Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


HACIA LA CARACTERIZACIÓN DE LA CRÓNICA GUEVARIANA

Autores e infomación del artículo

Carlos Sánchez Cutiño*

Odalis Lorié González **

Tania Bess Reyes ***

Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba

csanchezc@ismm.edu.cu


Resumen
Son poco prolíferos los estudios sobre Ernesto Guevara escritor y la influencia de la crónica en su formación intelectual, sin embargo, es notable el aporte literario e instructivo de las obras que legó. Por ello, se propuso la caracterización de la crónica guevariana.  Para ello, se pusieron en práctica diferentes métodos del nivel teórico: histórico-lógico, analítico sintético e inductivo-deductivo; y la revisión de documentos, como técnica. Se logró determinar los rasgos evidentes en su obra que la vinculan con aspectos relacionados con el proceso de mestizaje de los pueblos del continente.
Palabras claves: Forma genérica; comprensión; testimonio; Che Guevara, diarios, relato, narrativa

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Carlos Sánchez Cutiño Odalis Lorié González y Tania Bess Reyes (2018): “Hacia la caracterización de la crónica guevariana”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (julio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/07/cronica-guevariana.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1807cronica-guevariana


Introducción
Considerada como un género híbrido que escapa o escabulle de las definiciones precisas o absolutas la crónica deriva del latín lat. chronĭcus, y este del gr. χρονικός chronikós; y se halla identificadacomo « Narración histórica en que se sigue el orden consecutivo de los acontecimientos.» (Real Academia Española, 2018).
Ha constituido la forma genérica y primigenia por excelencia, con manifestación en países tan diversos como Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y España. Su ubicación en los estudios particulares se halla en la ciencia histórica, la literatura y en el periodismo contemporáneo.
En España, la conversión de la crónica histórica originaria en literatura resulta un fenómeno lleno de interés. Autores como Ticknor. Irving,  y  Leonard,  la ubican en las postrimerías del siglo XV, en que acontece una notable difusión de los libros de caballerías.
A ese conjunto de libros publicados sobre un mismo asunto se les llamó crónicas, designación que se aplicó por antonomasia a todo género de la legislación prohibicionista con que las autoridades trataron en vano de censurar lo que estimaban como literatura perniciosa.
La aceptación de los libros de caballerías se desgaja a partir de la una copiosa serie de crónicas españolas que hicieron su aparición durante casi dos siglos. De simples relaciones de hechos se volvieron, con el tiempo, cuentos oridntados con detalles irreales y con cada vez mayor número de elementos de ficción lo que no restó su prestigio de constancias auténticas.
Se afirma que, por fuera, muchos de estos volúmenes poseían la apariencia de austeros trabajos de erudición, particularmente la de aquellos de carácter histórico; en efecto:

Muchas de estas novelas incluían las palabras «historia» o «crónica» en sus títulos, como por ejemplo la Crónica de don Florisel de Niquea. Puesto que estos términos implicaban un veraz registro del pasado, su uso inducía inevitablemente a error, y de aquí que los moralistas blandieran constantemente contra semejantes ficciones el apelativo de «historias mentirosas» (Irving, 1983: 29).

