Iraida González Smith*
Ofelia Ramona Pérez Sosa**
Judith Piñeda Aguilar***
Universidad de Las Tunas. Cuba
iraidags@ult.educ.cu
RESUMEN 
  El trabajo apunta hacia un tema referido a la  preparación de la familia en función de potenciar el desarrollo de la  autoestima en la formación de la personalidad de sus hijos/as. Se ofrecen  fundamentos teóricos relacionados con el desarrollo de la autoestima en sentido  general y desde el contexto familiar como la tarea más importante que tienen en  la vida los padres y madres es la educación de sus hijos e hijas los que a su  vez serán los educadores de sus descendientes, destacando el papel de la  familia como mediadora entre la estructura social e individual, resultando indispensable  la autoestima como sentimiento hacia uno mismo que determina la aceptación o  rechazo que una persona siente hacia sus cualidades características y  habilidades personales.
  Palabras  claves: personalidad, desarrollo, autoestima, influencia, familia
  ABSTRACT
  The work points  to a theme once the preparation was referred of the family in terms of  increasing the power of the development of the self-esteem in the formation of  the personality of its first class children, They offer theoretic foundations  related with the development of the self-esteem in general sense and from the  family context like the more important task that parentless have in my whole  life it is his children's education and junior the ones that in turn will be  his descendants 's educators, highlighting the paper of the family like  mediator between the corporate structure and place mat, indispensable clause  the self-esteem like sentiment toward oneself that you determine the approval  or rejection that a person feels toward his characteristic attributes and  personal abilities.
  Keywords: Personality, development,  self-esteem, influence, family
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Iraida González Smith, Ofelia Ramona Pérez Sosa y Judith Piñeda Aguilar   (2018): “La familia en la potenciación de la autoestima en los hijos e hijas”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (noviembre 2018). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/11/familia-autoestima-hijos.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1811familia-autoestima-hijos
INTRODUCCIÓN
La educación es tarea de todos y si ello constituye  un deber de cada maestro, lo es aún más para la familia. Es preciso que todos sus  miembros tengan una buena preparación para que esta pueda influir de manera  adecuada en los hijos.
Por ello los padres y las madres constituyen  los primeros e insustituibles maestros que con amor y ternura deben acompañar a  sus hijos(as) en el proceso de desarrollo humano, independientemente del nivel  cultural y ocupacional que tengan. Tales obligaciones aparecen recogidas y  reguladas en documentos de la mayoría de los países.
La familia es célula primaria y vital, a través  de ella se asegura la reproducción de la población. Posee cierto estatus  jurídico, situación material, normas de conciencia social que la regula, pero  para sus miembros es en primer lugar, el grupo humano en el cual viven, donde  se manifiestan importantes motivaciones psicológicas y dada su función  educativa es insustituible por constituir la institución natural que inicia,  acompaña y sucede a la educación escolarizada.
La familia y los centros educativos son las dos  instituciones más importantes con que cuenta la civilización humana para  satisfacer sus necesidades de educación así como la adquisición y transmisión  de todo legado histórico cultural de la humanidad. 
Para lograr el desarrollo integral del hombre con  un alto grado de adecuación en correspondencia con las circunstancias  históricas-sociales a partir de su autoconocimiento, sentido de  autoperfeccionamiento humano, incremento del aprendizaje, sentido de la vida,  autodeterminación y la autoaceptación hay que elevar el nivel de autoestima desde  edades tempranas en niños, adolescentes y jóvenes.
DESARROLLO
En el estudio de las principales causas que afectan  la autoestima se constatan insuficiencias en la función educativa de la familia  dado a que existen padres y madres que humillan, desprecian y se quejan  constantemente de sus hijos, todo lo ven como un gran sacrificio, se burlan o  se ríen de ellos cuando estos piden ayuda, lo que trae consigo que sus hijos e  hijas  sientan dolor, se sientan indefensos,  expresen miedo, busquen compañía y protección, sientan vergüenza, entre otras  manifestaciones.
Esto implica insuficiencia en el proceso de  educación familiar, aunque no siempre los padres y madres lo hacen  intencionalmente, en muchas ocasiones actúan sobre la base de los propios  patrones que recibieron de sus padres sin plena conciencia del daño que  ocasionan en la formación de sus hijos e hijas.
El proceso de intercambio con los demás se  realiza en un contexto social e histórico determinado. Los canales de  socialización de mayor influencia son en primer lugar la familia, luego las  instituciones educativas (escuela), los grupos de amigos, los medios de  comunicación, la legislación y la religión entre otros.
Hablar de la familia es ante todo reconocerla  como la institución que a través del tiempo no ha sido siempre igual. Las  constantes transformaciones que en ella se experimentan están relacionadas con  el régimen social existente en cada época.   De ahí que en cada época histórica concreta la configuración de la  familia asume características específicas. 
En su obra “El origen de la familia, la  propiedad privada y el Estado”, Engels demostró que la familia es una categoría  histórica y cambia de acuerdo a las transformaciones sociales en cuyo contexto  hay que estudiarla y comprenderla. (Engels F, 1974: 78)
Para él “la familia es un elemento activo,  nunca permanece estacionada, sino que pasa de una forma inferior a una forma  superior a medida que la sociedad evoluciona de un grado más bajo a otro más alto”.  (Engels F, 1974: 56)
Estos referentes, son sustento que permiten  estudiar la familia como elemento que interactúa dinámicamente con la  estructura social, las relaciones de producción y las leyes de cada formación  socioeconómica.
