistemas. Las vastas simas de dinero gastado en el proyecto exacerbó el sentimiento de marginalidad que prevalecía entre los nativos. El modelo colonizador de desarrollo centralizado consideró a las comunidades y a su herencia cultural desechables.

El CSE, en contraste, tiene recursos económicos limitados, pero tomó la decisión de diseñar un programa que mejorara la habilidad de los comuneros para administrar el ecosistema local y que en el proceso disfrutaran un estándar de vida más alto. Después de diez años, la propuesta ha ganado más apoyo, a medida que la crisis ambiental está incrementando el discurso político de ignorar las culturas y sus instituciones tradicionales. Irónicamente, hoy, los campesinos indígenas están siendo valorados en términos de sus conocimiento de los ecosistemas, a lo que los programas institucionales y de corte desarrollista los consideran parte de la fauna a la que hay que rescatar porque tienen secretos para conservar los ecosistemas que están en peligro de extinción (Assies et al, 1999).

El proceso de reconstrucción y preservación en el cual están involucradas las tres comunidades de Oaxaca es evidente en el territorio. El CSE está promoviendo la participación activa de los comuneros, fortaleciendo sus lazos con el ecosistema, y administrando productivamente los recursos naturales sustentablemente. Esto está permitiendo a las comunidades desarrollas su propia versión de un programa local de autogobierno – autonomía – y, al mismo tiempo, crear una alternativa a la marginación urbana. Sin embargo, los comuneros no recibieron las propuestas con alegría; contrariamente, algunos pensaron que el CSE era otro agente que venía a robar su patrimonio. El Centro estableció un contrato de 15 años a través de una triple S – SSSs – en este sentido, la SSSs, como el Centro, están siendo observados por los comuneros que piensan mal de la propuesta, participarán hasta que pruebe que es una alternativa que les asegura cubrir sus necesidades básicas y un medio para reconstruir sus sociedades.