TURyDES
Vol 4, Nº 9 (febrero/fevereiro 2011)

NI CIENCIA NI PASATIEMPO

Muñoz de Escalona, F.


 
Yo creo que las Ciencias sociales están en su derecho de estudiar el turismo y transformarlo en su objeto, pero también es necesaria una Ciencia del Turismo que se distancie de los errores conceptuales de la economía, sociología, antropología sobre ciertas cuestiones de método. En el artículo que te mandé hay solo parte de esos errores que la turismologia, o tursipericia como tú la llamas, ha adoptado sin ningún tipo de crítica, por ejemplo la idea del avance económico y desarrollo tan característica del imperialismo. En ese contexto, necesitamos una ciencia nueva. Ahora bien, nuestra diferencia creo yo viene a la hora de decir (que esa) ciencia necesita un nuevo método, (pero) yo no estoy tan seguro como ud ...; de hecho la misma antropología no aporta método nuevo alguno, lo extrae de una disciplina mas vieja que ella, la etnología, y la etnología de los relatos de viajeros, y los relatos de viajeros de los Testamenti de los generales romanos, quienes tenían la costumbre de relatar todo lo que observaban en cuanto a las costumbres de los pueblos conquistados…; como sea... creo que la discusión puede ir por ese lado; Ascanio dará su visión.

Maximiliano Korstanje (En correspondencia epistolar con Munoz-Escalona Francisco)

Pórtico

El texto que M. Korstanje somete amable y honestamente a mi consideración es, como él mismo declara, el producto de cuatro años de investigación. En él extracta un trabajo publicado en www.eumed.net con el título Turisticus tratatus, bastante más extenso pero igualmente misceláneo y también necesariamente resumido sobre temas en los que viene incursionando como lo que es, como un investigador inquieto de una fertilidad desbordante y una curiosidad sin límites, movido por su dedicación al campo del turismo, un campo en el que viene laborando desde hace años a pesar de su prodigiosa juventud. Creo que el lector haría bien si acude al Tractatus caso de que desee profundizar en los temas que el autor desarrolla en el presente trabajo.

Los términos y las palabras

Comienza Maximiliano Korstanje (en adelante MK) reconociendo que “los término y las palabras son funcionales a la vida social, permiten que los hombres puedan compartir marcos de referencia en forma coherente. Sin embargo, en ocasiones la permeabilidad o el uso ideológico de los mismos llevan a confusiones o a callejones sin salida”

No puedo estar más de acuerdo con MH; y para abundar en su convicción diré que el manoseado término turismo tienen tal grado de polisemia y tan variadas valoraciones que se ha configurado como uno de los más reticentes obstáculos que han perturbado mi propia tarea investigadora. Es más. Diría que el término turismo, un término aportado por los hablantes, nunca debió apagar al alemán Fremdenvehrkear. Porque, a pesar de las ingentes y desordenadas aportaciones que se vienen produciendo en la materia desde hace siglo y medio, lo cierto es que no se ha logrado rebasar todavía el hecho elemental de que de lo que se trata es de estudiar el paso de forasteros por ciertos lugares del mundo. Porque los turistas son eso, y solo eso, para la doctrina convencional del turismo, meros forasteros o pasajeros. Llamarlos con el neologismo “turistas” fue la ocurrencia de un literato, Stendhal, en 1832. La ocurrencia funcionó tan bien en el seno de la literatura que los hablantes la hicieron suya muy pronto. Pero hay que reconocer que ha funcionado rematadamente mal en el plano científico en la medida en que propició la absurda necesidad de definirlo. Y de definirlo por medio de una retahíla absurda de notas diferenciales con las que se ha aspirado sin resultados a identificar al turista frente al viajero, es decir, al visitante que viene de fuera, el forastero, por lo que estaba asegurado que no se conseguiría una tipificación consistente. Basta recordar los ríos de tinta que ha consumido durante años el absurdo bizantinismo de las motivaciones. ¡Cuánto se habría simplificado la cuestión si en vez de turista se hubiera usado el término vacacionistas!”.

