Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


EL HUMANISMO MARTIANO EN LA COMPETENCIA SOCIOPOLÍTICA DEL PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN EN FORMACIÓN INICIAL

Autores e infomación del artículo

Higor Atucha Rodríguez*

Universidad de Las Tunas, Cuba

higorat@ult.edu.cu


RESUMEN
El artículo aborda una temática de actualidad en el contexto socioeducativo cubano, a partir de la necesidad de la formación de la competencia sociopolítica con un enfoque humanista desde una perspectiva martiana de los profesionales de la educación. La educación superior se plantea que, además de una sólida instrucción y educación, los estudiantes en formación inicial deben desarrollar competencias profesionales que les permitan convertirse en individuos creadores y transformadores, capaces de autoprepararse sistemáticamente, para garantizar una actualización profesional permanente a partir del desarrollo de habilidades para aprender a aprender.
PALABRAS CLAVES: humanismo; competencias profesionales; formación inicial
ABSTRACT
The article addresses a current issue in the Cuban socio-educational context, based on the need for the formation of socio-political competence with a humanist approach based on Marti’s perspective of the professionals of education. Higher education considers that, in addition to sound instruction and education, pre-service students should develop professional skills that allow them to become creative and transforming individuals, systematically self-trained, to guarantee a permanent professional update based on the development of skills to learn to learn.

KEYWORDS: humanism; professionals competences; initial formation

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Higor Atucha Rodríguez (2018): “El humanismo martiano en la competencia sociopolítica del profesional de la educación en formación inicial”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (julio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/07/humanismo-martiano.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1807humanismo-martiano


  • EL HUMANISMO Y LAS COMPETENCIAS PROFESIONALES EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

1.1 El humanismo martiano y su relación con las competencias profesionales
El siglo XXI le ha impuesto a la educación nuevos desafíos a resolver, en los que le va la propia supervivencia a la especie y al planeta, en lo particular, la enseñanza de la condición humana como parte de la complejidad de la contemporaneidad, de ahí la importancia de una educación humanista como expresión particular y esencial de la misma.
Actualmente la sociedad está reclamando una formación integral de los profesionales de la educación y, en especial, para las nuevas generaciones de jóvenes que estudian o se plantean como reto profesional la docencia.
El profesorado de hoy tiene que ocuparse y preocuparse de temas y problemáticas no sólo académicas, sino también de índole organizativo, de gestión, así como de aspectos emocionales, culturales y sociales que acontecen de manera diaria en todas las instituciones educativas.
Los diferentes estudios sobre la formación inicial del profesional de la educación queda sistematizado en las siguientes generalizaciones:

  • La formación inicial es un tema de prioridad en los diferentes países, pero no todos cuentan con la intencionalidad política de sus gobernantes.
  • Como tendencia general se manifiestan tendencias tradicionalistas en la formación inicial, lo que genera docentes sin la concebida preparación para asumir los retos que le imponen la sociedad actual.
  • Ausencia de pensamiento reflexivo y crítico en los futuros profesionales, lo que limita un personal en el aula competente y problematizador.

