Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


INTERRELACIÓN ENTRE LA DIMENSIÓN CULTURAL Y ECONÓMICO – SOCIAL COMO GARANTES DE LA SEGURIDAD NACIONAL EN EL CONTEXTO CUBANO ACTUAL.

Autores e infomación del artículo

Ana Margarita Gómez Aguilera*

Marisleidis Cutiño Escalona**

Universidad de Las Tunas, Cuba

ana@ult.edu.cu


RESUMEN
Desde su surgimiento, el ser humano consideró la necesidad de sentirse protegido y seguro de los peligros provenientes del entorno. En la misma medida que se fueron organizando, crearon mecanismos colectivos de seguridad. Actualmente es uno de los temas más debatidos y pertinente en los debates nacionales e internacionales, al considerarse útil para las sociedades y las personas que deseen mejorar la iniciativa, la creatividad y las libertades individuales, con una elevada calidad de vida. Luego de la segunda Guerra Mundial, se comenzó a generalizar el concepto de Seguridad Nacional. Su materialización en Cuba se garantiza a través de varias dimensiones, que se corresponden con las diferentes esferas sociales, de acuerdo al tipo de actividad desarrollada. En la investigación se realizan algunas reflexiones teóricas, que evidencian la dinámica en la relación entre la dimensión económico-social y la dimensión cultural, llegando a la concepción más amplia del desarrollo, donde desde el triunfo de la Revolución se comenzó a dar una mirada humanista centrada en el hombre y su felicidad, estimulando el desarrollo de determinadas relaciones y modos de actuación entre los individuos, que potencia el desarrollo cultural en la sociedad, convirtiéndose en el eje transversal de cualquier modelo de desarrollo. La misma tiene como objetivo reflexionar sobre la relación existente entre la Dimensión Cultural y Económico – Social en la sociedad cubana actual, tomando al hombre como centro y partiendo de la concepción de que este es objeto y sujeto de su propia transformación.

Palabras claves: Seguridad, Seguridad Nacional, Económico – Social, Desarrollo, Cultura.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Ana Margarita Gómez Aguilera y Marisleidis Cutiño Escalona (2018): “Interrelación entre la dimensión cultural y económico – social como garantes de la seguridad nacional en el contexto cubano actual”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (mayo 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/05/seguridad-nacional-cuba.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1805seguridad-nacional-cuba


