Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


CIENFUEGOS Y SU PRENSA 1845-1887: EL SIGLO EXPONENTE DEL PERIODISMO SUREÑO DE LA ÉPOCA

Autores e infomación del artículo

Lesby José Domínguez Fonseca*

Anabel García García**

Yariel Guardado Stuart***

Universidad de Cienfuegos, Cuba

Correo: ldominguez@ucf.edu.cu


RESUMEN
En el presente artículo se manifiesta, la utilidad que la prensa como fuente brinda a los historiadores. Los periódicos del pasado siglo XIX, se convirtieron en espacios de críticas, análisis y reflexiónde los acontecimientos económicos, políticos, sociales y culturales acaecidos. Al respecto, los rotativos de la región sureña, no constituyeron excepción. Lo antes expuesto hace viable, necesario y pertinente una caracterización de los periódicos cienfuegueros durante los años 1845-1887. A su vez, se ofrece una periodización de la prensa cienfueguera. Los dos períodos delimitados, son caracterizados desde el análisis de los orígenes y evolución de la prensa a nivel universal y cubano, hasta arribar al caso cienfueguero. Como exponente de la prensa decimonónica cubana y sureña, se develan las más significativas características del diario sureño El Siglo. Unido al quehacer de su director, administrador, periodista y editor Ricardo Esteban García Rodríguez.
PALABRAS CLAVES: región – periódicos – Cienfuegos – decimonónica – evolución.
ABSTRACT
In the present article it is revealed, the usefulness that the press as source offers to historians. The newspapers from the XIX century, became spaces for criticism, analysis and reflection on the economic, political, social and cultural events that took place. With this regard, the print media of the southern region, were not an exception. The foregoing elements make feasible, necessary and pertinent a characterization of the newspapers in Cienfuegos during the years 1845-1887. In turn, a periodization of Cienfuegos press is offered. The two delimited periods are characterized taking into account the origins and evolution of the press from the universal and Cuban level, to Cienfuegos case. As an exponent of the Cuban and southern nineteenth-century press, the most significant characteristics of the southern newspaper El Siglo are unveiled; as well as, the work of its director, administrator, journalist and editor Ricardo Esteban García Rodríguez.
KEY WORDS: press- historians- characterizations- origins –evolution

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Lesby José Domínguez Fonseca, Anabel García García y Yariel Guardado Stuart (2019): “Cienfuegos y su prensa 1845-1887: el siglo exponente del periodismo sureño de la época”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (junio 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/06/cienfuegos-prensa.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1906cienfuegos-prensa


