Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


LA ESPIRITUALIDAD DE LA CORRESPONDENCIA MARTIANA CON GÓMEZ

Autores e infomación del artículo

Roger Florentino Obregón Tejeda*

Profesor de Economía Política de la Universidad de Holguín, Cuba

roger58@uho.edu.cu


Resumen:
El artículo es un modesto análisis de la casi totalidad de las cartas enviadas por Martí a Gómez entre 1877-1894, en ella se manifiestan los sentimientos que impulsaron al Apóstol a preparar lo que él llamó la “guerra necesaria”.
Se recogen algunas ideas del Maestro presentes hoy en nuestra filosofía de lucha, ejemplificado en el momento en que Martí considera que el Plan Gómez-Maceo, le hacía falta el ingrediente necesario para hacerlo viable, dejando latente que “entre los revolucionarios nada puede sustituir el vínculo de los principios”, luego la historia le concedería a Martí la razón de su ruptura con ese proyecto, que nunca constituyó para él una renuncia a la lucha por la independencia, creando las premisas posteriormente para una verdadera unidad revolucionaria.
Palabras claves: José Martí- Máximo Gómez- guerra necesaria- unidad revolucionaria- epistolario.

Abstract:
“The spiriatuality of the mail martiana with Gómez.”
The article analyses most of the letters sent by Martí to Gómez between 1877 and 1894. The express the feelings that moved the Apostle to prepare what he celled “the necessary war”. The work collects some ideas of the Maestro today found in our fighting philosophy, which is shown when Martí considers that the Gómez Maceo Plan lacked the necessary constituents to make it viable, stating that “among revolutionaries nothing can substitule the link of the principles”. Later, history would prove that Martí did right by breaking with such a project, which never meant that he was giving up his struggle for independence, thus creating necessary conditions for true revolutionary unity.
Key Words: José Martí, Máximo Gómez, necessary war, revolutionary unity, Marti`s letters to Gómez.

 El epistolario  martiano como dijera Juan Marinello
es un “itinerario invalorable” para adentrarse en la
espiritualidad de José Martí.
El Autor.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Roger Florentino Obregón Tejeda (2018): “La espiritualidad de la correspondencia martiana con Gómez”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (marzo 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/index.html/caribe/2018/03/correspondencia-martiana.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1803correspondencia-martiana


“… a caballo por el camino, con el maizal a un lado y las cañas al otro, apeándose en un recodo para componer con sus manos la cerca, entrándose por un casucho a dar de su pobreza a un infeliz, montando en un salto y arrancando veloz, como quien lleva clavado al alma un par de espuelas, como quien no ve en el mundo vacío más que el combate y la redención, como quien no le conoce a la vida pasajera gusto mayor que el de echar los hombres del envilecimiento a la dignidad, va por la tierra de Santo Domingo, del lado de Montecristi, un jinete pensativo, caído en su bruto como en su silla natural, obedientes los músculos bajo la ropa holgada, el pañuelo al cuello, de corbata campesina, y de sombra del rostro trigueño el fieltro veterano. A la puerta de su casa, que por más limpieza doméstica está donde ya no toca el monte de la ciudad, salen a recibirlo, a tomarle la carga del arzón, a abrazársele enamorados al estribo, a empinarle la última niña hasta el bigote blanco, los hijos que le nacieron cuando peleaba por hacer a un pueblo libre; la mujer que se los dio, y los crió al paso de los combates en la cuna de sus brazos, lo aguarda un poco atrás, en un silencio que es delicia, y bañado el rostro de aquella hermosura que da a las almas la grandeza verdadera; la hija en quien su patria centellea, reclinada en el hombro de la madre lo mira como a novio: ése es Máximo Gómez.”
                                                                                    José Martí
                                                                              “El General Gómez”
                                                                      Patria, 26 de agosto de 1893.

