Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


PREVENCIÓN Y BIENESTAR ESTUDIANTIL: INELUDIBLE ACCIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL

Autores e infomación del artículo

Vicenta Inmaculada Aveiga Macay *

Judith Dominique Achig Solórzano **

María Jeilyn Cevallos García ***

Jennifer Karina Tuárez Macías ****

Universidad Técnica de Manabí, Ecuador

vicentaaveiga@yahoo.es


Resumen

El Trabajador Social en el contexto educativo es un profesional que tiene por meta real servir de catalizador y dinamizador de los procesos socioculturales, respetando los valores propios de cada estudiante, por lo que el objetivo de este trabajo fue resaltar la acción del Trabajador Social en prevención y bienestar estudiantil. En el proceso de desarrollo se utilizó los métodos lógico-científico, inductivo-deductivo, análisis-síntesis y el bibliográfico, a nivel empírico se aplicó la encuesta a 30 estudiantes de octavo año de educación básica del “Colegio Nacional Mixto 18 de Octubre” de la ciudad de Portoviejo, los resultados demostraron fehacientemente el cumplimiento del objetivo de estudio.
Palabras claves: Trabajador Social, estudiantes, prevención, bienestar estudiantil.
Abstract
The Social Worker in the educational context is a professional whose real goal is to serve as a catalyst and stimulator of sociocultural processes, respecting the values of each student, so the objective of this work was to highlight the action of the Social Worker in prevention and student welfare. In the development process, the logical-scientific, inductive-deductive, analysis-synthesis and bibliographic methods were used; at the empirical level, the survey was applied to 30 eighth-year students of basic education of the "Colegio Nacional Mixto 18 de Octubre" of the city of Portoviejo, the results demonstrated conclusively the fulfillment of the objective of study.
Key words: Social Worker, students, prevention, student welfare.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Vicenta Inmaculada Aveiga Macay, Judith Dominique Achig Solórzano, María Jeilyn Cevallos García y Jennifer Karina Tuárez Macías (2018): “Prevención y bienestar estudiantil: ineludible acción del trabajador social”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (marzo 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2018/03/bienestar-estudiantil.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1803bienestar-estudiantil


Introducción

El Trabajo Social en el área educativa constituye un rol pedagógico importante, convirtiéndose en un agente clave que debe tener la capacidad de promover una dinámica social, cultural, político e institucional basado en un perfil humanista, interesado por todos los adelantos de la ciencia y la tecnología, así mismo estar al tanto de los acontecimientos del ámbito educativo y estimular la curiosidad del educando.
Es evidente, que a nivel global el Trabajador Social en el contexto educativo puede realizar una intervención exhaustiva de un sistema de valores, relaciones, normas y pautas de actuación a fines de conocer e interpretar las conductas y comportamientos no únicamente del escolar sino también del entorno en el que se dimensiona de manera directa con los docentes, familiares y el resto de la comunidad educativa. (América Latina y Caribe, 2014)
Se hace necesario destacar que el agente en el área educativa aspira a la formación integral del estudiante mediante la prevención, atención y reducción de situaciones que afectan su desarrollo óptimo. Además, de fomentar su participación en diversas experiencias educativas y sociales dirigidas a fortalecer o propiciar el desarrollo de sus aspectos físicos, emocionales e intelectuales para que mejore su calidad de vida con los principios y valores necesarios para contribuir a la sana convivencia, a la justicia y a la paz social. (Montañez, 2017)
Al respecto el nuevo modelo Constitucional (2008) realza el accionar del Trabajador Social, profesión está dirigida a los grupos vulnerables centrada en la transformación de la realidad de los diversos actores sociales. Estudios realizados en Manabí por Santos,L (2014) señalan que el/a profesional en Trabajo Social dentro de su labor se enfoca en la detección de necesidades o demandas del entorno de los estudiantes para un adecuado diagnóstico social basada en la implementación de información, orientación, desarrollo de tareas y la coordinación, mismo que van de la mano del uso de técnicas, herramientas y estrategias en sus actuaciones, para la prestación de servicios y movilización de recursos. En este sentido, se caracteriza desde lo epistemológico la acción que ejerce el profesional de Trabajo Social en el área educativa, ya que es un catalizador fundamental para restablecer patrones socio-culturales contra la violencia en el campo educacional, priorizando el bienestar social y mejoras en la convivencia escolar.
En la actualidad existe un gran impacto a nivel social en cuanto a violencia escolar, por lo que el objetivo de la investigación es resaltar la acción del Trabajador Social en prevención y bienestar estudiantil, En este estudio se abordan temáticas que conllevan a reflexionar sobre el amplio campo de intervención del Trabajador Social que serán objetos de estudios posteriores.