1.1 LA PRENSA: REFERENCIAS TEÓRICAS, CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS PARA SU POSIBLE ESTUDIO
La prensa escrita adquiere cada día interés para la investigación histórica. Sometida al análisis científico, posibilita conocer y analizar múltiples aristas del pasado. Los periódicos son fuentes primarias. Surgen directamente de los hechos y resultan testigos directos de la propia época en que salen a la luz. Permiten estudiar, temas económicos, políticos, sociales y culturales, entre otros, de largas etapas o períodos.
Al definir la prensa escrita,), en su obra Radioperiodismo, asume a esta como “Diarios, revistas y publicaciones periódicas en general”. (Rodríguez, 1981: 15) Por su parte, el Diccionario Periodístico delimita como prensa, y en específico al periódico como: “el impreso que se publica periódicamente”y que  “contiene artículos sobre política u otras materias y noticias de varias clases”. (Tellería, 1986: 221)
Se conceptualiza a los periódicos como aquellos impresos en papel que, publicados a diario, son utilizados por el hombre como medio específico de comunicación y expresión del pensamiento, ofreciendo y circulando ideas y noticias referentes a los más diversos entornos, entre otros, y en lo fundamental, de tipo ideológico, económico, político, social y cultural. A estos, siempre los diferencia un marcado carácter clasista, dado que, invariablemente, responden a los intereses e ideologías de sus dueños o de aquellos a quienes representa.
Sobre la valoración científica del material periodístico, uno de los autores consultados, (Duverger, 1878: 122), considera posibles “varias formas de utilización documental: general, sobre hechos y opinión pública y sobre grupos y categorías sociales… así como sobre la misma prensa”. Otro autor, (Marrast, 1975: 15), plantea que a través de los periódicos: Es como mejor se puede aprehender el movimiento de las ideas en su curso y en sus agitaciones, determinar la persistencia de las corrientes de pensamiento y sus resurgimientos, su progresiva desaparición en el provecho de las ideas que poco a poco se abren camino y lentamente se implanta o se imponen.
Mientras, (Kayser; 1957: 284), considera que:
Para el establecimiento de la verdad histórica, cada periódico aporta su propio material. Se trata de elementos fragmentarios, disociados, necesariamente simplificados, raramente objetivos, de una realidad siempre compleja. Aunque se puede cuestionar como fuente única, es una fuente complementaria de primer orden.
El material que contiene (información, artículo, ilustración) tiene un valor en el marco en que esta documentación se sitúa: su significado no es complejo sino va acompañado por un análisis del contexto donde intervienen otros elementos, su origen, su situación, su presentación, así como los objetivos económicos y políticos del periódico.
No obstante, en la actualidad, entre los historiadores se revelan diferentes actitudes hacia los periódicos. El diapasón de dichas posturas abarca desde una precaución extrema ante lo publicado, hasta la aceptación indiscriminada por algunos de sus verdades. El lugar del historiador se localiza allí, donde sea capaz de sostener un equilibrio, es decir, acepte a la prensa como una fuente histórica primaria, a la cual, con una mirada pluralmente crítica, es preciso someter, con los más contemporáneos métodos e instrumentos de investigación, a idéntico análisis y contrastación que al del resto de las fuentes históricas tradicionales. 
El historiador precisa analizar cualquier publicación periódica -y el periódico en concreto-, bajo el prisma de que tras su apariencia efímera, se esconde un valor testimonial, decisivo por sus datos y noticias, que contribuye a elaborar la historia.
En el caso de Latinoamérica, las primeras investigaciones sobre los orígenes de los impresos, datan de 1885, en México. En Cuba, es una tradición. Varios de nuestros más relevantes historiadores han dirigido su atención hacia los periódicos. En los últimos años, es particularmente apreciable en la obra historiográfica de Eduardo Torres-Cuevas, María del Carmen Barcia, Hernán Venegas Delgado, entre otros, y adquiere relevancia especial en los más recientes trabajos de Rolando Rodríguez. De igual manera, sucede con varios de los historiadores contemporáneos cienfuegueros.1
Sin embargo, un contraste mínimo de las referencias a la prensa en nuestra historiografía con el vasto cúmulo de impresos seriados que a través de la historia han existido en el país, hace patente que la prensa, como fuente, aún mantiene abiertas amplias posibilidades para el investigador.
Anteriormente, algunos historiadores cienfuegueros, durante los siglos XIX y XX, sabedores de la importancia de la prensa para el sustento de la memoria histórica, examinaron y analizaron total o parcialmente, las publicaciones periódicas cienfuegueras de diversos años. Sabedor de su importancia, el historiador (Bustamante, 1940: 3) apuntaba, por los años cuarentas del pasado siglo, que:
La prensa constituye reservorio que nos da a conocer nuestra historia, las costumbres de los que nos precedieron, su manera de pensar, alegrías y tristezas, actos culturales y hasta los más mínimos detalles de su existencia, resucitando así nuestro pasado y por la que nuestros descendientes conocerán cómo vivimos y pensamos en la actualidad.
Al propio tiempo, Bustamante advertía sobre el peligro histórico latente por la pérdida de periódicos y revistas que reflejaban el quehacer cotidiano cienfueguero. Al respecto planteaba que:
Las mejores fuentes de información de nuestra antigua “Fernandina de Jagua” casi han desaparecido, unas veces por la desidia de las autoridades municipales llamadas a velar por la defensa de ese acervo común y otras por la iconoclasta que siempre hemos sido los cubanos, destruyendo lo antiguo como si el pasado nos avergonzara.
Y alertaba:
Si conseguimos que nuestras autoridades municipales ordenen la colección de todos y cada uno de los periódicos y revistas publicadas en nuestra ciudad para que figuren en la Biblioteca del Ayuntamiento,…nuestros descendientes no tendrán como nosotros que deplorar la desaparición de casi todos los órganos de la opinión que aquí se han publicado.
Dentro de la gama de revistas y periódicos locales, resaltó, a partir de 1886, el diario El Siglo. De este, de carácter republicano autonomista, fue director y administrador Ricardo Esteban García Rodríguez. (Aragonés, 1953: 26) aseguró que la colección de El Siglo se conservaba en una logia masónica de la ciudad: Fernandina de Jagua. (p.26) Según el historiador (Sánchez, 2010: 35) Ricardo Esteban García Rodríguez fue uno de los principales miembros de dicho taller. Coincidentemente, poco después del inicio de la circulación de El Siglo, dicha logia inauguró, con carácter general y de manera gratuita, una biblioteca pública. Por su parte (Aragonés, 1953: 26) revela que allí se atesoraron, durante años, entre otras, varias de las más relevantes publicaciones periódicas del territorio.
De este diario, se han localizado hasta la fecha, dos semestres de los años 1887 y 1889, conservados en consecutivo, en posesión de manos privadas. Uno de sus dueños puso a disposición los números de 1887, los cuales constituyen el objeto del presente estudio. La Biblioteca Provincial atesora un único ejemplar del año 1886. Por otra parte, el Instituto de Literatura y Lingüística archiva algunos ejemplares de El Siglo, también pertenecientes a 1886.
No se hallaron ejemplares de El Siglo, en el Archivo Nacional, en la Biblioteca Nacional, en el Fondo Coronado de la Biblioteca de la Universidad Central de Las Villas Marta Abreu y en el Archivo Provincial  de Cienfuegos.
A juicio de (Venegas, 2007: 61-62)
La prensa periódica es otra valiosísima fuente de información y que muchas veces ha   sido despreciada injustamente. Debemos recordar que la tradición tipográfica cubana del siglo XIX, surgida al calor de innumerables periódicos, revistas y libros editados en las cabeceras regionales, se trasmite al siglo XX neocolonial, al menos durante sus primeras décadas… No es menos cierto que generalmente esta prensa periódica está controlada por las clases dominantes, pero ello no es óbice para que en sus páginas aparezca una amplia información económica y social. En cuanto a la primera, a la decimonónica, numerosos órganos de prensa tienen una evidente orientación económica -y comúnmente mercantil-, lo que facilita nuestro trabajo.
Es total la coincidencia con dicho autor en la necesidad e importancia de utilizar la prensa. El cúmulo de información que esta atesora, pese a los intereses de clases que pueda representar, hacen considerar como elevada la medida en la cual ésta puede ser empleada como una fuente que contribuye a integrar las investigaciones de corte histórico -como fuente primaria principal aunque no única.

