Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


ISLAS CANARIAS: UN PUENTE PARA EL ENCUENTRO CULTURAL ENTRE DOS MUNDOS

Autores e infomación del artículo

Virgen María Reyes Fernández *

Elvis Hugo Pupo Mesa **

Osmany Hernández Basulto***

Universidad de Holguín, Cuba.

Email: ohdez@uho.edu.cu


RESUMEN
El encuentro cultural entre dos mundo Las islas Canarias y Cuba, constituyen un punto de partida en la historia moderna  del Llamado Nuevo Mundo. Su posición geográfica, el clima,  su situación social en la época del descubrimiento, la escasa fertilidad de sus suelos, su dependencia como colonia de una misma metrópoli han permitido que entre  estas dos regiones se haya establecido una relación que ha perdurado en el tiempo, y que ha favorecido un espacio de retroalimentación a través de la cultura como vehículo de forja de una identidad.

ABSTRACT

The cultural encounter between two worlds: The Canary Islands and Cuba, constitute a starting point in the modern history for the so-called New World. Their geographical position, the climate, their social situation at the time of the discovery, the low fertility of their soils, their dependence as a colony of the same metropolis has allowed that between these two regions a relationship has been established that has lasted over time, and that has favored a space of feedback through culture as a vehicle for forging an identity.

Palabras claves
Cultura, Islas Canarias, intercambio cultural

Keywords

Culture, Canary Islands, cultural exchange

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Virgen María Reyes Fernández, Elvis Hugo Pupo Mesa y Osmany Hernández Basulto (2019): “Islas Canarias: un puente para el encuentro cultural entre dos mundos”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (marzo 2019). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2019/03/islas-canarias-encuentro.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1903islas-canarias-encuentro


INTRODUCCIÓN:
Las islas Canarias constituyen un punto de partida en la historia moderna  del Llamado Nuevo Mundo. Su posición geográfica, el clima,  su situación social en la época del descubrimiento, la escasa fertilidad de sus suelos, su dependencia como colonia de una misma metrópoli han permitido que entre  estas dos regiones se haya establecido una relación que ha perdurado en el tiempo, y que ha favorecido un espacio de retroalimentación a través de la cultura como vehículo de forja de una identidad.
Numerosos han sido los investigadores que han incursionado en esta temática, pero esos estudios, en su mayoría se han realizado de manera parcelada, dada la complejidad del proceso que se investiga Este artículo  tiene como propósito realizar un estudio integrador  que permita apreciar la multilateralidad del fenómeno, desde diferentes facetas  de la cultura.

