Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 2, Nº 7 (enero 2010)

 

EL FIN DE UNA ERA POLÍTICA EN JAPÓN. DESAFÍOS DEL NUEVO GOBIERNO

 

Yunyslka González Vaguéz
CEAO, Cuba
yuny.kevin@gmail.com
 

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Las últimas elecciones legislativas en Japón pusieron fin a una etapa de dominio absoluto del Partido Liberal Democrático (PLD). La histórica victoria del Partido Democrático de Japón (PDJ), genera esperanzas para el comienzo de una nueva y anhelada era política, donde se dé solución a la crisis política, social y económica, que lo acecha desde hace casi dos décadas. Sin embargo, muchos se preguntan si el nuevo Gobierno tendrá la capacidad para dar cumplimiento a esos objetivos, sobre todo si se tiene en cuenta los fracasados intentos de cambio de régimen en años anteriores.

Antecedentes: El fin de una era de dominación del PLD.

El PLD se convirtió, prácticamente, en el único y legítimo Partido en el poder desde su fundación en 1955, por varios factores. En primer lugar, porque la relación de subordinación e incondicionalidad que tenía con los EE.UU. le permitió, entre otros aspectos, dedicarse por completo a la recuperación económica del país, después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Ello propició que la nación tuviera una época de resultados económicos muy favorables, que coincidieron con el llamado “milagro económico” y dieron un vuelco al nivel de vida de la sociedad nipona. En segundo lugar gracias a una oposición dividida en diferentes partidos de izquierda, que fueron incapaces de ofrecer una alternativa de Gobierno creíble para un electorado tradicionalmente reacio al cambio.

Sin embargo, eso no implicó la existencia de un único centro de decisión política. Por el contrario, se creó un “triángulo de hierro” en cuyos vértices se encontraban, por una parte, a los políticos del oficialista PLD; por la otra, a los círculos económicos y, por último, a una élite burocrática que jugó un papel muy activo, especialmente a la hora de controlar el diseño y la implementación de las políticas públicas.

Después de desatarse un sinfín de casos de corrupción y coincidiendo con el inicio de la recesión económica de los años noventa, la sociedad japonesa se percató de que el “triángulo de hierro” había dejado de ser útil y que sólo un cambio de modelo podía volver a encarrilar a Japón por la senda de la prosperidad. Un primer intento se produjo en 1993, cuando una coalición de siete Partidos se unió para arrebatarle el poder. Sin embargo, la ilusión sólo duró diez meses, tras los cuales el PLD volvió al Gobierno de la mano del hasta entonces rival Partido Socialista de Japón (PSJ).

Esta alianza no solo envió al PSJ al destierro, sino que destruyó la confianza del electorado japonés en una oposición que desde entonces permaneció desunida y continuó siendo considerada demasiado inmadura para tomar las riendas del país.

En la última década, el PLD, así como la burocracia nipona que dirigía el sistema, comenzó a verse incompetente. El ex - Primer Ministro, Junichiro Koizumi (2001-2006) le dio a ese Partido el último aliento de vida, al prometer reformarlo en el año 2001. Sin embargo, las políticas implementadas no fueron las adecuadas, pues las políticas neoliberales a favor de la privatización y de la exaltación de los principios de mercado introducidos por él, causaron una acentuación de las disparidades entre los diferentes sectores de la sociedad japonesa, devastaron el sistema de seguridad social y empobrecieron las áreas rurales.

Los dos gobiernos que sucedieron a Koizumi, (Shinzo Abe (2006-2007) y Yasuo Fukuda (2007-2008)), heredaron el ambiente de descontento que su predecesor había dejado en algunas facciones del Parlamento y sectores de la población. No fue suficiente que las reformas del ex - Premier insertaran a la nación en un proceso de recuperación económica, luego de la gran depresión de los años ´90. Ni Abe, ni Fukuda, supieron dar continuidad a ese proceso, el cual también se vio obstaculizado por los efectos de la actual crisis mundial.

Este último elemento y su consecuente impacto en el mercado laboral, se unió a un grupo de factores que contribuyeron a la pérdida de confianza de los ciudadanos japoneses y de las diferentes facciones del Parlamento en los líderes de su Partido. Ejemplo de ello son: escándalos de corrupción, la intención de llevar a cabo algunos cambios en la Constitución, con el objetivo de ampliar el marco de acción de las Fuerzas de Auto Defensa japonesas (FAD), la incapacidad para prorrogar la misión de logística a los buques norteamericanos en el Océano Índico y las contradicciones con el principal Partido de oposición, el PDJ.

En ese entorno, Taro Aso recibió el Gabinete nipón, en Septiembre de 2008. Aunque las esperanzas en el nuevo Premier fueron más alentadoras y los índices de popularidad aumentaron a un ritmo mayor que los de sus predecesores, los resultados finales fueron peores, pues pusieron fin a más de 50 años de sistema unipartidista en Japón. En ese período, se hizo más urgente la implementación de reformas económicas, pues se declaró la economía oficialmente, en recesión. Las condiciones de crisis se acentuaron rápidamente. Japón llegó a mostrar los niveles más bajos de decrecimiento desde la posguerra y el Gobierno no supo controlarlo.