Desarrollo

El Trabajo Social como profesión proviene de las Ciencias Sociales y tiene relación con otras disciplinas como la Sociología, Antropología, Economía, Historia, Psicología y Filosofía, mismas que han aportado conocimientos válidos para la formación y desarrollo de las Ciencias Humanísticas, teniendo como eje central el abordaje en el campo de las realidades sociales, en donde está inmerso el ser humano como actor social respecto al entorno en que se desenvuelve cotidianamente (Del Valle & Ramella, 2010).
América Latina y Caribe (2014) plantea que el Trabajo Social/Servicio Social es una profesión que se inserta en el ámbito de las relaciones entre sujetos sociales y el Estado en los distintos contextos sociohistóricos de actuación profesional desarrolla  una praxis social  y un conjunto de acciones de tipo socioeducativo, que inciden en la reproducción material y social de la vida con una perspectiva de transformación social comprometida con la democracia y el enfrentamiento de las desigualdades sociales, fortaleciendo la autonomía, la participación y el ejercicio de la ciudadanía, en la defensa y conquista de los derechos humanos y de la justicia social.Los profesionales en Trabajo Social al relacionarse e intervenir en diversos ámbitos tiene la oportunidad de trabajar con un equipo multi e interdisciplinario; creando esfuerzos colectivos para responder de manera eficiente ante los diversos fenómenos sociales.
Desde esta perspectiva, la vinculación del Trabajo Social a los espacios educativos formales se encuentra más definida en países como España, en donde la profesión hace parte de equipos interdisciplinares de trabajo creados para cubrir las deficiencias de la escuela en lo que se refiere al desarrollo de los estudiantes desde una visión integral que contempla las relaciones en los subsistemas en los que el niño está interactuando .Así, al Trabajo Social le corresponden las tareas de asesoría a la comunidad educativa sobre aspectos familiares y sociales de los estudiantes, y sobre los recursos socioeducativos de la zona, la realización del estudio y la valoración sociofamiliar de los casos detectados, así como la participación en el desarrollo de programas de garantía social, de orientación escolar o profesional y en programas formativos para padres y madres. (Nieto y Botías, 2000).
Desde este contexto, el Trabajador Social tiene por objeto la intervención ante las necesidades para promover el cambio, la resolución de los problemas en las relaciones humanas, el fortalecimiento y la libertad de la sociedad para incrementar el bienestar, mediante la utilización de teorías sobre el comportamiento humano y los sistemas sociales, aplicando la metodología especifica en la que se integra el Trabajo Social de caso, grupo y comunidad (Lafortune & Bouchard, 2011).
Aguilar, Chacón, González, González, Jiménez, Loaiza, Mora, Murillo & Ortiz, (2006) expresan que, el Trabajador Social interviene en los puntos que las personas interactúan con su entorno, además las ayudan a funcionar de la mejor manera posible, se ocupan de sus relaciones, así como resolver problemas personales y familiares. Estos profesionales suelen ver a los clientes que se enfrentan con una enfermedad que amenaza la vida o problema social
Es indiscutible, entonces que los profesionales de Trabajo Social se integran en el sistema educativo con el objetivo de intervenir para la oportuna identificación de las necesidades sociales así como para prevenir la aparición de problemáticas mayormente complejas. Así pues, queda totalmente argumentada la necesidad de identificar la  intervención desde el Trabajo Social en el campo educativo para sustentar sus fundamentos a fin de retroalimentar y mejorar las respuestas dadas hasta hoy frente los conflictos sociales.
Se entiende que el reto como profesionales pertenecientes a una disciplina que se ocupa de los sistemas sociales y de las problemáticas que en ellos surgen, consiste en promover el avance hacia la construcción gradual de un marco conceptual de referencia que permita realizar acciones de intervención eficaces, efectivas y pertinentes encaminadas a la solución de dichas problemáticas.
De igual forma, dado el posicionamiento del Trabajo Social como disciplina científica, se hace necesario avanzar en la investigación que caracterice la intervención profesional en diferentes contextos, razón por la cual, se pretende, destacar la  intervención de los profesionales de esta área  desarrollados desde la práctica de entrenamiento profesional en instituciones educativas identificar y describir los desarrollos profesionales como contribución para la reflexión frente a su rol y campo de acción.
El reconocimiento de su identidad en la complejidad del manejo de la realidad social, la apropiación de los elementos o rasgos distintivos de su profesión desde los cuales suscitar cambios en los espacios particulares en los cuales interactúan el posicionamiento del Trabajo Social como disciplina científica, se hace necesario avanzar en la investigación que caracterice la intervención profesional del Trabajador Social en el área educativa, razón por la cual, se pretende, a partir de los proyectos de intervención desarrollados desde la práctica de entrenamiento profesional en instituciones educativas identificar y describir los desarrollos profesionales como contribución para la reflexión frente a su rol y campo de acción, el reconocimiento de su identidad en la complejidad del manejo de la realidad social, la apropiación de los elementos o rasgos distintivos de su profesión desde los cuales suscitar cambios en los espacios particulares en los cuales interactúan.
Estudios realizados sobre la  “Intervención de la profesión de trabajo social en colegios oficiales distritales de Bogotá D.C.” por   (MURCIA, 2008), et al identifica la intervención del Trabajo Social en el campo educativo, específicamente en los colegios de carácter privado de Bogotá; con lo que se busca reconocer el quehacer profesional, el cual está encaminado al bienestar social de las personas como parte del desarrollo integral de la sociedad. Las autoras afirman que. “En las instituciones educativas existe desconocimiento de la labor del Trabajador Social en esta área como resultado de la falta de claridad y divulgación, primero, de las profesionales sobre su profesión, y segundo de la academia, los organismos de la profesión y los gremios profesionales”.
