RESUMEN.- Tras la Segunda Guerra Mundial la contaminación ambiental se convirtió en un tema de inquietud universal, después de innumerables acontecimientos que llevaron a una alteración del medio ambiente tales como el uso desmedido del Dicloro Difenil Tricloroetano (DDT), de las nuevas tecnologías, la sobre explotación de los mantos acuíferos y la tala irregular de árboles -por mencionar sólo algunas. Estos hechos ocasionaron que a partir de los años setenta del siglo XX se crearan leyes regulatorias sobre el desastre ecológico y la falta de compromiso de los gobiernos y las empresas con el medio ambiente. De igual forma, estas reglamentaciones están orientadas a la promoción de una cultura de rescate ambiental sustentable que involucre al sector empresarial, a todos los niveles de gobierno y, por supuesto, a toda la ciudadanía.
Palabras  clave:  sustentabilidad cultural, eco-desarrollo, eco-cultura, desarrollo sostenido, y consumo socialmente responsable.
ABSTRACT. - After the Second World War environmental pollution became a subject of universal concern, after countless events that led to an alteration of the environment such as the excessive use of Dichloro Diphenyl Trichloroethane (DDT), of new technologies, the envelope exploitation of the aquifers and the irregular cutting of trees -to mention just a few. These facts caused that from the seventies of the 20th century be created laws regulatory on the ecological disaster and the lack of commitment by governments and companies with the environment. Similarly, these regulations are aimed at the promotion of a culture of sustainable environmental rescue involving the business sector, all levels of government and, of course, to all citizens. 
  
  
  Key words: cultural sustainability, eco-development, eco-culture, sustainable development, and socially responsible consumption.
 
1. INTRODUCCIÓN
El significado de la palabra  sustentabilidad hace referencia a que “…se puede sustentar o  defender con razones” (Real Academia Española, 2001)  lo cual nos indica que -ya sea que se hable de una cuestión ambiental,  económica o social- la intención no debe cambiar, debe de permanecer intacta,  por lo tanto en este artículo lo que se busca es dar a conocer cómo la  sustentabilidad no es sólo una cuestión ambiental o económica sino que también  tiene otras tonalidades como la sustentabilidad cultural, la cual es el  objetivo del presente texto.
  Para  abordar el tema de sustentabilidad o desarrollo sustentable primero debemos de  mencionar que es un término con tres vertientes, tales como: ambiental,  económica y social. En este apartado si bien lo que nos ocupa  es la cuestión ambiental, el tema de sustentabilidad ambiental se encuentra  ligado, además de las vertientes mencionadas, con una cuestión educativa y  cultural, siendo esta última el punto eje a tratar.
  La  sustentabilidad ambiental parecería ser una expresión relativamente nueva, pero  en realidad es un tema que nace a partir de la década de los 40 del Siglo XX con  las investigaciones de Rachel Carson1  que ponían de manifiesto los daños que causaban las pruebas de eficiencia de  los pesticidas. En 1945 Carson intentó publicar un artículo en la revista  Reader’s Digest acerca de las pruebas realizadas con pesticidas, pero no logró  publicarse debido al tono y contenido del articulo2 ,  pero fue hasta 1958 cuando recibió una carta de unos amigos del Cabo Cod3 ,  en la cual le describen cómo el rociado aéreo del ddt había matado una gran cantidad de pájaros en las tierras  de las cuales ellos eran propietarios, que decidió comunicar lo sucedido a la  sociedad en general, explicándoles cuáles eran los efectos ocasionados por el  uso de pesticidas como el ddt. 
  En la coyuntura descrita se dio a la  tarea de escribir un libro llamado Silent  Spring que tenía como base cuatro años de investigación. Previendo severos  ataques de las empresas que producían mercancías químicas, recopiló en  cincuenta y cinco páginas sus fuentes de información e incluyó una lista de los  especialistas que habían analizado su manuscrito. Lo anterior provocó que las  autoridades de Estados Unidos de Norteamérica y otros países tomaran medidas  sanitarias y legales aún a pesar del descontento de las grandes empresas  comercializadoras de pesticidas. 
  Lo anterior hace cuestionable y  preocupante que se tomen medidas de prevención ecológica a partir de desastres  ambientales, y no antes de que este tipo de cosas sucedan, lo cual implicaría  menos costos, tanto económicos, sociales y, sobre todo, ambientales. Es a  partir de esto que se ve la necesidad de crear medidas de seguridad ambiental  para evitar catástrofes ambientales tales como lo que sucedió con la primera  marea negra ocasionada por el buque Gluckauf el cual fue el primer barco  especializado en el trasporte de petróleo crudo y que en 1893 encallo en la Isla Fire, en la costa  de Nueva York, debido a una espesa niebla y fallos en la navegación. Se intentó  reflotarlo pero fue un fracaso ya que después de varios intentos se hundió  definitivamente. Este primer barco dio paso a la era moderna del transporte de  crudo en tanto que a partir de la presencia de éste se crearon después buques  de doble casco para prevenir desastres ambientales (Borrás, 2012).
  Borrás (2012) registra ante el Centro Tecnológico del Mar (2012) más de 103 accidentes  vinculados a la marea negra a nivel mundial y que tienen impactos sociales y  ecológicos en el mundo. Uno de los ecosistemas más  afectado por la industria petrolera es el manglar, hábitat de gran importancia  social, económica y ecológica y que tiene una enorme diversidad biológica con  alta productividad, en el cual se encuentra un gran número de especies de aves,  de peces, de crustáceos y de moluscos. En este sentido este ecosistema es una  fuente de materia prima para muchas actividades productivas de las comunidades  asentadas en su entorno. Las actividades petroleras en el manglar provocan  interrupción del flujo del agua dulce y del mar hacia los manglares y dentro de  ellos, lo que altera la forma de drenaje, la vegetación, el suelo, y produce la  inestabilidad general de la zona.