La familia como institución ha sido tema de  interés de varios especialistas sociólogos, psicólogos, antropólogos,  demógrafos, pedagogos entre otros, ven la necesidad de abordar el estudio de la  misma con una visión más integral, ofrecen una mayor contribución en tal  sentido la Sociología y la Psicología.
La Dra. Patricia Ares, al definir familia tiene  en cuenta tres criterios;
--el relativo al vínculo consanguíneo
--el relativo al vínculo cohabitacional
--el relativo al vínculo afectivo
Por lo que refiere, “que es un grupo de dos o  más personas con vínculos consanguíneo o no, que cohabitan bajo un mismo techo,  con relaciones afectivas estables y comparten un presupuesto común”. (Ares. P,  1990: 84).
Desde la óptica de la temática que se trata, se  asume la definición dada por González Soca , Ana María 2002: 15)  que plantea, familia es una célula social  básica que como núcleo primario ofrece al educando las primeras relaciones  afectivas y modelos de comportamientos positivos o negativos. Razón esta que  exige la intervención de las instituciones educativas, en particular la  escuela, con métodos, técnicas e instrumentos que viabilicen la acción  educativa y formadora del sistema familiar para contribuir a resolver los  problemas.
Entre los problemas que se han estudiado con  más atención están los de comunicación, que generan también dificultades en la  convivencia familiar; la transmisión y modificación de valores en la familia;  la ocasional falta de claridad de sus funciones;  de los roles de hombre-mujer y madre-padre;  las diferencias en los métodos de crianza o métodos educativos de la familia,  no acordes con la etapa de desarrollo de los hijos, el inadecuado ejemplo  personal de los padres como modelo para sus hijos, en muchos casos inferido por  la sobrecarga de la mujer y la poca participación del hombre y los hijos en las  tareas domésticas; la desvinculación y la falta de atención y educación a los  hijos por el padre posterior al divorcio, constituyen entre otros, terreno de  investigación en los que existen resultados interesantes.
El marco familiar es eslabón de una cadena de  posteriores relaciones humanas que tiene la absoluta y la privilegiada situación  de ser la base de todo lo demás. La influencia de la figura de apego, la  imitación o identificación con los progenitores y la disciplina parental son  insustituibles para aprender pautas de conductas.
No hay dudas de que la familia es el ámbito  privilegiado para hacer crecer las potencialidades personales y sociales que  tiene el hombre y la mujer dentro de sí. Resulta imposible sustituirla como  institución social educativa y afectiva; ella funciona como un marco de  referencia de la sociedad, como portadora de la ideología, de normas,  costumbres y su influencia está estructurada sobre una base marcadamente  emocional, es por ello que la familia requiere de una adecuada preparación para  la educación de sus hijos.
En la educación familiar todo y todos educan,  tiene un significado para cada miembro que influye en la personalidad de todos,  fundamentalmente de los más pequeños. En la familia se debe propiciar un clima  de seguridad y confianza, sobre la base de una comunicación que se caracterice  por ser abierta, franca, precisa, directa, sincera.
Estudios realizados sobre los patrones  educativos internos de la familia destacan el papel de las madres, se  manifiesta en ellas un mayor grado de actividad y relación afectiva con los  hijos e hijas, mayor interés por los problemas escolares y en consecuencia una  mejor disposición de los hijos e hijas hacia las madres en aspectos esenciales  como la confianza, el cariño, las muestras de afecto, entre otros.
Padres y madres deben contribuir a la formación  de una personalidad que pueda auto determinarse a partir de su conocimiento y  valoración de sí mismo y convivir con los demás. De esta forma contribuirá al  logro de una personalidad que pueda conocerse y valorarse a sí mismo y a los  demás, autocontrolarse, autodirigirse, tener una jerarquía de orientación de  valores que le den sentido a su vida y les permita afrontarla de modo positivo,  creativo y comunicarse asertivamente.
El ambiente familiar debe ser conocido y  aceptado por el maestro si quiere ayudar a los niños(as), teniendo en cuenta  que todos tienen las mismas necesidades básicas de amor y seguridad, el derecho  a ser una persona de valor, a tener oportunidades de triunfar, estar  conscientes de los distintos ritmos de desarrollo de cada niño(a) y adolescente,  para que los mismos se sientan cómodos con ellos mismos y su capacidad de  desarrollo.
Es importante estimular los logros en su justa  medida, atendiendo tanto al resultado como los esfuerzos. No basta sentir y  declarar afecto, es preciso demostrar amor, hacerlo sentir. Una persona que se  siente querida es mucho más segura, y por ende, más útil a los demás y a sí. La  persona continuamente censurada tenderá a sentirse insegura y desarrollará un  pobre concepto de sí y sus posibilidades como parte de la autoestima
La autoestima, matiza en gran medida toda la  actuación del ser humano, etimológicamente Auto prefijo que significa “a sí  mismo o “para sí mismo, mientras que estima se refiere al valor y afecto que se  deposite en una persona o cosa.
   La autoestima, como vivencia psíquica, es tan  antigua como el ser humano, pero su estudio comienza en los primeros años del  siglo XIX con los trabajos realizados por James y publicados en “Los Principios  de la Psicología”,  donde reflexiona sobre el yo global, conocedor y conocido.
   Los estudios psicológicos concentrados  mayormente en el inconsciente o la conducta, favorecieron el olvido de lo  relacionado con la autoestima o el concepto de sí mismo hasta que a mediados de  nuestro siglo, con el advenimiento de la Psicología   Fenomenológica y la Psicoterapia   Humanista, adquiere importancia el abordar la satisfacción  personal y el tratamiento psicoterapéutico cuando fuere necesario. 
