LA DESILUSIÓN SEXENAL

Óscar Antonio Jiménez Morales

Teorías en la “Corteza Nuclear”:
Cultura política y el binomio: abstencionismo – participación electoral

Sabemos que los cambios a largo plazo, generalmente, se pueden dar en el ámbito de la cultura política, en otras palabras, la cultura política de los ciudadanos es la que a largo plazo permanece y que se necesitan algunos factores importantes para que ésta cambie a lo largo del tiempo, como es el caso de los efectos de la urbanización, del incremento de los niveles de educación, migración, crecimiento de la población, industrialización, expansión de los servicios, secularización de los medios de comunicación y, por supuesto, el efecto de las crisis ya sean políticas, económicas o sociales.
La aplicación de las políticas de ajuste, estabilización y reforma estructural de la economía auspicidas por el FMI y BM en distintos países se iniciaron desde hace ya algunas décadas, al menos tres; en el caso de México, éstas se empezaron a aplicar desde 1982, es decir, desde hace ya 27 años considerando el año de 2009. Durand Ponte1 parte del supuesto de que la cultura política cambia más lentamente que el régimen2; la hipótesis que verifica en esa investigación estriba en que los valores, las actitudes y la ideología de una sociedad mexicana que siempre vivió dentro de las formas o regímenes autoritarios, difícilmente se transforma con rapidez, en poco tiempo y a pesar de otros cambios en otros sectores o sistemas de la sociedad. Empero, antes que nada es necesario dar una definición de cultura política, ésta se entiende como el conjunto de reglas y recursos que posibilita a los actores calcular sus acciones políticas.
Éstas son reglas que se asemejan a las de una fórmula matemática que deben despejarse3. O bien, “es el conjunto de dimensiones: valores, actitudes, ideología y formas de evaluación4 que los ciudadanos hacen del sistema político, del régimen, de las distintas instituciones y de ellos mismos como ciudadanos, además de la participación política”5. La definición de la cultura política como un conjunto de reglas y recursos nos ayuda a entender la relación que existe entre sus dimensiones, los valores son los elementos más perdurables6
Según Durand, el cambio de los valores políticos de corto plazo exige cambios fundamentales en otras esferas de la sociedad; la vida económica, la desigualdad social, la eficiencia del gobierno, la moral pública, su bienestar y el nivel de satisfacción objetiva y subjetiva con su vida.7
En el caso del individuo, su cultura política, sus percepciones, valores, actitudes acerca de los objetos y procesos políticos forman parte de una cultura general, que define a la persona, la cultura política se relaciona íntimamente con otras culturas sociales (religiosa, laboral, familiar) o de otro tipo, tradiciones, arte, ritos, la separación sólo es analítica.
La cultura política constituye una abstracción de parte de una cultura global, individual. Ahora bien, al tener en cuenta estas disposiciones, ya estamos en condiciones de poder plantear con mayor claridad las preguntas que de antemano habíamos establecido: ¿cuál es la relación entre cultura política y el binomio abstencionismo participación electoral? y ¿qué relación existe entre los efectos del deterioro tanto de la esfera económica como la social en el comportamiento electoral de los ciudadanos?
La respuesta a la primera estriba en que la participación8 es una de las dimensiones de la cultura política y que el tipo de participación o abstención en este caso electoral, también corresponde a cierto tipo de cultura política, en otras palabras, la relación es estrecha, toda vez que dicha participación es un subconjunto de la cultura política, y que el tipo de cultura política determina el tipo de participación política; aunque no podemos explicar totalmente el asunto de la participación y el abstencionismo electorales solamente a partir de la cultura política.

Dados los hechos del deterioro de los niveles de vida, del bienestar socioeconómico y del desarrollo humano, los ciudadanos van a tener una cierta percepción de los mismos, acto seguido, llevarán al cabo una evaluación de aquéllos a través de los lentes, o mejor dicho, de los ojos de cierta cultura política que bien puede ser democrática, estatista o de otra naturaleza, mientras que el resultado de dicha evaluación, tendrá un efecto en su participación política y en concreto, electoral.
Durand dice algo similar a nuestro planteamiento aunque él ya lo tienen comprobado empíricamente: “El desempeño socioeconómico del país es sin lugar a dudas un factor que influye en la participación política de los ciudadanos, en su compromiso subjetivo y en la realización de actividades, en su marginación o en su alineación a la política. El dato aunque redundante en la teoría social, es muy importante en un país (México) que sufre de una desigualdad social tan grande y que continúa agravándose, acumulando sectores de la población en la pobreza y en la pobreza extrema”9.
En el México pos revolucionario se gestaron dos tipos de cultura política, la primera una estatista autoritaria y la segunda, la democrática, ésta última fue un tanto marginal pero a final de cuentas presente10 aunque sólo en algunos sectores de la sociedad. Dentro de la primera debemos indicar que la mayoría de la población siempre vio (y sigue viendo) al Estado como el responsable del bienestar tanto social como económico, y que a dicha responsabilidad se le ha acompañado con la aceptación de poderes que pueden negar a los derechos individuales11. La participación de los ciudadanos en el antiguo régimen fue un elemento central para su funcionamiento, aunque era una participación controlada, corporativista, caciquil, era una realidad que procuraba limitar el pluralismo y la participación independiente y de esta manera la cultura política mexicana se encontró ante una ambigüedad de origen plasmada en la Constitución política que dio como resultado una dualidad de culturas políticas aunque la estatista autoritaria fuera la dominante.