  A  raíz de estos acontecimientos, de la publicación de Rachel Carson y a los  desastres ecológicos acontecidos se tomaron medidas de rescate y prevención, de  tal manera que en 1970 el Congreso de los Estados  Unidos de Norteamérica crea la   Agencia de Protección Ambiental. Para 1972, la Agencia de Protección  Ambiental de dicha nación impidió el uso del ddt,  el pesticida que había ocasionado que un sin número de aves, estuvieran a punto  de extinguirse, lo cual fue desastroso y provocó una conciencia ambiental en la  sociedad de aquella época y de las que precedieron.
  En  este orden de ideas es que a partir de la desequilibrada actividad humana y al  avance tecnológico se adopta una conciencia ambiental que se evidencia en la  creación de diversas organizaciones internacionales y nacionales dedicadas a  salvaguardar el bienestar del ser humano y su hábitat. Es importante mencionar,  que la aparición de dichas organizaciones es anterior de las publicaciones de  Carson en tanto que el daño al medio era un asunto que ya se había detectado  previamente.
  Es  así que para el año 1872 en Estados Unidos de  Norteamérica se crea el Primer Parque Nacional  “Yellowstone”. Al final del siglo XIX el movimiento conservador estadounidense  surgió cuando ciudadanos y funcionarios del gobierno comenzaron a darse cuenta  de la dimensión de las deforestaciones y el colapso de la vida silvestre en  todo el país. La acción federal en la conservación de los recursos forestales y  la vida silvestre empezó en 1872 cuando el gobierno protegió 809.000 hectáreas  de bosque, principalmente en el noroeste de Wyoming, e impidió la cacería en  esa región (Tyler, 1994).
  Posteriormente, en 1900 se crea el protocolo para la preservación  de la vida salvaje en África. Aunque se trata del primer esfuerzo internacional  a favor de la conservación, éste no fue aplicado, pero sus decisiones  influyeron en la organización de reservas de caza. Mientras que en 1933 en  Londres se firma el Convenio Internacional para la protección de la flora y  fauna en su estado natural (Tratado Universal del Medio Ambiente, 1993). Es  importante mencionar que, así como surgen este tipo de iniciativas para la  protección del medio ambiente, existen muchas otras a nivel mundial.4 
  Tras la intención de concientización del ser humano por la  naturaleza y del medio ambiente, el entendimiento de esta comprensión transmuta  a un derecho sustentable e integral que implica lo ambiental, lo político, lo  económico y lo cultural. Es en esta lógica que en “…la década de 1980 se  procura reducir la confrontación entre ambiente y desarrollo postulando el  desarrollo sustentable como la posibilidad de satisfacer las necesidades  actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para  satisfacer sus propias  necesidades” (Gabutti, 2007: 1).
  Es en 1992 con la Declaración de Río  sobre Medio Ambiente y Desarrollo cuando nace el derecho al desarrollo  sustentable, el cual tiene como objetivos erradicar la pobreza, la brecha  social y los malos hábitos de consumo que deterioran los elementos que  conforman el ambiente (agua, suelo, atmósfera, fauna y flora). Cabe señalar que  el derecho al desarrollo sustentable nace bajo un proceso económico,  tecnológico, social y cultural de gran escala mundial capitalista donde se le  da una gran importancia a los bienes económicos o monetarios que han llegado a  sobrepasar los límites de la naturaleza, dado que lo vital en este sistema es  la mayor producción al menor costo posible, con el máximo de ganancias. Se  pensaría que bajo el modo de acumulación capitalista los únicos recursos  humanos son los más explotados, pero no es así ya que las riquezas naturales,  al igual que a la fuerza de trabajo, no se les permite su reproducción más allá  de la satisfacción de las necesidades económicas de los más poderosos y de la  reproducción del capital.
  El cada vez mayor y grave el deterioro del medio  ambiente ligado a la reproducción del capital; sin duda alguna es un problema  de gran magnitud. La desertización, la degradación del suelo, la contaminación  de los ríos, y la polución en los manantiales son efectos de una  industrialización muy rápida y que no contempla consecuencia alguna, a menos  que éstas incidan en la reproducción del capital.
  Por ejemplo, China hoy en día figura  internacionalmente como la gran fabrica del mundo posicionándose como una de  las grandes potencias dado la desmesurada industrialización frenética en la  cual está comprometida. Resulta casi obvio decir que la industrialización de  China se da a costa del medio ambiente, siendo este país el primer emisor  mundial de dióxido de carbono, ubicándose en el décimo lugar de las ciudades  más contaminadas. (Bustelo; 2010).
  La globalización exacerbada al día de hoy lleva a  empresas transnacionales, sociedad civil y gobiernos a comprometerse con el  medio ambiente, pretendiendo lograr el uso de los recursos naturales de manera  sustentable, evitando de esta manera escenarios futuros de degradación, crisis,  enfermedad y destrucción total del medio ambiente -lo cual generaría al mismo  tiempo el deterioro de la calidad de vida del ser humano.
  La humanidad desde sus orígenes ha contado con una  abundancia de recursos naturales, pero el uso descomunal que el hombre tiene de  su relación con la naturaleza solamente genera rasgos de depreciación del medio  ambiente, llegando hoy a niveles impresionantes los cuales nos han orillado a  los gobiernos de cada país a incorporar esta problemática como un asunto  prioritario de las agendas nacionales, particularmente como una amenaza a la  seguridad nacional en tanto que nos encontramos en el  preludio de una gran catástrofe ambiental.