1.2 PANORÁMICA MUNDIAL Y CUBANA DE LA PRENSA: GÉNESIS Y EVOLUCIÓN
Aproximadamente en 1609, comenzaron a publicarse los primeros periódicos. En poco menos de veinte años, aparecieron en Alemania, Suiza, Austria, Holanda y Bélgica. En Inglaterra, el primigenio vio la luz en 1621 y en Francia en 1631. Se reconoce como el periódico más antiguo de la lengua castellana al Correo de Francia, Flandes y Alemania, el cual se publicó en 1621. El primer periódico español, de aparición diaria, vio la luz en Madrid en 1758. Se tituló Diario Noticioso, Curioso y Erudito.
La Revolución Francesa (1789) reafirmó al periódico como vehículo de instrucción y reivindicación política. En España, a pesar de la persecución a que se vieron sometidos los periódicos por Fernando VII durante su reinado, fue permanente su contribución a los cambios del país. Valga un ejemplo, sólo en el sexenio revolucionario (1868-1875), aparecieron en ese país alrededor de 596 nuevos diarios.
En América Latina los primeros periódicos aparecieron con algo más de un siglo de retraso en relación con Europa. El estatus colonial del sub continente condicionó que éstos fueran objeto de censura, control y represión guberidntal y eclesiástica. El primer periódico latinoamericano fue La Gaceta de México y noticias de Nueva España (1772).
En Cuba, la introducción de la prensa periódica se le atribuye al Conde de Ricla. Durante su gobierno, en mayo de 1764, comenzó a editarse La Gaceta. Esta tenía una tirada semanal;  publicaba noticias políticas y comerciales, así como disposiciones del gobierno y anuncios sobre la entrada y salida de buques del puerto de La Habana. De este periódico no se conserva ningún ejemplar.
(Marrero, 2003: 9) señala que:
El 24 de octubre, apareció el primer número del Papel Periódico de la Havana, precisamente por iniciativa de Luis de las  Casas y Aragorri, en compañía de Tomás Romay, Diego de la Barrera y el padre José Agustín Caballero. De esa publicación, más tarde se responsabilizaría la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana. Con el transcurso de los años pasó a ser El Aviso. Diario que contribuyó al proceso de formación de la nación cubana.
Los siete números de El Habanero, de Félix Varela, se publicaron entre 1824 y 1826 en Filadelfia y Nueva York. Con él Varela inició una tradición de prensa política, debida a emigrados, asentada fundamentalmente en Estados Unidos, que alcanzaría su punto más alto, mucho más tarde, en 1892, con el periódico Patria, de José Martí.
A la llegada del general Miguel Tacón, se implantó la censura previa y sólo se autorizaron aquellas publicaciones que no divulgaran temas relacionados con política, filosofía, religión y sociedad. Ello hizo que los periódicos se dedicaran a abordar temáticas como la literatura, el arte, las costumbres y la vida social.
Con la circulación, en 1841, del Faro Industrial de la Habana, reaparecen en la prensa cubana los temas políticos. Reconocido como defensor de los intereses cubanos, ese periódico fue suspendido por el gobierno en 1851. Por su parte, el más inconfundible defensor del ideario anticubano, el Diario de la Marina, apareció en 1844.
El año 1851 definió el inicio de otra etapa dentro de la prensa de la Isla. En ella afloraron las latentes divergencias político-ideológicas entre cubanos y españoles. Las vertientes de pensamiento a ella incorporadas, variaban desde las posiciones reformistas hasta las independentistas, pasando por las abolicionistas y las anexionistas.
(Rodríguez, 2005: 148) apunta que “la prensa antiespañola estuvo representada, en un principio, por La Voz del Pueblo”. Según (Marrero, 2003: 24)  “Voz del Pueblo Cubano”. Sus ideas, personificadas en Miguel Aldama y en Pozos Dulces, ambos de concepciones anexionistas en contraposición a las reformistas, los llevaron a conspirar. La conspiración de Vuelta Abajo sería suficiente para alterar a las autoridades españolas. Su editor, Eduardo Facciolo y Alba, fue sorprendido en una imprenta clandestina cuando preparaba el cuarto número del periódico y condenado a muerte. Así este joven de veintitrés años se convirtió en el primer mártir del periodismo cubano.
En el año 1862 apareció El Siglo habanero. Propugnó reformas político-sociales y económico-administrativas e intentó persuadir al gobierno colonial de la necesidad de un cambio de régimen. Desapareció después de iniciada la Guerra Grande. Finalizada ésta, sirvió de modelo para la prensa autonomista.
Con la Guerra de los Diez Años apareció la prensa en la manigua. Se destacó, entre toda ella, El Cubano Libre, primer periódico independiente de las fuerzas insurrectas, fundado por Carlos Manuel de Céspedes. Por su parte, El Boletín de la Guerra, de Camagüey, que cambiaría luego su nombre por el de La República, fue el órgano oficial de la República en Armas. Aún bajo las condiciones de la guerra y la escasez de recursos para sostenerla, los periódicos mantuvieron informados a los hombres del Ejército Libertador sobre la marcha de las hostilidades. Importante es destacar la presencia en la manigua villareña de periódicos cienfuegueros: La Estrella de Jagua y El Boletín Oficial de la División de Cienfuegos.
Tan pronto el general Domingo Dulce decretara la libertad de imprenta, en enero de 1869, surgieron en la Isla periódicos de vida muy efímera. Entre ellos se destacan La Patria Librey El Diablo Cojuelo. En este último publicaron los jóvenes José Martí y Fermín Valdés Domínguez. Dulce anuló la medida antes dictada, ante intereses reaccionarios opuestos.