                                                                  “…ésta es la guerra de Martí.”
Máximo Gómez
Carta al General Antonio Maceo
24 de febrero de 1895

Desde los inicios de la Guerra de los Diez Años, José Martí se mostró fervoroso luchador por la independencia de Cuba. A causa de ello sufrió todo lo que podía soportar un patriota; separado y lejos de los suyos: presidio, trabajo forzado y deportación de la metrópoli. Sin embargo, a pesar de todo, supo prestar en cada momento una gran atención al desarrollo del proceso independentista y estudió profundamente los diferentes períodos de la contienda, así fue como estos acontecimientos despertaron en él una profunda admiración por los conductores de la Guerra del 68. Incursiona en el estudio profundo de esa etapa, dedicado a “las labores de cronista” establece contacto por primera vez con el Mayor General Máximo Gómez. Le escribe en 1877, solicitándole datos para profundizar en las relaciones entre Céspedes y Agramonte, le da a conocer que escribe un libro porque “las glorias no se deben enterrar sino sacar a luz”.1 (Martí, 1993, Tomo I: 83).
En el encabezamiento de la carta se denota un profundo respeto y admiración:
“General:
He conmovido muchas veces refiriendo la manera con que usted pelea: -la he escrito, la he hablado: -en lo moderno no le encuentro semejante: en lo antiguo; tampoco. –Sea está una razón para que usted disculpe esta carta.” 2 (Martí, 1993, Tomo I: 83).
Con estas respetuosas palabras, comenzaba a gestarse lo que posteriormente sería una relación como de padre a hijo, a pesar de posteriores sinsabores y desavenencias.
En su carta, Martí expresaba interés por conocer detalles de la guerra y ofrecía su modesta valoración de un proceso en el cual no participó como combatiente, como le explica al General Gómez, cuando le expresa:
“…de mí, tal vez nadie le dé razón, (…) de la escuela fui a la cárcel, y a un presidio, y a un destierro, y a otro. Aquí vivo, muerto de vergüenza porque no peleo. (…). 3(Martí, 1993, Tomo I: 84).
La carta de Martí, demuestra cómo el que la escribe se recrimina por no haber participado en el conflicto, por ello sus palabras:
“…seré cronista, ya que no puedo ser soldado. (…). 4 (Martí, 1993, Tomo I: 84).
El fracaso de la Guerra de los Diez Años y de la Guerra Chiquita, de la que Martí fuera uno de sus principales organizadores, lo llevó a extraer nuevas experiencias y a enriquecer su visión de cómo debía organizarse una nueva guerra, capaz de superar las limitaciones anteriores.
En esos momentos, Martí, tenía una proyección diferente a la de sus compatriotas, pues consideraba que la Revolución no debía forzarse sino, que esta emergería de las propias contradicciones que le daban origen, por lo que recomienda tener en cuenta los intereses del país, y no los intereses de un grupo o de un individuo.
El 20 de julio de 1882, Martí le escribe una nueva carta al General Máximo Gómez, en la que avizora la necesidad de reunir a todos aquellos interesados en la independencia de Cuba, por lo que aprovechando una visita de Flor Crombet, le envía la misiva. En ella, con mayor libertad y muy claramente, le expresa los objetivos que perseguía con el nuevo llamado a la Revolución:
“(…) porque usted sabe General; que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla. “ 5(Martí, 1993, Tomo I: 237).
Así quedaba expresado el reconocimiento a la capacidad movilizativa y al genio militar de uno de los grandes Jefes de la Guerra del 68, sin el cual era prácticamente imposible organizar y desarrollar la rama militar de la Revolución. Esta comunicación al General Gómez, significaba que se había superado en el terreno ideológico y organizativo a las guerras anteriores, y ello se pone de manifiesto en las siguientes palabras de Martí:
“…Por mi parte, General, he rechazado toda excitación a renovar aquellas perniciosas camarillas de grupo de las guerras pasadas, ni aquellas jefaturas espontáneas, tan ocasionadas a rivalidades y rencores: sólo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado aparezcan unidos por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable; todos aquellos hombres abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tengan modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa, -y de cambiar en la hora precisa la palabra por la espada.6 (Martí, 1993, Tomo I: 237).
En el fragmento citado, resalta aspectos que se van a mantener en el pensamiento político de José Martí. En primer término, se destaca la necesidad de formar “un cuerpo visible y apretado”, o sea, de fundar un Partido que dirigiera la Revolución. Esta idea se materializó diez años después con la fundación del Partido Revolucionario Cubano, aporte martiano a las luchas por la independencia en Hispanoamérica, ya que en ningún proceso anterior estuvo presente un partido político capaz de dirigir la lucha emancipadora del yugo metropolitano.
En segundo lugar, se plantea la necesidad de una “guerra rápida”, a fin de impedir la anexión de Cuba a los Estados Unidos, ya que Martí había divisado los apetitos anexionistas de los sectores gobernantes de los Estados Unidos, y el interés de los elementos internos por salir del dominio de España, para caer en la dominación norteamericana. Precisamente por esta razón expresó al Mayor General Máximo Gómez:
“ … Y aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastantes soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer sus bienestar personal en combatirla. Esta clase de hombres, ayudado por todos los que quisieran gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil… (…).” 7(Martí, 1993, Tomo I: 238).
Para Martí, era importante que se viera a la Guerra de Cuba, no como un asunto de Veteranos, sino como un conflicto de profundas raíces políticos sociales, al que se incorporarían las nuevas generaciones a las que calificó como “Pinos Nuevos”. Las recomendaciones de Martí, iban dirigidas a superar las contradicciones que incidieron en el fracaso de los intentos independentistas anteriores; pues consideró que:
“…El país vuelve aún los ojos confiados a aquel grupo escaso de hombres que ha merecido su respeto y asombro por su lealtad y valor: importa mucho que el país vea juntos, sensatos, ahorradores de sangre inútil y preveedores de los problemas venideros a los que intentan sacarlo de su quicio, y ponerlo sobre quicio nuevo.” 8 (Martí, 1993, Tomo I: 237).
Con esta certera definición sobre la unidad revolucionaria, Martí, valoró como la nueva Revolución, debía adoptar formas organizativas superiores, para cumplir una nueva estrategia revolucionaria, concebida a partir de las nuevas condiciones que se presentaban en la Isla.
En Martí, constituyó una prioridad política, apoyar sólo la Revolución que beneficiara a todo el país. Ello quedó también definido en la carta que enviara al General Antonio Maceo, escrita el mismo día que la del General Gómez; en la cual lo exhortaba a prepararse para la nueva guerra y le demostraba su perspectiva ideológica.
Si bien Martí, en 1882, escribió a Gómez y a Maceo, pidiéndoles su concurso para la lucha independentista, dos años más tarde se apartó públicamente del proyecto que encabezaban ambos generales, pues consideró que el marcado carácter militarista de este (Plan Gómez-Maceo), conduciría a un régimen de “despotismo personal” realmente funesto para el pueblo cubano.
En su insuperable biografía de nuestro Héroe Nacional, escrita por el escritor, periodista, ensayista y filósofo cubano Jorge Mañach, titulada “Martí el Apóstol”, el autor capta el momento que ocasionó definitivamente las fricciones entre Martí y Gómez:
“…Un día –a mediados de octubre- , en conferencia con él y con Maceo, decide el General que ambos se trasladen a México para mover allá los ánimos cubanos, a Martí le complace volver con su ideal ya en pie de guerra, a aquella tierra querida. No hay más que hablar. Gómez, que se ha hecho preparar un baño, se encamina bruscamente hacia él con la toalla al hombro. Animado, Martí aventura algunas frases sobre lo que hará cuando llegue a México. Gómez lo interrumpe cortante: “-Vea, Martí: limítese usted a lo que digan las instrucciones, en lo demás, el General Maceo hará lo que deba hacer. Salió del cuarto sin añadir otra palabra. Cuando volvió, Maceo había intentado, con poco acierto, borrar la huella de aquellas palabras tajantes: el Viejo consideraba la guerra de Cuba algo así como una propiedad exclusiva suya y no dejaba que nadie se metiera…
“Martí se despidió de ambos muy cumplidamente. Dos días después le escribió a Gómez una extensa carta, tan respetuosa como enérgica, en que la más vivas recriminaciones no eran tanto en nombre de su dignidad herida como del espíritu democrático que debía presidir la Revolución, en nombre de la idea revolucionaria misma, que ya veía frustrada por el sesgo de empresa personal que el General Gómez le imponía.”9 (Mañach, 1990: 154).
En el análisis martiano del Plan Gómez-Maceo, influyó su conocimiento de la realidad latinoamericana, caracterizada por la sustitución del dominio colonial por gobiernos surgidos de la propia voluntad de los caudillos que se enfrentaban entre sí, sin tener en cuenta los interese de las masas populares.
En carta, con fecha del 20 de octubre de 1884, Martí, se niega a apoyar “una guerra de baja raíz y temibles fines.”10 ;  (Martí, 1993, Tomo I: 282); y agregaba:
“…Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar porque vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo…” (…) Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento (…).” 11(Martí, 1993, Tomo I: 280).
Esta carta de Martí, a Máximo Gómez, significó la ruptura de un proyecto político-militar con el que no estaba de acuerdo, pues contradecía los principios revolucionarios-organizativos y la estrategia política que ya había trazado en la carta al General Gómez, del 20 de julio de 1882. Esta separación de Martí no significó una renuncia a la lucha por la independencia y ello lo hizo constar cuando le expresó a Gómez, que sólo apoyaría una Guerra que se preparaba:
