Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 1, Nº 6 (septiembre 2009)

 

EL LEGADO DE KOIZUMI: LA ECONOMÍA SANEADA Y UN NUEVO MODELO DE LIDERAZGO EN JAPÓN

 

Sebastian Moffett
 

 


Cinco años después de asumir como primer ministro de una economía estancada, Junichiro Koizumi se prepara para dejar como legado un país diferente.

Japón, una ex estrella económica que lamentaba su decreciente influencia internacional, se ha transformado en una sorprendente historia de recuperación. Los rascacielos y centros comerciales que surgen por todos lados son testigos de ello.

Koizumi se convirtió en uno de los líderes más influyentes en la historia moderna japonesa y su impacto probablemente perdurará, porque ha creado un modelo sobre cómo centralizar el poder y movilizar a la opinión pública.

Cuando Koizumi llegó al poder en 2001, el sistema financiero estaba agobiado por los préstamos incobrables, perjudicando la economía del país.

Los primeros ministros anteriores temían que adoptar medidas duras podría llevar a las firmas débiles a la quiebra. Koizumi ordenó un saneamiento. Sus antecesores mantuvieron el gasto público para intentar impulsar la economía, a pesar de que la deuda nacional se disparaba. Él lo recortó, privatizó el banco estatal y la compañía de seguros de vida que gestionaba la oficina de correos, liberando activos por más de US$3 billones.

Una combinación de agallas, obstinación y lo imprevisible de sus reacciones convirtieron a Koizumi en una figura amada y odiada en el extranjero, un contraste con anteriores líderes japoneses quienes pasaron prácticamente desapercibidos.

En septiembre, Koizumi abandona el puesto. Los candidatos para sucederlo, incluso el favorito Shinzo Abe, carecen de su celo. Algunos legisladores del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) estarán encantados de regresar a los días del gasto libre y los primeros ministros débiles.

Pero Japón probablemente no regresará a las viejas costumbres. Los cambios de los años 90 allanaron el camino para el ejecutivo fuerte en que se transformó Koizumi. Las nuevas normas electorales fomentaron un sistema de dos partidos y debilitaron algunas facciones del partido gobernante que dificultaban la legislación. El cargo de primer ministro ganó un potente foro para establecer prioridades nacionales.

Koizumi explotó estas herramientas hasta el extremo, y al público le encantó. Su victoria en las elecciones generales de septiembre de 2005 fue abrumadora. Los futuros primeros ministros a quienes les gustaría emular a los líderes pasivos y sin carisma del pasado, se arriesgan a ser desbancados por alguien que ofrezca el estilo dinámico de Koizumi. Más que proporcionar a Japón cinco años estimulantes, Koizumi ha brindado un nuevo modelo de liderazgo.

Todos estos cambios no son bien vistos por algunos japoneses. El viejo sistema de consenso, en su opinión, creaba una sociedad más justa. Se ha acusado a Koizumi de fomentar un sistema donde unos pocos inversionistas y empresarios de las grandes ciudades consiguen riquezas al estilo estadounidense, mientras los pobres, los ancianos y la población rural son víctimas de los recortes de presupuesto y la negligencia. Otros dicen que el primer ministro recibió demasiado crédito por una mejora económica que se produjo gracias al esfuerzo del sector privado.

Aun así, un liderazgo firme brindará a Japón una mejor oportunidad para enfrentar sus enormes dificultades, como el envejecimiento de la población y una deuda nacional que supera los US$7 billones. El éxito significa que la segunda economía más grande del mundo después de la de Estados Unidos podría proporcionar más ímpetu al crecimiento mundial. La reciente reactivación de Japón ya ha producido un auge récord de las importaciones.

Koizumi bautizó a sus enemigos, los legisladores que se resistían a los cambios, como "las fuerzas de la resistencia". Mientras se acercaba a su último año en el poder, este amante de las óperas de Richard Wagner combatió lo que llamó la batalla decisiva contra estas fuerzas.

El tema elegido fue la privatización de la oficina postal, que también operaba como un banco y una aseguradora de vida. Alrededor de la cuarta parte de los US$13 billones de los activos domésticos de Japón estaban en cuentas de ahorro y seguros de vida de la oficina de correos. Este dinero se prestaba a empresa que cotizan en bolsa y financiaba el gasto con fines electorales.

En 2005, introdujo leyes para la privatización y amenazó con disolver el parlamento si no se aprobaban. Muchos legisladores del PLD se opusieron, temiendo que la privatización cortaría el flujo de dinero hacia sus distritos. Pensaron que Koizumi no cumpliría su amenaza. Por culpa de los desertores del PLD, en agosto de 2005 la ley no fue aprobada. Koizumi convocó a elecciones, describiendo el voto como un referéndum sobre la privatización. Obtuvo una victoria arrolladora. Un mes más tarde, el proyecto de ley para privatizar el correo fue aprobado.  


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Moffett, S.:  “El legado de Koizumi: la economía saneada y un nuevo modelo de liderazgo en Japón" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, septiembre 2009. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/

 

 

 

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