Observatorio Economía Latinoamericana. ISSN: 1696-8352


EDUCACIÓN, SALUD Y TRABAJO PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE DE LAS MUJERES RURALES DE GUANAJUATO

Autores e infomación del artículo

Lucía Rodríguez Guzmán*

Universidad de Guanajuato, México

luciarg@prodigy.net.mx

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Resumen:
Este artículo incluye algunos conceptos, antecedentes y resultados obtenidos con perspectiva de género. El proyecto INMUJERES-CONACYT1 fue implementado en comunidades rurales de Guanajuato, México, para identificar los factores que juegan un papel clave en el desarrollo humano y social de los grupos vulnerables, especialmente las mujeres y sus familias. En el estudio cualitativo se aplicaron técnicas de observación, entrevistas, diarios de campo y revisión documental. Entre los resultados encontramos condiciones insuficientes de educación, salud y trabajo en contextos locales, por lo que es indispensable proporcionar estrategias acordes a la equidad de género, pertinencia social y sostenibilidad ambiental de cada comunidad.
Palabras clave: Mujeres-Género-Desarrollo-Comunidades rurales-Guanajuato, México

Abstract:
This article includes some concepts, background and results obtained with a gender perspective. The project INMUJERES-CONACYT was implemented in rural communities of Guanajuato México, to identify the factors that play a key role in the social and human development of the vulnerable groups, especially women and their families. The study is qualitative and the techniques that were applied are observation, interviews, field diaries and document review. Among the results we found insufficient conditions of education, health and work in local contexts, therefore it is indispensable to provide strategies according to gender equity, social relevance and environmental sustainability of each community.

Key words: Women-Gender-Development-Rural communities-Guanajuato, México

Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Lucía Rodríguez Guzmán (2018): "Educación, salud y trabajo para el desarrollo sustentable de las mujeres rurales de Guanajuato", Revista Observatorio de la Economía Latinoamericana, (noviembre 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/oel/2018/11/desarrollo-sustentable-mujeres.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/oel1811desarrollo-sustentable-mujeres


1. Introducción
El desarrollo humano se centra en la persona integral situada en una realidad social en alto grado condicionada, pero que resulta factible transformar a partir de la puesta en acción de las capacidades, aprendizajes y estrategias personales y colectivas.
El origen del término desarrollo humano data de la década de 1970 y surgió con el objeto de hacer contrapeso al paradigma economicista limitado exclusivamente al crecimiento económico, por lo mismo, en este artículo se adopta el concepto de desarrollo basado en una filosofía que se resume como proceso de ampliación de las oportunidades de educación, salud, equidad y trabajo digno, que de manera conjunta facilitan el despliegue de las potencialidades humanas en un ambiente sustentable, donde sea posible convivir en paz y preservar los recursos del planeta. Precisamente, uno de los retos a enfrentar en el siglo XXI es el desarrollo sostenible basado en la noción ética de futuro, es decir, en un contrato social desde ahora y para las nuevas generaciones, con todas las alternativas que ayuden a construir un mundo nuevo como diría Mayor (2000), donde la voz de las mujeres tenga eco y se revaloren los trabajos, aportes y reconocimientos que merecen dentro y fuera de la familia.
En el ámbito rural se habla de feminización de la pobreza generada a raíz de los flujos migratorios, lo que confiere a la mujer el papel de cuidadora y proveedora durante los periodos en los que se ausentan los varones lejos del territorio comunitario.
A nivel nacional Guanajuato es de las principales economías de México, pero también figura como una de las entidades con marcados contrastes entre las grandes ciudades industrializadas como León y los municipios que subsisten en condiciones de marginación y pobreza. Las zonas rurales guanajuatenses registran anualmente más personas emigrantes hacia el vecino país del norte. Bajo estas circunstancias la reorganización familiar exige diferentes estrategias de sobrevivencia, con dificultades mayores en las comunidades más alejadas de las cabeceras municipales.
El fenómeno migratorio en años recientes coexiste con el aumento exponencial de la violencia y los problemas asociados a la inseguridad, lo que genera grandes retos para la transformación pacífica del país hacia el desarrollo con calidad de vida y bienestar.
Algunos tópicos de investigación que han adquirido presencia en los medios académicos se fueron desplazando hacia otros escenarios, y en la actualidad forman ya parte de los discursos circulantes que abanderan las políticas sociales mexicanas. Las oportunidades, capacidades, calidad de vida, productividad, progreso y sostenibilidad, entre otros conceptos asociados al desarrollo, muestran una polisemia en función de las teorías subyacentes que cobran significado en cada coordenada espacio temporal de aplicación.
De igual forma, al hablar de género se hace referencia al conjunto de características socioculturales y psicológicas asignadas socialmente a las personas. Por lo mismo, género no es sinónimo de mujeres, ya que los hombres conforman la otra mitad de la población. Si bien, en este estudio se defiende la postura de incorporar una perspectiva que dé mayor visibilidad a las necesidades e intereses estratégicos de las mujeres porque históricamente se tiene una deuda a favor de éstas, en especial quienes ancestralmente han sido relegadas por cuestión de género y por su origen rural.