   Para Carl Rogers, pensador cumbre de la Psicología Humanista,  la raíz de los problemas que causan sufrimiento a muchas personas, radica,  precisamente, en que se consideran seres sin valor e indignos de ser amados.
   Numerosas definiciones, precisan el término  “concepto de sí mismo”, conjunto de actitudes del individuo hacia sí mismo,  percepción evaluativa de uno mismo, estos y otros señalan como centro el amor y  la aceptación hacia nuestra persona.
   El ser humano se percibe y  juzga a nivel sensorial su cuerpo, evolución,  pensamientos y emociones de su subjetividad, así como sus relaciones  existenciales, su sentido de la vida o trascendencia. Estas consideraciones  hacia sí mismos, hacia su manera de ser y comportarse su cuerpo y su carácter,  sin dudas, es esencial para los sentimientos de frustración o bienestar.
   También está presente la posibilidad de  conocerse a sí mismo con nuestras virtudes y defectos, en su justa medida. Esto  permite a cada cual aceptar sus dificultades, errores, fracasos, así como  superar prejuicios, actitudes y otros problemas que minimizan la realización  individual, se acepta con todo su valor, por lo que es persona.
   José Vicent Benet, en su libro “Sé amigo de ti  mismo” comenta que lo opuesto a la autoestima no es la heteroestima o estima de  los otros, sino la desestima propia. Las personas que se desestiman y  malquieren, limitan también su posibilidad de entrega. No se puede dar lo que  no tenemos y para dar amor a los otros se debe tener amor a sí mismo. 
   El concepto de autoestima ha traspasado con  frecuencia el ámbito exclusivamente científico, ha llegado a ser evidente para  numerosos investigadores, en detrimento de una búsqueda de definiciones  consensuales.
   Pese a esto, muchos autores coinciden en  afirmar que la autoestima adquiere relevancia en la vida del ser humano, ya que  es un factor clave en el desarrollo de un buen ajuste emocional, cognitivo y  práctico, configurándose en la actualidad como un área importante para el  desarrollo de la persona.
   Nathaniel Branden, 1997)  en su libro “El poder de la autoestima. Cómo  potenciar este importante recurso psicológico” plantea que la autoestima es una  poderosa fuerza dentro de cada uno de nosotros. La autoestima es la experiencia  de ser aptos para la vida y para las necesidades de la vida. Más  específicamente consiste en:
   -Confianza en nuestra capacidad de pensar y  afrontar los desafíos básicos de la vida.
   -Confianza en nuestro derecho a ser felices, el  sentimiento de ser dignos, de merecer, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades  y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.
   El ser humano no puede esperar realizarse en  todo su potencial sin una sana autoestima. Yagosesky, Renny 1998)  en su libro “Autoestima en palabras sencillas”  define desde el punto de vista psicológico a la autoestima como el resultado  del proceso de valoración profunda, íntima y personal que cada quien hace de sí  mismo en todo momento esté o no consciente de ello. Este resultado es  observable, se relaciona con el sentido de valía, capacidad y merecimientos, y  es a la vez la causa de todos los comportamientos.
   El Doctor Torruella Gustavo, en su artículo  “La autoestima, clave del éxito personal se refiere a que quizás el aspecto más  importante de la personalidad de cada uno de nosotros es el concepto de valoración  que tenemos de nosotros mismos. Señala también que la autoestima es la base de  todo crecimiento y desarrollo personal, es el coraje de ser uno mismo y de  confiar en los propios recursos.
   Según  Zaldívar Pérez Dionisio ,2000), la autoestima es la valoración  que tenemos de nosotros mismos, pensamientos y experiencias que hemos ido  acumulando en el transcurso de nuestras vidas.
   Yánez Lucia, 2002)  plantea que la autoestima es lo que pensamos de nosotros mismos, la forma en  que nos evaluamos y aceptamos y los sentimientos que experimentamos al  respecto, el modo en que nos comportamos en relación con nosotros mismos como  resultado de todo ello.
   El Fondo de Población de las Naciones Unidas  (UNFPA) y el Ministerio de Educación en Cuba, en Educación y Sexualidad ,2003)  definen  la autoestima como “el  sentimiento que resulta de la valoración que el sujeto hace de sí, es decir en qué  medida está satisfecho o no con la imagen que tiene de sí mismo”
   Por tanto es obvia la interconexión entre la  autovaloración y la autoestima. Poseer una autovaloración adecuada y una  autoestima favorable prepara y facilita las relaciones con los demás y es un  recurso para establecer relaciones humanas satisfactorias. 
   Cuando se analiza este tema se puede observar  que se expresan diversas opiniones acerca de su concepto y de los elementos que  la componen, la más generalizada es la que se refiere a la autoestima como la  forma en que el individuo se percibe y se siente a sí mismo, considerada como  una manera de expresar que se es consciente de su propia existencia.
   Se puede constatar que en las definiciones  existen elementos comunes, no obstante se  asume la definición que ofrece Zaldívar Pérez,  Dionisio 2000) pues en ella se destaca la necesidad de la construcción de la  autoestima a partir de sentimientos, pensamientos y experiencias acumuladas  durante la vida, destacando el papel fundamental de la familia en este proceso  de formación y desarrollo de la personalidad.
   Las consideraciones hacia sí mismos, hacia la  manera de ser, física y espiritualmente, de comportarse, es sin dudas esencial  para identificar los sentimientos de frustración o bienestar.
  1.1 ¿Qué  componentes integran la autoestima? 