DESARROLLO:
Las Islas Canarias ocupan un papel protagónico en el descubrimiento y colonización de América,  a partir del primer viaje de Cristóbal Colón que había partido del puerto Palos de la Frontera (actualmente en Huelva, España) el 3 de agosto de 1492.Hasta el 6 de septiembre  permaneció en ellas, su primera escala se hizo, en parte para cumplir lo pactado con el  monarca portugués, y arreglar el timón de La Pinta.
En el segundo viaje, planteado ya como una expedición de asentamiento, las 17 naves hacen escala en la isla Gomera. Allí se aprovisionaron,   fundamentalmente de ganado: becerros, cabras, ovejas, leña, gallinas, cerdos  y algunas pepitas y simientes de frutas que serían la génesis de los ganados y cultivos americanos. La emigración canaria comienza casi con el descubrimiento. Desde 1516, familias canarias se dirigieron a poblar la isla Española, en ese momento introducen en América frutos aclimatados como el ñame.
Este intercambio no sólo beneficia al continente americano, sino que es bilateral. La papa, llegada desde América, se aclimatará rápidamente y se conocen desde los inicios del proceso de colonización  exportaciones hacia Europa. En una fecha tan temprana como 1567 ya eran enviadas a Flandes. En unión del millo transformará la agricultura isleña convirtiéndose en la alimentación por excelencia de las clases bajas de la sociedad.
Hacia mediados del siglo XVI fue fundada Montecristo, en las fronteras con Haití con 30 vecinos isleños, hacia 1558 llegan familias procedentes de Gomera, aproximadamente en 1682, Tenerife aportó más de 60 familias a la jurisdicción de Santiago de Cuba. También se suman familias canarias a Campeche, Cumaná, Puerto Rico, Venezuela y Colombia.
Durante el siglo XVIII la corriente incrementa  su flujo hacia el continente: Texas, Guatemala y La Luisiana se nutren de sangre canaria  e influyen en su posterior desarrollo..
Los isleños  fundaron Escambia (1774)  Galsvestown (1779), Tierra del Buey (1778) y Valenzuela, (1778), lo que demuestra la práctica canaria de asentarse cerca de los ríos y meandros, así lo hacen en las riberas del Mississippi, donde se cultiva el tabaco, de la misma forma en que lo hicieron en la cuenca del Cauto, en Cuba.
Desde Pensacola y Nueva Orleans, algunos pobladores isleños  regresaron a Cuba para fundar ciudades como Cienfuegos y San Carlos de Nuevitas, alrededor del año 1791.
La irrupción del cacao como producto de exportación y la pacificación y el control de Los Llanos favorecen la instalación definitiva de familias canarias en la región central de Venezuela. En la Caracas y La Guaira de fines del siglo XVII comienza a establecerse una importante colonia. Se calcula que representan entonces más del 90% de los casamientos de inmigrantes blancos y el 16% del total, número que es mucho mayor si se tiene en cuenta que la gran mayoría se casaron y tuvieron hijos antes de emigrar.
La agricultura de subsistencia y la ganadería los lleva a fundar pueblos en los altos del Valle de Caracas como Los Teques, Macarao, San Antonio de los Altos o La Vega. Frutales como el membrillero o el duraznero y cultivos como el maíz o la yuca, originarios de América se cultivan en todo el Nuevo Mundo.
Extienden el culto de la Candelaria en todos los rincones. Pero no sólo contribuyen a la agricultura, constituyen la mayor parte de los pulperos o mercaderes. Su presencia se encuentra desde la cúspide con gobernadores como Ponte y Hoyo o Bethencourt y Castro hasta artesanos mulatos y esclavos, de servicio o de plantación. Hasta en las bellas artes se puede hablar de una auténtica escuela canaria que pone su sello en la escultura, la pintura o la fundición.
Los canarios fueron protagonistas de la Sublevación de los Vegueros que duró desde 1717 hasta  1723 y que terminó con el ahorcamiento de sus principales líderes en el patíbulo erigido en Jesús del Monte, pueblo canario ubicado en las cercanías de La Habana.
En la historiografía de la música cubana, sus más representativos exponentes, incluyendo a Carpentier y  Fernando Ortiz, habían  obviado el estudio de las influencias canarias en la música cubana, según Alpidio Alonso  el honor del estudio y divulgación de esta importante porción de nuestra cultura corresponde a Natalio Galán (Cuba1917-Nueva Orleans1984)  en su indispensable investigación “Cuba y sus sones”, con prólogo de la autoría de Guillermo Cabrera Infante. 