2. Antecedentes
El trabajo se documentó mediante la recuperación de aportes y experiencias para impulsar el desarrollo sustentable. Por lo mismo, algunos estudios realizados en espacios latinoamericanos resultaron antecedentes valiosos por la proximidad contextual y las características económicas y socioculturales similares.
En esta línea del conocimiento se localizaron investigaciones referentes a la feminización del campo y sus impactos territoriales, así como el costo emocional de la migración y las condiciones de vida de las mujeres jornaleras agrícolas (Aresti de la Torre, 2010). Tanto para las personas que se quedan como para las que se van, las vivencias de pérdida, duelo e identidad marcan un quiebre psicoemocional y, muchas veces, ni con el apoyo económico de las remesas logran subsanar el vacío y el trastocamiento de la dinámica familiar.
Hace algunos años las instancias gubernamentales encargadas del diseño de programas para impulsar el desarrollo social, difundieron convocatorias especiales para las mujeres jefas de familia; no obstante, los apoyos ocasionales se han visto condicionados políticamente y en muchos casos las circunstancias imperantes de inequidad impiden que las personas más pobres accedan a tales recursos.  
Las políticas emanadas de la globalización no han logrado conciliar los papeles productivo y reproductivo que se delegan a las mujeres. Tampoco las políticas públicas han logrado las metas de transversalizar la equidad entre hombres y mujeres.  Zaremberg (2009), coordinó una compilación de trabajos en el marco de políticas sociales y de género, donde se abordan temas relacionados con la familia, el empleo remunerado, la violencia, el desarrollo y la institucionalización de la perspectiva de género, entre otras categorías de análisis, en las que destaca el estudio a nivel micro de las denominadas estrategias de supervivencia.
Una de las críticas a la teoría del desarrollo gira en torno al afán de considerar solamente las proyecciones macroeconómicas, a la vez que se rechaza una economía del bienestar anclada en las dinámicas microeconómicas. Con ello se niegan las posibilidades de empoderamiento de las personas para transformar su realidad cotidiana y buscar alternativas de mejora en sus espacios vitales concretos. En otras palabras, se desdeña el desarrollo local y se maximiza la economía global.
En los círculos académicos y en los escenarios gubernamentales donde se planifican e implementan las políticas públicas, al no haber consenso, los debates relativos al desarrollo social y humano siguen vigentes.
Como parte del marco asumido en esta investigación, adquiere presencia la calidad de vida y el desarrollo sostenible que centran su intencionalidad en la persona, la familia y los grupos que dan sentido a la sociedad.
En cuanto a la calidad de vida se señala la inclusión de satisfactores que pongan al alcance de las personas los elementos para dar atención a sus necesidades básicas.
Por otra parte, se dice que no puede haber desarrollo sin crecimiento, incluso se solapan los procesos de crecimiento económico, desarrollo social y desarrollo económico; sin embargo, Ramos y Porras (2010) mencionan que se pasa por alto la dimensión ambiental inherente a dichos procesos, de ahí la importancia de superar la confrontación entre desarrollo y sustentabilidad.
En cuanto a la vertiente ambiental, Velázquez (1996), integró una serie de trabajos en torno al binomio de género y ambiente en Latinoamérica, donde se citan aspectos vinculados al desarrollo, la pobreza y los recursos naturales.
Resulta de interés mencionar los aportes a la temática de la complejidad ambiental y el desarrollo sustentable que plantea Leff (2013), cuyo debate teórico incluye lo relativo al género y ecofeminismo, así como la reapropiación social de la naturaleza.
Desde hace décadas los pronósticos científicos anunciaron el riesgo de un colapso ecológico derivado de la degradación ambiental, que junto con el aumento de la pobreza es un signo de crisis a escala mundial. Así surgió el discurso de la sustentabilidad ecológica, todavía vigente y a la vez cuestionado cuando se asocia el desarrollo bajo un paradigma reduccionista que se limita solamente al crecimiento económico.
Barkin (1998) advierte que la disparidad en los sistemas productivos y sociales prevalecientes en Latinoamérica está conduciendo al desastre, ya que a partir del creciente desempleo y la discriminación contra los productores rurales de pequeña escala, la degradación ambiental se ve acelerada.
Se afirma que un enfoque ecosistémico pudiera ofrecer opciones alternativas para el manejo sostenible de los recursos e impulsar el desarrollo integral en las comunidades.
Por otra parte, la literatura referente a las condiciones de vida de las mujeres ha proliferado en las décadas recientes, incluso en México se han incrementado las instituciones que albergan colectivos académicos especializados en investigaciones de género.
El Colegio de México, por ejemplo, cuenta con varias publicaciones derivadas del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (Salles, V. y Mc Phail, E., 1994); el Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Trabajo y Pobreza (Alatorre, J., Careaga, G., Jusidman, C., Salles, V., Talamante, C. y Townsend, J.,1997); y, Mujer, género y población en México (García, B.,1999); entre otros documentos representativos del mismo campo temático.
En el horizonte nacional e internacional, las memorias de congresos y compendios relativos a los estados del conocimiento en las áreas de humanidades y las ciencias sociales incluyen la temática de género como apartado importante. También se han abierto convocatorias y foros específicos que versan sobre la participación de las mujeres como eje principal del debate académico. Incluso la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ONU, 2018) contempla entre sus objetivos la igualdad de género, en conjunto con la educación, la salud y el bienestar.