Con los viajes de «descubrimiento», encuentro y choque de culturas (1492) tuvo lugar la aparición de multitud de escritos, inicialmente, en forma de cartas o diarios, que se convirtieron en relatos o crónicas de todo lo que aconteció durante esta historia de dominación.
Con posterioridad, la crónica modernista en Hispanoamérica durante el siglo XIX posibilitó el uso extensivo de cronista para designar al autor de relatos contemporáneos al transformarse en relator de hechos, recopilador de fuentes variadas o narrador costumbrista.
En España surge Ramón Mesonero Ramos bajo el influjo del liberalismo europeo. Paralelamente, surge la crónica urbana en Latinoamérica que marcada por la impronta del modernismo literario y la denuncia política tuvo entre sus principales cultores a José Martí y a Rubén Darío.
Críticos como Beverly, remontan las raíces del testimonio latinoamericano también en las crónicas, sobre todo, en la parte que no obedece propiamente a elementos relacionados con la ficción (Beverly, 1989: 14).
Se destaca que, en su mayoría, estos textos fueron escritos por sus propios protagonistas, por lo que no podría hablarse de escritores con oficio literario. Hasta en los casos de diarios de campaña, llevados cotidiaidnte, que no tenían como finalidad inmediata la publicación, en casi todos, sus autores pretendieron dejar constancia de los hechos que, más tarde, les servirían para analizar, criticar o simplemente relatar acciones, incidentes o actuaciones de personajes a veces controvertidos.
Como forma de expresión heterogénea, la crónica es un texto que puede soportar diversas lecturas y ha de ser considerada tanto como documento o fuente histórica, antecedentes del periodismo informativo o como registros literarios que anticiparon el ensayo, la novela o la narrativa testimonial.
Su naturaleza descriptiva la define como el soporte básico, bajo la forma de artículo o narración, para recrear los acontecimientos o las noticias de la cotidianidad, especialmente cuando es narrada por una persona que ha estado o está presente en el lugar de los hechos.
Suele ser tan variada como los estilos de sus autores. Cada cronista le otorga su individualidad, por lo que intentar realizar una clasificación válida para todos los casos es una misión arriesgada. Algunos suelen afirmar que no existe en la actualidad una tipología de las crónicas, mientras que otros prefieren agruparlas atendiendo a sus aspectos formales o temáticos.
Los criterios más generalizados distinguen la crónica épica, generalmente vinculada con la narración de hechos de carácter legendario, de la costumbrista que marcha más apegada, por su naturaleza, al relato vívido y testimonial.
También la noticiosa apegada, como su nombre lo indica, al acontecer diario y, por ende, al periodismo y la crónica literaria vinculada con la narración, que surge a partir de un estímulo escrito y posee marcadas posibilidades estilísticas en el uso creativo de la imaginación.
Para poder aplicar en un campo tan vasto, difícil, por estar a caballo entre el análisis de un género literario y el de la lengua en que este se realiza, necesariamente, se escoge en un primer análisis, a título de muestra de cómo podría llegarse, a través de una investigación colectiva, a la descripción de las regularidades de la obra cronística del Che.
Ha sido seleccionada la crónica de Ernesto Guevara, por haberla cultivado mucho el autor en los diferentes momentos de su vida, por lo cual, quizás, pueden encontrarse en ella, evidencias de sus cambios y maduración como escritor y como revolucionario.
Si bien escasos, los principales estudios que se han realizado sobre la lengua escrita de Che Guevara, han señalado la necesidad imperiosa de realizar una investigación que revele regularidades orgánicas de comportamiento literario, que refuerce sus valores históricos  y su contenido axiológico.
Por lo que en el siguiente informe se  valoran generalidades y características de las crónicas guevarianas, mediante presupuestos del análisis de textos.
Para el desarrollo de la investigación se pusieron en práctica diferentes métodos del nivel teórico: análisis histórico-lógico, analítico sintético e inductivo-deductivo; y la revisión de documentos, como técnica.
Desarrollo
La incursión en la escritura de Ernesto Guevara se toma como un elemento secundario, si se tiene en cuenta su innegable contribución al pensamiento latinoamericano y su accionar guerrillero en lugares como América Latina, Cuba, Bolivia y El Congo.
Su obra, al nutrirse de la realidad, aglutina los múltiples escenarios en los que acopió vivencias y que marcan su evolución como personalidad, tanto en lo político, como en lo intelectual.
Roberto Fernández Retamar, lúcido intelectual cubano, destacó, en trascendentales líneas, la validez de los escritos de Ernesto Che Guevara; en los que ha reconocido esa «magnífica prosa suya, seca y coloquial» (Fernández, 1995: 82).
Remite a las valoraciones de Fidel Castro cuando expresara «sus narraciones de guerra son insuperables», para ubicar como antecedente de estos escritos la literatura de campaña que recoge la obra escrita por participantes en la guerra cubana contra España (1868-1878).
Los textos del Che arrojan gran variedad de formas relacionadas con la crónica. Entre ellas se cuentan las crónicas históricas, referidas, esencialmente, a hechos y personajes históricos relacionados con etapas de su lucha revolucionaria; donde, además de la información histórica, se incluye lo anecdótico de la acción cotidiana.
Se encuentran también sus crónicas de viaje, que incluyen un valiosísimo testimonio de los viajes que realizó a lo largo de su vida y se caracterizan por la profundidad de sus reflexiones y planteamientos, junto a la descripción de los lugares geográficos, escritos con un estilo muy personal.
Asimismo, son valiosos sus diarios, considerados una fuente excepcional en el conjunto de su obra, resumen una valiosa experiencia histórica en tres ámbitos diferentes, pero sustentada en los mismos principios revolucionarios y en una inquebrantable base ético-moral: Cuba, Congo y Bolivia.
Ahora bien, entre su obra, muy significativa resulta la crónica en el ejercicio de su escritura. A ella contribuyó desde la perspectiva del artículo o las simples notas que publicara sobre la literatura y el arte, en diversas revistas nacionales y extranjeras.
La crónica guevariana se desarrolla en el contexto de grandes acontecimientos históricos tales como la Revolución Socialista de Octubre, la Primera y Segunda Guerra Mundial y el clima de la posguerra que marcara el inicio de la crisis general del sistema capitalista.
La repercusión de estos hechos en la evolución de la personalidad de Ernesto Guevara constituye un capítulo interesante para comprender en el conjunto de sus ideas la influencia y peso de  las circunstancias que motivan su participación temprana en  regiones de América Latina de las cuales se nutre  su producción intelectual.