   La autoestima está integrada por componentes  cognoscitivos, afectivos- volitivos y conductuales, esta separación se realiza  a propósito de profundizar en su análisis y comprensión pues en realidad se  manifiestan en estrecha relación dialéctica.
   El componente cognitivo se identifica como  autoconocimiento, autoconcepto y autocomprensión. La autoestima nace del  autoconcepto que una persona tiene de sí mismo y este se forma a partir de los  comentarios y actitudes de las demás personas hacia ella, la manera que la  percibe.
   El autoconocimiento posibilita un conocimiento  de si mismo más objetivo, es decir el conocimiento que tiene de los rasgos de  su personalidad, de lo que quieren, hacen, buscan y desean.
   El componente afectivo-volitivo incluye la  autoevaluación, la autovaloración y la autoaceptación. Significa el proceso de  apreciación, evaluación y valoración del propio individuo y lo que siente al  respecto. El autocontrol, la autorregulación y la autoevaluación constituyen  premisas para que el individuo se desempeñe con mayor independencia en la  solución de tareas y problemas.
   La autoevaluación es la capacidad que tiene el  individuo de valorar las cosas en su justa medida (buenas o malas), a pesar de  la satisfacción o insatisfacción que estas produzcan.
   La autovaloración expresa el autoconocimiento,  las ideas, valoraciones e imagen que el individuo tiene de sí mismo, también  regula la actividad del sujeto de la misma forma que lo orienta.
   La autoaceptación ocurre cuando el individuo se  acepta como tal y como es, se aprecia en su propio valor para poder crecer y  trazarse nuevas metas, mediante estas, el mismo puede variar y perfeccionar lo  que sea susceptible de serlo.
   El componente conductual Incluye la  independencia, autonomía y autodirección, participando en la regulación del  comportamiento en los diferentes contextos donde se actúa. El modo de actuación  permite identificar el nivel de desarrollo de la autoestima.
   Solo la  persona que se ama y se respeta será capaz de poner de manifiesto todas sus  potencialidades en un proceso de autorrealización total.
   Según los criterios Nathaniel Branden (1997) y  Renny Yagosesky (1998), existen diferentes tipos de autoestima, toda persona  tiene autoestima, ya sea, alta, baja, positiva o negativa.
   En el mundo hay personas que tienen un concepto  positivo, es decir, que poseen una alta estimación y buena imagen de sí, que  tienen confianza y fe en sus recursos y capacidades y se sienten competentes  para alcanzar las metas que se proponen, por lo que tienden a triunfar y a  lograr altas metas. Brindan fuerza, entereza, firmeza, tenacidad, en fin, amor  hacia la propia existencia es condición importantísima para llegar a tener una  personalidad resistente al estrés, por el contrario, hay otras personas que  carecen de confianza en sus esfuerzos y capacidades y se sienten incompetentes  para emprender nuevas tareas. En general obtienen pobres logros y pequeñas  metas.
   El desarrollo de la autoestima se logra  vigilando, atendiendo, conociendo, aceptándose, valorándose, confiando en sus  capacidades; relacionándose adecuadamente con el mundo sin sacrificar lo que  son, descubriendo los propósito en la vida, viviendo el presente, desarmando y  construyendo sus mapas del pasado; incorporando alegría a su día a día;  responsabilizándose por todo lo que piensan, sienten y hacen; viviendo  conscientemente; venciendo el falso orgullo que nos impide reconocer los  errores; definiendo reglas y valores efectivos y coherentes; integrándose al  mundo con actitud flexible; abandonando el autoabandono, la comodidad y el  facilismo; descubriendo lo que beneficia y lo que  destruye; dejando de engañarse; poniendo a un  lado la tendencia a compararse, a segregar y destruir.
   Es eso y mucho más lo que se necesita. No se  desarrolla la autoestima por el sólo hecho de querer hacerlo, aunque ese sea el  primer paso; se requiere un compromiso a fondo, honestidad, fuerza y mucha  paciencia.
   La intención de crecimiento en cualquier  persona debe incluir un cambio de percepciones, de estilo comunicativo, de  estado emocional, de actitudes y de hábitos, implica disposición a moverse  hacia un verdadero cambio, con todas las consecuencias que ello suponga.
   Desarrollar la autoestima requiere ante todo  aprender a vivir conscientemente. Descubrir todas las formas como se ha  aprendido a hacerse daño en pensamiento, palabra y obra, y trazar maneras  distintas de actuar que reflejan amor, alegría y compasión.
   Tener una autoestima sana es vivir desde la  confianza en uno mismo, actuar y dejar de posponer, responsabilizarse  totalmente por la propia vida, asumirse como creador o cómplice de lo que  piensa, dice, siente y hace. Responsabilidad es responder ante sí mismo, dejar  atrás el autoengaño, crecer y asumir los riesgos y los costos de cada  determinación. Requiere usar la inteligencia y reflexionar. Ser consciente de  los hechos para decir lo que les gusta y lo que les conviene. Para eso tienen  inteligencia y capacidad de discernir.
   Quien está buscando desarrollar su autoestima  para vivir una vida de calidad aprende a diferenciar Ser de Hacer. El humano es un ser múltiple capaz de logros  incalculables; puede hacer algunas cosas mejores que otras, ya que cada quien  tiene inclinaciones, tendencias y talentos particulares, sin que eso altere su  valor y su esencia como persona.