3. Vía metodológica
La metodología aplicada en el presente proyecto recupera la experiencia de las prácticas que cotidianamente realizan las mujeres y sus familias, donde también tienen presencia los hombres, tanto en los ámbitos del trabajo como en otros campos de la existencia.
En este caso se parte del supuesto de que toda práctica es también una elección y decisión entre varias posibilidades. Además, en la vida concreta se genera la riqueza del conocimiento subjetivo, en gran parte incontrolable e inestable, aunque al mismo tiempo representa un saber que la ciencia no debe ignorar.
Con motivo de la presente investigación, una vía metodológica alternativa ha consistido en el socio-análisis de las experiencias y saberes producidos en los entornos inmediatos de interacción humana, es decir, en las comunidades donde se ubica cada situación-problema en condiciones socioeconómicas y culturales concretas.
Se condujeron entrevistas, observación y registros fotográficos, a fin de dejarse sorprender ante los eventos en apariencia triviales, e intentar al mismo tiempo comprender la realidad a partir de distintas miradas.
El diario de campo permitió sistematizar los apuntes situados en contextos y momentos diferentes, para posteriormente contrastarlos con las preguntas orientadoras que se habían planteado al inicio de la indagación. Cabe mencionar que las interrogantes iniciales fueron modificadas a lo largo del proceso, incluso se llevaron a cabo visitas repetidas en algunas comunidades para registrar nuevos datos con apoyo de videograbaciones.
El conglomerado de información obtenida supera los límites del presente artículo, por lo mismo, únicamente se presenta un panorama diagnóstico, quedando pendiente la exposición de los hallazgos derivados de las estrategias de intervención.
La inclusión de varias vertientes en un mismo proyecto implicó gran esfuerzo teórico y metodológico, pues a medida que se amplía el universo del estudio, la realidad se complejiza cada vez más. En tal sentido, el enfoque de la complejidad pudiera permitir un acercamiento progresivo a la realidad que incluye y, a la vez supera la labor interpretativa fuera del contexto de acción, en tanto experiencia multirreferencial (reflexión-acción-reflexión) que conjuga la teoría con la técnica y la práctica.

