Ana Mª Castillo Canalejo (CV), Manuel Osuna Soto (CV) y Tomás López Guzmán (CV)
En las últimas décadas el sector turístico ha incrementado notablemente su importancia en el conjunto del PIB mundial situándose en la actualidad en torno al 9% del total, aunque existen importantes diferencias entre países. Como consecuencia de tal expansión existe un creciente interés por el estudio del impacto del desarrollo del turismo sobre el entorno.
Dos hechos principales influencian los cambios en la calidad de vida de la comunidad local: la relación turista-residente y el desarrollo de la misma industria (Puczko y Ratz, 2000). Estos dos elementos y sus consecuencias contribuyen directamente en el nivel de satisfacción de los habitantes con la actividad turística y con sus componentes específicos.
Asimismo, hoy en día, fruto de la creciente atención de la opinión pública respecto a la necesidad de que el desarrollo turístico no se produzca en perjuicio del medio ambiente, se ha extendido el concepto de ecoturismo1 o turismo ecológico que incluye la idea del respeto a la población residente y la preservación de sus derechos.
Para el logro del desarrollo turístico de una determinada área geográfica es imprescindible contar con la cooperación de una serie de actores (Lanquar, 1985; Vargas, 2007) entre los que destacar: la población de los núcleos de destino, localidades litorales, localidades de interior, administraciones públicas, agentes/ promotores turísticos y usuarios de la experiencia turística.
La consideración de las percepciones y actitudes de la población local es un aspecto crucial a la hora de diseñar políticas de desarrollo turístico (Allen et al., 1988; Ap., 1992; Diedrich y García-Buades, 2009; Gursoy et al., 2002; Ritchie y Inkari, 2006). Sin lugar a dudas, la población del destino tendrá mucho que aportar con respecto al impacto del desarrollo turístico en su comunidad desde el punto de vista económico, socio-cultural y ambiental.
El objetivo de este artículo es presentar un análisis de la actitud de los residentes de la isla de Santiago (Cabo Verde) respecto al desarrollo turístico y los impactos que el mismo puede generar a la comunidad. Para cumplir con este objetivo, este artículo se estructura, tras esta introducción, en un segundo apartado donde se realiza someramente una revisión de la literatura científica centrada en las investigaciones que analizan las percepciones y actitudes del residente acerca del impacto del turismo en una determinada área geográfica; en el apartado tercero presentamos una descripción del área geográfica objeto de estudio en este artículo; en el apartado cuatro mostramos la metodología utilizada en la investigación; y en el apartado quinto presentamos los principales resultados de dicha investigación.
Los estudios turísticos no han contemplado tradicionalmente el enfoque de la percepción y actitud del residente hacia el turismo. Tanto en la literatura como en los organismos que gestionan la actividad turística en los destinos, se pueden encontrar con más frecuencia análisis de satisfacción de los visitantes y en menor frecuencia de los residentes. En los años sesenta del pasado siglo los analistas se fijaron sólo en los efectos positivos que el turismo provocaba en las regiones desarrolladas y aún más en las de menor desarrollo (Swain, et al. 1998)2 .
La consideración del residente comienza a estar presente especialmente a partir de la década de los 70 del pasado siglo. Marrero (2006) afirma que a finales de los setenta y durante la década de los ochenta se van produciendo aportaciones de la literatura antropológica, frecuentemente influida por ideas políticas marxistas, que incitan a considerar los impactos negativos del desarrollo del turismo. Estos impactos llevan al distanciamiento de la población residente y se comienza a considerar ya que el turismo aparte de efectos económicos ocasiona también impactos sociales, culturales y medioambientales (Santana, 1997; Anderek et al., 2005).
Entre los primeros estudios podemos citar a Murphy (1985) que considera que el turismo es un acontecimiento sociocultural en el que se encuentran residente y turista. Este autor considera que frente a la tradición de mimar exclusivamente los intereses del turista es necesario contemplar los efectos negativos y considerar también los intereses del sector y los efectos sociales. Asimismo, en las últimas décadas se han incrementado considerablemente el número de investigaciones que contemplan el turismo desde la perspectiva del residente (Harril, 2004; Vargas Sánchez, 2007; Monterrubio, 2008).
