Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 29 (julio 2011)

LA LECTURA EN CUBA: IMPACTO DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA


Dania Chaviano Suárez (CV)
Licenciada en Estudios Socioculturales
Profesora del Departamento de Idioma Español de la Universidad Carlos Rafael Rodríguez
dchaviano@ucf.edu.cu




Somos la vaina que guarda el rayo

Gabriela Mistral

El pensamiento del hombre es la manera con la cual surgieron varias preguntas que nos han llevado a través del tiempo a encontrarle sentido a nuestras vidas encaminado en esa búsqueda de la verdad, más satisfactoria que tranquila desarrollando un sistema de pensamiento más sofisticado que lo han llevado al pensamiento científico. Ya que la ciencia es la manera en que explicamos todo de una manera más sofisticada y ordenada. El físico y escritor científico Trefil James dice: “La ciencia puede caracterizarse como conocimiento racional, exacto y verificable. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta”.

La tecnología es la ciencia aplicada en la vida diaria, ya que ha influido mucho en nuestra calidad de vida, nos ha colaborado haciéndonos el trabajo menos complicado y nos acerca más a nuestras metas ya que a medida que pasan los años el hombre inventa cosas para su beneficio. En pocas palabras nos ha traído mejoras a nuestras vidas, pero todo lo bueno que ella nos trae dependerán del uso y las intenciones que nosotros le demos ya que la ciencia no es buena ni mala, es neutra.

Nosotros vivimos en un mundo que depende de forma creciente de la ciencia y la tecnología. Los procesos de producción, las fuentes de alimentación, la medicina, la educación, la comunicación o el transporte son todos campos cuyo presente y futuro están fuertemente ligados al desarrollo tecnológico y científico. Por otra parte también tiene efectos sobre la economía, aumentando las diferencias entre los países desarrollados y en vías de desarrollo, y agravando las situaciones de pobreza.

Un tema de conversación habitual entre los docentes de hoy, es el poco interés que los estudiantes muestran hacia la lectura; el escaso desarrollo de las habilidades para leer textos de diversos tipos; el desconocimiento de lo que significa, en realidad leer y su insustituible aporte al crecimiento del ser humano.

Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) posibilitan la construcción de un nuevo espacio-tiempo social, en el que puede desarrollarse la sociedad de la información. Este nuevo espacio social se superpone a los dos primeros entornos (naturaleza y ciudad), no sólo a nivel mundial (globalización), sino también desde el punto de vista regional, local, doméstico e incluso corporal.

La globalización electrónica modifica mucho más profundamente la vida social y personal que las globalizaciones anteriores, debido a que no sólo irrumpe a nivel planetario, sino también en los ámbitos regionales, locales y privados. En ello radica su fuerza, pero también las posibilidades de acción cívica en el espacio electrónico.

La enseñanza escolar en Cuba desde sus primeros niveles, tiene la misión de poner al alumno en contacto con las complejas tipologías de materiales de lectura contemporáneas; no solo el libro, sino también la revista, el periódico o el catálogo; no solo el artículo, sino también el gráfico o la publicidad. Desde la última década del siglo pasado nuestros estudiantes comenzaron a crecer educados en la multiplicidad de los soportes y modalidades de la información, y eso les ha servido de mucho en un medio como el digital, extremadamente variado y flexible.

Podría pensarse que la actual proliferación de equipos informáticos (Martínez, 2009) con acceso a la red (crecientemente en las escuelas y también en muchos hogares), puede bastar para suministrar motivos de práctica lectora, y materiales para ejercerla, a diferencia de la lectura a través de la red que generalmente la utilizamos para la búsqueda de datos y de asimilación de informaciones breves. Una de las tendencias de este siglo es la digitalización de documentos sobre todo los libros, considero que a falta de este material impreso esta ha sido una buena opción pero realmente resulta un poco incómodo la lectura de estos materiales a través de la pantalla de una computadora, para educar en la lectura siguen siendo necesarios los libros impresos, porque indiscutiblemente ellos son la mejor máquina de leer.

La sociedad de la información se nos presenta como una realidad al tiempo dominante y huidiza. La información nos rodea desde hace décadas, creciendo exponencialmente, hace treinta años la documentación de construcción de un avión pesaba tanto como la propia aeronave. Hoy la vida funciona del mismo modo, pero la documentación es mayoritariamente digital. Igual que las revistas científicas, en un número constantemente creciente. También nos encontramos en las grandes bibliotecas con muchos libros y revistas en formato digital.

