Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


LA DISFUNCIÓN FAMILIAR Y CONDUCTA DE AGRESIÓN ENTRE PARES: CASO OCTAVO AÑO DE LA UNIDAD DEL MILENIO OLMEDO.

Autores e infomación del artículo

Rosa Marina Mera Leones*

Gema Leonela Macías Franco**

Guadalupe del Rosario Bravo Cedeño***

Universidad Técnica de Manabí, Ecuador

grbravo@utm.edu.ec


Resumen
La presente investigación corresponde al área de Psicología Clínica, debido a que trata sobre problemas psicosociales en la adolescencia. Tuvo como objetivo conocer la relación entre la disfunción familiar y las conductas de agresión entre pares, de tal forma que se pudo establecer el nivel de asociación entre las variables e identificar las características psicosociales de la población objeto de estudio. Se utilizó una metodología descriptiva para el análisis documental, fundamentada en en el paradigma cuantitativo con un diseño de tipo correlacional de corte transversal. Para el efecto se consideró una muestra de 115 estudiantes octavo año de la “Unidad del Milenio Olmedo”, para dimensionar las conductas agresivas y la funcionalidad familiar se hizo uso del instrumento de APGAR familiar, en el cual se muestran cómo perciben los miembros de la familia el nivel de funcionamiento de la unidad familiar global, por otra parte, se utilizó el test de Cisneros como reactivo psicológicos, cuyos resultados permitieron concluir que las familias disfuncionales inciden en las conductas de agresión desarrollada en los estudiantes de octavo año de la “Unidad del Milenio Olmedo”. La información obtenida orientó a recomendar como estrategia, la estructuración de un programa psicoeducativo que se desarrolle en conjunto con los padres y tutores, orientados a disminuir los índices de agresividad en las familias y principalmente en los adolescentes.
Palabras clave: Psicología Clínica, problemas psicosociales, adolescencia, padres de familia, violencia.
Abstract
The present investigation corresponds to the area of ​​Clinical Psychology, because it deals with psychosocial problems in adolescence. The objective was to know the relationship between family dysfunction and aggression behavior among peers, in such a way that it was possible to establish the level of association between the variables and identify the psychosocial characteristics of the population under study. A descriptive methodology was used for the documentary analysis, based on the quantitative paradigm with a cross-sectional correlational type design. For this purpose, a sample of 115 eighth-year students of the "Unidad Mileniun Olmedo" was considered, in order to measure aggressive behaviors and family functionality, the family APGAR instrument was used, which shows how members of the family perceive it. family, the level of functioning of the global family unit, on the other hand, the Cisneros test was used as a psychological reactive, whose results allowed concluding that dysfunctional families affect the aggression behaviors developed in the eighth year students of the "Unidad Mileniun Olmedo". The information obtained was oriented to recommend as a strategy, the structuring of a psychoeducational program that is developed in conjunction with parents and guardians, aimed at reducing aggressiveness rates in families and mainly in adolescents.
Keywords.
Clinical Psychology, psychosocial problems, adolescence, parents, violence.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Rosa Marina Mera Leones, Gema Leonela Macías Franco y Guadalupe del Rosario Bravo Cedeño (2018): “La disfunción familiar y conducta de agresión entre pares: caso octavo año de la Unidad del Milenio Olmedo”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (abril 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/04/disfuncion-familiar.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1804disfuncion-familiar