Al respecto debo hacer una digresión oportuna. Es cierto que hoy, por fin, se ha logrado superar el reduccionismo del turista al vacacionistas pues desde la Conferencia de Ottawa (1991) se admite la existencia del turista de negocios. Pero si bien la admisión de esta figura tiene sentido en el plano de la teoría, en el plano de la práctica no tiene pleno sentido hacerlo ya que la llamada industria del turismo está volcada en su casi totalidad al vacacionismo.

Las necesidades de la constitución de una disciplina científica

MK asevera que “la constitución de una disciplina científica necesita de un nuevo discurso epistémico que sea crítico y objetivo”. Y continúa: “Lamentablemente, hoy en el campo del turismo y la hospitalidad, la crítica se encuentra orientada en cuanto puede producir un destino turístico, y cuales son los obstáculos para esa producción”

Son frases sin aparente ilación. Si bien en la primera sitúa al lector en el campo de mira de la epistemología, la segunda le desistúa de este campo para ponerlo en el de la crítica a lo que llama producción de un destino turístico. Coincide con Alberto Sessa, quien en 1996 elevó a una categoría conceptual la figura creada por el marketing a la que llamó macro producto turístico: el destino.

Con ese cambio de referente, MK está proponiendo también pasar del turista como centro de la atención de los estudiosos a los medios que se ponen a su servicio. Lo insinúa cuando habla del “turismo y la hospitalidad”, una frase que hay que reconocer que es todo un pleonasmo ya que los estudios del turismo se centran casi siempre en la hospitalidad cuando de trata de analizar la oferta del mismo modo que se centran el el vacacionistas cuando se trata de analizar la demanda. Al hacerlo, MK así da a entender que la disciplina científica a cuya constitución parece referirse es la ciencia que se ocupa de la producción de un destino turístico. Por ello se impone una inquietante pregunta: ¿Para estudiar esta realidad se necesita un discurso epistémico sea esta viejo o nuevo?.

Con ello llegamos a la cuestión de si el turismo es una ciencia, de qué ciencia se trata, de la necesidad de evitar lo que MK expone por medio del mensaje que he usado como referente de mis comentarios. La vuelvo a repetir porque expresa muy bien su postura:

“Yo creo que las Ciencias sociales están en su derecho de estudiar el turismo y transformarlo en su objeto, pero también es necesaria una Ciencia del Turismo que se distancie de los errores conceptuales de la economía, sociología, antropología sobre ciertas cuestiones de método. En el articulo que te mandé hay solo parte de esos errores que la turismologia, o tursipericia como tu la llamas, ha adoptado sin ningún tipo de critica, por ejemplo la idea del avance económico y desarrollo tan característica del imperialismo. En ese contexto, necesitamos una ciencia nueva. Ahora bien, nuestra diferencia creo yo viene a la hora de decir (que esa) ciencia necesita un nuevo método, (pero) yo no estoy tan seguro como ud ...; de hecho la misma antropología no aporta método nuevo alguno, lo extrae de una disciplina mas vieja que ella, la etnología, y la etnología de los relatos de viajeros, y los relatos de viajeros de los Testamenti de los generales romanos, quienes tenían la costumbre de relatar todo lo que observaban en cuanto a las costumbres de los pueblos conquistados”

Procede un pormenorizado análisis por nuestra parte:

1. “Es necesaria una Ciencia del Turismo que se distancie de los errores conceptuales de la economía, sociología, antropología sobre ciertas cuestiones de método”

Si esta afirmación significa que MK no cree que exista un corpus de conocimiento que tenga un estatus científico al mismo que lo tienen las ciencias que más delante cita debo decir que estamos plenamente de acuerdo. Como es sabido, el sustantivo ciencia se predica de muchos conocimientos. Hay ciencias fuertes y ciencias débiles. Entre las ciencias débiles están las ciencias sociales. En el seno de la economía, por ejemplo, podemos encontrar ramas dedicadas a la economía aplicada, en las que el estatus científico es de menor rango que el de la teoría económica. En el campo de la sociología acontece lo mismo. Lo que llamamos doctrina del turismo podemos asimilarlo a esas ramas aplicada de las diferentes ciencias sociales.