2.1 LA PRENSA CUBANA DE LOS AÑOS OCHENTAS DEL SIGLO XIX 
Tras el Pacto del Zanjón el 10 de febrero de 1878, se reorganizó la Isla en seis provincias. Cuba continuó como Capitanía General, con representación en el senado y el congreso de diputados españoles. A los años que mediaron entre el fin de la Guerra Grande y el comienzo de la Guerra Necesaria (1878-1895), José Martí los bautizó como fecundos y turbulentos.
La Guerra Chiquita (1879), evidenció la permanencia del ideal independentista. Con frecuencia se produjeron abiertas manifestaciones públicas en Cuba, ajenas al independentismo, al respecto (Barcia, García, Torres-Cuevas, 2003: 254) expresaron: “a favor de la abolición inmediata y simultánea, sin indemnización pecuniaria alguna” de la esclavitud y por un “régimen autonómico como única solución práctica y salvadora” Se desafiaba al independentismo, utilizando el racismo y el miedo al negro como armas políticas para ganar adeptos contra él.
Dentro de los cambios más notorios de la época descuella la abolición de la esclavitud (1886). Esta constituía uno de los principales frenos para el desarrollo del capitalismo cubano en ciernes. Las transformaciones económicas que tuvieron lugar entre 1878 y 1887, condujeron el proceso de transformación de los ingenios en centrales.
Cuba atravesó duras situaciones económicas debidas a los bajos precios del azúcar en el mercado mundial -originados en gran medida por la exitosa producción de azúcar a partir de la remolacha en Europa-, y a la imposibilidad de solucionar los problemas de la comercialización del azúcar de caña, dada la política restrictiva de España al respecto. La aristocracia cubana protagonizó demandas desde lo político, que trascendieron a lo económico y viceversa. Influía en ello, la sumisión de Cuba al mercado norteamericano.
La puesta en vigor de la Constitución de 1876, estableció el derecho de todo español a asociarse. Entre los años 1878-1886, se promulgó y puso en vigor la Ley de Asociaciones en Cuba. Aparecieron los partidos políticos. Otras nuevas nacieron -económicas, socioculturales, fraternales, masónicas, de beneficencia, educacionales-. Junto al renacer de los liceos, ateneos y tertulias, aparecieron múltiples sociedades de instrucción y recreo.
Desde lo regional, racial o sectorial, se agruparon individuos afines en idearios y proyectos. Las regiones de España también estuvieron representadas por Centros que buscaban reafirmar sus identidades. Algunos contaban con escuelas para instruir y educar en beneficio de sus socios. Organizaban actividades recreativas, culturales, prestaron auxilio a los enfermos y ayudaron a la llamada Madre Patria ante los desastres acaecidos.
La discriminación racial, secuela de la esclavitud, también se manifestó en el ámbito del asociacionismo. Las sociedades blancas no aceptaron negros. Los mulatos fueron aceptados por estas en raras excepciones. Derivado de ello se conformaron casinos españoles de color.
Entre julio y agosto de 1878, surgieron los partidos políticos. Sus directivas y proyección ideológica responderían a la burguesía isleña en sus dos variantes: liberal y conservadora. La corriente liberal se agrupó en el Partido Liberal, el Partido Liberal Nacional y el Partido Liberal Democrático. Por su parte, el Partido Conservador se fundó el 16 de agosto de 1878. Se denominaría más tarde Partido Unión Constitucional. En él se integró el poder económico. A estos se vincularon los miembros del Partido Liberal Nacional, de ideas integristas. Cada partido redactó y publicó sus programas que, como regularidad, responderían a los intereses de la  oligarquía. Los partidos, que costearon publicaciones de respaldo a sus posiciones ideo-políticas, mantuvieron un periodismo que sería escenario de arduos enfrentamientos entre ellos.
Muchos periódicos, transitaron de una a otra tendencia política. Alguno dejaba de publicarse y lo sustituía otro. El cambio de nombre hacía aparecer uno nuevo. Motivado por la censura y la repetida metamorfosis del carácter político de las publicaciones, se hizo frecuente la permutación de dueños y directores de periódicos y la fugaz existencia de órganos de prensa. Proliferó la venta de las imprentas. Los periódicos constituyeron un reflejo de la convulsión presente en el pensamiento y la sociedad cubana y, desde la diversidad que cada uno representaba, brindaron las más desiguales interpretaciones y análisis de la época.
(Barcia, García, Torres-Cuevas, 2003: 101-102) afirman que:
El Partido Liberal Nacional, difundía sus posiciones a través de La Legalidad y el Partido Liberal Democrático mediante La Libertad. En febrero de 1879 surgió La Discusión. La Lucha ocuparía el lugar de La Libertad a partir de 1885. El Partido Liberal se unió al Partido Liberal Nacional. De tal conjunción surgió el Partido Liberal Autonomista que perduraría hasta finales de siglo. Los autonomistas rechazaban la independencia, defendiendo una autonomía local sostenida en un sistema democrático. La petición autonomista se dirigía a eliminar las trabas comerciales, obtener reformas arancelarias, extender las libertades constitucionales y, a la vez, regular la fuerza de trabajo. El Partido Liberal creó, el 2 de julio de 1878, su periódico: El Triunfo. Fue el órgano oficial del partido. Cambiaría su nombre por El País. Suspendido en septiembre de 1888, volvería a publicarse con el nombre de El Nuevo País.
(Barcia, García, Torres-Cuevas, 2003: 84) refieren que:
El Partido Unión Constitucional, que exigía la permanencia de los mecanismos coloniales y de control español, utilizó al Diario de la Marina como su vocero a partir de 1878 pero, a partir de 1887, lo sustituyó La Unión Constitucional. Dentro del conservadurismo se destacó, La Voz de Cuba. Mientras, La Patria, representaba a la pequeña burguesía española, La Iberia y El Asimilista defendían a la disidencia moderada del Partido Unión Constitucional y El Español y El Adalid  protegían a la derecha de dicho partido.
Los ecos del quehacer de Enrique José Varona, a partir de abril de 1880, cuando inició en la Academia de Ciencias un ciclo de conferencias que abrió una nueva fase al pensamiento, la oratoria, las conferencias y las tertulias literarias cubanas, se hallan en La Revista de Cuba (1877-1884) y en  La Revista Cubana (1885), presididas por el propio Varona.
Sobre este tema (Fornet, 1977: 49) refiere que:
Unido a los círculos intelectuales y a las nuevas tendencias de pensamiento liberal, se desarrolló un periodismo diferente en El Triunfo, La Revista de Cuba, La Habana Elegante - dedicada al bello sexo-, y El Fígaro, -que defendía la práctica del deporteen general, especialmente la del juego de base-ball-, entre otros.
La prensa escrita tenía un seguimiento asiduo por lectores, detractores y simpatizantes de una u otra tendencia política. Los periódicos mostraron un amplio repertorio de la literatura nacional. (Fornet, 1977: 57) expresó: “el hecho más significativo del período de entreguerras fue la gradual supresión de la censura que permitió a la literatura política cubana insertarse en el marco editorial de la colonia”. Los periódicos y revistas expusieron las actividades de la aristocracia, en torno a las sociedades de instrucción y recreo, a los salones de moda, bodas, bautizos y a los teatros. A la afición por los bailes, las comedias y la opera se añadía, especialmente entre los jóvenes, la  afición por los deportes. En 1879, Juan Gualberto Gómez fundó La Fraternidad, periódico que continuaría dirigiendo tras su regreso a Cuba en 1890. En él defendió los derechos de las capas medias, negra y mulata.
Un decreto de noviembre de 1886 para Cuba y Puerto Rico, abolió la censura impuesta por los Tribunales de Imprenta. Sin embargo, en esta década un tema político continuaba prohibido: el independentismo.
(Barcia, García, Torres-Cuevas, 2003: 241) plantean que:
La naciente clase obrera se reagrupó en organizaciones, en las que prevalecían las ideas anarquistas, y creo sus propios órganos. El productor. Este, a partir de 1887, comenzó a ser la publicación obrera de mayor importancia dentro de la etapa.
Entre 1878 y 1887 el desarrollo de la prensa en Cuba, y en específico de los periódicos, estuvo muy unido a la creación y funcionamiento de los partidos políticos.

