Revista: OIDLES
Observatorio Iberoamericano del Desarrollo Local y la Economía Social / ISSN 1988-2483


LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS INDÍGENAS Y CAMPESINOS: PRÁCTICAS PRODUCTIVAS TRADICIONALES DESDE UN ENFOQUE AGROECOLÓGICO

Autores e infomación del artículo

Noris de Jesús García Torres*

Universidad Bolivariana de Venezuela

torresdejesus1964@gmail.com


Resumen
El artículo que se presenta a continuación, tiene la intencionalidad de abrir el debate sobre aspectos vinculados a la gestión agroalimentaria  de las comunidades indígenas y campesinas, con la intención de dar a conocer,  sobre las  prácticas tradicionales que sustentan sus sistemas agroalimentarios.  A lo largo del documento, se describen situaciones en las cuales se van develando,  las características más importantes de estas prácticas productivas ancestrales y como a través del tiempo han mantenido sistemas alimentarios autosustentables, haciendo uso racional de los recursos biológicos, tomando de la naturaleza solo lo necesario, en una relación de reciprocidad que se materializa en diversidad productiva para cubrir las necesidades sociales y diversidad biológica para mantener los ciclos naturales. El uso inadecuado de los recursos disponibles en los ecosistemas, tienen en la actualidad graves consecuencias, las cuales inclusive ponen en riesgo la supervivencia de la especie humana en el planeta, es por ello, que surgen propuestas destinadas a dar   soluciones  a esta problemática socioambiental.  En el marco de esta realidad, comienza a manejarse la teoría de la Agroecología, que tiene dentro de sus fundamentos el manejo de agroecosistemas sustentables, orientado bajo un esquema de uso de tecnologías productivas orgánicas, control biológico de plagas, asociación de cultivos, entre otros.   Las relaciones establecidas entre las culturas indígenas y campesinas con la naturaleza,   le conceden propiedades y manejo de conocimientos   sobre la ecología de sus territorios, situación que favorece un modelo que ha sido sustentable  en estas economías ancestrales. Los retos y desafíos surgidos en el contexto del modelo de desarrollo actual, presentan la necesidad de analizar y reflexionar sobre las bases que sustentan el conocimiento de los campesinos e indígenas, conocimiento que se manifiesta  en el desarrollo de la complejidad de sus sistemas agroalimentarios, experiencia que se fundamenta en la  preservación  de las cualidades de la biodiversidad presente y en el uso de técnicas ancestrales que se han mantenido durante  generaciones. No es pertinente,  separar el estudio de los agroecosistemas,  de las culturas de los individuos que los desarrollan, sus prácticas productivas,   se han venido  adaptando a los diferentes periodos históricos de la sociedad y a los cambios que van  presentando la naturaleza. Las consideraciones anteriores, abren un espacio para el análisis y reflexión sobre la importancia de las  experiencias productivas de estas pequeñas economías, los cuales son capaces de producir bajo una modalidad de uso y conservación de los recursos naturales, con mínima disponibilidad de recursos financieros. La realidad socioproductiva de estas comunidades, se realiza  en medio de una dinámica compleja, que estimula la competencia y  el afán por el lucro.  Los sistemas agroalimentarios campesinos e indígenas, son un  buen ejemplo de producción sustentable a escala local, en un contexto mundial,  en el cual se presenta una profunda crisis alimentaria y donde se comienzan a sentir las consecuencias del cambio climático, producto del actual modelo de desarrollo.