La mayor parte de las investigaciones obtienen como resultado que una comunidad receptora de turismo se ve influida por el impacto percibido del turismo en tres categorías básicas de beneficios y costes: económicos, medioambientales y sociales (Murphy, 1985; Gunn, 1988; Gee et al., 1989; McIntosh y Goeldner, 1990; Gursoy et al., 2000; Gursoy et al., 2002; Vargas, 2007). Algunos autores desglosan la categoría “social” en dos apartados: social y cultural, considerando, por tanto, cuatro categorías de factores en total (Andereck et al., 2005).
Según Díaz y Gutiérrez (2010) al  confluir varios impactos agrupados en dimensiones o categorías pueden  observarse impactos-dimensiones más o menos relevantes según grupos o  segmentos. Los intereses de cada grupo de residentes serán distintos en  predisposición hacia el turismo según les afectan diferentes dimensiones. Cada  grupo o segmento de residentes presentará intereses comunes y propios que  afectan a su actitud hacia el turista.
                Los impactos sociales, culturales y económicos, tanto positivos como  negativos están estrechamente vinculados. 
                Determinados trabajos han llegado a la conclusión de que es probable  que los residentes de las regiones económicamente deprimidas infravaloren los  costes del desarrollo turístico y sobreestimen los beneficios económicos (Liu y  Var, 1986; Sheldon y Var, 1984; Var et al., 1985). Por tanto, cabe esperar que  cuanto peor sea la percepción del estado de la economía local, mejor será la  reacción de la comunidad (Cater, 1987; Harris et al, 1998).
                El residente tendrá una posición  favorable al desarrollo turístico siempre y cuando perciba un balance positivo  de su relación con el turista o la actividad turística (Allen et al, 1993).  Aunque debido a la heterogeneidad existente en la comunidad del destino  existirán grupos que apoyarán el turismo cuando observen un intercambio  beneficioso para su bienestar, mientras que otros, sintiéndose perjudicados se  oponen al desarrollo turístico. Surge, por tanto, la necesidad de conocer la  amalgama de factores condicionantes de sobre o infravaloración positiva o  negativa, en intensidad, de los diversos impactos considerados (Díaz y Gutiérrez,  2010).
Los beneficios económicos que la comunidad residente espera del desarrollo turístico se suelen traducir en oportunidades de empleo (Belisle y Hoy, 1980; Tyrrell y Spaulding, 1984; Var et al., 1985; Davis et al., 1988; Ritchie, 1988; Tosum, 2002), ingresos derivados del sector turístico (Murphy, 1983; Tyrrel y Spaulding, 1984; Davies et al., 1988; Lankford, 1994; Jurowski et al., 1997) y oportunidades de inversión (Sethna y Richmond, 1978) y de negocio (Davis et al., 1988). La vertiente económica suele ser la principal causante de las actitudes positivas en las comunidades locales, observándose dos visiones: Una pro-desarrollo y otra dañina, en la que el desarrollo desmesurado del turismo, no planificado y de baja calidad origina costes económicos percibidos por la población (Díaz y Gutiérrez, 2010).
Respecto al impacto social del turismo en la comunidad anfitriona, éste puede ser concebido como los cambios en la vida de las personas que residen en las comunidades que forman parte del destino y que tienen relación con la actividad turística (Mathieson y Wall, 1982). Asimismo, los beneficios sociales y culturales (Besculides et. al., 2002) se traducen en un aumento de las actividades lúdicas para los residentes (Keogh, 1990; Liu et al., 1987; Murphy, 1983; Pizam, 1978; Rothman, 1978; Sheldom y Var, 1984), la mejora de los servicios e infraestructuras públicas (Sethna y Richmond, 1978; Pizam, 1978) y el efecto instigador sobre el cambio social (Harrison, 1992). El turismo incrementa el orgullo y la identidad cultural, la cohesión y el intercambio de ideas y mejora el conocimiento de la cultura de la zona (Esman, 1984), crea oportunidades de intercambio cultural y revitaliza las tradiciones locales, incrementa la calidad de vida y mejora la imagen de la comunidad (Besculides et al., 2002).
Por otra parte, es necesario considerar los costes o posibles efectos adversos socioculturales del desarrollo turístico. El turismo, como factor de cambio, puede ejercer una influencia negativa en los valores familiares tradicionales (Kousis, 1989), causar comercialización cultural (Cohen, 1988) y crear conflictos socioculturales en la comunidad de destino debido a las diferencias en esta índole, de bienestar económico y de poder adquisitivo entre los turistas y los residentes (Tosun, 2002). A largo plazo, la comunidad residente puede empezar a adoptar la normas y valores de los turistas y depender culturalmente del país generador de turismo (Sharpley, 1994). En ocasiones, se le critica a la actividad turística por los impactos socioculturales negativos, especialmente en las comunidades pequeñas y más tradicionales (OMT, 1999).