  El  agotamiento de los recursos naturales no sólo se ve reflejado en los cambios  climáticos, el calentamiento global y todos los efectos que esto provoca, sino  que también acentúa la desigualdad social ya que a mayor pobreza ambiental,  mayor conflicto e inestabilidad de carácter político, económico y social. Es  importante mencionar que la escasez ambiental no sólo genera un alto  agotamiento y degradación ambiental aunada a un crecimiento desmedido de la  ciudadanía la cual se ve limitada en el acceso a los recursos, sino también una  escasez ambiental que se encuentra ligada a un efecto social intermedio  caracterizado por la pobreza, tensiones intergrupales, movimientos  poblacionales, estrés institucional y crisis, lo cual culmina en una  inestabilidad y conflictos de carácter social, cultural y económico. Es así que  se debe señalar que el problema ambiental por si solo no es generador de  conflictos económicos y sociales, aunque si se agudiza dichos problemas.
  Ante  esta coyuntura, la   Organización de las Naciones Unidas (onu) comenzó a preocuparse por dar una solución a este tipo  de  problemas, siendo la defensa de los  recursos naturales y su sobrevivencia lo más importante de las posibles  soluciones. La medida planteada es el Ecodesarrollo, que tiempo después  transmutó en Desarrollo Sustentable. Asimismo, y con lo paradójico que pueda  resultar, las empresas transnacionales -quienes son las principales causantes  de los desastres naturales- han creado un plan de trabajo sustentado en nuevas  estrategias de mercado orientadas a velar por la responsabilidad social y  ambiental. Es así que surgen las Empresas Socialmente Responsables orientadas a  perpetuar la producción capitalista, pero tratando de contrarrestas el  deterioro ambiental y teniendo responsabilidad ambiental con el planeta Tierra  y con sus con sus habitantes.
2. EMPRESAS Y CONSUMO  SOCIALMENTE RESPONSABLES
Se dice que una empresa es  socialmente responsable cuando responde satisfactoriamente a las expectativas  que sobre su funcionamiento tienen los distintos grupos de interés. La  responsabilidad social empresarial se refiere a cómo las empresas son  gobernadas respecto a los intereses de sus trabajadores, sus clientes,  proveedores, sus accionistas y su impacto ecológico y social en la sociedad en  general, es decir, a una gestión de la empresa que respeta a todos sus grupos de  interés y supone un planteamiento de tipo estratégico que debe formar parte de  la gestión cotidiana de la toma de decisiones y de las operaciones de toda la  organización, creando valor en el largo plazo y contribuyendo  significativamente a la obtención de ventajas competitivas duraderas (Responsabilidad Social Empresarial, 2005). De ahí la importancia de  que tanto los órganos de gobierno como la dirección de las empresas asuman la  perspectiva de la responsabilidad social empresarial.
  Si  bien la responsabilidad social corresponde en primer lugar a las empresas, se  extiende a todas las organizaciones que aportan un valor añadido a la sociedad  (sean públicas y privadas, con ánimo o sin ánimo de lucro) (Responsabilidad Social Empresarial, 2005) en tanto que  éstas deben contar con políticas, programas y  estrategias que favorezcan un pleno  desarrollo humano para dar ejercicio a una responsabilidad social. En esta  tesitura, la responsabilidad social de la empresa es una combinación de  aspectos legales, éticos, morales y ambientales, y es una decisión voluntaria,  no impuesta, aunque exista cierta normatividad frente al tema.
  Para  Cajiga (2006) quien es Miembro de Forum Empresa y fundador de la Alianza por la Responsabilidad Social  Empresarial en México (Aliarse)  presenta las principales responsabilidades éticas de la empresa con los  trabajadores y la comunidad las cuales son: i) servir a la sociedad con  productos útiles y en condiciones justas; ii) crear riqueza de la manera más  eficaz posible; iii) respetar los derechos humanos con unas condiciones de  trabajo dignas que favorezcan la seguridad y salud laboral y el desarrollo  humano y profesional de los trabajadores; iv) procurar la continuidad de la  empresa y, si es posible, lograr un crecimiento razonable; v) respetar el medio  ambiente evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación minimizando la  generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y  energéticos; vi) cumplir con rigor las leyes, reglamentos, normas y costumbres,  respetando los legítimos contratos y compromisos adquiridos; vii) procurar la  distribución equitativa de la riqueza generada; viii) seguimiento del  cumplimiento de la legislación por parte de la empresa; ix) mantenimiento de la  ética empresarial y lucha contra la corrupción; x) supervisión de las  condiciones laborales y de salud de los trabajadores; xi) seguimiento de la  gestión de los recursos y los residuos; xii) revisión de la eficiencia  energética de la empresa; xiii) correcto uso del agua; xv) lucha contra el cambio  climático; xiv) evaluación de riesgos ambientales y sociales; xv) supervisión  de la adecuación de la cadena de suministro; xvii) diseño e implementación de  estrategias de asociación y colaboración de la empresa; xviii) implicar a los  consumidores, comunidades locales y resto de la sociedad; xi) involucrar a los  empleados en las buenas prácticas de responsabilidad social empresarial y, x)  marketing y construcción de la reputación corporativa.
