Magdenis Elizabeth Fombellida Valdés*
Airelav Pérez Carmona**
Alexander Aguilar López***
Universidad de Granma. Cuba
Correo: magde.elizabeth@gmail.com
RESUMEN
En la  actualidad las mujeres adultas han conquistado todos los espacios de dirección  y se desempeñan exitosamente en los mismos, pero cabe preguntar: ¿Cómo se  sienten al hacerlo? ¿Cuál es el precio que pagan en tiempo y salud por cumplir  la tarea? De ahí que esta investigación se emprende con el objetivo de Identificar los principales malestares somáticos y  psicológicos que experimentan las mujeres adultas dirigentes en la  Filial de Ciencias Médicas “Dr. Efraín Benítez Popa”, de Bayamo, Granma, Cuba.  Para llevar a cabo la investigación se hizo uso de los métodos teóricos: análisis-síntesis, inductivo-deductivo,  histórico-lógico, lógico-abstracto. Dentro de los métodos empíricos: observación, así  como las técnicas de la entrevista y el cuestionario. Los resultados muestran  que 15 de las 24 mujeres estudiadas presentan malestares. Predominan: Dolor  cervical, Dolor de espalda, Dolor de cabeza y Ardor en los ojos. Los malestares  psicológicos más reiterados resultan: Estrés, Tensión, Agotamiento psíquico y  Sobrecarga cognitiva. El área más afectada en la vida de estas mujeres resultó  ser la familia y mantienen una percepción de que el tiempo es insuficiente.
Palabras claves: mujeres directivas,  malestares, psicológicos, físicos, somáticos, áreas de actuación.
SUMMARY
At present, adult women have conquered all management spaces and perform successfully in them, but it is worth asking: How do they feel doing so? What is the price they pay in time and health for completing the task? Hence, this research is undertaken with the objective of identifying the main somatic and psychological ailments experienced by adult women leaders in the Medical Sciences Branch “Dr. Efraín Benítez Popa”, from Bayamo, Granma, Cuba. To carry out the research, theoretical methods were used: analysis-synthesis, inductive-deductive, historical-logical, logical-abstract. Within the empirical methods: observation, documentary study, interview, as well as the questionnaire technique. The results show that 15 of the 24 women studied have discomfort. Among the somatic discomforts predominate: cervical pain, back pain, headache and burning eyes. The most repeated psychological discomforts are: Stress, Tension, Exhaustion and Overload. The most affected area in the life of these women turned out to be the family and they maintain a perception that time is insufficient.
Keywords: women managers, discomforts, psychological, physical, somatic, areas of action
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Magdenis Elizabeth Fombellida Valdés, Airelav Pérez Carmona y Alexander Aguilar López (2019): “El ejercicio de la autoridad y sus efectos en la salud de las mujeres con cargos de dirección”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (diciembre 2019). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/12/autoridad-salud-mujeres.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1912autoridad-salud-mujeres
INTRODUCCIÓN
  “Estoy  obstinada”; “no aguanto más, no salgo de una reunión para entrar en otra”;  “ya no tengo tiempo ni para arreglarme, soy  solo papeles”; “en mi casa ahorita ni me conocen”… 
         Si prestamos  atención al caminar por nuestro centro laboral nos resultará muy común escuchar  expresiones como las anteriores.
         ¿Será esta la  cotidianidad de la mujer que dirige? ¿Será que en verdad deben estar  “condenadas” a reuniones y papeles? ¿Existe para la mujer adulta la posibilidad  de ser líder sin agobio?
  “La presencia  de las mujeres en las esferas directivas altas y medias ha progresado de manera  tan insuficiente en las últimas dos décadas que al ritmo actual tomaría entre  cien y doscientos años alcanzar la igualdad de género en la dirección de las  compañías”.1 
   “Un 37% del mundo empresarial está  representado por mujeres (…)  en España el porcentaje de mujeres en puestos de dirección es del 33%.” 2
  “En Chile, sólo  un 24% de las mujeres ocupa cargos de alta dirección, cifra que dista mucho de  países como Filipinas y Rusia, donde los porcentajes ascienden al 47% y 42%,  respectivamente.” 3 
  “Países  latinoamericanos como Brasil y México se encuentran en el grupo donde las  mujeres ocupan entre el 5 y el 10 % de los asientos en las juntas directivas.  En cambio India, Japón y Rusia están entre los que esa presencia se reduce a  menos del cinco por ciento.
         A nivel global, solo 5% o menos de los  directores ejecutivos de las principales corporaciones son mujeres, lo que  subraya el hecho de que cuanto más grande es la empresa menor es la probabilidad  de que sea dirigida por una mujer.”  4
         En Cuba “después del triunfo  revolucionario, se produjo un salto histórico en la participación de la mujer  en cargos de dirección y toma de decisiones, pues se parte prácticamente de  casos excepcionales de mujeres dirigentes. En el año 1975 las mujeres en cargos  de dirección eran el 15.2 por ciento, en 1981 el 21.1 por ciento y en el 1999  ocupaban ya la casi tercera parte del total de los dirigentes del país, incluso  en ramas donde tradicionalmente solo existían hombres.”5 
  “La mujer  cubana ocupada como dirigente ha avanzado en su empoderamiento, al pasar del  30% de los ocupados como dirigentes en el país en 1995, al 37% en 2005, las de  la región oriental avanzaron más respecto al resultado del país, al pasar del  28% del total de ocupados en esta categoría en 1995, al 36% en 2005, aunque  todavía no alcanzan la paridad respecto al hombre”. 6
         De las 45  personas que ocupan cargos de dirección en la Filial de Ciencias Médicas de  Bayamo, 25 son mujeres 7 (55.5%) lo cual marca una diferencia con respecto a la tendencia general. Y se  añade la peculiaridad de que la totalidad de estas mujeres se encuentran en la  etapa adulta de su vida, o sea, entre 30 y 60 años.
  “Las mujeres  que han vivido este desafío han debido enfrentar su vida familiar y laboral con  otra perspectiva, donde el respaldo de las redes de apoyo ha sido fundamental  en sus carreras, partiendo de la pareja o el marido, sobre todo en el caso de  quienes tienen hijos”. 8
         El ser  directiva es una profesión que se lleva con no poco agobio y malestar, pero en  eso apenas se repara, pues a través del tiempo se ha establecido que es parte  de la elección, “así ha sido siempre”.
