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Las disparidades económicas intrarregionales en Andalucía

Antonio Rafael Peña Sánchez
 

 

CAPÍTULO III. LAS DISPARIDADES ECONÓMICAS PROVINCIALES EN ANDALUCÍA 1955-1997.

Factores determinantes de la convergencia sigma en productividad.

Como hemos comprobado en el apartado anterior, la convergencia sigma en productividad comienza a perder pulso a partir del periodo 1991. Ello nos hace considerar un estudio más profundo, en el que podamos establecer las posibles causas de la convergencia observada en productividad entre 1955 y 1991, y analizar si cabe esperar nuevos avances de ésta.

En un trabajo de Raymond Bara y García Greciano (1994), estos autores comprobaron que la convergencia en productividad aparente del trabajo referida al total de los sectores productivos se producía en ausencia de convergencia en productividades sectoriales. La razón de esta aparente paradoja venía explicada por la convergencia que se producía en la estructura productiva de las regiones españolas. En concreto, concluyeron que si el traspaso de recursos de la agricultura hacia otros sectores productivos, cuyo nivel de productividad es más elevado, se produce con más intensidad en las regiones pobres que en las ricas, puede ser compatible convergencia en productividad total y ausencia de convergencia en productividades sectoriales. A esta misma conclusión llegan Ángel de la Fuente y María Jesús Freire (2000) en un análisis sobre como influye la estructura sectorial sobre el crecimiento y distribución de la renta regional, confirmando la importancia que ha tenido el cambio estructural que se ha producido, y en particular la expulsión de mano de obra agrícola hacia sectores más productivos, como mecanismo de convergencia. Por otro lado, en un interesante y reciente estudio de García Velasco (2003), este autor analiza la contribución de la composición sectorial de la producción y el empleo a la convergencia regional en España durante el periodo 1955-1993, y concluye que la estructura sectorial ha influido sobre el proceso de convergencia experimentado por las regiones españolas, por lo que estima la necesidad de una política regional con claras orientaciones sectoriales para la corrección de las disparidades.

Pues bien, en este apartado del trabajo intentaremos, en primer lugar, analizar el proceso de convergencia seguida por los cuatro grandes sectores productivos (agricultura, industria, construcción y servicios) a lo largo del periodo 1955-1997; en segundo lugar, descompondremos las diferencias en productividad aparente del trabajo en la parte explicada por la estructura productiva y la parte explicada por la productividad diferencial de los sectores; y en tercer lugar, intentaremos mostrar cuál es la causa del proceso convergente/divergente observado a nivel sectorial.

A) Convergencia en productividades sectoriales.

Los resultados de la evolución de la convergencia sigma, en el largo periodo analizado 1955-1997, referidos a los cuatro sectores productivos (agricultura, industria, construcción y servicios) y al total sectorial se muestra en el gráfico que presentamos a continuación.

GRÁFICO Nº 3.28

FUENTE: Elaboración propia a partir de la Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1993 y avances 1994 a 1997, BBV.

En el sector agrícola la productividad aparente del trabajo presenta entre 1955 y 1977 un fuerte proceso divergente, sobre todo a partir del año 1965. Pero a partir de 1977 y hasta 1995 se produce una intensa tendencia convergente, año este último a partir del que se produce de nuevo un proceso divergente. Cabe destacar también el intenso comportamiento errático que presenta la convergencia sigma de este sector a lo largo del periodo analizado, debido fundamentalmente a los condicionantes poco controlables que influyen en el mismo. Se afirma que en este sector puede resultar más difícil lograr avances en convergencia en la medida en que es un sector sujeto a las condiciones climatológicas (García Greciano y Raymond Bara, 1999, pág. 6).

En el sector industrial, destacamos que entre 1955 y 1975 se produce un proceso divergente de la productividad aparente del trabajo de este sector, y a partir de este último periodo y hasta 1991 se produce un ligero movimiento convergente, año a partir del cual comienza de nuevo un proceso divergente de la productividad sectorial. Podemos observar como este sector y el sector agrícola son los únicos que muestran síntomas de convergencia en el periodo analizado. No obstante, y para profundizar en el proceso convergente/divergente de este sector, sería interesante examinar en otros trabajos la convergencia de la productividad a un nivel sectorial más desagregado.