Promover la formación de ciudadanos y profesionales competentes en su disciplina y responsables socialmente para responder a las múltiples exigencias y desafíos del mundo actual, permeado por las nuevas y complejas relaciones entre la ciencia, la tecnología, la sociedad y el desarrollo, hacen de la educación superior un proceso formativo trascendente.
La universidad cubana contemporánea está caracterizada como una universidad humanista. La formación humanista en general, hacia la que se orienta el proceso formativo, debe estar encaminada a la formación del ser del hombre y relacionada con el aprendizaje de la verdad y el bien a través de la conformación de un pensamiento reflexivo y crítico que aún no se logra configurar del todo en los profesionales de la educación en formación (Celeiro, 2004)
Asociado a este carácter humanista del modelo de formación actual en las universidades cubanas, y en particular las pedagógicas, está la necesidad de lograr la formación integral, que en síntesis, expresa la pretensión de centrar el quehacer de las universidades en la formación de valores en los profesionales de forma más plena, dotando a los futuros educadores de cualidades de alto significado humano, capaces de comprender la necesidad de poner sus conocimientos al servicio de la sociedad en lugar de utilizarlos sólo para su beneficio personal.
1.2 Un acercamiento al humanismo martiano
La sociedad cubana actual inserta en el mundo contemporáneo la obra martiana como una de los más apreciables legados para defender lo conquistado y realizar las más altas aspiraciones de muchas generaciones de cubanos, orientado a la creación de una sociedad más humana. De ahí la significación que adquiere el estudio de un pensamiento que, por su carácter fundacional, está en lo más profundo de la historia, cultura e identidad nacional, como lo está en el contexto de lo latinoamericano, que por su alcance ha trascendido el espacio y el tiempo llegando a esta nueva generación, no sólo con la solidez que le confiere haber pasado la prueba del tiempo, sino con la frescura y el aliento de lo nuevo.
Su vida heroica, expresión de una misión asumida consciente y consecuentemente nos lo muestra, a la distancia del tiempo, con extraordinaria vigencia y actualidad. Porque si por un lado, es expresión de altos valores humanistas, por otro, se alza como un gigante en un presente marcado por la tendencia del tener y no del ser.
Sólo la comprensión del significado del universo valorativo en su amplio espectro, en el Martí hombre como expresión de un proceso de formación cultural y humana inigualables, a partir de los aprendizajes diversos que tuvo en la vida, puede servir de punto de partida para comprender dos cuestiones relevantes y actuales.
En primer lugar, ello deviene sustrato para interpretar el pensamiento martiano expresado en su proyecto de liberación nacional y transformación socio–cultural, lo que se resume en un verdadero proyecto de emancipación humana. Sólo un ser humano portador de elevados valores humanistas puede haber elaborado semejante propuesta con la amplitud que le otorgaron los horizontes culturales que alcanzó desde las que hizo sus raíces y la certeza de lo justo de la obra a la que consagrara la vida.
En segundo lugar, ello permite, a su vez, comprender el respeto y la admiración que en las sucesivas generaciones de cubanos ha despertado el ser humano José Martí, en el que se dio con hondura el auténtico nexo entre la palabra y la acción. El rescate de su ejemplo y pensamiento, en las primeras décadas del siglo XX, por lo mejor de la vanguardia revolucionaria e intelectual de nuestra nación permite comprender hoy más que nunca-a la luz de las características del mundo actual y de los hechos más significativos de los últimos años de la historia  contemporánea-lo que representó para la continuidad del proceso histórico independentista y emancipatorio que identifica a la Revolución Cubana.  
En ese pensamiento humanista y universal, y en ese ejemplo de actuación digna y heroica, está la simiente de una verdadera asimilación por nuestro pueblo de lo mejor del universo humano. Esta es en la explicación del proceso de asunción, desde Martí, del Marxismo - frente a aquellos que aún hoy pretenden  divorciarlos- como producto de la cultura de la humanidad y de la expresión de la confianza en un mundo mejor. Está presente en la obra de la Revolución Cubana, entendida como una totalidad y en la propia articulación de una tradición nacional con lo mejor universal de la política, la cultura y la historia.
