Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


LA CONSTRUCCIÓN DEL COMUNISMO, TRAYECTO HACIA LO IGNOTO (II)

Autores e infomación del artículo

Rogelio de Jesús Morales García*

Armando Ernesto Cruz García**

Universidad de Las Tunas, Cuba

armandoernesto@ult.edu.cu


Resumen
La aparición de la propiedad privada afincada en la explotación de trabajo ajeno resultó un hecho inaudito a la convivencia humana. Tal estado de cosas favoreció el desarrollo de la sociedad y generó al mismo tiempo su involución. Cuba no fue una excepción, el pecado original económico llegó con el descubrimiento, conquista y colonización que tuvo lugar bajo la espada y la cruz, la deformación económica y la penetración de capital foráneo, proveniente en lo fundamental de la América inglesa, estamparon en el panorama económico y social el colonialismo primero y el neocolonialismo después, a tal estado de cosas se le pone punto final el Primero de Enero de 1959, que marca el inicio de un trayecto desconocido hacia la sociedad inclusiva, partiendo de condiciones no previstas por la teoría Marxista Leninista. 
Palabras claves: Propiedad-Socialismo-Estado-Conciencia-Revolución
Abstract
The appearance of private property rooted in the exploitation of the work of others turned out to be an unprecedented fact of human coexistence. Such a state of affairs favored the development of society and at the same time generated its involution. Cuba was no exception, the original economic sin came with the discovery, conquest and colonization that took place under the sword and the cross, the economic deformation and the penetration of foreign capital, originating in the fundamentals of English America, stamped on the economic and social panorama colonialism first and neocolonialism then, to such a state of affairs is put to an end on January 1, 1959, which marks the beginning of an unknown journey towards the inclusive society, starting from conditions not foreseen by the theory Marxist Leninist.
Keywords: Property-Socialism-State-Consciousness-Revolution

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Rogelio de Jesús Morales García y Armando Ernesto Cruz García (2018): “La construcción del comunismo, trayecto hacia lo ignoto (II)”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (julio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/07/construccion-comunismo.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1807construccion-comunismo