En el sector de la construcción, la evolución del índice de convergencia sigma es bastante estable; no obstante, es preciso destacar la suave tendencia divergente que presenta, más acentuada si cabe a partir de 1975.

Con respecto al sector servicios, podemos decir que, en general, la evolución de la convergencia es muy estable, más que la evolución del sector de la construcción, ya que parece que no presenta ni fases convergentes ni fases divergentes.

Para explicar el comportamiento seguido por la productividad a nivel sectorial, y apoyándonos en la relación:

creemos interesante ver cuál ha sido el comportamiento seguido por el VAB al coste de los factores y de los empleos, ambos analizados desde una óptica sectorial y global. Por tanto, comenzamos analizando el comportamiento seguido por el VAB al coste de los factores, tanto a nivel global como a nivel sectorial, que presentamos en el siguiente gráfico.

GRÁFICO Nº 3.29

FUENTE: Elaboración propia a partir de la Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1993 y avances 1994 a 1997, BBV.

En el gráfico anterior constatamos que, si bien a nivel global se produce un ligero movimiento convergente del VAB al coste de los factores, no es así en cada uno de los sectores productivos analizados.

Con respecto al sector agrícola, comprobamos como muestra un comportamiento muy errático, por lo ya mencionado anteriormente. En efecto, en este caso, el proceso convergente/divergente seguido no muestra un claro sentido hacia un lado u otro.

El sector industrial muestra una tendencia estable en su comportamiento, presentando a partir de 1973 un ligerísimo proceso convergente pero quizás no significativo como para influir en el conjunto de los sectores.

El sector de la construcción presenta claramente un proceso convergente desde 1955 hasta 1989, año este último en el que parece que, de una forma alterna en divergencia y convergencia, se paraliza dicho proceso.

Con respecto a los servicios, observamos como la tendencia seguida por este sector es muy estable, sin mostrar síntomas de convergencia o divergencia a lo largo del largo periodo analizado.

Si analizamos el proceso convergente seguido por el VAB al coste de los factores en el periodo 1955-1997 e intentamos explicarlo a partir del comportamiento seguido por el VAB al coste de los factores a nivel sectorial, comprobamos como son los procesos convergentes seguidos fundamentalmente por la industria y la construcción los que han provocado la tendencia convergente examinada a nivel global.

Un análisis de la convergencia sigma de los empleos a nivel global y por cada uno de los sectores nos mostrará la relación que podemos establecer entre productividad, VAB al coste de los factores y empleos.

GRÁFICO Nº 3.30

FUENTE: Elaboración propia a partir de la Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1993 y avances 1994 a 1997, BBV.

Como podemos observar en el gráfico anterior, el comportamiento global de los empleos a lo largo del periodo analizado 1955-1997 ha sido de una estabilidad manifiesta, manteniendo prácticamente el mismo nivel dispar al final del periodo analizado del que partía en 1955.

A nivel sectorial, y partiendo del sector agrícola, observamos como este sector muestra una importante tendencia a la convergencia, sobre todo a partir de 1967 y hasta 1989, año este último en el que el proceso convergente finaliza, siguiéndole un proceso estanco.

Con respecto a la construcción, el proceso muestra también una tendencia hacia la convergencia provincial en términos de empleo, también sobre todo a partir de 1965, ya que anteriormente muestra un comportamiento tendente a la convergencia pero muy intenso entre 1963 y 1965.

Podemos constatar que los dos sectores que faltan, industrial y servicios, muestran ambos una tendencia similar, con prácticamente los mismos indicadores de convergencia, mostrando una tendencia muy estable a lo largo del periodo en cuestión.

Por todo lo anterior, podemos hacer una serie de consideraciones sobre lo analizado en este apartado.