Palabras claves: Sistemas agroalimentarios, agroecología, culturas tradicionales, saberes ancestrales, integración socionatural.
Abstract.
The article that is presented below, intends to open the debate on aspects related to the agrifood management of indigenous and peasant communities, with the intention of making known, about the traditional practices that sustain their agri-food systems. Throughout the document, situations are described in which are described, the most important characteristics of these ancestral productive practices and how over time they have maintained self-sustaining food systems, making rational use of biological resources, taking from nature only the necessary, in a relationship of reciprocity that materializes in productive diversity to cover the social needs and biological diversity to maintain the natural cycles. The inadequate use of resources available in ecosystems, currently have serious consequences, which even put at risk the survival of the human species on the planet, which is why proposals to solve these socio-environmental problems arise. Within the framework of this reality, the theory of Agroecology begins to be managed, which has within its foundations the management of sustainable agroecosystems, guided by a scheme of use of organic productive technologies, biological control of pests, association of crops, among others. . The relationships established between indigenous and peasant cultures with nature, grant them properties and knowledge management about the ecology of their territories, a situation that favors a model that has been sustainable in these ancestral economies. The challenges and challenges that arise in the context of the current development model, present the need to analyze and reflect on the bases that sustain the knowledge of peasants and indigenous people, knowledge that is manifested in the development of the complexity of their agri-food systems, experience which is based on the preservation of the qualities of present biodiversity and the use of ancestral techniques that have been maintained for generations. It is not pertinent to separate the study of agroecosystems, the cultures of the individuals that develop them, their productive practices, they have been adapting to the different historical periods of society and to the changes that nature is presenting. The above considerations open a space for analysis and reflection on the importance of the productive experiences of these small economies, which are capable of producing under a modality of use and conservation of natural resources, with minimal availability of financial resources. The socio-productive reality of these communities is carried out in the middle of a complex dynamic that stimulates competition and the desire for profit. Peasant and indigenous agrifood systems are a good example of sustainable production at a local scale, in a global context, in which there is a profound food crisis and where the consequences of climate change, the product of the current development model, begin to be felt.       
Key words: Agri-food systems, agroecology, traditional cultures, ancestral knowledge, socionatural integration.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Noris de Jesús García Torres (2018): “Los sistemas agroalimentarios indígenas y campesinos: prácticas productivas tradicionales desde un enfoque agroecológico”, Revista: OIDLES Observatorio Iberoamericano del Desarrollo Local y la Economía Social, n. 24 (junio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/oidles/24/practicas-productivas-tradicionales.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/oidles24practicas-productivas-tradicionales