INTRODUCCIÓN
Considerando la variedad de factores internos y externos que pueden afectar a la sociedad cubana actual, se trabaja cotidianamente en todas las esferas de actuación: social, económica, cultural, política, militar, ideológica, medioambiental, tecnológica, de relaciones internacionales, contra desastres y otras.
Las reflexiones teóricas realizadas a continuación presentan un enfoque culturológico, donde se  analizan algunas categorías importantes como cultura, desarrollo cultural y participación, todas de extraordinaria importancia en la sociedad cubana actual para contribuir al desarrollo sostenible que se aspira.
Se considera que la cultura le permite al hombre asimilar y transformar los valores que hereda y crea en su interactuar con el entorno y proyectar conscientemente el futuro, donde este, como ser social juega un papel activo y protagónico que le permite desarrollar la creatividad en un proyecto de vida no solo individual, sino colectivo. 
Su papel creador en la vida social contribuye a desarrollar aptitudes tanto individuales como colectivas, siendo un eslabón preponderante en la comunidad, donde las relaciones sociales que se establecen entre los hombres en este marco influyen sobre las capacidades del individuo y sobre los criterios que orientan sus opciones.
En las décadas del 50 y 60 del S: XX el desarrollo económico no abría espacios para el desarrollo cultural, ni a la formulación de políticas en este sentido, solo consideraba el crecimiento del producto al no considerar el aspecto social y cultural del desarrollo.
A partir de 1970, se cuestiona el carácter económico del desarrollo, y se aprecia una tendencia humanizadora, puntualizando con efectividad el papel de la cultura, acción que trascendía la consideración puramente material para nutrirse del ámbito espiritual. Esto implicaba nuevos análisis sobre el enfoque economicista y potenció mayores debates entre países y organismos intergubernamentales, derivando como mayor dificultad el no considerar al hombre como centro del desarrollo.
En la década de 1980 se visualizan avances enfocados en  propuestas que,  permitieran relacionar los fines culturales presentes en los diferentes proyectos con interés económico y social, lo que sin dudas privilegió la calidad de vida, permitiendo establecer una relación más estrecha entre las instituciones, actores sociales y todos los miembros de la sociedad y las comunidades.
De este modo, se centra la atención en dos categorías importantes analizadas hasta entonce por separados: cultura y desarrollo. Las que se asocian en su acepción más elevada con diferentes enfoques, que transitan desde el economicismo, hasta la tendencia actual de la sustentabilidad, y que en sus análisis derivaron la categoría Desarrollo Cultural. Entendida esta como proceso, asumió (al menos en teoría para muchos) al hombre como sujeto y objeto de ese desarrollo, bajo el principio de equidad y el fomento de la participación activa. 
En Cuba, a partir de la década de 1990, crecieron las limitaciones condicionadas por el derrumbe del socialismo en Europa y el recrudecimiento del bloqueo por parte de los EE.UU., lo que afectó la capacidad del estado de solucionar los problemas sociales y materiales al ritmo necesitado y deseado.
Esto obligó a desarrollar un movimiento social de solución de los problemas comunitarios con esfuerzos propios, potenciando la participación activa de sus miembros, que a su vez contribuyó a fortalecer la Dimensión Económico – Social en el país, convirtiéndose en un gran desafío en medio de un contexto tan complejo.
Es necesario considerar que antes de 1959, la situación era precaria, no se contaba con las instituciones, ni los recursos humanos preparados para tan grande empeño, así tampoco con las organizaciones para representar los intereses de los diferentes segmentos de la sociedad.
Actualmente se cuenta con las estructuras requeridas para fortalecer la participación activa y creadora de los comunitarios, dirigida a que sean actores de la transformación sociocultural y económica que requiere la sociedad. La experiencia cubana demuestra la acertada política económico - social adoptada en estos años, que permitió sobrevivir primero, y recuperarse después, en medio de coyunturas internacionales muy adversas.
Considerando que en el modelo de desarrollo concebido en el país está presente la unidad e integración de lo económico, lo social y lo cultural, y que no se concibe el desarrollo económico sin el desarrollo social, el objetivo de la investigación es realizar algunas reflexiones teóricas sobre la interrelación entre la Dimensión Económico – Social y la cultural  en la sociedad cubana actual, tomando al hombre como centro y partiendo de la concepción de que este es objeto y sujeto de su propia transformación.