Introducción
La familia está implicada en la formación de los hijos para que se inserten y se desarrollen de forma efectiva en la sociedad. Sin embargo en los actuales momentos la familia viene teniendo un proceso de transformación dado en función de los cambios sociales, políticos, económicos, culturales y religiosos, lo que ha hecho que esta cambie en relación a las familiar de los siglos pasados. Se considera a la familia “el lugar primario de desarrollo del individuo en donde se permiten o se limitan las expresiones de afecto, comunicación, respeto y consideración por el otro, crecimiento individual, entre otras características que se cree, impulsarán o reprimirán el desarrollo individual de sus miembros” (Mejía, 2013).
A nivel mundial se han dado muy pocos estudios que hagan referencia a las influencia de las familias disfuncionales sobre las conductas asociadas en adolescentes, sin embargo existe mucha información sobre las agresiones o conductas disruptivas en los adolescentes, teniendo como variables aisladas embarazo en adolescentes, delincuencia, violencia, consumo de drogas y alcohol, entre otras variables que están directamente relacionadas con las familias disfuncionales.
En lo que respecta a la República del Ecuador, se han desarrollado estudios que tienen que ver con criminalidad y disfunción familiar, en la cual se demuestra que el 96 % de los casos de adolescentes infractores provienen de familias disfuncionales (Villacrés, 2011); otro estudio se dio sobre familias disfuncionales como predictores de conductas asociales en los estudiantes, demostrando que “el 55 % de los adolescentes presentan conductas disociales según datos del test de personalidad EPQ-J, mientras que de acuerdo a los resultados del cuestionario APGAR, el 88 % de familias manifiesta que tiene buena función familiar” (Viillamarín-Miño & Mónica., 2015). De acuerdo a los datos proporcionados por la DINAPEN, que es la Policía Especializada En Niños, Niñas y Adolescentes, la familia es la principal responsable de los procesos de socialización de niños y adolescentes y con esto, de un adecuado desenvolvimiento, social y escolar, que permita adaptarse al medio que le rodea.
La adolescencia no deja de representar una etapa crucial de la vida de los seres humanos, debido a que se enfrentan a cambios psicológicos y físicos, haciendo que en muchos de ellos este periodo los vuelva susceptibles y adquieran determinadas conductas como la agresión entre pares, relaciones sexuales precoces, consumo de alcohol y drogas, entre otras acciones que a mediano o largo plazo afectarán el desarrollo de sus vidas y la de su familia. Estas conductas se vuelven cada vez más frecuentes en el ámbito educativo, afectando su proceso de aprendizaje y conducta social de forma alarmante. Cabe destacar que si existen problemas en la estructura familiar o en sus vínculos, estos se verán reflejados en su adaptación, existiendo los primeros conflictos en la etapa escolar o círculo social, dando inicio a conductas transgresoras de normas y el irrespeto a la figura de autoridad.
El objetivo de esta indagación estuvo orientado a determinar la relación que existe entre la disfunción familiar y la conducta de agresión entre pares, con la finalidad de establecer el nivel de asociación entre las variables así también se identificó las características psicosociales de la población, para dimensionar las conductas agresivas y la funcionalidad familiar, se utilizaron reactivos psicológicos además de un análisis teórico, con la finalidad de aportar en la elaboración de estrategias de ayuda y prevención, con el fin de dar una posible solución a la problemática mencionada
Por todo ello, se creyó necesario realizar el presente estudio, el mismo que muestra una visión general referente al problema de la agresión entre los estudiantes de octavo año de la Unidad del Milenio Olmedo, del cantón Portoviejo, provincia de Manabí de la República del Ecuador; y, su relación con la disfunción familiar, situación que se convierte en una problemática social común entre los adolescentes a nivel local.
Los resultados  permitieron recomendar la estructuración de un programa psicoeducativo que se desarrolle en conjunto con los padres y tutores, como una propuesta de intervención desde la escuela en función de lograr un mayor y consciente involucramiento de los padres en la labor educativa de los hijos, orientados a disminuir los índices de agresividad en las familias y principalmente en los adolescentes, considerando que  la formación de los estudiantes debe ser una labor compartida entre la familia y la escuela. Para lograrlo, los estudiantes y principalmente la familia debe recibir orientaciones que les permitan prepararse para la educación de sus hijos.
Metodología
En este estudio se midió las variables de disfunción familiar y conducta de agresión entre pares, abordando un tipo de investigación descriptiva, correlacional de corte transversal, donde se estudiaron 115 estudiantes de octavo año de la Unidad del Milenio Olmedo, con lo cual se pudo dar cumplimiento al objetivo de conocer la relación entre la disfunción familiar y las conductas de agresión entre pares. Como herramientas de investigación se consideró el APGAR Familiar para evaluar las cinco funciones básicas de la familia como son: Adaptación, Participación, Gradiente de recurso personal, Afecto, y Recursos; y, el Test de Cisneros para para determinar la agresión entre pares, a través de la evaluación del índice global de acoso escolar, el cual se divide en 8 componentes como son: Desprecio y ridiculización, intimidación-amenazas, coacción, restricción de la comunicación, exclusión-bloqueo social, hostigamiento verbal, agresiones, robos; a través de una escala compuesta por 50 Ítems enunciados en forma afirmativa y con tres posibilidades de respuesta. A través de estos instrumentos se pudo recopilar datos para realizar las conclusiones necesarias para que las autoridades competentes busquen las estrategias necesarias para disminuir esta problemática social.
Desarrollo