La familia ocupa un lugar insustituible en la  sociedad en el cumplimiento de su función educativa y como fuente primera de  amor y estabilidad emocional. Los hijos que experimentan así el apoyo y  solidaridad de padres, madres y demás miembros de la familia, a sus esfuerzos y  planes, obtienen un reforzamiento a sus opiniones personales.
   De tal  modo el afecto que los padres expresan al hijo origina en buena medida su  capacidad de amar. La estimulación afectiva es sumamente importante en el  desarrollo de la autoestima del hijo. En la medida que los adultos significativos  aceptan sus cualidades como persona, su valía y su creciente independencia,  harán al adolescente más seguro de sí mismo.
   La influencia que tiene la familia es muy  importante ya que esta es la que enseña los primeros y los más importantes  valores de la personalidad y el nivel de autoestima de la misma. 
   La personalidad no nace con el individuo, sino  que se forma en el proceso de su actividad y comunicación en el medio  socio-histórico en que se desarrolla. Sólo podemos hablar de su existencia cuando  el ser humano  alcanza un nivel de  desarrollo psíquico, que se caracterice por su adecuado autoconocimiento, que  le permita percibirse como un todo único e independiente, así como poseer  opiniones y actitudes propias, exigencias y valoraciones morales que los hacen  relativamente estable a pesar de las influencias del medio. 
   Se aprende desde la infancia a valorarse por  reflejo de las figuras que sirven de modelo que mayormente son los padres.  Estas figuras de apego en las relaciones afectivas ejercen por su  significación, la mayor influencia en otras áreas del desarrollo de la  personalidad y, por ende la formación de la autoestima.
   La autoestima como sentimiento hacia uno mismo  determina la aceptación o rechazo que una persona siente hacia sus cualidades,  características y habilidades personales. La  autoestima positiva es requisito fundamental para una vida plena, el constructo  psicológico se va formando a través de la vida y como ella, siempre susceptible  al cambio. Implica desarrollar el aprecio a uno mismo, independientemente de lo  que pueda o no hacer, teniendo en cuenta los talentos y habilidades personales  y por ello la aceptación de las limitaciones y no dejar de asumir los errores o  deficiencias, pues el afecto a sí mismo será la mayor fuerza para nuevos  proyectos que reanimen su valía. 
   Este tipo de autoestima no descarta la atención  a las necesidades personales, el autocuidado del cuerpo y la psiquis, teniendo  como premisas el disfrute de la vida, que reúne lo individual y su relación con  el entorno.
   Por eso desde el punto de vista individual y  social es importante este tema pues una persona que no se acepte a sí misma,  que no se valore y se ame, difícilmente pueda valorar, aceptar y amar a las  personas que lo rodean, incluidos por su puesto, familiares, compañeros de  trabajo, amigos, vecinos y hasta su entorno ambiental.
   Las referencias a la autoestima están presentes  en los trabajos vinculados a la relación interpersonal, vida familiar, control  de las emociones dañinas a sí mismo y de quienes lo rodean, como inseparables  de la esencia humana. El ser humano libre, puede ser capaz de generar los  sentimientos más nobles y, con esta misma condición, expresar los más dañinos a  otras personas y a sí mismo.
   En observaciones realizadas a niñas y niños en  edades tempranas de la vida, se concluye que el ser humano nace preparado para  el vínculo afectivo y la comunicación transparente y debe encontrar el medio  propicio para la formación de una autoestima positiva en la que la familia  desempeña un rol fundamental  en todas  las etapas de la vida.
   En ocasiones, padres y madres pueden desconocer  la significación de todo lo que suceda desde el inicio de la vida para el  devenir de la persona. Si bien en el primer año de vida es poco frecuente el  trato hosco y desprovisto de ternura, en la medida del crecer, aparecen la  censura, la burla, la falta de atención, incidiendo en la formación de  sentimientos de minusvalía. 
   En la etapa preescolar con la estimulación y el  ejercicio de la fantasía, los juegos de roles, los de competencias y guiados  por las relaciones familiares cuyos modelos cotidianos ejercen la mayor  influencia, también se conforman aspectos importantes de la conciencia y  aceptación del sí mismo.
   Los  adolescentes que adquieren como expresión del desarrollo de su pensamiento la  posibilidad de juicios propios, son severos jueces de la crianza recibida y se  debaten en violar y superar los límites y la disciplina o percibir con dejadez  o indiferencia el dejar hacer. 
   Esta es una etapa de cambios vertiginosos donde  se definen los valores que les han guiado o asumen como suyos. También  establecen normas morales que no necesariamente coinciden con la de sus padres.  Lo señalado entre otros aconteceres, tanto como el cuerpo y la aceptación  grupal, están relacionados con la autoestima.
   En todas las edades resulta grato sentirse  tenidos en cuenta, afirmarse, reconocerse, aceptarse, pues está en relación  directa con el bienestar emocional y también con la proyección hacia los demás.
   La vida impone metas y proyectos personales que  deben tener presentes la flexibilidad y la individualidad, para dar un sentido  a la vida y autoaceptarse como persona.
   Autoaceptación quiere decir que la persona se  acepta a sí misma, plenamente y sin condiciones, y por tanto los demás le  conceden su aprobación, su respeto y su amor. Esto no debe entenderse como  desinterés por su desarrollo personal, pero existen rasgos característicos  arraigados que de no aceptarse y sacar de ello lo mejor llevarían a una  constante frustración.
   Reconocemos en las dificultades y limitaciones,  un cambio de actitud o de conducta, pero serán difíciles de superar si no nos  aceptamos a nosotros mismos, rasgo que se percibe mucho en la adolescencia.