Por un lado, podemos afirmar que a escala sectorial se presenta convergencia sigma en productividad aparente del empleo en los sectores agricultura e industria, sobre todo a partir de 1975, ya que en periodos anteriores los procesos seguidos por estos dos sectores eran divergentes. También hemos comprobado que los procesos seguidos por la construcción y los servicios han sido muy estables en el periodo analizado, no mostrando una tendencia claramente acentuada el sector industrial y una ligera tendencia divergente el sector de la construcción. Si observamos que la tendencia seguida por la productividad aparente del trabajo ha sido claramente convergente en el periodo analizado, podemos decir que a partir de 1975 este proceso convergente ha venido de la mano de los procesos convergentes seguidos por los sectores agricultura e industria. Pero, debemos intentar profundizar en el estudio de lo ocurrido hasta 1975, en el que se producía convergencia sigma en productividad total, no correspondiéndose ésta a nivel sectorial. Esto plantea la posibilidad de que los cambios en estructura productiva hayan sido una fuente de convergencia en productividad total. En el siguiente apartado intentaremos ver como las diferencias en productividad pueden deberse a la distinta productividad individual de cada sector o a las diferencias en estructura productiva.

Por otro lado, hemos de destacar también que los valores de convergencia al final del periodo analizado (1997) en los sectores construcción y servicios son, de por sí, muy reducidos, por lo que resulta improbable esperar reducciones sustanciales en el futuro que hagan reducir la convergencia sigma en productividad total.

Y por último, si relacionamos a nivel sectorial lo ocurrido con la productividad, el VAB al coste de los factores y los empleos, podemos afirmar que, de forma muy general, la convergencia en productividad agrícola desde 1977 se ha debido fundamentalmente a la convergencia mostrada por los empleos en la agricultura. El proceso convergente de la industria desde 1975 se ha debido a los procesos ligeramente convergentes del VAB al coste de los factores y al de los empleos. El proceso divergente seguido por la construcción se ha debido a los procesos convergentes del VAB al coste de los factores y de los empleos, siendo éste último mucho más intenso y provocando una tendencia dispar en la productividad. Y el comportamiento estable seguido por los servicios es como consecuencia del comportamiento también estable seguido por el VAB al coste de los factores y de los empleos.

B) Estructura productiva y productividad diferencial de los sectores.

Las diferencias en la productividad aparente de los empleos para el total de los sectores productivos se puede descomponer en dos factores, que son:

a) La productividad diferencial atribuible a la estructura productiva: este factor recoge los cambios, en las diferencias con respecto a la media, de los pesos sectoriales en términos de empleos, ponderadas por la productividad media en cada sector productivo. Es, por tanto, una medida de estructura productiva, ya que recoge las diferencias de peso sectorial del empleo entre la provincia “i” y la media regional.

b) La productividad diferencial corregida por estructura productiva: este factor valora las diferencias de productividades sectoriales entre la provincia “i” y la media regional, ponderado por el peso sectorial del empleo en cada provincia. Este factor mide la productividad diferencial una vez descontado el efecto de los cambios en la estructura productiva.

A partir de esta descomposición, cabe realizar una aproximación logarítmica, y posteriormente calcular varianzas, con el fin de analizar la evolución temporal seguida de la varianza de las diferencias con respecto a la media del logaritmo de la productividad y de sus componentes, la varianza de las diferencias en estructura productiva y la varianza de las diferencias en productividad corregida, cuyos resultados presentamos en el gráfico nº 3.31 y en el cuadro nº 3.42.

GRÁFICO Nº 3.31

FUENTE: Elaboración propia a partir de la Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1993 y avances 1994 a 1997, BBV.

En el gráfico anterior (gráfico nº 3.31), podemos observar como la reducción de la varianza del logaritmo de la productividad aparente del trabajo es el resultado, fundamentalmente, de un proceso de homogeneización de las estructuras productivas entre las distintas provincias andaluzas. En efecto, las diferencias con respecto a la media del peso del empleo sectorial son cada vez más reducidas ente las provincias andaluzas, lo que genera un proceso de convergencia en estructura productiva y, por lo tanto, en productividad. Por otro lado, también es necesario destacar la influencia que sobre las diferencias en productividad aparente del trabajo tiene la productividad corregida una vez descontado el efecto de los cambios en estructura del empleo. Podemos comprobar como, por un lado, en el periodo comprendido entre 1969 y 1975, se produce un aumento de las diferencias en productividad total debido al aumento de la varianza de la productividad corregida, mientras que a partir de 1975, la tendencia de la varianza de la productividad corregida acompaña a la varianza de las diferencias de la productividad total.