Esta etapa formativa de su pensamiento ideológico ha sido estudiada a partir de una periodización que abarca,  primera juventud: de los 16-25 años, etapa de adulto joven: de los 25-30 años y la tercera etapa de adulto, concebida a partir de los 30 años1 .

Asimismo se ha considerado como notable, el intento de  elaboración de un diccionario filosófico que comenzara a preparar  a partir de los 17 años que pone en evidencia  un marxismo nada ortodoxo,  resultado de abundantes lecturas, en una labor crítico creativa de importancia en su ciclo vital.

En materia literaria muchos son los textos que recoge su Índice de libros2 Es el interés de un adolescente por la filosofía y la cultura en general. Le interesan muchos temas,  sobre todo el mundo clásico,  del cual seguramente,  adopta modelos y paradigmas sobre los que habrá de sustentar su cuerpo creativo.

Sin embargo están por definir las causales de su interés por la crónica, el porqué la selecciona entre otras formas expresivas, sobre todo, porque aunque   constituyó el género por excelencia en el continente americano durante la época de la conquista,   en Argentina no se localizan ejemplos de notoriedad durante la etapa.
Entre los prolegómenos del género se menciona casi siempre, en sentido peyorativo, la obra de Martín del Barco Centenera, cuyo largo nombre: La Argentina y la conquista del Río La Plata con otros acontecimientos de los reynos de Perú, Tucumán y el estado de Brasil, suele citarse aisladamente, tomando en consideración sus escasos valores literarios.3  
El vínculo podría rastrearse a partir sobre todo de la narrativa, cercana a la producción cronística de Guevara, en particular  la literatura de vanguardia que surge a partir de cambios significativos en el país y que tiene influencia en el desarrollo e imagen del escritor profesional  donde se inscriben producciones como los cuentos de Fray Mocho, Leopoldo Lugones (1906) y la novela de Ricardo Güiraldes: Don Segundo Sombra (1926)

Sin embargo, es la producción de Roberto Arlt, sobre todo Aguafuertes Porteñas, (1928)la que podría haber dejado mayores  huellas en Guevara , sobre todo en el sentido de fomentar a través de la crónica un enfrentamiento a los conflictos sociales, lo que posteriormente, constituiría una divisa en los escritos guevarianos4 Creo que escribir es una forma de encarar problemas concretos y una posición que por sensibilidad se adopta frente a la vida”  5

Claro está que  la obra de Arlt, reflejo de  la sociedad bonaerense del los años treinta,  no puede equiparse a pie juntillas,  con la intención, y concepción general que presenta la de Ernesto Guevara; aunque pudieran constituir puntos de interés,  el uso y desarrollo de los temas abordados , un  realismo estremecedor que linda con el costumbrismo, así como  el empleo del humor y la ironía en los retratos de personajes populares, aspectos en los que sí  pueden hallarse no pocas analogías.