1.- LA AGRICULTURA CONVENCIONAL Y SUS AFECTACIONES AMBIENTALES.
La intensificación de la producción agrícola iniciada en el mundo,  después de la segunda  guerra mundial, trajo consigo la llamada Revolución Verde. Las consecuencias de la aplicación de este modelo de producción  agrícola,  ha contribuido  a la contaminación de los ecosistemas y a la afectación  de  la diversidad biológica.  El desarrollo de los sistemas agroalimentarios bajo el enfoque capitalista, en la mayoría de los casos, han  venido a favorecer las grandes empresas trasnacionales,  dejando sin ningún tipo de  protección social a los  productores agrícolas en gran parte de los países del mundo.
La crisis que se presenta en la actualidad y en la que  se puede evidenciar, el   desequilibrio ecológico, producto de   la práctica inconsciente  del hombre, quien antepone sus intereses económicos a cualquier otro interés, evidencia      contradicciones   que  abren  el debate sobre la necesidad de cambios y transformaciones, que estén destinados a  contrarrestar   las afectaciones realizadas a la naturaleza por el actual modelo de producción.  El modelo civilizatorio de la llamada modernidad, ha impactado de manera importante en las culturas ancestrales de los  pueblos indígenas y las economías campesinas, con el pretexto de los llamados   avances de la ciencia y la construcción de nuevas epistemologías, que niegan y califican de obsoletos los modelos socioproductivos  de estos grupos sociales. La ciencia moderna   no admite otras lógicas distintas,  a las que validan la práctica   científica, acorralando  cualquier forma de manifestación tradicional sobre el manejo de los recursos naturales,    que no  tenga correspondencia   con las innovaciones tecnológicas   que sustentan el actual modelo de desarrollo.
La gestión de los sistemas  agroalimentarios,  enfocado desde la visión neoliberal, tiene significativos impactos en el ambiente, donde  se han  generado modificaciones a la biodiversidad de los ecosistemas, entre las que se pueden señalar,  la desaparición  de un número importante de especies vegetales,   que podrían haber sido  destinadas a la alimentación de la población mundial. El modelo de producción  convencional, se ha orientado hacia la realización de investigaciones científicas, con la finalidad de desarrollar    variedades genéticas más resistentes y con mayores niveles  productivos.  Las agroindustrias globales,  se han  dedicado a la elaboración de agroquímicos, siendo estos productos,  parte del paquete para la producción agrícola, que tiene la premeditada intención de hacer dependientes de estos productos   a los agricultores, como parte de una   estrategia de dominación  capitalista.
Los  avances tecnológicos  de la llamada agricultura moderna, se han complementado,  con el uso de maquinaria agrícola para el desarrollo de monocultivos a gran escala.    A pesar de todo este despliegue  tecnológico, los resultados obtenidos,  hablan de la insostenibilidad de este modelo, entre otras razones,  por la pérdida de la interrelación  y cercanía  del hombre con  los elementos de la naturaleza. Este tipo de iniciativa productiva, no reconoce la importancia de las redes de solidaridad, integradas por campesinos e indígenas  de las pequeñas economías,  que se desarrollan en gran parte de los países del mundo y que podrían ser el camino hacia modelos sustentables y sostenibles   que garanticen la  alimentación de un número importante de familias a escala mundial.
El uso  de los recursos naturales, orientado desde una visión de trabajo colectivo y donde  se reconozca la importancia de los aportes que se generan a partir de producciones realizadas a pequeña escala, serán referentes importantes para los cambios necesarios. (Calle,  Gallar y Candón, 2013:07)  “Se trata de una problematización política de los conflictos sociales y medioambientales asociados al manejo de recursos naturales y la construcción de sistemas agroalimentarios sustentables en ese  afán de dar satisfacción a las necesidades básicas de  los seres humanos (materiales, expresivas, efectivas, de relación con la naturaleza)”.
La  necesidad  de un cambio social,  orientado  desde un pensamiento emancipador,   supone asumir una postura,  donde  se analicen las condiciones actuales del modelo de desarrollo, se valoren los contextos sociales y sus respectivas características socioculturales,    todo ello,   con la finalidad de alcanzar formas de relación,  que estimulen la cooperación y la   solidaridad  entre los individuos,  basados en un modelo de economía social.  Modelo de economía social, que reconoce   las formas de luchas campesinas e indígenas,  las cuales surgen en un contexto que busca  permanentemente  satisfacer las necesidades sociales. Estas luchas campesinas e indígenas,  se alimentan de manera sustantiva de organizaciones,  que tienen como característica fundamental,  las interrelaciones   que estimulan la cooperación y el intercambio, en las que se reconoce la identidad cultural y las necesidades que se presentan en el espacio territorial donde interactúan los sujetos sociales.  
1.1.-  LA AGROECOLOGÍA: CAMINO HACIA UN NUEVO PARADIGMA PRODUCTIVO.
La crisis ecológica,  por la que atraviesa nuestro planeta hoy día,  exige cambios estructurales en el modelo de producción.  Las afectaciones del ambiente, tienen en la actualidad consecuencias devastadoras, las cuales ponen en riesgo la supervivencia de la especie humana en el planeta.       Es por esto,  que es necesario la puesta en práctica  de un modelo de producción agrícola, que respete la naturaleza y la diversidad biológica que se encuentra presente en ella.  A partir de los años 70 del siglo pasado, comienza un movimiento mundial, orientado a proponer cambios en las tecnologías  productivas convencionales, esto debido a las consecuencias generadas por el uso de tecnologías basadas en la siembra extensiva de monocultivos y el uso de agroquímicos para la producción agrícola. Es así,  como se comienza  a trabajar en la construcción de una teoría,  denominada  Agroecología,  cuyo fin inicial es el  estudio de los agroecosistemas y  las afectaciones  que se producen en el ambiente,  originados por la aplicación  de  tecnologías basadas en la siembra extensiva de monocultivos y   el uso de agrotóxicos. 

En esa primera fase de la agroecología, estuvo como uno de sus primeros teóricos a Altieri, quien consideró a la Agroecología como: “La aplicación de conceptos y principios ecológicos al diseño de sistemas agrícolas sostenibles”. Estos principios fueron enriquecidos posteriormente  con la integración y aplicación de metodologías procedentes de las ciencias sociales.