   La educación familiar en la adolescencia puede  basarse indebidamente en mensajes negativos, aún sin la intención de dañar para  quienes escuchan referencias a que es “malo” o ‘mala” y no bueno y lindo y a  veces se porta mal aunque en ese sentido el calificativo se ofrezca como  sinónimo de travesura, esto lleva al modelo de los llamados automensajes  negativos en que la auto descalificación marca cada dificultad.
   También se señala la frecuencia de los  “deberías” disfuncionales, que señalan la vergüenza por casi todo lo que sucede  y no agrada a quienes le rodean o a la misma persona. Convertirles en sentido  positivo a un “prefiero” esto permite el autocontrol. Recibir como modelo  familiar la vivencia de que “les pasa todo lo malo” y otros tantos en ese tono  negativo no permiten formar una visión positiva de la vida.
   Debemos tener en cuenta que la autoestima, como  actitud, se aprende y que    además puede  variar, no sólo decreciendo ante situaciones difíciles, sino ganando o  incrementando los valores y cualidades que nos pertenecen, el sentirse igual en  dignidad como persona, reconociendo talentos específicos que pueden tener  otros, a la vez asumiendo que estas posibilidades o características de los  demás no merman su valía e interés.
   El ser humano está preparado para la  convivencia pero es también ésta la causa de problemas con los demás. Los  valores de respeto, tolerancia, aceptación del otro, son necesarios en las  relaciones interpersonales. 
   Desde etapas muy tempranas comienza la  interacción individuo-sociedad, la cual aporta las adquisiciones psicológicas  necesarias para garantizar la supervivencia social.
   De tal forma que los procesos cognitivos y  afectivos, así como las formaciones psicológicas que regulan la actitud del ser  humano van conformándose con la necesaria interrelación de lo biológico y lo  socio-cultural. Para lograr una inserción mutua entre estos factores, la  condición indispensable es ir desarrollando a la par los mecanismos  psicológicos que lo posibilitan.
   Una de  las formaciones básicas que van a permitir la supervivencia psicológica en los  diferentes momentos de la vida es la autoestima. Así los estudios realizados  por los representantes de la corriente psicológica del enfoque  Histórico-Cultural iniciada por L. S. Vigotsky permitieron  comprender como la psiquis humana tiene al mismo tiempo una naturaleza  objetivo-subjetiva, manifestando un carácter activo y autónomo en la regulación  de la actuación y está determinada histórica y socialmente en su origen y  desarrollo.
   A las madres, padres o figuras sustitutas  corresponde transmitir amor, ternura y seguridad, pero además, propiciarles sus  espacios, poner los límites, transmitir a los pequeños que todo no es en  función de ellos, que a veces no se logra lo que se quiere ayudarles a  crecer. 
   Es necesario considerar la familia como un  espacio simbólico, de interacción o de vínculos donde la palabra y el afecto de  cada quien tiene un significado concreto para los otros miembros. Es aquí donde  se establece la primera relación trascendente en la vida del individuo, ya que  la familia es el inicial más importante. (Yagosesky, R.1998) 
   Es a través de ella que la persona aprende a  mirarse como un ser apto, valiosa, importante, digno, parte de un grupo de  referencia que le provee de creencias, criterios, valores y estrategias  efectivas para funcionar socialmente o, por el contrario, lo induce a  percibirse como alguien inepto, sin valor, insignificante, indigno, solitario y  sin pautas claras que seguir para un adecuado funcionamiento como persona  social.
   La familia es el espejo en el que se mira para  saber quién es, mientras se construyen su propio espejo; el eco que dice cómo  actuar con los demás para evitar que los lastimen, la fuente proveedora de los  aprendizajes en el proceso de desarrollo de la personalidad y ésta alcance  cierto grado de madurez y autodeterminación y decida qué dejar, qué modificar  de lo aprendido y qué descartar en su funcionamiento cotidiano.
   Dependiendo de cómo sea la familia, por lo  general, así será la persona, la cual resultará moldeada por las reglas, los  roles, la comunicación, valores, costumbres, objetivos y estrategias de  vinculación con el resto del mundo que impere en su interior y exterior.
  1.3 La familia  autoestimada.
   En las familias que se forman y desarrollan con  una autoestima sana, la forma de funcionamiento de sus miembros tiene  características particulares.
Por tal razón se define como familia  autoestimada a la comunidad de personas unidas por lazos consanguíneos o  afectivos  que ofrece a los hijos/as las  primeras relaciones afectivas y modelos de comportamientos positivos en la que  sus miembros tienden al éxito, al bienestar, al desarrollo individual y grupal  llevando consigo un especial sentido de valía, confianza y merecimiento, que se  vincula a las instituciones educativas, en particular la escuela, para  asesorarse con métodos, técnicas e instrumentos que viabilicen la acción  educativa y formadora del sistema familiar.
   Como contraste, la familia desvalorizada, la  que carece de una sana autoestima, se caracteriza por la ausencia de reglas las  cuales, cuando existen, son difusas, contradictorias o basadas en la tradición  o estereotipos que nada tienen que ver con las verdaderas necesidades de la  familia. En este tipo de grupos se hace lo que se ha hecho siempre, lo  aceptado, lo tradicional, lo que se basa en prejuicios y preconceptos, sin  considerar su verdadera utilidad y adecuación. 
