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Capítulo IV.- La Unidad Doméstica Campesina y sus estrategias de reproducción

Estrategias alternas que diversifican los medios de producción de las UDCs


La fuerza de trabajo dentro de las UDCs es primordial en su sistema productivo; sin embargo, este no es significativo en todos los ciclos de siembra ya que tienen que exportarla. Es decir, los individuos más “aptos” migran para obtener medios de consumo o producción fuera de su entorno o territorio; por lo tanto existe una merma importante. Una de las estrategias que ellos implementan para subsanar el faltante de brazos al realizar los trabajos de campo es contratar mano de obra adicional para una parte o para todo el ciclo agrícola. Sin embargo, a pesar que exista el número cotidiano de brazos, muchas veces contratan fuerza de trabajo para resolver los casos de contingencia o en momentos críticos cuando la temporada de la siembra está por concluir. Contratar mano de obra adicional es parte de la estrategia para poder sostener el volumen necesario que les permite sobrevivir durante todo el año o para incrementar el producto que les ofrece la tierra de manera global.

Es importante hacer notar, que las familias que contratan fuerza de trabajo adicional también, en momentos determinados, ellas alquilan sus propios brazos – ver gráfica 5. El proceso de alquilar brazos extras, para llevar a cabo el trabajo de campo, no sólo se hace por una remuneración económica, sino lo hacen a través de un trueque de trabajo llamado “mano a cambio ”. Es decir, los campesinos ayudan a sembrar el predio del compadre – regularmente – con la condición que éste regrese el trabajo por medio de trabajo o prestando herramienta, como es la yunta con los animales -bueyes –, o quedándose con una parte del producto que se coseche .

Dentro de las tres comunidades, se puede observar cómo ellas subsanan la falta de brazos: a) pidiendo ayuda a las personas ajenas a las unidades o a la red de familias o b) a través de la contratación de “mozos” o peones. En este sentido, la renta de mano de obra externa, para realizar la siembra o la cosecha, ocurre siempre y cuando la UDC en cuestión no tenga las manos suficientes para cumplir con las labores del campo. Esto sucede con las mujeres viudas, quienes tienen que pagar a un mozo para que le siembre sus terrenos o le desyerbe su “rancho” – pedazo de bosque comunal. La cantidad a pagar al peón es una “ley” no escrita en ninguna parte ya que, en las tres comunidades se “sabe” que por una jornada de trabajo se debe de pagar $30.00 diarios. Si, alguien paga una cantidad mayor, produce un desfalco en todas las familias que integran a las diferentes redes familiares porque se propaga esta decisión y los hombres de la comunidad empiezan a solicitar el aumento en la paga. Es decir, los peones no aceptan una cantidad menor a la ofrecida por aquel que pudo pagar el servicio a un precio mayor dentro del mercado comunal de la fuerza de trabajo; entonces, se produce un desbalance entre los ingresos y los egresos familiares. Es importante hacer notar que el hecho que una familia campesina pague por brazos extras para realizar sus trabajos, no significa que estén transformando su estructura sociocultural tradicional, sino es una manera de aumentar el volumen de producción o disminuir la falta de fuerza de trabajo dentro de la UDC, todo con la finalidad de poder seguir manteniendo su forma de vida. En otras palabras, es asegurar la cantidad de maíz suficiente que cubra sus necesidades alimenticias. En este sentido, la UDC busca el apoyo en brazos externos para poder continuar con su “forma de organización interna [...]: [que es una] unidad de producción, pero también familia y unidad de consumo (Martínez y Rendón, 1978:663)”.