2.2 LA PRENSA CIENFUEGUERA. EL DESPERTAR DE SUS PERIÓDICOS
Temprano, en el año 1825, circuló en la Colonia Fernandina de Jagua, el periódico manuscrito El Etico (sic). Del mismo, de carácter humorístico, sólo se publicaron cinco o seis ejemplares. Era escrito por los monsieritos y letreros, como despectivamente llamara D´Clouet al grupo de colonos que no le fue totalmente adicto en su gestión gubernativa. 
La primera imprenta local, se estableció en 1845, año en que se fundó el primer periódico en la, entonces, villa de Cienfuegos. Era este una hoja suelta titulada Puerto de Cienfuegos. El 6 de diciembre de este mismo año vio la luz la Hoja Económica, única publicación de la villa hasta 1855, en que comenzaron a salir otras publicaciones como: El Fomento, El Telégrafo, El Comercio, Pabellón Nacional, El Damují y Diario de Cienfuegos. Se considera que en 1845, comienza un pujante movimiento periodístico en la ciudad que daría como resultado que, entre el ya mencionado año y 1887, Cienfuegos contase con alrededor de cincuenta y siete periódicos.
El periodismo local se atemperó a las tendencias periodísticas, definidas por la situación política, de las principales ciudades en Cuba. Por tanto, un análisis de la prensa cienfueguera hace menester detenerse casuísticamente en las particularidades de cada uno de los momentos y espacios históricos que abarcaron esos años.
El estudio de la prensa cienfueguera entre 1845 y 1887, exige una periodización hasta hoy inexistente. A partir de la labor en la temática, se considera que estos años precisan ser divididos en dos períodos. El primero abarcó desde 1845 hasta la primera mitad de 1878. Este, demarcado en su inicio por la introducción de la imprenta, se caracterizó por la fundación de los primeros periódicos y su consolidación como componente activo de la sociedad local, sin que estos respondiesen a partido político alguno.
El segundo período se iniciaría en 1878 y culminaría en 1887, delimitado por la Paz del Zanjón,  -y con ello la puesta en práctica por España de un grupo de libertades que permitieron la difusión de numerosas publicaciones en Cuba-, y se caracteriza por la politización partidista, de manera más o menos abierta, de la mayoría de las publicaciones periódicas. Es, precisamente, en ese contexto que se funda y publica el diario El Siglo. Durante esos veinte años, vieron la luz en la localidad más de cuarenta diarios, semanarios y revistas quincenales. La prensa y los periódicos cienfuegueros se desarrollaron dentro de las tendencias políticas de la época, fungiendo como portavoces de partidos políticos, instituciones religiosas, organizaciones y asociaciones del más variado tipo e intereses particulares. La mayoría de las publicaciones periódicas del período tuvieron un carácter efímero. Ello se debió en gran medida a que, al igual que en toda Cuba, entraran en acción factores como la censura de las autoridades, la compraventa de las imprentas, la aparición de nuevas tipografías y publicaciones, el cambio o radicalización del carácter o tendencia que defendiese alguno, entre otras.
En el año 1878, se publicó en Cienfuegos el periódico de tendencia liberal La Aurora. Casi al unísono aparecerían otros como La Mujer - semanario literario-, el Boletín del Colegio Católico; El Avisador Galaico y el Boletín Mercantil. En junio de 1880 cesó de publicarse el diario liberal La Aurora, para ser sustituido por La Opinión, órgano de la junta local del partido Autonomista. Mientras, continuaban publicándose el Diario de Cienfuegos y el Boletín Mercantil. Por su parte, El Estudiante, de tirada dominical, promovía la instrucción y el adelanto de los niños que asistían a los colegios. Era publicado, con frecuencia quincenal, La Unión, periódico de la Logia Fernandina de Jagua. El mismo perduró hasta diciembre de 1883. Por su parte El Liceo, órgano del círculo de instrucción y recreo de su mismo nombre, mantuvo una aparición decenal.
Aparejado a la ley de imprenta, del 13 de mayo de 1881, comenzó a publicarse mensualmente la Revista de la Propiedad, primera de su clase editada en el país. A partir de enero de 1882 apareció el diario político de tendencia conservadora, La Lealtad. Ese propio año vieron la luz la revista quincenal El Progreso y los semanarios El Dominguero, La Pulga, El Delta -de la Logia Obreros del Progreso-, y El Anunciante.
El año 1883 se caracterizó por un amplio movimiento periodístico. Reapareció, en febrero, el diario liberal La Opinión y en agosto nació el diario, autotitulado democrático, El Crisol. Se publicó también La Amistad, órgano de la sociedad del mismo nombre, y El Damují, órgano defensor de la clase de color, del que sólo se editaron unas pocas tiradas.
A inicios de 1884 se publicó La Familia, órgano de carácter literario-religioso y El Ejemplo, también defensor de la raza de color. Además, surgían El Amigo de los Niños y el semanario El Álbum de Jagua. Mientras, dejaba de publicarse el Boletín Mercantil y reaparecían La Lealtad y El Cristal -este último como sustituto del El Crisol.Posteriormente,aparecería La Berengena (sic), como sustituto de ambos, por las censuras y prohibiciones de que fueron objeto.
Otras publicaciones periodísticas fueron los semanarios, La Serenata, calificado como jocoserio, y El Obrero. Éste último, representaba la Sociedad de Tipógrafos, de reciente creación, y era órgano a su vez del centro El Artesano y del Gremio de Toneleros. En marzo de 1885, comenzó su tirada El Fénix y sedejó de publicar La Berengena (sic). Fueron publicadas, al unísono, la revista El Clamor de Asturias, órgano de la sociedad de beneficencia asturiana y La Nueva Alianza, revista espiritista. Esta última, se repartía de forma gratuita y era portadora de discursos que evidenciaban algunas de las mentalidades colectivas en boga que irían a conformar la cubanidad en formación.
Una disposición del gobierno general prohibió la impresión de periódicos fuera de la localidad donde estos se producían. El Crepúsculo que se imprimía en Cienfuegos pero se vendía en Santa Isabel de las Lajas fue afectado por esta medida. Lo mismo sucedió en el propio mes a otro periódico que, con el título El Oriente, había empezado a publicar Francisco Cobas en Cruces.
Otros órganos de prensa se sumarían a expresar las estrategias de movilidad social de los subalternos y marginados cienfuegueros. Entre ellas se destacaron El Hijo del Pueblo, semanario destinado a la clase de color y con igual carácter El Socorro, revista mensual, órgano de la Sociedad de Socorros Mutuos San Cayetano. “Comenzó a darse un nuevo periódico mensual de carácter literario denominado La Caridad, órgano de la Asociación de Socorros mutuos entre personas del color “Nuestra Señora de los Desamparados” y dirigido por Ramón Quibeiro”.
En octubre de ese año surgió el semanario El Artesano, dedicado a los obreros. A mediados de diciembre de 1886 apareció el semanario satírico La Píldora. Se publicaron el diario autonomista La Opinión  y El Látigo. En agosto de 1887 se comenzó a publicar El Anunciador Comercial, semanario de corte constitucional, El Noventa y Tres (93), diario republicano federal y el semanario católico El Pensamiento. Este último con imprenta propia, que pertenecía a los padres jesuitas del Colegio Montserrat.
Los periódicos aparecidos entre los años 1878 y 1887, desde su óptica política y carácter, darían una visión del Cienfuegos de entonces no desdeñable para el historiador de hoy día. Tuvieron preeminencia en la prensa cienfueguera los temas socio-políticos, la vida de los partidos, las elecciones a los cargos públicos y de gobierno, el funcionamiento de la aduana de Cienfuegos y el comportamiento de la recaudación financiera -cuestión lógica, dado el peso de ésta en la economía regional-, entre otros. 