Asimismo, en la dimensión medioambiental también existe una doble vertiente positiva y negativa. Por una parte, el turismo puede ser el motivo para proteger recursos naturales y conservar diseños urbanos homogéneos (Díaz y Gutiérrez, 2010), es decir, es posible apostar por un desarrollo turístico ordenado causado por un modelo integrado en el medioambiente. Lo contrario sería seguir un modelo turístico en el que la visita no es controlada y, aunque las autoridades lleven a cabo alguna gestión en el ámbito turístico, predomina el abuso y el desarrollo incontrolado, no planificado y orientado a determinados objetivos individuales (Bujosa y Rosselló, 2007).
Si nos centramos en los factores que influyen en las actitudes de los residentes hacia el turismo hay que destacar aspectos como el tipo y grado de interacción entre residente y visitante, la importancia de la industria para la comunidad, el nivel de vinculación de los visitantes con el sector turístico y el nivel general de desarrollo de la comunidad (Murphy, 1985). Además de estos factores genéricos, pueden considerarse otros más específicos como el haber nacido en la comunidad (Um y Crompton, 1987; Cannan y Hennessy, 1989), el tiempo que se lleve residiendo en la comunidad (Liu y Var, 1986), la edad y el nivel de estudios (Allen et al., 1988), el grado de concentración turística en la comunidad (Pizam, 1978), la dependencia económica de la industria turística (Long et al. 1990; Madrigal, 1993) y la distancia de residencia desde la zona turística central (Belisle y Hoy, 1980; Sheldon y Var, 1984).
Siguiendo a Royo y Ruiz (2009), entre los factores que influyen en la percepción de los beneficios y costes del turismo cabe citar: el nivel de dependencia del turismo, el nivel de desarrollo turístico local, la capacidad de utilización de los recursos turísticos por parte de la población, el sentimiento hacia la comunidad y el compromiso con la comunidad. Dichos factores o condicionantes varían la intensidad o el sentido del impacto, ya sea positivo o negativo.
El área geográfica objeto de  nuestra investigación empírica se centra en el archipiélago de Cabo Verde y más  concretamente en la isla de Santiago. Cabo Verde tal como se muestra en el mapa  está compuesto por 10 islas de origen volcánico (Santo Antao, Sao Vicente,  Santa Luzia, Sao Nicolau, Sal, Boa Vista, Maio, Santiago, Fogo y Brava)  situadas en el Océano Atlántico, a una distancia aproximada de 500 kilómetros  de la costa de Senegal. El país tiene una extensión de 4.033 kilómetros  cuadrados y fue colonia portuguesa hasta su independencia.
                La población total es de  aproximadamente 500.000 personas, aunque también existe una importante diáspora  que se cifra en cerca de un millón de personas (African Development Bank,  2009). Cabo Verde es actualmente un ejemplo de país africano donde el progreso  socioeconómico y la democracia son una realidad. Así, la ausencia de  problemas bien de tipo natural (como huracanes o epidemias) bien de tipo social  (como conflictos religiosos o étnicos), sitúan a Cabo Verde como un destino  turístico seguro y atractivo. Por otro lado, la estabilidad democrática,  que se refleja a través de la alternancia de los dos grandes partidos  políticos, dota al país de una gran seguridad jurídica.
A finales del siglo XX la economía de Cabo Verde se basaba en las remesas enviadas por los emigrantes, en la ayuda oficial al desarrollo procedente de otros países y en los ingresos originados por el tráfico aéreo. Sin embargo, Cabo Verde ha tenido una enorme transformación económica en la última década. Gracias a ello, el Banco Mundial lo incluyó en 2007 como País de Renta Medía. También en 2007 se firmó un Acuerdo Preferencial con la Unión Europea y en 2008 ingresó en la Organización Mundial del Comercio. Y, en parte, esta transformación económica, como anteriormente se ha señalado, se ha debido al turismo. En la tabla 1 se muestra, para el periodo 2000-2010, el número de viajeros extranjeros llegados al país, los ingresos procedentes del turismo y el porcentaje de contribución del sector turístico al PIB. Esta tabla muestra de forma clara el significativo incremento de los ingresos por turismo y cómo su contribución al PIB del país ha pasado en tan sólo una década de un modesto 9,1% hasta cerca del 28%. Y, como elemento positivo, destaca la prácticamente nula estacionalidad del turismo, lo cual permite mantener una actividad uniforme a lo largo del año, al igual que sucede en las islas del Caribe (Vanegas y Croes, 2003).
Tabla 1. Número de viajeros extranjeros. Ingresos por turismo. Impacto del turismo en el PIB. Periodo 2000-2010.
Año  | 
                  Viajeros Extranjeros  | 
                  Ingresos    por turismo  | 
                  Contribución al PIB (cifras en %)  | 
                
