Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 1, Nº 0 (septiembre 2007)

 

La herencia de la Guerra Fría en las relaciones ruso-japonesas

Jesús Ángel Merino Sancho (CV)
jmer56@hotmail.com

Las tensas relaciones de Japón con la extinta URSS y actualmente con Rusia, han venido determinadas desde el fin de la IIª Guerra Mundial fundamentalmente por el alineamiento de Japón con los EE UU y por un contencioso territorial a propósito de un grupo de pequeñas islas. Superado el enfrentamiento entre los bloques, las relaciones ruso-japonesas no han mejorado sustancialmente a pesar de la proximidad geográfica.

 

 

La herencia de la Guerra Fría en las relaciones ruso-japonesas

 Asia Oriental constituyó uno más de los múltiples escenarios de la conflictividad entre las dos superpotencias durante la denominada Guerra Fría.

En ese panorama, Japón presenta ciertas peculiaridades. La ocupación efectiva por los EE UU aunque sólo duró siete años, “esculpió el perfil del Japón moderno condenándolo a permanecer como un aliado estratégico de los norteamericanos en la región [1]”. La ocupación y el consiguiente alineamiento con EE UU, no favorecieron, antes al contrario, las ya de por sí tensas relaciones preexistentes con la URSS.

Las relaciones con EE UU fueron en los años posteriores a la finalización de la IIª Guerra mundial algo difíciles, marcadas por la desconfianza ante el ocupante y las medidas impuestas en el terreno político, económico, educativo, etc. Para EE UU, mantener a Japón como aliado, aunque fuera forzado al principio, tenía un elevado grado de interés, especialmente desde el punto de vista geoestratégico. Era un muro de contención frente al comunismo y un país donde tener instaladas bases militares para la defensa de sus intereses en la zona. Para Japón, la protección militar norteamericana no fue precisamente perjudicial. Sintiéndose protegido, pudo dedicar sus esfuerzos a la recuperación económica y alcanzar en tres décadas un elevado grado de desarrollo. En este sentido, jugó un importante papel para el despegue económico la guerra de Corea. Para atender las necesidades de las tropas norteamericanas destinadas al conflicto bélico, se revitalizó la industria japonesa que recibió importantes ayudas.

Finalizada la ocupación, las relaciones fueron normalizándose paulatinamente y los contactos comerciales se incrementaron. Es en los inicios de la década de los setenta del pasado siglo cuando esas relaciones se ven afectadas por el establecimiento de relaciones diplomáticas entre EE UU y China, lo que disminuyó la atención preferente de que era objeto por parte de EE UU en la región.

En resumen, las relaciones entre Japón y EE UU durante la guerra fría se caracterizaron por: la creciente interdependencia económica, la asimetría de las relaciones (eran los EE UU quienes dirigían las relaciones) y el beneficio mutuo (fundamentalmente político para EE UU y económico para Japón)[2] .

Japoneses y rusos no han sido precisamente lo que se llama buenos vecinos. Las relaciones han derivado en ocasiones en conflictos bélicos y han estado definidas muchas veces por tratados de redacción ambigua y por los escasos contactos políticos y comerciales a pesar de la proximidad[3]. La estrecha vinculación de Japón al bloque antagónico de la URSS, no favoreció, obviamente, la inversión de esta tendencia.

Las tensas relaciones durante la Guerra Fría han venido determinadas además de por la alineación nipona en el bloque norteamericano, por un contencioso territorial. El litigio hace referencia a unas pequeñas islas situadas al norte del actual Japón, en la actualidad bajo soberanía rusa, apenas pobladas y que carecen de recursos. El interés, deriva fundamentalmente, de su valor estratégico. Para la URSS, la posesión de esas islas que los japoneses denominan “Territorios del Norte”,  le aseguraba puertos en los que fondear en medio de un mar congelado y, sobre todo, situar bases militares a escasa distancia de un importante aliado de EE UU[4]. Finalizada la IIª Guerra Mundial, se cedió la soberanía de esas islas a la URSS y cuando en 1956 se restablecieron las relaciones diplomáticas ente Japón y la URSS, fue la discusión sobre la soberanía de esas islas lo que impidió que ambos países firmaran un tratado de paz, pendiente desde entonces. Aunque en la década de los setenta del siglo pasado se iniciaron contactos comerciales, estos no llegaron a ser importantes, pero se  mejoraron años más tarde en la época de la “perestroika”.            Fue también en la década de los setenta cuando Japón se sintió especialmente concernido por el poderío militar soviético. A la creación de una flota rusa en el Pacífico, se unió la preocupación por la invasión de Afganistán y el emplazamiento de tropas en las islas objeto de disputa, lo que llevó a Japón a buscar alternativas regionales para hacer frente a esa la amenaza y, entre otras,  a intensificar las relaciones con Pekín[5].

             Las relaciones con la actual Federación Rusa son  una herencia que se debe superar. Tal como afirma  Augusto Soto, No es usual que dos países de semejante significación internacional, que son vecinos y que tienen un gran potencial complementario –situación difícil de encontrar en otras relaciones bilaterales–, tengan unos intercambios que apenas superan los 10.000 millones de dólares. La cifra es cerca de veinte veces menor que el volumen de relación comercial que Japón tiene con China.”[6] No cabe duda de que el contencioso de las islas sigue siendo uno es uno de los principales obstáculos que dificultan la normalidad de las relaciones que por otra parte nunca han sido especialmente fluidas.

            Como refería al principio, la Guerra Fría, marcó decisivamente el devenir de Japón. La protección de EE UU le permitió crecer espectacularmente y dotarse, aunque impuesto,  de un sistema político homologable al de las democracias occidentales. Sin embargo, la “rusofobia” como señala Gilbert Rozman, citado por Cortés, no desapareció. Como subraya este último autor, “la arrogancia soviética alimentada por el desarrollo de su poderío militar se enfrentó con el orgullo japonés reforzado por su éxito económico[7]

 

1 Cortés Martínez, M.R.2004. Nacionalismo como catalizador de conflictos: Rusia, Japón y los Territorios del Norte., pág.100-101 Tesis Licenciatura. Relaciones Internacionales. Departamento de Relaciones Internacionales e Historia, Escuela de Ciencias Sociales, Universidad de las Américas, Puebla. Mayo www.catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lri/cortes_m_mr/capitulo_4.html

[2] García Segura, C y Pareja Alcaraz, P  Mòdul  Mòdul didàctic 2 “Relacions internacionals a l’Àsia oriental entre el 1945 i el 1989, , pág. 31 . VV AA  Política internacional a l’Àsia oriental. Fundació per a  la Univesitat Oberta de Catalunya. Barcelona.  2004

[3] Cortés Martínez, M.R. op. citada pág 79

[4] Cortés Martínez, M.R. op. citada pág 80

[6] Soto, A. Las relaciones ruso-japonesas: más allá de las islas Kuriles. Análisis Real Instituto Elcano, 14712/2005

[7] Cortés Martínez, M.R. op. citada pág 102

 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Merino Sancho, J.A. : “La herencia de la Guerra Fría en las relaciones ruso-japonesas" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, agosto 2008. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/


 

El Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón es una revista académica, editada y mantenida por el Grupo eumednet de la Universidad de Málaga. Tiene el Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas ISSN 1988-5229 y está indexada internacionalmente en RepEc.

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