Sus primeras contribuciones al género, datan de 1950, en la revista Tackle, publicación de Buenos Aires especializada en rugby y costeada por los propios autores. Según fuentes consultadas:
«Éramos diez amigos que hacíamos de todo, usábamos seudónimos: Máximo Le Luer, era Maco, Roberto Guevara, Chiquitín, Ernesto era Chang-Cho, Emilio Meyer Arana: K Vayito, Francisco Linch, Leff-Out-Side, etc.»(Gálvez, 1995: 61).
En Tackle, Guevara escribió seis crónicas deportivas, fechadas los días 5, 12 y 19 de mayo, y las restantes el 23, 30 de junio y 28 de julio, respectivamente. En ellas, el cronista demuestra su dominio acerca del tema, a partir de su protagonismo en varias disciplinas deportivas: natación, saltos oridntales, golf, caminata, montañismo, boxeo, ping-pong, tenis, fútbol, ajedrez, rugby, motociclismo, bicicleta,  aviación, navegación, pesca, entre otros.
En «Atalaya y las terceras», presenta la típica armazón tipo “martillo” que caracteriza la crónica deportiva de corte periodístico y que algunos autores llaman «pirámide invertida», pues los creadores suelen resumir la información principal en las primeras líneas y luego relatan los acontecimientos en secuencia cronológica.
En el texto guevariano, se observa dicha estructura, cuando escribe: «En las divisiones inferiores, que luchan por el ascenso, el panorama general se desdibuja para concentrarse en la figura del equipo ganador, que adquiere así el derecho a disputar el campeonato de la categoría superior…»
(Gálvez, 1995: 184).
Durante su lectura, se evidencia la presencia de segmentos puramente descriptivos, no sólo para detenerse en las cualidades de los objetos y seres, sino para justificar el porqué de los acontecimientos y como vía para adentrarse en la psicología de los personajes implicados en la trama.
Muy significativa resulta la crónica en el ejercicio escritural del Che. A ella contribuyó desde la perspectiva del artículo o las simples notas que publicara, sobre la literatura y el arte en diversas revistas nacionales y extranjeras.
Su obra, al nutrirse de la realidad, aglutina los múltiples escenarios en los que acopió vivencias y, que marcan, por así decirlo, su evolución como personalidad tanto en lo político, como en lo intelectual.
La referencia a los Cronistas de Indias resulta perceptible, a través de artículos tales como los dedicados a Bernal Díaz del Castillo y Pedro Cieza de León, a partir de los cuales propondremos algunos juicios de valor que sobre el género crónica emitiera.
En el primero de ellos: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, insiste en el “entronque primitivo constituido por españoles que desarrollaron su obra en esta tierra”, lo que nos remite a la forma genérica que llega a partir de las zagas o historias de la tradición oral y que en territorio americano se identifica con el proceso de conquista y colonización ejercido contra la población aborigen existente.
En realidad se trata de un texto breve cuyo carácter coloquial le permite al Che emitir consideraciones acerca de la credibilidad y objetividad que debe poseer todo acto cronístico, al presentar el episodio de la conquista en su aspecto confesional y testimonial, que “en labios del cronista toma el calor de cosa viva
“No importa que a través de sus páginas, se desarrolle la historia, lo que importa es que un soldado inteligente, pero sin mayor cultura deja correr sus recuerdos de la época heroica de la España imperial y Cortés, Alvarado, Cristóbal de Olid, toman sus dimensión precisa, no por humana menos extraordinaria”....6
Se observa asimismo, la intención de intercalar secuencias explicativas o de argumentos en los juicios que expone: “Bernal Díaz no se ha puesto a investigar si la conquista tenía o no justificación teológica, como su más ilustrado contemporáneo Cieza de León, que comparaba muchas veces desfavorablemente a sus compatriotas con los incas” o el empleo de términos que facilitan la caracterización de personajes, o los valores formales de la prosa del cronista, a saber ”la más extraordinaria pintura del conquistador que guarda la historia “, ”prosa que tiene el colorido de lo añejo y fresco”, “figura central de este drama, (desde el punto de vista del invasor), el intrépido, huidizo, hábil, intrigante, melifluo y amargado capitán Hernán Cortés”.
Por su parte en La crónica del Perú, enfatiza igualmente en el aspecto de la credibilidad del hecho cronístico a partir de la creación de León:
“Maravilla frente a tanta crónica insustancial y mentida, la justeza y veracidad de los datos de Cieza, que no citaba si no era conocido de él mismo o de persona que le mereciera amplia fe de la que da a veces el testimonio escrito”, “esta parte la menos interesante de la crónica da sin embargo, una idea precisa del escenario histórico que le tocó actuar...”
La estructura de este artículo, aunque mucho más breve que el anterior, descansa su valor, entre otros, en la capacidad de síntesis de la idea expresada. Ha sido intención explícita de Che insistir en la concepción humanista del hecho que narra, y su enjuiciamiento:
“Lo que más maravilla de la obra de Cieza es precisamente el contacto con el hombre donde los conquistadores sedientos de oro, arrasaron todo lo que se opuso a su paso, surgió este extraño producto humano que se interesa mucho menos por el oro o la hazaña bélica que por la fisonomía moral de los conquistados y conquistadores...”
Se aprecia un interés por los textos cronísticos de la Conquista, tanto los que han sido considerados como tales (Díaz del Castillo, Cieza de León), como aquellos que pertenecen a otros géneros pero contienen rasgos o segmentos caracterizables como cronísticos (Ercilla).
El Che los considera como un puente entre la literatura española y lo que llegará a ser la producción propiamente americana, dado que los temas tratados no son ya españoles, sino temas humanos que se sitúan en el ámbito de América. Esto cuando se trata de los grandes cronistas, pues insiste en que también se encuentra mucha crónica “insustancial y mentida”
Desde luego que en toda crónica existe un punto de vista de partida (del conquistador, del religioso que pretende catequizar a los aborígenes) que matiza todo el texto, pero la crónica de la Conquista, para el Che, se caracteriza por actualizar los temas del siglo XV, por presentarlos en su sabor de grandes aventuras, por su carácter confesional y el mostrar el lado humano de la historia, la pintura de tipos y de sentimientos. Se trata, también, de una memoria y descripción de hechos históricos singulares para el público a quien se dirige la crónica, de fuente directa o referida pero segura, aunque este modo de ver le resulta al Che el menos interesante de la crónica.
Guevara destaca, en consecuencia, la función de la crónica como fuente de datos para conocer los orígenes de los nuevos seres en las entidades sociales que conformarán las naciones americanas, como en México: “En estas páginas se puede conocer la síntesis de la nacionalidad mexicana que ha unido dos razas antagónicas plasmando el magnífico tipo humano que es el mexicano de hoy”.
En otras palabras, la crónica que más celebra Guevara es como la de Cieza, que surgida en un contexto de hostilidad y guerra que no deja de presentar, es un “extraño producto humano que se interesa mucho menos por el oro o la hazaña bélica que por la fisonomía moral de conquistados y conquistadores”.
Algún pasaje parece asociar la crónica con la prosa, como cuando establece la relación Bernal – Ercilla, pero luego esta idea se desdibuja: dice de La Araucana: “No siempre es poesía lo que escribe, a veces es simplemente una crónica”.
Según parece colegirse de sus páginas críticas, cada género tiene para Guevara algún aspecto que le es esencial. Por ejemplo, dice de La revolución de los colgados, de Traven, que: “casi no podría llamarse novela, debido a que la pintura individual de caracteres es muy débil” .En el caso de la crónica, aunque no se dice explícitamente, parece hacerse énfasis en los hechos y el escenario históricos.

