Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


UNA APROXIMACIÓN AL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO DESDE EL ANÁLISIS DEL COMPORTAMIENTO DE LOS ADULTOS MAYORES

Autores e infomación del artículo

Amaurys Zubiaurre Valdivia*

Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba

Correo: amauryszv@uclv.cu


RESUMEN
El artículo muestra una revisión bibliográfica acerca de diferentes concepciones que trabajan la percepción social del envejecimiento desde los diferentes grupos etarios incluidos los propios adultos mayores. Se efectúa un análisis reflexivo y sucinto de los principales variables que acompañan este proceso como la jubilación, los estereotipos, la participación social, los agentes socializadores, los roles que desempeñan y la sexualidad. Se hace especial énfasis en la necesidad de que el proceso de envejecimiento sea considerado desde una perspectiva sana y en una condición de actives.
PALABRAS CLAVES: envejecimiento; comportamiento; exigencias sociales.
ABSTRACT
The article shows a literature review about different conceptions that work on the social perception of aging from the different age groups including the elderly themselves. A reflexive and concise analysis is made of the main variables that accompany this process, such as retirement, stereotypes, social participation, socializing agents, the roles they play and sexuality. Special emphasis is placed on the need for the aging process to be considered from a healthy perspective and in an active condition.

KEYWORDS: aging; behavior; social demands

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Amaurys Zubiaurre Valdivia (2019): “Una aproximación al proceso de envejecimiento desde el análisis del comportamiento de los adultos mayores”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (mayo 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/05/proceso-envejecimiento.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1905proceso-envejecimiento