DESARROLLO
La Seguridad Nacional de Cuba descansa en las fuerzas del pueblo, en su unidad, en su cultura,  materializada en la capacidad de resistencia ante las adversidades, en la voluntad para desarrollarse, defenderse y seguir adelante en las más complejas circunstancias, en el consenso para alcanzar los intereses y objetivos nacionales, que le permitirá poder avanzar hacia el desarrollo sostenible.
Al ver la cultura ligada a todas las manifestaciones de la vida y como expresión de sus valores más altos, aparece como algo que orienta el crecimiento económico y social. Actualmente tiene gran importancia como sostén fundamental en la satisfacción de las necesidades espirituales y como elemento de influencia directa en la producción de medios materiales de vida.
La  cultura resulta el medidor por excelencia de la calidad del desarrollo. A su vez la justicia es una categoría de la cultura, que concibe el pleno desarrollo del ser humano. Por ello, es muy importante estimular la visión contemporánea de la razón de ser como nación, con una proyección amplia que ayude a los individuos a identificarse cada vez más con lo que le es propio;  su cultura.
Esta juega un importante papel con respecto al desarrollo, pues este solo puede prosperar, ser satisfactorio y sostenible, cuando está arraigado en la cultura y tradición de cada pueblo y por ende tiene en cuenta los estilos de vida, sistema de valores, tradiciones, creencias, conocimientos y aptitudes, que a su vez exige la participación activa de los individuos como beneficiarios de este proceso.
Desde hace varias décadas se asocian ambas categorías conformando el binomio Cultura y Desarrollo, lo que se explica a través de la noción del desarrollo cultural, al tiempo que se apunta hacia un crecimiento humano integral, con reflejo en la calidad del sistema social.
La dinámica de la vida actual hace que la idea del desarrollo cobre más fuerza, unido al crecimiento de las potencialidades humanas, que incluye un mensaje positivo en sí mismo. Debe tener por objeto y sujeto  al hombre en sí mismo, es decir, armonizarle con un espacio que magnifique su existencia, reconocer su heterogeneidad, diversidad y originalidad para que surjan soluciones reales a los problemas que los afectan.
Se entiende entonces, que el fundamento cultural del desarrollo, hay que verlo como la plataforma necesaria para el desarrollo integral, donde  la diversidad cultural debe ser comprendida a partir de la innovación, de la transformación, e incluso del desarrollo.
Este último se incorpora a las ciencias sociales a mediados del siglo XVIII para caracterizar los procesos graduales de cambio social.Está relacionada con los vocablos transformación, evolución, cambio, crecimiento y maduración, empleadas con mucha frecuencia en el campo social.
Luego de  la Segunda Guerra Mundial, y a partir de la constitución de la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO), cobra un nuevo significado en las ciencias sociales y comienza a ocupar importantes espacios en la mayoría de los intelectuales del mundo.
Esta categoría ha sido puntal en el impulso de la teoría cultural, y los estudios realizados, y ha contribuido a enriquecer el papel que la cultura desempeña en el alcance de una vida más plena. De ahí que desarrollismo, desarrollo cultural, dimensión cultural del desarrollo, desarrollo integrado, desarrollo sostenible, desarrollo local, desarrollo endógeno y desarrollo sustentable son categorías que, de una forma u otra, han estado presentes en las políticas culturales en los diferentes países.  
En las décadas del 50 y 60 del S: XX el desarrollo económico no abría espacios para el desarrollo cultural, ni a la formulación de políticas en este sentido, solo consideraba el crecimiento del producto, o sea, ¨ el aspecto social y cultural del desarrollo, en su sentido más holístico, no se tiene en cuenta para nada ¨ (Hernández Rodríguez, 2004: 9),  hoy sabemos que es imprescindible reconocer a la cultura como un factor implicado en los problemas del desarrollo. 
Los debates entre países y organismos intergubernamentales, derivó como mayor dificultad el no considerar al hombre como centro del desarrollo. De este modo se conciben acciones encaminadas a lograr el desarrollo cultural de las comunidades.
Afortunadamente en Cuba, al triunfar la Revolución sus objetivos se integraron a las transformaciones que en las diferentes esferas de la vida social este propició, ocupándose el gobierno de convertir en realidad el desarrollo económico, social y cultural, con oportunidades para las grandes mayorías.
En 1961, en el discurso Palabra a los Intelectuales, el Comandante en Jefe Fidel Castro dejó definido el propósito de desarrollar la cultura, cuando afirmó: ¨ Nosotros hemos sido agentes de esta revolución, de la revolución económico social que esta teniendo lugar en Cuba… a su vez esa revolución económico -social tiene que producir inevitablemente también una revolución cultural en nuestro país ¨ (Colectivo de Autores, 1986: 23)
Visto así, el desarrollo cultural en el país ¨ se asume tomando como antecedente la tradición histórica cultural de la nación y una concepción de cultura que responde en este contexto a su capacidad constructiva y dinámica como agente de cambio y factor de desarrollo. (Casanovas Pérez – Malo y Carcassés Legrá, 2004: 127)