1.4 Cuba y la construcción del socialismo

Colonia, estatus que se “alcanza” en Cuba, donde se inicia su historia conocida o reconocida, quizás por comenzar en ese momento su paso a la civilización, el 28 de octubre de 1492 con la llegada de Cristóbal Colón, que “(…) significó una enorme suplantación de valores (…) el descubrimiento fue en realidad un choque de culturas y de distintas escalas de valores, en el que las culturas autóctonas de nuestra América tenían que llevar la por parte.
La colonización trajo consigo un sistema de valores importados y ajeno a estas tierras (…) América fue violentada a moverse hacia una órbita social y cultural que le era extraña. Europa se erguía orgullosa como dueña absoluta del monopolio de la universalidad (…) Esta visión limitativa de humanidad era necesaria como justificante moral de la conquista (…)” (Fabelo; 2011: 205) para el mismo autor “(…) Nuestra América es hija de ese capitalismo, hija de la occidentalización del mundo; es, de hecho, la única cultura que en su totalidad híbrida y mestiza nace al mundo parida por la capitalización global del planeta”.(Fabelo; 2011: 204)  El escaso desarrollo de los medios de producción y las complejidades que imponía la condición insular había determinado el régimen socioeconómico imperante. Las relaciones sociales y el tipo de propiedad así como la estructura social existente ubican a los antepasados cubanos en la Comunidad Primitiva en el momento que se produce el encuentro de las culturas.
Un elemento a tener en cuenta es que los integrantes de la empresa colombina eran de la más baja y variada procedencia social: ex presidiarios, ladrones, bandidos, etc. Estos en su afán de obtener riquezas imponían intensas jornadas de trabajo a los aborígenes. Como resultado del régimen de trabajo y las enfermedades importadas por lo europeos comenzó a disminuir el número de habitantes y en consecuencia comenzó a escasear la mano de obra.
Ante la situación que enfrentaban los colonizadores comenzaron a importar esclavos de África. No tenían idea de quedarse a poblar el territorio descubierto, solo saquearlo, esto llevó a que siglos después Martí afirmara: “Del arado nació la América del Norte y la Española del perro de presa. Una guerra fanática sacó de la poesía de sus palacios aéreos al moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca sobrante, criada con el vino crudo y el odio a los herejes, se echó, de coraza y arcabuz, sobre el indio de peto de algodón. Llenos venían los barcos de caballeros de media loriga, de segundones desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clérigos hambrones. Traen culebrinas, rodelas, picas, quijotes, capacetes, espaldares, yelmos, perros. Ponen la espada a los cuatro vientos, declaran la tierra del rey, y entran a saco con los templos de oro.” (Martí; 1975a: 136)
De esta forma ilustró Martí el momento de origen de la desigualdad entre las dos América, motivado por los diferentes intereses que conllevaron a sus “descubrimientos” y del desigual estado de desarrollo de los descubridores.
La transformación acelerada de la realidad aborigen fue obra y gracia del proceso de conquista y colonización iniciado a inicios del siglo XVI o del conjunto de procesos que obedecieron a esa lógica necesidad europea. Con Diego Velásquez llegó el conocimiento y el mundo hasta entonces desconocido, pero también enfermedades, avasallamiento y muerte.
Se transformaron las relaciones sociales de cooperación por las de explotación y dominación. La propiedad hasta entonces comunal conoció la apropiación forzosa por los recién llegados, se dio la fractura entre el productor directo y los medios necesarios para producir que determinó la apropiación privada de los resultados del trabajo. Nótese que esta transformación no ocurre de manera natural sino que fue impuesta por los europeos quienes importan la propiedad privada. Este último elemento aderezado por el hecho de que los propietarios sin excepción eran blancos y extranjeros, luego explotadores, y los desposeídos negros y originarios, luego explotados.
Este hecho fue la causa del surgimiento de la lucha cultural. Los propietarios, potentados por la fuerza, portadores de una experiencia precedente diferente y los aborígenes con una cosmología y cosmogonía propia constituían las partes implicadas. En la práctica esta contradicción se presentó como un choque cultural que abarcó desde todo el sistema de valores hasta los más elementales aspectos de la subjetividad humana. Comenzó a realizarse como la alta cultura institucionalizada de un sector poblacional con propiedades y altos ingresos y la cultura de resistencia primero de los aborígenes y luego de los negros africanos, lo ocurrido con la sincretización de las religiones de estos grupos es prueba de la mencionada dinámica.