2.3 EL SIGLO UNA RADIOGRAFÍA A SU INTERIOR
El diario El Siglo, autodenominado de carácter Republicano Autonomista, comenzó a publicarse en Cienfuegos en el año 1886. Radicaban su imprenta y redacción en la calle Santa Isabel, entre las avenidas San Carlos y San Fernando o entre San Carlos y Santa Cruz. Resultó imposible ubicar la cuadra exacta.2 De igual forma, no se logró determinar con exactitud el mes en que comenzó a publicarse el diario. Enrique Edo y Luis Jorge Bustamante coinciden en que El Siglo vio la luz el 16 de julio de 1886. Mientras, Pablo Rousseau, Pablo Díaz de Villegas, Florentino Morales y Alberto Aragonés plantean que su primer número salió de la imprenta el 1º de diciembre de 1886, la revista Bohemia, dedicada al centenario de la ciudad, se limita a citar al año 1886 como el de inicio de dicha publicación.
El periódico era dirigido por el treintañero Ricardo Esteban García Rodríguez. Edo y Llop, Rousseau, Díaz de Villegas, Bustamante, Alberto Aragonés y Florentino Morales, concuerdan en señalar que el periódico se arrogaba como principios de su labor la libertad y la justicia. Los autores antes mencionados lo consideraron como uno de los mejores periódicos editados en Cienfuegos durante el siglo XIX. Atención especial merece la figura del fundador del diario: Ricardo Esteban García Rodríguez. Ricardo no sólo sería su dueño y director. Las evidencias indican que a él se deben varios de sus principales artículos. Nacido en Trinidad, el 8 de septiembre de 1851, a los nueve años pasó a residir en Cienfuegos. Recibió su primera educación en el colegio dirigido por el maestro Amelio de Luís Vela de los Reyes.3 La figura de Amelio, un español que sería, en 1868, acusado de infidencia y deportado a España a inicios del siguiente año, ejerció decisiva influencia en Ricardo E. García Rodríguez. Amelio regresaría a Cuba tras el Pacto del Zanjón y militaría con Ricardo en una logia masónica local: Fernandina de Jagua. En su primera juventud, García Rodríguez se consagró a diversas ocupaciones, entre ellas, la de conductor de la empresa de ferrocarril. Posteriormente se dedicó al periodismo. Escribió en La Aurora, periódico autonomista dirigido por Alejandro Muxó y más tarde en La Opinión.
Lo investigado por (Sánchez, 2010: 99) demuestra que:
Ricardo Esteban García Rodríguez era miembro del Partido Autonomista, se desempeñó como vocal en su Comité local en Cienfuegos. Fue seleccionado para representar al partido en distintas comisiones de carácter político, fuera de la ciudad. Fue Secretario de la Logia Fernandina de Jagua. Falleció en Cienfuegos el 29 de mayo de 1893. Por mandato del clero católico local, sus restos fueron inhumados fuera del cementerio. La Iglesia Católica, con su poder sobre el camposanto, no permitía la inhumación en él de aquellos masones que, como Ricardo, le atacaron pública y sistemáticamente.
(Sánchez, 2007: 27) devela que:
En abril de 1899, los restos de Ricardo García fueron trasladados al nicho 300, ya ocupado dentro del cementerio de Reina, por su maestro Amelio de Luís Vela de los Reyes. En testimonio de ese acontecimiento, los miembros de la logia Fernandina de Jagua colocaron una lápida en el nicho “que constituiría el primer monumento funerario de la masonería en la localidad”.
Ricardo Esteban García y Rodríguez, fue un periodista culto que consagró su talento a la defensa de Cuba, desde su óptica política. Se le reconocía en la ciudad como un serio cronista político-social, librepensador, de abierta posición anticlerical, un típico exponente del liberalismo decimonónico cubano, no capitalino, que propugnó desde El Siglo un pensamiento modernizador.
(Aragonés, 1953: 26) cataloga a El Siglo como: “uno de los mejores periódicos editados en Cienfuegos por aquellos tiempos”. Ninguna otra fuente bibliográfica consultada revela criterios diferentes a este. Lejos de ello la avalan. El estudio realizado a dicho órgano y la comparación con los ejemplares que de otros diarios del período se localizaron, confirman esa tesis. (Sánchez, 2010: 23) considera que: El Siglo cienfueguero tomó su nombre como remedo del de igual filiación política, del periódico habanero de igual denominación. Hasta donde se logró comprobar, El Siglo no publicó noticias irracionales o falaces.
Se clasifica a El Siglo como un diario impreso, de tamaño o formato estándar, de circulación local y de ideología liberal. En él predominaban materiales de información y opinión, dirigidos a los  intereses de un público amplio. Se editaba en un papel de calidad y contaba con cuatro páginas.
El estilo de escritura y los asuntos tratados en un numeroso grupo de los mejores artículos del periódico,4 que abarcan los más diversos temas, hacen coincidir al autor del presente trabajo con Sánchez Gálvez en que estos eran elaborados por su director. 5 En cuanto a las temáticas aparecidas en el diario, es de señalar que en él se publicaron obras de poetas y escritores universales, nacionales y de la localidad. Valga mencionar como ejemplos entre ellos a  Rubén Darío y a Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Se distingue la presencia en sus páginas de la obra de figuras locales, sin distingo de raza. Entre todas, destaca la escritora y publicista negra Úrsula Coímbra de Valverde, luchadora por los derechos de la mujer cubana, quien utilizara, al publicar en El Siglo, el seudónimo de Plácida. En contraste con la presencia de negros y mulatos en sus páginas, el tratamiento sobre las consecuencias de la abolición de la esclavitud en Cienfuegos no fue un tema que, con su actualidad entonces, ocupara al periódico en el año 1887. Al respecto, el órgano publicó en una sola ocasión algunos pensamientos relacionados con esa infamante práctica. Sí reconoció el papel de parte de la comunidad de color cienfueguera, agrupada en la sociedad El Progreso. Sin embargo, apoyó la creación de un cuerpo de voluntarios negros en Cienfuegos. La infancia ocupó espacio en las páginas del diario. Ejemplo de ello fue su manifestación -en medio de una epidemia de viruelas sufrida en la ciudad-, porque los infantes se vacunasen antes que los adultos. Los comerciales y anuncios del diario daban a conocer la posibilidad de matricular a los niños en colegios de diversas tendencias -con la excepción de los pertenecientes a la Iglesia Católica.
El Siglo difundía los servicios de las empresas de la época y los productos ofrecidos por los negocios de la ciudad, la apertura de locales para almacenes y hoteles, las solicitudes y ofertas de empleo, las plazas vacantes, las salidas de vapores y ómnibus, así como mensajes de particulares, de las autoridades nacionales y del gobierno local.
Marcadamente, el diario se preocupó por la situación social del país y la cienfueguera en particular, reflejando en él los idearios político-sociales de destacados intelectuales cubanos y locales. Así, por ejemplo, aparecieron en El Siglo artículos del médico cienfueguero Luís Perna de Salomó y del filósofo, sociólogo y pedagogo Enrique José Varona.
Caracterizó a El Siglo la reiterada publicación, íntegra, de muchos de los discursos de los principales representantes del Partido Autonomista. El periódico se hizo eco de noticias referentes al funcionamiento de este partido en Cuba y en la localidad. Como parte de su divulgación del ideario liberal reprodujo escritos de los liberales españoles acerca de la situación política de Puerto Rico, las relaciones entre España y Cuba y  entre España y los Estados Unidos. Sobresale cómo, a tono con su difusión universal en esos años y muy particularmente en España, el ideal anarquista halló también lugar en él.
Una sección destacada en El Siglo lo fue la titulada Noticias Generales. En ella se abordaban informaciones internacionales, nacionales y locales. El periódico publicó noticias sobre avances científico-técnicos de relevancia universal, nacional y local. Divulgó trabajos periodísticos de diversos órganos de prensa del país y del territorio, incluso, contrarios al ideario político que defendía. 6 El Siglo reprodujo artículos y noticias de otros diarios de la localidad y el país en su sección regular Revista de la Prensa. 7
Otra de sus secciones, Mesa Revuelta, abarcaba una gama amplia de cuestiones, tratadas de forma amena. Esta, en un desorden temático que hacía honor a su nombre, ofrecía poemas, carteleras culturales, sucesos deportivos, noticias internacionales, pensamientos, espacios satíricos, críticas periodísticas, anuncios y comerciales. Lugar preponderante ocupó en esta sección la crítica a penosas realidades de la localidad.
Entre las secciones con menor frecuencia de aparición, al menos en ese año, -fue publicada sólo durante los primeros días del mes de julio de 1887-, se encontraba De la Península. En ella el periódico informaba lo más trascendental acaecido en la metrópoli, con especial destaque a cuanto se refería a las relaciones entre España y Cuba.
Por su parte, la sección Folletín la ocupaban artículos y crónicas de tendencia e ideas librepensadoras, a favor del laicismo y el anticlericalismo. Dentro de ella se agruparon subsecciones como Propaganda Benéfica -que aparecía de martes a sábado-, y Fraterna Dominical -ésta los lunes. Ambas se dirigían a desenmascarar lo que consideraba el peligroso accionar de la Iglesia Católica y los jesuitas en la ciudad y el mundo. Utilizando los recursos de la ironía y la sátira, la sección abordaba problemáticas muy candentes en la localidad sobre el uso del cementerio y la labor educacional de las órdenes religiosas de la Iglesia Católica. Trabajos de ese corte, aunque en menor cuantía, aparecían también en la sección Mesa Revuelta. El diario reflejó meticulosas crónicas deportivas, plenas de datos inéditos hasta hoy, de las que no se hallaron similares en las búsquedas realizadas en la historiografía regional y nacional ni en otros órganos de prensa cienfuegueros del período.