“…en obediencia a los mandatos del país, en consulta con los representantes de sus intereses, en unión con la mayor cantidad de elementos amigos que pueda lograrse; a una guerra así, que venía yo creyendo, porque así se lo pinte en una carta mía de hace tres años que tuvo de Ud. hermosa respuesta, que era la que de Ud. ahora se ofrecía a dirigir; a una guerra así el alma entera; porque ella salvará a mi pueblo (…) a una campaña que no dé desde su primer acto vivo, desde sus primeros movimientos de preparación, muestras de que se la intenta como un servicio al país, y no como una invasión despótica (…) no prestaré yo jamás mi apoyo –valga mi apoyo lo que valga- (…).”12 (Martí, 1993, Tomo I: 282).
Al dorso de aquella carta, Gómez dejó nota del incidente, añadiendo:
“…Este hombre me insulta de un modo inconsiderado, y si se pudiera saber el grado de simpatía que sentí por él, sólo así se podrá tener idea de lo sensible que me ha sido leer sus conceptos…” 13(Mañach, 1990: 155).
A pesar de haberse apartado públicamente del proyecto independentista, Martí, en ningún momento se dedicó a entablar una polémica pública contra el General Gómez.
La historia demostró la posición correcta de Martí, con relación a cómo debía organizarse una guerra de independencia en Cuba, y tras el fracaso del Plan Gómez-Maceo, se crearon las premisas para una verdadera unidad revolucionaria.
Ocho años más tarde, Martí, fundó el Partido Revolucionario Cubano (10 de abril de 1892), triunfando la nueva estrategia ideológica y política, diseñada por Martí, en sus cartas al General Gómez, del 20 de julio de 1882 y ratificada en la carta del 20 de octubre de 1884.
Después de un largo silencio, transcurridos dos años y meses, el 16 de diciembre de 1887, ya disipada la tormenta, Martí le escribe al General Gómez, por encargo de los cubanos de New York, de Cayo Hueso y Filadelfia, convocándole nuevamente, a sumarse a la lucha, planteándole:
“…Los hombres pueden errar, y los patriotas de buena fe pensar de distinto modo sobre los modos de preparar y conducir la guerra, pero cuando se trata como hoy de impedir con una campaña grandiosa y oportuna que se malogre el último esfuerzo que parece capaz de hacer la Patria, dudar de la actitud de Ud., no sería cumplir un encargo, sino ofenderle: lo que no harán ciertamente los que tiene fe en su sensatez y en su patriotismo. Séanos dado –ahora que podemos fundar o destruir, -fundar.” 14 (Martí, 1993, Tomo I: 443).
El 13 de septiembre de 1892, Martí, le escribe al General Gómez, donde lo invita y convoca a que sea “encargado supremo del ramo de la guerra”, y agregaba:
“… Los tiempos grandes requieren grandes sacrificios; y yo vengo confiado a pedir a Ud. que deje en manos de sus hijos nacientes y de su compañera abandonada la fortuna que les está levantando con rudo trabajo, para ayudar a Cuba a conquistar su libertad, con riesgo de la muerte: vengo a pedirle que cambie el orgullo de su bienestar y la paz gloriosa de su descanso por los azares de la Revolución, y la amargura de la vida consagrada al servicio de los hombres. Y yo no dudo, señor Mayor General, que el Partido Revolucionario, que es hoy cuánto hay de visible de la Revolución en que Ud. sangró y triunfó, obtendrá sus servicios en el ramo que le ofrece, a fin de ordenar, con el ejemplo de su abnegación y su pericia reconocida, la guerra republicana que el Partido está en la obligación de preparar, de acuerdo con la Isla, para la libertad y el bienestar de todos sus habitantes, y la independencia definitiva de las Antillas.” 15 (Martí, 1993, Tomo III: 210).
Y concluía:
“… Y en cuanto a mí, (…) no tendré orgullo mayor que la compañía y el consejo de un hombre que no se ha cansado de la noble desdicha, y se vio día a día durante diez años en frente de la muerte, por defender la redención del hombre en la libertad de la patria.”16 (Martí, 1993, Tomo III: 210).
Gómez, acepta la invitación, ya las desavenencias han quedado atrás, se iniciaría una sostenida correspondencia, que sólo sería tronchada con la muerte de Martí. Nuestro Héroe conoce a la familia de Gómez, le conquista como él sólo sabe hacerlo. Martí en esta etapa de su vida ha encontrado refugio y abrigo en la causa, compañeros y amigos, Gómez es uno de ellos. Años atrás Martí, ha sido abandonado por su esposa Carmen con su hijo. La separación desgarradora para él. Ella no sentía como Martí, y le exigía desde el corazón cosas que él no podía cumplir y a las que ella no supo ceder. Carmen no comprendió su ideario y vida, hecho lógico, si se tiene en cuenta que ella como mujer común del siglo XIX, con una formación provinciana y de origen burgués, distinguía comúnmente como compromisos sagrados con la existencia: bienestar, salud e hijos.
En mayo de 1893, Martí, le escribe desde Cayo Hueso a La Reforma, donde se encontraba Gómez. Nostálgico, el Apóstol recuerda:
“… anheloso de verlo otra vez en el rancho histórico para mí, y de verle la gloria de su casa.” 17 (Martí, 1993, Tomo III: 349).
A finales de ese mes, le vuelve a escribir, desde Cabo Haitiano, y le dice:
“…lo que llevo en el alma, no cabe en palabras. Véame siempre a su lado, que lo envuelvo con mi corazón. Si quiere saber más de mí, pregúntelo a sus hijos. Déjeme callar. Ahora a hacer lo que falta. (…) Protéjame con su pensamiento y no deje que me olviden en su amada casa.” 18 (Martí, 1993, Tomo III: 365-366).