La sociedad en desarrollo fue testigo entonces del amalgamiento entre economía y raza. Este elemento fue uno de los tantos que se hibridaron en Cuba en materia socioeconómica: esclavitud, racismo, colonialismo y relaciones de producción capitalistas generándose trabajo esclavo a la par del trabajo asalariado. Esto último reforzado por la duda de que si Dios los había hecho a su imagen y semejanza a imagen de quien estaban hechos estos seres que había encontrado producto del error. La duda cedió paso a la convicción, inteligentemente construida, de que para que fueran hijos de Dios aquellos paganos debían cristianizarse. No pudieron, en ese proceso perecieron. Fueron reemplazados, como máquinas, por negros africanos traídos en calidad de mano de obra esclava.
La Iglesia Católica, salvadora de la corona española al ser su puntal ideológico para la reproducción del consenso y pilar para la fundación de la nación moderna española como primer paso en la lucha por la reconquista de la península, obtuvo privilegios. El primero y más importante fue su envestimiento como juez supremo con la facultad de determinar el bien y el mal. Se erigió entonces en poder ideológico. Como consecuencia el estado colonial fue un estado confesionario.
Todo lo antes dicho tuvo su debida refrendación legal. El derecho, manifestación de lo políticamente aceptado o no, desconocido en estos lares se contrapuso al derecho natural. Para mayor complicación o envolvimiento de la injusticia que siempre en toda norma legal esta esfera de la realidad construida se fracturó en el derecho civil y el canónico, este último reino de la Iglesia y por tanto del clero su fuerza motriz.
Ya estaban en Cuba a inicios del siglo XVI los troncos fundamentales que se integraron para, como resultante, dar una nueva identidad, una nueva nación. Remanentes de la cultura aborigen, españoles y africanos constituyen los elementos fundamentales que junto a chinos, y árabes, entre otros, se acrisolaron dando lugar a algo nuevo: el criollo primero, y luego el cubano.
La nación cubana se forjó al calor de la conspiración y finalmente de la guerra, muchas veces sin armas, por la independencia nacional. Dicho proceso se desarrolló durante décadas de esfuerzos y sacrificios de hijos naturales o adoptivos de esta tierra. Hay que recordar la obra fundadora de Saco, José Agustín, Varela y Luz que moldearon y templaron una parte importante de los cubanos enteros que generaron el crisol de la identidad nacional. Retaron a la lógica y como coronación fundaron un pueblo.
Aquella hornada de hombres ilustres desde Céspedes hasta Martí se formó en el amor a la libertad y la voluntad irrestricta de lograr la independencia. Tuvo también en el pensamiento iluminista y de emancipación social europeo de los siglos XVIII y XIX algunas de sus más profundas raíces.
Desde esos presupuestos teóricos y sociales se dio inicio el 10 de octubre, por azares de la historia, a una revolución burguesa que con posterioridad mutaría mediante un complejo y doloroso parto, no concientizado por todos en la época, hacia una revolución cuyo objetivo final era el logro de una sociedad justa. El propósito explicitado por José Martí en carta a Juan Gualberto Gómez el 29 de enero de 1895 no deja lugar a dudas “Conquistaremos toda la justicia.” (Martí; 1895a: 2)
En 1895, en vísperas de la guerra necesaria,  los monopolios norteamericanos tenían invertidos en la Isla en diferentes ramas de la economía capitales que ascendían a 50 millones de dólares. “El total de la inversión extranjera yanqui era en ese año de 685 millones, Cuba recibía el 7,5% de ese total”. (Le Riverend; 1975: 192-197) Teniendo pleno conocimiento de esta realidad Martí afirmó: “El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos. Le compra poco, o se niega a comprarle, y no le da crédito. Ni lastimar, ni alarmar siquiera, debe un deudor necesitado a sus acreedores (...)” (Lamrani; 2016: 4) Fue una premonición, perdimos la libertad por haber perdido antes el comercio y a través de él toda la economía.
Para Martí, cuyo mayor mérito está en haber logrado la unidad en torno a la causa revolucionaria de la independencia, la guerra solo era el inicio de la lucha, condición indispensable para la transformación de la sociedad de la época. Su sueño, el sueño que luego compartieron la inmensa mayoría de los desposeídos y hombres justos de la nación y fuera de ella; el ideal era “(…) ¡alcémonos para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darles tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”. (Martí, 1891: 3) No se refería Martí a todos los elementos existentes en el territorio sino a aquellos considerados como comprometidos con la causa o a los menos no enemigos de ella.
Para lograr tal aspiración fundó un partido político de nuevo tipo, medio de actividad política eficaz para la materialización de la guerra que él llamó necesaria. “Ahora, a formar filas! Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se fundan pueblos! (…)” (Martí, 1891: 4)