  • La familia

El concepto de familia ha variado a través del tiempo según el paradigma que predomina en cada época. En la actualidad su concepto está en un marco de discusión dado por la presencia de nuevos modelos y que están poniendo en duda las estructuras tradicionales. Aunque desde sus inicios la familia ha sido la base de todas las sociedades y es una de las más antiguas de todas, es la única natural fundamentada en el matrimonio, es aquí donde los hijos se desarrollan y necesitan de sus padres una adecuada formación.
La familia es un componente vital en la formación de las personas, se constituye en la sociedad más antigua de la historia, convirtiéndose en el primer vínculo de socialización que posee cualquier ser humano. La familia no solo comparte lazos de consanguinidad, sino también lazos afectivos, sociales y culturales, a través de los cuales se intercambia experiencia entre sus miembros. Según Minuchín (1996) la familia es “la unidad social que enfrenta una serie de tareas de desarrollo que cursa, necesariamente, por distintas etapas evolutivas del ciclo vital que ejercen influencia en la estructuración del sistema familiar, por lo tanto, para poder hablar de estas, es conveniente tener en cuenta etapas anteriores como, por ejemplo, la conformación de la pareja. (pág. 25).
Para Maganto (2004), la familia “se orienta a dos objetivos, uno interno, la protección psicosocial; el otro externo, la adaptación a una cultura, para que estas demandas puedan estar satisfechas los roles de sus miembros deben de estar claros, la pérdida de las diferencias en el ejercicio de estas funciones crea patología familiar”. Entre las funciones que la familia debe cumplir esta la socialización, supervisión, cuidado, la interacción, afrontar la economía del hogar, compartir las labores dentro de su contexto, formar parte de un estatus social logrado, con base en el esfuerzo del individuo, así como también el afecto, apoyo emocional, comunicación, afectividad entre ellos y sus hijos. “La familia es un sistema que a su vez se compone de subsistemas; el primero de ellos el conyugal (papá y mamá), el segundo paterno – filial (padres e hijos) y el fraternal (hermanos). Todas las familias tienen características que las pueden hacer distintas o similares a otras, algunas características tipológicas son: la composición (nuclear, extensa o compuesta) y el desarrollo (tradicional o moderno)”. (Mendoza, y otros, 2006).
Desde otra mirada Forero, Avendaño, Durán, Duarte y Campo (2006), “la familia es una unidad biopsicosocial y una de sus funciones más importantes es contribuir a la salud de todos sus miembros, por medio de la transmisión de creencias y valores de padres a hijos, así como el apoyo brindado”. Las familias han pasado un proceso de transformación y de adaptación, adquiriendo nuevas funciones, dado a que “los hogares son más pequeños, debido a que ha disminuido el número de hijos y existe una mayor longevidad generando más coexistencia entre los familiares, destacando que cada vez es mayor los miembros que no conviven en el mismo hogar” (Bezanilla & Miranda, 2013). Sin embargo, la función que la familia debe cumplir se ajusta a cada momento, de acuerdo al crecimiento y desarrollo evolutivo de los miembros que integran la familia.
Por lo tanto, “la familia es un conjunto de individuos unidos por lazos sanguíneos, matrimonio y adopción que conviven. No obstante, esta definición se va complementando, porque la familia no se limita simplemente a un lazo sanguíneo o de linaje, sino a un grupo de individuos ligados por lazos afectivos que comparten un mismo hogar” (Pillcorema, 2013). La familia tiene como responsabilidad cumplir con las funciones biológicas, económicas, culturales y espirituales, para que sus integrantes, se formen con un modelo adecuado en el desarrollo humano; de tal modo, que se satisfagan las necesidades afectivas, de seguridad, apoyo, confianza, enseñanza de valores, cumplimiento de normas entre otros aspectos que viabilicen la inserción en el ámbito social.

  • Familia disfuncional

Si se define a una familia funcional como aquella que cumple sus funciones básicas, las estrategias que tenga una familia ante situaciones de cambio determinarán su grado de funcionalidad. Se establece a una disfuncional como aquella que no lo hace o no logra satisfacer la demanda de sus miembros en cada una de las funciones, convirtiéndose en familias conflictivas en las que existe un ambiente frio u hostil, sus miembros tienen poca relación afectiva, con normas rígidas e invariables; en las de este tipo características como la rigidez y la resistencia al cambio generan un estado de estancamiento en su desarrollo, creando de esa manera conflictos entre sus subsistemas.
De acuerdo a Hunt (2007) citado por Pérez y Reinoza (2011) la disfuncionalidad se la puede definir de dos formas: primero, una familia disfuncional se caracteriza por un conjunto de conductas inadecuadas e inmaduras de uno de los padres, que interfiere en el crecimiento individual y la capacidad de establecer relaciones equilibradas entre los miembros del grupo familiar. Y segundo, este tipo de familia está conformada por personas que presentan una inestabilidad a nivel emocional, psicológico y espiritual. Desde otro punto de vista una familia disfuncional posee “un patrón de conductas desadaptativas e indeterminadas que presenta de manera permanente uno o varios integrantes de una familia y que al relacionarse con sus miembros genera un clima propicio para el surgimiento de patologías específicas o inespecíficas” (Diéguez, 2012, pág. 20).
Una familia disfuncional es aquella en la que los conflictos, la mala conducta y muchas veces el abuso por parte de los miembros individuales, se produce continuamente, lo que lleva a otros miembros a acomodarse a tales acciones. A veces los niños crecen en este ambiente con el entendimiento de que tal disposición es normal. Las familias disfuncionales son también el resultado de personas afectadas por adicciones (alcohol, drogas, etc.), Otros orígenes son las enfermedades mentales no tratadas y padres que emulan o intentan corregir excesivamente. En algunos casos, el abuelo permitirá que el padre dominante abuse de sus hijos. (González, 2012)
Los conflictos entre los miembros familiares, problemas de comunicación normas rígidas e inflexibles, carencia afectiva y sentimientos de abandono e insatisfacción, se caracterizan como los principales indicadores de una disfuncionalidad. Este tipo de familia no tiene ningún límite social, financiero e intelectual, tiene entre sus particularidades no reconocer las necesidades afectivas de cada miembro, bien porque, existe una incapacidad para hacerlo o porque sus integrantes no pueden expresar estas necesidades, debido a que sus roles son confusos y desordenados. El rol parental de estas familias es incapaz de tomar decisiones maduras y estas recaen sobre sus hijos quienes desarrollan sentimientos de culpa y una sobre exigencia de sus funciones, debido a la falta de empatía, comprensión y sensibilidad hacia sus miembros, recurriendo en muchas de las ocasiones al maltrato como única alternativa para corregir.