La investigación “Trabajo social en las áreas de educación, sugiere que en el campo educativo el Trabajo Social fortalezca la relación de los niños y adolescentes  con los sistemas que lo rodean; familia, escuela y comunidad, haciéndose participe de actividades que garanticen a los menores buenas condiciones educativas y generando conciencia social dentro de las instituciones educativas, así como una mayor articulación con lo social.
Con este estudio se hace necesario enfatizar que también se busca por medio de esta investigación avanzar en la comprensión de la intervención del Trabajo social como profesión, pues, es precisamente, la intervención uno de los elementos que hace que el Trabajo Social se diferencie de otras disciplinas mediante las metodologías y el acercamiento y desarrollo con los sujetos, el abordaje de problemáticas y el establecimiento de una relación entre teoría y práctica. Es por esto que para la intervención el Trabajo Social se requiere elaborar su fundamentación e identificar y comprender los referentes teóricos, conceptuales, metodológicos y principios éticos que la sustentan, teniendo en cuenta la diversidad de planteamientos de los autores que se han consultado.
Se considera pertinente  tener presentes los desafíos actuales que enfrenta el Trabajo Social como una profesión inmersa en una sociedad cambiante que hace que el quehacer profesional se sustente mediante pasos y procesos que aborden y permitan desarrollar la intervención en un contexto como es el educativo, es decir, que se debe argumentar la intervención profesional con bateóricas que aporten conocimiento a los nuevos profesionales para abordar los retos actuales de la sociedad. Sea una fundamentación como profesión mediante nuevas construcciones.
En el ámbito de la educación, las situaciones de violencia son una realidad que está presente en un gran número en los centros educativos, a través de agresiones físicas o verbales entre estudiantes, el pandillerismo, el uso de sustancias psicotrópicas como la droga y el alcohol, agresión psicológica que deja secuelas graves como baja autoestima, depresión, desánimo e incluso pensamientos suicidas (Vaca, 2014).
Al respecto se añade lo expresado por, Andrés, Carrasco, Oña, Pérez, Sandoval & Sandoval (2015) quienes establecen que la violencia escolar en general, se daría sobre todo por actos de carácter verbal y psicológicos, antes que por agresiones físicas. En contraposición a lo expuesto Mendoza (2016) manifiesta que las acciones violentas se van presenciando de una u otra forma, las cuales no son identificables en su totalidad por los actores educativos, quienes participan de forma consciente e incluso inconsciente en el marco de las acciones que éste engloba. Algo muy importante que debe tomarse en cuenta es que, para detectar ese problema, la violencia escolar no solo se trata de golpes, peleas entre los jóvenes, también pueden participar los maestros, los directivos, en pocas palabras todos los actores de la institución educativa.
Investigaciones realizadas por Pujol, R (2015), señala que la violencia escolar engloba todas aquellas situaciones de violencia y agresión que se producen dentro del ambiente educativo, que además estas se utilizan en tanto para referirse a agresiones entre alumnos y maestros como a agresiones solo entre alumnos. En este sentido, Finkelhor, Turner & Hamby (2012) expresan que existen conductas de agresión que van más allá de la definición de otros autores, y serían aquellas conductas que no tienen lugar de forma repetitiva, que no se dan en un contexto de dominación o que simplemente se llevan a cabo con la intención de jugar y no herir a nadie, pero que pueden ser igualmente graves y dañinas, pueden englobarse dentro de la victimización entre iguales, que también forma parte de la violencia escolar.
En otras palabras, Torrego, J & Moreno, C (2003) manifiestan que las perspectivas actuales en el estudio de la violencia escolar reflejan la dificultad de definir y delimitar con exactitud el término violencia, debido a lo versátil de este fenómeno. Por otro lado, Del Barrio, Martín, Almeida & Barrios (2003) señalan que la violencia hace referencia a “todos los fenómenos de destrucción, fuerza, coerción, que ocurren en las relaciones, la sociedad o incluso la naturaleza”.
En general, existen muchas clasificaciones de la violencia entre iguales que se produce en el ambiente escolar, el uso de una u otra depende, sobre todo, del propio investigador, lo cual interfiere en el estudio unificado de este fenómeno, ya que una misma conducta se puede englobar en una u otra categoría dependiendo de la clasificación utilizada (Fernández, 2015).
De forma parecida, Gutiérrez, Barrios, de Dios, Montero y del Barrio, en la línea de Finkelhor (2012), indican que las formas de violencia entre iguales son la exclusión social (ignorar, no dejar participar), la agresión verbal (insultar, poner apodos, hablar a las espaldas), la agresión física directa (golpear) e indirecta (esconder, romper o robar cosas), las amenazas y chantajes y la agresión o abuso sexual. Esta clasificación es, a juicio de la investigadora, una de las más completas y que por tanto permite distinguir mejor las conductas de violencia entre iguales en la escuela.
En cierto sentido se ha llegado a considerar que si un alumno ha presenciado violencia en su entorno familiar, sin duda el desarrollara un comportamiento conflictivo y se convertirá en un agresor (Baldry, 2003). De igual forma, aquellos jóvenes más callados, tímidos, que están solos en el recreo o con alguna necesidad educativa especial, tienen más posibilidades de sufrir violencia, puesto que los agresores creen que no van a delatarlos y los sitúan en una situación de inferioridad, aunque en ocasiones actúan simplemente por diversión (Orte, Touza, Ballester, y Ferrá, 2002). 
Al respecto Kim, Leventhal, Koh, Hubbard & Boyce (2006) consideran que no sólo las víctimas son las afectadas, sino que  los observadores que no participan directamente en la agresión e incluso los propios agresores, sufren la repercusión del fenómeno. Además, se da un efecto negativo en el ambiente escolar en general, en el que todos los alumnos perciben violencia e inseguridad.
En el orden de las ideas anteriores, la violencia escolar adquiere consecuencias negativas en las víctimas que lo sufren directamente, pero también en los testigos y en los propios agresores. Ello hace que la tarea de prevención e intervención para evitarlas sea de vital importancia, ya que dichas consecuencias no sólo se presentan a corto plazo, sino que también afectan a los implicados en edades más avanzadas, pudiendo influir incluso en su personalidad en los casos más graves. Además, cuanto más repetidas y graves son las conductas violentas, más afectación supone para los actores. (Pujol, 2015).