En el transcurrir del tiempo,  se han venido sumando nuevos enfoques, en la teoría Agroecológica y entre ellas se puede mencionar,  la corriente de la  Agroecología política, la cual se  fundamenta en la definición hecha por   (Calle,  Gallar y Candón, 2013: 07):
Entendemos por agroecología política,  el análisis y la actuación sobre las condiciones sociales, las redes y los conflictos que resultan del apoyo hacia un cambio social agroecológico. Caracterizamos este cambio como una democratización extensa de nuestras relaciones socioculturales con vistas a lograr un metabolismo social o socio-vital sustentable.
Las  características  socioculturales,  son  elemento central en el conjunto de interrelaciones que se encuentran contenidos en el desarrollo de la gestión de los sistemas agroalimentarios de las comunidades indígenas y campesinas. Las interacciones armónicas  que se genera en el interior de estas sociedades tradicionales,  han contribuido al desarrollo de  prácticas de intercambio, que tienen la finalidad de  satisfacer las  necesidades de bienes, servicios, conocimientos y saberes. Desde tiempos remotos,   estas sociedades ancestrales han sido garantes de la sustentabilidad y sostenibilidad  de      sus procesos económicos productivos.
La agroecología es contraria  a la agricultura convencional, propone técnicas productivas que no afectan el equilibrio natural de los ecosistemas, incorporando elementos productivos que contribuyen a la conservación de los recursos naturales, se encuentran en armonía con las formas productivas tradicionales, preservando su raíz histórica cultural y la sustentabilidad de sus procesos socioproductivos. Sobre la Agroecología, (Altieri, 2001:03), considera lo siguiente: “Es definida como la aplicación de los conceptos y principios ecológicos para diseñar agroecosistemas sustentables”. 

El conjunto de relaciones que se generan a partir de  la práctica agroecológica,  tiene  un enfoque pluridisciplinar, caracterizado por  un manejo participativo de los actores sociales,  en el desarrollo de los  sistemas agroalimentarios, promoviendo  una praxis de técnicas socioproductivas que responde a una visión de alto contenido sociopolítico,  para la administración de recursos naturales. La Agroecología, plantea un desarrollo productivo pluralista, asumiendo el conocimiento científico desde una perspectiva que reconoce las particularidades subjetivas, donde son considerados los fundamentos sociohistóricos  de los territorios,  así como los valores,  la diversidad ecológica y las formas de relación cultural de los individuos.

