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Influencia de la legislación en la información medioambiental suministrada por las empresas

Enrique Rafael Blanco Richart

 

EL DIVORCIO ENTRE EL MUNDO FÍSICO Y EL ECONÓMICO

Conclusiones

 

En este capitulo nos hemos centrado en intentar averiguar y analizar si el medio ambiente es o no es un problema económico y el enfoque que desde la teoría económica se le ha dado al problema, comprobando que el medio ambiente, históricamente, no ha preocupado a la teoría económica convencional aunque casi desde el nacimiento de ésta han existido voces discrepantes con la visión clásica de la economía como ciencia, que no tuvieron eco alguno.

Todas las actividades económicas ocurren en el contexto de ciertos tipos de relaciones entre la sociedad y la naturaleza. El desarrollo implica transformaciones de estas relaciones y así cuando la actividad humana se desarrolla en una escala pequeña, la propia naturaleza asume y recicla las alteraciones que se producen, pero el crecimiento de la población y la economía ha alterado de manera contundente esta relación y la naturaleza no puede soportar la actividad humana sin sufrir de manera evidente sus consecuencias.

En el mundo de hoy, tras la pugna entre la economía planificada y la de mercado, ésta última ha salido victoriosa pero esto no indica su bondad. El sistema capitalista ha sido capaz de generar un enorme desarrollo industrial y abundancia de mercancías, pero sólo en unos pocos países favoreciendo las desigualdades, ya que no ha sido capaz de satisfacer las necesidades vitales de una importante mayoría de la población ni de mantener una relación equilibrada con la naturaleza generando fuertes problemas de contaminación, deforestación, aniquilación de especies salvajes, etc.; esto ha de suponer la búsqueda de modelos de comportamiento diferentes al propugnado por la economía capitalista clásica.

Entre estos nuevos modelos o paradigmas hemos visto, entre otros, el denominado Economía Ambiental que utiliza el instrumental analítico de la economía aplicándolo a un nuevo tema que es el problema medioambiental. Es decir no intenta analizar en profundidad si el modelo clásico está en crisis o no, si se adapta o no a las nuevas realidades, simplemente incorpora un nuevo elemento, el medio ambiente, proponiendo límites a la actividad económica de forma que se minimicen sus consecuencias negativas. Sin embargo en el paradigma denominado Economía Ecológica, se integra la metodología de varias ciencias para el estudio del medio ambiente, no como una extensión de la economía convencional, sino como un análisis multidisciplinar. Es el paradigma que más integrado tiene esta necesidad de cambio buscando un modelo económico que, frente a comportamientos insolidarios como el deterioro de los ecosistemas, se base en una ética participativa, democrática y solidaria, orientada al cumplimiento de objetivos válidos para toda la humanidad siendo el primero de ellos el de la preservación de la vida. Esta economía ecológica es heredera directa de los fisiócratas que pensaban que las únicas actividades productivas, es decir las que acrecentaban la riqueza, eran aquellas que incrementaban la producción material, es decir las que generaban un producto neto, distinguiendo tres actividades productivas: Agricultura, pesca y minería. Consideraban más importante el valor de uso de las mercancías que el valor de cambio, (el monetario) aunque éste segundo lo aceptaban ya que era el que otorgaba carácter de riqueza a las mercancías. Sin embargo no consideraban posible que la riqueza pudiera separarse de forma permanente de su soporte físico.

En el análisis histórico hemos podido comprobar que los principales elementos que han definido las teorías económicas giran alrededor de tres conceptos: El valor, la riqueza y el trabajo y que desde los fisiócratas hasta la aparición de la economía ecológica, ha supuesto la expulsión de la naturaleza del marco de análisis de la teoría económica. Las teorías económicas se definieron, en un principio, en torno a la tierra y la producción de bienes físicos, para alejarse definitivamente hacía conceptos más abstractos como los de la utilidad y la escasez.

Del mismo modo evoluciona el concepto de producción con un alejamiento de sus orígenes físicos, que ha pasado desde conceptuarla como la creación de materia para terminar en un concepto ligado a la producción de valores de cambio. Por eso el medio ambiente cae fuera del mundo de estos valores ya que se trata de bienes libres cuyo valor de cambio es nulo; son sólo materias primas que cuando escaseen se sustituirán por otro material que sea abundante o será la tecnología la encargada de buscar otras alternativas. Es la falacia de la sustituibilidad sin fin, en palabras de Georgescu Roetgen.