La lectura es una habilidad de un tipo muy desarrollado: de hecho es la suma de varias habilidades psicológicas que se adquieren, y se ejercitan a edad temprana (González, 1999). Es cierto que el acceso a la información digital exige nuevos saberes. Algunos de ellos antes eran solo exclusivos de profesiones muy especializadas (los documentalistas, los bibliotecarios). Estos nuevos saberes antes reducidos a una práctica profesional, hoy son necesarios hasta para el escolar que prepara un trabajo, pero además de ello, y vitalmente necesarios para la conversión de las informaciones halladas en conocimientos está la habilidad tradicional de la lectura. Nuestros jóvenes escriben más que nunca en foros, chats, blogs, etcétera. Los nuevos medios de comunicación en formato digital se multiplican a una velocidad vertiginosa.

Sin embargo la mayoría de los profesionales del sector del libro: editores, libreros, bibliotecarios, profesores, maestros entre otros no se sienten cómodos con la incorporación de las nuevas tecnologías en los planes de fomento de lectura.

Frente a las TICs, la enseñanza y la práctica de la lectura en dicho soporte, se convierten en un tema crucial y necesario de mantener en la mira, ya que cada vez más personas interactúan de modo virtual y global.

Por otra parte las bibliotecas deben atender cada vez mayores desafíos para dar respuesta a las nuevas demandas de la comunidad. La escuela tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias, hacer la transición hacia el mundo digital. Tampoco se sabe con certeza qué resultados y ventajas reales de aprendizaje irán posibilitando esas tecnologías, ni a qué costos para los gobiernos y los particulares.

Nuestro presente es una encrucijada de cambio entre un siglo y otro, entre uno y otro milenio, entre antiguas y nuevas tecnologías (Martínez de Sousa, 1989) representadas por el libro en soporte papel y el libro en soporte digital. Ambos sobrevivirán en la medida que se adecuen a las exigencias de los lectores. La lucha por comprender y utilizar muchas tecnologías simultáneamente supone muchas cosas nuevas pero algunas antiguas y la lectura es una de ella y quizá la más importante.

El señalamiento del siglo XXI como el siglo del conocimiento se basa en el acopio de información producida, gracias al avance de las nuevas tecnologías y al desarrollo de las ciencias con insospechadas aplicaciones prácticas y el mejoramiento de la calidad de la vida humana. Tal vez nos encontramos ante la puerta de una sociedad regida por el conocimiento pero, hay quién tendrá la llave para abrir esas puertas y quienes quedarán afuera. Algunos autores la han denominado “la nueva edad media “.

Con cada avance tecnológico se han percibido cambios en los paradigmas relacionados con la lectura y escritura. El libro impreso marcó y transformó las sociedades, posibilitó el acceso a la información y el conocimiento conservado desde épocas antiguas. Las primeras bibliotecas públicas y privadas se consideraron como centros de conocimiento. Quienes sabían leer recurrían al texto escrito para demostrar, "sin lugar a dudas" que eran dueños de la verdad. Las discusiones se resolvían cuando alguien probaba que lo que decía estaba escrito en un libro. La letra impresa era respetada y temida universalmente.

En la actualidad el libro todavía conserva un estatus elevado en materia de información, nuestra escuela cubana lo sigue valorando como fuente de conocimiento y saber. Resulta difícil pensar que este paradigma está en vías de desaparecer y que es necesario preparar a las nuevas generaciones para el uso de otras formas de conservar y trasmitir el conocimiento y la información.

En contraparte a la lectura de libros, los niños y jóvenes se han aficionado a la televisión, los videojuegos, las computadoras y la Internet. Parecen tener habilidades innatas para el manejo de estos aparatos y los usan con soltura y confianza. Los niños y jóvenes saltan constantemente de un canal a otro y aparentemente son capaces de seguir la secuencia de dos o más programas al mismo tiempo. Todos estos fenómenos están siendo objeto de estudio, lo que resulta evidente es que los niños y jóvenes que están en contacto con las nuevas herramientas tecnológicas, están desarrollando nuevas habilidades que es necesario conocer para que las escuelas puedan aprovecharlas en la labor educativa.

Ahora es tiempo de que las instituciones educativas, sobre todo las de educación primaria, se pregunten si deben seguir aferradas a los viejos paradigmas, entre los que se encuentra la lectura tradicional de libros (Vázquez, 2000), o es conveniente pensar en el estudio y aprovechamiento de los nuevos recursos.

Aunque se ha afirmado que el libro de papel está en vías de desaparecer, esto no va a suceder de la noche a la mañana, todo será parte de un proceso que ya se empieza a percibir. Basta con decir que ya existen miles de obras disponibles en discos compactos como enciclopedias que caben en uno o dos discos y se pueden consultar de una manera más rápida que los volúmenes de papel.

También es necesario aclarar que la lectura en su esencia se mantendrá presente mientras exista el lenguaje alfabético sin importar si su soporte material es papel, plástico o la pantalla de una computadora, lo que está modificándose de manera acelerada es la forma de presentar el texto y acceder a la información.

