Senia Pérez Torres*
Universidad de Granma. Cuba.
Correo: zperezt@udg.co.cu
RESUMEN
En el contexto actual, la formación ciudadana es un proceso que forma  parte de la socialización de los individuos cuyo propósito es la educación en  valores sociales, como la responsabilidad y la participación ciudadanas, que  cooperen en el desarrollo de comportamientos solidarios, basados en una  identificación plena con la comunidad y el respeto a la convivencia. En este  propósito están llamadas a colaborar todas las instituciones y organizaciones  con funciones educativas de la comunidad, lo que marca la necesidad de repensar  en nuevas variantes que incluyen la inclusión social y educativa en la  formación ciudadana de los estudiantes de las carreras pedagógicas,  aprovechando las potencialidades que ofrece la intervención psicopedagógica,  como necesidad social y educativa que demanda la formación ciudadana, que a  partir de una intencionalidad pedagógica se orienta al desarrollo consciente  alcanzado en la formación de valores éticos, estéticos y la preparación  patriótica y política – ideológica. 
PALABRAS CLAVE: formación ciudadana-inclusión  social-inclusión educativa.
ABSTRACT
  In the current context, citizen education is a process that is part of  the socialization of individuals whose purpose is education in social values,  such as responsibility and citizen participation, to cooperate in the  development of solidarity behaviors, based on an full identification with the  community and respect for coexistence. In this purpose, all the institutions  and organizations with educational functions of the community are called to  collaborate, which marks the need to rethink new variants that include social  and educational inclusion in the citizenship education of the students of  pedagogical careers, taking advantage of the potentialities offered by the  psychopedagogical intervention, as a social and educational need demanded by  citizenship education, which, based on a pedagogical intentionality, is  oriented towards the conscious development achieved in the formation of  ethical, aesthetic values, the patriotic and political - ideological  preparation. 
  KEY WORDS: citizen education- social inclusion-  educational inclusion.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Senia Pérez Torres  (2019): “Fundamentación teórica de la necesidad educativa y social del proceso de formación ciudadana en los profesionales de carreras pedagógicas”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2019). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/06/formacion-ciudadana-profesionales.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1906formacion-ciudadana-profesionales
INTRODUCCIÓN 
   Como  encargo social a la Educación Cubana, las universidades tienen que ejercer su  influencia educativa en lo cultural, político y cívico ciudadano, entre otras  esferas de la vida social de manera contextualizada y en correspondencia con  sus valores identitarios. 
   La  necesidad de organizar aquellos conocimientos referidos a la vida civil marcó  el nacimiento de la formación ciudadana, que se ocupa de proporcionar la  información que interesa conocer, o debía conocer, un ciudadano sobre las instituciones  de gobierno y sus fines, los deberes y derechos del ciudadano, en fin, la  preparación para la vida social.
   Asumir  la inclusión educativa en la formación  ciudadana permite explorar fuentes muy diversas, técnicas y métodos de  intervención psicopedagógicas. A su vez permite la instrucción del ciudadano y  la educación de su práctica a partir de los deberes y derechos que él mismo  posee de una comunidad histórica concreta, la que actúa como reguladora de la  convivencia ciudadana, fundamentada legal y moralmente.
   Para lograr resultados  pertinentes durante el proceso investigativo, es necesario realizar un estudio  exhaustivo del diagnostico psicopedagógico de los estudiantes de la carrera  para ello, este trabajo se propone como objetivo: reflexionar acerca de la  necesidad de la inclusión educativa y social de la formación ciudadana, contextualizada en las condiciones actuales de la comunidad  universitaria de la Universidad de Granma.
DESARROLLO
   FUNDAMENTOS TEÓRICOS QUE  SUSTENTAN LA NECESIDAD EDUCATIVA Y SOCIAL DE LA FORMACION CIUDADANA DE LOS  ESTUDIANTES DE CARRERAS PEDAGÓGICAS. 
   DESDE EL PUNTO DE VISTA SOCIOLÓGICO.
   La formación  ciudadana de los individuos ha constituido históricamente una premisa para el  normal desenvolvimiento de la sociedad, sobre todo, desde el momento del  surgimiento de las clases y el Estado, como una necesidad de la regulación de  las relaciones entre los individuos y el Estado en el marco de los distintos  sistemas “democráticos”. 