  • La adolescencia

La adolescencia es un proceso en el cual los seres humanos pasan de un estado de niño a adulto joven. Este transcurso, no es uniforme, por lo que se identifican tres periodos: “la adolescencia temprana que va de los 10 a 13 años caracterizada por el desarrollo físico y que se conoce como pubertad, la adolescencia media que va de los 14 a 16 años, donde se da un distanciamiento de la familia; y, la adolescencia tardía entre los 17 y 19 años en la que se termina de formar la identidad. Lo expuesto permite que se vayan intensificando los procesos de individualización, lo que conlleva a consolidar la personalidad del adolescente. Estos tienen como retos: la reestructuración y consolidación de su imagen corporal, el proceso de independencia y autonomía económica y social, el establecimiento pleno de identidad, el desarrollo y asunción de un sistema de valores, la programación del futuro y el desarrollo de su identidad psicosexual” (Peñaherrera, 1998). Es interesante saber que las experiencias que se tienen como seres humanos, corresponden a su contexto y tiempo histórico, lo que indica que estos no son universales, sino que pertenecen a un determinado lugar de acuerdo a sus costumbres, ideologías, formas de concebir las cosas, entre otras variables que coadyuvan a la formación de la personalidad de los individuos durante su desarrollo.
El término adolescencia, es un concepto nuevo que aparece recién en el siglo XX, por las llamadas sociedades industriales, dado a que antes se pasaba de forma directa desde la niñez a la adultez. En la actualidad la adolescencia es un “acontecimiento casi generalizado en todas las sociedades, en algunas culturas aún les resulta desconocido, y en las que ya se conoce difiere la forma que adopta esta expresión. Así, en las más tradicionales esta transición puede estar marcada por ciertos ritos mientras que en otras sociedades más actuales no solo implica un rito sino un periodo de la vida que abarca de los 11 a los 19 años aproximadamente” (Papalia, Wendkos, & Duskin, 2010). A decir de Madrigales (2012): “La adolescencia como fenómeno psicológico puede no ser común en todas las culturas, pero los cambios biológicos de este periodo son universales” (p. 7).
La adolescencia resulta una etapa un tanto difícil de conceptualizar, así, algunos autores hacen énfasis que “en esta etapa tanto las funciones físicas como psicológicas están en su máxima expresión” (Casas & Ceñal, 2005); mientras otros resaltan en lo problemática que puede resultar esta edad, donde se produce la maduración sexual y una reorganización a nivel psicológico. Estas y otras concepciones no difieren entre sí, sino que cada una enfatiza en determinados rasgos de esta etapa (Sandoval, 2012), aunque otras concepciones pueden contraponerse abiertamente entre sí, como es el caso de considerar o no esta esta edad como problemática.
Ante los cambios físicos y psicológicos que se presentan en la adolescencia no es posible hacer una definición de la persona; dado que, este proceso del descubrimiento del yo implica hacer una autoevaluación de la inteligencia, apariencia, valores, habilidades, rasgos, lo cual le permitirá a la persona crear una autopercepción, misma que puede ser positiva o negativa. (Viillamarín-Miño & Mónica., 2015). Pero estos juicios de valor sobre sí mismo que conforman el auto – concepto no se forman de la noche a la mañana, sino que se van formando gracias a las interacciones familiares, escolares, entre otras, que desde muy tempranas edades tienen lugar en el día a día de cada persona (Madrigales, 2012). Son estos juicios los que le conllevarán a los seres humanos a hacer una valorización entre el yo ideal y el yo real.
Con base en el auto – concepto, las personas construirán su propia autoestima, como un medio para guiar su conducta, siendo muy importante para el desarrollo de la personalidad, contribuyendo en el logro de la autorrealización; por el contrario, un bajo auto – concepto de sí mismo estaría relacionado con actitudes negativas que merman la calidad de vida de los individuos.
En la etapa de la adolescencia se producen importantes cambios tanto en el aspecto físico como en el psicológico, así como, en otras áreas como son: el desarrollo cognitivo, desarrollo social, desarrollo moral y desarrollo emocional. En lo que respecta al desarrollo cognitivo, según teorías de Vygotsky “si en el medio no se presenta al adolescente las tareas adecuadas o se le plantea exigencias nuevas, no despierta ni estimula el desarrollo de su intelecto mediante nuevas metas, el pensamiento del adolescente no despliega todas sus posibilidades, no llega a alcanzar las formas superiores o las alcanza con gran retraso” Cano 2005). De esta forma se corrobora la importancia que tiene la influencia del contexto en el desarrollo de los adolescentes.
En el desarrollo social, la adolescencia se caracteriza por una progresiva intensidad hacia las relaciones amistosas, donde la preferencia por pasar más tiempo con sus pares, hace que se sientan mejor comprendidos. Estas relaciones se diferencian de la infancia por su fuerte sentido de compromiso, reciprocidad y confianza, además de constituir una fuente de apoyo emocional para el adolescente y ser un referente en la formación de su identidad. Sin embargo, hay casos de adolescentes que pueden manifestar un cierto rechazo a las reglas y normas paternas e incluso a las normas sociales y a pesar de que esta actitud puede ser temporal, en otros casos se puede convertir en algo permanente, todo dependerá del nivel de ajuste psicológico que estos tengan. (Sandoval, 2012).
Es a medida que avanza la edad que el niño va adquiriendo un pensamiento moral más avanzado, pasando así, de una moral forzada por las reglas o leyes a una de cooperación donde la flexibilidad es la clave y es posible cambiar las reglas aprendidas en casa Kohlberg, que igual que la anterior plantea que el desarrollo moral está ligado al nivel cognoscitivo de cada individuo; por lo tanto, a mayor edad mayor posibilidad de desarrollo moral. En consecuencia, el comportamiento de las personas en el primer nivel que abarca de los 4 – 10 años estaría supeditado a factores externos como la obediencia o el castigo, en el segundo nivel de los10 – 13 años, las normas o reglas sociales serían las que rigen el comportamiento moral, mientras que en el tercer nivel que abarca de los13 años en adelante, la persona ya no se regiría por factores externos sino por valores universales en donde la moralidad es intrínseca (Sandoval, 2012).
Por último se tiene al desarrollo emocional, como la expresión de emociones en la adolescencia que se vuelve un suceso único debido a la variedad de cambios tanto físicos como psicológicos a los que está expuesto el individuo, además de la presión de los adultos, de los pares y la sociedad en general. En tal virtud, emerge un concepto nuevo en este campo el de Inteligencia emocional (IE), mismo que es definido como: “la aptitud de una persona para percibir, comprender, generar y regular las emociones propias y ajenas. (Zavala, 2008).