En la escuela primaria, secundaria y pre universitario en Cuba cuando se habla de lectura, el referente obligado es el libro. Aunque ya son muchos los niños y jóvenes que están en contacto con las nuevas tecnologías, no hacen alusión a ellas al hablar de lectura. Sin embargo en la universidad cubana vemos como prácticamente no encontramos bibliografía impresa, casi que el 90% de la bibliografía es digital, siendo casi de carácter obligatorio acostumbrarse a este cambio de paradigma.

La facilidad que ofrecen las computadoras y la Internet para obtener información es mal vista por muchos profesores de de las enseñanzas precedentes a la universidad. En algunas escuelas se prohíbe a los alumnos entregar trabajos elaborados en computadora, argumentando que eso es demasiado fácil, que no requiere que el alumno lea libros o materiales impresos. Valdría la pena preguntarse si estas enseñanzas no están dejando de lado una herramienta de información valiosa que los alumnos están aprendiendo y usando por su cuenta.

El cambio de un paradigma es siempre una revolución (López, 2009), un cambio profundo que afecta y desestabiliza a los sujetos que han vivido inmersos en una práctica o en una creencia determinada. La tecnología está modificando rápidamente nuestros viejos paradigmas y las generaciones jóvenes son las que están más preparadas para asimilar todo este cambio, lo ven como algo cotidiano y lo usan sin miedo.

Cuando a un estudiante, que dispone de una enciclopedia interactiva de computadora, se le deja una tarea de investigación, le resulta más fácil y atractivo indagar en su enciclopedia virtual, que en su enciclopedia de papel. Cuando localiza la información, puede seleccionar los textos e imágenes apropiadas, organizarlos, modificarlos e imprimirlos para presentar el resultado de su investigación de una manera casi profesional. Sobre este punto existe un acalorado debate: educadores conservadores señalan que un trabajo de este tipo, deja de lado la formación de diversas habilidades intelectuales, que se desarrollarían de una mejor manera si el alumno tuviera que buscar la información a partir de la lectura de libros, escribiera y dibujara sus trabajos a mano. Para los educadores modernistas, las habilidades que hay que formar ahora se refieren principalmente al uso de los medios disponibles y al logro de los objetivos finales, sin importar mucho el esfuerzo que tenga que hacer el alumno. Argumentan que no importa mucho que el alumno no pueda dibujar bien las letras a mano si puede hacer un escrito en computadora y presentarlo con letra de imprenta (Avilés, 2002). Los educadores que se quedaron con las viejas teorías de aprendizaje, como la de la disciplina mental –que argumentaba que la mente es como un músculo que es necesario ejercitar constantemente para que se desarrolle– la lectura de libros es indispensable, porque ejercita la mente y desarrolla capacidades intelectuales como la memoria. Se hace alusión a él porque es parte de los cambios que se están produciendo en las prácticas educativas y tiene que ver con la lectura y el acceso a la información. Los avances tecnológicos actuales están logrando que los seres humanos tengan a su disposición, la información, el conocimiento y la experiencia acumulada por miles de años en una forma que llena la mayor parte de sus sentidos. Una experiencia casi real.

Sin duda es inquietante pensar en una escuela sin libros, aunque al decir escuela sin libros, no se está pensando en escuela sin textos o escuela sin comunicación o información. Veinte años atrás, esta idea habría sido tomada como un disparate. Sin libros no habría manera de conservar o trasmitir de una manera segura el conocimiento o la información. La comunicación del saber humano se vería seriamente obstaculizada, pero ahora las letras que normalmente aparecen en papel, también están apareciendo en pantallas de computadoras cada vez más pequeñas, ligeras y baratas, donde se pueden contener bibliotecas enteras, donde se puede leer, escribir y establecer comunicación mediante una red de alcance mundial.

El texto escrito en papel, ahora está compitiendo con otros medios de comunicación e información más flexibles y atractivos, los cuales integran letras, sonidos e imágenes controlables por los sujetos. Para la mayoría de los niños, incluso para muchos adultos, es más atractivo obtener información de una enciclopedia virtual en una computadora, que de un libro. Para la mayoría de las personas es más atractivo observar un reportaje científico en televisión, que la lectura de un libro. Sería esta una discusión, sobre en cuál medio se puede obtener un aprendizaje de más calidad.

Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) podrían constituir un gran potencial para mejorar el acceso y la calidad de la educación: posibilidades de vencer las distancias geográficas, de fortalecer el aprendizaje autónomo, de formar a los educadores, de acceder a una información planetaria en todos los ámbitos (Islas y Gutiérrez, 2009). Las TIC son cada vez más necesarias en el contexto de sociedades rápidamente cambiantes en las cuales el incremento de los conocimientos y una información a alto nivel y en continua actualización se convierten en una exigencia permanente. Sin embargo, las TIC también incrementan la brecha entre quienes ya tienen acceso a la educación y quiénes no. La escuela cubana sobre todo en las primeras enseñanzas tendrá que ir incorporando el uso de las TIC tanto en los alumnos como en los profesores, la nueva realidad que se presenta ante nosotros es que no se pueden permitir en lo absoluto no utilizarlas.

De la misma manera que el libro fue en la antigüedad artículo de lujo que sólo unos cuantos podían tener y leer, los modernos medios de información y comunicación incluyen aparatos que pocos pueden tener y manejar en la actualidad, pero están influyendo de manera importante en la mayoría de las actividades sociales incluyendo la educación.

La lectura en su esencia se mantendrá presente mientras exista el lenguaje alfabético sin importar si su soporte material es papel, plástico o la pantalla de una computadora, lo que está modificándose de manera acelerada es la forma en que se presenta el texto y accede a la información.

Por estas razones la tecnología de información y comunicación se está convirtiendo en un serio competidor del libro impreso (González, 1999), siendo esto otro de los factores que actúa en contra del gusto por la lectura en soporte de papel, sobre todo en las generaciones jóvenes que están en las etapas de formación de sus competencias lectoras.

Al parecer, ahora las obras digitales están tomando el mercado. Y los e-books han revolucionando la forma de leer (y vender) libros. Algo parecido a lo que hace unos años sucedió con la música. Y las casas discográficas.

Según el estudio de la consultora Future Source, en 2010 el mercado de los e-books creció un 200% y supera los 90 millones de obras a disposición de los usuarios. Sin embargo, las obras auto editadas aún no son la mayoría. Y el modelo de negocio, basado en el volumen de ventas, todavía tiene mucho camino que recorrer.

Los e-books han revolucionando la forma de leer (y vender) libros. Los sellos editoriales —que se dan a la larga y costosa tarea de distribuir y dar a conocer las obras— siguen dando un valor adicional (Hocking, 2010), tanto a la obra como al autor. La misma Hocking —quien desde agosto tiene un agente— lo reconoce: "Los libros electrónicos siguen siendo sólo el 20% del mercado. Para alcanzar el otro 80% necesito ser publicada por una casa editorial tradicional y poner mis libros en las tiendas".

Y si bien publicar un libro digital es cosa sencilla, para hacer una fortuna con ello de la noche a la mañana se requiere de algo más que de Amazon y un Kindle.

"Parece una manera fácil, pero la gente no toma en cuenta el hecho de que he estado trabajando la mayor parte de mi vida para ser una escritora publicada y que he escrito quince libros en los últimos ocho años. Paso más de cuarenta horas a la semana trabajando en esto. Es un trabajo arduo, y es un trabajo arduo que me encanta, pero la gente sólo ve la cresta", dice Hocking.

Todo este mundo alcanzará a Cuba en un futuro inmediato, es más, se siente la fuerza de su peso en la cotidianidad de los cubanos. El e-book es ya otra opción. Las enciclopedias literarias están a la mano de cualquiera que se interese solo un poco. En las ferias del libro se encuentran las más disímiles propuestas, desde el libro de cocina más elemental hasta la última novela de cualquiera de nuestros escritores cubanos y extranjeros. Es un mercado que promete abrirse y beneficiar al lector desde la perspectiva más inteligente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Avilés, Edgar (2002). Hacia la construcción de una metodología para el estudio de la lectura virtual. Estudios de comunicación y política, 12, 61-78.

Islas, Octavio y Gutiérrez, Fernando (2009). Información y cibercultura. Observatorio para la cibersociedad. Disponible en: www.cibersociedad.net. [Consultado el 15 de enero de 2009]

González Manet, Enrique (1999). La era de las nuevas tecnologías. La Habana: Editorial Pablo de la Torriente. La Habana, 1999.

Hocking, H (2010). Future Source. New Foundland, Canada: Emiten.

López, Carlos Enrique (2006). El medio inteligente. Disponible en: http://www.saladeprensa.org/art195.htm. [Consultado el 5 de enero de 2009]

Martínez, David (2009). Teoría de Interfase, Tutor de Delphi. Disponible en: http://www.hackerdude.com/courses/delphi/Cap009.html. [Consultado el 20 de septiembre de 2008]

Martínez de Sousa, José. (1989). Biblioteca universal. En Diccionario de bibliología y ciencias afines. Madrid: Pirámide. p. 402.

Vázquez Montalbán, Manuel. (2000). Historia y comunicación social. Barcelona, España: Editorial Mondadori.


 

 
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