No se había planteado en la teoría revolucionaria cubana, que se construiría en ese entonces, ni se evidenció en la práctica revolucionaria la asunción de la lucha de clases. Lo anterior se pone de manifiesto en el pensamiento martiano “Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres.” (Martí; 1975b: 221)
Martí y sus contemporáneos no podían plantearse la división de los cubanos en clases, aunque lógicamente estas existían y condicionaban la actividad política, asumida como “(…) aquella que despliegan los hombres (de forma individual o no) con el objetivo de alcanzar, mantener, enriquecer y utilizar el poder del Estado para transformar determinados elementos dentro de la sociedad, guiados por intereses, en virtud de los cuales despliegan su actuación” (Cruz; 2009: 11), cuando el objetivo asumido por ellos necesitaba la mayor cantidad de partidarios, por eso como señala Dávila, su partido no era clasista.(Dávila; s/f: 35-36) Otro elemento a tener en cuenta del pensamiento martiano es el reconocimiento que hace de la obra del Prometeo de Tréveris “Como se puso del lado de los débiles, merece honor (…) iNo han de ser tan poderosas las excrecencias de la monarquía, que pudran y roan como veneno, el seno de la Libertad! (…) Aquí está Swinton, anciano a quien las injusticias enardecen, y vio en Karl Marx tamaños de monte y luz de Sócrates.” (Martí; 1975b: 388-389) Martí no fue socialista aunque conoció esas ideas, lo dicho antes lo prueba, pero compartió el espíritu ético que subyace en la teoría de Marx. “No compartió la estrategia de la lucha de clases en su prédica revolucionaria. Sin embargo, ya al final de sus días, en el manifiesto al New York Herald, y en su última carta a Manuel Mercado con mayor claridad, deja entrever que, si la previsible intromisión norteamericana hiciera inevitable la lucha de clases, su partido estaría al lado de “(…) la masa pujante-la masa mestiza, hábil, y conmovedora, del país-, “(…) la masa inteligente y creadora de blancos y negros.” (Martí; 1895b: 2)
Se había gestado en Cuba en el ocaso del siglo XIX una concepción revolucionaria del sujeto de la revolución. En las condiciones de esta Isla no podía ser el proletariado, escaso debido al poco nivel de desarrollo y a la hibrides de la sociedad de aquel entonces, como lo concibió el marxismo, teoría surgida en países centro del desarrollo capitalista de Europa. Lo fue un agente social total, síntesis de diferentes clases, capas y grupos sociales que más allá de intereses puramente económicos habían abrazado la causa de Cuba. Formaron parte de este bloque obreros y campesinos, estudiantes e intelectuales, nacionales, exiliados y extranjeros.
“Fomentar relaciones sinceras entre los factores históricos y políticos de dentro y fuera de la Isla que puedan contribuir al triunfo rápido de la guerra y a la mayor fuerza y eficacia de las instituciones que después de ella se funden, y deben ir en germen en ella.” (Abreu, Jorge; Cruz, Maria Antonia; 2015: 4) Así fija el Apóstol uno de los objetivos para lo que se funda el Partido Revolucionario Cubano. Este planteo es producto de la comprensión que existe de la necesidad de fundar el consenso político sobre el ideológico.
En 1869 en la Asamblea Constituyente de Guáimaro se dio inicio a la tradición constitucionalista de la Revolución Cubana. En 1891 con la fundación del periódico Patria se inicia un camino que el orden ideológico tendría consecuencias hacia el futuro como condicionantes de la actividad revolucionaria. La fundación el 10 de abril del propio año del Partido Revolucionario Cubano dotó al movimiento revolucionario del medio cohesionador de todos los esfuerzos libertarios. Estos se concibieron como garantía de coherencia y eficiencia en el logro de los objetivos que los llevaban a la manigua y expresaron la voluntad de consenso en pos de la unidad.
La obra revolucionaria de este período fue expresión de continuidad respecto al pensamiento fundacional de la identidad nacional. Asumió conscientemente los postulados de Varela de cómo debía ser la política cubana: 1) Preferir el bien común al bien individual, 2) No hacer nada que vaya contra la unidad del cuerpo social y 3) Hacer solo lo que es posible hacer. (Torres-Cuevas; 2008: 8) La intervención estadounidense en la última guerra contra la metrópoli española frustró la objetivización de los propósitos planteados. Aquella guerra de liberación nacional se detuvo e inició otra, la sostenida entre Estados Unidos y España por las posesiones coloniales de esta. Durante su desarrollo el vecino norteño contó con la interesada colaboración de las tropas mambisas. El fin de las hostilidades se pactó en París el 11 de diciembre de 1898 para lo cual no se contó con los revolucionarios cubanos desconociéndose los esfuerzos realizados.