Esa situación, unida a la acentuación de las fricciones con la oposición y a las numerosas ocasiones en que el Premier fue criticado por hacer “desconcertados comentarios” en público, aumentó el descontento de los votantes nipones. De esa manera, a sólo un mes de la fecha prevista para las elecciones anticipadas, Aso contaba con el 19% del apoyo de sus electores, e incluso, los para poder presentar a un candidato más popular. Así, la contundente victoria del PDJ, el 30 de agosto, confirmó la esperada derrota del PLD y su líder.

Proyecciones del Gobierno de Yukio Hatoyoma.

Mientras Aso basó su programa en la continuación del modelo de estimulación de la economía a través de infraestructuras públicas, que beneficiaban mayoritariamente a los grandes conglomerados industriales, Yukio Hatoyama supo presentarse como la gran opción de cambio.

No obstante, la victoria del PDJ en la Cámara Baja (308 de 480) no fue suficiente. Con el fin de garantizar la estabilidad parlamentaria en las elecciones de la Cámara Alta, en el verano de 2010, el nuevo Primer Ministro tuvo que recurrir a una coalición con dos Partidos minoritarios, el Partido Socialdemócrata de Japón (PSD) y el Nuevo Partido del Pueblo (NPP). Ello, unido a que algunos miembros del nuevo Gabinete y el PDJ son de centro – izquierda y, atendiendo a la agenda en el orden interno de Hatoyama, basada en las personas más que en las grandes corporaciones, despertaron el interés de algunos círculos, que han llegado a hablar de un posible “Japón Socialista o hacia el Socialismo”.

El triunfo de Yukio Hatoyama estuvo dado, principalmente, porque la sociedad japonesa necesitaba un cambio político. Hay que resaltar la agenda que el líder nipón propuso, la cual incluye un amplio plan de políticas sociales encaminadas a mejorar el bienestar de los ciudadanos, como: la gratuidad total de la enseñanza secundaria, ayudas para fomentar la natalidad, mejora del sistema de pensiones, y la reducción de algunos gravámenes como la gasolina o el impuesto de sociedades, entre otras.

De igual manera, el líder político manifestó su intención de terminar con la élite burocrática que ejerció impunemente su poder durante décadas de Gobierno del PLD. Con ese fin, prometió recortar los gastos dedicados a ese grupo de la población, que ya pasa los 350000 funcionarios.

En el plano económico, el Primer Ministro se propuso, en primer lugar, reducir los gastos innecesarios, para poder financiar ayudas sociales y otros fines. A sólo un mes de estar en el poder, el líder de Tokio decidió rehacer las cuentas del ejercicio fiscal 2010 y congelar el último plan de estímulo que el Gobierno de Taro Aso añadió al presupuesto de ese año, gracias a que ocupaba mayoría en la Cámara Baja.

Específicamente, Hatoyama prometió, durante la campaña electoral, congelar hasta 2013 la subida de impuestos, disminuir del 18 al 11% las tasas sobre las pequeñas y medianas empresas, suprimir los peajes de las autopistas, elevar el salario mínimo, ayudar con 100.000 yenes (755 euros) a los parados en formación e incrementar los subsidios a los campesinos para revigorizar el alicaído consumo doméstico. Con el fin de acabar con el declive y envejecimiento de la población y fomentar la natalidad, su Gobierno entregará 26.000 yenes (192 euros) por cada niño en edad escolar. Dicha ayuda se suma a los 350.000 yenes (2.605 euros) que los padres reciben por cada hijo al nacer, ya que Japón tiene una población de 127 millones de habitantes, pero está previsto que a mediados de siglo baje de los 100 millones.

En cuanto a la política exterior, el nuevo Gobierno manifestó su intención de mantener una relación sólida, pero de menor subordinación, con su principal aliado, el Gobierno de los EE.UU., donde la alianza estratégica continuará siendo la piedra angular de dicho vínculo. En ello, son temas de vital importancia, en primer lugar, la revisión de los acuerdos para el traslado de las bases militares estadounidenses hacia las Islas Guam. En segundo lugar, la permanencia de las FAD en el Océano Índico, en la misión logística de apoyo a la campaña militar norteamericana en Afganistán. Al respecto, el Primer Ministro se pronunció a favor del fin de dicha misión y sustituirla por medidas de carácter civil, que incluyen el entrenamiento tecnológico en los sectores agrícola y de la salud, entre otras.

Por otra parte, Tokio desea fomentar sus nexos regionales, especialmente con China y, promover una comunidad asiática similar a la Unión Europea, así como una moneda común, con el objetivo de incrementar la cooperación económica y la seguridad nacional y regional.

En cuanto al conflicto norcoreano, el PDJ mantiene su posición de hostilidad y buscará la cooperación internacional para poner fin al proceso de desnuclearización de ese país.