         Abundan los  estudios e investigaciones que abordan la temática de la mujer dirigente desde  una perspectiva estadística, con tendencia sobre todo a generar nuevas  exigencias y mostrar metas no cumplidas, pero en relación a los malestares que  experimentan las mujeres adultas en el ejercicio de la autoridad la realidad es  otra. Se trata de un campo invisibilizado.  
         Las féminas han  alcanzado todos los niveles de dirección y se desempeñan de manera exitosa en  los mismos. Pero cabe preguntar ¿cómo se sienten al hacerlo? ¿Cuál es el precio  que pagan en tiempo y salud por cumplir la tarea? 
         Teniendo en  cuenta la importancia que para la mujer adulta adquiere su desempeño laboral y  familiar así como las características propias de la etapa de la vida por la que  atraviesa es que emprendemos este trabajo, para de alguna manera contribuir al  conocimiento del tema, partiendo de reconocer su existencia, aproximarnos a su  compresión y contribuir a la formulación de estrategias de intervención  encaminadas a la disminución o erradicación de los principales malestares que  experimentan las mujeres adultas en el ejercicio de la autoridad, en la Filial  de Ciencias Médicas “Dr. Efraín Benítez Popa”, de Bayamo.
         Para ello se elaboró  como problema científico: ¿Qué malestares  experimentan las mujeres adultas con cargos de dirección en la Filial de  Ciencias Médicas “Dr. Efraín Benítez Popa”, de Bayamo?
         Se declara como objeto de investigación la  cotidianidad de las mujeres dirigentes y se propone como objetivos:
         General:
         Identificar  los principales malestares que experimentan las mujeres adultas con cargos de  dirección en  la Filial de Ciencias Médicas “Dr. Efraín Benítez Popa”, de Bayamo. 
         Específicos:
2. DESARROLLO
         2.1 Metodología  utilizada:
  Histórico-lógico: para establecer correspondencia entre elementos lógicos e históricos  relacionados con los malestares en las mujeres con cargos de dirección.
  Analítico-sintético: para valorar y conocer las particularidades del proceso de dirección, así como  los efectos en las mujeres que dirigen.
  Inductivo-deductivo: permitió  establecer nexos y relaciones entre la labor de dirección y los malestares que  esto provoca en las mujeres  con cargos  de dirección.
  Lógico-abstracto: posibilitó aislar, separar y determinar cualidades esenciales que caracterizan  al objeto de estudio como fenómeno y proceso, atendiendo a los malestares  somáticos y psicológicos en las mujeres con cargos de dirección.
         Empíricos:
  Observación: se realizó con el fin  de evaluar los efectos sistemáticos provocados en las mujeres por la dinámica  que impone el proceso de dirección. 
         Técnicas:
Se  utilizará la estadística descriptiva, a través del cálculo porcentual, la media  y la moda, para el análisis y la interpretación de los resultados.
         2.2.  Determinación de variables
         La variable independiente de esta  investigación: identificar los principales malestares  que experimentan las mujeres adultas con cargos de dirección.
         Variable dependiente: disminución o erradicación  de los principales malestares que experimentan las mujeres adultas en el  ejercicio de la autoridad.
         2.2.1. Operacionalización de las variables
         Se operacionalizan las variables  teniendo en cuenta las siguientes dimensiones y los indicadores que a  continuación se relacionan:
         Dimensiones
Indicadores:
         Dimensión 1:
Dimensión 2:
Dimensión 3:
Muestra: De un  universo de 25 mujeres adultas directivas, son estudiadas 24, seleccionadas de  manera intencional. 
         Criterios de inclusión: 
Criterios de exclusión:
2.3. Posiciones teóricas
         2.3.1. Etapas de desarrollo del ser humano.
         El desarrollo psíquico es el proceso  mediante el cual el ser humano asimila la experiencia histórico-social de su  especie. Es un proceso dialéctico de automovimiento, de ruptura de la  continuidad y de saltos hacia escalones superiores. Es un proceso de cambio que  conduce a que en cada periodo evolutivo nazca lo nuevo y a la vez lo viejo se  reestructure sobre una nueva base. 
         Las etapas o períodos evolutivos son los  momentos en que se divide el desarrollo psíquico. Son periodos que se comportan  de manera similar en todas las personas, aunque esto no es algo rígido, y se  caracterizan por el surgimiento y fortalecimiento o desarrollo de una o varias  funciones psíquicas específicas.
         El desarrollo es un proceso que posee  cierta continuidad, sin embargo la propia dinámica del proceso y las exigencias  del medio en que se desenvuelve el individuo hacen que en algunos momentos se  produzcan saltos cualitativos en el desarrollo. Así se presentan las crisis del  desarrollo que son momentos  de malestar  para el individuo, de conflictos con quienes le rodean, pero que indican la  existencia de nuevas necesidades que demandan satisfacción. Por lo tanto la  existencia de una crisis nos indica que el individuo está listo para adentrarse  en una nueva etapa del desarrollo, lo cual es además la vía de solución de la  crisis. Aunque se tiende a ver las crisis como algo negativo estas pueden traer  resultados positivos para el desarrollo: la crisis es una oportunidad para el  cambio.
         El desarrollo psíquico se puede dividir  en las etapas siguientes: 
El  desarrollo humano visto en términos de crecer trasciende la maduración  biológica y la sola determinación socio genética, para incluirlas ambas, en una  relación dialéctica que tiene como eje el propio desarrollo psíquico del  sujeto. Se habla de una naturaleza socio-psico-bio de la subjetividad, de su  configuración y desarrollo en el proceso de  inserción del individuo biológico en una cultura que pone su sello en éste.10 
         2.3.2.  La adultez como etapa de desarrollo. 
         La adultez media se extiende, por  consenso, desde los 30 hasta los 60 años de edad. La actividad rectora es el  trabajo, que es la actividad fundamental y en la que el adulto despliega toda  su actividad creadora.
         Constituye uno de los períodos  evolutivos con mayor dinamismo e importancia para el desarrollo ontogenético  del individuo. A pesar de que ha sido considerada en diversas ocasiones como la  culminación del desarrollo, es, además de un período de relativa estabilidad,  un momento cumbre de autodeterminación y autorrealización, de desarrollo  personológico, moral, afectivo, cognitivo, en el que se pone a prueba la  capacidad de adaptación del sujeto a las nuevas situaciones que este momento  evolutivo le plantea, así como su competitividad en el desempeño de roles  familiares, sociales y laborales.