   Según lo expresado  por Sáez Palmero (2001:7)
   La  educación del ciudadano ha sido objeto de las más diversas interpretaciones a  lo largo de la historia de la civilización y ello ha dependido del prisma  filosófico a través del cual se ha visto, pero no siempre ha visto, pero no  siempre se ha tenido en cuenta un enfoque objetivo, consecuente, que tome como  punto de partida el análisis de las condiciones que ofrece la sociedad para el  progreso del individuo, el grado de desarrollo de la conciencia y la actividad.
   Las  Características esenciales de la relación individuo – sociedad e individuo –  Estado en cada sociedad (el tipo de socialización que la caracteriza), lo que  se expresa en la especificidad de la participación de los sujetos en la vida  pública.
   La  especificidad del poder público, lo que expresa los fundamentos sociales, el  programa ideológico – cultural en que se inspira, los valores que promueve y  defiende, así como el contexto interno y externo en que se desenvuelve.
   Las  cualidades concretas, condicionadas y estructuradas históricamente, de los  sujetos en la participación política.
   Desde  esta perspectiva, un análisis histórico de la concepción sobre la formación del  ciudadano obliga a precisar tres momentos históricos fundamentales que  caracterizan el pensamiento social universal acerca del problema:
El análisis de cada  uno de estos momentos, en correspondencia con los factores socioeconómicos y  políticos que lo condicionaron, posibilita la comprensión de la naturaleza y  los rasgos esenciales del concepto ciudadano y de su formación en el contexto  de la profesionalización de los miembros de la comunidad universitaria.
   La comprensión de la  educación del hombre como ciudadano tiene como premisa el surgimiento y  desarrollo de las ciudades, un hito de los más trascendentales en el proceso  civilizatorio mundial. La nueva organización social es fruto del  perfeccionamiento alcanzado por las fuerzas productivas, que trajo consigo la  aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción, e hizo más  específica la división social del trabajo y de los instrumentos de producción,  factores determinantes en la polarización de la población en castas, estamentos  y clases sociales. (Sáez Palmero, 2001)
   Tales condiciones  determinaron la organización política de estas comunidades humanas, la división  de sus habitantes en gobernantes y gobernados, y el establecimiento de  determinados derechos y derechos con la posición económica que ocuparan en la  ciudad. Así el concepto literal que se tenía de ciudadano como habitante de la  ciudad evolucionó hasta adquirir un rango político, selectivo, que requirió de  una educación que preparara a ese ciudadano para el desempeño de las tareas  sociales correspondientes con su estatus; de esta forma aparece ya en los  albores de la civilización la necesidad de pertrechar a los poseedores de esta  distinción de conocimientos útiles para su rango social.
   De los pensadores  prominentes de ese período histórico es Aristóteles (384– 22 a. n. e) quien  descuella como el más grande de los filósofos de la antigüedad. En la  especulación filosófica aristotélica la ciudad es una “comunidad política” a la  cual se subordinan los ciudadanos, y en ella el rango distintivo es la convivencia  social, el respeto individual y colectivo a las normas y costumbres  establecidas; de ahí que el concepto ciudadano nace vinculado a la preparación  del individuo para establecer relaciones armoniosas con el Estado y la sociedad  a partir el conocimiento de las normas y leyes que regulan esta relación.
   Desde Aristóteles se  conoce que ciudadano es aquel que participa del ejercicio del poder público,  idea reforzada en Cicerón al caracterizar al poder político como “res pública”  o “cosa pública”. Expresa Aristóteles en su obra Política:” (…) es ciudadano,  el individuo que puede tener en la Asamblea Pública y en el Tribunal, voz  delirante” (Aristóteles, 1976: 59) 
   Es importante  destacar que, en su concepción, los esclavos y los artesanos deben dedicarse al  trabajo manual, y por eso son excluidos de la ciudadanía, al no portar virtud  cívica necesaria. No obstante, este enfoque elitista y clasista, en la  Antigüedad el concepto de ciudadano supone el compromiso y la inmersión en  todos los problemas públicos de la sociedad.
   Durante la Edad  Media, los derechos del ciudadano pierden su carácter cívico y político,  asociándose a elucubraciones teológicas. A partir del siglo XII cuando con el  desarrollo de las ciudades y del comercio comienza a surgir un nuevo tipo de  socialidad, donde la servidumbre y las relaciones de vasallaje, fundadas en los  vínculos de dependencia personal, se fueron descomponiendo como resultado de la  aparición de nuevas formas de posesión territorial, de producción y de  circulación de riqueza, condicionadas por la nueva división social del trabajo.