2000  | 
                  115.015  | 
                  49  | 
                  9,1  | 
                
2001  | 
                  134.169  | 
                  54  | 
                  9,5  | 
                
2002  | 
                  125.852  | 
                  65  | 
                  10,3  | 
                
2003  | 
                  150.048  | 
                  135  | 
                  15,9  | 
                
2004  | 
                  157.052  | 
                  153  | 
                  16,1  | 
                
2005  | 
                  197.844  | 
                  177  | 
                  16,6  | 
                
2006  | 
                  241.742  | 
                  286  | 
                  22,4  | 
                
2007  | 
                  267.188  | 
                  426  | 
                  28,1  | 
                
2008  | 
                  285.141  | 
                  542  | 
                  27,8  | 
                
2009  | 
                  287,047  | 
                  n/a  | 
                  n/a  | 
                
2010  | 
                  381,831  | 
                  n/a  | 
                  n/a  | 
                
Fuente: Instituto Nacional de Estadística (2011) y Banco Central de Cabo  Verde (2010)
             Note: n/a –  figures not available.
El desarrollo turístico de Cabo Verde se está articulando a través de dos caminos completamente diferentes: primero, a través de la creación de grandes resorts, financiados generalmente con capitales extranjeros y construidos principalmente en dos islas (Sal y Boa Vista); segundo, a través de la creación de pequeñas empresas turísticas, gestionadas por parte de la propia comunidad local y financiadas mayoritariamente por capitales enviados por la diáspora.
Centrándonos en la isla de Santiago, la más grande y poblada del archipiélago, con el 56,8% de población y una superficie de 991 Km2, se encuentra en medio del grupo de islas de Sotavento y fue la primera isla en ser poblada después del descubrimiento portugués. Santiago llegó a ser un importante correo de comercio de esclavos, de ahí que se considere la isla más africana del archipiélago. La pesca y la agricultura son sus principales recursos económicos, aunque a menudo la isla es afectada por sequía. Hay un gran contraste entre la vegetación y el clima templado y húmedo de las regiones más altas y la de algunas regiones inferiores, que son muy secas y áridas. El producto local incluye el maíz, la caña de azúcar, plátanos, mangos, café y lima así como el cerdo.
En lo que concierne a la actividad turística, Santiago es el destino nacional para el turismo de  negocios y ofrece la posibilidad de realizar senderismo en su interior. Del  total de entradas de viajeros en el 2010 esta isla ocupa el lugar tercero con  el 12,6% de las entradas (48.111) y el primer lugar en número de establecimientos,  concentrando 42 establecimientos de oferta de alojamiento. No obstante, existe  un mayor número de habitaciones en la isla de Sal (la isla más desarrollada  para el turismo y la que ocupa el lugar primero en la demanda turística),  debido a que esta isla alberga hoteles más grandes (Instituto Nacional de  Estadística, 2011).
   