  Por  otro lado, es de vital importancia señalar el nuevo papel protagónico en el  cual se ve envuelto el consumidor, comprometido a impulsar el cambio de los  modelos y prácticas de producción así como de consumo, dentro de un nuevo nicho  de mercado denominado consumo responsable en el que la oferta del mismo tiende al crecimiento y a la diversificación de  productos amigables con el medio ambiente, es decir, se trata de un consumidor  más informado que ejerce su conocimiento razonado en sus prácticas de consumo,  adquisición y uso, con lo cual influye a las empresas a ofrecerle productos que  cumplan con sus exigencias y necesidades al tiempo que las mismas empresas  distinguen en esta predisposición de sus clientes grandes beneficios, no sólo  económicos sino que también aportan a la sustentabilidad humana y ambiental  bajo el estandarte de la responsabilidad social responsable; más que opciones  de compra y venta se convierten en estilos de vida perfilado al ecodesarrollo  que de esperanzas a las nuevas.
3. ECODESARROLLO
Es necesario mencionar que la palabra  eco hace alusión a lo ecológicamente viable y que la palabra desarrollo surgió  después de la Segunda   Guerra Mundial como la búsqueda de nuevos mercados  capitalistas a través de la ciencia y la tecnología como potenciadoras de la  reproducción de las  condiciones de  urbanización, educación y tecnificación de las zonas industrializadas (Colmegna  y Matarazzo, 2001). El significado de desarrollo está acompañado de  crecimiento, tanto social como económico, pero en el sistema capitalista el  desarrollo se limita a lo económico dejando de lado lo social y, por supuesto,  también olvida la parte del medio ambiente. Por eso la palabra ecodesarrollo  proponía una nueva forma de crecimiento sustentado en el cuidado del medio  ambiente, es decir, un crecimiento con el buen aprovechamiento de los  ecosistemas de cada región.
  En la conferencia de  Estocolmo en 1972 si  bien se reconoció  que el medio ambiente se encontraba en una constante e irracional explotación  por parte del mismo hombre, también se asumió que a través del ecodesarrollo se  pretendía una utilización juiciosa de los recursos locales y del saber-hacer  campesino aplicable a zonas rurales aisladas del tercer mundo (Sachs, 1982:  78).
  En este sentido, el  ecodesarrollo está orientado a la necesidad de buscar estrategias de desarrollo  adecuadas a la solidaridad diacrónica con las generaciones futuras, capaces de  asegurar una producción sostenida salvaguardando y mejorando su soporte  ecológico (Sachs, 1982: 78), es decir, a un desarrollo sustentable.
  Las estrategias del  ecodesarrollo plantearon la necesidad de integrar una dimensión ambiental en la  planificación del desarrollo económico, así como de promover innovaciones  científicas y tecnológicas para normar e instrumentar un proceso económico  menos destructor de los medios naturales de producción (Leff, 1975: 313).  Es importante mencionar que, si bien dicha  propuesta estaba orientada a hacer un verdadero cambio en la visión de la  irracionalidad económica, esta provocó que países como Estados Unidos de  Norteamérica viera sus intereses económicos en juego, y por lo tanto se  opusieron en su momento a la propuesta del ecodesarrollo. Es así que el término  de ecodesarrollo fue vetado por Henry Kissinger quien fuera el jefe de la  diplomacia norteamericana en ese tiempo y que manifestó su desacuerdo al  Presidente del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente argumentando  que el concepto ecodesarrollo tenía como obstáculo pretender la transformación  de la racionalidad económica dominante, por lo que era preferible sustituirlo  por el término de desarrollo sostenido-sustentable (Leff, 1975: 313).
  En términos generales las  propuestas del ecodesarrollo se enfocan principalmente en aplicarse en  comunidades rurales, buscando el crecimiento de los actores del campo por medio  de: i) el ahorrar prudente de los recursos renovables fomentando el reciclaje  y, siempre que sea posible, sustituyéndolos por recursos renovables asequibles  sobre una base continuada y mediante una administración ecológica apropiada;  ii) la reducción al mínimo los cambios irreversibles en tanto que en muchas  ocasiones la creación de ciudades, carreteras u autopistas en lugares donde la  tierra es fértil y cultivable, deben ser evitados y, iii) protección al medio  físico o del impacto del hombre sobre la naturaleza, es decir, el reconocimiento  de que el proceso económico no solamente es el que afecta los ecosistemas, si  no también el mismo hombre con varias de sus acciones como la deforestación, el  uso irracional del agua, la caza inmoderada, etcétera.
  Grosso  modo, el  ecodesarrollo busca que la explotación al medio ambiente sea en beneficio de  las generaciones del presente pero que este beneficio no afecte a las del  futuro. Asimismo contempla la preservación de la naturaleza de tal forma que  pueda reproducir su ciclo vital, con la ayuda de la tecnología humana para  preservarla. El ecodesarrollo no pretende que los recursos naturales dejen de  utilizarse, pero si propone que el uso de los recursos sea siempre con la  conciencia de su preservación.
  Es así que el  ecodesarrollo surge debido a la degradación ambiental provocada por los  procesos económicos que se dan para la producción de capital. Es este orden de  ideas es que pueda entenderse –que no justificarse– que el agotamiento de los  recursos naturales es la diferencia entre países desarrollados y  subdesarrollados luego que la necesidad de producción a gran escala ha hecho  que los países desarrollados ejerzan una sobreexplotación de los recursos de  los países en vías de desarrollo –situación que ha permitido que las grandes  transnacionales se adueñan de los recursos naturales a nivel mundial, aplicando  métodos inadecuados provocando de esta manera la devastación ambiental.