  •  Conductas de agresión

En el apartado anterior, se habló del cómo se vive la adolescencia, la misma que depende de cada una de las etapas vividas con la familia y la socialización entre pares, con los cuales se ha podido consolidar el acoplamiento del adolescente al grupo al cual pertenece. Muchas veces, una consecuencia del rechazo social es la conducta agresiva, donde los eventos psicosociales son una de las principales causas potenciales de agresividad; sin embargo, se debe conocer y comprender otros mecanismos de orden biológico que tienen cierta injerencia en momentos críticos del desarrollo de los adolescentes.
En el problema de la violencia entre los adolescentes, existen múltiples factores asociados; psicosociales, contexto social, cultural, procedencia familiar entre otros factores influyentes en la conducta agresiva, que de acuerdo a Carrasco & González (2006) “es un comportamiento básico y primario en la actividad de los seres vivos, que está presente en la totalidad del reino animal”. Es sobre esta base que los factores sociales y de crianza de los adolescentes actúan agudizando la agresividad; desde otro punto de vista, en la aparición de conductas violentas entre pares. Los factores familiares influyentes en el desarrollo de una conducta agresiva en los adolescentes se encuentran el entorno social, interacción familiar, crianza y los modelos mentales de sus padres.
Las relaciones de amistad que se establecen en la infancia, tienen efectos duraderos en los individuos. Los niños que presentan mayor aceptación social tienen mayor asertividad, y los que son rechazados, desarrollan creencias negativas de lo que los otros piensan de ellos. Los profesores se dan cuenta de esta situación, pues perciben en un contexto escolar, a ambos grupos de niños con perfiles claramente diferenciados. (Jaramillo, Tavera, & Ortiz, 2008). Las crisis de la adolescencia pueden suscitarse por varias razones como el inicio de los cambios puberales, presión social por la madurez, expectativas poco realistas en la pre – adolescencia, entre otros. Pérez (2012), afirma que: “las crisis de identidad en jóvenes y adolescentes es como otras crisis evolutivamente necesaria, pero no siempre dramática” (p. 24), expresando con ello que en cualquier etapa de la vida se pueden presentar crisis de identidad o etapas estresantes, sin que por ello tenga que representar una época conflictiva sino más bien un proceso necesario en el desarrollo del individuo.
Es importante diferenciar la agresividad de la violencia, la primera es una respuesta natural frente a situaciones en las que defendernos o responder a un ataque sea una respuesta necesaria y adaptativa; es decir, la agresividad es biológica y que está condicionada por la cultura. La violencia en cambio, una conducta aprendida e intencional para producir un daño al otro, se trata de un comportamiento transmitido por ideologías y roles, una conducta agresiva puede ser utilizada cuando se emplea para defenderse de un ataque externo, y, posee un motivo que justifica su aparición, por lo que no se puede comparar a todo acto agresivo con la violencia.
A decir de Carrasco & González (2006), “las conductas agresivas son ejecutadas por sujetos con intención de infligir un daño físico o amenaza sobres los demás, sin embargo, la violencia va en un sentido más allá de lo que es adaptativo, con intenciones de destrucción, perversidad sin justificación alguna con carácter ofensivo y maligno que va contra el derecho de otra persona, con desaprobación social y que es normalmente sancionada por las leyes”. Para estos autores la finalidad de una conducta agresiva implica el objetivo de causar un daño a personas u objetos que se repite de una manera persistente creando conflictos al entorno en que se desenvuelven.
La agresión se puede dar de una manera hostil cuando su única finalidad es el daño o de una manera instrumental, cuando tiene por objetivo llamar la atención, si bien existe el estereotipo social de que las conductas de agresión son más frecuentes en varones existen formas de agresión como el desprecio y ridiculización que suele ser más común en las mujeres mientras que la física aparece con más frecuencia en los hombres. “Una agresión puede llegar a estar dentro de un comportamiento penalizado, aunque no necesariamente criminal ya que este tiene una característica de ser voluntario con un índice de gravedad por haber herido o matado a alguien” (Carrasco & González, 2006).
Estas conductas se caracterizan porque se dan dentro de un contexto, en este caso el escolar donde las relaciones son simétricas y donde existen normas de conductas. “El maltrato entre pares es un hecho que tiene en común algunos aspectos con conductas delictivas al tratarse de una agresión, pero que tiene una especificidad al tratarse de un conflicto entre iguales siendo algo en común la simetría que existe” (Veccia, Calzada, & Grisolia, 2008). De acuerdo a lo expuesto, las conductas de agresión entre pares por lo general se dan en un determinado contexto, las cuales aparecen por razones de dominancia en el grupo o por expresión de ira hacia las demás personas. Existen dos actores en la agresión, las víctimas y los victimarios, cada uno presentan características específicas tales como físicas y psicológicas.