Otra circunstancia significativa se origina cuando junto a su amigo Alberto Granado, emprende un viaje por el interior del país, con el objetivo de profundizar su conocimiento sobre la realidad del continente americano, lo cual formaba parte de sus inquietudes. Como consecuencia, redactó un diario (todavía inédito), a partir del cual redacta o concibe las crónicas de «Notas de viaje»(1951).
En su concepción general, «Notas de viaje», rebasa lo que se conoce genéricamente como estructura del diario. La retórica tradicional define los diarios como textos donde el autor resulta su propio destinatario, aunque durante el siglo XIX la vertiginosa expansión de la industria logró que en cerca de 100 años se publicaran miles de estos. Guevara por su parte sólo usa la estructura del diario para luego desarrollar con mayor amplitud la crónica. 
En dicho libro, se aprecia el viaje como diferenciación y como autoafirmación por contraste. El que vuelve será por siempre un ser diferente del que se fue. El propio protagonista lo reafirma.
La subjetividad es mínima, sólo empleada en circunstancias específicas en que el tono la justifique; hay gran dosis de realismo, con apego irrestricto a la verdad en su visión de testigo participante: en el recorrido que se puede seguir objetivamente, a partir de los sitios frecuentados, en el trazado perfecto de los ambientes y en el logro de una atmósfera peculiar:

Así la moneda fue por el aire, dio muchas volteretas, cayó una vez “cara” y alguna otra “seca”. El hombre medida de todas las cosas, habla aquí por mi boca y relata en mi lenguaje lo que mis ojos vieron; a lo mejor sobre diez “caras” posibles, sólo vi una “seca, o viceversa, es probable y no hay atenuantes, mi boca narra lo que mis ojos le contaron…(Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993:18).

Aparece, además, una sucesión cronológica de hechos continuados, en los que suelen aparecer fechas, anotaciones, y localismos específicos. Más que “notas” de un viajero apresurado o suma de apuntes tomados al azar, constituye un informe detallado desde su salida de Córdova en Buenos Aires en diciembre de 1951, hasta llegar a la capital venezolana, entre el 17-26 de julio del propio año.
En este texto, el autor, no usa los elementos descriptivos tan cercanos a la crónica de viajes, en el sentido en que sus predecesores gustaron de emplearlos, por ejemplo, la descripción etopéyica, la edulcoración de realidades, el tránsito hacia ámbitos metafóricos de gran subjetividad. 
Por el contrario, Guevara, logra una estética basada en la economía de recursos léxicos, válido intento de plasmar una concepción totalizadora del hecho narrado, mediante la suma de componentes a primera vista simples, o la presentación de uno de los elementos del conjunto, lo que, a su vez, aporta una interesante perspectiva hacia la comprensión global de la problemática.
Así se manifiesta en la magnífica caracterización de la vieja asmática clienta del boliche La Gioconda: «La pobre daba lástima, se respiraba en su pieza ese olor acre de sudor concentrado y patas sucias, mezclado al polvo de los sillones, única paquetería de la casa. Sumaba a su estado asmático una regular descompensación cardíaca...» (Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993:10).
El libro, como diario de viaje, es un ejercicio cronístico no oficial, fruto de la experiencia enriquecedora en la que Cintio Vitier ha advertido los caracteres de una «prosa de los ojos, de gran visualidad, dibujante hasta donde la vista alcanza»(Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993: 8) y la posibilidad de que su aliento creativo y estructura, hayan servido como modelo para desarrollar el proyecto de «Pasajes de la guerra revolucionaria».
Por otra parte, la problemática latinoamericana es una preocupación constante en la producción guevariana, no sólo le interesan los aspectos originarios relacionados con su historia cultural, sino también aquellos que se vinculan directamente con las problemáticas del indio, y la dependencia de sus culturas originarias y mestizas al dominio imperialista en muchas regiones del continente.
Por eso, Mayúscula América en Che Guevara es signo inequívoco de identidad. Se comprende la necesidad de acuñar en estos casos nuevos términos por nuevos conceptos políticos. Destaca en medio de lo diferencial americano, el sustantivo mate, derivado del quechua, en alusión a la infusión de hierbas característica de la región.
Huellas del lenguaje lunfardo, lengua de inmigrantes porteños de Buenos Aires, se advierten en toda la muestra. Se trata de voces que, al parecer, el joven Guevara había incorporado desde su primera juventud, como consecuencia de la evolución de esta jerga y su empleo por diversos sectores de la población. Tal es el caso de bifes, vozempleada en lugar de filete o bistec, así comoel adjetivo descangayado7(viejo, sucio)
Hay antropónimos, como Alberto, Chichina, Barrera, y en su función intertextual, la referencia a la obra de Otero Silva, poeta, novelista y dramaturgo venezolano (1908-1985) que también se destacara como periodista y humorista.
Aunque se reporta sólo un zoónimo, este resulta significativo, se trata de «Comeback», usado para la denominación de un perro que acompañó a los amigos durante el azaroso recorrido. Se adopta para la denominación en este caso, un anglicismo, y sobre esta base el nombre nos es dado con su significado.
Verdaderamente, constituye un elemento hilarante, la presencia del can, cuya trascendencia rebasa los límites del mero relato, según puede colegiarse a partir del certero juicio de Cintio Vitier, cuando expresara:

Comeback, el perrito que se nos presenta tan gracioso y «con impulsos de aviador», saltando de la moto de Villa Gesel a Miramar, medio celestino de Chichina por más señas, reaparece en la Sierra Maestra como el cachorrro mascota que hay que ahorcar «por sus histéricos aullidos» durante la emboscada, que se frustró a Sánchez Mosquera…(Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993:10).

El propio Che Guevara, expresa de él:

Comeback es un símbolo y un sobreviviente; símbolo de los lazos que exigen mi retorno, sobreviviente a su propia desdicha, a dos caídas en la moto en que voló encerrado en su bolsa, al pisotón de un caballo que lo “descangalló” y a una diarrea pertinaz (Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993:20).

Considerado por su extensión, estructura e intenciones como, relato introspectivo , se ubica «La Piedra», que es quizá, el texto de mayor acabado literario en la producción del Che Guevara. De contenido autobiográfico, y visto, además, en su condición de «relato de corte testimonial»; adopta como tema, el anuncio de la posible muerte de Celia, su madre. La escritura de este ejercicio cronístico se ubica, en algún momento posterior al 22 de mayo de 1965.
En «La Piedra Guevara», narra, testimonia, ficcionaliza una realidad con indudable capacidad para forjar una escena al modo dramático. Hay en su concepción una marcada humanización del personaje protagónico que es capaz de mostrar sus conflictos íntimos, sus contradicciones y dudas, sin temer la asunción de una postura inadecuada que rompa con estereotipos cercanos a una imagen heroica de hombre maravilloso.
El cariz autobiográfico documenta, con cierta ironía, no desprovista de sensibilidad, aspectos importantes. Es la lucha del personaje consigo mismo, ante la necesidad de la expresión sentimental en una situación límite:

Me pregunté si podía llorar un poquito. No, no debía ser, porque el jefe es impersonal, no es que se le niegue el derecho a sentir, simplemente, no debe mostrar que siente lo de él, lo de sus soldados, tal vez (Centro Latinoamericano Che Guevara, 1993: 22).

La narración guarda armonía con el legado intertextual, a partir del propio lenguaje empleado. Se observa extremo ajuste entre contenido y lenguaje. Subsisten algunas miradas que acercan el texto guevariano al pensamiento moderno, tales como los diálogos rememorales que se integran al propio discurso, habla de sí mismo, desde su propia creación como subjetividad narrada:

-Decían que el 20 de mayo dejaba de llover y hasta octubre no caía una gota.
-Decían…pero dicen tantas cosas que no son ciertas.
- ¿La naturaleza se guiará por el calendario? No me importaba si la naturaleza se guiaba o no por el calendario. En general, podría decir que no me importaba nada de nada, ni esa actividad forzada, ni esta guerra idiota, sin objetivos. Bueno, sin objetivos, no, sólo que estaba tan vago, tan diluido, que parecía inalcanzable, como un infierno surrealista donde el eterno castigo fuera el tedio. Y, además, me importaba. Claro que me importaba.