La perspectiva del humanismo en Martí se asocia a los valores de la dignidad, la libertad humana, el decoro, la honradez, la honestidad y la justicia social, concretados en acciones que se orientan hacia el deber del hombre y la  mujer en la sociedad, construyendo así su proyecto y estrategia  política sobre la base de un pensamiento ético y político, que aportó los fundamentos ideológicos del proyecto  revolucionario cubano. Así puede constatarse en el discurso del 26 noviembre de 1891 en el Liceo Cubano de Tampa, “Con todos y para el bien de todos”, en el que identifica las cualidades del cubano como pueblo y su repercusión política en la República anhelada al expresar:  “[…] la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto como de  honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; en fin, por el decoro del hombre…” (Martí, J.1974:149)
El humanismo martiano se asienta en las virtudes del individuo y en las virtudes del pueblo. Este presupuesto martiano tiene una connotación individual y social al relacionar la independencia personal, el sentido del deber y el papel de ambas en la determinación de la felicidad socialmente responsable. Puede considerarse uno de los aportes del humanismo social de Martí que con mayor vigencia se proyecta en estos días.
El análisis del pensamiento martiano permite incorporar a la formación humanista los siguientes elementos: la relación de la instrucción con la educación a partir de la unidad de lo espiritual y lo racional, la fe en el mejoramiento humano, su ideal de hombre caracterizado por la orientación social, la creatividad, la independencia, el patriotismo y la importancia de la práctica.
El ideario martiano impregnado de un profundo humanismo, deviene fundamento de la educación cubana y constituye una fuente inagotable para todo el trabajo de formación de los futuros profesionales de la educación.
Esto corrobora las potencialidades del pensamiento martiano para la formación humanista, destacándose su ideario pedagógico, por su contenido axiológico y permanente vigencia, en el que los educadores encontrarán siempre una metodología para el trabajo en la escuela, con incidencia directa en los cambios educativos que se realizan, convirtiéndose en una línea para la continuidad de la labor educativa.
1.3 La competencia profesional sociopolítica en la formación inicial desde un componente humanista
La universidad es la institución social por excelencia que tiene la misión de formar profesionales competentes y comprometidos con el desarrollo social. Sin embargo ¿cómo ha de ser la formación de los profesionales?, ¿cuáles son las exigencias más frecuentes a su desempeño profesional?
El mundo actual conduce a pensar en problemas que atentan contra el hombre: la guerra, los desmanes de la ciencia y la tecnología con sus implicaciones ecológicas, entre otros aspectos. En la actualidad ocuparse del humano es preocuparse, además, y sobre todo, por la naturaleza. Sin ella o con ella dañada, las esperanzas, ideales y sueños de los humanos son quimeras que terminarán en plañidos.
El humanismo en el siglo XXI no puede asemejarse al humanismo renacentista en cuanto a la búsqueda de soluciones en el pasado. Sin que el ayer sea menospreciado, las soluciones de hoy han de partir de los  problemas actuales y proyectarse con afán de superación. El amor es un buen camino, pero no es la única vía verdaderamente eficiente para alcanzar fines humanistas. La violencia no puede ser desechada acríticamente. No toda es injustificable.
Pablo Guadarrama (1997), apunta que el humanismo sitúa al hombre como valor principal en todo lo existente, y a partir de esa consideración, subordina toda actividad a propiciarle mejores condiciones de vida material y espiritual, de manera tal que pueda desplegar sus potencialidades siempre limitadas históricamente.
La formación de los profesionales de la educación reviste hoy día un papel de primer orden. Esta supone la apropiación, por el futuro profesor, de su rol como educador, incluidas las funciones y modos de actuar que resultan consustanciales a este. De tal manera, la formación inicial del docente está enfocada en promover un profesional humano, crítico y reflexivo, en correspondencia con las demandas de la actual centuria, y en la cual confluyan, de manera armónica, lo cognitivo-instrumental y lo  afectivo motivacional de los estudiantes-futuros docentes.
El destacado teólogo brasileño Frei Betto (2014:1) ha señalado que “el primer deber del educador no es formar mano de obra especializada o calificada para el mercado del trabajo. Es formar seres humanos felices, dignos, dotados de conciencia crítica, participantes activos en el desafío permanente de perfeccionar el socialismo, que considero que es el nombre político del amor. Para eso le cabe a la educación despertar en los educandos el aprecio por los valores que estimulan el altruismo, la solidaridad, el servicio desinteresado a las causas colectivas, aunque la fuente de esos valores no sea exclusivamente ideológica, sino también religiosa o espiritual”.