En su carta, del 30 de agosto de 1893, le comunica al General Gómez:
“… yo debo terminar aquí (…) Mi carta verdadera, está en esas líneas impresas que para Ud. me saqué del corazón.”19 (Martí, 1993, Tomo III: 392).
Martí se refiere a su artículo “El General Gómez”, donde resalta la figura, modestia y sencillez con que vivía el General en su retiro forzoso.
En mayo de 1894, cuando aunaba voluntades por diferentes ciudades estadounidenses, y por donde se encontraban asentados los patriotas cubanos, acompañado por Panchito Gómez Toro, le escribe al General, contándole la incesante labor de su hijo y la innegable ayuda que le prestaba.
En carta del mes de junio le comunica: “…ya no tienen Uds. secretos para mí; ni hay hijo más que Pancho, fiel y piadoso (...). 20(Martí, 1993, Tomo IV: 200).
En carta, de septiembre de 1894, Martí, le comunica al General Gómez:
“…si pienso en compañera, pienso en Manana; si en hija; en Clemencia, si en hijos, en todos los de Ud. ¡lo que lo pensaré a Ud. –y lo que lo querré!” 21 (Martí, 1993, Tomo IV: 247).
Ya Martí, ha conquistado el corazón del hogar de Gómez; su correspondencia con ellos, es constante.
El 11 de abril de 1895, rumbo a Cuba, desde el vapor “Nordstrand”, en Inagua, le escribe amorosa carta a Bernarda Toro de Gómez, tuteándola cariñosamente, llamándola “Manana”; donde le dice respecto al General Gómez:
“…y por Ud. Manana, aunque no fuera por él, querré y miraré siempre al compañero de su vida.”22 (Martí, 1993, Tomo V: 157).
Ya Martí, cuando pisa suelo cubano, se abre camino entre espinales, pedregales, vadea ríos, escala ásperas laderas con la pesada carga; llena de admiración a todos por su indomable espíritu, que le hace olvidar su endeble constitución física.
En carta, del 16 de abril de 1895, a sus amigos Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra, conmovido, les cuenta:
“…Al caer la tarde vi bajar hacia la cañada al General Gómez seguido de los jefes, y me hicieron seña de que me quedase lejos. Me quedé mohíno, creyendo que iban a concertar algún peligro en que me dejarían atrás. A poco sube, llamándome Ángel Guerra, con el rostro feliz. Eran que Gómez, como General en Jefe, había acordado, en Consejo de Jefes, a la vez que reconocerme en la guerra como Delegado del Partido Revolucionario, nombrarme, en atención a mis servicios y a la opinión unánime que lo rodea, Mayor General del Ejército Libertador. ¡De un abrazo igualaban mi pobre vida a la de sus diez años! Me apretaron largamente en sus brazos. Admiren conmigo la gran nobleza. Lleno de ternura veo la abnegación serena, y de todos, a mí alrededor. ¿Cuándo olvidaré el rostro de Gómez, sudoroso y valiente, y enternecido, cuando subía las lomas resbaladizas, las pendientes de breñas, los ríos a la cintura, con el rifle y revólver y machete y las doscientas cápsulas, y el jolongo al hombro? Y cuando a sus espaldas doy su jolongo al práctico, él me quita mi rifle, y sigue cuesta arriba con el mío y el suyo. Nos vamos halando, hasta lo alto de los repechos. Nos caemos riendo (…).”23 (Martí, 1993, Tomo V: 162).
Martí, deja atónitos a los curtidos soldados mambises, que nunca le creyeron capaz de resistir los duros rigores de la manigua. Comparte con ellos su rancho, sus vicisitudes, sin una queja, alegremente, y cuando le llega la hora, “su hora” de supremo sacrificio, a los 33 días de haber escrito la antes mencionada carta, va hacia él, conscientemente, sin miedo, con una sonrisa a flor de labios.