Desde este punto de vista, Ortega, Elipe, Mora, Calmaestra & Vega (2009) revelan que las víctimas suelen mantener en secreto lo que les sucede, seguramente, por la vergüenza que sienten al ser victimizados, pero aun así es normal que se nieguen a acudir al centro sin motivo aparente. En el momento de la agresión es posible que sientan miedo, enfado, estrés, vergüenza y sentimientos de indefensión.
Todo ello confirma, que las consecuencias más importantes son aquellas que se dan a largo plazo, como el desarrollo de una imagen negativa de sí mismos, tanto en su competencia académica como en su conducta y apariencia, así como el desarrollo de una baja autoestima. En algunas ocasiones, la víctima tiende a realizar conductas agresivas hacia otras personas y hacia sí misma. Se sienten indefensas, humilladas y aisladas, lo cual les puede llevar al fracaso escolar, niveles elevados de ansiedad y pérdida de la calidad de vida a nivel general (Alonso, 2011).
Es así como los tipos de violencia son vistos dentro de la investigación como la agresividad, violencia, intimidación, vandalismo, conductas antisociales, conductas disruptivas, problemas de convivencia, etc. Esta diversidad de conflictos, exigen a los profesionistas como el Trabajador Social, orientador y maestros, otros, innovadas estrategias de intervención, a fin de atenuar o buscar junto con las involucradas alternativas viables que permitan su solución.
Al respecto  Castanedo (2001) considera que estas problemáticas  exigen que el Trabajador Social conciba al conflicto, como aquellos problemas que emana de las situaciones en las cuales dos o más estudiantes expresan diferentes creencias, valores o intereses, aun cuando la diferencia sea real o percibida. A partir de esta visión nadie más que los implicados son quienes tienen la oportunidad de poder transformar su situación mediante un proceso de restauración, facilitado por el Trabajador Social.
A ello se añade el hecho de que en las instituciones educativas  es donde se convergen una diversidad cultural, ya que los estudiantes traen consigo sus propias creencias, actitudes y comportamientos adquiridos no solo en la familia sino en el mismo contexto social  en el que se desarrolla y sobre todo donde el afrontamiento de los conflictos interpersonales son abordados tanto con el enfrentamiento, la comunicación y la misma violencia (Amador, 2007)
Tal y como afirman Martínez & Pérez (2015) la violencia escolar se expresa en una amplia gama de acciones que tienen por objeto producir daño y que alteran en mayor o menor cuantía la armonía institucional por lo que se entiende como cualquier comportamiento que viole la finalidad educativa de la escuela o el clima de respeto, o que ponga en peligro la estadía de un escolar dentro del plantel educativo.
Es válido considerar lo que expresa  Serrano e Iborra (2005) quienes ratifican  que la violencia escolar está presente en todos los centros educativos y en todos los niveles de enseñanza, aunque suele ser más delatado en los últimos cursos de primaria y a principios de la enseñanza secundaria, a pesar de que la frecuencia de niños implicados, los adultos, padres y profesores suelen ser ajenos a esta situación, puesto que los alumnos se sienten incapaces de contarlo o simplemente creen que no pueden ayudarlo (Cerezo y Ato, 2005).
Es evidente que el Trabajo Social como conocimiento y acción en el ámbito educativo facilita dinámicas de expansión de posibilidades, capacitación de los recursos humanos, democratización del conocimiento y conformación de estructuras sociales más avanzadas (De Prada, 2014). De esta forma, Hernández (2012) manifiesta que esta profesión tiene un papel importante en la intervención preventiva y asistencial en los temas como el fracaso educativo, la detección de malos tratos, abusos sexuales, la mejora del clima de convivencia, la atención ante el fenómeno de la violencia o la estimulación de la mejor pedagógica y la participación de todos en la buena marcha de los procesos.
Ciertamente, la mejora de la convivencia, se constituye  como la respuesta a la violencia que se ha implementado desde diferentes perspectivas y líneas de actuación; han sido muchas las instituciones educativas que sin necesidad de resolver conflictos o afrontar problemas de violencia, desarrollan programas como mecanismo para mejorar la vida diaria de los alumnos ; los docentes son más eficaces en poner bases sólidas constructivas en la educación de los ciudadanos, mismas que son maneras de articular las relaciones interpersonales al interior del aula, relaciones entre los miembros de la institución y las familias (Ortega, 2009). 
Fernández (2012) estipula que el Trabajador Social Escolar interviene en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos, en las necesidades sociales que generan necesidades educativas, se interviene tanto dentro como fuera del sistema educativo y la escolarización actúa como un elemento básico de prevención de la exclusión social por lo que a su vez también se habla de lo que los propios usuarios se esperan del Trabajo Social Educativo.
Entre otras actuaciones, se puede destacar las dificultades de comunicación entre el estudiante, familia y centro escolar, que se contemple a la familia como principal recurso de los estudiantes , que se intervenga tanto en lo micro como lo macro y trabajar en relación a las distintas tipologías familiares con las que se encuentra en la sociedad actual, debido a que hay menores que proceden de familias que carecen de los medios necesarios tanto personales como materiales, y los menores requieren que se amplíe su horario de atención además hace referencia a la utilización de la entrevista como técnica principal.
En los marcos de las consideraciones anteriores, Súarez, B (2016) expresa que los principios y valores vienen definidos por la cultura adquirida en la sociedad o en su entorno familiar a través de esta erudición, los seres humanos forman parte de un proceso de socialización, donde la escuela es uno de los principales agentes de transmisión de los valores y las costumbres de las sociedades en las que se vive. En efecto, desde el contexto educativo estos procesos dan respuestas ante distintos asuntos que están a la orden del día como pueden ser el consumo de drogas, la violencia en sus diferentes manifestaciones, la diversidad cultural, los accidentes de tráfico o la sexualidad. Se recurre a la educación como una herramienta para modificar actitudes y comportamientos, convencidos de que, desde la tolerancia, el rechazo de la violencia y la defensa de la solución pacífica de los conflictos, se pueden resolver los problemas de convivencia y promover unas relaciones armónicas y equitativas.
Así se han desarrollado, estas manifestaciones que reflejan las funciones de adaptación, integración y normalización que cumple la escuela dentro de la sociedad y para las cuales involucra a gran número de profesionales, incluyendo a los Trabajadores Sociales, en  este sentido, el  Trabajo Social en el contexto educativo  centra su accionar  en abordar desde un espacio de interacción construido de forma dialógica las necesidades y problemáticas expresadas en las relaciones en las cuales se constituye la vida social de los sujetos dentro y fuera de la institución educativa. Como acciones de este trabajo se seleccionan algunas de las funciones propuestas por (Navarrete, 2016)