Es necesario destacar también como, sobre todo a partir de 1991, se produce una interrupción del proceso de homogeneización de las estructuras productivas, interrumpiéndose, de la misma manera, el proceso de reducción de las disparidades en productividad global. Con respecto al otro componente, es decir, a la productividad corregida una vez descontado los efectos de los cambios en la estructura del empleo, hemos de decir que, sobre todo a partir de 1975, ha marcado la pauta a seguir por las disparidades de la productividad. No obstante, este proceso se intensifica a partir de 1991, debido a la interrupción del proceso de homogeneización de las estructuras productivas, lo que hace que las disparidades en productividad global vengan explicadas en mayor medida de las disparidades seguidas por la productividad corregida.

Lo último comentado lo constatamos más claramente en el cuadro nº 3.42 que a continuación presentamos .

CUADRO Nº 3.42

DESCOMPOSICIÓN DE LAS DIFERENCIAS DE LA PRODUCTIVIDAD APARENTE DEL TRABAJO

Este cuadro permite analizar la contribución de la convergencia en estructura productiva y la convergencia en productividad corregida a la convergencia en productividad total. Si observamos los datos que en el mismo presentamos, en 1955 el 41,69 % de las diferencias del logaritmo de la productividad se debía a las diferencias en estructura productiva, mientras que tan sólo el 18,07 % era debido a las diferencias en productividad corregida, siendo el restante porcentaje (poco más del 40 %) debido fundamentalmente a la interacción entre los dos anteriores. Por otro lado, y ya en 1997, las diferencias en estructura productiva, que ya son de por sí muy reducidas, tan sólo explican el 5,24 % de las diferencias en productividad global, mientras que las diferencias en productividades sectoriales corregidas explican el 47,51 % de las diferencias en productividad total, siendo el porcentaje de interacción entre ambas de más de 47 puntos.

Del análisis realizado anteriormente podemos extraer algunas ideas que pueden resultar de sumo interés para el estudio que, sobre las disparidades andaluzas a nivel provincial y la repercusión que sobre ésta ha tenido la productividad, estamos realizando.

En primer lugar, la convergencia en productividad total ha venido explicada en gran parte del periodo analizado por la convergencia en estructura productiva, apreciándose signos de convergencia en productividades sectoriales corregidas una vez descontado el efecto de los cambios en la estructura del empleo a partir de 1975, siendo a partir de 1969 cuando la capacidad explicativa de esta última variable sobre la convergencia en productividad total se ha incrementado, pasando a ostentar la mayor capacidad explicativa de la convergencia en productividad total.

En segundo lugar, comprobamos como las posibilidades de convergencia en productividad en el futuro parecen limitadas por dos razones: la primera, porque las diferencias en estructura productiva (que como hemos podido comprobar, a lo largo de todo el periodo analizado 1955-1997 ha acompañado al proceso de convergencia de productividad total, configurándose como una fuente importante de convergencia en productividad total, aunque cada vez con menor intensidad) alcanzan cotas muy reducidas a partir de 1991; la segunda, y si nos fijamos en los últimos años, podemos observar como las diferencias en productividad total vienen explicadas, fundamentalmente, por las diferencias en productividades sectoriales, por lo que esperar convergencia en productividad total supone esperar convergencia en las productividades sectoriales, lo que constatamos que de los 42 años analizados, sólo se ha producido de forma continuada en un periodo de 16 (entre los años 1975-1991).

Por tanto, y resumiendo los dos puntos anteriores, cabe destacar que de ahora en adelante, la convergencia en estructura productiva, ya prácticamente agotada, no será una fuente principal de convergencia en productividad total, y sólo se espera que la productividad total siga el proceso convergente en tanto en cuanto el movimiento seguido por las productividades sectoriales corregidas siga siendo convergente en el futuro.