   Hay obligaciones para todos aunque nadie sepa  en qué se basan, quién las establece y con qué criterio, impera la anarquía ya  que no estén roles definidos, la comunicación es caótica y las relaciones de  sus miembros se establecen desde el poder, se crían hijos complacientes para  que obedezcan, no hay comunicación sino gritos, insultos adjetivos descalificadores,  hay distanciamientos, resentimientos, subdivisiones internas y pensamientos de  venganza (Yagosesky, R.1998) 
   La ausencia paterna o la inconsciencia, hacen  que los hijos busquen ejemplos fuera de casa, con terribles consecuencias:  malas costumbres, deserción escolar, actividad sexual temprana y desinformada  de riesgos y consecuencias y un sin fin de males en el que todos tendrán que  pagar. El comportamiento indiferente de los padres o madres induce a los hijos  a llamar la atención a través de travesuras y varias formas de desobediencia,  dejando de lado sus sentimientos, necesidades y anhelos.
   Cuando una familia vive sin autoestima todos  sufren. Los padres sufren por sus incongruencias y por haber constituido una  familia sin saber lo que eso significa. Sufren los hijos, quienes experimentan  elevados niveles de indiferencia y otras formas de desaprobación y maltratos.  Las respuestas defensivas que brotan de estos son; resentimiento, timidez,  agresividad y enfermedades que utilizan el cuerpo como un portavoz del dolor  interno acumulado e ignorado.
   Las fricciones entre padres e hijos suelen  acentuarse durante la adolescencia. En esta etapa, ellos necesitan ser ellos  mismos sin perder el cariño y el apoyo de sus padres, quienes a su vez temen  que sus hijos sufran daños a causa de la inexperiencia. Además, el miedo de  muchos adultos a perder el control que durante tantos años han mantenido,  generando fricciones.
   En las familias que no se comprende el mundo de  los adolescentes, al quitarles la posibilidad de acercamiento comunicacional  íntimo, los padres, por temor a perder autoridad, optan por castigar,  maltratar, manipular, rechazar y burlarse de sus hijos cuando estos no se  someten a sus reglas y valores. Olvidan el lado humano, la empatía, la  comprensión y la valoración de la individualidad del adolescente. Olvidando un  hecho: que se trata de otro ser humano distinto y ajeno a aquella sociedad de  hace 20, 30 ó 40 años, cuando el que hoy es padre, era adolescente.
   Se comparte el planteamiento de la Dra. Vedral, Joyce  quien en su libro “Mi adolescente me está volviendo loco”, señala que muchos  hijos adolescentes pueden llegar a actuar de maneras exigentes, despreciativas,  irresponsables y desafiantes; usar atuendos excéntricos; pedir dinero sin  preocuparse por lo mucho que cuesta ganarlo; divertirse como si fuera lo único  importante, negarse a respetar acuerdos tan elementales como el de arreglar su  cuarto; hablar durante horas por teléfonos, oír música a todo volumen, mentir e  incluso usar drogas.
   Aunque  la influencia del medio ambiente es poderosa especialmente la de otros  adolescentes, podría decirse que la responsabilidad fundamental recae sobre los  padres, por ser ellos quienes tomaron la decisión de tener hijos, porque  cuentan con la mayor experiencia y porque tienen la posibilidad de predicar con  el ejemplo. 
   Al llegar a la adolescencia, muchos  adolescentes ponen a prueba la autoestima de sus padres. Algunos padres por  querer evitarles problemas a sus hijos tienden a perder el control de las  relaciones y se olvidan del sentido común. Loiz y Joel Davitz, nos dicen en su  libro “Su hijo adolescente”, que es en esta etapa cuando los padres:
1.4 Acciones  para preparar la familia
   Con el objetivo de contribuir a la  preparación de la familia y lograr la sistematicidad y unidad de las  influencias educativas para potenciar el desarrollo de la autoestima en los  hijos e hijas se proponen algunas acciones de preparación a la familia para  potenciar el desarrollo de la autoestima en sus hijos y promover mecanismos  personológicos a través de la reflexión, sensibilización, la asunción  responsable de los roles, realizada con el empleo de diversos procedimientos,  técnicas y métodos de orientación, se caracterizan por ser flexibles, dinámicas  y con un objetivo definido.
   Acción 1
  Título: “La familia  que yo prefiero”
  Objetivo: Reflexionar  con los padres acerca de la necesidad de estar preparados para poder enfrentar  el proceso de educación de sus hijos/ hijas, con énfasis en el papel de la  comunicación y del dominio de elementos teóricos que les permiten conocerse y  conocerlos mejor. 
  Forma: Taller de  reflexión.
  Desarrollo:
   1. Orientación de la actividad a realizar y la  importancia de su implicación en el proceso de preparación para la  autotransformación de la familia.
   2- Lluvia de ideas sobre el concepto familia  desde su experiencia.
   3- Análisis de los criterios expresados y  comparación del concepto construido por ellos con el asumido por la  investigadora. Arribar a conclusiones.
   4. Organizar tres equipos para que a partir del  concepto analizado y asumido por todos y la experiencia de cada familia  determinen cuáles son las funciones que debe desempañar en el orden educativo. 
   5- Hacer énfasis en las funciones de la familia  destacando la educativa.
   7- Escuchar las valoraciones de los padres  acerca de la función educativa.
   8- Orientarlos para que vinculen a la situación  real de sus hijos.
   9- Realizar una reflexión final acerca de las  posibilidades reales que tiene cada uno de ellos para construir la familia que  desean desde sus perspectivas. Hacer valoraciones al respecto. 
   10- Ofrecer algunas sugerencias que faciliten  el proceso autoperfeccionamiento familiar.
  Evaluación: A partir de  criterios dados por las familias participantes. 
  Acción 2
  Título: La autoestima  positiva, una necesidad para el éxito.