  • identificar las situaciones definidas por la comunidad como problemáticas a partir del acercamiento y análisis del contexto socio- cultural en el que se presentan, ii) promover una permanente disposición a la reflexión acerca de las acciones cotidianas que afectan a los sujetos en sus relaciones con los demás
  • Adelantar procesos de reconocimiento de identidades subjetivas y colectivas con miras a identificar fortalezas, debilidades y posibilidades dentro de las dinámicas relacionales en las que se desarrollan las acciones de los sujetos.
  • Apoyar la construcción de un escenario participativo en pro de la búsqueda de alternativas a la solución de conflictos.
  • Fortalecer la comunicación como herramienta para la resolución de las problemáticas que se presentan en cada uno de los espacios de interacción de los sujetos.
  • Potenciar las habilidades para la resolución de conflictos por medio de la movilización de los recursos disponibles y la identificación de factores que sean de utilidad en el proceso de acompañamiento en el ámbito individual, grupal y familiar. 

Esta forma de intervención del Trabajador Social en el área educativa, se explica a partir de la unidad familiar o grupo familiar de referencia o la red de relaciones personales, ya que constituyen el soporte natural a través del cual se articulan las acciones en cada situación, siendo estos los espacios específicos de la intervención socio-familiar. En las escuelas, como otras instituciones, están inmersas en entornos conflictivos. Por ello, no resulta sorprendente que algunas formas de violencia social se repliquen en su interior. Sin embargo, la violencia escolar no es un simple reflejo de lo que ocurre en la sociedad; el centro educativo es también, a menudo, una institución productora de violencia (Del tronco & Madrigal, 2013).
De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando ,Súarez, B (2016) considera que la educación está cambiando debido a la presencia cada vez más evidente de diversos servicios y agentes sociales en la escuela, cooperando con los docentes y abriendo un abanico de posibilidades de colaboración, donde se tienen en cuenta los recursos de la propia comunidad y el papel que ejercen los Trabajadores/as Sociales, porque estos profesionales ya forman parte del sistema educativo formal llevando a cabo tareas educativas transmitiendo conocimientos, habilidades y actitudes prosociales, y también participan en la educación no formal, através de actividades formativas para desempleados, personas con discapacidad y en la educación informal actúan en contextos familiares, institucionales y comunitarios.
En este orden de idea se puede citar a Narváez & Namicela (2012) quienes expresan que el accionar del Trabajador Social en el ámbito educativo se circunscribe a roles de educador social y popular; asesor; proveedor de recursos; informador; organizador y planificador, para apoyar la calidad y mejoramiento del proceso educativo, involucrando en esta tarea a la comunidad educativa (estudiantes, padres de familia, profesionales que apoyan el proceso y autoridades), a través de la orientación y ayuda a los escolares a fin de que puedan vencer obstáculos que se interpongan en su transformación psicofísica y social. También debe contribuir a la definición de su personalidad, impulsando sus intereses y aspiraciones, ideales que son atentados por la violencia simbólica que se hace presente en la interacción, método-contenido, maestro-alumno; evaluación-acreditación e interacción con los grupos de estudio.
De acuerdo con este  planteamiento Beltrán (2010) afirma que el cargo que ejercer el Trabajador Social, se basa en la orientación y asesoría escolar de los planteles oficiales; siendo este el papel que se le asignó en un principio a la profesión en el área educativa. Las otras labores que se contemplan en la tendencia general son las de resolución de conflictos, atención de caso a los miembros de la comunidad educativa, acercamiento o mediación entre la institución, las familias y la comunidad, remisión de casos a los demás profesionales, realización de visitas domiciliarias y gestor de recursos ante las instituciones externas que puedan brindar asistencia en el momento en que algún sujeto de la comunidad educativa lo requiera.