Por eso insisto en que el turismo ni es una ciencia social como lo puede ser la teoría económica, ni hay necesidad alguna de construirla con la finalidad que declara MK, la de que “se distancie de los errores conceptuales de la economía, sociología, antropología sobre ciertas cuestiones de método”.

¿Porque cuales son los “errores” a los que alude MK? Si se refiere a los que yo vengo denunciando desde 1988 estamos de acuerdo: hay que desarrollar una visión conceptual que evite las graves anomalías en las que cae la visión convencional. Pero no, MK se refiere a otros “errores” como veremos a continuación.

2. “En el articulo que te mandé hay solo parte de esos errores que la turismologia, o tursipericia como tu la llamas, ha adoptado sin ningún tipo de critica, por ejemplo la idea del avance económico y desarrollo tan característica del imperialismo. En ese contexto, necesitamos una ciencia nueva”

Más adelante desarrollaré más mi concepción del desarrollo. Para mí, desarrollo, crecimiento o progreso son tres de esas palabras que se pueden definir como idiotismos, lo mismo que calidad. Establecida una meta toda aproximación a ella supone progreso. Dicho esto también diré que la doctrina del turismo podrá ser conceptualmente criticable y por ende mejorable pero no hay en ella nada que se dedique a establecer nada parecido a una meta y mucho menos a establecer la forma de progresar hacia ella. De estar ambas cosas en algún sitio estarán, y de hecho están, en quienes aspiran a conseguir las metas que deseen alcanzar por medio de la recepción de visitantes.

Porque seamos claros y reconozcamos con honestidad que la doctrina del turismo, a pesar de que algunos la presenten así en sus escritos, no obliga a ningún país a fomentar la admisión de visitantes y mucho menos a que sea masificada.

Dicho esto diré también que los tratadistas mezclan las proposiciones de la doctrina con propuestas dirigidas a los pueblos más desfavorecidos a poner en práctica políticas encaminadas al fomento del turismo bajo el vergonzante señuelo de que si lo hacen como ellos dicen conseguirán poner en marcha el círculo virtuoso de la riqueza cuando lo que buscan es preparar el campo para que ellos consigan aumentar sus beneficios.

Al especto citaré el mensaje de un asesor del Ministerio de Turismo de un país muy destacado de Europa a los empresarios y gobernantes de un país de Sudamárica. Esto es lo que les dijo: “Mi país no puede fletar grandes aeronaves a este país si ustedes no consiguen aumentar muy significativamente la planta hotelera”. La intencionalidad del asesor estaba muy clara: solo si la oferta hotelera es tan abundante para que los precios de la estancia sean bajos las empresas aéreas europeas pueden enviar aeronaves de gran capacidad y por ello con un precio por asiento muy bajo. Combinando camas baratas en destino con asientos en aviones muy bajos es como se consigue emitir en Europa un turismo masivo hacia el país suramericano. Pero esta forma de proceder no se le puede achacar a la doctrina del turismo sino a quienes la aplican.

3. “Nuestra diferencia creo yo viene a la hora de decir (que esa) ciencia necesita un nuevo método, (pero) yo no estoy tan seguro como ud ...; de hecho, la misma antropología no aporta método nuevo alguno, lo extrae de una disciplina mas vieja que ella, la etnología; la etnología de los relatos de viajeros y los relatos de viajeros de los testamenti de los generales romanos, quienes tenían la costumbre de relatar todo lo que observaban en cuanto a las costumbres de los pueblos conquistados”

El referente que elige MK no es el más adecuado. Para muchos tratadistas la antropología cultural no es una ciencia radicalmente diferente a la sociología. Como mucho la consideran una rama diferenciada de ella. Por su parte, la antropología física tal vez sí pueda proceder de la etnología, aunque no poseo la necesaria formación para pronunciarme con autoridad en este punto.

En definitiva: no cabe la menor de que las diferencias de opinión en este campo entre MK y yo son extremas y por ello no vislumbro la forma de conseguir un acercamiento entre ambos.