El proceso de formación inicial del profesional de la educación transcurre en diferentes contextos: el universitario, la escuela de práctica o microuniversidad y desde esta hacia la familia de los escolares y la comunidad. Son  contextos que ejercen un sistema de influencias que no puede ser ajeno al proceso de formación profesional que transcurre bajo la dirección de la carrera pedagógica, mediante el cual se alcanza los objetivos que exige y reclama el modelo del profesional de la educación para la sociedad cubana en la actualidad.
Para autores como (Hermida, N. A., y López, M. M. 2016) el proceso de formación inicial del docente se concibe como un proceso compartido entre la carrera y la escuela, el cual se sustenta en la posibilidad de que en la escuela se integre, consoliden y desarrollen los saberes pedagógicos profesionales necesarios según el nivel educativo y especialidad para el que se forman. De este modo las interrelaciones que tiene lugar entre las instituciones, figuras y niveles de educación que participan en el proceso se convierten así en un requerimiento de primer orden.
Sin embargo consideramos la definición que ofrece (García, S. 2011:14) quien conceptualiza la formación inicial como “el proceso eminentemente formativo orientado al desarrollo integral del estudiante en y desde los procesos profesionales en los diferentes contextos, según las relaciones dialécticas entre lo teórico y lo metodológico para garantizar un egresado, educador social competente, comprometido con su profesión”.
En general, hay un reclamo para que la formación del profesional no se limite a los conocimientos específicos que le brinda su área de estudio, sino que se amplíe a otros elementos que le permitan dar respuesta a la dinámica vida que caracteriza la contemporaneidad y que será en definitiva lo que garantice perfeccionar la pertinencia social de las instituciones educativas.
La categoría competencias comienza a ser reconceptualizada desde inicio de los noventa del siglo pasado, aunque fue utilizada por primera vez por los psicólogos cognitivistas y el conocido lingüista Noam Chomsky  (1970). Sobre este tema, los debates han girado en torno a la calidad de la educación en todos los niveles de educación. De allí que en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior se planteó la necesidad de formar profesionales competentes y comprometidos con el desarrollo social (UNESCO, 1998).
En ocasiones se ha sugerido que la irrupción el término de competencias en la Educación Superior, es producto de la globalización neoliberal y de la subordinación de la universidad a los intereses del mercado, por lo que ha sido acogido con prudencia en algunos círculos académicos. Sin embargo, la generalización de su uso indica su aceptación por un buen número de los profesionales de la educación.
Las competencias que se propician desde la formación universitaria suelen clasificarse en genéricas y específicas. Las profesionales específicas son propias de una carrera o área del saber. Las genéricas son transversales y resultan igualmente importantes para un desempeño exitoso  de cualquier profesional.
La formación de competencias profesionales es una opción que supera enfoques anteriores en la formación inicial del estudiante universitario con relación a su desempeño profesional. Esta conceptualización vincula el entorno académico y el mundo del trabajo, y expresa la intención de hacer más eficiente el desempeño profesional de los egresados universitarios.
A los estudios sobre la competencias profesionales y su formación en el contexto educativo se vienen dedicando muchos investigadores, actualmente existen varias publicaciones sobre ellas desde diferentes concepciones aunque resulta un término acuñado hace relativamente poco tiempo en el campo educativo.
Al acercarnos a una definición de competencias profesionales autores precisan que son “aquellas cualidades de la personalidad que permiten la autorregulación de la conducta del sujeto, a partir de la integración de los conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el ejercicio de su profesión, así como de los motivos, sentimientos, necesidades y valores asociados a ella que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y eficiente dentro de un contexto social determinado. Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual”. (Mariño y Ortiz, 2011:2)