Ante todo, la idea es que el Trabajo Social influya con sus acciones sobre todos los espacios de la vida social; haciendo  énfasis, en las instituciones educativas consideradas como espacios comunitarios que deben integrar al familiar, para trabajar en conjunto en los conflictos que se presentan dentro de la relación familia- escuela- educando; al respecto Moreno (2004) señala que, la escuela es algo más que un lugar donde se enseña, es un sistema insertado en la comunidad que no puede escapar o aislarse del contexto social. En consecuencia, puede ser un lugar que favorezca el crecimiento de los niños y de los adultos, conformándose como un espacio comunitario que puede aportar determinados tipos de apoyo social para los niños y sus familias. No obstante, para esto, la escuela debe ser consciente y reflexiva acerca del contexto comunitario donde se ubica y las contradicciones que éste genera.
Esta situación permite afirmar lo expuesto por Pérez (2001) quien define al  Trabajo Social dentro de la escuela como una profesión que intenta resolver conflictos, gestionar recursos y realizar una labor adaptativa de los sujetos; existen otras perspectivas que constituyen excepciones, pero cuyos aportes son de vital importancia, para quien este debe tender hacia la formación comunitaria, es decir, que debe apuntar a proporcionar en cada uno de los estudiantes un espacio crítico de reflexión respecto a su relación con el entorno, al proceso de socialización que cada uno lleva y cómo dirigirlo a la construcción de un futuro posible en la medida en que el estudiante reconozca en el otro un interlocutor válido, con el cual puedo organizarse.
A  estas argumentaciones se le puede añadir lo expresado por Corrosa (2006) quien considera que el Trabajo Social lo compete una labor complementaria enfocada en la prevención, a partir el estudio de las características socio- familiares y económicas de los estudiantes y en la identificación de las principales problemáticas y necesidades de la comunidad educativa; ciertamente, esa es la labor que, en la práctica, realiza el Trabajador Social en la mayoría de instituciones en las que se encuentra presente.
Todos estos argumentos confirman lo expresado por (Roselló, 2011), cuando considera que  el Trabajador Social debe desempeñar una importante labor de coordinación, tanto con el resto de los profesionales del servicio, profesores, padres y alumnos, como con otros servicios socio-comunitarios, colaborando en la prevención y detección de indicadores que puedan incidir en el proceso evolutivo y adaptativo del alumno . Hay que añadir además, lo expuesto por. (Rutto, 2008) por cuanto el Trabajador Social debe ser un dinamizador de la Comunidad Educativa, ya que es el quien activará los mecanismos para lograr que los distintos actores comprendan su rol y decidan actuar en armonía para que la institución logre sus objetivos de formar hombres y mujeres de bien, con los saberes y conocimientos necesarios para definir su proyecto de vida y convertirse en elementos generadores del progreso social
En este sentido de consideraciones se precisa mencionar a  Bolívar (2003), cuando  manifiesta que es necesario que se fortalezcan y aumenten desde los departamentos de Trabajo Social los espacios experimentales en el área de educación, ampliando las posibilidades de este campo a un espacio de cátedra y práctica bien fundamentada. Respecto a este punto, es evidente que se ha dejado de lado el espacio de la escuela por parte de quienes elaboran los programas de formación profesional, lo que constituye un vacío que impide a quienes se interesan en el tema llegar a las instituciones con propuestas fundamentadas en una base teórica y en una práctica pedagógica debido a que la sistematización de estas experiencias son fundamentales para construir conocimiento en el ámbito de la intervención educativa y disminuir la incertidumbre respecto a lo que le corresponde al Trabajo Social en este campo.
Estudios realizados  por (Fernández, 2007) destaca que el Trabajo Social va a intentar siempre prevenir y aminorar los efectos menos deseables de las situaciones de crisis por las que puedan pasar los estudiantes en el plantel educativo, además de proporcionar una atención social personalizada para la detección de situaciones de riesgo que tiene por objetivo canalizar, favorecer y potenciar recursos materiales y personales de los menores y su entorno.
Esta situación permite afirmar que el Trabajador Social también adquiere la  figura del asesor u orientador  ya que se sitúa en una realidad diversificada misma que  parece motivada en un principio por la necesidad de mantener la salud y el equilibrio emocional del estudiante, favoreciendo sus funciones e intentando evitar o ayudar en las crisis y sufrimientos en que, a veces, se ven envueltos los educandos. Es por ello que la intervención debe presentarse siempre como una participación humana, dentro del pleno respeto a la libertad y a las exigencias del sujeto, con ese contado personal, y sólo así será de extrema eficacia la orientación (Gómez, Lorente, Munuera & Pérez, 2014)