   El proceso de  descomposición de la Edad Media, unido al surgimiento de las condiciones  socioeconómicas, políticas y espirituales reflejadas en los ideales y valores  proclamados por las revoluciones burguesas, despertó el interés por la  formación ciudadana.
   Para responder a las  nuevas exigencias, durante la época moderna, se estrecharon los vínculos de la  pedagogía con otras ciencias sociales, especialmente con la psicología, la  sociología y el derecho; así se enriqueció la concepción del ciudadano heredada  de la Antigüedad y sobre todos los fundamentos científicos de su formación. Sin  embargo, la concepción liberal burguesa de ciudadano, no pudo rebasar su  enfoque clasista por definirlo como individualidad frente al Estado, frente a  la sociedad en interés de los grupos, individuos y clases dominantes,  detentadoras del poder.
   Esta concepción fue  duramente criticada y superada por el marxismo, que ubica al hombre en su  contexto histórico y como resultado de las relaciones sociales. Marx pone al  descubierto la inconsistencia de la concepción liberal burguesa que proclama  “Libertad, Igualdad y Fraternidad” para todos, en abstracto, y defiende a toda  costa el individualismo burgués en las condiciones económicas y sociales que  brinda dicho sistema para el progreso del individuo y para su actividad social.
   Tanto la teoría  comunitarista como la individualista, propia de los liberales, tienen una  imagen del individuo. Los comunitaristas sostienen que los vínculos sociales  determinan a las personas, y que la única forma de entender la conducta humana  es referirla a sus contextos sociales, culturales e históricos. Los  individualistas, por su parte, plantean que la comunidad se constituye a partir  de la cooperación para la obtención de ventajas mutuas, y que el individuo  tiene la capacidad de actuar libremente.
   Este debate entre  liberalismo y comunitarismo es quizás el más vigente en nuestros días. Frente  al tema, Bárcenas (1997) hace un planteamiento muy interesante, es que el  asocia la postura liberalista con un tipo de ciudadanía entendida como  práctica. El mismo autor señala que el punto de encuentro entre ambas líneas de  pensamiento sería lo que él denomina “juicio político”.
   Para llegar a ser un  ciudadano activo en la comunidad debemos estar motivados, formados y gozar de  oportunidades para ello. Además, la tradición cívica republicanista ha pasado  por subrayar la importancia del ejercicio de la virtud cívica, la participación  en la construcción del interés común y el cumplimiento de los deberes cívicos  desde un ideal moral de servicio a la comunidad. Solo así desde esa tradición,  el individuo accede a la condición plena de la ciudadanía, ya que ésta es la  actividad intrínsecamente deseable que entraña un compromiso moral.
   A través del juicio  de nuestra facultad de juzgar las realidades políticas, y no sólo por el  ejercicio de la virtud cívica, también accedemos a una plena condición de  ciudadanía, a un tipo de actividad ciudadana en la que los valores de la  tradición liberal y los del pensamiento cívico republicano pueden llegar a  armonizarse.
   Las reflexiones  actuales acerca del ciudadano y de su formación como expresión de las  concepciones que se asumen en cuanto al individuo y su relación con la  sociedad, constituyen una premisa para la fundamentación del proceso de  modelación de educación cívica del ciudadano en la sociedad cubana actual,  teniendo en cuenta que la noción de ciudadano que estamos rescatando en la  actualidad, en el contexto de nuestra sociedad, no rompe con la persona; por el  contrario, está en unidad con la dimensión del hombre, con la dimensión humana,  es diferente la connotación que tiene la noción de ciudadano en el pensamiento  burgués liberal. Hablamos de ciudadano y de proyecto de vida, de sentido de  vida, de felicidad. (Limia, 2003: 45)
   Visto así, el  concepto de ciudadano, desde nuestro proyecto social, desde nuestra ideología,  significa la participación consciente y voluntaria en la vida política, la  inmersión en esa vida política, y el comportamiento con ella en un sentido  amplio, incluyente, a partir del interés común y la subordinación común y  consciente a un fin jurídico, ético y político.