  Este proceso de  expoliación y explotación implica la destrucción de la base de recursos de los  países pobres, que podrían desarrollar para su desarrollo endógeno. Su efecto  más duradero se produce por la destrucción del potencial productivo de los  países del tercer mundo, por la introducción de patrones tecnológicos  inapropiados; así como por la inducción de ritmos de extracción y por la  difusión de modelos sociales de consumo que generan un proceso de degradación  de sus ecosistemas, de erosión de sus suelos y agotamiento de sus recursos  (Leff, 2005). Los recursos naturales son la base del desarrollo de cualquier  país, y cuando un país explota los recursos de otro, lo deja en desventaja para  desarrollarse, impidiéndole su crecimiento, haciéndolo dependiente, y causando  aumento de las desigualdades sociales. 
  Todo lo anterior subraya  la idea de sustentabilidad dibujada desde la hibridación del mundo, de la  tecnologización de la vida y la economización de la naturaleza, de mestizaje de  las culturas, de diálogo de saberes, de dispersión de subjetividades, donde se  está de-construyendo el mundo, donde se están resignificando identidades y  sentidos existenciales a contracorriente de un mundo que está en constante  cambio, que busca la modernidad (Leff, 2004). Es  en está tónica que es necesario vincular al ecodesarrollo a la cuestión  cultural.
  La escala humana en el  ecodesarrollo se encuentra en el hecho de que el cuidado al medio ambiente  traerá beneficios a toda la humanidad, en especial a los sectores más pobres  del planeta, pues son los más explotados tanto humana y ecológicamente. Un  desarrollo sustentable traería consigo una disminución de las desigualdades  sociales acrecentadas por el uso inmoderado de recursos en mayor parte por los  países desarrollados, con la creación de leyes para la protección a la  naturaleza y los que viven en ella y de ella, pues el medio ambiente no sólo  son las plantas, animales, el agua, el aire y la tierra, también el propio ser  humano forma parte del ecosistema y se incluye en el ecodesarrollo como el guía  para el cuidado de la parte de la naturaleza que lo mantiene con vida. Siendo  que esta vida debe ser digna para todo ser vivo, el ecodesarrollo o desarrollo  sustentable busca la interacción del ser humano con los otros elementos  naturales para alcanzar el equilibrio y respeto.
4. ECODESARROLLO  Y CULTURA CON LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
Se pretende que los objetivos del  ecodesarrollo se orienten hacia una verdadera transformación en la racionalidad  económica; un desarrollo más humano al cuidado de la naturaleza. El ser  individuo busca siempre un progreso, a lo que el ecodesarrollo pretende que el  crecimiento económico y social se de en beneficio de la población más  necesitada, comenzando por las comunidades rurales. Se procura iniciar por las  actividades del medio rural, pues aportan técnicas ancestrales de cuidado a la  naturaleza, esto nos permite como personas vernos vinculadas con nuestros  antepasados y el amor a la tierra. Es en este sentido, nace en el año 2000 la Carta de la Tierra la cual nos ofrece  un instrumento educativo muy valioso ya que nos exhorta a buscar aspectos en  común en medio de nuestra diversidad y a adoptar una ética global que comparte  una creciente cantidad de personas en todo el mundo.
  Si bien La Carta de la Tierra nace debido al  conocimiento de la situación en la que se encuentra el planeta, casi todos los  individuos sabemos que la   Tierra está en peligro y que si no se toman medidas radicales  y efectivas, la vida desaparecerá. Es importante mencionar que, si la Tierra para muchos es sólo  el depósito de recursos para la acumulación individual, cualquier iniciativa  por demás efectiva conducirá, como máximo, a medidas curativas y no a  soluciones efectivas. De lo que se trata, entonces, es de replantear las  relaciones con la naturaleza. Es así que se debe tomar conciencia de la  situación en la cual se encuentra día a día nuestro planeta, ya que es un ser  vivo y nosotros somos parte de él. 5
  Existe una gran  diferencia en la relación medio ambiente-hombre que tienen los pueblos  indígenas y los no indígenas, y es que los pueblos indígenas no trabajan para  la acumulación individual sino para satisfacer las necesidades de todos. La  visión que los pueblos indígenas tienen de la tierra es totalmente opuesta a la  del pensamiento capitalista y occidental ya que para éste último la Tierra sólo posee un valor  económico para su explotación, mientras que para los pueblos indígenas se trata  de un todo vinculado con las riquezas que ella posee como son el aguas, el aire  y el subsuelo.
  Si bien el derecho a la  tierra es un derecho inalienable, y su reconocimiento y protección conforma un  elemento central en las principales reivindicaciones indígenas de las últimas  décadas, hoy en día existen numerosos programas de desarrollo económico  impulsados por instituciones multinacionales que son las columnas vertebrales  del sistema capitalista6  que lejos de velar por este derecho, sus programas han y están causado la  desaparición de las bases económicas y la reestructuración de las culturas  indígenas.
  Los pueblos Indígenas han  sido vistos en muchas ocasiones como obstáculos para el desarrollo, por lo cual  se les ha excluido de los procesos implementados por tales programas. Se les ha  negado el  derecho a decir no a cualquier  actividad de desarrollo instaurada por los grandes poderes económicos y  políticos lo cual afecta negativamente a las tierras y territorios indígenas,  así como a su integridad cultural, social y política. Se les ha negado la  capacidad de gestión, utilizando sus propios métodos a la hora de solucionar  sus problemas ya que el desarrollo económico y social que promueven las grandes  transnacionales sólo se preocupa por generar ganancias para su propio beneficio  y, en el mejor de los casos, en algunas ocasiones han hecho una que otra  aportación sanitaria para las comunidades indígenas.