   La ciudad principal de Santiago es Praia (la  capital del país y donde está el aeropuerto internacional), seguida de la  segunda población más extensa de la isla, Assomada (famosa por su mercado,  testimonio de la notable producción agrícola y ganadera de su entorno) y la tercera,  Tarrafal, en el Norte, célebre por sus playas y con centro de Buceo. Destaca  Ciudade Velha a 15 km al  oeste de  Santiago declarada Patrimonio de la Humanidad en 2009. La oferta de ocio  nocturno se basa principalmente en la música en vivo en bares y restaurantes  (Quintal do Musica, Fogo de África, etc).
La metodología utilizada para la realización de esta  investigación consistió en el diseño de una encuesta con el objetivo de  analizar la actitud de los residentes de Santiago con respecto al turismo, con  especial énfasis en la percepción de los impactos que el mismo podría tener  para la comunidad. La encuesta se realizó a los residentes de Santiago en  diferentes lugares de la isla (concretamente en 11 puntos de encuestación) a  través de un muestreo aleatorio simple y realizado por encuestadores  especialmente formados para esta tarea. Previamente se efectuó un pre-test de 15  encuestas para detectar posibles desviaciones y errores. El número total de  encuestas válidas fue de 601. El trabajo de campo se desarrolló en el período  comprendido entre febrero y septiembre de 2011. El instrumento de medida aplicado  a las encuestas de residentes se basó en un cuestionario de 23 ítems que aborda  el perfil sociodemográfico de los residentes de la muestra, opinión sobre las  características y desarrollo del producto turístico y perfil turístico del  residente.
              
                La tabulación y el análisis de la información  obtenida se ha realizado a través del diseño de una base de datos apropiada en  el programa SPSS 15.0.Se han aplicado técnicas de análisis estadístico para  obtención de los correspondientes resultados. 
              