         El arribo a la adultez ha significado y puede  significar la conformación de la necesidad de buscar nuevos horizontes,  referentes distintos que nos permitan comparar ópticas para analizar esta  compleja etapa de la vida, distinta por su experiencia, por los niveles de  autoconciencia, a etapas anteriores. Todo ello constituye un reto.
         Es para los adultos la época de mirar hacia atrás y  contemplar los frutos de su vida que, a menudo, se resumen en el crecimiento de  los hijos o nietos, en ocasiones a la ayuda material o espiritual de los padres  y ancianos, y en el mejor de los casos, además de los anteriores, a la  realización personal y/o profesional del individuo.
         Algunos adultos consideran que esta etapa es casi el  final de la vida, no creen que la adultez es una etapa del desarrollo, piensan  que ya han hecho todo lo que les correspondía, que no están aptos para comenzar  algo, que el futuro pertenece a sus hijos y nietos y se dedican a ellos  totalmente, abandonando muchas aspiraciones, motivaciones y sueños de toda su  vida, que pudieran aún ser realizables y que en gran medida contribuirían a  elevar su calidad de vida.
         Otros están conscientes de la trayectoria que han  tenido y de sus posibilidades aun inagotables, porque sus posibilidades aún no  se han explotado, al menos no lo suficiente, por diversas razones, entre las  que se encuentra la de haber dedicado su tiempo a otros, asumiendo la educación  y guía de sus hijos u otros familiares menores, olvidado muchos, relegando  otros a un segundo plano o postergando continuamente su desarrollo personal.
         M. Córdova  (2005) desde la perspectiva de la Metodología de los Procesos Correctores  Comunitarios, plantea que desde el imaginario social, en esta etapa el sujeto  está en la plenitud de sus posibilidades y es productivo socialmente. Las  mujeres y los hombres en estas edades:
En la adultez propiamente dicha, el  individuo está psíquicamente preparado para hacerle frente a la realidad. Ha  logrado el pleno desarrollo de sus capacidades físicas y mentales y está en  óptimas condiciones para asumir las tareas y responsabilidades que se le  asignen.
         Esta etapa es  la que asegura el ajuste familiar, laboral, profesional y social en las  restantes fases de la vida. 
         Debe prepararse para enfrentar los  cambios físicos, emocionales y sociales que se dan en la mediana edad. Cuando  no puede enfrentarlos adecuadamente se producen las “Crisis” en que el  individuo puede presentar frustraciones que pueden traer trastornos para su  salud y hábitos tóxicos como el alcoholismo. 
         Es una etapa donde se evidencia con  claridad el proceso de envejecimiento. Esto se manifiesta de diversas formas:  desgaste de los tejidos, dolor y molestias, baja necesidad de ingesta calórica,  disminución de la fuerza, de la rapidez de reacción y del tiempo de  funcionamiento de los músculos.
         Disminuye la velocidad de crecimiento  del pelo, este pierde brillo y firmeza, aparecen canas. Aparecen unas pocas  arrugas en la cara; las líneas de la risa surcan los extremos de los ojos,  también el cuerpo cambia, se puede adelgazar o aumentar de peso.
         En el sistema óseo comienzan a  evidenciarse descalcificaciones, se pierden progresivamente espacios  intervertebrales, observándose por ello una disminución en la estatura.
         En el área cognitiva el adulto tiene un  pensamiento menos literal y más interpretativo. Puede haber una disminución de  memoria, mayor tiempo en terminar una tarea o solucionar un problema porque se  distraen con mayor facilidad. 
         Las habilidades verbales, para organizar  y procesar información visual, así como el razonamiento, mejoran. Existe un  aumento de las destrezas del pensamiento, de la capacidad de comprensión e  información. Las habilidades motoras disminuyen.
         El grado de motivación para aprender o  recordar, el interés o significación de la información y el tiempo de la  experiencia educacional que se ha tenido, tienden a ser más importantes que la  modificación de las habilidades de aprendizaje y memoria. Son igualmente  creativos que los jóvenes.
         Ocurre un cambio de roles,  transformándose además de cuidar a sus hijos, en cuidadores de sus propios  padres.
         Hay mayor experiencia y mayor disfrute  de la sexualidad; se elige la pareja, se constituye la familia y se estabiliza  la vida sexual. En la adultez media al tener hijos ya adolescentes, se produce  un reencuentro de la intimidad en la pareja, redefiniéndose como pareja en  función de logros obtenidos. 
         La autonomía, la independencia social y  económica, posibilitan que pueda construir un hogar, una familia, tener hijos y  responsabilizarse con su educación.
         En esta etapa el individuo debe haber  logrado una personalidad madura, sana, caracterizada por dominar activamente el  ambiente, presentar una cierta unidad y poseer la capacidad de percibir  correctamente el mundo y así mismo.
         Los principales problemas de salud que  pueden aparecer son: las enfermedades crónicas, hábitos tóxicos, obesidad,  crisis de la mediana edad y riesgos laborales. 12
  2.3.3. La mujer adulta.
         En su mayoría las mujeres, en la mediana  edad se vuelven más asertivas y orientadas al logro en la esfera profesional,  la autoestima se centra en el trabajo y en el sentido de productividad.
         La mujer adulta puede llegar a emprender  con más decisión los caminos a seguir fuera del marco familiar. Generalmente  son las mujeres trabajadoras y profesionales las que más rápido adquieren dicha  identidad. Esto ocurre al ser ellas mismas portadoras de nuevas relaciones  humanas (sociales, laborales y/o profesionales) que implican la ampliación de  su universo de conocimientos y nuevas vivencias y reflexiones sobre el entorno  y ellas mismas. Cada vez más  perciben lo  que son y lo que pueden llegar a ser aún, si se lo proponen.
         La complejidad subjetiva femenina se forma en esta edad sustentada  por la reflexión que haya sido capaz de realizar desde los roles de hija,  mujer-esposa, madre y hasta abuela,  que  le ha permitido confrontar su experiencia y analizar los goces y sufrimientos  vivenciados, lo que le otorga a esta edad la verdadera identidad femenina. La  mediatización de la reflexión realizada le permite que llegue a separarse de  las exigencias de dichos roles, reafirmando más aún su personalidad  autodeterminada. Es así que junto a los logros del dominio de su subjetividad  la mujer llega a niveles superiores de   autoconocimiento y es capaz de autorregularse. 