Una vez comprobado que la convergencia en estructura productiva ha sido, a lo largo del periodo analizado, una fuente importante de convergencia en productividad total, vamos a continuación a intentar profundizar en las razones explicativas del proceso de homogeneización de la estructura productiva.

C) Convergencia en estructura productiva.

Con objeto de ahondar en los determinantes de la convergencia en estructura productiva, intentaremos descomponer la convergencia en estructura del empleo en el contexto de cada sector productivo. Para ello utilizaremos los llamados “índices de desigualdad en estructura del empleo”. En el gráfico que presentamos a continuación intentamos mostrar la evolución seguida por el índice de desigualdad en estructura productiva a nivel global y distinguiendo el índice de desigualdad presentado por cada uno de los sectores productivos.

GRÁFICO Nº 3.32

FUENTE: Elaboración propia a partir de la Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea. Años 1955 a 1993 y avances 1994 a 1997, BBV.

La tendencia seguida por el índice de desigualdad en estructura productiva en términos de empleo a nivel global nos permite observar como se produce, sobre todo a partir de 1975 y hasta 1995, una progresiva homogeneización de la estructura productiva ya expuesta anteriormente. No obstante, si descendemos a nivel sectorial, podemos comprobar como el sector que ha marcado, en cierta manera, la pauta del desarrollo seguido a nivel global ha sido fundamentalmente el sector agrícola, ya que como podemos observar, en el sector servicios se produce un ligero proceso de aumento de la desigualdad, mientras que en los sectores industrial y construcción el índice de desigualdad muestra una fuerte estabilización a lo largo de todo el periodo analizado. Ello nos permite afirmar que la convergencia en estructura productiva se ha debido a que la transferencia de recursos de la agricultura hacia otros sectores productivos con niveles de productividad más elevados ha sido más intensa en las provincias andaluzas menos desarrolladas que en las provincias más desarrolladas. Ello lo comprobamos más claramente en el cuadro que presentamos a continuación.

CUADRO Nº 3.43

VARIACIONES EN LOS EMPLEOS DE LAS PROVINCIAS ANDALUZAS A NIVEL PROVINCIAL

Como observamos en el cuadro anterior, las provincias que en un principio podemos considerar como menos desarrolladas (Jaén, Granada, Almería y Córdoba, según el nivel de VABpc) y con la excepción de Almería, son las provincias que expulsan más empleos del sector agrario (suponiendo de forma individual una expulsión de más del 17 % sobre el total de empleos de Andalucía en cada una de las provincias consideradas) no sólo hacia otros sectores más productivos, sino también hacia otras provincias andaluzas y hacia otros territorios de fuera de la región Andaluza, ya que la variación total de empleos que presentan son negativos . Este hecho permite explicar la convergencia sigma en productividad total y, consecuentemente, gran parte de la convergencia sigma en VABpc en el periodo analizado.

Podemos concluir, por tanto, que las razones básicas que explican el comportamiento seguido por el VABpc se encuentran en la evolución de la productividad y del empleo. De una forma más precisa, dado que las estructuras productivas provinciales son cada vez más similares, se produce una convergencia también en productividad. Sin embargo, la evolución del empleo se está convirtiendo cada vez más en un factor explicativo esencial, de manera que los procesos convergentes/divergentes que se esperan que se produzcan en el futuro en el VABpc va a venir muy ligado a la evolución que sigan los empleos per cápita, es decir, por un lado dependerá de la evolución de los empleos y por otro lado de la evolución de la población, tanto por los movimientos naturales como por los movimientos migratorios, aspecto este último al que hemos hecho referencia anteriormente en el presente trabajo.

D) Disparidad en la distribución del VAB per cápita y su descomposición entre empleo per cápita y productividad.