INTRODUCCIÓN
A lo largo de la evolución de los seres humanos y de las estructuras sociales se ha ido observando la conformación de distintos procesos, tanto biológicos como sociales. Uno de ellos es el proceso de envejecimiento o vejez, considerado innato en los seres vivos, que conlleva una serie de cambios no solo físicos y psicológicos sino también sociales. Estos últimos dependerán en gran medida de la percepción social de cada cultura en un momento concreto. 
El proceso de envejecimiento ha cobrado gran relevancia en las últimas décadas para diversos campos de estudio pues se ha visto relacionado con importantes cambios, tanto demográficos como sociales. Esto ha desembocado en el estudio y mayor atención hacia las personas mayores, la contradicción de estereotipos y el cambio en sus conductas, roles y relaciones interpersonales. 
Actualmente, contamos con una sociedad occidental cada vez más envejecida, donde el grupo de personas mayores supera considerablemente a otras edades. Siendo destacable la previsión de diversos estudios estadísticos de la continuación en el crecimiento de este envejecimiento, llegándose a describir una población centenaria. 
Esta situación enfoca diferentes factores dentro de ámbitos sociales, económicos y sanitarios, como el aumento de la esperanza de vida, la incorporación de las mujeres al mercado laboral y la situación económica personal, diversificando la calidad de vida junto al cambio en los valores sociales, donde se prima el individualismo y la competitividad, que ha traído consigo cambios de mentalidad dirigidos a este colectivo. Estos cambios hacen referencia, tanto a la percepción que otros rangos de edad han ido construyendo en base a los estereotipos sobre las personas mayores, como a la propia percepción que estas personas tienen una vez se ven inmersas en el proceso de envejecimiento, es decir, la conducta que adoptan al ver los cambios que sufren su cuerpo y entorno.   
Las personas mayores de 65 años representan actualmente una parte representativa a nivel global, lo que ha hecho necesario el planteamiento de la adecuación de los servicios dirigidos para mejorar la calidad de vida de estas personas e integrarlas en la comunidad, junto a la restructuración territorial y la concientización social; por ello desde el Trabajo Social y la Gerontología, entre otros, se apuesta actualmente por el envejecimiento activo, fomentando el empoderamiento de la persona y el apoyo social.
En el presente trabajo se presenta una aproximación a la percepción social del proceso de envejecimiento y el análisis de la conducta de los adultos mayores ante la propia percepción de la vejez.
DESARROLLO
Actualmente un desafío para las áreas sociales, es hacer frente a las necesidades de una población cada vez más envejecida, debido a que en este proceso se pueden distinguir dos dimensiones difíciles de manejar, la individual que engloba los enfoques biológicos, psicológicos y socioculturales de las personas, y la colectiva, que se centra en las consecuencias económicas y sociales del envejecimiento poblacional, ya que es un proceso mediado por la cultura. De ahí que en las sociedades humanas, la vejez tenga distintos significados y valores (Ballesteros, 2007).
El término de envejecimiento, de forma general, hace referencia, al conjunto de modificaciones del organismo, características en las personas a lo largo de su ciclo vital, es decir, con el paso del tiempo y que producen cambios estructurales y funcionales tanto a nivel físico, como psicológico y social. Todos estos cambios, desembocan en la disminución de las capacidades de los órganos y sistemas corporales (Consejo General del Trabajo Social, 2012).
Según Ballesteros (2007), en la dimensión individual encontramos; el proceso de envejecimiento físico o biológico, conocido como senectud desarrollado de forma gradual y centrado en los cambios funcionales del organismo como efecto del tiempo.
Además, no se pueden destacar causas claras o establecer un comienzo cronológico específico debido a que, por un lado, se enfatiza en relaciones genéticas y por otro, en el desgaste ambiental a lo largo del ciclo vital, en el que podría influir la calidad de vida de las personas.
El proceso de envejecimiento psicológico, comprende las funciones motoras, percepciones y habilidades cognitivas que influyen en las capacidades de aprendizaje y resolución de problemas, entre otras. Afectadas principalmente por el deterioro cerebral, por lo que las investigaciones se centran en dos áreas fundamentales, el funcionamiento cognitivo y la personalidad. A su vez, el proceso de envejecimiento sociocultural, se vincula a la influencia que la sociedad tenga sobre el individuo y viceversa, mediante la representación de roles y las relaciones sociales (Ballesteros, 2007).
El término envejecimiento desde la percepción social se relaciona con la edad cronológica de la persona, con los 65 años, edad predispuesta para la jubilación, que origina el cese de la actividad laboral e intenta vislumbrar un comienzo para este proceso en su dimensión colectiva, puesto que en la sociedad moderna prima la capacidad de producción. 
Relacionado con esta temática, existe una referencia al denominado envejecimiento productivo cuyo interés es “la capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar a la familia y mantenerse tan independiente como sea posible” (Pinazo y Sánchez, 2005, p.457) lo que influye en las condiciones sociales y económicas. 
Sin embargo, el concepto en sí, no cuenta con un consenso de tiempo para su comienzo, se puede detectar con el desarrollo de los cambios físicos, psíquicos y sociales, antes mencionados. Habiendo personas de avanzada edad con un activismo mayor que otras de menor edad cronológica, es decir que dependerá de cada persona individualmente (Berciano, 2012).
Cabe hacer énfasis en que a partir del desarrollo individual, las pérdidas y ganancias, se encuentra un enfoque de multicausalidad que permite, dentro de este término, situar factores ambientales, sociales y culturales a parte de los biológicos que configuran la trayectoria de las personas mayores. A través de la Organización Mundial de la Salud (2015) se atiende a que la vejez, dejando de lado los factores biológicos, conlleva cambios importantes en los roles y posiciones sociales, pues el conjunto de redes sociales suele ser más concentrado, menor en número, pero de mayor importancia. Así mismo, la pérdida de ciertas capacidades les propone nuevas metas a alcanzar para realizar las cosas de otra manera. 