         Los cambios físicos y fisiológicos de la mujer en la adultez tienen una  profunda repercusión en su subjetividad. Los aspectos más visibles de estos cambios se hacen naturales en esta  etapa de la vida y muchas mujeres no alcanzan a verlo así porque existe una  representación de la mujer coqueta, afectada y retocada al máximo, que no  admite el mínimo descuido y que se construye sobre su belleza natural. Que en  esta etapa ha cambiado.
         El desarrollo psíquico, no necesariamente va parejo con una apariencia  estética física y externa, sí se expresa personológica y subjetivamente en  relaciones humanas óptimas, en la familia y en el trabajo.
         Alrededor  de los 35 años la mujer siente que sus hijos y la casa la absorben, la llamada  doble jornada (si es trabajadora), crean la fatiga y el desgaste trae  sucesivamente las enfermedades. 
         Postergan  aspiraciones y deseos propios, alejándolos sin esperanza. Ello a su vez  repercute en el matrimonio y se aleja de la pareja perdiéndose el sentido de  muchas cosas que antes tenían la prioridad. 
         Conciencializa  que su vida no se resume a los roles materno y de esposa o hija consagrada y  quisiera  autodeterminar su vida.
         Hacia  los 40 la mujer que siempre apoyó a su marido y familia en general, se siente  relegada, sin haber podido lograr aquello a lo que tuvo que renunciar en pos de  otros, muchas veces, sin el merecido reconocimiento. Ahora antes de considerar  el éxito de los otros, revaloriza los suyos propios y se replantea su vida,  arriesgando, en ocasiones, si es necesario, su propio matrimonio.
         Las  mujeres de esta edad son capaces de sacrificar la satisfacción de sus  necesidades, su sexualidad y aspiraciones, subvalorándose, aceptando el papel  de madre consagrada y de objeto erótico y sintiéndose cada vez más viejas.  Ellas encuentran el sentido de sus vidas en el altruismo familiar y social, en  el reconocimiento materno u otros. 
         Hoy  en día muchas mujeres están conscientes de su lugar en la familia y en la  sociedad, conocen sus límites y responsabilidad, manejan su propio erotismo y  su capacidad para el trabajo y la sexualidad.
         La  sexualidad de la mujer adulta está matizada por el  erotismo de su sexualidad. 
         Nuevos  elementos de espiritualidad empiezan a desarrollarse y manifestarse en  diferentes áreas, sea en el arte, la política, la religión u otras.
  2.3.4. El ámbito laboral para la mujer  adulta.
         La adultez es la etapa de la  estabilización de la consolidación profesional y económica. El adulto se siente  pleidnte motivado para hacer el máximo esfuerzo por el desarrollo individual  y colectivo; se desarrolla el espíritu de superación, la escala de valores, las  capacidades intelectuales, el control emocional, la voluntad y las  posibilidades críticas y autocríticas.13 
         Algunos patrones psicológicos pueden incidir en el mercado laboral. Numerosos experimentos muestran que las  mujeres son más adversas al riesgo, tienen menor preferencia por ambientes  competitivos  y son menos dadas a sobreestimar sus habilidades que los  hombres. Esto puede afectar su trayectoria laboral si, por ejemplo, son menos  propensas a negociar promociones, algo que se está empezando a analizar. La evidencia  apunta a que estas diferencias en patrones psicológicos no se deben sólo a  aspectos biológicos, sino también a normas  sociales que construyen identidades. Un ejemplo es el precio  que pagan las mujeres cuando superan profesionalmente a los hombres. Según  evidencia reciente, las mujeres casadas que ganan más que sus maridos tienen  mayor chance de divorciarse. Y las mujeres solteras que buscan una cita,  resultan menos atractivas para los hombres si los superan en ambición o  inteligencia.
         Las normas sociales  también imponen mucho mayores responsabilidades domésticas a la mujer. Desde Iraq hasta  Suecia, en todos los países del mundo, las mujeres dedican más tiempo a oficios  del hogar, incluso cuando ellas son trabajadoras de tiempo completo. Y esto  tiene efectos claros sobre su empleabilidad. Una publicación reciente del BID y  el Banco de la República de Colombia muestra que, para que las mujeres  trabajen, es fundamental bajar los costos de transporte, reducir la distancia  del hogar al trabajo y ofrecer guarderías. En el caso de los hombres estas  variables son irrelevantes: después de todo, no son ellos los que deben  balancear la carga laboral con las tareas del hogar. Y no son ellos los que,  tras la llegada de un hijo, enfrentan una dramática reducción en sus ingresos  laborales. 14 
         La mujer cubana adulta que trabaja  enfrenta su cotidianidad con grandes retos que le obligan a superar las  dificultades que subyacen tras el género y buscando el equilibrio entre su  satisfacción y las de las exigencias externas. Ser mujer en la adultez no es en  absoluto una carencia, sino la vivencia más hermosa con que podemos contar, más  allá de trabas y situaciones que intenten entorpecernos. (Ramos R.V., Cruz  R.A., 2002).
         El trabajo se  erige en la subjetividad del adulto como la principal actividad proveedora  de nuevas vivencias, contactos, acciones y  comunicaciones, por tanto, promotora de desarrollo. Este desarrollo no es el de  etapas anteriores, implica un nuevo nivel de autoconciencia y activismo por  parte del sujeto. 
         Los espacios laborales constituyen espacios  potenciadores u obstaculizadores de la satisfacción de necesidades altamente  jerarquizadas que se enrolan en proyectos y aspiraciones futuras del adulto.
         La mujer adulta está en mejores condiciones de retomar las metas  aplazadas por otras responsabilidades que alcanzaron en otras etapas una  jerarquía mayor. Entre las metas aplazadas puede estar la del mejoramiento de  su vida laboral.
         Es el momento de dedicar el tiempo a aquellas tareas que fueron  postergándose con el tiempo y enfrentarla ahora con experiencia y sabiduría.  Cesa la fluctuación laboral y es por tanto la etapa de realizarse y alcanzar  los mayores logros profesionales.
         En la esfera laboral puede desarrollar más su motivación profesional,  mejorar sus relaciones interpersonales y destacarse en la responsabilidad,  independencia y seguridad. La estabilidad laboral garantiza la eficiencia y  calidad de los productos y esto, puede llegar a ocupar el centro de su vida.15 
         Según el estudio de  Saville Consulting, la mujer se muestra mucho más analítica, realista y  racional que el hombre. Ello ayuda a la hora de buscar soluciones a los  problemas, analizar de una manera más objetiva la información y es poco  probable que basen sus decisiones tan solo en los hechos. Todas estas  características analizadas demuestran que a la hora de trabajar con personas,  las mujeres están más preparadas y son más hábiles y flexibles para todos  aquellos trabajos que están relacionados con las relaciones interpersonales.