Desde la perspectiva de la Agroecología, el cambio y las transformaciones se visualizan    como un proceso de valoración colectiva, producto de la integración de la sociedad y los sistemas ambientales. Estas valoraciones,  se conciben desde el  reconocimiento  de las prácticas productivas,  realizadas por los campesinos e indígenas en el contexto de su realidad social. Estas relaciones se  vinculan  con el uso de valores que emergen entre los productores agrícolas y los sistemas ambientales, dando a éstas,  un carácter esencialmente armónico. Se propone entonces, la recuperación de las prácticas productivas tradicionales, en un proceso de integración,   con  el conocimiento científico  transdisciplinario, como mecanismo alternativo para el desarrollo rural desde una perspectiva de sustentabilidad.
Para (Sevilla y Soler, 2012: 12) “La agroecología propone un enfoque pluriepistemológico, un diálogo de saberes, que combina el conocimiento empírico del campesinado sobre el manejo de los agroecosistemas y el conocimiento científico teórico, experimental y aplicado”.
El enfoque agroecológico, es  una respuesta social, que reconoce la naturaleza de la vivencialidad  de las prácticas sociales en los procesos productivos, vinculándolas con la ciencia, dándole forma a la  integración de conocimientos, para el desarrollo de propuestas basadas en un manejo racional de los recursos naturales.
Por otro lado, la Agroecología, se basa en formas de desarrollo rural sostenible, que tienen como base fundamental, el conocimiento e intercambio de saberes ancestrales, donde se ponen en práctica, técnicas para el manejo y recuperación de la fertilidad de los suelos, combinando técnicas productivas como el policultivo, el control biológico de plagas y enfermedades,  como formas alternativas de producción que no causan daños al ambiente.
En el caso de las comunidades campesinas e indígenas, sus prácticas productivas,   están basadas en la armonía con  la naturaleza. Este modelo productivo en estos momentos se encuentra amenazado, ha venido  desapareciendo paulatinamente, debido a la influencia del pensamiento hegemónico occidental, cuya lógica está centrada  en la acumulación de riquezas de tipo material, dejando a un lado el componente subjetivo, esencial para una relación armónica entre hombre y naturaleza.  La Agroecología valora de manera fundamental el conocimiento del campesino e indígena, pues la gestión agrícola ancestral reconoce la relación existente entre los animales, plantas, suelo, aire y agua, respetando sus ciclos naturales, desarrollando estos sistemas agrícolas en concordancia con los elementos que componen  la naturaleza.
Los retos y desafíos surgidos en el contexto del modelo de desarrollo actual, presentan la necesidad de analizar y reflexionar sobre la base que sustenta el conocimiento de los campesinos e indígenas en el desarrollo de la complejidad de sus sistemas agroalimentarios, experiencia que se fundamenta en la  preservación  de las cualidades de la biodiversidad presente y en el uso de técnicas ancestrales que se han mantenido por generaciones. Es necesario entender,  que no es posible separar el estudio de los agroecosistemas de las culturas de los individuos que los desarrollan,  las cuales se han venido  adaptando a los diferentes periodos históricos de la sociedad y a los cambios que va presentando la naturaleza.  
En este orden de ideas, (Altieri y Nichols, 2000: 190) expresa:
Los agroecosistemas tradicionales y las formas en las cuales los campesinos aplican el conocimiento local al manejo de la biodiversidad para satisfacer los requerimientos de susbsistencia y a la vez obtener servicios ecológicos. Se aboga por la preservación de estos agroecosistemas tradicionales en conjunto con el mantenimiento de la cultura de la población local. No es posible la conservación y manejo de la biodiversidad sin la preservación de la diversidad cultural.

La práctica productiva realizada por los campesinos e indígenas,  se reconoce como un proceso de orden sistémico, que responde  a una racionalidad ecológica,  demostrándolo en su manera de hacer uso de los recursos presentes en la naturaleza. La descripción que hace  (Altieri y Nichols, 2000: 194) de este proceso,  es el siguiente:
El conocimiento indígena acerca del entorno físico es frecuentemente muy detallado. Muchas culturas campesinas han desarrollado calendarios tradicionales para controlar el cronograma de las actividades agrícolas. Muchos siembran según las fases de la luna, en la creencia de que hay fases lunares lluviosas. Muchos manejan la estacionalidad climática, utilizando indicadores basados en la fenología de la vegetación local.