  Es importante recordar que, la responsabilidad social  empresarial es una inversión que genera ganancias y utilidades en algunos casos  de forma inmediata y, en otros, a mediano y largo plazo. Lo anterior debido a  que es poco probable que una empresa asuma una política de responsabilidad  social empresarial si se le convierte en un gasto que va en contra de sus  intereses y estados financieros, ya que no podemos desconocer que en el  lenguaje empresarial todo se mide en costos de inversión y en la recuperación  de la misma. Cuando se adquiera conciencia de que la responsabilidad social es  una inversión que produce retornos en utilidades y una acción de ganancias para  la misma empresa, los empresarios y directivos asumirán un liderazgo positivo  en el tema.
  La  idea de responsabilidad social empresarial ha sido un parte aguas en la economía de las empresas aunados al impacto socio  ambiental, revindicando a las organizaciones desde su razón de ser, su misión y  sus prácticas -tanto operativas como de gestión- mostrándolas como  contribuyentes al bienestar social en tanto motores para lograr un desarrollo  sostenible y sustentable, no sólo del medio ambiente y de los recursos  naturales, sino también de la actividad económica y social.
  El desarrollo económico  promovido por las grandes transnacionales encaminados al “beneficio nacional” a  cambio de abrir el país a la explotación natural y cultural, no ha hecho otra  cosa más que la aparición de un territorio deforestado con ríos contaminados y  comunidades desarticuladas políticas, social y culturalmente, y por si fuera  poco, un hundimiento económico. Es por todo lo anterior que se ha recurrido a  repensar nuestro comportamiento con el medio ambiente atendiendo al valor de la diversidad cultural y los principios de  interculturalidad que no sólo se refieren a estar juntos sino aceptar la  diversidad del ser en sus necesidades, opiniones, deseos, conocimiento y  perspectivas (Mignolo, 2000). 
  En términos generales  podemos observar que el concepto de interculturalidad tiene como principio la  aplicación de métodos ecológicos para el cuidado del medio ambiente y el  encausamiento del desarrollo económico con base en los recursos naturales de  cada región en particular. Lo anterior da origen a un nivel de desarrollo de  tipo endógeno y emanado de la autogestión geolocalizada.
5. DESARROLLO  SOSTENIDO-SUSTENTABLE
Como vimos anteriormente la palabra  ecodesarrollo proponía un desarrollo distinto al que se venía haciendo hasta  antes de la última década del siglo pasado y fue un peligro para los intereses  de los países llamados desarrollados. Al ser vetado el término ecodesarrollo se  propuso usar el término desarrollo sostenido que, en realidad, era un  desarrollo guiado por la economía que desatendía el coste socio-ambiental de la  producción y el consumo y que justificaba y mantenía un crecimiento económico  permanente ascendente que derivara altos beneficios (Sachs, 1982: 89).
  El desarrollo sostenido  siguió la línea de la explotación de recursos naturales para la sola  producción, sin tomar en cuenta que la naturaleza también se agota. El nuevo  término de desarrollo sostenido no funcionó debido a que la producción ya no  pudo ser “sostenida”. Es en este sentido que se comenzó a utilizar el concepto  de desarrollo sostenible el cual implicaba una producción ecológicamente suave  que se sustentara en la vigilancia de los puntos de las materias primas y la  eficacia energética, así como los costos de la producción. 
  Es importante mencionar  que, si bien el desarrollo sostenible partía de procesos productivos  ecológicamente amigables, el capital siguió representando una racionalidad inmutable  (Sachs, 1982: 56). En términos reales el desarrollo sostenible tampoco pudo  llevar a la práctica el cuidado del medio ambiente, pues las reservas y los  recursos se cuidaban pero sólo para que la producción capitalista pudiera  seguir operando.
  Como resultado del fallo  de las propuestas del ecodesarrollo, del desarrollo sostenido y del desarrollo  sostenible, a partir de los años noventa del siglo XX cobra fuerza la necesidad  de ligar el desarrollo a la sostenibilidad y a la dimensión humana de la vida,  vinculadas a las prácticas cotidianas y al uso de los recursos regionales y  conocimientos locales y regionales como eje de desarrollo endógeno (Colmegna y  Matarazzo, 2001). Es en esta tesitura que surge una nueva propuesta llamada  desarrollo sustentable. 
  Dicha propuesta atiende a  la especificidad local autogestionada, planificada, ejecutada y administrada  por los propios sujetos del desarrollo. Se trata de un proceso que busca  satisfacer las necesidades humanas, tanto de las generaciones actuales como futuras,  sin que ello implique la destrucción de la base misma del desarrollo, es decir,  los recursos naturales y los procesos ecológicos (Goñi y Goin, 2006:192).
  El desarrollo sustentable  es la propuesta actual de cuidado al medio ambiente que tiene un enfoque hacia  las comunidades rurales y la vida humana. Este tipo de desarrollo propone que  cada comunidad puede tener un desarrollo sustentable de acuerdo a su medio  ambiente y a las necesidades específicas de cada comunidad que permita el uso  de sus propios recursos, manteniéndolos y aplicando tecnologías adecuadas para  la generación del crecimiento. Lo anterior quiere decir que, el desarrollo  sustentable propone que sean los campesinos los que gestionen y generen su  propio crecimiento, y en consecuencia, todos los beneficios que trae consigo el  desarrollo sustentable serán para todos los involucrados.