En la competencia se articulan, entre otros elementos, conocimientos, habilidades, capacidades, actitudes y los valores que son interiorizados por el sujeto a través de la experiencia personal en el transcurso del proceso formativo y ulterior desarrollo socioprofesional; los que son movilizados de forma integrada y contextualizada, a través de la aplicación que se hace evidente en un desempeño eficaz, autónomo, flexible, versátil, sustentable e innovador.
Se parte del supuesto que una formación por competencias, no se da por decreto o por modelos curriculares con planes de estudio centrados en este enfoque, sino que es la práctica profesional el espacio más idóneo para el desarrollo de una competencia.
Desde esta perspectiva, se precisa una reflexión sobre las competencias desde lo teórico y lo pedagógico, para examinar si las actividades educativas emanadas desde la universidad cubana, contribuyen a satisfacer los intereses de los estudiantes que se preparan como futuros profesionales de la educación y garantizar su efectividad como sujetos con un fuerte compromiso social.
Es un hecho indispensable que los universitarios desplieguen competencias que les permitan transformar la sociedad. En la práctica, en ocasiones, se aprecian determinadas inconsistencias en el quehacer sociopolítico de los estudiantes que limitan su desempeño social.
A manera de conclusiones
Las universidades cubanas tienen compromisos sociales, sobresaliendo la formación sociopolítica de los individuos. La integración de procesos sociales y culturales es requisito fundamental en la formación del profesional cubano, esta labor implica la orientación en el orden político e ideológico. Aun cuando la docencia es la función principal por la que se reconoce a las altas casas de estudios, desde nuestra realidad, el alcance en el orden sociopolítico ha sido un elemento importante, pues las universidades se consideran espacios claves para la reproducción de la obra de la Revolución.
Con la implementación de los nuevos planes de estudios E se pondera un sistema de formación de nivel superior flexible y adaptado a los requerimientos de una sociedad socialista avanzada y culta, más allá del simple planteamiento de disminuir la duración de la permanencia en la universidad.
La formación de profesionales integrales y con un alto nivel de competencia es el objetivo fundamental de la Educación Superior en nuestro país, lo que constituye un reto para el claustro de profesores, estudiantes, las instituciones educativas y otras entidades vinculadas a este proceso, en la que se debe trabajar sistemática y científicamente; lo que implica la realización de un perfeccionamiento continuo del proceso de enseñanza – aprendizaje.
Bibliografía
Betto, F. (2014) El papel del educador en la formación política de los educandos. Conferencia Magistral en Universidad 2014.
Celeiro, A. (2004). La cultura ética. Una propuesta pedagógica de superación profesional postgraduada. Tesis en opción al Título Académico de Máster en Educación. La Habana: IPLAC.
Chomsky, N. (1970). Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid: Ediciones Aguilar
García, S. (2011) Modelo pedagógico de la dinámica de la formación inicial del Licenciado en Pedagogía-Psicología. Tesis presentada en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Manzanillo, Granma. Cuba
Guadarrama, P. (1997). Humanismo y autenticidad en el pensamiento filosófico latinoamericano: significación del marxismo. Tesis para optar por el título de Doctor en Ciencias. Santa Fé de Bogotá: Universidad INCCA.
Hermida V, N. A., y López, M. M. (2016). El proceso de formación inicial: particularidades de los períodos de práctica en las escuelas cubanas. Revista Conrado [seriada en línea] 12 (54). pp. 137-143. Recuperado de http://conrado.ucf.edu.cu/
Mariño, M. de los Ángeles y Ortiz, E. (2011) La formación de competencias pedagógicas profesionales en estudiantes universitarios. Revista Pedagogía Universitaria Vol. XVI No. 3
Martí, J. (1974) Discurso con todos y para el bien de todos. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
UNESCO. (1998). Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: visión y acción. Recuperado el 9 de abril de 2018, de http://www.education.unesco.org.educpag  

*Licenciado en Educación, Especialidad Marxismo-Leninismo e Historia. Máster en Educación. Ha participado en eventos científicos nacionales e internacionales. 11 años de experiencia en la educación superior. Ha publicado en revistas de alto impacto para las ciencias pedagógicas.

Recibido: 18/05/2018 Aceptado: 10/07/2018 Publicado: Julio de 2018


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