   La formación  ciudadana forma parte del proceso de socialización que se desarrolla en la  sociedad, con la finalidad de conformar personalidades capaces de convivir y  participar en el desarrollo social, desde una perspectiva consciente y  autorregulada ética, política y jurídicamente. El problema que se plantea no es  nada fácil de resolver, pues se trata de descubrir invariantes de actuación que  integren saberes ideológicos en función de una práctica social contradictoria y  en un contexto internacional donde predomina la noción liberal burguesa del  ciudadano, matizada por las concepciones más conservadoras y retrógradas de ese  pensamiento social burgués.
   Esta  conceptualización tiene en cuenta innumerables relaciones que se establecen  entre la sociedad y los individuos en un contexto socio histórico determinado,  así como la especificidad ética, política y jurídica del comportamiento  ciudadano, integrador de conocimientos, habilidades, hábitos y valores.
   La profundización sociológica  de la formación ciudadana exige penetrar en la relación individuo–sociedad,  como expresión de la relación sujeto–objeto; relación que según Limia (2004: 36)  interviene como totalidad resultante integral del comportamiento ciudadano en  su conjunto, y su análisis tiene implicaciones jurídicas, políticas, éticas,  económicas, socioclasistas generacionales, familiares, socioprofesionales y culturales  de gran significado para la precisión del contenido y las formas  de enseñanza del proceso formativo de la  educación cívica de la comunidad universitaria desde una perspectiva contextual  identitaria. 
   La precisión de las  invariantes de la formación ciudadana constituye un imperativo de la sociedad  que resulta de la integración de las diferentes facetas de la actuación  ciudadana, los distintos espacios donde se desarrolla y las formas de la  conciencia social que se reflejan, los cuales tipifican la tendencia general de  este importante proceso formativo.
   Desde esta  perspectiva, el modo de actuación ciudadano en la sociedad cubana debe  corresponderse con un sistema de valores que, en calidad de reguladores de la  conducta, caracterizan el comportamiento y las actividades ciudadana en una  sociedad, integradas en las siguientes invariantes: la identidad social, la  responsabilidad ciudadana, la convivencia y la participación ciudadanas.
   Esta concepción  acerca de la formación ciudadana desde una perspectiva contextual identitaria  exige de los agentes educativos, y en especial de las agencias socializadoras,  un desarrollo profesional en correspondencia con las características de este  proceso; lo que ha constituido históricamente una idea rectora en el pensamiento  pedagógico cubano y se ha manifestado de manera peculiar en la historia de la  formación de profesionales en nuestras universidades. Este análisis conduce  a fundamentar la importancia de la formación del hombre para su vida en la  sociedad, así como la influencia de los agentes y las diferentes agencias  socializadoras en este proceso. 
   Con tales criterios concuerda la  investigadora, pues el éxito del proyecto social que se construye en Cuba  depende en gran medida del accionar consciente de los seres humanos. Este  aspecto implica dotar a los hombres, con especial énfasis a los jóvenes, de las  mejores experiencias del comportamiento cívico y de la convicción de luchar por  el bienestar de la colectividad, aunque en ocasiones se hagan corresponder los  comportamientos ciudadanos individuales con los colectivos, o se releguen los  primeros a un segundo plano.
  DESDE  EL PUNTO DE VISTA PEDAGÓGICO. 
   Varios son los autores que han abordado  el contenido esencial del concepto formación ciudadana, siempre desde sus intereses  investigativos y puntos de vistas. Tales son los casos de: Sáez Palmero (2001),  Limia (2003), Venet (2003) quienes de una u otra forma coinciden en que se  trata de la formación, educación y apropiación del ciudadano de un sistema de  valores ante la vida pública, conocimiento integral acerca de la naturaleza del  hombre y la sociedad, dirigido al cultivo de la espiritualidad y la  sensibilidad ante los problemas del ser humano, así como la búsqueda de las  vías para su felicidad (eudemonismo).
   Las orientaciones metodológicas actuales  plantean que el maestro es un ciudadano que por el lugar que ocupa en el  sistema de división social del trabajo debe revelar en su modo de actuación  profesional la integración de conocimientos, habilidades y valores políticos, jurídicos  y éticos, correspondientes con las expectativas y el proyecto de la sociedad.