Principales desafíos.

El principal desafío que enfrenta el Gobierno de Yukio Hatoyama para ganar las elecciones de la Cámara Alta en el verano del 2010 y mantenerse en el poder, es lidiar con las facciones al interior del Parlamento y de su Partido en particular, que está formado por ex – miembros del PLD, socialdemócratas, centristas y liberales moderados. No obstante, si el PDJ termina por remplazar al PLD como Partido dominante y decide adoptar sus viejas tácticas de apoyo a la burocracia, la sociedad japonesa podría darle la espalda y el sueño reformista se convertiría en otro fracaso más por cambiar el país, como lo fue en el año´93.

En segundo lugar, Hatoyama tiene que eliminar los problemas de corrupción política, así como, la enorme influencia que ejerce la burocracia nipona sobre el Gobierno y sus políticas. El Primer Ministro se ha propuesto financiar sus programas sociales reduciendo “la costosa e inútil burocracia” y acabando con el despilfarro de las obras públicas, lo que ha sido contemplado con escepticismo por la clase empresarial, que ha pedido una reforma “realista de los sistemas social, laboral y de pensiones.

A ese elemento se une, que ese círculo social tampoco coincide con la política medioambiental del Premier, que propone eliminar las emisiones contaminantes un 25% para 2020, con relación a 1990. Al respecto, la Federación Empresarial de Japón (Keidanren) argumentó, que la severidad de los recortes dañará la economía del país y que las promesas del Gabinete de Hatoyama son ambiciosas para una nación que en el 2005, aún obtenía la mitad de la energía consumida del petróleo y una quinta parte del carbón, y donde las energías renovables apenas suponían el 1% del total.

Por otra parte, el nuevo Gabinete tiene que sanear una economía debilitada. Se espera que, con ese objetivo, el líder de Tokio implemente un paquete de estímulos a la demanda interna más que a las exportaciones, las cuales se han visto gravemente afectadas por la situación de la economía mundial y la tendencia creciente a la apreciación del yen.

De igual manera, Hatoyama tiene que dar respuestas sólidas al envejecimiento poblacional y la carga que ello supone sobre los contribuyentes, además de dar solución al problema de una deuda que para fines del 2009 será ya del doble del PIB japonés.

En ese sentido, la solución a la situación fiscal del país será otro gran desafío. Se calcula que, una vez se implementen en 2013, todas las iniciativas planteadas, el costo de las mismas ascenderá a unos 16,8 billones de yenes . Aunque el líder del PDJ propone no aumentar la venta de bonos del tesoro para sufragar esos gastos, será inevitable emitir más deuda pública, que en Japón está cerca al 200% del PIB.

En la esfera internacional, Yukio Hatoyama debe impulsar una política exterior que clama un trato igualitario con EE.UU., lo cual va en sentido contrario a la política de los últimos 54 años y, en consecuencia, será bastante difícil. Como contraparte a esas ideas, debe lograr un acercamiento real a sus vecinos de Asia, fomentando las relaciones bilaterales con China, Corea del Sur, Australia, los países miembros de la ASEAN, entre otros. Asimismo, debe tratar de solucionar las tensiones con la RPDC, aunque tiene la misma posición que sus predecesores.

Conclusiones

- La victoria del PDJ supone un cambio histórico en la coalición de fuerzas políticas de Japón. Aunque ello no implique variaciones políticas radicales, podría modificar el modo de gobernar, si los nuevos líderes logran poner límites a las élites burocráticas.

- La existencia de un nuevo Gobierno, después de 54 años de dominio absoluto del PLD, ubica a Japón en una mejor posición para resolver sus problemas internos y para una mayor integración del país a la región.

- La permanencia del PDJ en el poder depende de su capacidad para lidiar con las diferentes facciones al interior del Partido y el Parlamento y, con una burocracia inconforme y altamente influyente en las decisiones del Gobierno. Además, está supeditada a la eficiencia de las políticas económicas y el cumplimiento de sus promesas de cambio social, como parte de su agenda en el orden interno y a la proyección de su política exterior.

- La intención del PDJ de disminuir la relación de dependencia con su principal aliado, el Gobierno de los EE.UU: y su proyección a favor de revisar algunos acuerdos en el marco de la alianza estratégica, marca la diferencia con los gobiernos anteriores y su Partido, el cual estaba completamente supeditado a las decisiones de Washington en la esfera militar y de seguridad. Sin embargo, ello no implicará una ruptura de las relaciones entre ambas naciones, para las cuales son convenientes sus vínculos estratégicos.

- Es muy probable que durante el Gobierno de Yukio Hatoyama las relaciones entre China y Japón se fortalezcan y entren en una etapa de mejores perspectivas, a fin de que Tokio disminuya gradualmente la dependencia de los EE.UU.

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

González Vaguéz, Y.:  “El fin de una era política en Japón. Desafíos del nuevo Gobierno" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2010. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/

 

 

 

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