  Objetivo: Reflexionar en  cuanto a la importancia de la autoestima positiva para el desarrollo de la  personalidad.
  Forma: Escuela de  padres.
  Desarrollo:
   1- Realizar una adecuada orientación teniendo  en cuenta el objetivo a lograr, según los resultados de los instrumentos  aplicados, para analizar aspectos relacionados con la autoestima y la  influencia de los padres en su formación.
   2- Presentar dramatizaciones sobre cómo puede  transcurrir un día en la familia, donde se evidencie el rol del estudiante en  ese contexto y la posición que asumen los padres ante dicha situación.
   3- Realizar un debate crítico de lo observado  bajo la dirección del responsable de la actividad con énfasis en la importancia  de la autoestima en el desarrollo de la personalidad.
  Evaluación: A partir de  las reflexiones que emitan los padres en el desarrollo del debate y las 
   sugerencias que ofrezcan para sus futuras  acciones.
Acción 3.
   Título: Mi  ejemplo como padre 
   Objetivo: Fortalecer  sentimientos de confianza en sí mismo y autodeterminación en la personalidad de  padres y madres
   Forma: Taller de  Reflexión.
   Desarrollo: 
   Papá y Mamá imaginen que han dejado sus  problemas atrás y avanzan hacia el logro de una familia ideal.
   Ahora en la familia predomina un clima  psicológico agradable en el que la comunicación entre padres e hijos es  abierta, flexible y de comprensión mutua.
   Con esta imagen en sus mentes responde las  siguientes preguntas:
   1. ¿Admiro a mis hijos por?  ___________________________________________ 
   2. ¿Me siento orgulloso por haber contribuido  en mis hijos a? ________________
   3. ¿Qué motivos tenemos para estar agradecidos  de nuestros hijos?___________
   4. Si el niño adolescente que hay en mi pudiese  hablar; ¿Qué diría?
   5. ¿Qué cosas hemos hecho para ayudar a  nuestros hijos a tener confianza en sí mismos? 
   6. Si tuviéramos que ayudar a nuestros hijos a  tomar una determinación en la vida; ¿Qué haríamos?
   7. Valorar las respuestas de los padres a  partir del análisis de la importancia de la confianza en sí mismo y  autodeterminación en la personalidad, para lograr el optimismo y la implicación  necesarios para la autotransformación familiar.
  Evaluación: A partir de las  reflexiones de los padres en la participación de la actividad.
  Acción 4
  Título: “Me quiero tal  como soy”.
  Objetivo: Fortalecer la  autoaceptación y sentimientos de amor hacia sí mismo en la personalidad del  adolescente.
  Forma: Técnica de  reflexión individual.
   - Un padre, durante toda la vida ha soñado en  encontrar oro. No ha hecho más que pensar en ello. Pensaba mientras comía y  también mientras dormía. No paraba de pensar en encontrar oro.
   - Como no tenía los medios para buscarlo  decidió vender todo lo que tenía; su casa y sus muebles y se fue para el  noroeste del país a buscar oro.
   Allí, durante años cavó, cavó y cavó, y no  encontró nada.
   Sin medios para seguir buscando volvió a su  ciudad, donde por lo menos tenía familiares que podían acogerlo.
   - Al volver supo que el comprador de su casa,  cuando comenzó a hacer obras para reformarla había encontrado una gran cantidad  de oro al cavar un hoyo en el huerto, y se volvió millonario.
   - Ahora tienes la oportunidad de descubrir la  pepita de oro que tienes dentro de sí.
   Basándote en todos los modos de actuación en el  proceso de formación de la personalidad de su(s) hijos (as), en todo lo que  hiciste, en tus muchas cualidades en el ejercicio y reflexiones que has hecho  durante todas la acciones desarrolladas para su preparación escriba una carta  dirigida a sí mismo en la que exprese todo lo bueno y las cosas que cambiarías  en ti como padre o madre en el proceso de formación de la personalidad de tu  hijo para que puedan descubrir la pepita de oro que tienes dentro de sí.
   - Comienza la carta así:
  “Querido(a). Escribe tu nombre y no reprimas  nada de lo que quisieras decir en una declaración valorativa a ti mismo.
   - Todo lo que digas positivo será utilizado en  tu mente a tu favor para aumentar tu autoestima, por lo tanto no te cortes, tú  eres una persona merecedora de todo tu amor propio.
   - Una vez escrita la carta guárdala en un sobre  cerrado y siempre que lo desees ábrelo y relee tu carta.
   - El investigador seleccionará tres cartas para  socializarlas, reflexionar y debatir sobre los métodos, estilos de educación  con los hijos en función de potenciar la autoestima de esto.
CONCLUSIONES
   La familia como grupo social primario es célula  básica de la sociedad y su preparación es progresiva, pasando por diferentes momentos.  Tiene un rol preponderante en el proceso de conformación de la autoestima de  los hijos(as). En este aspecto ha sido poco sistematizado según investigaciones  realizadas. La autoestima, como actitud, se aprende y además puede variar, no  sólo decreciendo ante situaciones difíciles, sino ganando o incrementando los  valores y cualidades. 
  BIBLIOGRAFÍA
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   9. PUÑALES  SOSA, ALICIA. Y (1991). Ya son adolescentes. Ed. Pueblo y Educación, Ciudad de  la Habana.
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   11. Vedral, Joyce L. Mi  adolescente me está volviendo loco. Ed: Diana. México
   12.YAGOSESKY,  RENNY. (1998.). Autoestima en palabras sencillas. Ediciones Júpiter.   Venezuela,