  • El acoso escolar como manifestación de agresividad

La adolescencia es compleja debido a todos los cambios físicos, emocionales y químicos, mismos que crean confusión en muchos, dado que es en esta etapa donde los jóvenes establecen su rol dentro del contexto familiar, escolar y social. Es la agresión una de las alternativas que encuentran para canalizar sus emociones e incertidumbres; sin embargo, pueden ser otros los factores que los conducen a desarrollar este tipo de comportamiento, como eventos traumáticos dados por la muerte de un ser querido, divorcio de sus padres, entre otros. El abuso es otras de las causas, el mismo que puede ser físico, sexual, emocional, lo que provocará que los adolescentes busquen alternativas para retomar su control; puesto que se sienten enojados, avergonzados e incapaces de comunicar esta situación con alguien de su entera confianza y esto puede aumentar la frustración.
Los desórdenes psiquiátricos demostrados a través de la agresión, entre los que están el desorden bipolar, esquizofrenia y la depresión, también pueden ser causas las enfermedades físicas como daño cerebral, epilepsia, retraso mental; entre otros; los problemas de aprendizaje pueden hacer sentir en los adolescentes frustración y emociones negativas; las adicciones, una de las problemáticas más frecuentes en los jóvenes, muchos prueban y experimentan distintas drogas, legales o ilegales, una vez que comiencen con el consumo, tienden a presentar comportamientos de agresividad; las presiones sociales, ya que muchos no se sienten aceptados y les cuesta integrarse a algún grupo, esta situación les puede causar depresión, tristeza y enojo.
Una de las formas de agresividad con la que la mayoría de las personas ha tenido que enfrentarse, es la que ocurre dentro del contexto educativo, y se lo conoce como acoso escolar. “Un estudiante es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo uno de sus pares o varios de ellos. En esta situación se produce también un desequilibrio de fuerzas (una relación de poder asimétrica): el que se expone alguna de las acciones negativas tiene dificultad para defenderse y en cierto modo está desvalido frente a quienes lo hostigan. (Olweus, 1979).
El Ministerio de Educación, World Vision y UNICEF realizaron una investigación a nivel nacional sobre acoso escolar para evidenciar la problemática y tomar acciones para prevenirlo. Se demostró que la “Violencia entre pares en el sistema educativo: Una mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador”, 1 de cada 5 estudiantes entre 11 y 18 años afirma haber sido víctimas de acoso escolar” (Ministerio-de-Educación, 2017). A través de este estudio, se determinó que el acoso escolar se da principalmente en las aulas de clase, seguido por el patio o las canchas de la institución educativa y por último los exteriores del centro educativo.
Los adolescentes se sexo masculino víctimas han sido acosados casi en su totalidad por otros del mismo sexo con insultos y sustracción de pertenencias, marcando una diferencia con la situación de las mujeres víctimas, que en el caso de ellas han sido acosadas principalmente por hombres. En relación a esta problemática psicosocial, el Ministerio de Educación ha implementado acciones estructurales por medio de la conformación de los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE), organismo conformado por psicólogos clínicos, educativos y trabajadores sociales que desarrollan planes, programas y proyectos orientados a la prevención de esta situación de riesgo y en lo posible combatirla. Por otra parte, con el propósito de fortalecer las capacidades educadoras de las madres, padres de familia y representantes legales y tomando en consideración la importancia de la corresponsabilidad familiar en este tema, se viene implementando el programa Educando en familia, con el objeto de construir lazos de comunicación que permitan fortalecer la toma de decisiones personales y el respeto a las diversidades.
La escuela es un lugar más apropiado para este aprendizaje, los estudiantes tienen sus primeras experiencias de participación y de convivencia, que no es su familia; por lo tanto, se requiere el compromiso de todos los que conforman la comunidad educativa, especialmente de directivos, docentes y padres de familia. Lo expuesto, permite tener la plena seguridad, de que la construcción de una escuela democrática es un desafío que debe comprometer a todos los integrantes de la institución para garantizar los derechos y el abordaje de conflictos en torno a la convivencia escolar en un marco de respeto e inclusión.
Resultados
Esta escala mide el índice global del acoso escolar con lo cual se pude determinar la presencia de agresividad en los estudiantes que provienen de familias disfuncionales. El mismo está dividido en 8 componentes. Desprecio y ridiculización, intimidación – amenazas, coacción, restricción de la comunicación, exclusión – bloqueo social, hostigamiento verbal, agresiones, robos.
