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Las disparidades económicas intrarregionales en Andalucía

Antonio Rafael Peña Sánchez
 

 

TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LAS DISPARIDADES ECONÓMICAS ESPACIALES.

NUEVOS ENFOQUES DEL CRECIMIENTO REGIONAL.

Recientemente ha comenzado a definirse un nuevo paradigma, la formación y desarrollo de la economía global, en el que el sistema productivo y los mercados se van globalizando y el estado está dejando de ser el motor de la economía cediendo el liderazgo a las empresas multinacionales. Las diferentes formas de regionalización y de integración de las economías nacionales (como la Unión Europea, el Acuerdo de Libre Comercio entre México, EE.UU. y Canadá, o el Mercado Común del Cono Sur) podrían entenderse como los mecanismos a través de los que se institucionaliza el proceso de globalización (Vázquez Barquero, 1999d, pág. 722). La globalización afecta al sistema productivo de las regiones desarrolladas y atrasadas, así como de las ciudades grandes y de aquellas pequeñas y medianas. El fortalecimiento de los sistemas locales de empresas, la creación de redes de subcontratación, la externalización de sistemas de producción y la introducción de formas más flexibles de organización de las grandes empresas han permitido mejorar la productividad y competitividad de las ciudades y regiones urbanas innovadoras (Scott, 1998). En el marco de un proceso de globalización como en el que estamos inmersos, uno de los elementos más característicos de la agenda emergente es el reconocimiento explícito de que el desarrollo económico tiene objetivos más amplios que el mero crecimiento o la estabilidad macroeconómica. Las nuevas aportaciones realizadas en este campo como los enfoques del desarrollo humano, del desarrollo sostenible, de la competitividad sistémica o la economía institucional surgen como nuevas contribuciones a una perspectiva del desarrollo que apuntan ineludiblemente a un pensamiento económico en el que se explicitan los vínculos indisolubles con el orden social subyacente (Heilbroner y Milberg, 1998, pág. 164; Dicken, 1998; Nijkamp y Poot, 1998), en tanto en cuanto, la globalización, como tal, tiene dimensiones políticas, económicas, sociales, geográficas y medioambientales (Boisier, 1998a, pág. 756, 1994).

En el contexto de esta renovación en el pensamiento económico, debemos situar los esfuerzos realizados por la Nueva Geografía Económica. Si bien, para los economistas clásicos los aspectos relativos a la localización espacial de la actividad productiva no eran elementos centrales en el análisis del crecimiento y la acumulación del capital, este vacío está llenándose con las aportaciones de la Nueva Geografía Económica, que, en esencia, trata de responder a una vieja cuestión de la economía espacial: ¿por qué unos territorios atraen más actividad productiva y población que otras? El reconocimiento de que las actividades productivas de un país tienden a concentrarse en unas determinadas localizaciones y que ello determina grandes disparidades en el desempeño económico de sus regiones o espacios subnacionales, condujo a la consideración más explícita de los factores endógenos o territoriales del desarrollo, es decir, a una concepción en la que los procesos de acumulación, de innovación y de formación de capital social tienen un carácter localizado.

Storper utiliza el término “territorialización” para describir el rango de las actividades económicas que dependen de recursos que son territorialmente específicos (Storper, 1993, 1995, 1997). De esta manera, una nueva agenda del desarrollo debe incorporar una aproximación de abajo-arriba, basada en el potencial endógeno de los territorios, que substituya los enfoques tradicionales de arriba-abajo presididos por una lógica funcional y sectorial del crecimiento y la acumulación (Vázquez Barquero, 1999b). También es cierto que en las dos últimas décadas, los aspectos territoriales y la geografía se han ido convirtiendo en referentes fundamentales en los procesos socioeconómicos, tanto en el interior de los países como a escala global .

Parece una paradoja que, justo cuando la globalización sugiere un mundo en el que la distancia física pierde peso como factor de coste de las transacciones (sin llegar a la absoluta desaparición, lógicamente) (O´Brien, 1999), se esté produciendo simultáneamente una recuperación de la dimensión territorial, no sólo en el plano teórico sino también en el de la realidad de las estrategias empresariales y las políticas públicas. Pero es que en la medida en que los profundos procesos de cambio en el plano tecnológico, económico, cultural y político a escala mundial impactan inevitablemente en los territorios subnacionales, las dos tendencias (globalización y localización) se convierten en dos caras de una misma moneda (Veltz, 1999, pág. 79). Tanto es así, que la valoración de lo local en relación dialéctica con lo global, ha dado lugar a nuevos términos como “glocalización” (Lázaro Araujo, 1999a, pág. 703 ; Alburquerque, 1999, pág. 825; Veltz, 1999, pág. 119) para tratar de expresar la pertenencia de los dos ámbitos espaciales al mismo campo relacional.

En este apartado intentaremos poner de relieve, de una forma resumida, los nuevos enfoques teóricos incluidos en la nueva concepción del territorio como espacio/territorio/globalización.


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