El término “porque” y su importancia

Admito que la partícula explicativa “porque” es “parte del discurso habitual en la interacción de los seres humanos”. Admitiendo también que el turismo, tal y como se viene entendiendo desde hace siglo básicamente, como una cuestión de relaciones personales y sociales entre vacacionistas y residentes en destinos turísticos sea de interés estudiar la influencia del término “porque” en este contexto. Sin embargo no me parece una cuestión tan especialmente relevante como para que la investigación del turismo le dedique algo de atención, sobre todo si al mismo tiempo pensamos en los aspectos verdaderamente estratégicos tanto en el plano de la teoría (poco) como en el plano de la práctica (mucho)

La cuestión del patrimonio, en general, y turístico en particular

Es obvio que a MK le apasiona la cuestión del patrimonio. el patrimonio en general y el turístico en particular. Para él, patrimonio es una de esas palabras que “ha sido considerada de diferentes formas a lo largo de los tiempos y a la vez ha sido desarrollada según diferentes intereses”.

Por mi parte no hay la menor duda que el concepto de patrimonio es empleado una y otra vez tanto por los hablantes, sobre todo si son cultos, como por los políticos, los empresarios, los sindicalistas y, por supuesto, por los científicos sociales. Cada uno lo usa en concordancia con sus intereses y objetivos.

Como economista, entiendo el concepto de patrimonio como el conjunto de activos tangibles (muebles e inmuebles) e intangibles (derechos y deberes) con los que se lleva a cabo la actividad productiva en un sistema económico (individual o colectivo).

Entre ese conjunto cabe distinguir los heredados y los que se deben a la actividad del sujeto considerado.

MK se retrotrae a los antiguos y dice que, “a diferencia de la forma que tenían ellos de comprender el término, en las sociedades occidentales modernas se vincula discursivamente a la preservación y al patrimonio con los conceptos de producción, almacenamiento y control”. Y añade: “Eso no solo lleva a confusión sino que además pretende ser un alegato en contra del avance desmedido (voraz) de los intereses económicos”. Y sigue: “Así, el patrimonio se convierte en un bastión de legitimidad, identidad, autenticidad y defensa de los recursos culturales frente a la homogeneización (institucionalización) del régimen capitalista”

Así, a bote pronto, debo confesar que me quedo perplejo ante las frases de MK. En primer lugar me sorprende que haya que aludir a los antiguos y a su comparación con las sociedades occidentales. En segundo lugar, no veo necesario recalcar esa vinculación del patrimonio con el almacenamiento y el control en el seno de las sociedades occidentales. En cuarto lugar, creo que la vinculación del patrimonio con la producción es común a los antiguos y a los modernos y que tantos en unos como en otros el patrimonio tiene una clara función destacada en la determinación del estatus social y político del sujeto. En quinto lugar, confieso no entender qué es lo que lleva a confusión y qué a la pretensión de ser un alegato contra el avance desmedido y voraz de los intereses económicos.

Pero lo que más perplejo me deja es la última frase transcrita, la que viene a decir que el patrimonio se convierte en un bastión de identidad frente a la homogeneización del régimen capitalista.

Late en esta frase mucho de esas posturas ideológicas que, si bien pueden jugar su papel en la lucha política, desmerecen harto y desdoran la elegancia del razonamiento científico o intelectual.

Porque del capitalismo, ese tan denostado sistema, no cabe establecer una intencionalidad tendente a eliminar la identidad de ningún colectivo. No tiene sentido dotarlo de voluntad en un alarde de personificarlo primero para demonizarlo después. Otro tanto cabría hacer con el comunismo. De hecho hay ideólogos liberales que lo hacen cayendo en la misma tergiversación.

No. Los sistemas carecen de culpas. La culpa la tienen las regulaciones jurídicas adoptadas por sus gestores. Ellos son los que podrían llevar a los sistemas políticos a socavar la identidad colectiva o a conservarla y mejorarla.

MK se refiere también a lo que llama patrimonio turístico. Parece dar a entender que cabe la posibilidad de diferenciarlo del patrimonio en general. Y puede que sea así, pero de serlo es porque los turisperitos se han empeñado en hacer un discurso paralelo entre las realidades y los conceptos que pertenecen a la vida en general y los que ellos han decretado que pertenecen a la vida del turismo.