El binomio integrado por  el  hombre -naturaleza, valida una práctica productiva que tradicionalmente ha sido sustentable, reafirma que en la actualidad,   se deben tomar en consideración los principios de la agricultura campesina e indígena para el desarrollo de procesos productivos exitosos. 
2.- LAS PRÁCTICAS PRODUCTIVAS TRADICIONALES: UNA PERSPECTIVA DE   INTEGRACIÓN SOCIONATURAL.
Las relaciones establecidas entre el hombre y naturaleza responden a una concepción de integración sistémica, donde se valora a profundidad cada uno de los procesos naturales y el desarrollo de la actividad humana para la producción agrícola. A través de ello, se puede  evidenciar la riqueza de la diversidad biológica  y el potencial sociocultural que forma parte de la realidad presente en los sistemas agroalimentarios campesinos e indígenas.
Desde la experiencia estudiada, correspondiente a los procesos productivos de los pueblos indígenas,  su patrón cultural  de producción agrícola, responde a una práctica realizada a través de un conjunto de conocimientos  empíricos, los cuales son  transmitidos, de generación en generación, a través de la oralidad. (Toledo y Barrera- Bassols, 2009:05)  “El saber tradicional es compartido y reproducido mediante el diálogo directo entre el individuo, sus padres y abuelos (hacia el pasado) y / o entre el individuo, sus hijos y nietos (hacia el  futuro) con la naturaleza”.   Los conocimientos tradicionales son preservados a través del uso del lenguaje, en una continuidad generacional,   los cuales  se van haciendo cada vez más pertinentes, dando respuestas  a su realidad espacial y a la temporalidad, con una clara concepción biológica y social.
Los sistemas agroalimentarios indígenas, mantuvieron desde tiempos remotos una valoración de lo intangible, respondiendo a una filosofía espiritual de comunicación y relación,  donde se valora a cada uno de los elementos que componen los sistemas naturales, considerándolos recursos sagrados.  (Toledo, 2008: 54), “La naturaleza es, por lo tanto, no solo una fuente productiva sino el centro del universo, el núcleo de la cultura y el origen de la identidad étnica”.
Los pueblos indígenas reconocen su  entorno natural,  como parte del proceso productivo,   donde su práctica ancestral contribuye a la preservación de la diversidad biológica, la cual se expresa en la existencia de las múltiples variedades  de  especies vegetales y animales  que habitan en su territorio de acción.  Las  interacciones que se manifiestan en este espacio de vida, tienen   como  resultado  la renovación de los ciclos naturales,  además de ser parte de la  preservación de su  memoria histórica cultural, repetición  y continuidad de su ciclo vital en un proceso de reafirmación de sus identidades.

Los grupos sociales  campesinos e indígenas,  han establecido una  trayectoria histórica de  compleja interrelación, donde han venido transformando el territorio, haciendo uso de las potencialidades presentes, adaptándolas a sus requerimientos y necesidades. Este proceso responde de manera fundamental a las aspiraciones del  buen vivir, esencia de estas sociedades tradicionales,  que han ocupado estos espacios desde tiempos remotos, donde sus actividades socioeconómicas giran en torno a los recursos naturales presentes en su contexto social, dándole una caracterización espacial que responde a sus particularidades.

Como elemento ilustrativo de esta complejidad socionatural, (Toledo, 2013: 02) establece lo siguiente:
La ciencia en su conjunto está obligada a conocer el pasado para aprender de él (obtener lecciones); a adoptar una rigurosa perspectiva histórica que permita la cabal comprensión de las situaciones del presente, lo cual implica: a) El desarrollo de un marco conceptual integrador (interdisciplinario) de carácter socioecológico, capaz de orquestar la investigación sobre las relaciones entre la sociedad y la naturaleza; y b) que sea funcional (útil) para el análisis de esas relaciones, es decir, a través de la historia (tiempo) y a diferentes escalas (espacio).

La recuperación de la memoria histórica de las prácticas productivas tradicionales,  en el contexto de la realidad actual, se basan en el  conjunto de interrelaciones que caracterizan estas actividades de producción,  y que generan  conocimiento que sirven para  la interpretación de los cambios sociales y  ambientales,  que se han efectuado a partir del desarrollo de la agricultura convencional. La construcción de una nueva epistemología,  basada  en una concepción de integración socionatural, debe contribuir a la  recuperación de las prácticas productivas ancestrales en una fusión con  tecnologías  agroecológicas,  basadas en un modelo  sustentable y sostenible.      

Las prácticas productivas tradicionales realizadas por los pueblos indígenas y campesinos, tienen en su esencia un conjunto de conocimientos, que se manifiesta a través de un proceso de intercambio, donde las simbologías propias de estos grupos sociales, juegan un papel fundamental en sus formas de producción agrícola. Las formas productivas de estas sociedades originarias, establecen en sus sistemas de producción,   manifestaciones de carácter espiritual, que se materializan a través de ritos,  los cuales sirven de canal comunicativo con sus Dioses,  donde se realiza la solicitud de  permiso para la siembra, protección de las cosechas y abundancia en la producción.  La naturaleza representa para los pueblos indígenas, el origen de la vida, razón básica de la existencia del hombre en el planeta. Su componente espiritual, están representados como parte de su simbología, se manifiestan como elementos intangibles,    pero se materializan a través de los ritos, forma de conciliación del hombre  con la madre tierra.    