   En las condiciones actuales de  desarrollo de la profesión pedagógica, el modo de actuación lleva implícito la  formación de cualidades vinculadas a la independencia, espíritu tolerante ante  las divergencias y puntos de vista, capacidad de diálogo y reflexión, toma de  conciencia sobre los problemas educativos y protagonistas de su propia  innovación, las cuales son el resultado de una adecuada ubicación  socioprofesional, a partir de la combinación entre los intereses individuales y  sociales.
   Estas consideraciones acerca de la  relación entre el rol profesional del maestro y las demandas de su proceso de  formación, resaltan la importancia de la formación y desarrollo de un sistema  de valores ciudadanos, lo cual se dirige al aspecto del hombre, que no sólo  aspire como profesional al dominio consciente del aprender, con dominio de su  especialidad y la pedagogía; sino que sienta amor por la obra que salga de sus  manos; es decir, por lo que está formando: las nuevas generaciones; lo que  exige un núcleo básico de competencias que comportan tanto lo cognoscitivo como lo afectivo.
   Esta dimensión humana de la  profesionalización se manifiesta en el compromiso contraído con la sociedad, en  la profesionalidad que demuestra en su actuación, en el espíritu de  cooperación, solidaridad y compañerismo, cortesía, respeto, en la lealtad a sus  principios, el optimismo y disposición a enfrentar las tareas, la  responsabilidad, sentido común, criterios propios y correctos hábitos de  educación formal. En fin, en todos esos valores que deben caracterizar a un  buen docente formador de las nuevas generaciones.
   De esta forma las relaciones entre el  modo de actuación pedagógica y la formación ciudadana en el proceso de  profesionalización, concretan en un importante plano las relaciones individuo  sociedad, que no solo tienen implicaciones políticas y jurídicas, sino que  expresa aspectos sociales, económicos y en el desarrollo de una cultura general  integral.
   La formación ciudadana  del profesional de la educación se define:
   como  el  proceso pedagógico a través del cual se desarrollan las competencias necesarias  para convivir, valorar y participar en el desarrollo social y educacional desde  una perspectiva profesional y ciudadana integradora de lo ético, lo político y  jurídico, a partir del sistema de influencias de factores institucionales,  políticos y del colectivo laboral (Hernández, 2005: 32). 
   Según esta definición, la formación ciudadana  constituye un eje integrador en el proceso de profesionalización de los  educadores, matizando el modo de actuación profesional en el contexto de las  relaciones entre la profesión y la sociedad, entre la educación y el valor, así  como las relaciones entre los procesos cognitivos y afectivos que se  desarrollan en los sujetos. 
   La  formación ciudadana del maestro primario actúa como factor movilizador e  integrador de influencias educativas en el proceso de educación y autoeducación  de los escolares. 
   Esta formación ciudadana se refleja  tanto en la tarea educativa, como en la instructiva, pues el carácter  consciente de la planificación, ejecución y control  del proceso de dirección del aprendizaje, a  partir del diagnóstico y en el contexto del cambio educativo actual, constituye  un indicador de suma importancia  del  modo de actuación ciudadano del educador, quien fundamenta la toma de  decisiones acerca de la dirección del proceso pedagógico en resortes morales,  jurídicos y políticos que guían la utilización eficiente de los principios  psicológicos y pedagógicos.
  DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLOGICO.
   La actividad  cognoscitiva, según Vigotsky (1987) constituye uno de los elementos de la  actividad docente, se produce como relación sujeto-objeto y sujeto-sujeto en este aspecto  se tiene en cuenta la formación de la personalidad del estudiante, la formación  psicológica de las funciones superiores: imaginación, pensamiento entre otros;  de modo que el estudiante se enfrenta a un tipo de actividad que le exige un  mayor nivel de esfuerzo intelectual en la búsqueda de nuevos conocimientos. En  tal medida se tienen en cuenta los postulados básicos del enfoque histórico  cultural de Vigotsky en cuanto a la relación de los procesos interpsíquicos e  intrapsíquicos y el proceso de socialización del conocimiento a un nivel  psicológico teniendo en cuenta que el proceso ocurre de lo externo a lo interno  y viceversa, es decir, el conocimiento es un resultado social y el individuo lo  internaliza en la propia medida que le encuentra significatividad a la información  con la que interactúa. 