En cuanto a la presencia de El Canario en Cuba, la información que aporta Natalio Galán, según Alpidio Alonso parece  fidedigna y trascendente y lo sustenta a partir del siguiente párrafo: "El zapateo llegó a constituir la parte instrumental bailable, contrastada con la vocal del punto. Ya el Canario del siglo XVII español era baile antiguo que se ejecutaba en compás ternario con su zapateado, teniendo otros equivalentes en Italia y Francia". Sin embargo el autor deja clara la ascendencia del baile cuando dice que "para los españoles (el Canario) había llegado de las islas Canarias, fuente que en Cuba también debió preponderar”. Alonso considera  también  que la canariedad ha ejercido su influencia en los efectos del baile sobre quien lo ejecuta.
En este estudio  se valora que las islas Canarias participaron activamente en el “melos” del punto cubano, hoy patrimonio cultural de la humanidad,   en él se valora también su papel como puente cultural para la llegada de la décima, que, en  su oceánico viaje rumbo a América  no pasó de largo por Canarias.
Los canarios y cubanos consideran que obtuvo su condición de canto popular en las islas y que fue desde allí, desde donde pasó al continente americano. Una vez en él lo inundó todo, sirvió tanto para el canto colectivo como para el soliloquio y sus funciones se diversificaron de tal manera que no quedó elemento de la vida cotidiana de los pueblos latinoamericanos que no hallase en la décima mejor modo de expresión, así se encuentra, tanto  en las pulperías argentinas, en la voz de los payadores, como en la iglesia, en la plaza pública, en los hogares, en las festividades y en los velorios y se tomó como molde estrófico tanto para expresar  el amor como para quejarse por el desamor.
Hoy el Punto cubano, llegado desde  Canarias y enriquecido con otros ingredientes, forma parte del Patrimonio  cultural inmaterial de la Humanidad.
La décima es una de las formas estróficas de mayor arraigo y amplia distribución en toda Latinoamérica, especialmente significativa en la poesía popular y rural. Para la literatura cubana, es algo más que una estrofa literaria, constituye, sin dudas, un signo de identidad. Hay modos expresivos del arte y la literatura que conforman el gesto de una nación, la peculiaridad de su voz, la manera en que sus habitantes construyen su historia.
Junto a la música, y casi siempre asociada con ella, la décima ocupa un lugar de privilegio en la cultura cubana. Esta estrofa ha sido, desde los orígenes de la nación, el modo de expresión literaria preferido por los poetas populares y el único usado por los improvisadores. Quizá sea en el dominio de lo popular y, de preferencia en la tradición campesina de origen hispánico, donde la significación de la décima sea mayor.
La Espinela es una presencia viva en la obra escrita de los mejores poetas cubanos de todos los tiempos; es una de las formas de versificación que han usado con frecuencia los trovadores y compositores musicales y está inmortalizada en sones, boleros, guajiras y en las más diversas formas de la cancionística cubana, sin excluir las modalidades del complejo de la rumba.
Pero si esto no fuera suficiente para considerarla un signo de la identidad cultural, es necesario recordar que, para el cubano común, la décima constituye su principal recurso poético cuando siente la necesidad de expresar cualquier sentimiento. Y es que esta estrofa, llegada a las costas en la voz y la memoria de los colonizadores, parece haber sido hecha a la medida. Su naturaleza musical, esa flexibilidad que le permite dar cabida a una muy diversa gama de sensaciones y sentimientos, esa curiosa adaptación que la hace siempre contemporánea, y su carácter de reto permanente al ingenio y la capacidad creadora, pueden ser, sino la única, la mejor explicación.
En sus relatos sobre los poetas de la guerra Martí informa de algunos decimistas campesinos que, con su sabiduría popular, cantaban por los campos de Cuba y sobre todo sabían morir bien por ella.
En la forma de hablar, en gustos y en estilo de vida, el canario tiene cierta semejanza con el sudamericano. Desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, Canarias fue la «estación‑puente» entre los dos continentes.
De Canarias salieron hombres para poblar las nuevas tierras, unas veces, voluntariamente, y otras, a la fuerza. Desde los primeros años del siglo XVI disfrutaron las islas de licencia para comerciar con América. A partir de 1678 se pone la condición de que un determinado número de familias canarias tuvieran que ir a poblar el Nuevo Mundo. Hoy día, por ejemplo,  supervive al Sur de Nueva Orleans, en el territorio de Luisiana (U.S.A.) una colonia de «isleños» emigrados en 1778, conservando la lengua y el folklore canario.