Para su comprobación se tiene que con un nivel de significancia del 0.05, cuando (a=0.05) se rechaza H0 a favor de H1, siempre que p-valor <0.05.
La escala para evaluar el Índice Global de Acoso (Cisneros) presenta las estimaciones de confiablidad mediante los coeficientes de consistencia interna obtenida a partir de una muestra de 115 estudiantes que provienen de familias disfuncionales; para ello se utilizó el Alpha de Cronbach, en donde se obtuvo una puntuación de 0.857; la validez de constructo se obtuvo a través de la correlación sub test – test donde los resultados fueron significativos (tomando como criterio de aceptación, correlaciones con significancia de p).
De acuerdo a la estadística descriptiva de una muestra de 115 estudiantes de octavo año de octavo año de la Unidad del Milenio Olmedo, que provienen de familias disfuncionales; se decide, que estos presentan un índice elevado de agresividad, según el test de Cisneros aplicado para determinar el acoso escolar.
Discusión de los resultados
Con la aplicación del cuestionario de APGAR familiar se valoró la dinámica familiar, con lo cual la investigadora pudo tener una idea de que áreas requieren de mayor valoración e intervención, de tal modo que en conjunto con los familiares se obtenga la satisfacción de cada uno de los componentes de la dinámica familiar.
Con el 59 % de la muestra se refleja que los alumnos de la unidad educativa del Milenio Olmedo; en su mayoría se encuentran poco satisfechos de la ayuda familiar recibida cuando ellos lo necesitan, tocaría ahondar más en las necesidades no satisfechas por parte de la población que ha respondido de manera negativa para poder subsanar eficientemente todas las formas de ayuda que los discentes requieran.
Un 53 % de la muestra permite determinar que la mayoría de los alumnos se encuentran poco satisfechos con la labor por parte de sus familias en la ayuda de sus inquietudes y también en la manera de cómo comparten sus problemas y retos, esto los fortalece en carácter y les conduce a una mejor calidad de vida. En la familia, aunque el mecanismo generador de ansiedad que se activa en los conflictos maritales no es conocido del todo, diversas formas de interacción disfuncional entre los miembros de la familia como las alianzas, las triangulaciones, las coaliciones, las fusiones e identificaciones; parecen afectar los límites intrafamiliares y el clima familiar. (Arias, 2008). No se debe olvidar aquellas respuestas negativas por parte de estudiantes que optaron por las alternativas casi nunca, ya que determinan valores de preocupación ínfimas que deben ser tomadas en cuenta para un fortalecimiento familiar.
El 63 % de los estudiantes muestran que sus familias casi siempre los apoyan cuando desean emprender nuevas actividades, resultados que demuestran que no todos encuentran el apoyo familiar para cuando ellos tienen metas nuevas a seguir, siempre y cuando las mismas, le conduzcan a senderos de prosperidad y desarrollo.  Este resultado se contrapone con el estudio realizado por  Reyes-Meza &  Ávila-Rosales (2016), en el que se indica que “el 70% de las familias brindan poco o ningún apoyo a sus hijos en la solución de las actividades escolares, lo que dificulta el aprendizaje de sus hijos, así mismo más del 70% de los padres desconoce el plan anual de actividades de la escuela, lo que demuestra que las familias, y en particular los padres, no mantienen comunicación con los docentes y autoridades de la institución; aunque por parte de la escuela tampoco se realizan actividades de socialización. Estos resultados destacan que las familias no se involucran tanto como debieran en las actividades de formación de los estudiantes. Cabe destacar que el proceso educativo comienza en el entorno familiar, por ser este el principal agente implicado en el desarrollo físico y psicológico de sus miembros; en consecuencia, esta influencia es relevante en los resultados instruccionales formativos y afectivos que se logren por parte de los de los niños y adolescentes.
Un 50 % de los estudiantes que provienen de familias disfuncionales, consideran que solo algunas veces les satisface el tiempo dedicado a pasar junto a la familia, compartir los espacios en la casa y el dinero aportado. Cabe destacar que el tiempo que la familia debe brindarle a cada uno de sus integrantes debe ser motivante para que la sociedad crezca en virtudes y valores, evitar cualquier tipo de conflicto y cultivar con esmero el diálogo y el saber escuchar. Este grupo vulnerable, poco se sienten respetados con respecto al espacio que les brindan en sus hogares, esto les brinda inseguridad y desconfianza para poder desarrollar sus actividades cotidianas; así mismo, no están de acuerdo con el dinero que reciben para sus actividades cotidianas y curriculares, aunque es necesario estar conscientes de la situación económica que el país afronta y sus familias hacen lo posible para mantener su nivel social y educativo. Los resultados encontrados se corroboran con el estudio de realizado por Matalinares et al. (2010), donde se constata que de 237 adolescentes, el 85,2 % viven en un clima familiar inadecuado y el 39,2 % de estudiantes de 5to. de media vivencian inadecuados niveles de comunicación e interacción en la familia. Esto se confirma indicando que precisamente, la agresividad es más frecuente en las familias monoparentales y en las familias divorciadas (Espinosa & Clemente, 2008).