   Los postulados de la teoría del enfoque  histórico-cultural de Vigotsky en la pedagogía contemporánea se han convertido  en referentes teóricos de la generalidad de las investigaciones educativas por  la vigencia de sus presupuestos teóricos. Constituyen una base teórica  conceptual y metodológica importante, no solo por su teoría marxista y su  método dialéctico para comprender el mundo, al hombre y al proceso de su  desarrollo en interacción con la realidad socio-histórica en la que está  inmerso, sino también por lo pertinentes, profundas y vigentes que resultan sus  concepciones acerca del aprendizaje como proceso de apropiación de la  experiencia histórico social, materializada en los objetos y fenómenos del  universo humano, por lo que son considerados en esta investigación como  fundamentos teóricos imprescindibles.
   De vital importancia  resultan muchos de los postulados como es la ley genética del desarrollo, que  establece: toda función psíquica  superior en el desarrollo del niño aparece dos veces en el escenario: la  primera vez, como una actividad colectiva, social, o sea, como una función  interpsíquica, y la segunda vez, como actividad individual, como modo interno  de pensar del niño, como una función intrapsíquicos (Vigotsky, 1988: 67) 
   En el procesamiento de la información  obtenida de diversas fuentes un concepto de vital importancia para el trabajo  en la formación de un profesional competente en el que se integran los aspectos  antes señalados del enfoque histórico-cultural es el de Situación Social de  Desarrollo (SSD); donde el desarrollo se concibe por atapas. Cada  etapa se caracteriza por determinados logros que tienen su base en los  alcanzados en la etapa anterior y, a su vez, son el punto de partida para el  surgimiento de nuevas cualidades psíquicas en etapas posteriores. El paso de  una a otra no está determinado cronológicamente, no lo determina el crecimiento  físico ni el desarrollo biológico, sino que depende de la Situación Social de  Desarrollo.
   Aprender supone el tránsito de lo externo a lo  interno; según Vigotsky (1988: 70), de lo interpsicológico a lo intrapsicológico, de  la dependencia del sujeto a la independencia, de la regulación externa a la  autorregulación. Supone, en última instancia, su desarrollo cultural, es decir,  recorrer un camino de progresivo dominio y la interiorización de los productos  de la cultura (cristalizados en los conocimientos, en los modos de pensar,  sentir y actuar y también de los modos de aprender) y de los instrumentos  psicológicos que garantizan al individuo una creciente capacidad de control y  transformación sobre su medio y sobre sí mismo. Significa, por tanto, de un  modo u otro de actuar, comunicarse con otros, apoyarse en ellos para construir  y perfeccionar los propios conocimientos y transitar hacia formas de actuación  autorreguladas.
   La concepción de aprendizaje del enfoque histórico-cultural  apunta hacia un sujeto que aprende de forma activa, consciente, transformadora,  se trata de la no asimilación pasiva de la realidad sino de una asimilación  activa, transformadora, constructiva, lo que conduce a la asimilación de la  cultura y a modificaciones en el comportamiento. Lo anterior permite corroborar  la necesidad de potenciar un proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador a  través de una efectiva comunicación, del diálogo abierto, de la crítica  constructiva, del intercambio de criterios, del vínculo con los otros en el  marco de una actividad conjunta y creativa. 
   Derivado de esta ley se define un concepto que, de  interpretarse correctamente, resulta básico para dirigir la educación del  individuo y, consecuentemente, propiciar su desarrollo: Zona de Desarrollo  Próximo (ZDP) que: 
   es la distancia entre el nivel de su desarrollo actual que se determina  con ayuda de tareas que se solucionan de manera independiente y el nivel de  desarrollo posible, que se determina con ayuda de tareas, que se solucionan  bajo la dirección de los adultos y también en colaboración con los  condiscípulos más inteligentes (Vigotsky, 1988: 73). 
   De esta definición se infiere que en los  estudiantes pueden y deben identificarse dos estadios del desarrollo: el actual  (todo aquello que es capaz de hacer por sí mismo) y el potencial (todo aquello  que es también capaz de hacer, pero con la ayuda de otro), las habilidades que  presenta este alumno para trabajar de forma independiente, para adquirir el  conocimiento y aprender por sí solo y las actividades que realiza con ayuda del  docente o de los compañeros de estudio.