Todo ello permite ratificar lo expuesto  Arroyo, García, Pineda, Velázquez, Peña, Hidalgo & Vergara (2012) quienes manifiestan que El Trabajo Social en sus distintas expresiones se dirige a las múltiples y complejas relaciones entre las personas y sus ambientes para facilitar que todos los individuos desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y la prevención de las disfuncionalidades sociales, convirtiéndose en un agente de cambio en la sociedad con un sistema integrado de valores, teoría y práctica  interconectadas entre sí.
A ello se añade, el hecho de que el Trabajador Social debe entregar a las personas de la comunidad educativa , las herramientas necesarias y suficientes para crear en los estudiantes  destrezas y habilidades, con la finalidad de que cada individuo pueda resolver sus propios problemas o dificultades, la modalidad más usada por quienes trabajan en directo en el entorno  es a través de charlas , (sesiones educativas), talleres, etc, lo que conlleva a generar una participación activa de los individuos que conforman el grupo, pensando siempre que el fin último es lograr que cada individuo use sus potencialidades y conocimientos para que pueda por si solo resolver en su momento la situación a la cual se enfreta para lograr un cambio positivo de conducta que contribuye a elevar su condición de vida, y en último término a elevar su nivel de vida. (Lagos, 2014)
Según este planteamiento, Lerga & Hernández (2009) manifiestan que  en el ámbito de la educación formal, el Trabajador Social realiza y lleva a cabo tareas educativas ,es un agente de referencia, que tramite determinados conocimientos ,habilidades y actitudes prosociales y lo puede hacer dentro de la oferta formativa complementaria(operando sobre contenidos transversales como la salud, la igualdad de género, la tolerancia , la no violencia…) o utilizando procedimientos  conversacionales o informales ,en contacto diario con los escolares y otros miembros de la comunidad educativa. Ejerce una función de modelado y es responsable, con otros profesionales de los centros, de la calidad de la convivencia o la preparación de padres, entre otros aspectos. Además participan también, como educador o docente, en el ámbito de la formación profesional y en el espacio universitario formando a las nuevas promociones de titulados en Trabajo Social y a otros profesionales sociales, entrenando desde los campos de las prácticas a los estudiantes de esta carrera.
Finalmente, se evidencia que la violencia escolar afecta de manera significativamente al conjunto de la sociedad educativa, sin olvidar que es un fenómeno bidireccional, entre la escuela y la sociedad, con todos sus agentes implicados mismos que generan situaciones que no pueden circunscribirse exclusivamente al ámbito educativo. Así, la violencia escolar provocaría que parte de los estudiantes  no se eduquen en valores de convivencia y respeto, y en formas de resolución de los conflictos no violentos. Es preciso, por tanto  destacar que el Trabajador Social debe ser capaz de buscar los recursos necesarios para prevenir estos tipos de problemas en el ámbito escolar. Además de orientar e informar a los familiares sobre las repercusiones de esas conductas en sus hijos con el objetivo de tratar el problema e intentar intervenir adecuadamente mediante la comunicación con los menores. (García & Cabello, 2012)
Materiales y Métodos
El procedimiento propuesto para realizar el trabajo investigativo se elaboró mediante los métodos a nivel teórico- empírico, se desarrolló un diseño que comprendió cuatro etapas: en la primera etapa se recopiló y seleccionó fuentes bibliográficas con temáticas vinculadas al campo de las Ciencias Sociales, la segunda etapa instauró un proceso  de análisis y síntesis sobre las variables objeto de estudio , una vez culminado esta sección  ,se procedió a realizar la tercera etapa, misma que consistió en un trabajo de campo  en el “Colegio Nacional Mixto 18 de Octubre” de la ciudad de Portoviejo ,seleccionando una muestra  de 30 estudiantes de octavo año de educación básica del paralelo “A”  que corresponde al 100% de la muestra total, la última etapa  correspondió  a los resultados obtenidos en el proceso investigativo, los cuales permitieron ratificar el rol del Trabajador Social en prevención y bienestar educacional.