         Dentro de las  características que aportan las mujeres de manera más relevante al mundo del  trabajo, está el hecho de que ellas contribuyen a incrementar la llamada  “inteligencia emocional” con una mayor sensibilidad para ponerse en lugar de  los otros, comprenderles y escucharles, colaborando o comprometiéndose más con  los problemas y en la situaciones personales y reales de los demás. Colaboran y  ayudan más, no se comportan de manera agresiva ante las discusiones del día a  día, ya que piensan más a medio o largo plazo. Tienen mayor paciencia para  afrontar los problemas y retos que el quehacer diario ofrece en la empresa.  16
         Todo ello hace de esta edad un período de  satisfacción o frustración, en la medida en que la estabilidad sea afortunada o  no. En cualquiera de los casos y dependiendo de la edad, pueden aparecer  conflictos de valores que surge entre la necesidad de seguirse esforzando y la  de descansar para disfrutar lo que se haya logrado.
         En esto influye el envejecimiento, que se expresa en  el plano físico-motor fundamentalmente (fuerza, resistencia y rapidez), ya que  en las actividades mentales podemos encontrar que están aún en ascenso. 
         Se pudieran establecer diferencias entre adultas que  trabajan en el sector productivo,  y las  de la esfera intelectual, encontrándose que en estas últimas, producto de una  mayor integración de conocimientos y experiencias se observa un mayor rendimiento  a esta edad y por ende la autoestima aumenta y se favorece la estabilidad  laboral, escalándose a  nuevas posiciones  y acumulándose resultados. 
         Se dice también que es el período de la  generatividad: deseo de ser más productivo y creativo en beneficio de la  sociedad, según Erickson, en que se mantiene creando y con ello desarrollando  su personalidad.
         En  la esfera laboral también el individuo concientiza sus relaciones  interpersonales: la calidad de la relación jefe-subordinado, compañeros de  trabajo, compañeros de otros centros afines, profundizándose o ampliándose el  círculo de amigos, o, empezar a reducirse como resultado de la concentración en  los principales eventos vitales. 
         También  la mujer adulta percibe los resultados de su labor, valorándolos, positiva o  negativamente reconociéndose en ellos, con un nivel de realización o  frustración, lo que puede provocar vivencias positivas o negativas, le lleve o  no a tomar decisiones que antes no se atrevió a tomar, como proponerse nuevas  metas laborales o profesionales, cambiar de trabajo, peritaje médico o  jubilación.
  2.3.5. La mujer adulta que dirige.
         La mujer de  esta edad también puede  comenzar a  desarrollar nuevas habilidades o aptitudes en un nuevo trabajo, la experiencia  acumulada la puede llevar a puestos de dirección y poner en práctica y  desarrollo habilidades que hasta el momento habían sido relegadas por falta de  tiempo, recursos u oportunidades, volviendo a ser socialmente útil.
         En las mujeres se observa mayor tendencia a la  estabilidad en las ocupaciones bien porque tienen menos acceso a variedad de  trabajos o a la posibilidad menor de ascender a puestos superiores.17  
         La revista británica  Science, hablando del estudio de la Universidad de Edimburgo, afirma que el  cerebro de las mujeres está capacitado para obtener resultados intelectuales  superiores, y además con características peculiares. 
         Marina Osnaghi, Master  Coach de empresarias, nos dice que puede afirmar después de haber trabajado con  muchas mujeres directivas exitosas, que estas han aprendido a moverse en un  mundo un poco machista pero sin tener ni ocupar un papel de víctimas y además  tienen y mantienen sus características femeninas, y competencias técnicas  excepcionales. Mujeres tenaces, en constante desarrollo hacia el  resultado.  Se sienten “iguales” y “distintas” y se donan  incondicionalmente al objetivo de cura del sistema. Quieren siempre dejar  huella, como quiere también un hombre en esas posiciones, pero ellas ponen más  hincapié en el desarrollo y crecimiento de los seres humanos, y esto las hace  únicas.
         Il Telegraph ha  publicado un estudio de neurocientíficos del grupo de Mara Mather de la  Universidad del Sur de California donde se aprecia que bajo estrés mujeres y  hombres reaccionan en modo totalmente distinto. Las reacciones de las mujeres  son en estas situaciones decisiones más inteligentes y de abandono de la  posición de mando.
         Estas mujeres son  capaces de mantener su identidad y su femineidad y garantizar resultados  excelentes, y de cuidado de los procesos.18 
         El valor del liderazgo femenino dentro  de las empresas se piensa que es el estilo democrático / participativo que  propicia en la relaciones; ya que la tendencia de las mujeres ante la toma de  decisiones es comportarse de una manera más amable y empática, sin dejar a un  lado las relaciones interpersonales de su equipo, de esta manera el rol como  directiva es más de negociadora.
         Esto lleva a que  algunos teóricos consideren que las mujeres ejercen un liderazgo que responde  mejor a las necesidades de la nueva dinámica social y económica por ser más  solidario, flexible,  cooperativo, participativo y por trascender al mero interés  económico. Además de coincidir que uno de los aportes trascendentales a través  de su toma de decisión es la visión a largo plazo, lo cual garantiza el avance  y crecimiento de la empresa.
         Considerando los rasgos  típicos del liderazgo femenino podríamos decir que, las mujeres se caracterizan  más por:
  1. Su empatía al tomar en  cuenta sentimientos y expectativas de su equipo de trabajo para impulsarlos  profesionalmente y sacar lo mejor de ellos.
  2. Son organizadas. Tienen  la habilidad de administrar el tiempo de manera eficiente al priorizar las  tareas. Gusta por lograr objetivos concretos y la interacción entre todos los  miembros de su equipo.
  3. Son más directas al pedir o dar  instrucciones a su equipo. Lo motivan y ganan su confianza. Su  retroalimentación es con base en resultados y logro de objetivos en vez de  crítica y castigo de los incumplimientos.
  4. Toman decisiones pensando  en los intereses del equipo y/o involucrados en los proyectos que están bajo su  dirección y prefieren hacer consenso para llegar a la decisión final. Comparten  su “poder” y la información con su gente, lo que permite una mejor toma de  decisiones.