En Argentina  los investigadores solo han encontrado rastros de la inmigración canaria en un contingente de 250 familias, invitado por el Presidente Rivadavia, alrededor de 1829 que llegó al país ya durante la dictadura de Rosas y fueron repartidas entre las familias cercanas a este, como quinteros. Algunos escaparon y actualmente  se desconoce su paradero.
En América el inmigrante canario se relaciona directamente con la cultura campesina .En el Uruguay, a la gente de campo se la conoce con el nombre de “Canarios”, aunque fueron un componente esencial en la fundación de Montevideo. 
En el caso de Cuba, los canarios generaron la fundación  de la mayor parte de los poblados de origen agrario en las provincias  de La Habana, Pinar del Río y algunos en  Oriente. También lograron  ascender hasta formar parte de la clase media en las grandes ciudades, principalmente en la capital.
Fueron los canarios los encargados de la introducción de la caña de azúcar, fueron sus primeros técnicos y el primer ingenio fundado en la isla fue el de Catalina Hernández, mujer canaria y lo fundó  en  el último quinquenio del siglo XVI (las primeras mujeres blancas que llegaron a Cuba eran  de esta nacionalidad).
La introducción de este cultivo trajo para las Islas Canarias un gran daño: la competencia creada en América  acabó con él  en esas latitudes, lo que provocó la despoblación, al extremo de que los alcaldes en 1524, solicitaron al rey la prohibición de la salida de sus pobladores hacia el continente recién descubierto, no obstante, la corona  favoreció la emigración hacia Cuba, Puerto Rico Santo Domingo, Venezuela, Colombia, Campeche, la Florida, y más tarde la Luisiana y Montevideo.
Según “El Heraldo de Canarias”  hacia 1827 hay alrededor de 850 000 canarios en la isla de Cuba, en 1848, de ellos solo quedaban alrededor de 85 000.
En el bienio 1913-1914 Cuba acogía entre el 84,9 %  y el 87,3% de los emigrantes salidos por el puerto de Las Palmas, entre el 87 y el 87,2 % de los que parten de Tenerife y entre el 99,2 y el 99,9%  de los que embarcan en Santa Cruz de La Palma. De los 4677 pasajeros considerados como emigrantes que parten en 1914 de Canarias, un 40,5%  lo hacen del puerto de Tenerife, un 31,6% de Las Palmas y un 27,9 de La Palma. Para 1915 la cifra se elevaba a 6713 pasajeros, pero los porcentajes habían variado: un 38,4 % tienen como punto de embarque Tenerife, un 44%   Las Palmas y un 17,6%   La Palma.
En el fondo “Archivo de la comisión Revisora y Liquidadora de los Haberes del Ejército Libertador de Cuba (1902-1903), aparecen los expedientes de 542 canarios que participaron en la guerra cubana y  que fueron reconocidos como combatientes de este ejército  y que constituyen  alrededor del 70%    de los españoles que combatieron en sus filas, aunque en su mayoría fueron soldados, cuatro, según varios historiadores y seis, según otros, llegaron a obtener el grado de General, uno de ellos, natural de Tenerife Manuel Suárez Delgado, combatiente desde la Guerra de los Diez años, alcanzó el grado de Mayor General, con los que fue licenciado. También conquistaron estas  estrellas, el gran canario Jacinto Hernández Valle, Mateo Vega Alemán y Julián Santana. Sería interesante la realización de un estudio sobre la participación de los canarios en los procesos de liberación de otros países del área   geográfica.   
Refiriéndose a los canarios que participaron en la guerra del 68 expresó Martí expresó:
“Una revolución que se hace contra la codicia e incapacidad de España, contra el dominio de las castas y el provecho legítimo  de pocos, tenía que contar con la magnífica contribución de los canarios humildes y luchadores  que son la mayoría” y continúa afirmando: “ni es raro que el hijo de las canarias, mal gobernado por el español, ame y procure  en las colonias de España la independencia”  y que “oprimidos  como nosotros, los isleños nos aman” 
El único texto que Martí  dedicó en su totalidad a Canarias fue publicado en Patria, el 27 de agosto de 1892 en vísperas de su encuentro con un amigo isleño que había conocido en los días del presidio político: el canario Joaquín Montesinos al que consideraba “cubano” porque se había incorporado a la independencia de Cuba.
En él expresa: Ni es raro que el hijo de Canarias, mal gobernado por el español, ame y procure en las colonias de España la independencia que por razón de cercanía, variedad de orígenes, y falta de fin bastante, no intenta en sus islas propias. Míseras viven, sin el regalo y alegría con que pudieran, las poéticas Canarias; y no cría bajo español aquella volcánica naturaleza más que campesinos que no tienen donde emplear su fuerza y honradez, y un melancólico señorío, que prefiere las mansas costumbres de su terruño a la mendicidad y zozobras de la ingrata corte. ¿Qué ha de hacer, cuando ve mundo libre, un isleño que padece del dolor de hombre, que no tiene en su tierra nativa donde alzar la cabeza, ni donde tender los brazos?