Para desarrollar este apartado, sólo tenemos que partir de la identidad, ya comentada anteriormente, según la cual se verifica que el VABpc es el producto de los empleos per cápita y de la productividad aparente del trabajo. Los empleos per cápita, por otro lado, vienen dados por el cociente entre el número de empleos y la población total. El número de empleos muestra discrepancias con la población ocupada debido a que una misma persona ocupada puede tener más de un empleo. El motivo de seleccionar los empleos, como lo hemos hecho a lo largo de todo el trabajo, en lugar de la población ocupada se debe, entre otras razones, a que a escala de sectores la publicación de referencia, que ha sido La renta nacional de España y su distribución provincial (Serie homogénea ofrecida por el BBV), sólo ofrece los empleos. Por otro lado, los empleos puede que constituyan una medida más adecuada del input trabajo que la ocupación.

Tomando la anterior consideración y realizando la diferencia del logaritmo del VABpc de cada provincia con el de la región, e igualmente con el empleo per cápita y con la productividad , para los periodos 1955-1965-1975-1985-1997, podemos ofrecer los datos del cuadro nº 3.44.

CUADRO Nº 3.44

DIFERENCIAS EN LA DISTRIBUCIÓN DEL VABpc ENTRE LAS PROVINCIAS

En este cuadro las provincias están ordenadas de menor a mayor nivel de VABpc. La primera columna muestra, para cada provincia de Andalucía, la diferencia del logaritmo del VABpc de cada provincia con respecto a la media regional, mientras que las dos columnas siguientes descomponen esta diferencia entre la parte imputable al distinto empleo per cápita y la atribuible a la distinta productividad aparente del trabajo.

Se puede comprobar como, por lo general, y teniendo en cuenta algunas excepciones, son precisamente las provincias con menor desarrollo económico (medido a partir del VABpc) las que tienen un menor nivel de productividad aparente del trabajo, y al contrario. No obstante, a medida que pasamos de un periodo a otro posterior, podemos constatar también que los valores de la diferencia del logaritmo de la productividad aparente del trabajo van cambiando, de modo que cada vez nos encontramos menos diferencias con valores negativos, significando lo que ya vimos anteriormente de que la productividad aparente del trabajo está perdiendo peso a la hora de explicar el comportamiento del nivel de VABpc en el tiempo. Ello lo comprobamos más claramente en el cuadro nº 3.45, en el que presentamos los datos del cuadro anterior, pero en porcentajes.

CUADRO Nº 3.45

DIFERENCIAS EN LA DISTRIBUCIÓN DEL VABpc ENTRE LAS PROVINCIAS

En este cuadro observamos como, a medida que transcurre el tiempo, la productividad comienza a perder peso como factor explicativo del VABpc, ganando peso el empleo per cápita. Pero es necesario tener en cuenta que el valor, per se, de la productividad aparente del trabajo puede ser un tanto engañoso, dado que esta productividad depende, entre otros factores, de la propia estructura productiva, como ya vimos anteriormente. Por tanto, en el apartado siguiente, pretendemos disociar aquella parte de la diferencia en la productividad aparente del trabajo explicable por la diferencia de estructura productiva de la atribuible a que, para una misma estructura productiva, los respectivos empleos lleven asociada una distinta productividad.

E) Descomposición de las diferencias en la productividad aparente del trabajo: Estructura productiva y productividad diferencial de los sectores.

El resultado de la estimación utilizada para evaluar la parte de la diferencia de productividad después de corregir por la estructura productiva, los hemos presentado anteriormente en los cuadros nº 3.44 y nº 3.45.

En ellos podemos destacar que, como norma general, son las provincias menos desarrolladas las que cuentan con una menor productividad aparente del trabajo, como ya dijimos anteriormente, y que esta menor productividad subsiste una vez se establece la corrección por la estructura productiva diferencial. Así, en cada periodo de los analizados, la diferencia por productividad corregida toma valores negativos para aquellas provincias que cuentan con un menor desarrollo económico, mientras que se hace positivo para aquellas provincias con mayor desarrollo económico.

