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Costa Rica. Las elecciones de 1940 y la etapa socioliberal (1940-1948).

 

 

Este texto forma parte de la tesis doctoral

El cambio estructural del sistema socioeconómico
costarricense desde una perspectiva
compleja y evolutiva (1980-1998)

de Antonio Luis Hidalgo Capitán
a cuyo texto completo se puede acceder
desde este enlace

 

 

            Bajo la etapa liberal y con la expansión de la producción bananera los conflictos sociales aumentaron y el Partido Comunista fue adquiriendo una fuerza importante. Dicho partido amenazaba con hacerse con el poder en las elecciones de 1940 poniendo fin con ello al Estado liberal en perjuicio de la burguesía del país; para evitar esto la élite política costarricense buscó entre sus miembros a una figura capaz de hacer frente a la amenaza comunista y ganar las elecciones; esta figura fue Rafael Ángel Calderón Guardia, un joven médico educado en Europa y que por su carácter progresista podía resultar una alternativa conservadora al comunismo. Calderón gana las elecciones de 1940 con una amplia mayoría (Rojas Bolaños,1979, pp. 40-159).

            La década de los cuarenta va a estar vinculada al nombre de Rafael Ángel Calderón Guardia; con la llegada de este hombre a la Presidencia de la República se pone fin al Estado liberal, que ya había comenzado a transformarse en la década anterior. Calderón inició una serie de reformas sociales inspiradas en el pensamiento socialcristiano, desarrollándose en Costa Rica lo que se conoce como el intervencionismo del liberalismo tardío.

            La política intervencionista de este periodo consistió en el aumento del poder del BNCR, la regulación de los precios del café, del tabaco y de la caña, el desarrollo de una política crediticia y otra de protección industrial (pinturas, tejidos, clavos, vidrio, alambres, calzado, jabón, cervezas...), la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) como sistema de protección sanitaria y de jubilación de los trabajadores, la expropiación de las propiedades de la burguesía alemana, la aceptación de la entrada de capitales norteamericanos (West India Oil Company, United Fruit Company -expansión a otros cultivos estratégicos-, Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), Texas Oil Company...) y una política de infraestructuras (carreteras, edificios públicos, saneamiento ambiental...) (Rovira, 1982, pp. 34-37).

            Estas medidas de intervencionismo anárquico generaron un gran malestar en algunos sectores de la burguesía, hasta el punto de existir riesgos de golpe de Estado; ello obligó a Calderón a establecer una alianza política con los sectores más progresistas de la burguesía, la poderosa Iglesia Católica y el Partido Comunista. Y ya con este respaldo, se acometieron importantes reformas sociales como la incorporación a la Constitución de un capítulo donde se incluían una serie de Garantías Sociales, en 1942, y la promulgación de una Código de Trabajo, en 1943, en los cuales se recogían normas sobre salario mínimo, derecho de huelga, duración de la jornada laboral, sindicación, contrato colectivo de trabajo, igualdad de remuneración entre sexos y trabajadores rurales y urbanos...; como complemento a estas medidas se creó también la Comisión Mixta de Salarios Mínimos, de carácter provincial (Rojas Bolaños, 1979, pp. 40-159).

            Sin embargo, los éxitos en materia social no fueron acompañados de unos buenos resultados en materia económica; se disparó el déficit público, aumentó el coste de la vida, escasearon los productos básicos, hubo importantes desórdenes en la administración y numerosas acusaciones de corrupción. Todo ello obligó a que su sucesor y correligionario, Teodoro Picado, tuviese que aplicar una política de estabilización más que de reforma y, aunque se realizaron repartos de tierras y construcción de viviendas sociales, el apoyo industrial fue escaso y la política económica se centró en el control de precios, salarios, gasto público e impuestos (Rovira, 1982, pp. 34-37).

            El Gobierno de Picado fue un Gobierno de continuidad, con la figura de Calderón detrás de cada decisión; pero el desarrollo del Estado socioliberal no terminaba de convencer a la élite política del país que se organizó en torno a la figura de Otilio Ulate de cara a las elecciones de 1948.