Las Instrucciones de Breckenridge (Ortega; 1906: 439-442) además de realizar una “caracterización de la población cubana” se recomiendan acciones de exterminio contrarias al  espíritu de la Resolución Conjunta que planteaba que los animaba a tomar partido en aquella gesta, cuando durante décadas habían mantenido una postura de falsa neutralidad, el deseo de contribuir en la formación de la república democrática.
Se inició posteriormente un período de transitoriedad: la ocupación militar yanqui. Bajo la autoridad del Estado norteño cedida por el Congreso al Presidente al amparo de la Resolución Conjunta que fijaba como objetivo contribuir a la materialización de una república democrática. Un elemento a destacar es que en este período se sentaron las bases para la sujeción económica, política y social de Cuba a Estados Unidos.
En esta etapa la política estuvo dirigida a facilitar las inversiones de capital de los monopolios yanquis en Cuba. Por medio de esta se incrementó el volumen de propiedades norteamericanas en los sectores del azúcar, tabaco, minería, y medios de transporte. Las medidas dictadas por los dos gobernadores militares así lo dispusieron. Se había dejado de ser propiedad privada de España para empezar a serlo de esta nueva metrópolis.
El sistema político de transición se conformó con la fuerza de las armas como factor movilizador, se construyó sobre el burocrático y corrupto sistema español y las ruinas de lo que fueron los órganos representativos del pueblo cubano. Estos órganos fueron víctimas, y por tanto el pueblo, de diferentes tácticas. El Ejército Libertador que tanta gloria había derrochado fue licenciado, la Asamblea de Representantes, máximo órgano de la República en Armas, disuelta como consecuencia de pugnas e incomprensiones internas, y la jefatura militar y el Partido Revolucionario Cubano, máximo organizador, ente aglutinador y garantía final, disueltos.
Ya para esta época, 1899, Diego Vicente Tejera funda el Partido Socialista Cubano lo que constituyó el primer intento de organizar a los obreros en un partido político independiente. Esto fue también resultado de la política de los interventores y de la evolución del movimiento obrero cubano. Este período sirvió para cortar lo que quedaba de hibrides en el país. Barrió cuanto rezago existiera. Se impone finalmente el capitalismo salvaje. Este Estado cuya refrendación legal fue la Constitución de 1901 nació atado de pies y manos. Mediante la Enmienda Platt los ocupantes garantizaron su dominación. La intervención militar pendía cual espada de Damocles sobre el futuro siempre incierto de la joven nación.
La República podada de 1902, obra teatral del Imperio, profundizó la situación existente. La corrupción estatal y el saqueo continuaron siendo la regla en los gobernantes y sus camarillas. La deformación estructural heredada se profundizó, reforzándose la dependencia al extranjero de la economía nacional, el monocultivo y el escaso desarrollo industrial aumentaban cada día. Todo esto generó un ambiente político desfavorable que nos llevó de dictadura en dictadura.
El movimiento estudiantil y la juventud en sentido general fueron abanderados en esta nueva etapa de lucha, la lucha por la Reforma Universitaria, la creación de la Universidad Popular José Martí y la Protesta de los Trece así lo demuestran. Otra manifestación de la actividad revolucionaria, pero sobre todo de la respuesta de las fuerzas sociales más reaccionarias fue el proceso que se desarrolló en los primeros días de julio de 1927 contra los comunistas cubanos. Se debe tener en cuenta que la repercusión de la Revolución Socialista de Octubre fue inmediata. El accionar en lo adelante de las fuerzas progresistas así lo prueba.
Todo esto gestó una profunda crisis en la sociedad cubana. El panorama fue descrito por Fidel Castro cuando dijo: “El ochenta por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas, está en manos extranjeras… Hay 200 000 familias campesinas que no tienen una vara de tierra donde sembrar unas viandas para sus hambrientos hijos y en cambio, permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de 300000 de tierras productivas (…) Tan grave o peor es la tragedia de la vivienda. Hay en Cuba 200000 bohíos y chozas; cuatrocientas mil familias del campo y la ciudad viven hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud; dos millones doscientas mil personas de nuestra población y suburbana, carecen de luz eléctrica” (Castro, 1953; 15)