Conclusiones
En el marco cronológico objeto de estudio fue significativo y ascendente el desarrollo de la prensa regional en sentido general y de los periódicos en particular. La periodización de la presencia y quehacer de la prensa cienfueguera, entre 1845 y 1887, se delimita en dos períodos. El primero comprende desde el año 1845 hasta la primera mitad de 1878. En él se consolida la prensa como componente activo de la sociedad cienfueguera, sin que los periódicos respondiesen a partido político alguno. El segundo período, que se inicia en 1878 y culmina en 1887, se caracteriza por la profusión de publicaciones periódicas en Cienfuegos y la politización partidista de la mayoría de ellas.
El periódico El Siglo fue un exponente del diarismo liberal autonomista cienfueguero. El estilo utilizado por el mismo, para informar, denunciar y defender derechos de los cienfuegueros, le distinguieron entre el resto de los periódicos regionales. En él se reflejó, desde la óptica liberal, parte significativa del desarrollo, las limitaciones y las problemáticas socio-económicas de la ciudad y región, las cuales –más allá de sus particularidades-, son un ejemplo de las regularidades ya establecidas para el período por la Historiografía para toda la Isla. Fue el periódico un espacio aprovechado por los cienfuegueros para criticar, analizar y reflexionar sobre algunos de los más importantes acontecimientos económicos, políticos, sociales, culturales y científicos acaecidos en la sociedad cienfueguera.