En el esquema 5 ya incorporamos los tipos de cultura política existentes en el país, aunque la estatista autoritaria, como hemos mencionado, sigue siendo la predominante. El asunto central que planteamos en este apartado, es que ante el deterioro del bienestar socioeconómico y por ende del desarrollo humano, los ciudadanos no sólo evaluarán dicho deterioro sino que, ante una cultura estatista autoritaria, también evaluarán al Estado, a su cúpula (el gobierno) y al partido en el poder (en el Poder Ejecutivo, principalmente) como el responsable de aquéllos, a los ciudadanos no les podría importar, en un primer momento, si existen factores externos que contribuyan al deterioro o no (aunque si los tendrán en cuenta también cuando se diga por ejemplo, que la actual crisis económica es ajena, que viene de fuera o del exterior) más bien evalúan la capacidad de éstos para poder responder a sus intereses y a los del país en general; dando como uno de los resultados de dicha evaluación, el abstencionismo electoral12 ya sea político o cívico13 y dentro de un contexto autoritario o semiautoritario y con una ciudadanía civil pobre, habría menos posibilidades de movilizarse y elegir en defensa de sus derechos.
En este tenor, un estudio muy importante es el de Benjamín Temkin 14 en el que se estudia el abstencionismo electoral a partir de la cultura política como factor explicativo. En dicho estudio, Temkin identifica peligros significativos para la salud democrática y la gobernabilidad del país en la “supuestamente” deficiente cultura democrática, acotamos, electoral, la cual prevalece entre los mexicanos. Se habla de una falta de consenso sobre la democracia como la mejor forma de gobierno, de “tentaciones” autoritarias, de un déficit en la “cultura de la legalidad”, de bajos niveles de interés y conocimiento políticos, y de una ausencia de participación ciudadana activa en la política y en los asuntos comunitarios. Tenemos que apuntar que una cultura democrática electoral (ejercicio del voto) no contradice la existencia de la cultura estatista.
Uno de los fenómenos centrales que se mencionan como muestra de los peligros a la legitimidad de las instituciones políticas y de la democracia en México es el alto nivel de abstencionismo que se ha venido observando en las últimas lides electorales.
En esta tesitura, los ciudadanos que tengan indicios, o un cierto arraigo, de la cultura política democrática, también podrían manifestarse de la misma manera (en forma abstencionista) toda vez que sabrán que una de las responsabilidades del Estado es salvaguardar los intereses de la ciudadanía aunque no de una forma paternalista.
Bajo estos argumentos, tenemos que decir también que ante un deterioro socioeconómico como el que México ha sufrido a los largo de las últimas décadas, y hoy agravado más, se encontraría aún muy lejos de poder consolidar una ciudadanía social15, por ende, se encontraría lejos de poder reforzar la ciudadanía política y civil16, a su vez, dicho detrimento y estancamiento socioeconómico es y será un gran obstáculo para consolidar la democracia integral en México.
Ya lo apuntaba desde 2003 Esteban Krotz y Rosalía Winocur con el siguiente cuestionamiento:
“¿Cómo vislumbrar entonces las perspectivas de la cultura política y del comportamiento democrático, cuando a la par del mejoramiento indudable de los procesos electorales y administrativo formales, año tras año, periodo tras periodo…, nada mejora en la experiencia vital de la mayor parte de la población pobre y excluida de las prometidas bondades de la modernidad y de la globalización?17 ¿Cómo y con qué argumentos promover una cultura cívica y fomentar la participación más amplia e intensa en los mecanismos electorales cuando la extensión de éstos no parece haber incidido positivamente en la situación angustiante y frustrante de las mayorías?” 18
Bien, ahora que sabemos cuál es la relación entre cultura política y el binomio abstencionismo participación electoral, entremos a observar los tipos de abstencionismo y algunos factores explicativos del mismo. Esta observación, constituye, dentro del modelo teórico, el tercero y último filtro; el filtro que nos permitirá conectar la “corteza nuclear” con el “núcleo”, en otras palabras, nos permitirá pasar a establecer la relación entre el abstencionismo electoral y el detrimento estancamiento del desarrollo humano en su dimensión socioeconómica.


1 Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, México, 1993-2001, México, D.F., Ed. Siglo XXI, 2004.

2Régimen político: la articulación de patrones explícitos o no, que determinan las formas y canales de acceso a las principales posiciones de gobierno y características de los actores que son admitidos y excluidos de dichos accesos, así como los recursos y estrategias que ellos puedan usar para acceder a ellos. Idem.