En este sentido hay que referirse a un concepto sui generis en el seno del modelo convencional elaborado por los turisperitos. Me refiero al concepto de destino turístico aportado por los turisperitos expertos en marketing. En efecto: el concepto de destino turístico es un mix formado por elementos muy diversos. Por una parte integra a la llamada industria turística de un lugar, es decir, por la planta alojadora y la gastronómíca junto con la urbanística en general (equipamientos de todo tipo, especialmente los culturales, deportivos y recreativos)

Como es sabido, una de las grandes canteras que alimentan la incentivación del turismo es el patrimonio natural y cultural. Pero hay que advertir que no cualquier forma de este patrimonio sino, básicamente, esas formas singulares que pueden cumplir en grado significativo la función de generar la llegada de visitantes.

Para explicarlo mejor voy a acudir al testimonio de un turista anterior al turismo de masas. Me refiero a François-Réné de Chateaubriand, el escritor francés autor de El genio del cristianismo. Chateaubriand hizo un viaje a Italia durante el invierno de 1803, cuando aun no se hablaba de turistas y mucho menos de turismo. Años más tarde escribió un librito delicioso: Viaje a Italia. Expondré qué parecía entender él por patrimonio turístico en sus dos dimensiones, el natural y el cultural.

Naturaleza: “Los montes se elevan a ambos lados; sus laderas se hacen verticales; sus cimas, estériles, comienzan a presentar algunos glaciares: de todas sus partes se precipitan torrentes que van a llenar el Arche, que corre alocadamente. En medio de aquel tumulto de aguas observé una cascada ligera y silenciosa que cae con una gracia infinita bajo una cortina de sauces”

Cultura: “La entrada principal a la Villa Adriana estaba en el Hipódromo, en la antigua vía Triburtina, a muy poca distancia de la tumba de Plautio. Ya no quedaba ningún vestigio de las antigüedades en el Hipódromo, convertido en viñedo. Al salir de un atajo muy estrecho, un paseo de cipreses de copa cortada me ha conducido a una granja destartalada (…). Detrás de esa granja se encuentra el teatro romano, bastante bien conservado: es un semicírculo compuesto de tres hileras de asientos.

Chateaubriand se extasió ante el paisaje que alegró su vista mientras viajaba por Saboya camino de Italia, y en Italia, ante los restos que quedan, deteriorados y degradados, de la civilización romana. Las citas tomadas de ese libro muestran de forma indubitable que ambos elementos forman parte sustancial de lo que él buscaba en su viaje, que es lo que un estudioso del turismo considera como la encarnación del concepto de patrimonio turístico.

Digámoslo de otra forma: el turista no se muestra interesado por cualquier componente del patrimonio de un territorio. El turista es bastante selectivo porque se interesa exclusivamente por aquellos elementos del acervo natural y cultural que tienen la entidad y la fuerza suficiente para incentivar su desplazamiento circular.

Pero hay más. Y es que esa fuerza incentivadora se gradúa experimentalmente: es tanto más grande cuanto a más turistas atrae. Con referencia a un elemento patrimonial debidamente tipificado en un destino turístico o en Universo se podría cuantificar su fuerza incentivadora por medio de una encuesta que estableciera su demanda anual. Incluso se podrían agregar los datos obtenidos referentes a todos los elementos patrimoniales de un destino o del Universo y construir un gráfico tipo campana de Gauss. En ella podríamos observar una concentración de la demanda en el centro y su descenso hacia las dos colas. En la de la izquierda tendríamos los elementos patrimoniales demandados por turistas muy exigentes de la calidad mientras que en la cola de la derecha tendríamos la demanda de esos elementos que atraen a turistas poco o nada exigentes.

En una ocasión escuché a una guía de turismo de la ciudad española de Peñíscola decir que quien no fuera a ver “la casa de las conchas” (una vivienda cuyo dueño había forrado sus fachada con pequeñas valvas de almejas) tendría que reconocer que “algo importante le faltaba del destino. Agregaré que la casa no tiene el más mínimo interés artístico pero que puede interesar a esos turistas adocenados que tanto abundan.