La situación terminó afectando a la llamada clase media de la sociedad cubana, entiéndase artesanos, comerciantes y obreros asalariados, públicos o privados, con ingresos medios relativamente estables. El resultado fue un proceso de proletarización que contribuyó a catalizar la situación revolucionaria que se había estado gestando, según (Ibarra, 1995: 196-248). El logro de la unidad revolucionaria fue esencial en este proceso al decir de Fidel Castro en entrevista realizada por Ignacio Ramonet (Ramonet; 2005: 235). Fidel Castro comprendió esta realidad y con las acciones del 26 de julio de 1953 inició el camino para revertir esta situación. El programa de un eventual gobierno revolucionario planteado por él en su auto defensa el 16 de octubre de ese mismo año contribuyó al logro de la unidad popular en torno a la causa revolucionaria. Finalmente se logró capitalizar el factor objetivo mediante la canalización del subjetivo que condujo al triunfo de las fuerzas revolucionarias el 1 de enero de 1959, que estuvo determinado en gran medida por dos factores: la unidad de los revolucionarios en torno a los objetivos planteados y la unidad de las masas populares alrededor de la idea de la revolución. Esta constituía la única alternativa en décadas a la situación imperante.
La unión que existió entre las diferentes organizaciones políticas que los agrupaban fue concluyente a lo largo de todo el proceso. Posterior al triunfo lo sería más teniendo en cuenta los retos que enfrentaría. Fidel Castro valoró ese momento en los siguientes términos: “(…) creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.” (Castro; 1959: 1) La intensidad de la lucha, las circunstancias internas y la autoridad adquirida por Fidel Castro principalmente posibilitaron la marcha acelerada hacia la integración de las diferentes organizaciones revolucionarias.
La revolución tal y como había anticipado Fidel Castro inició la ejecución del programa de gobierno que él anunciara 6 años antes, el contenido de la Historia me Absolverá comenzaba a hacerse realidad ante los ojos de los cubanos. Su aplicación determinó el choque con los intereses imperiales y con el sistema de valores instituidos. Si alguna medida en el orden económico social determinó la agudización de la crisis que atravesaban las relaciones con los Estados Unidos fue la Ley de Reforma Agraria, las nacionalizaciones también influyeron de manera notable. La proclamación del carácter socialista de la revolución el 16 de abril de 1961 la profundizó.
La etapa de la Revolución Cubana definida como democrática, popular, agraria y antiimperialista se desarrolla desde el 1 de enero de 1959 hasta octubre de 1960. En este período se resuelve el problema cardinal de toda revolución proletaria: la toma del poder político. El establecimiento de la dictadura  democrático-revolucionaria allanó el camino para la realización de importantes tareas que formaban parte Programa del Moncada. Esta tuvo como tarea fundamental lograr la mayor democracia posible dentro de los límites de la república democrática burguesa y la aplicación de un conjunto de medidas económicas que, aunque no rebasaron las fronteras sociales existentes, contribuyeron decisivamente a la creación de las condiciones necesarias para hacerlo al afectar las bases de la gran propiedad privada en pos de mejoras sociales. En esto desempeña un papel decisivo el hecho de partir de condiciones de un capitalismo subdesarrollado.
Como resultado de las peculiaridades del proceso, la época y los sujetos, así como de los antecedentes en cada caso, el proceso cubano constituye un reto a la imaginación. La norma, el socialismo importado no tuvo cabida en Cuba, al menos en estos años iniciales. Se creó un sistema político autóctono sustentado sobre un conjunto de principios: la democracia, la igualdad, la participación popular, la unidad y el respeto a la mayoría. Según Iván Oleinik “(…) la Revolución Cubana ha mostrado muchas formas y métodos singulares que no han sido aplicados en otros países para la preparación y realización de las transformaciones revolucionarias de todas las esferas de la vida de la sociedad en vías hacia el socialismo”. (Oleinik; 1975: 26)
Como necesidad del propio proceso se fue gestando desde la sociedad política una nueva sociedad civil, la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) el 28 de septiembre de 1960 es una magnífica prueba de ello. Las concentraciones populares de esos años también. En ambos casos nos encontramos ante diferentes medios de actividad política revolucionaria del pueblo a través de los cuales profundizaba el proceso a la vez que lo legitimaba. La sociedad política y la sociedad civil se superponen de tal forma que en muchas ocasiones resulta complejo esta divisó aún con fines metodológicos. La identidad de los objetivos propuesto así lo determinó.
Cuba se transformó a sí misma en cuestión de meses de un país semicolonial a uno que emprendía el camino de la emancipación social. De un país subordinado a un país que luchaba por su futuro y para ello contaba con la fuerza que le daba contar con el apoyo de la inmensa mayoría de su población. En lo adelante el reto sería, en gran medida, que la diversidad de proyectos individuales se vieran reflejados en la sociedad que habían escogido los cubanos. La ruptura no solamente era con la propiedad privada sustentada en la explotación de trabajo ajeno, sino también axiológica.