3 Giddens, Anthony, La constitución de las sociedades, México D.F., Ed. FCE, 1986

4 En una democracia electoral (son contados los países en donde auténticamente existen), se esperaría que los gobernantes estén sometidos a diferentes tipos de evaluación, una de ellas es la vertical electoral la cual resulta de elecciones limpias e institucionalizadas, a través de las cuales los ciudadanos pueden cambiar el partido en el gobierno y funcionarios en el gobierno, el abstencionismo electoral de corte civil y político también constituiría una evaluación dentro de los procesos electorales.

5 Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, Opus Citaum, pag. 13.

6 Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, Opus Citaum,

7Los valores son una parte fundamental de las reglas, ya que permiten cálculos, juicios y evaluaciones de la realidad política, los valores constituyen dentro de un régimen político el consenso no discutible, una especie de acuerdo general sobre lo que debe ser el sistema político. Las actitudes son consideradas como un sistema de creencias estables que conciernen a un determinado objeto y son el resultado de la evaluación de dicho objeto. Mientras que la ideología es un conjunto de creencias y actitudes estrechamente unidas por algún tipo de vínculo o independencia funcional.Ver: Converse, P., “The nature of belief System in mass publics, Apter, David, Ideology and discontent, New York, Ed. The free press of Glencoe, 1964.

8 Entenderemos participación como participación política, y para nuestro estudio más específico, como participación electoral, y en consecuencia, al hablar de este tipo de participación, ésta implicará la otra cara de la moneda, el abstencionismo electoral.

9 Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, Opus Citaum, pag. 270. Los paréntesis son míos.

10 Debido a que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece, de manera formal una República federal, democrática y representativa, pero también un poder ejecutivo fuerte que garantice el logro de los objetivos nacionales, ante tal situación, siempre existió un sector de la población que se identificaba más democrático.

11Esta cultura política se gestó>al menos desde la etapa del desarrollo de las diferentes civilizaciones prehispánicas dominantes, pasando por la Colonia hasta llegar al México postrevolucionario; el Presidente, la representación viva del Estado, el hombre fuerte, el gran Tlatoani, el todo poderoso. Aunque ya, debemos decir, la institución presidencial no tiene la misma fuerza ante los ojos de muchos ciudadanos, toda vez que Vicente Fox, en gran medida, se encargó de deteriorarla, ya hablaremos de esta situación en el Capítulo 3.

12 Siempre y cuando no sea coaccionado, inducido o sujeto a mecanismos clientelares, en otras palabras, cuando pueda ejercer o no ejercer su derecho libremente.

13 En concordancia con Durand, la herencia del régimen autoritario se muestra con fuerza: una población que siente que la realidad se agrava, que le es contraria, que aumenta la corrupción, que se incrementa la violación de los derechos humanos, que la economía empeora y que las expectativas son cada vez más pobres. Sin embargo, un hecho preocupante, es que también aparece la evaluación negativa del régimen democrático existente y la duda misma sobre su existencia, lo cual concuerda con el lento avance del consenso democrático. Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, Opus Citatum.

14 Temkin Y.,Benjamín, entre otros, Explorando la Dinámica del abstencionismo electoral, México, D.F.,  Documento preparado para el Seminario para el análisis de encuestas nacionales sobre cultura política y prácticas ciudadanas, 2003.

15 La ciudadanía social es un gran déficit de la sociedad mexicana, la desigualdad social, la inequidad creciente, la pobreza y la pobreza extrema existente obliga a decir que el derecho a participar por igual de la herencia social y llevar la vida de un ser civilizado de acuerdo con los patrones que prevalezcan en la sociedad no existe: casi dos tercios de los mexicanos carecen de esa ciudadanía. Durand advierte que la carencia de ciudadanía social es también un grave problema en dos sentidos, primero, que la marginación y la pobreza están asociadas a una cultura más autoritaria y a mayor apoliticismo. Es decir, a una ciudadanía general pobre; segundo, porque la desigualdad está asociada a la carencia de derechos cívicos, por lo que la población es más endeble y manipulable.

16 La ciudadanía civil, la vigencia de los derechos individuales, en especial el derecho a la justicia, no es plena en nuestro país, y mucho menos universal, no lo es en buena parte por la imperfección de las instituciones relacionadas: policías, ministerios públicos, juzgados, tribunales de justicia, entre otros. Los derechos del ciudadano frente al Estado se encuentran limitados por el todavía autoritarismo de los funcionarios, por la corrupción, por la falta de transparencia, por la falta de rendición de cuentas, la impunidad. La protección de los derechos de los ciudadanos tampoco es eficiente, como lo muestra la violencia y la presencia del crimen organizado (hoy agravado mucho más en el sexenio de Calderón) que amenaza la vida y bienes de todos los ciudadanos. Durand Ponte, Víctor Manuel, Ciudadanía y cultura política, Opus Citatum.

17 Pero a partir de 2006, el proceso electoral se envileció y se corrompieron las llamadas instituciones “democráticas” con el consecuente desprestigio del Instituto Federal Electoral.

18 Krotz, Esteban y Rosalía Wincour, “Cultura política y participación ciudadana” en Aziz Nassif, Alberto y Jorge Alonso Sánchez, Sociedad civil y diversidad, México, D.F. Ed. Porrúa y Ciesas, 2005. pag. 394.

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