Bibliografía
Aragonés, A. (1953): “El Periodismo en Las Villas”. Imprenta Casas. Cienfuegos
Barcia, M.C., García, G. y Torres-Cuevas, E (2003): “Historia de Cuba. Las Luchas t II
Primera Parte. Por la Independencia Nacional y las Transformaciones Estructurales”. Editorial Félix Varela. La Habana
Bustamante, L. J. (1940): “Periódicos y Revistas de Cienfuegos (1845-1940)”. Imprenta La Moderna. Cienfuegos   
Duverger, M. (1978): “Métodos de las Ciencias Sociales”. Editorial Ariel Barcelona
Edo, E. (1943): “Historia de Cienfuegos y su jurisdicción. Editorial Ucar García y Cía. La  Habana
Fornet, A. (1977): “El ajuste de cuentas: del panfleto autonomista a la literatura de campaña”. En revista Casa de la Américas N. 100, Enero- Febrero 1977, pp. 57-97
Kayser, J.  L. (1957): “Historien et la presse, Revue Historique”.
Marrast, R. (1975): “La prensa española del siglo XIX: algunos problemas de investigación,      
VVAA. Prensa y sociedad en España (1820-1936)”. Editorial Edicusa. Madrid
Marrero, J. (2003): “Dos siglos de periodismo en Cuba. Momentos, hechos y rostros”. Editorial Pablo de la Torriente. La Habana
Rodríguez, E. (1987): “La prensa camagüeyana del siglo XIX”. Editorial Oriente. Santiago de Cuba
Rodríguez, M. (1981): “Radioperiodismo”. Editorial Oriente. Santiago de Cuba
Rodríguez, R. (2005): “Cuba la forja de una nación: Despunte y Epopeya t-I”. Editorial. Ciencias Sociales. La Habana    
Rousseau, P. Díaz de Villegas, P. (1920): “Memoria descriptiva, histórica y biográfica de  Cienfuegos y la fiesta del primer centenario de  la fundación de esta ciudad. 1818-1919”. Establecimiento Tipográfico El Siglo XX. La Habana
Sánchez, S. (2007): “Martí ciñó el mandil. Prueba documental de su filiación masónica”. Ediciones Bachiller y Morales. La Habana
Sánchez, S. (2010): “La Logia Fernandina de Jagua 1878-1902. Un estudio de caso”. Disertación doctoral. La Habana
Tellería, E. (1986): “Diccionario Periodístico”.­­ Editorial Oriente. Santiago de Cuba
Venegas, H. (2007): “La Región en Cuba. Provincias, Municipios y localidades”. Editorial Félix Varela. La Habana

* Maestro Primario, Título de Oro como Licenciado en Educación. Especialidad Marxismo-Leninismo-Historia y Máster en Estudios Históricos y Antropología Sociocultural Cubana, mención Historia por la Universidad de Cienfuegos. Profesor Auxiliar de la Facultad de Humanidades de dicha universidad. Ha recibido entre otros premios y reconocimientos el Premio de la Jornada de Investigación Histórica y Literaria Florentino Morales en el año 2012, Premio Provincial CITMA a la Investigación Científica. Cienfuegos en El Siglo Segundo semestre de 1887 2013, Mención de la Jornada de Investigación Histórica y Literaria Florentina Morales 2015, Premio de la Crítica Histórica José Luciano Franco. Unión de Historiadores de Cuba 2016, Premio Provincial CITMA a la Investigación Científica.
** Licenciado en Historia por la Universidad de Cienfuegos. Máster en Estudios Histórico y Antropología Sociocultural cubana. Autora del libro Negros y mestizos en la sociedad civil de Cienfuegos (1899-1912). Premio Florentino Morales (2013) y Premio Nacional de la Crítica Histórica Fernando Rodríguez Portela (2016). Profesora del departamento de Historia, facultad de Humanidades de la Universidad de Cienfuegos, Cuba.
*** Licenciado en Historia por la Universidad de Camagüey. Máster en Estudios Históricos y Antropología sociocultural cubana. El profesor ha obtenido varios premios como reconocimiento a su labor investigativa como historiador Profesor del departamento de Historia facultad de Humanidades de la Universidad de Cienfuegos, Cuba.
1 Florentino Morales, Orlando García Martínez, Victoria María Sueiro Rodríguez, Salvador David Soler Marchand, Alejandro García, Samuel Sánchez Gálvez, entre otros.
2 Actualmente estaría situada en Calle 29 entre 54 y 56 ó entre 56 y 58.
3 Vela de los Reyes fue miembro de la misma logia en la que militó en España el joven José Martí: el taller Caballeros Cruzados número 62.
4 “Ejemplifica la labor de este periódico el hecho de que, entre el 1º de julio y el 31 de diciembre de 1887, en dos de sus secciones, Propaganda Benéfica y Fraternidad Dominical, aparecieron cuarenta y cuatro artículos de profundo contenido liberal y anticlerical, en los cuales era profuso el empleo de la terminología y los símbolos masónicos; gran parte de ellos incluso, iniciados con las siglas masónicas
A:. L:. G:. D:. G:. A:. D:. U:.- (A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo). Todas las evidencias -estilo, coincidencia temporal y exposición de ideas de manera casi exacta a la de sus discursos en la logia, entre otras-, apuntan a que el articulista de El Siglo, que firmaba indistintamente como Lutero, Rompe Casullas, Constancio Miralta, Armando Gresca o Fray Tarugo, era su propio director, quien fuera por demás excomulgado por la Iglesia Católica local”.
5 Sánchez Gálvez tuvo la oportunidad de confrontar los escritos públicos de Ricardo con los que se hallan, de su autoría, en los archivos de la mencionada logia.
6 Reflejo de ello son los provenientes de La Unión Constitucional, La Voz de Cuba, La Patria, El Iberia, El Asimilista, El Español y El Adalid, El Diario de la Marina, entre otros, que servían a los intereses del Partido Unión Constitucional.
7 De Cienfuegos reflejó lo tratado por el Diario de Cienfuegos, la Opinión, El Fénix, El Pensamiento, El 93 y El Anunciador Comercial. Merecieron su atención El Diario de Matanzas y La Crónica Liberal de Cárdenas, obviamente ambos de esa región histórica. De Trinidad se destacaron El Imparcial y La Antorcha, y de Sancti Spíritus El Espirituano. De la ciudad de Santa Clara fueron considerados La Verdad y El Vanguardia. De Sagua  la Grande se reprodujeron artículos y noticias aparecidos en La Voz de Sagua. Órganos de de la región oriental como La Libertad de Bayamo. Otros órganos de prensa de Remedios, Güines, Manzanillo, Holguín y Santiago de Cuba aportaron su cuota de escritos al espacio de El Siglo.

Recibido: 13/02/2019 Aceptado: 03/06/2019 Publicado: Junio de 2019


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