4. Resultados
Los resultados obtenidos exponen un panorama amplio de los factores que inciden en el desarrollo sustentable de las mujeres y sus familias. Si bien en este documento se citan solamente algunos hallazgos con el propósito de hacer visibles los riesgos que afectan a la población más vulnerable del ámbito rural.
El diagnóstico social realizado en Guanajuato desde la perspectiva de la equidad de género, muestra mayor proporción (33%) de la población femenina concentrada en el campo, lo cual supera el promedio nacional del 25%, situación que pudiera estar más marcada en las zonas rurales más alejadas que se localizan en varios de los 46 municipios que conforman la entidad.
En las comunidades guanajuatenses, según las voces de las personas participantes en este proyecto, los aspectos de mayor preocupación fueron las siguientes:

  • Opciones de trabajo
  • Cuestiones de salud
  • Oportunidades educativas para estudiar en el nivel superior.

4.1 Desempleo, trabajo informal y jornada doméstica
En el año 2009 se anunció la crisis global generalizada durante la primera década del siglo XXI, con impacto adverso para millones de personas en el mundo. Las tendencias indicaban que gran cantidad de jóvenes y adolescentes entre 14 y 24 años de edad estarían sin empleo en los próximos años. Ahora, en el 2018 se tienen pronósticos de una nueva crisis para el año entrante.
Actualmente la precariedad laboral sigue siendo un tema preocupante a escala internacional y, la situación de incertidumbre sobre el futuro se agudiza, al igual que la violencia y la inseguridad que viven los habitantes como producto de las crisis económicas que ha impactado con más fuerza en algunos países.
En México, y específicamente para el caso de las comunidades rurales, el amplio conglomerado de la población joven padece los avatares del desempleo. Al mismo tiempo, cada vez más familias dependen de los ingresos de las mujeres como principales proveedoras de la economía; sin embargo, en el acceso a puestos de trabajo aún persiste una discriminación de género que confiere a las mujeres roles reproductivos y de servicios. Dicha situación se ha interiorizado a tal grado, que las jóvenes de las comunidades rurales aspiran solamente a desempeñarse como trabajadoras domésticas y en empleos que requieren poca escolaridad. Al margen de una escisión vital entre la vida laboral y la privada, esto expone a las mujeres a una doble opresión ante las exigencias del trabajo productivo y reproductivo.
La incorporación de las jóvenes al mercado de trabajo extradoméstico ha recibido atención creciente en los estudios sociodemográficos, aunque se carece de indagaciones relativas a la segregación ocupacional y la discriminación laboral, así como los efectos de la globalización económica en el desempleo tanto femenino como masculino (García, 1999).
En las zonas rurales guanajuatenses se ha observado un abandono progresivo del trabajo agrícola porque los campesinos buscan empleos en el sector urbano y, en muchos casos, se involucran en dinámicas migratorias. Esta tendencia tiene que ver con la expectativa de que las ciudades ofrecen mejores oportunidades de trabajo y movilidad laboral, de ahí que los jóvenes muestren poco arraigo y sentido de pertenencia respecto a sus comunidades de origen. Se observa también que quienes laboran en actividades rurales, al poco tiempo buscan mecanismos de traslado a zonas más próximas a las cabeceras municipales y, posteriormente, a los puntos geográficos de mayor urbanización.
A diferencia de otros países, en el territorio mexicano son pocos los programas que fomentan la participación de las mujeres en el cultivo de la tierra, pues tradicionalmente se considera una labor propia de los varones; no obstante, ellas cubren arduas tareas domésticas y además realizan trabajos en el sector de la economía informal y en empleos poco remunerados.
Las investigaciones realizadas por Artiles y Pozo (2010), muestran la injerencia de las mujeres en la labor agrícola que da sentido a sus vidas, aunque se afirma que dentro de la sociedad los campesinos han concientizado la necesidad de que la mujer se incorpore al trabajo productivo, pero no han logrado superar las ataduras en cuanto a la corresponsabilidad en las labores del hogar.
Desde la óptica laboral, tanto la segregación horizontal como la segregación vertical por razón de género se aprecian claramente cuando se observa que las mujeres del campo desempeñan actividades tradicionales que tienen que ver con la recolección de nopales y leña para los fogones, además de múltiples quehaceres en el hogar. Sin embargo, las más jóvenes se van a trabajar a la ciudad como empleadas domésticas, o bien, en fábricas como obreras laborando en los peldaños inferiores de la industria.
Por otra parte, en Guanajuato llama la atención que algunas mujeres ocupan puestos de liderazgo y combinan las labores del hogar con funciones públicas como delgadas de sus comunidades. En varios casos fue posible detectar también que surgen rivalidades entre las mismas vecinas que se disputan los puestos de representación popular.
Lo anterior coincide con lo que Lagarde (2001) explica teóricamente desde la confrontación enajenada entre las mujeres que se mantienen aisladas, divididas, antagónicas y enemistadas políticamente como mujeres y como semejantes. La misma autora sostiene que las políticas neoliberales agudizan las brechas de crecimiento sin equidad, estrechan los márgenes de participación social y excluyen a las personas del centro del desarrollo humano.