Por eso encuentro los cinco “puntos en común” del patrimonio turístico citados por MK, extraídos de Prats (2003), Mondino (2004), Espeitx (2004) y Aguirre (2007) como aspectos poco destacables del mismo.

¿Es sustentable el desarrollo que promueve el turismo?

El concepto de desarrollo es uno de esos conceptos que suelen ser manoseados en un intento falaz de conseguir una clarificación imposible. Digamos de entrada que todo ente vivo evoluciona. Es decir, nace, crece, madura y muere. En la medida en la que una sociedad es un ente vivo también evoluciona, es decir: se desarrolla. Ahora bien, cuando hablamos de desarrollo en el contexto de nuestra época es obvio que queremos decir algo más. ¿Pero qué es lo que queremos decir cuando decimos que hay que conseguir la ansiada meta del desarrollo. Pues ni más ni menos que la consecución de una meta o la tendencia más o menos firme hacia la misma. La cuestión está en la aceptación generalizada de esa meta.

La meta más deseada de nuestra sociedad desde hace al menos dos siglos es la del crecimiento continuado de la riqueza. Fue en los años sesenta cuando el Club de Roma y los escritos de Rostow cuando se planteó la cuestión de los límites físicos y espaciales del aumento de la riqueza habida cuenta de que la Tierra es limitada y de que hay recursos que son agotables. Se pasa así de la meta del aumento continuado de la riqueza a la propuesta de que ese crecimiento sea soportable porque se consiga teniendo en cuenta esos límites.

Tanto se ha abusado del manoseo de la idea de desarrollo y progreso que hemos llegado a es elevado grado de confusión que tanto gusta a los amantes de la confusión porque creen que a mayor confusión mayor prestigio intelectual.

Como consecuencia de esa desaforada búsqueda hemos llegado a una situación en la que no sabemos qué es el desarrollo o el progreso. Es lo que se desprende de esta frase del filósofo español José Antonio Marina (www.elmundo.es 11 de febrero 2011):

“La idea de progreso – como la de utopía – se desprestigió en el siglo pasado porque fue usada para justificar lo injustificable. Sin embargo es imposible prescindir de ella. Debemos saber si avanzamos o retrocedemos, necesitamos evaluar la dirección de la Historia porque, de lo contrario, estamos en manos de un destino incierto. La Historia, evidentemente, no es el producto no previsible de innumerables acciones individuales. Por eso debemos desconfiar de cualquiera qe pretenda dirigirla”

Hasta aquí completamente de acuerdo con Marina. Pero la reflexión se completa con lo que sigue:

“Sin embargo, una salida puede librarnos de la precariedad. Aristóteles definía lo justo como <aquello que es considerado tal por el hombre justo>. No es un círculo vicioso. Quería decir [Aristóteles] que un ser humano se acerca a la justicia a través de un proceso de refinamiento personal. Algo semejante pienso yo de la justicia y de la Historia”

Es ahora cuando Marina pasa a definir el rogreso:

“Progreso es lo consideraría tal una inteligencia social perspicaz, informada, éticamente responsable, capaz de ejercer un pensamiento crítico humilde y tenaz, surgida de la interacción de inteligencias que no se masifican ni se enrocan en un individualismo desvinculado”

“Mi sueño es colaborar a la construcción de esa inteligencia compartida”. Así termina el prof. Marina su reflexión sobre el progreso, una reflexión que si bien puede ser admirable en el contexto del academicismo es absolutamente inoperante en el contexto de su aplicación práctica. Y, claro, si no es aplicable en la práctica es perfectamente inútil.

En 1992 escribí un artículo titulado Turismo y desarrollo (Ver la revista Estudios Turísticos nº 102) En este trabajo expuse mi postura personal en lo que concierne a ambos términos. Para mí, el turismo no ha alcanzado aun el nivel de claridad que es exigible a los conceptos teóricos aunque no descarto que lo pueda alcanzar en el futuro. Sin embargo, el concepto de desarrollo ni es científico ni lo será nunca porque es un concepto de carácter político, es decir, que tiene que ver con la fijación de una meta social de progreso por el gobernante. El gobernante puede detentar su cargo en virtud de la imposición por la fuerza, pero también en virtud de un proceso democrático. A los efectos de mis planteamientos se trata de opciones que no afectan a lo dicho.