 Se destaca como aspectos importantes el modo en que es visto el hombre como centro del proyecto social que se gestaba en ese contexto complejo de la década de 1960, donde jugaron un importante papel la campaña de alfabetización y la creación de instituciones culturales para materializar las políticas en esta dirección, a fin de humanizar el desarrollo, siempre al servicio del hombre.
Posteriormente a nivel internacional, los debates de la UNESCO en lo concerniente al desarrollo y la cultura, en 1975 en la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales, efectuada en África, provocaron que surgiera el término Dimensión Cultural del Desarrollo.
Luego en 1978 se produjo una aproximación de desarrollo cultural más amplia, que sitúa su importante relación con todas las tareas económicas y sociales,  y en la década de 1980 se asume como dimensión cultural del desarrollo, donde se propone relacionar los fines culturales presentes en los diferentes proyectos con el interés económico y social, que afortunadamente privilegió la calidad de vida, permitiendo establecer una relación más estrecha entre las instituciones, actores sociales y todos los miembros de las comunidades.
¨ Esta dimensión cultural del desarrollo estimula la acción colectiva de los diversos grupos sociales en las diferentes esferas de la vida ¨ (Pérez – Maló y Carcassés Legrá, 2004:124), considera la cultura como parte integral, como instrumento y objetivo esencial de una adecuada concepción de desarrollo, considerando el bienestar material y espiritual de todos como su razón de ser y como una poderosa fuerza interna de la sociedad. 
Estas ideas permiten entender que la cultura en su relación con el desarrollo ha ido evolucionando, al ¨ verse inicialmente como una dimensión dentro del desarrollo integral, luego como el factor más importante, para ser después reconocida como función motriz en el proceso modernizador ¨ (Goncalves. G, 1997:40).  En su avance se ha convertido en figura clave que puede hacer fracasar u obtener éxito en el desarrollo.
Teniendo en cuenta los aspectos anteriores, el Decenio mundial para el Desarrollo Cultural (1988 – 1997) asume entre sus principales acciones la realización de una metodología que incluye los factores culturales en los proyectos de desarrollo, partiendo de un enfoque práctico que hiciera posible medir el rechazo o aceptación ante su introducción en las comunidades o sociedades que se desee lograr el cambio.
En la década de 1990 se manifestaron condiciones poco favorables para materializar el papel de la cultura en los procesos de desarrollo, como consecuencia de la caída de la economía que sufrieron los países pobres o en vías de desarrollo. No obstante, se apreciaron intentos, por llamar la atención hacia el Desarrollo Cultural, el cual asume la aceptación del carácter global y abarcador de la cultura. 
Esto exigió el replanteamiento y alcance de las políticas culturales, establecer objetivos, construir voluntades, asegurar recursos para crear las condiciones que favorecieran la plena realización del ser humano para que de forma individual y colectiva desarrollaran sus potencialidades. Como se aprecia las categorías cultura, desarrollo cultural y económico han estado asociadas, con diferentes enfoques, que transitan desde el economicismo, hasta la tendencia actual de la sustentabilidad.
Se aclara que cuando se habla de la cultura como factor de desarrollo, para nada se está en presencia de un nuevo enfoque, lo novedoso radica, en que en los debates internacionales su perfil es más propio, amplio y profundo, debido a la dinámica del panorama cultural en el mundo, que la ha movido de un enfoque pasivo a uno más activo, y que la sitúa como protagonista y factor de cambio.
Se fue imbricando en el discurso teórico, en la medida que los resultados catastróficos en el contexto social y cultural por los criterios de los enfoques referidos, cedían terreno ante los de esta tendencia, Hernández Rodríguez define el desarrollo cultural como: ¨ un proceso a través del cual un estado, o cualquier ámbito territorial, incluyendo el municipio, la comunidad y en una escala más reducida, el barrio, incrementa la participación de la población en la vida cultural y promueve la creatividad de todos los ciudadanos ¨. (2004:14)
De este modo se asume que el desarrollo culturalno surge espontáneamente, ni es una acción que realizan aisladamente los individuos, sino que reviste características de proceso, debiendo actuar todos los factores implicados, que tengan influencia en las decisiones, donde la participación como elemento esencial, hace posible que las personas se involucren de forma activa y creadora en la vida cultural, lo que emerge como derecho y a la vez deber de todos los individuos, así la participación es el eje transversal de cualquier modelo de desarrollo cultural.
Víctor Arrogante resume en cuatro elementos los indicadores que conforman el concepto, reconociendo que devienen en regla para hablar de desarrollo cultural:
- la cultura vista como factor de desarrollo personal, social y económico; - como garantía para la creatividad; - como espacio de participación y solidaridad y - como definidora de la identidad de los pueblos. (Arrogante, 1992: 9)
Las ideas del autor expresan como el desarrollo trasciende lo meramente económico, sin soslayar la concepción marxista que atribuye al desarrollo de las fuerzas productivas el carácter objetivo del desarrollo social. Concibe las variables económicas, partiendo de las realidades y aspiraciones de los pueblos en los que ha de tener lugar el proceso de desarrollo. Trata la cultura presente no solo en la política económica y en las agendas políticas, sino de la sociedad en su conjunto.
En debates de la UNESCO para el desarrollo cultural en 1992 se  enfatizaba que  ¨ El Desarrollo Cultural como proceso dinámico significa enriquecer la cultura, fortalecer las formas de expresión cultural, y poner la cultura a disposición de todos, promoviendo una amplia participación y creatividad mediante los recursos idóneos en un espíritu de respeto mutuo y tolerancia. (Goncalves, 1997:44)
En esta afirmación se potencia la democratización de la cultura como vía para enaltecer al hombre, la igualdad de oportunidades a través de la participación, tomando elementos claves como la diversidad y la creatividad encaminados a la transformación sociocultural de la sociedad. Toma en cuenta las necesidades, expectativas de la población y valoriza los recursos naturales, humanos y el conocimiento local.
Valora además la concepción globalizadora de la cultura y su influencia en el desarrollo,  se aprecia una proyección al desarrollo integral del individuo, la comunidad, y la sociedad toda, a través de la interacción y la participación activa y creadora de todos los factores implicados en el proceso de cambio, dirigidos a mejorar la calidad de vida y el autodesarrollo individual y colectivo que se nutre y enriquece a partir de la igualdad de oportunidades, respeto mutuo y aceptación de la diversidad cultural.
Se percibe además, el desprendimiento de las teorías economicistas, que solo consideraban el crecimiento material, en tanto en esta, el hombre es visto en el centro de la actividad cultural en su sentido más amplio, considerando la misma como un derecho del ser humano, y visualizando el desarrollo con énfasis en el factor social, tiene en cuenta a la comunidad como impulsora del desarrollo económico y sociocultural.
Al proporcionar cauces de participación social, se estimula el desarrollo de determinadas relaciones y modos de actuación entre los individuos involucrados en este accionar sociocultural, lo cual  trae consigo el desarrollo de valores, tanto los que tienen que ver con la personalidad individual (valores morales, sinceridad, cooperación, amor a la familia, solidaridad, colectivismo, otros.) como aquellos que encierran una connotación social en relación con algunos fenómenos que son parte importante de ese sistema multifuncional y multifacético que es la cultura, en su sentido más amplio.
Hace posible la creación de espacios y contextos donde los individuos comparten procesos de desarrollo individual y grupal. Visto así, la participación es un elemento indispensable que hace posible poner a prueba y desarrollar las capacidades humanas y estructuras, para desde la comunidad producir cultura para esta.
La cultura es por lo tanto, escudo y espada de la nación cubana y una condición imprescindible para el pleno disfrute de la dignidad y de la libertad, garantiza la formación del hombre nuevo con amplios conocimientos, capaz de enfrentar los retos del presente y del futuro.
De esta manera se potencia una concepción de desarrollo que no significa sólo el avance en el sentido económico y utilitario sino que contempla también como aspecto necesario e imprescindible el desarrollo de los aspectos espirituales que forman parte de la herencia cultural de los seres humanos como principales protagonistas del desarrollo cultural en las comunidades.
La afectación producida en Cuba a partir de la década de 1990, a consecuencia del derrumbe del socialismo en Europa, y el recrudecimiento del bloqueo por parte de los EE.UU., limitó la capacidad del estado de solucionar los problemas sociales y materiales al ritmo deseado, y obligó a desarrollar un movimiento social de solución de los problemas con esfuerzos propios.
Se ganó en conciencia de la necesidad del conocimiento, reconocimiento y solución de los problemas con la participación activa, creativa y protagónica de los pobladores en sus respectivas comunidades, organizados en consejos populares, integrando de manera más dinámica los esfuerzos del pueblo con los de las autoridades para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de la sociedad, de forma tal que contribuya también al desarrollo de la nación.
Estas políticas establecidas, a pesar de las limitaciones referidas antes, han posibilitado la materialización del desarrollo cultural, económico y social, a partir de la participación como elemento valioso en la que el hombre es actor principal de las transformaciones que se producen.
Las palabras de Miguel Limia, son fiel reflejo de las aspiraciones de la sociedad cubana actual y de todas las investigaciones que en el ámbito sociocultural se realizan.