4.2 Más educación para las mujeres y sus familias
En el contexto de las tendencias económicas modernas, la población necesita poseer un cúmulo de conocimiento, pues el denominado capital humano tiene más valor incluso que el capital financiero. Una economía efectiva tendría que resaltar el talento de las personas, y en esto es importante hacer visible la participación de las mujeres.
El bienestar de la población implica garantizar el acceso a elevados niveles de salud y educación para todos, lo cual importa más desde la óptica del desarrollo humano y social, y además resulta crucial para sostener el crecimiento económico.
Por lo anterior, es indispensable la adquisición de conocimientos y habilidades mediante la educación, en especial dentro de las comunidades rurales que reciben influencias derivadas de la migración, la violencia y el consumo. En tales ambientes, el progreso social depende mucho de la relación justa entre seres humanos educados, capaces y motivados para utilizar la habilidad y el conocimiento al servicio del bien común.
Uno de los cuestionamientos al paradigma del desarrollo se centra en la desigualdad social. De igual forma se afirma que la desigualdad se construye a partir de ciertas diferencias, de tal manera que un insuficiente desarrollo de las capacidades humanas genera también pobreza.
En este aspecto habría que poner énfasis en el papel que desempeñan las escuelas como impulsoras de aptitudes, valores, conocimientos y habilidades, tanto en los niños y jóvenes del medio rural que abandonan prematuramente la escolaridad, como en aquellas personas adultas analfabetas, pues dentro de las familias y las comunidades la gente requiere conocimientos y empoderamiento para adquirir mayor control en sus vidas, a la vez que les provea de mejores niveles de bienestar físico, mental y social.
En las voces de muchas mujeres, líderes y madres de familia guanajuatenses, sigue vigente un discurso a favor de la educación como la mejor y, tal vez, la única herencia que las familias pueden dejar a sus descendientes.
Sin la educación escolar que promueva una auténtica formación humana, difícilmente se pudiera superar la pobreza, ya que la dotación de satisfactores materiales como parte de los programas gubernamentales resuelve la situación momentáneamente, pero si as personas reciben una preparación pertinente, se potencia su bienestar para toda la vida. En este punto es crucial el diseño y despliegue de estrategias y políticas sociales de largo alcance, que no se limiten a cumplir una labor asistencialista, eventual y políticamente condicionada. Sólo mediante la educación se lograrán transformaciones a largo plazo sostenibles. Así lo entienden las mujeres que con sus propias palabras narran sus carencias educativas y aspiran a que sus hijos e hijas estudien el mayor tiempo posible.