  Aunque muchas de las  teorías acerca de la sustentabilidad no se corresponden con la realidad, es un  hecho que la sustentabilidad promete un futuro en el que la acción del hombre  esté orientada a la valoración de los recursos naturales, a su conservación y  protección. Es en este sentido que el desarrollo sustentable no deberá de tener  como objetivos el alcance de intereses económicos privados, en tanto que la naturaleza  es un bien común no por su valor monetario, si no por su significado en la  preservación de toda la vida en el planeta. Por esta razón los beneficios  extraídos de la naturaleza deben ser aprovechados por todos evitando la  monopolización.
  Podemos decir que, si  bien las propuestas del desarrollo sustentable incluyen el cuidado del uso de  los recursos naturales sin dejar de utilizarlos, así como la aplicación y  creación de tecnologías que utilicen menos energía de la que producen, la  permanencia de la cultura y tradiciones de cada región es también parte  importante para la aplicación de este tipo de desarrollo, en tanto que se trata  de una sustentabilidad cultural.
6. SUSTENTABILIDAD CULTURAL 
Considerando que se debe respetar la  distribución cultural, existen varios desafíos para la sustentabilidad  cultural. Uno de ellos es la generación de una sostenibilidad cultural con lo  intercultural que considere las relaciones entre cultura y procesos de  desarrollo económico que permitan fortalecer las instituciones políticas y  económicas. Para lograr lo anterior se debe respetar la voz y el desarrollo de  la diversidad cultural, es decir, la demostración activa de saberes,  patrimonio, prácticas, conocimientos y sensibilidades.
  Son los valores, los que  mantienen vivas las raíces culturales, y al mismo tiempo son productoras de  auténticas políticas democráticas las cuales están fundadas en compromisos  enigmáticos de cooperación abierta, participativa y equitativa, en el discurso  político y en la toma de decisiones. Estos mismos valores enraizados  culturalmente son hoy generadoras de economías de mercado como el trueque,  constituidas por cooperativas locales que promueven una forma de vida  equitativa y remuneradora. Consientes que cada individuo, cuenta con el mismo derecho  de disfrutar de la propiedad y de las ganancias de los productos de los cuales  depende su medio de vida.
  Esta forma de  organización facilita a la sociedad a ser auto organizada y particularmente  cooperativa, lo anterior no está muy alejado a lo que algún día realizó la  civilización Azteca cuando se comercializaba en los tianguis por medio del  trueque, y cuando las aldeas trabajaban en conjunto para cubrir sus propias  necesidades. Es de tal manera que podemos decir que son los valores quienes  determinan a la sociedad civil, al mismo tiempo manan de las personas hacia la  cultura y, por ende, hacia las instituciones. El poder regresar a este tipo de  economía sustentable no es hoy una utopía, es una realidad cada vez más  cercana, por lo menos en gran parte de Latinoamérica.7 
  Un reto más es lograr que  la cultura sea la finalidad del desarrollo en tanto que implicar activamente a  la cultura en los procesos de desarrollo socioeconómico, políticos y  ecológicos, se traduciría en una relación con otras áreas de diferentes países  que produciría una representación de la diversidad cultural en las políticas  públicas.
  Un objetivo que también  debería de perseguir la sustentabilidad cultural es una redistribución cultural  que posibilite la sostenibilidad cultural con la interculturalidad, la cual a  su vez permita el fortalecimiento de la participación de la sociedad civil en  el diseño y gestión de las políticas culturales en interacción con los Estados,  las empresas privadas  y las  organizaciones internacionales.
  Para que estos retos  dejen de serlo y se conviertan en una realidad hay mucho trabajo por delante.  Al respecto es en la primera década del siglo XXI en la cual se viene dando una  vinculación entre política, economía, cultura y ecología a partir de proyectos  culturales enfocados al rescate ecológico derivado de los efectos colaterales  de las propuestas sustentables y no sustentables de las grandes transnacionales  y la complicidad de los gobiernos.
  Podemos decir que, más  allá de establecer un balance entre crecimiento económico y conservación de los  recursos naturales, el desarrollo sustentable abre la posibilidad de movilizar  el potencial de: i) los procesos ecológicos; ii) la innovación  científico-tecnológica y, iii) la creatividad y participación social para construir  los medios eco-tecnológicos de producción para un desarrollo igualitario,  descentralizado, auto gestionado, ecológicamente equilibrado y sustentable, así  como capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población respetando su  diversidad cultural y mejorando su calidad de vida. Se trata, como dice Leff  (2005) de que el desarrollo sustentable suponga la transformación de los  procesos productivos y de las relaciones de poder asociadas a una gestión  participativa de los recursos ambientales (281).
7. CONCLUSIONES
El término sustentabilidad como vimos  implica tres vertientes, tales como: ambiente, economía y el aspecto social,  cada una marcando ciertos matices diferentes, es así  que al referirnos a los eventos históricos  revisados nos dejan claro que la racionalidad económica que gobierna los  procesos productivos ha permitido la construcción de una civilización “moderna”  que tiene como prioridad el crecimiento económico y sólo como una elección la  vida. Ante esto, las sociedades contemporáneas deben mirar hacia una economía  ecológica que priorice una política del ambiente sustentada en el  reconocimiento de la diversidad cultural y la disminución de las desigualdades  que genera el modo de acumulación global. 
  La lucha contra la lógica  del mercado nos orilla a la perseverancia de todo lo que significa reivindicar  la vida en todas sus formas porque valorar la vida, sea vegetal animal o humana,  es lo que conforma una nueva forma más equilibrada de relacionarnos con el medio  que nos rodea. Nada es definitivo, vamos de un lado a otro transformando poco a  poco la estructura social que permea nuestra vida cotidiana, y es desde aquí  donde tenemos que empezar la transformación apuntando hacia la reducción de  combustibles fósiles y las puesta en marcha de prácticas ecológicamente  sustentables, es decir; construir una nueva racionalidad económico ambiental y  social, evitando en lo posible  impactos  ambientales lo cual generara de manera inmediata una reducción en la alteración  del medio ambiente, para lograr esto es preciso propiciar cambios de hábitos,  basado en valores, los cuales se vean reflejados en la sociedad y en  consecuencia en el entorno.