  5. Se dice  que por naturaleza son más maternales que los hombres, por lo que buscan  siempre conciliar y  negociar antes de atacar.
  6. En cuanto  a la resolución de  problemas, las mujeres son multimentales, mezclando  adecuadamente intuición y racionalidad.
  7. Creatividad. Es una  característica sobre todo en su manera de tomar el mando de su equipo. Lo que  les permite que estén abiertas a opiniones, hacer grupos colaborativos y estar  disponibles ante el cambio. 19
         Una mayor participación  de las mujeres en los negocios es importante. Esto asegura que diversos puntos  de vista e ideas se encuentren representados, y cuando una mujer ocupa un alto  cargo directivo en una empresa, es probable que esta firma tenga un porcentaje  mayor de mujeres trabajadoras con contratos indefinidos. 20
         Existe un atravesamiento de género en la  construcción de la identidad profesional-ocupacional dirigente, que implica la  existencia de una delimitación grupal, podríamos decir subgrupos, a lo interno  de esta categoría. Tal delimitación tiene base en la diferencia sexual pero sus  contenidos devienen de los mandatos y exigencias socio-históricos de género.21 
         Las expectativas que  hay sobre los géneros pesan mucho. La sociedad entiende que el hombre es quien  tiene que mantener económicamente a la familia y la mujer ha de ocuparse de los  hijos. “Los hombres que ganan menos que sus mujeres -explica Viladot- tienen  una mayor probabilidad de sufrir depresión; y la satisfacción conyugal que  expresan las parejas en esta situación es menor”.
         Viladot asegura que “la mayoría de las  parejas dan prioridad a la carrera del hombre” y que muchas mujeres, también  las directivas, acostumbran a sufrir conflictos  entre la maternidad y la carrera profesional. Los estereotipos  de género o la dificultad para combinar la crianza de los hijos y el trabajo  explican a menudo que el número de mujeres directivas sea escaso. “Muchos  estudios sugieren que las  mujeres tienen una menor preferencia por ocupar cargos directivos o con poder que los hombres”, explica Eva Rimbau, profesora de recursos humanos  de la UOC. A veces, las mujeres se autoexcluyen, les interesan menos los cargos  de responsabilidad o prefieren puestos de trabajo que les permitan conciliar  mejor. En este sentido, Viladot considera que “la autodiscriminación de las mujeres es,  sin duda, la forma más triste de discriminación”. 22
         Las mujeres dirigentes sí constituyen un  grupo funcional específico, un grupo identitario singular, que merece ser  reconocido, visibilizado y en este sentido susceptible de ser considerado una  identidad social. 
         Es frecuente cuando se hacen estudios de  caso en profundidad la emergencia de malestares, ansiedades y angustias  asociadas a este doble desempeño vital; que no responde tanto al doble trabajo  en sí mismo como sobrecarga de tareas sino al estar abocadas a un  funcionamiento en dos sistemas de normas y valores diferentes y antagónicos: el  del espacio privado que responde a lógicas relacionales y el del espacio  profesional público, que responde a lógicas operativas y centradas en los  resultados. Responder a exigencias diferentes las hace vivir en una alternancia  subjetiva que las desborda y las hace sentir divididas. Así, cuando no logran  cumplir con las demandas de uno de los dos espacios aparecen las vivencias de  ser mujeres fallidas.
         Con frecuencia en el caso de las  directivas de éxito los malestares se asocian al incumplimiento desde estilos  tradicionales con los roles de madre, esposa y/o ama de casa. En no pocos casos  se registran en la vida de la directivas pérdidas tales como: divorcios,  abandono de los hijos y recriminaciones de estos, hasta sustituciones de  algunas funciones familiares, que para ellas representan incumplimientos. 
         En otros casos estas mujeres pasan a ser  colocadas por sus familiares en el rol de proveedoras del hogar, por las  ventajas económicas del puesto de trabajo.   Incluso aquellas que pueden cumplir adecuadamente con este rol no logran  sentirse satisfechas consigo mismas, porque faltan a sus ideales relacionales  de madre y esposa, que han sido construidos desde los mandatos de género de la  cultura. 
         Las mujeres directivas van importando al  espacio privado un estilo de funcionamiento operativo, desempeñándose también  en este como miembros centradas en la tarea, tienden a disminuir la expresión  de emociones, así como el establecimiento de vínculos sobre la base de la  satisfacción de necesidades espirituales personales y de su familia. 
         Estas mujeres adultas reproducen un  modelo único, ya instituido y considerado eficiente para el ejercicio de la dirección,  que privilegia la autoridad, dureza, el centralismo en la toma de decisiones y  las jornadas laborales extendidas en detrimento del espacio privado.
         Demostrarse a sí mismas es también una  meta para la mujer adulta que dirige, lo que conlleva a la sobreactuación del  modelo masculinizado de ejercicio de la dirección, a través del autoritarismo,  del ejercicio vertical y esencialmente informativo de la comunicación, y la  asunción de un estilo de liderazgo centrado en la tarea en detrimento de las  relaciones. 
         Las directivas están abocadas todo el  tiempo al planteo e invención de estrategias para pertenecer, lo cual se  muestra en la sobre-demostración de sus capacidades y la utilización de vías  para participar más, incluirse en los grupos de trabajo, hacer llamar la  atención sobre sus ideas, hablar más alto y conquistar el espacio físico. 
         Estas mujeres muestran una tendencia al  sobreesfuerzo como estrategia cuando ya ocupan un puesto como dirigentes y  también evitan subir en las jerarquías institucionales, tienen vivencias  constantes de tensión entre lo público y lo privado, en tanto al optar por el  desempeño como profesionales en general y como dirigentes en particular las  exigencias de ambos lados se hacen intensas y subyacen a la valoración que  recibirán. 23 
         Varias razones impelen  a las mujeres a evitar liderar: “Pensar que no son lo bastante adecuadas,  porque ya conocen los prejuicios hacia las mujeres que les esperan o porque no  están lo bastante interesadas, pues tienen otras preferencias”. A menudo la cultura  competitiva que impregnan las empresas es un freno para que las mujeres quieran  liderar, pues “Las mujeres generalmente buscan formas de actuar comunales, en  grupos pequeños y con lazos más íntimos, y evitan relacionarse con grupos  masculinos de poder, puesto que competir  no encaja con las características asignadas a su género”,  afirma Viladot. Rimbau añade que también hay investigaciones que señalan que  “las mujeres que desean ocupar lugares en cargos directivos a menudo chocan con el llamado “techo de vidrio”,  una barrera invisible que les impide el avance en los roles de mando,  especialmente en los máximos niveles jerárquicos”. Por su parte, Viladot añade:  “La posición histórica de las mujeres como subordinadas es, por supuesto, otra  razón que explica por qué es más difícil para una mujer asumir y negociar un  puesto de poder”. 