4.3 Dimensión ambiental, salud y desarrollo de las mujeres en sus comunidades
La complejidad de las relaciones entre los factores sociales, económicos, ecológicos y políticos que determinan los niveles de vida y los aspectos de la coexistencia social (desde el buen gobierno hasta la equidad de género y la reducción de la pobreza), interfieren sobremanera sobre la salud que corresponde a la población.
La salud, al igual que la educación, es un derecho humano básico. Es también requisito para gozar de los demás derechos humanos. Por lo mismo, la educación para la salud preventiva debe apoyar a las personas para responsabilizarse y participar en diversas estrategias que procuren el bienestar colectivo.
Lo anterior es parte de los postulados de una educación a lo largo de toda la vida que contribuya considerablemente al fomento de la salud y la prevención de las enfermedades.
El paradigma positivo de la salud se centra en el desarrollo de las capacidades y el potencial humano; más que aludir a la patología es un enfoque que rescata el énfasis preventivo de la promoción de la salud.
En este sentido, se ha convocado a unir los esfuerzos de varias instancias en torno a la necesidad estratégica de atender la problemática crucial referente a la prevalencia de padecimientos cardiovasculares y crónico degenerativos, que van en aumento, condicionan e inciden directamente en el desarrollo de las mujeres, sus familias y comunidades.
La realidad observada en las regiones rurales de Guanajuato muestra que las cuestiones de género, trabajo, vivienda, alimentación, escolaridad, vulnerabilidad económica y aumento de la violencia son determinantes sociales que afectan la salud y, junto con la degradación ecológica y el cambio climático inciden en la calidad de vida de toda la población. En otras palabras, la salud comunitaria mantiene relación estrecha con una amplia gama de factores ambientales.
Como sostiene Leff, (2008 y 2013), la sobreexplotación de la naturaleza y la degradación ambiental se originan en las estructuras del poder social, económico y político, que al igual que las mujeres han sido dominadas por estructuras jerárquicas desde el patriarcado. Al respecto, una postura de emancipación destacaría la sensibilidad y naturaleza orgánica de las mujeres hacia el cuidado del ambiente natural.
En otras latitudes ha resultado exitosa la adopción de algunas estrategias de ecodesarrollo acordes a las potencialidades de los ecosistemas y al manejo de los recursos por los grupos humanos. En este apartado se deberán atender las consecuencias de la devastación ambiental y prevenir los desastres ocasionados por el cambio climático.
Desde la postura de la complejidad propuesta por Morin (2009), en tiempos de incertidumbre que amenazan a la humanidad a escala planetaria, debe anteponerse la creación de una conciencia a favor de la naturaleza.
Todo lo anterior implica poner los conocimientos a disposición de las personas, si bien los procesos de sensibilización y movilización comunitaria juegan un papel de primer orden para pasar de la contemplación a las acciones centradas en el desarrollo sostenible y en el fortalecimiento de la gestión local.