EPÍLOGO:
Marzo de 1899. El Generalísimo Máximo Gómez, es opuesto a cualquier compromiso económico con el vecino del Norte. La Asamblea de Representantes de la Revolución cubana con el fin de solucionar esta problemática le llama “extranjero” y le despoja del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, solamente por Gómez estimar necesario el surgimiento de la República, sin empréstito alguno.
El General Máximo Gómez, en aquellos instantes, y con el dolor del momento, tuvo que necesariamente haber recordado la carta en la cual José Martí lo invitaba en nombre del Partido Revolucionario Cubano a ayudar “…a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra.”:
“…Y al solicitar su concurso, señor Mayor General, ésta es la obra viril que el Partido le ofrece. Yo ofrezco a Ud. sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que bridarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres (…)” Santiago de los Caballeros. Santo Domingo, 13 de septiembre de 1892. 24 (Martí, 1993, Tomo III: 209).

Bibliografía consultada:

  • Mañach, Jorge (1990): “Martí el Apóstol”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba.
  • Martí, José (1993): “Epistolario” En V Tomos. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba.
* Profesor Auxiliar del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Empresariales y Administración de la Universidad de Holguín, Cuba. Graduado de Licenciatura en Filosofía en la Universidad Estatal de Leningrado (1983), hoy San Petersburgo.
1 José Martí. Epistolario. Tomo I (1862-1887) Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Guatemala, 1887. p.83.
2 Ibídem, p. 83
3 Ibídem, p. 84
4 Ibídem, p.84
5 José Martí. Epistolario. Tomo I. (1862-1887). Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. New York, 20 de julio de 1882. p. 237.
6 Ibídem, p. 237.
7 Ibídem, p.238.
8 Ibídem, p. 237.
9 Jorge Mañach. “Martí el Apóstol”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1990. p.154.
10 José Martí. Epistolario. Tomo I (1862-1887). Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1993. “Carta al General Máximo Gómez. New York, 20 de octubre de 1884. p.282.
11 Ibídem, p. 280.
12 Ibídem, p. 282.
13 Jorge Mañach. “Martí el Apóstol”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1990.  p. 155.
14 José Martí. Epistolario. Tomo I (1862-1887). Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. New York, 16 de diciembre de 1887.  P. 443
15 José Martí. Epistolario. Tomo III (1892-1893). Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, 13 de septiembre de 1892. p. 210.
16 Ibídem, p. 210.
17 José Martí. Epistolario. Tomo III. (1892-1893). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Key West, mayo 6 de 1893. p.349.
18 José Martí. Epistolario. Tomo III. (1892-1893). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Cabo Haitiano, 6 de junio de 1893. pp. 365-366.
19 José Martí. Epistolario. Tomo III. (1892-1893). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. New York, 30 de agosto de 1893. p.392.
20 José Martí. Epistolario. Tomo IV. (1894). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Kingston, Jamaica, 25 de junio de 1894. p. 200.
21 José Martí. Epistolario. Tomo IV. (1894). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Central Valley, 8 de septiembre, 1894. p. 247.
22José Martí. Epistolario. Tomo V. (1895). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta a Bernarda Toro de Gómez”; a bordo del vapor Nordstrand, en Inagua, 11 de abril de 1895. p. 157.
23 José Martí. Epistolario. Tomo V. (1895). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993. “Carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra”; cerca de Baracoa, 16 de abril de 1895. p. 162.
24 José Martí. Epistolario. Tomo III (1892-1893). Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1993. “Carta al General Máximo Gómez”. Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, 13 de septiembre de 1892. p. 209.

Recibido: 05/02/2018 Aceptado: 26/03/2018 Publicado: Marzo de 2018


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