         Pese a las  dificultades, algunas mujeres consiguen llegar a puestos de alta dirección.  Cuando los alcanzan, su manera de gestionar acostumbra a ser diferente de la de  los hombres, según las expertas. “Los hombres tienden a sobrecompetir -remarca  Viladot-, las mujeres tienden a formas más comunales de relación”. Por su  parte, Rimbau señala que los dos géneros difieren en la manera de tomar  decisiones: “Las mujeres acostumbran  a ser más democráticas o participativas, mientras que los  hombres acostumbran a ser más autocráticos o directivos”.
         Las directivas asumen  su cargo no sin dificultades y marginación: a ellas, apuntan las expertas, se  les exige más y se las valora peor; si gestionan de manera comunal, se las  percibe como blandas y si sus formas son asertivas, se las ve como demasiado  masculinas. “Un hombre tiene que hacer menos que una mujer para demostrar su  capacidad y tiene más margen de error que una mujer antes de que se le impute  una falta de capacidad”. Además, “las mujeres directivas topan con muchos hombres que sienten cuestionada  su masculinidad por el hecho de ser mandados por una mujer”. 24 
  2.4.  ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
  Resultados de la Observación 
         A través de la observación  fue posible constatar que de las mujeres en estudio 20 que representan el 83.3%  mostraban manerismo motor al comunicarse y exceso de gestualidad al  intercambiar con sus subordinados. Se quejan de cansancio, tienen ojeras y se  muestran somnolientas 19, equivalente a un 79.1%. De estas féminas 18 (75%) responden  en mala forma a sus subordinados, se notan contrariadas y están permanentemente  de mal humor, con frecuentes crisis de violencia verbal o psíquica. De ellas 18  son propensas a encolerizarse o exasperarse, se enfadan y se sienten aludidas  fácilmente. Resultó repetida la aparición de excitación motora, dolor  precordial, taquicardia, sudoración de las manos y pies, escalofríos y  micciones frecuentes en 17 de estas mujeres, que representa un 70.8%. De estas  damas, 15 (62.5%) en ocasiones permanecen excesivamente concentradas en  determinada tarea y resulta difícil interesarle en otros aspectos. 13 de las  directivas (54.1%) emplearon tono de voz firme en sus intercambios habituales,  mirada fija y facie poco expresiva. Igual número tienen olvidos frecuentes,  muestran una disminución de la capacidad de rememoración o de la capacidad de  fijación. Muestran disminución o pérdida del apetito la mitad de estas  directivas. Apenas comen, cuando lo hacen es en cualquier horario. De ellas 11,  para un 45.8% en ocasiones insisten en determinada idea, hacen fijación con un  tema o tarea y vuelven una y otra vez sobre lo mismo. Por el contrario 8 de  ellas, equivalente a un 33.3% se distraen fácilmente durante reuniones y logran  concentrarse en algo, pero por poco tiempo. De las mujeres en estudio 7 vivencian  cambios bruscos del estado de ánimo, cortos y sin motivo, equivalente al 29.1%  de la muestra. De las féminas 4 (16.6%) revelan rostro triste, decaimiento y  falta de energía vital. Paralelamente 3 muestran una alegría falsa, sonrisas  forzadas y frases coloquiales no habituales en ellas. En mínima cuantía una (4.1%)  permanece hambrienta, merienda pequeñas dosis y busca continuamente algo para  comer. 
Resultados de la  entrevista:
         Al aplicar la  entrevista pudo comprobarse que de las 24 mujeres dirigentes estudiadas, 15  consideran que esta tarea les provoca malestares, mientras que 9 afirman que  no. 
         De las directivas  entrevistadas 18 (75%) consideran que la familia es el área más afectada en sus  vidas a causa de la tarea laboral que realizan. Ello se debe en su opinión a  que no les dedican suficiente tiempo a los hijos, desatienden a los esposos y  descuidan a los padres.
         En relación al tiempo  libre, de las féminas en estudio 17 (70.8%) consideran que es ínfimo y muchas  veces obstaculizado por la tarea de dirección que ejecutan, esta no cesa en  fines de semana ni vacaciones. Se les suman otras 7 que refieren que sí tienen tiempo  libre, pero es insuficiente, son muchas las tareas y responsabilidades que  deben cumplir tanto en el hogar como en el trabajo. 
         En cuanto al área de  las amistades 13 directivas (54.1%) refieren que apenas les quedan amigos y que  los ven solo de manera fortuita en la calle. Se le añaden otras 9 que coinciden  en que ya solo tienen algunas amistades en el trabajo y no los ven en otros  espacios. Y 2 de ellas (8.2%) afirman que tienen varias amistades en las redes  sociales, pero que nunca se ven porque viven en otros países. 
         De las mujeres  estudiadas 10, equivalente a un 41.6% refieren que el trabajo obstaculiza su  vida sexual y están insatisfechas con la misma. Llegan muy tarde del trabajo,  cansadas, con dolor de cabeza y preocupadas. Se les dificulta tener disposición  para una vida sexual activa y plena. Contrariamente 8 mujeres expresan que el  trabajo no interfiere en su vida sexual y están satisfechas en esta área. A  diferencia de 3 directivas que declaran estar bastante satisfechas, pero  quisieran ser más comprendidas por su pareja, ya que a causa del trabajo el  tiempo juntos es poco y las salidas solo vinculadas a actividades promovidas  por el centro laboral. Otras 3 (12.5%) afirman que no tienen pareja y que  quisieran tenerla, el estar tantas horas en el trabajo ha influido en la no  resolución para ellas de esta situación. 