   Aquí se considera la Zona de Desarrollo Próximo como espacio de interacción con el otro (adulto,  compañero), donde su papel es más que de apoyo, es relación; esto quiere decir  que la ayuda debe convertirse en que el alumno aprenda con ayuda, pero al mismo  tiempo aprenda a auto-ayudarse, por lo que la Zona de Desarrollo Próximo debe considerarse como una zona de construcción y  reconstrucción del aprendizaje. 
   En este sentido resulta imposible concebir el aprendizaje  fuera del contexto de las relaciones sociales, de vínculos e interacciones del  hombre en su vida, reafirmando el carácter social del aprendizaje. De esta  forma, para que la educación se convierta en el verdadero motor impulsor del  desarrollo hay que tener en cuenta el desarrollo alcanzado por el estudiante en  cada momento histórico-concreto, lo cual significa, desde esta perspectiva, no  solo su desarrollo actual, sino también, y, sobre todo, su desarrollo  potencial.
   En este sentido las fuentes con las que deben interactuar  los estudiantes de carreras pedagógicas deben poseer un contenido con un alto  valor afectivo para que se convierta en medios indispensables en el desarrollo  de la esfera cognitivo-motivacional, como de la afectivo-actitudinal.Se  promueve con la formación ciudadana no un tipo diferente de saber científico,  sino la síntesis de otros saberes científicos, desde el interés de la  regulación preferentemente moral y legal de la conducta ciudadana. 
NECESIDAD  EDUCATIVA Y SOCIAL DE LA FORMACION CIUDADANA DE LOS ESTUDIANTES DE CARRERAS  PEDAGOGICAS. 
   En la formación de los estudiantes de carreras  pedagógicas la formación ciudadana. Exige de antemano del desarrollo orgánico y  sistémico de los diferentes procesos universitarios, vinculados a la comunidad  donde se encuentra insertada la universidad, así como la integración y la  creatividad de los diferentes agentes socializadores que intervienen en el  proceso de formación ciudadana, los que en ocasiones son minimizados. Sin  embargo, se pueden encontrar potencialidades desde un documento de menos  importancia social hasta proyectos culturales e investigaciones de última  generación.
   Tarea principal en el dominio de esta  herramienta es la de contribuir al estudiante de carreras pedagógicas la  capacidad de transformar el entorno social donde reside a través de adecuados  modos de actuación y a su vez tributar hacia nuevos métodos y vías para educar  desde y para el civismo comunitario. La aprehensión correcta de esta  herramienta garantiza la cultura ciudadana, jurídica, humanista y del derecho  constitucional, la enseñanza de nuestra historia en defensa de la justicia social  basada en sólidos principios morales, la educación familiar para una  convivencia armónica y adecuados valores cívicos de comportamiento ciudadanos. 
   La investigación pretende establecer la relación entre el trabajo educativo y social con el  contexto identitario contenido en la formación ciudadana para el civismo  comunitario, lo cual favorece la utilización de diversas técnicas, métodos vías  y fuentes, desde las manifestaciones más simples de la cotidianidad, pasando  por las expresiones ideológicas y políticas del pensar y el actuar, hasta las  obras de profundo contenido ético y cívico.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
   Aristóteles (1976) La política, en: las  doctrinas políticas y sociales de la época moderna y contemporánea. Editorial  Pueblos Unidos, Montevideo
   Hernández, S, R. (2005) Modelo  Pedagógico para la formación ciudadana de los maestros primarios. Tesis en  opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. La Habana.
   Limia, D, M. (2003) ¿Cómo se forma un  ciudadano? Tema 39. La Habana.
   Limia, D, M. (2004) El hombre y  sus derechos. Editorial Política. La Habana.
   Sáez, P, A. (2001) Historia de la  Educación Cívica en Cuba. Tesis en opción al grado científico de Doctor en  Ciencias Pedagógicas. Camagüey.
   Venet, R. (2003) Estrategia Educativa  para la formación ciudadana de los escolares del primer ciclo desde la relación  escuela – comunidad. Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias  Pedagógicas. Instituto Superior Pedagógico Frank País. Santiago de Cuba.    
   Vigotsky, L. (1987). Historia del  Desarrollo de las Funciones Psíquicas Superiores. La Habana: Editorial  Científico-Técnica. 
   Vigotsky, L. (1988). Interacción entre  enseñanza y desarrollo, en Selección de Lecturas de Psicología de las Edades I  Tomo III, Facultad de Psicología, Universidad de la Habana.