Conclusión
Las pautas y roles asignados a las mujeres rurales tienen raíces ancladas en la tradición sociocultural, pero también aluden a la condición, posición social y destino de género que se reproduce de generación en generación.
En las comunidades visitadas está presente la reconfiguración de la sociedad del trabajo, donde la competitividad entendida como competencia debilita la cohesión social e impide afianzar las propuestas cooperativas y los sistemas de bienestar ante contingencias vitales y laborales como la pobreza, la enfermedad y el desempleo.
La migración en busca de trabajo es un fenómeno que afecta principalmente a los pobladores de zonas rurales. En las comunidades de Guanajuato esta problemática adquiere proporciones alarmantes, a tal grado que los jóvenes ante la ausencia de los padres y hermanos mayores dejan la escuela para incorporarse prematuramente al mercado laboral. Las mujeres también se ven obligadas a realizar diversas labores remuneradas, incluso en muchos casos esto representa una fuente de ingresos única y definitiva para el sostenimiento familiar.
Los bajos niveles educativos de gran parte de las personas que habitan en el campo generan mayor desigualdad, y solo quienes manifiestan expectativas altas respecto a la educación de sus familias, alientan a los niños a continuar estudiando en aras de conseguir buenos empleos y mejorar progresivamente su nivel de desarrollo.
En los tiempos actuales todavía persisten prejuicios familiares que impiden a las jóvenes continuar su preparación, pues les atribuyen labores domésticas tradicionalmente asignadas, lo cual se reproduce al interior de las familias y representa un desafío para lograr la equidad de género. No obstante, algunas mujeres adultas alfabetizadas visualizan que, sin educación, a futuro sus hijas tendrán pocas opciones de trabajo fuera de la servidumbre.
Se ha comprobado que entre las personas adultas hay un creciente interés por aprender más acerca de asuntos vitales. Por lo mismo es recomendable partir de las condiciones de vida de las personas y recuperar las experiencias acumuladas.
Aspirar al desarrollo sustentable conlleva a que mujeres y hombres asuman la equidad de género con oportunidades iguales en el acceso, uso, aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, sociales y culturales. Es decir, construir juntos los espacios de sustentabilidad ahora y pensando en el futuro de los pueblos.
En suma, la complejidad inherente al desarrollo de las mujeres rurales debe partir del diseño y aplicación de estrategias locales, pero con una visión amplia de los desafíos que habrá de enfrentar la humanidad en los años venideros.

Referencias
Alatorre, J., Careaga, G., Jusidman, C., Salles, V., Talamante, C. y Townsend, J. (1997). “Las mujeres en la pobreza”. El Colegio de México, Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Trabajo y Pobreza, México.
Aresti de la Torre, L. (2010): “Mujer y migración. Los costos emocionales”. Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco y Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México.
Artiles, M. y Pozo, E. (2010): “Voces, Fincas, Innovación”. Colectivo de Autores, Feijóo, Santa Clara.
Barkin, D. (1998): “Riqueza, pobreza y desarrollo sustentable”. Editorial Jus y centro de Ecología y Desarrollo, México.
García, B. (1999): “Mujer, género y población en México”. El Colegio de México, Sociedad Mexicana de Demografía, México.
Lagarde, M. (2001): “Género y feminismo”. Instituto de la Mujer, México.
Leff, E. (2008): “Discursos sustentables”. Siglo XXI, México.
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Morin, E. (2009): “El método 1. La naturaleza de la naturaleza”. Cátedra, Madrid.
Organización de las Naciones Unidas (ONU) (2018): “Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Disponible en: http://www.onu.org.mx/agenda-2030/objetivos-del-desarrollo-sostenible/ . Consultado en 10/10/2018 a las 23:22.
Ramos, J. y Porras J. (2010): “Algunas consideraciones sobre el índice de desarrollo humano y la metodología para su determinación”. En: Ángeles, G., Venegas, F. y Sánchez H. (Coords) (2010): “Teoría y evidencia del crecimiento, comercio y desarrollo”. Instituto Politécnico Nacional, México.
Salles, V. y Mc Phail, E. (1994): “Textos y Pre-textos. Once estudios sobre la mujer”. El Colegio de México, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, México.
Velázquez, M. (1996): “Género y ambiente en Latinoamérica”. UNAM, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, México.
Zaremberg, G. (2009a): “Políticas sociales y género. La institucionalización”. Tomo I. FLACSO, México.
Zaremberg, G. (2009b): “Políticas sociales y género. Los problemas sociales y metodológicos”. Tomo II. FLACSO, México.

*Colaboradora con Maestría en Desarrollo Organizacional y nombramiento de técnico académico en la Universidad de Guanajuato, México. Participó como tesista en este proyecto de investigación. M. Gpe de los Auxilios Díaz Cisneros, Departamento de Ciencias Aplicadas al Trabajo, Universidad de Guanajuato, México luciarg@prodigy.net.mx

Recibido: 12/10/2018 Aceptado: 27/11/2018 Publicado: Noviembre de 2018

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