¨ La sociedad cubana actual exige un nuevo modo de participación, con un nuevo sentido que surja desde abajo, vinculando a los actores sociales con los individuos concretos y partiendo siempre  de sus necesidades, aspiraciones, deseos, gustos, preferencias, intereses… Así lograremos situarlos como promotor  de derechos y obligaciones imbuido en el propio desarrollo cultural, se promoverá la solidaridad y la dignificación del hombre como protagonista de su propia historia y transformación.  (Limia David, 2005: 216)
Conociendo que en Cuba el desarrollo sostenible es una de las grandes direcciones de acción para alcanzar la Seguridad Nacional, se comprende la importancia de la dimensión económico-social para lograr esa condición.
Entendiendo su sustento en los esfuerzos propios de la nación, la eficiencia, la eficacia y el control económico y financiero; a la vez que potencia sus niveles de solidaridad, justicia social, igualdad de oportunidades, acceso a la cultura general integral y el humanismo, pese a los riesgos y amenazas internas y externas.
Ello muestra que en el modelo de desarrollo en Cuba, ha estado presente desde un inicio la unidad e integración de lo económico, lo social y lo cultural: no se concibe el desarrollo económico sin el desarrollo social, siendo este la condición del desarrollo económico y no a la inversa, como plantean los enfoques más tradicionales; pero al propio tiempo el desarrollo económico es necesario como garantía y sostén del desarrollo social. (Colectivo de Autores, 2011:86)
En la Isla se ha generado un movimiento que ha permitido desde las diferentes esferas de la sociedad, emplear todo el conjunto de recursos humanos, naturales, del entorno geográfico, materiales, financieros, informativos, científicos, culturales, técnicos, productivos y las reservas de todo tipo que permiten, unido a las medidas de ahorro, control y eficiencia, garantizar el desarrollo sostenible del país, amen de las limitaciones.
Las mismas se enfocan en los diferentes componentes de la seguridad económica – social como son: el crecimiento global sostenido y eficiente, la seguridad financiera externa, la seguridad monetario-financiera interna, la seguridad alimentaria,  la seguridad energética, la seguridad hidráulica, y las reservas materiales.
El sector energético con sus potencialidades, constituye un factor decisivo en el desarrollo económico-social de la nación, donde se logran resultados alentadores en la exploración petrolera, se lleva a cabo una profunda Revolución energética a partir de la concepción de la producción y uso eficiente de la energía eléctrica y los combustibles, además de contar con otras fuentes energéticas complementarias como la energía solar, eólica, hidráulica, entre otras. El ahorro de la energía eléctrica, se ha convertido en un elemento estratégico importante.
La mayor fortaleza se aprecia en la esfera social, donde se impulsa la formación y desarrollo del capital humano, que garantiza preservar y perfeccionar la sociedad, a partir de los elevados avances en la educación, la salud, la cultura general integral, el deporte y la ciencia, así como la cobertura de seguridad y asistencia social a toda la población y el pleno empleo. La universalización de la enseñanza superior es un elemento primordial en las transformaciones educacionales; ello nos aproxima a la sociedad del conocimiento.
En el proceso de producción y reproducción de la actividad vital personal y comunitaria, se logran importantes niveles de calidad de vida, participación social, crecimiento personal y colectivo, y tranquilidad ciudadana.
Estos análisis llevan a determinar la inevitable interrelación entre las dimensiones  cultural y económico – social. Analizarlas independientemente una de otra y pretender desarrollo económico – social sin tener en cuenta la cultura  sería un error imperdonable.

CONCLUSIONES:
- La indagación teórica permitió corroborar la interrelación existente entre las dimensiones cultural y económico – social. En tanto la dimensión cultural se analiza como integradora y transversal a todas las esferas y procesos de la sociedad.
- Para el estudio y profundización de las dimensión económico – social  y cultural como garantes de la Seguridad Nacional de Cuba es indispensable los referentes que dan un enfoque más humanista, centrado en el hombre y en la satisfacción de sus necesidades no solo materiales, sino además espirituales.
- La participación activa de todos los miembros de la sociedad cubana actual en el ámbito económico, social y cultural ha posibilitado materializar acciones encaminadas a fortalecer la Seguridad Nacional y avanzar hacia el desarrollo sostenible.

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- Limia, David Miguel. (2005). Sociedad Civil y Participación en Cuba. En Teoría Sociopolítica. Selección de Temas. Editorial Félix Varela, La Habana.
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*Profesora Auxiliar. Correo electrónico: ana@ult.edu.cu
** Profesora Auxiliar de la Universidad de Las Tunas. Correo electrónico: marisleidisce@ult.edu.cu. Universidad de Las Tunas. Cuba.

Recibido: 27/03/2018 Aceptado: 25/05/2018 Publicado: Mayo de 2018


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