  Las huellas que hemos  dejado en el medio ambiente nos atañe a todos y ha llegado a tal nivel que, a  permeado todos los ámbitos de referencia del ser humano, es decir, lo  económico, lo político, lo social y lo cultural. La devastación ambiental se ha  corporizado y posee una existencia visible que penetra como un aroma en el  cuerpo social. La humanidad debe de estar consiente de su responsabilidad ante  la crisis ecológica que está viviendo y actuar para contrarrestar los efectos  del desarrollo a través de la sustentabilidad. Existen ya acciones pero éstas  aún son insuficientes si miramos el deterioro ambiental en el que nos encontramos,  pero cabe señalar que el papel de la cultura en esta ocasión, como en muchas  otras, ha sido de suma importancia para fomentar, difundir y dar a conocer  métodos de rescate y fomento ambiental, de sustentabilidad económica y política  con el uso del intercambio económico y de trabajo cooperativo. 
  A modo de guisa podemos  decir que, la cultura ambiental no es posible si no se vinculan a: la identidad  en todas sus particularidades, las creencias, los comportamientos, la praxis, los  mitos, los ritos, los usos y costumbres, los imaginarios colectivos, los  valores, las interpretaciones, los significados, los signos, los símbolos, las  señales, los sentimientos, las sensaciones, las apreciaciones, las  percepciones, las opiniones, las elecciones, las emociones, los miedos, los  deseos, las actitudes, los estados de ánimo, las motivaciones, los  conocimientos, las personalidades, etcétera. 
  Todos estos elementos  culturales deben de encontrarse en el eje de la discusión de la sustentabilidad  ambiental en tanto que se dinamizan y adquieren y adquieren nuevas cargas de  significados ante un nuevo proyecto de civilización que implique cambios en los  sistemas políticos, económicos, sociales en un marco de geo-localidad que, a su  vez, permita un aprovechamiento más racional e integrado de los  recursos naturales, así como a un desarrollo más igualitario y sostenido en  todas sus dimensiones para los seres humanos.
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    1  Véase: Clack,  G. (2007), Rachel Carson, La pluma contra el veneno, Estados Unidos de Norteamérica, Oficina  de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados  Unidos de Norteamérica, 1-18. 
 
  
     2 Dicho  artículo no fue publicado debido a que se trataba de una coyuntura dominada por la industria donde el derecho al lucro  a cualquier costo era pocas veces cuestionado. A esta situación fue la que se  enfrentó Carson ya que con evidencias confrontó los efectos perjudiciales de la aplicación de los pesticidas, lo cual podría  generar las protestas de los consumidores y la consecuente caída de las ventas.  En este sentido los empresarios con el consentimiento de algunos autoridades  hicieron todo lo posible para que su artículo no fuera publicado. Véase: Carson, R. (2002), Silent Spring, Estados Unidos de Norteamérica, Houghton Mifflin Company, isbn 978-0618249060, 1-400. 
   
  
    3  Cabo Cod es una  península en el extremo oriental del estado de Massachusetts, al noreste de  Estados Unidos de Norteamérica.
   
  
    4  Para una mejor referencia de las organizaciones  internacionales se puede consultar la cronología de Gabutti quien muestra un  excelente seguimiento de vicisitudes ecológicas que inquietaron a una parte de  la sociedad impulsándolas a crear leyes, convenios, tratados y organizaciones  dedicadas a la conservación y manejo de los recursos naturales. Véase: Gabutti,  I. A. (2007), Cronología ambiental,  Argentina, Centro de Gestión Ambiental fices,  documento electrónico, http://www.fices.unsl.edu.ar/cga/cronologia.htm,  fecha de consulta: 7 de marzo de 2012. 
   
  
     5 Para  los pueblos indígenas La   Pachamama (tierra como ellos la llaman) es la madre que nos  cría y nosotros a la vez la criamos a ella, aunque en realidad eso esta hoy en  tela de juicio.
   
  
    6  Por ejemplo el Banco  Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo –por mencionar sólo algunos.
   
  
    7  Por  ejemplo la puesta en circulación de la moneda comunitaria Túmin en un mercado  en la localidad de Espinal, a unos 400 kilómetros al  sudeste de la capital de México. Véase: Castro (2012), Castro, J. (2012), Dirección de la Universidad Veracruzana  Intercultural, México, Universidad Veracruzana, documento electrónico, http://www.uv.mx/uvi/Impulsan-moneda-comunitaria-en-Espinal.html,  fecha de consulta: 20 de junio de 2012. De igual forma, la  moneda sucre se ha tornado como una herramienta solidaria y ecológica para  relocalizar la economía en tanto que permitirá a los países  de la Alianza Bolivariana  para Los Pueblos de Nuestra América (alba)  emanciparse de la inestabilidad del dólar e intensificar el comercio  intra-regional. Véase: Paez, P. (2011), “La moneda regional sucre y las  cooperativas financieras, nuestras acciones”, en There are other alternatives, Ecuador, Taoa, documento electrónico,  http://www.taoaproject.org/nustras-acciones/ecuador-la-moneda-regional-sucre/?lang=es,  fecha de consulta: 21 de junio de 2012.