Hay un uso personalísimo de expresiones que expresan ironía, dolor, ternura, a partir de la presencia de objetos al parecer intrascendentes como la pipa, el pañuelo, un llavero…

Sólo dos recuerdos pequeños llevé a la lucha; el pañuelo de gasa de mi mujer y el llavero con la piedra, de mi madre, muy barato este, ordinario, la piedra se despegó y la guardé en el bolsillo.
¿Era clemente o vengativo, o sólo impersonal  el arroyo?? No se llora porque no se debe o porque no se puede? ¿No hay derecho a olvidar aún en la guerra? ¿Es necesario disfrazar de macho al hielo?

Por su parte, «Diario en Bolivia» (1967) constituye la obra póstuma por excelencia del Guerrillero Heroico, dada su validez como experiencia práctica de la guerra de guerrillas en el continente americano. En él, Che Guevara plasma no sólo el conjunto de peripecias desplegadas por la vanguardia guerrillera desde el 7 de noviembre de 1966 hasta el 7 de octubre de 1967, sino que también ofrece un cuadro dinámico y coherente que integra estados de ánimo, detalles toponomásticos y aspectos lexicológicos de gran valor.
Aunque no fue concebido para la publicidad, a partir de la premisa que sólo el Che Guevara y sus compañeros constituirían sus destinatarios mediatos, «Diario en Bolivia», fue ocupado por el enemigo junto a otras pertenencias del Che y devino azarosa travesía antes de ser publicado en Cuba y en el exterior. 
Las voces más usadas corresponden a americanismos, en su clasificación de gentilicios: bolivianos, cambas, vallegrandino, así como la voz singani, para referir una especie de aguardiente, típico de la región andina. También, y en igual número, aparecen los galicismos botella, camiseta, finanzas, jefe. Le siguen dos vocablos, cada uno, anglicismo, como: jeep y túnely, derivado del catalán, bagre, en su acepción nominativa para pez y guante.  
Como no significativas, una en cada caso, aparecen arabismos, términos procedentes de la hagiografía o del neerlandés.
A diferencia de contribuciones anteriores, donde la prosa es minuciosa y extensiva «Diario en Bolivia», posee una síntesis y precisión admirables. El narrador, generalmente, informa lo esencial en dependencia de los acontecimientos del día y realiza una valoración resumen al finalizar cada mes, en su condición de jefe de la guerrilla y cronista.
En algunos casos, puede acudir al lenguaje figurativo, como resulta en las expresiones fraseológicas siguientes:

  1. Los principales colaboradores de Ricardo se alzan contra viento y marea.
  2. La red todavía está en pañales.
  3. Le hablé a todo el grupo “leyéndole la cartilla” sobre la realidad de la guerra.

Referencias Bibliográficas
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* Lic. en Español – Literatura, Profesor Auxiliar Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa csanchezc@ismm.edu.cu Calle Camilo Cienfuegos 60, La Playa, Moa – Holguín, Cuba
** Profesora Titular. Universidad de Guantánamo. lorie@ucg.co.cu
*** Lic. en Español – Literatura, Profesora titular, Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa tbreyes@ismm.edu.cu Calle Fito Maceo 72, La Playa, Moa – Holguín, Cuba
1 María del Carmen Ariet, Una aproximación a la periodización de la evolución y desarrollo de la vida y obra de Ernesto Che Guevara, Centro Estudios Che Guevara, La Habana, Cuba 2001, p. 3.
2 Apuntes de lecturas…Ernesto Che Guevara. Despertar de un continente. Centro Che Guevara, 2007. p. 159
3 Ezequiel Martínez Estrada , en Para una revisión de las letras argentinas. Editorial Lozada. SA. p. 52.
4 Morales Ernesto, El sentimiento popular en la literatura argentina. Buenos Aires. 1926, pp. 187-211.
5 Memoria, 1998, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, p. 1
6 Portuondo,  José Antonio:  Ernesto Che Guevara: Sobre literatura y arte, Editorial Arte y Literatura, Ciudad de La Habana, Cuba, 1997.
7 En algunos diccionarios americanos aparece con y, y Guevara lo emplea con ll

Recibido: 01/06/2018 Aceptado: 20/07/2018 Publicado: Julio de 2018


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