Las culturas indígenas y campesinas, manifiestan un marcado respeto por la naturaleza, la consideran como fuente de vida, donde se generan aprendizajes que surgen de la práctica empírica,  obtenida  a partir de procesos productivos que materializan  recursos  alimentarios y también para cubrir otras  necesidades.  Los niveles de comunicación establecidos entre las culturas indígenas y campesinas con la naturaleza,   le conceden propiedades y manejo de conocimientos   sobre la ecología de sus territorios, situación que favorece un modelo que ha sido sustentable  en estas economías ancestrales. La visión de interrelación se realiza desde una perspectiva holística,   donde se cubren las necesidades, haciendo uso racional de los recursos naturales,  mientras se va   fortaleciendo la identidad cultural.  (Gliessman, 2007: 07) “Los agroecosistemas tradicionales nos dan muchos ejemplos de cómo una cultura y su ambiente local han co-evolucionado en el tiempo mediante procesos que establecen un balance de las necesidades de la gente, expresadas como factores ecológicos, tecnológico y socioeconómicos”.

Las  características  que identifica a los sistemas agroalimentarios de  las culturas tradicionales, tienen por excelencia dos  componentes, uno  ecológico y otro social. Estos componentes se encuentran vinculados a las interacciones que se generan a partir del desarrollo de los procesos productivos de las sociedades indígenas y campesinas. Se conjugan en   acciones  basadas  en la reciprocidad,  las cuales  se materializan en la capacidad  y diversidad productiva y la regeneración de la biodiversidad de la naturaleza.                   

 (Toledo y González, 2014:13)

La historia no es sino aquella parte del conocimiento que hace hincapié en la dimensión temporal de la existencia humana. Es, como todo conocimiento, un discurso socialmente construido que como tal forma parte del “software” con que funciona el metabolismo entre la sociedad y la naturaleza. En ese sentido, el discurso histórico se asemeja a la memoria de un colectivo social y funciona de modo análogo a la memoria del individuo.
.
A lo largo de los años, de manera cíclica, se llevan a cabo   los procesos que caracterizan las prácticas productivas de estas sociedades tradicionales, en el seno de estas comunidades, se  realiza una planificación, donde se  toma en consideración la disponibilidad de recursos del territorio, las técnicas  de trabajo, las cuales  responderán a las condiciones estacionales y ambientales  de la temporada, garantizando la sostenibilidad y la cultura productiva que ha sido un legado de sus antepasados, es sin duda un proceso que reafirma el recorrido histórico de una cultura que responde a una integración socionatural.

Las culturas tradicionales, tienen dentro de sus características, tomar de la naturaleza solo, lo que es necesario para su subsistencia,  en un pacto consensuado que favorece intercambios socioecologicos. Esta lógica productiva,  es contraria a los principios que rigen el desarrollo agrícola convencional, que a través de sus prácticas,  producen graves afectaciones ambientales, debido al uso de tecnologías   basadas en la siembra de grandes extensiones de monocultivos, los cuales son el resultado del uso de  semillas hibridas o transgénicas, que ponen en riesgo la supervivencia de la semilla autóctona, muestra de soberanía y componente esencial de la cultura de nuestros pueblos.    

Por otra parte, las consideraciones anteriores, abren el canal para el análisis y reflexión sobre la importancia de las  experiencias productivas de estas pequeñas economías, las cuales son capaces de producir bajo una modalidad de uso y conservación de los recursos naturales, en medio de una dinámica compleja, que estimula la competencia y las ganancias monetarias. Los sistemas agroalimentarios campesinos e indígenas, son un  buen ejemplo de producción sustentable a escala local, en un momento en el cual se presenta una profunda crisis alimentaria,  en el contexto de un cambio climático, que es el resultado  del actual modelo de desarrollo.    

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*MSc. en Ciencias para el desarrollo Estratégico, profesora a dedicación exclusiva de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Miembro del Centro de Estudios Sociales y Culturales (CESYC) de la UBV.

Recibido: Abril 2018 Aceptado: Mayo 2018 Publicado: Junio 2018

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