Es necesario recalcar que el análisis efectuado no permite precisar en exceso, dado que la corrección por estructura productiva se establece a escala de grandes sectores (agricultura, industria, construcción y servicios), sabiendo que un mismo sector productivo, como la industria o los servicios, puede llevar asociadas distintas productividades según cual sea la estructura del output por ramas de actividad. No obstante, los cuadros anteriores si apuntan lo que en este trabajo nos interesa, como son las grandes tendencias.

El hecho de que la productividad diferencial corregida de las provincias andaluzas menos desarrolladas sea, por lo general, negativa, y positiva la de las más desarrolladas, puede, en parte al menos, ser un subproducto de la distinta dotación de capital por empleo. En este sentido, dicha dotación desigual de capital per cápita (tanto físico como humano), según la lógica de una función de producción, debe llevar asociada una distinta productividad aparente del trabajo (Raymond Bara y García Greciano, 1994, pág. 40).

Presentamos a continuación dos cuadros (cuadro nº 3.46 y 3.47) en los que intentamos presentar el nivel y evolución del capital humano en el periodo que estamos analizando, en el que se distinguen cuatro niveles educativos: analfabetos (H1), sin estudios o con estudios primarios (H2), con estudios medios (H3) y con estudios superiores o inmediatamente anteriores a los superiores (H4).

CUADRO Nº 3.46

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN EDAD DE TRABAJAR POR NIVEL DE ESTUDIOS TERMINADOS

De la observación del cuadro nº 3.46 podemos obtener una serie de reflexiones que creemos interesante para la obtención de una relación entre el capital humano y la productividad. En primer lugar, nos permite valorar el incremento de capital humano que ha experimentado Andalucía en el periodo analizado. Ello pone de manifiesto como la inversión en educación ha tenido como resultado cambios sustanciales en el nivel educativo de la población andaluza, siendo especialmente importante el valor que alcanzan los estudios medios en el periodo 1995-1998 (38,4 %) frente al periodo 1965-1975 (que era del 6 %). En segundo lugar, y centrándonos en los datos a nivel provincial, observamos con las diferencias intrarregionales o interprovinciales tienden ligeramente a disminuir. En este sentido, las provincias interiores de Córdoba y Jaén siguen manteniendo el mayor porcentaje de analfabetos, superior al 10 % en el último periodo. En tercer lugar, comprobamos también como la mayor concentración de población con estudios medios o superiores se localiza en Sevilla, Málaga y Granada. Esta última provincia, debido al mantenimiento del liderazgo de la tradición universitaria (De Rus Mendoza y Rastrollo Horrillo, 2001, pág. 169). Y por último, hemos de decir también que el resto de provincias mantienen, en términos generales, porcentajes de población cualificada inferiores a la media regional, pero sin diferencias significativas. En este sentido, hemos de aclarar también, tal y como lo hacen De Rus Mendoza y Rastrollo Horrillo (2001), que sería más probable que las diferencias intrarregionales o interprovinciales, en este caso, se manifestaran con más intensidad, si la información disponible permitiera distinguir entre los medios urbanos y rurales.

CUADRO Nº 3.47

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN OCUPADA POR NIVEL DE ESTUDIOS TERMINADOS

Teniendo en cuenta que la población ocupada está, por su propia naturaleza, más implicada directamente en el proceso productivo, presentamos el cuadro nº 3.47, lo que constituye un adecuado punto de partida para el conocimiento del nivel de formación de los recursos humanos de Andalucía a nivel provincial y regional. En el mismo podemos comprobar, por un lado, como la evolución ha sido, en términos generales para la región y todas las provincias, hacia un aumento del nivel de capital humano más acentuado que el correspondiente a la población potencialmente activa, como era de esperar, dadas las nuevas exigencias que los sistemas de producción empresarial imponen en el mercado laboral (De Rus Mendoza y Rastrollo Horrillo, 2001, pág. 172).

Lo anteriormente expuesto nos da una idea sobre la repercusión que tiene el capital humano y su evolución en la productividad, cuyos valores se han incrementado también en el periodo analizado, permitiendo además un proceso de convergencia provincial, o disminución de disparidades que también se ha producido en el capital humano, tanto si lo medimos a partir de la población potencialmente activa como si lo hacemos a partir de la población ocupada.


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