Y continúa afirmando: Del bien raíz suele enamorarse el hombre que ha nacido en la angustia del pan, y cultivó desde niño con sus manos la mazorca que le había de entretener el hambre robusta; por lo que ha salido el isleño común, mientras no se le despierta su propia idea confusa de libertad, atacar, más que auxiliar, a los hijos de América, en quienes el gobernante astuto les pintaba el enemigo de su bien raíz.
Pero no hay valla al valor del isleño, ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona o en las de los que ama, maltratada la justicia o que ama sordamente, o cuando le llena de cólera noble la quietud de sus paisanos. ¿Quién que peleó en Cuba, dondequiera que pelease, no recuerda a un héroe isleño? ¿Quién, de paso por las islas, no ha oído con tristeza la confesión de aquella juventud melancólica? Oprimidos como nosotros, los isleños nos aman. Nosotros, agradecidos, los amamos. Pronto va a tener Montesinos la ocasión suspirada de servir a Cuba”.
En las ciudades cubanas, incluso en las fundadas después de la colonización se aprecia, como en Canarias, la terraza ortogonal, de forma algo irregular, con manzanas alargadas que sigue la costa o la pendiente natural. Trinidad, por ejemplo, tiene esta distribución, aunque posteriormente trazaron calles transversales  con fines militares. Esto también sucede en Baracoa, la primera villa, lo que demuestra la influencia canaria en Cuba desde los primeros momentos de la colonización.  
En  la provincia de Holguín y muy especialmente en Gibara se aprecia la influencia de arquitectura de las islas, en Tenerife o en  La Palma, fundamentalmente en costas y  las alturas en las que las viviendas se organizan en pendiente, pero siguiendo  una línea que aprovecha las desigualdades  del terreno.
Josefa Dorta, catedrática de la Universidad de La Laguna, en su artículo “El español de Canarias ha sido un puente con Hispanoamérica” realiza la siguiente reflexión:
Normalmente, cuando se habla de comparar idiomas y variedades se piensa más en el vocabulario o léxico. ¿Por qué es importante el estudio de la entonación o prosodia? Y a continuación añade: “Normalmente, ¿qué es lo primero que se distingue al salir fuera y hablar con extranjeros? La música del idioma, cómo suena. A la gente de Canarias, cuando vamos a la Península, nos dicen con mucha frecuencia “es que vosotros tenéis una musicalidad especial”. Esa música es la entonación, la melodía del habla. Por eso, cuando tú oyes hablar a un canario y a un cubano percibes que, pese a las diferencias de vocabulario, hay más parecido que con un español de Madrid.”
Continúa afirmando la autora: “Tradicionalmente, el español que se habla en Canarias ha sido un puente entre el de la Península y el de Hispanoamérica, lo que explica buena parte de su interés. Pero empezamos concretamente con Cuba y Venezuela porque históricamente son las dos variedades más cercanas al canario. No hay que olvidar que estos dos países han sido históricamente los dos destinos principales de emigración desde las islas. Esto ha hecho que se escriban cientos de libros y artículos los intercambios históricos o culturales entre estas tres zonas, pero nada sobre la entonación. Por tanto, existía un vacío que teníamos que llenar.” 
 Ante la pregunta: ¿Cuáles fueron los principales hallazgos? Responde:
“El principal punto en común es el llamado patrón final circunflejo en las interrogativas. En el castellano peninsular, cuando preguntas “¿vas al cine?” terminas con un ascenso en la entonación. Sin embargo, en las variedades canaria, venezolana y cubana, al final hay primero una subida y luego una bajada. Este patrón tonal descendente, sin el ascenso previo, también se da en las oraciones enunciativas, pero esto es algo prácticamente común a todas las variantes del español.”
La conquista de Canarias por parte de la corona de Castilla hace que se implante el castellano en nuestras tierras en el siglo XV y principios del XVI. Las islas son luego una puerta de entrada al Atlántico, por lo que se convirtieron en un camino hacia las Indias. De ahí las relaciones y semejanzas entre el español de Canarias y el de América. Pero este proceso no ha sido unidireccional, sino que las emigraciones posteriores han hecho que también los españoles adopten  muchos rasgos del español que se habla en América. Es decir, ha habido un enriquecimiento mutuo.