La forma de entender la vejez en la actualidad, se desliga de la “posesión de saberes” y se centra en la decadencia del cuerpo (objeto de atención y culto en las sociedades modernas) incluyendo el deterioro cognitivo. Lo que lleva a distinguir que, en la etapa de envejecimiento, las personas mayores son apartadas de los roles públicos, de la vida productiva, mediante la jubilación y de las responsabilidades políticas y económicas, entre otras, según precisa Ballestero (2007).
En relación a esto la revista 60 y más (2012) en su artículo “Los mitos y estereotipos asociados a la vejez” observa la idea de que las personas mayores de 65 no deberían continuar trabajando. Puesto que sus capacidades físicas y mentales estarán más limitadas. Sin embargo, investigaciones afirman que esto se solventa con las habilidades y experiencia, resolviendo con ellos los posibles problemas y en muchos casos realizando su trabajo mejor que los jóvenes. 
De igual forma, se hace referencia al envejecimiento con términos como la cuarta edad, asignándole limitaciones de optimismo, el criterio de fragilidad, a partir de edades entre los 80 y 85 años, dando por sentado la aparición de discapacidad y la disminución de la capacidad de recuperación en caso de pérdida. Así mismo, se les ofrece poca atención, especialmente en la comunidad y las zonas o servicios no institucionalizados (Triadó y Villas, 2007).
Un ejemplo de esto lo vemos a través de la Teoría de la desvinculación (Cumming y Henry, 1961, citado por Rodríguez, 1979), que expresa la reducción de la actividad social como un proceso natural y adaptativo, preparando al individuo para la muerte. Esto se propicia mediante el aislamiento social o finalización de roles y responsabilidades sociales, en especial el trabajo. Suponiendo que en relación al tiempo, el propio individuo decide centrarse en sí mismo.
Sin embargo, esta teoría es contrarrestada, por la Teoría de la Actividad (Leontiev, 1977), planteando que el mejor enfoque para la persona en la vejez, es el mantener el nivel de actividad y los vínculos sociales, mostrando los esfuerzos por seguir implicado socialmente.
Este enfoque indica que el descenso en la actividad durante el proceso de envejecimiento es consecuencia de la presión social y en parte, por condiciones biológicas de la edad. Pero que en ningún caso las pérdidas y el descenso de su implicación social son buscadas o queridas por la propia persona.
También, se destaca mediante la Teoría de la Selectividad Socioemocional (Carstensen, 1992) el hecho de que las relaciones sociales, terminadas en la vejez, son con contactos superficiales y la selección comienza desde la mediana edad, con lo que no es una atribución propia de las personas mayores a lo largo del proceso de envejecimiento y se continúan las relaciones con mayor afectividad. (Triadó y Villas, 2007)
Sigue cobrando especial relevancia el apoyo social informal a partir de las relaciones familiares o vecinales, para temas emocionales y afectivos, con implicaciones en apoyo material. Siendo mayoritariamente los hijos adultos quienes cuidan de sus padres, con la inversión de roles, además, son los propios mayores quienes optan por los cuidados familiares, representando una mayoría, frente a otro grupo que prefiere la vida en solitario, y otro que opta por los centros institucionales con el apoyo social formal, el cual es más centrado en el apoyo informacional y material (Triadó y Villas, 2007, citado en Acosta, 2016).
A través de la percepción social, encontramos un factor destacable, la falsa visión o aplicación de estereotipos, denominados como representaciones mentales genéricas, simplificadas y compartidas, en este caso hacia las personas mayores, que en ocasiones ellos mismos se creen, formando el senilismo. 
Tradicionalmente, según Triadó y Villas (2007) se ha asumido, desde distintos grupos de edad, características negativas, exagerando distintos aspectos como que todas las personas mayores son parecidas, enfermas o dependientes de terceras personas. Con deterioros cognitivos, cerradas a aprender cosas nuevas o difíciles de tratar. Por ejemplo, está muy extendida la idea de que las personas mayores viven aisladas y deprimidas. Sin embargo, la realidad es que suelen mantener una red de contacto y apoyo, solo que menos extensa que las personas jóvenes dado que sus amistades o parejas fallecen (Portal Mayores, 2012).
Otro enfoque es sobre su sexualidad, es decir, que no tienen intereses sexuales o la diferenciación de género, los hombres si tienen interés, pero las mujeres no. La sexualidad se sigue planteando como tabú en relación a las personas mayores. Por su avanzada edad se llega a considerar indecoroso o de mal ver que estas personas expongan abiertamente distintas ideas sexuales. 
A través del National Institute on Aging (2013) se observa que a medida que pasa el tiempo los cambios físicos pueden llegar a afectar la práctica pero que en contraposición, por ejemplo las mujeres disfrutan más del sexo después de la menopausia. Sin embargo, la mayor causa en los problemas sexuales, son las enfermedades y dolores crónicos. Así mismo, en el terreno emocional influiría lo que cada persona se cree capaz de hacer a medida que va envejeciendo.
En relación a ello, se observa que la influencia de estos estereotipos negativos hace mella en la autopercepción de las personas mayores a lo largo de su envejecimiento. Según el estudio realizado por la colaboración de las Universidades de Yale y Miami (2002), los estereotipos hacia el envejecimiento son resultado de la internalización de esas creencias tanto por parte de los grupos de edad más jóvenes como de las personas mayores. Cuando las personas mayores eran jóvenes estuvieron rodeados de esos estereotipos y al ser relevantes en la vejez, ya están internalizados. Lo que a su vez puede tener efectos fisiológicos. Este estudio también, muestra el hecho de que una autopercepción positiva del envejecimiento aporta mayor longevidad. Teniendo en cuenta el género, la edad, el nivel socioeconómico y los factores de soledad y salud funcional (Acosta, 2016).
Son, precisamente, los estereotipos negativos los que suelen dar pie al efecto del edadismo, donde los mayores son evaluados negativamente en comparación con otros grupos de edad (Ballesteros, 2007). Suponiendo una amenaza para las propias personas mayores, sus allegados, cuidadores y profesionales. Sin embargo, la realidad es que existe una gran heterogeneidad en el colectivo. Estas imágenes suelen estandarizar a las personas mayores como dependientes, dejando en menos medida la visión positiva de “experiencia y sabiduría”. Visión dualista, que lleva por un lado a la exclusión social y por otro, a la creación de estrategias contra esta. Así mismo, se plantea la necesidad de una mayor investigación que permita centrar cuales son los efectos emocionales y comportamentales de estos en las personas mayores.