         La tarea de dirección  que realizan estas mujeres tiene claros efectos en ellas. El más reiterado  según sus valoraciones es la presencia continua de estrés, que afecta a 22 de  las 24 mujeres en estudio. En segundo lugar 13 de ellas ubican el insuficiente  tiempo para la superación profesional y para sí mismas, seguida de la añoranza  por pasar más tiempo en casa, haciendo vida familiar. De estas directivas 10  experimentan un aumento de las exigencias internas ante la resolución exitosa  de las tareas, se exigen más a sí mismas y 7 (29.1%) consideran que se les han incrementado  los rasgos de personalidad obsesivos-compulsivos. Finalmente, 6 de ellas, para  un 25%, experimentan un conflicto de jerarquización ante la dualidad  casa-trabajo.
         De las directivas  estudiadas, 20 (83.3%) respondieron afirmativamente que la tarea de dirección  que realizan afecta su salud, de estas 19 refieren permanente agotamiento  físico y psicológico, seguido por las 14 (58.3%) féminas que padecen dolor en  la cervical, en la espalda, de cabeza y ardor en los ojos, malestares  vinculados a jornadas laborales extendidas, largo rato en la misma posición y uso  abusivo del ordenador. 
         De las mujeres en  estudio 11 aseguran tener Hipertensión Arterial, Gastritis y Acidez, las que  devienen secuelas del estrés laboral, combinados con enfermedades de base  orgánica y otras 8 (33.3%) refieren padecer dolor e inflamación en las piernas  y los pies, asociados al poco consumo de agua y otros hidratantes.
         En relación a los  efectos psicológicos que la tarea les ocasiona, 22 de las damas coinciden en  que continuamente viven en situación de estrés. La totalidad de la muestra  refiere que frecuentemente experimentan tensión, agotamiento psíquico y  sobrecarga cognitiva. Como consecuencia del estrés laboral, 16 de las  directivas, equivalente al 66.6% suelen presentar: agobio, irritabilidad,  ansiedad, malhumor y nerviosismo. En menor cuantía aparecen sentimientos de  incomprensión, insatisfacción, irrespeto y menosprecio, vivenciados por 8 de  estas mujeres, para un 33.3%. Suelen experimentar depresión, tristeza,  pesimismo y temor 5 féminas y en ocasiones, 3 de ellas se muestran agresivas,  inestables y confundidas.
Resultados del Cuestionario.
         Una vez analizado el  cuestionario se pudo constatar que de las 24 mujeres en estudio el total  evidenció padecer Tensión y 22 de ellas Estrés. Predominaron las alteraciones  de los procesos cognitivos, en especial el Agotamiento psíquico y la Sobrecarga  cognitiva, con 23 y 21 representantes respectivamente. Las alteraciones de la  atención que predominaron fueron la Hiperconcentración, experimentada por 15 de  las directivas, equivalente al 62.5% de la muestra y la Distractibilidad,  presente en 8 de estas personas (33.3%). La Hipomnesia, alteración de la  memoria, afecta a 13 (54.1%) de estas féminas, seguida de las alteraciones del  contenido del pensamiento Ideas fijas y Obsesivas, que afligen a 11 y 9 de  estas mujeres respectivamente; en menor cuantía aparecen las Ideas fóbicas, que  afectan a 4 dirigentes, para un 16.6%. De las sujetos en estudio 5  experimentaron Bloqueos mentales, solo 2 (8.2%) mostraron Ilusiones como  alteración de la percepción y no se encontraron indicios de Desorientación, Amnesia  o Alucinaciones.
         Las alteraciones de los  procesos afectivos se colocan en segundo lugar por su incidencia en la muestra.  Se consideran efecto o consecuencia de los primeros. Los más reiterados  resultaron: Irritabilidad (18 directivas), Ansiedad (17 directivas) y Angustia  (14 directivas). Le siguen la Labilidad y Ambivalencia afectiva, que afecta a 11  (45.8%) y 7 de las mujeres en estudio respectivamente. De estas mujeres 6  padecen Depresión (25%), 4 suelen estar perturbadas por la Tristeza y 3 por el  contrario son víctimas de la Euforia. En la mínima expresión aparece la Disforia  con solo 1 caso (4.1%).
         En menor cuantía se  muestran las alteraciones conductuales. Estas se evidencian en las Toxicomanías  principalmente, debido al consumo de café que sostienen 23 de estas directivas,  representando el 95.8%. La Hiperactividad fue experimentada por 18 de estas  mujeres, equivalente al 75% de la muestra y la Hipoactividad, estuvo presente  en 5 de estas personas (20.8%). De las sujetos en estudio 2 manifestaron  Agresividad (8.2%) y no se encontraron indicios de Indiferencia. 
Las alteraciones en el  área de las necesidades básicas son reiteradas y aquejan a un alto por ciento  de la muestra, siendo la más afectada el sueño, manifestándose como Insomnio en  un total de 19 encuestadas. Los trastornos de la alimentación también son evidentes,  12 féminas padecen Anorexia y 1 de ellas Bulimia. Las Disfunciones sexuales por  su parte, perturban a 10 de estas directivas.
         Los principales  malestares somáticos referidos son: dolor en la cervical (14 directivas), dolor  de espalda (13 directivas), dolor de cabeza y ardor en los ojos (11 directivas  en ambos casos). A estos le siguen dolor e inflamación en las piernas y los  pies, con 9 y 7 representantes respectivamente. De las féminas en estudio 6  refieren cansancio en los brazos y 4 dolor en la muñeca y en la mínima  expresión aparecen las Tensiones musculares con solo 1 caso (4.1%).
         Un segundo grupo de  afecciones evidencian secuelas del estrés laboral, combinados con enfermedades  de base orgánica, aparecen en forma de alteraciones que pueden funcionar de  manera psicosomática o somatopsíquica. Predominan las relacionadas con la  alimentación, tal es el caso de la Gastritis y la Acidez, que afligen a 13 y 12  de estas mujeres respectivamente. La Hipertensión arterial fue experimentada  por 17 de las directivas, equivalente al 70.8% de la muestra en contraste con la  Hipotensión Arterial, presente en 5 de estas personas (20.8%). 9 de las mujeres  experimentaron Caída del cabello y 7 tuvieron Caspa. Las alteraciones menos  referidas resultaron la presencia de manchas en la piel (4 personas) y 2 que  han padecido Asma.
Una vez tabuladas e interpretadas las técnicas aplicadas, se infiere, de manera general que:
3. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
https://blogs.iadb.org/trabajo/es/no-es-facil-ser-mujer-en-el-mundo-del-trabajo/
https://blogs.worldbank.org/.../cuantas-empresas-estan-dirigidas-por-mujeres- y-por-que-esto-importa