Cuando MK pasa a ocuparse de la cuestión relacionada con el turismo y el desarrollo se pronuncia diciendo que “el turismo ha pasado a formar parte de la economía mundial como una de las actividades más <prometedoras> Confieso que me extraña que MK pueda hacer suyo un pensamiento tan discutible como este. En un tratadista tan hipercrítico como él se entiende mal. A renglón seguido, añade: “Si bien por su naturaleza posee ciertas sensibilidades hacia los estímulos hostiles del medio (como ser catástrofes o conflictos) se ha sabido ubicar en la mayoría del globo”

Entre los factores que han ayudado a su consolidación MK destaca los siguientes:

a) alta tecnificación capitalista que mejoró las formas de transporte

b) reducción de las horas dedicadas al trabajo lo cual dio mayor tiempo al ocio

c) un aumento salarial

Admite MK que el turismo es un instrumento que ha sacado a ciertos países de la pobreza aunque no tardaron en aparecer posturas críticas como la de Turner y Ash para quienes el turismo es simplemente un forma más de dominación ideológica capitalista.

Debo resaltar una vez más la querencia de MK hacia la señalación del capitalismo como causa última de todos los males sin mezcla de bien alguno. No digo que no haya algo acertado en la expresión porque es obvio que las empresas de los países más desarrollados han generado la malla de intereses a través de la cual se explotan los recursos naturales, culturales y humanos de los países más desfavorecidos. Pero es obvio que si lo han conseguido ha sido porque estos países han atendido los cantos de sirena de las promesas que se derivarían del turismo si aceptaban las condiciones impuestas por las empresas foráneas y que tan atractivamente presentan los turisperitos.

Pero no caigamos en fáciles demagogias impropias del razonamiento científico. Si así lo hacemos ignoraremos que los países ricos siguieron los mismos planteamientos en el pasado que ahora siguen los países desfavorecidos. Repasemos la historia y nos daremos cuenta de que muchos de los países ricos aplicaron en el pasado la misma política nacional y empresarial que hoy se les aconseja a los desfavorecidos. Pensemos en lo que hizo Suiza desde fines del siglo XIX y gran parte del XX. Pensemos en lo que hizo España desde 1960. Estos países lograron recibir un sustancioso chorro de divisas con el que financiaron las numerosas infraestructuras que les abrieron las puertas del desarrollo que hoy detentan.

Otra cuestión es el de los efectos dañinos que ese desarrollo causó en muchos países en su medio ambiente, daños que hoy son irreparables y que hay que incluir en los costes generalizados de las medidas adoptadas.

Conclusión

He expuesto aquí una crítica sistemática al pensamiento de MK, crítica que es sin duda altamente negativa. Quiero resaltar que en mi crítica he evitado salir fuera del modelo teórico convencional que profesa MK. No habría tenido sentido elaborar mi análisis desde el modelo teórico alternativo que yo profeso y que vengo defendiendo desde hace cerca de un cuarto de siglo.

Quisiera recordar algo que he dicho recientemente en una de mis columnas de www.boletin-turistico.com: “Los escolásticos hacían gala de cumplir esta sentencia: ENTIA NON SUNT MULTIPLICANDA PRAETER NECESSIATEM; en román paladino y traducida libremente viene a significar: ‘No des más explicaciones que las estrictamente necesarias”. Dicho de otra forma: ‘Atente al sano principio de la economía de pensamiento y acertarás”.

Si tuviera que resumir en muy pocas palabras mi crítica a MK diría que el turismo no es ni será nunca una ciencia como lo son las ciencias sociales conocidas pero tampoco es un pasatiempo cínico. Me acuerdo de que mi madre decía en casos similares: “Ni Don Juan ni Juanillo: Juan.



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