El 57 % de la muestra tienen un amigo que les apoye cuando necesiten o enfrenten algún problema. La encuesta determina que los alumnos de manera mayoritaria si poseen un amigo de confianza que les pueda guiar en sus momentos críticos, se sobreentiende que los padres juegan un papel importante en esta etapa de sus vidas y son los mejores amigos que ellos pudieran tener; y, el 63 % de la muestra están de acuerdo en que pueden confiar en sus amigos, esto les ayuda a cultivar el valor de la lealtad y solidaridad para con los demás, aunque también el tiempo les hará madurar por errores y desengaños recibidos. Lo expuesto, permite tener la plena seguridad, de que “la construcción de una escuela democrática es un desafío que debe comprometer a todos los integrantes de la institución para garantizar los derechos y el abordaje de conflictos en torno a la convivencia escolar en un marco de respeto e inclusión” (UNESCO, 2004).
Los conflictos de las familias disfuncionales, aquellas cuyas interacciones son anómalas, violentas o indiferenciadas generan gran descontrol para el desarrollo psicosocial de los estudiantes. Esta ansiedad es uno de los síntomas más comunes de la tensión emocional, afectando de forma significativa las relaciones con los pares y la competencia social del menor, tanto durante la niñez como en etapas posteriores como la adolescencia y la vida adulta. (Jadue, 2000). Analizando los resultados de acuerdo a la interpretación de los puntajes dados por el APGAR familiar y el Test de Cisneros, se tiene que la familia de los estudiantes que presentan problemas de agresión, son de tipo disfuncional moderada, lo que indica que poseen normas poco flexibles, cumplen parte de sus funciones básicas, ajustándose de forma mediana a las exigencias del entorno social; de tal modo que, no tienen la suficiente autoridad para guiar a sus hijos por el camino del bien; y los que poseen disfunción familiar grave, presentan normas rígidas y son incapaces de reajustarse a los cambios sociales, en estos casos sus hijos hacen lo que les parece y no respetan a nadie. En esa medida, es de mucha importancia dotar a los padres de estrategias positivas para criar y educar a sus hijos. (Quiroz et al., 2007). Se considera que un ambiente favorable a la comunicación, con altos niveles de respeto, son esenciales para el desarrollo académico, emocional, y la conquista de competencias sociales.
Conclusiones
Todos los casos estudiados provienen de familias disfuncionales, considerando que este era uno de los factores más relevantes para que se dé el desarrollo de conductas agresivas entre pares, mismos que en su mayoría son víctimas de diversos tipos de violencia que van desde la psicológica, física, desprecio y ridiculización, intimidación – amenazas, restricción de la comunicación, exclusión – bloqueo social, hostigamiento verbal, agresiones y robos.
De acuerdo al estudio realizado, se destaca que existe una alta correlación entre las familias disfuncionales y la exposición a la agresión que se da por los problemas de conducta de los adolescentes que no se sienten totalmente satisfechos por la ayuda que reciben de sus familias cuando presentan la necesidad de compartir algunos de sus problemas. Otro de los indicadores encontrados dentro de esta problemática, está el hecho de que no están satisfechos por la forma de como su familia brinda el tiempo para estar juntos, para expresarles afecto y responder a sus emociones tales como rabia, tristeza, amor.
Los estudiantes que provienen de familias disfuncionales presentan niveles significativos de agresión hacia sus pares en el Octavo Año de la Unidad del Milenio Olmedo, problemas de conducta social que tienden a mantenerse en el tiempo si se continúan asociando a las variables de las familias disfuncionales, donde se presentan problemas de discordia, conductas inadecuadas, maltrato intrafamiliar, consumo de drogas, consumo de alcohol, entre otros indicadores que forman parte de los factores de riesgo para el temperamento de los adolescentes.
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*Docente de la Carrera de Psicología Clínica de la Universidad Técnica de Manabí. Ecuador
** Estudiante de la Carrera de Psicología Clínica de la Universidad Técnica de Manabí. Ecuador
*** Docente de la Carrera de Psicología Clínica de la Universidad Técnica de Manabí. Ecuador

Recibido: 02/04/2018 Aceptado: 06/04/2018 Publicado: Abril de 2018


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