CONCLUSIONES
La población en general tiene una percepción de la vejez y las personas mayores basadas en una serie de rasgos que combinan elementos positivos y negativos. Sin embargo, destaca la prevalencia de estereotipos negativos relacionados con sus actitudes, capacidades y comportamientos. 
Esta idea es rechazada por las personas mayores que se ven a sí mismas de forma positiva. Sin embargo, al hablar de términos de vejez asociados a temas sociales se sienten infravaloradas y llegan en muchos casos a usar los estereotipos que otros les aplican. Podemos verlo como ejemplo de la internalización, es decir, la aceptación previa a la vejez de estos términos, que se hace destacable en edades avanzadas, afectando en parte su conducta debido a que asumen estos estereotipos.
Estos estereotipos negativos hacia las personas mayores se encuentra muy extendida en la sociedad (aunque se han evidenciado avances en la temática), llegando a producir la exclusión del colectivo en la participación comunitaria, política y económica. Esto lo podemos ver reflejado en los resultados donde tanto la población más joven como las propias personas mayores están de acuerdo en que no se les tiene en cuenta en la toma de decisiones. 
De igual forma, las consideraciones por parte de la población, en general, sobre la aptitud social de las personas mayores, las exponen como personas inactivas, poco dinámicas y antisociales, a las que les gusta más relacionarse con la familia o grupo de la misma edad y en algunos casos como personas que se aíslan de todo y de todos. Sin embargo, las propias personas mayores exponen que no se debe a una decisión propia sino a motivos como la reducción del círculo social por algo tan inevitable como son las defunciones o por dificultades a la hora de establecer reuniones entre grupos. 
La población general considera que el descenso de la actividad en las personas mayores es debido a enfermedades o simplemente por la edad, propiciando de nuevo la imagen de personas enfermizas, dependientes y cuyas actividades se limitan a ver la televisión, cuidar a los nietos y realizar las tareas del hogar. 
En relación a esto, podemos establecer que estos resultados se deben, en parte, al desconocimiento de la labor de las instituciones y servicios destinados para personas mayores y de las actividades grupales que realiza este colectivo. Destacando que la mayoría de la población más joven no ha participado o participa actualmente en ellas, porque no se lo plantean o no es de su interés. 
Así encontramos que si es cierto que las personas mayores dejan de hacer actividades con el paso del tiempo, en parte por temas referentes a la salud, pero que los motivos principales no tienen que ver con estas consideraciones generales, ya que se centran en la falta de personas con las que realizar más actividades y en la facilidad de movilidad para ello. Haciendo referencia a las condiciones de las infraestructuras y accesos a distintos puntos, junto a la adecuación del trasporte tanto privado como público.
Por último, destacar un tema que se ha ido tratando con mayor frecuencia en estos años en relación a las personas mayores, la sexualidad, donde se señala que la consideración general es que con la edad se ve afectada la libido de las personas mayores. Creando más falsas creencias como que las personas mayores pierden el interés y el deseo o que por su fragilidad no pueden mantener relaciones sexuales. 
En conclusión, aún con el paso de los años y los adelantos en las investigaciones, socialmente se mantiene la imagen de la vejez muy estereotipada. Las personas mayores son juzgadas por estándares homogéneos, aun teniendo en cuenta que es un colectivo bastante heterogéneo y se les priva de oportunidades para contribuir a la sociedad.

BIBLIOGRAFÍA

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*Máster en Desarrollo Comunitario, Centro de Estudios Comunitarios, facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central Curriculum Vitae. Lic. Amaurys Zubiaurre Valdivia Carretera Camajuaní Km. 3 ½. Esquina Callejón Los Guerras # 1. Reparto: “El Gigante.” SC-VC Cuba Teléfono Particular: 42 208439 – Móvil: 58 066999 – E-mail: amauryszv@uclv.cu “Marta Abreu” de las Villas, Santa Clara, Villa Clara (cursando actualmente), 2019. Licenciado en Educación Especialidad Economía. Sede de Ciencias Pedagógicas “Félix Varela Morales”, Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas, Santa Clara, Villa Clara, 2010. Técnico de Nivel Medio Superior Contador. IPE Ramón Pando Ferrer. Santa Clara, Villa Clara, 2005.

Recibido: 08/02/2019 Aceptado: 29/05/2019 Publicado: Mayo de 2019


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