Se puede observar que predominan los jóvenes (el 82,2% tienen menos de 44 años), y residentes habituales de la isla (más del 70% lleva más de 7 años viviendo en Santiago). Hay un predominio de solteros/as y el perfil académico es mayoritariamente de estudios de secundaria y bachillerato, aunque también se detecta un porcentaje significativo de titulados universitarios (26%). El nivel de renta es en tres de cada cuatro casos inferíos a los 65.000 escudos mensuales.
Resulta interesante analizar la relación  que tiene la población con el sector turístico ya sea por haber tenido  familiares que hayan trabajado o por haber trabajado directamente o tener  interés en trabajar. Si las personas muestran un gran interés en trabajar en  este sector, o sus familiares o amigos están trabajando en él, van a ser  sensibles a dicha actividad y se van a mostrar favorables a la proliferación  del sector, ya que lo entienden como medio de vida propio o de sus allegados.  La tabla 3 muestra que La población está relacionada con el turismo a través de  terceros en un 34.70%, directamente en un 23.40%, pero quiere estar relacionada  en un 56.20%, lo cual es un porcentaje poblacional bastante alto el que  pretende dedicarse a esta actividad. Pudiera derivarse de este análisis aspectos  determinantes en la orientación de la población al turismo, destacando aspectos  como la hospitalidad. La población es sensible, sabe de la importancia del  sector y tiene pretensiones e interés en conservarlo.
                En lo que se refiere al deseo de desarrollo  turístico en la isla, se aplica una escala likert en la valoración de  respuestas, concediendo el valor 5 a la afirmación de muy de acuerdo y 1 al  valor nada de acuerdo. El valor medio arrojado por esta pregunta es de 4.08  puntos de escala likert sobre 5, en virtud de lo cual podemos afirmar que la  muestra aleatoria que hemos seleccionado está muy de acurdo en un mayor  desarrollo turístico de la zona. En porcentajes sobre el valor contestado nos  da la gráfica 1 en la que predomina con un 41.20% el valor que representa estar  bastante de acuerdo con un mayor desarrollo turístico. Este aspecto esta  correlacionado con la cuestión “en qué medida considera que el desarrollo  turístico puede beneficiarle personalmente”. Así el 54,5% considera que puede  beneficiarle bastante o mucho, mientras que sólo el 17,6% cree que poco o nada.
                Centrándonos en la percepción que el residente tiene sobre la oferta  turística que pone a disposición del visitante, en la encuesta aplicada se le  pide que valore  concediendo una  puntuación de 1 a 5 mediante escala likert las excelencias o defectos que  considera de su oferta turística. De entre las variables analizadas, según se  observa en la tabal 4, destaca entre todas ellas como la mejor valorada la  oferta de sol y playa. Es indudable que el clima, todo el año adecuado al baño  y al disfrute de las playas y deportes acuáticos, es una de las excelencias de  Cabo Verde y así es percibida por sus habitantes. Le sigue como otro de los  valores excelentes del país la oferta gastronómica, con toda una cultura  culinaria y platos típicos que la hace diferente y singular de otros países de  la zona. En tercer lugar se valora la hospitalidad de los lugareños. 
                Las siguientes tablas reflejan los efectos percibidos sobre los efectos  que produce el turismo, en una escala Likert de cinco puntos (1-totalmente en  desacuerdo, 5-totalmente de acuerdo), sobre una serie de aseveraciones,  positivas o negativas de las consecuencias que puede suponer el turismo bajo la  percepción del residente. De los resultados obtenidos se aprecia en general un  alto grado de acuerdo (siempre por encima de 3,5) con los efectos positivos del  turismo. Destaca  particularmente con un  resultado por encima de 4 puntos la percepción de que el turismo ayuda a la  recuperación de la artesanía tradicional. También es alto el grado de acuerdo  con la afirmación de que el turismo supone una mejora en las inversiones y  desarrollo de infraestructuras, en la calidad de restauración y comercio y en  el mayor conocimiento de otras culturas, países y regiones. Del lado negativo,  el grado de acuerdo con las afirmaciones propuestas es más reducido. Cabe  mencionar el incremento del coste de vida, el incremento del precio de la  vivienda y el aumento del precio de productos y servicios.
Analizando las correlaciones entre las variables que definen la percepción de aspectos positivos y algunas otras como el deseo de mayor desarrollo turístico o la consideración de que el desarrollo turístico va a repercutir en un mayor desarrollo personal, hay que señalar que las variables están correlacionadas de manera significativa, así las personas que desean un mayor desarrollo turístico consideran que les repercutirá en su beneficio personal y este a su vez entrañará los efectos positivos relacionados en la tabla 5. (ver PDF).
Dentro de los grupos de interés vinculados al desarrollo turístico de una determinada zona es preciso considerar a la población local, así como sus percepciones y actitudes con respecto al impacto del desarrollo turístico de su comunidad desde el punto de vista económico, social-cultural y ambiental. Las actitudes son la respuesta aprendida tras el impacto de diversos elementos en los ámbitos mencionados, corregidas en intensidad y sentido por multitud de factores internos y externos al residente. A partir de los fundamentos teóricos desarrollados acerca de la actitud del residente hacia el desarrollo turístico, se pretende la búsqueda de interrelaciones entre las distintas variables que conforman la actitud y la formulación de un modelo teórico.
Por lo dicho anteriormente ante cualquier planificación coherente de desarrollo turístico la actitud de la comunidad hacia el mismo se ha convertido en una variable indispensable. El trabajo presentado aquí centra la atención en la isla de Santiago (Cabo Verde) donde se da un tipo de turismo principalmente gestionado por la comunidad local, que persigue que la riqueza que se genere con esta actividad repercuta de forma directa en los propios habitantes de la isla. Los resultados muestran que el residente esta claramente a favor de un mayor desarrollo turístico porque considera que lo beneficia personalmente, sin embargo es consciente de los impactos negativos económicos, socio-culturales y ambientales que el mismo ocasiona sino se gestiona de forma ordenada y beneficiando a la comunidad.
Como conclusión podemos decir que la isla de Santiago presenta un gran potencial para desarrollar un turismo comunitario, pero para que el mismo sea sostenible y los residentes lo perciban como beneficioso, es necesaria una mayor participación local en las iniciativas turísticas que al ser a pequeña escala repercuten en menor medida en el ecosistema. En este aspecto juegan un papel fundamental las diferentes administraciones públicas, ONGs y universidades (tanto nacionales como extranjeras) que deberían de realizar una apuesta por la formación y sensibilización de una población predominantemente joven y así convertir a las isla de Santiago en un ejemplo de cómo el turismo bien gestionado produce un elevado grado de satisfacción en los residentes y a la vez permite un crecimiento sostenible.
BIBLIOGRAFÍA
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2 España es buen ejemplo precisamente de país en el que el turismo fue especialmente importante en esa década y, en absoluto, se produjeron críticas o restricciones a un modelo de crecimiento plenamente libre y acaso desordenado.
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