Consideraciones finales

En el devenir de la sociedad humana las contradicciones condicionan su movimiento, especialmente las asociadas al factor económico, en última instancia, las determinantes, en tanto que otros acontecimientos superestructurales también inciden en el resultado final, en un complicado juego de acciones y reacciones. La aparición de la propiedad privada afincada en la explotación de trabajo ajeno suscitó la exclusión de las mayorías y la bonanza de las minorías. Realidad que a diferencia de las concepciones anteriores el marxismo convocó a transformar, anunciado el advenimiento de esa sociedad verdaderamente humana; camino que resultaba desconocido.
Cuba emprendió semejante viaje hacia lo desconocido el Primero de Enero de 1959 después de un largo y doloroso alumbramiento, donde el papel del factor subjetivo se redimensionó, incluyendo las formas en que los hombres se asociaron u organizaron como el Partido Comunista de Cuba. Arrancar de la premisa, falsa, de creernos que alguien sabía cómo se construye el Socialismo, nos condujo a incursionar en determinados errores durante el proceso de su construcción en aras de conquistar toda la justicia, que instaurados en la conciencia individual y social fueron distorsionando la concepción de la nueva sociedad.
Incursionar en la prehistoria, en los antecedentes de nuestro proceso de construcción social y repasar lo acontecido es esencial para entender con mayor plenitud la tarea inmensa que tenemos que emprender, sabiendo de antemano que continuamos en el trayecto hacia lo ignoto que implica andar por senderos escabrosos, crear, errar, rectificar, andar, crear. 

BIBLIOGRAFÍA

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*Profesor Auxiliar. Licenciado en Educación Especialidad Marxismo-Leninismo.
** Profesor Asistente. Licenciado en Estudios Socioculturales.

Recibido: 14/05/2018 Aceptado: 02/07/2018 Publicado: Julio de 2018


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