En cuanto a Literatura  es importante destacar la relación de  ambas orillas  no solo relacionada con la décima, sino la presencia de otras formas expresivas. La primera obra literaria cubana, Espejo de Paciencia  fue concebida por un canario: Silvestre de Balboa que impregnó en su poema épico la incipiente cubanía, insertada en la universalidad traída desde Europa. Cirilo Villaverde envió desde Nueva York un ejemplar de la novela Cecilia Valdés a Benito Pérez Galdós y el escritor canario expresó su respeto y admiración por ella, aunque manifestó  sus discrepancias políticas y su sorpresa ante la realidad de que un cubano fuera capaz de escribir una novela de tal magnitud.
La Dra. María Caridad  Pacheco González  en su artículo “Visión Martiana de Benito Pérez Galdós”  argumenta que Martí solo se refiere a cuatro de las novelas de este autor: Marianela, Gloria, La de Bringas y El Amigo Mansos. No obstante conocer acerca del estilo del notable literato canario y reconocer los valores éticos que encierran sus escritos, censura su limitada y conservadora visión acerca del sistema colonial, así como sus juicios peyorativos sobre el más importante novelista cubano decimonónico, Cirilo Villaverde, y su novela cumbre, Cecilia Valdés.
En el texto titulado “Prosa de Próceres” de fecha no precisada, aunque se supone que proceden de la década del 80 del siglo XIX  hace comentarios del uso de la lengua española, se refiere al español de Galdós como “agua clara que parece correr entre guijas”
En el texto “España”, publicado aproximadamente en esta misma década afirma:
“ [...] Ese castellano que habla Pereda en casi todos sus libros, un castellano redondo, sano y dorado: no como esa otra lengua de Pérez Galdós, muy sabia y concisa; pero que denuncia haber estado mucho tiempo en los batanes. Muy escarmenada: relamida se diría en pintura. Por mucho quererlo ser no es bastante plástica.”

CONCLUSIONES
La historiografía no resulta un espacio suficiente para abarcar la entrañable relación entre dos pueblos  unidos desde  la conquista y colonización  de América que coincidió con el inicio de la Modernidad,   han llegado al concierto de los pueblos civilizados   en condición de colonias  y se nutrieron de la cultura española, desde la perspectiva de las diferentes regiones que participan en este proceso.
El caso de las Islas Canarias constituye una excepción ya que no vienen a América, en la mayoría de los casos como soldados, y por tanto no portan el espíritu conquistador  propio de esta empresa, sino que  piensan y sienten como oprimidos, lo que le otorga a su presencia en Cuba un carácter civilizatorio y solidario que tipifica a esta relación, que trasciende a todos los ámbitos de la identidad cultural latinoamericana y que llega a nuestros días como puente cultural entre ambos pueblos. 

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17/03/17

www.epoca2.lajiribilla.cu/autor/alpidio-alonso
*Prof. Asistente Universidad de Holguín
** Prof Asistente Universidad de Holguín
*** Prof. Auxiliar Universidad de Holguín Gmail: ohdez@uho.edu.cu

Recibido: 26/11/2018 Aceptado: 19/03/2019 Publicado: Marzo de 2019


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