De igual modo hemos comprobado que ante los problemas de agotamiento de recursos, contaminación, etc. y frente a la postura de los fisiócratas y la economía ecológica, la economía ortodoxa en vez de revisar su paradigma trata de adaptarse a la situación sin modificarlo, incorporando al universo mercantil (valorando) elementos y funciones medioambientales que no son valorados por el mercado. Es decir realiza una integración inversa a la necesaria, y que como ya hemos mencionado conforma el paradigma denominado Economía Ambiental, intentando incorporar el medio ambiente en la economía y no la economía en el medio ambiente.

El paradigma ortodoxo se basa en tres premisas que la Economía Ambiental trata de corregir, así:

a)                 El libre mercado asigna los recursos de manera eficiente. Ante esto la economía ambiental dice: El mercado asigna normalmente bien los recursos excepto en el terreno ambiental, por lo que hay que valorar los daños ambientales producidos y añadir estos valores a los precios para que el mercado sea de verdad eficiente.

b)                El crecimiento económico es sinónimo de bienestar, que se corrige diciendo: El crecimiento económico es sinónimo de bienestar, siempre que el bien ambiental no sea alterado sustancialmente. Si lo es, a los indicadores de riqueza y bienestar, habrá que restarles el valor asignado a este bien medioambiental modificado.

c)                 El crecimiento ilimitado es posible y necesario, que se corrige diciendo que sí es posible pero hay que preocuparse de que los recursos físicos fundamentales del plantea no sean destruidos.

Todo esto supone, hasta ahora, aceptar el concepto de externalidad de forma estática, porque ante los enormes costes de eliminar la contaminación se recurre a ponerle límites tolerables. Por lo que se concluye con que este paradigma no ataca de raíz el problema, no es la solución intentar valorar los recursos medioambientales para incorporarlos al sistema económico, ni tampoco lo es legislar para poner topes y límites a la contaminación o a la destrucción medioambiental, ni tampoco es solución única la aplicación del principio “Quien contamina paga” mediante la implantación de los llamados impuestos verdes.

Una auténtica alternativa a la visión clásica es favorecer el cambio, ya sea el de las actitudes, el de los sistemas de producción, el de ahorro de la energía, el de la búsqueda de materias alternativas no contaminantes, etc.; penalizando las actuaciones contrarias a estos principios, pero teniendo claro que sólo con la penalización no se cambian actitudes.

La defensa del medio natural necesita el cambio en la ética y los sistemas, y es lo que propugna el paradigma del Desarrollo Sostenible, posicionándose entre los extremos de la Economía Ambiental y la Economía Ecológica, propugnando el desarrollo económico con una serie de restricciones que impidan la destrucción del entorno natural. Pero considera que la consecución de este fin requiere una importante concienciación y sensibilización sobre el problema por parte de todos, de forma que un cambio en las actitudes y en la ética hacia esta finalidad puede provocar:

-                     La posibilidad real de que se produzcan desviaciones en la asignación intersectorial de los recursos a favor de las industrias que no alteren el equilibrio ambiental o que lo alteren poco.

-                     El desarrollo de un nuevo sector productivo, que puede alcanzar dimensiones cuantitativas importantes, como el de producción de equipos de descontaminación o restauración de deterioros ambientales, desarrollo de las industrias de reciclado de residuos, etc. Es decir se puede provocar una expansión de la industria ecológica

La maximización del beneficio o de la utilidad no es lo único que ha de mover el mundo, la conclusión principal es que el auténtico cambio requiere organizar un nuevo sistema económico y social en el que el uso de los recursos, el desarrollo tecnológico, las inversiones y las instituciones estén orientados hacia el logro de las necesidades vitales de toda la humanidad en armonía con la naturaleza, de tal manera que podamos lograr que las generaciones futuras también puedan satisfacer las suyas. Pero todo esto no será posible sin que se produzca una revolución cultural, un cambio de valores que promueva la búsqueda colectiva de la satisfacción de las necesidades, en vez del acaparamiento individual y la maximización del beneficio. La solución de muchos de los problemas actuales y de las necesidades de las generaciones futuras sólo es posible desde la solidaridad y la cooperación. Es decir se debe sustituir el objetivo dominante del afán de lucro por el de la supervivencia y la justicia.


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