Resultados

La información proporcionada a través del “Colegio Nacional Mixto 18 de Octubre” periodo 2017-2018, permitió a las autoras realizar 10 tablas estadísticas, donde se evidenció la intervención profesional del Trabajador Social  en los casos de violencia escolar, y para ello se aplicó 30 encuestas a los estudiantes  de 8vo año de educación básica paralelo “A” que corresponde al 100% de la muestra total presentando, número de orden, alternativas, frecuencia y porcentaje, que se constituyeron en un eje principal para la obtención de los siguientes datos.

DISCUSIÓN
En base a los datos obtenidos, en la tabla N °1 se evidencia  que de los 30 estudiantes encuestado el 33% de ellos, menciona que siempre el Trabajo Social realiza charlas preventivas sobre la violencia escolar a fin de paliar esta situación, el 57% considera que casi siempre se imparten este tipo de diálogos, mientras que el 10% afirma que nunca han recibido conversaciones sobre este fenómeno social por parte del profesional. Todo ello demuestra que dentro de plantel educativo se está creando  un entorno escolar  mejor  informado sobre aspectos tan relevantes que conllevan a la violencia escolar en todas sus acepciones. Estos resultados corroboran lo expuesto por Hernández, M (2012) quien ratifica que esta profesión, tiene un papel importante en la intervención preventiva y asistencial en los temas como el fracaso educativo, la detección de malos tratos, abusos sexuales, la mejora del clima de convivencia, la atención ante el fenómeno de la violencia o la estimulación de la mejor pedagógica y la participación de todos en la buena marcha de los procesos.
Se evidencia que el servicio que brinda el Trabajador Social  se presenta en un  segundo cuadro, detallando que por consejería existe un porcentaje del 60%, aumentando la productividad, confianza entre el Trabajador Social y estudiantes, 5 casos con un 17% registran problemas de baja autoestima, debido a que manifiestan una serie de comportamientos en los que queda reflejada la  desvaloración de sí mismos.Se muestra que 3 adolescentes que concierne al 10% presentan problemas de conducta, mismo que infiere significativamente en la convivencia armónica de los alumnos en la entidad, con respecto al bajo rendimiento se detectó que el 10 % de estudiantes acuden al servicio del Trabajador Social por calificaciones insuficientes, mientras que el 3% visitan al profesional en caso de ayuda material. A esta argumentación se le puede añadir que el Trabajador Social tiene por objeto la intervención ante las necesidades para promover el cambio, la resolución de los problemas en las relaciones humanas, el fortalecimiento y la libertad de la sociedad para incrementar el bienestar, mediante la utilización de teorías sobre el comportamiento humano y los sistemas sociales, aplicando la metodología especifica en la que se integra el Trabajo Social de caso, grupo y comunidad (Lafortune & Bouchard, 2011).
En el cuadro N° 3 que corresponde a los tipos de violencia en el sistema educativo, 5 adolescentes en un 17% manifiestan que dentro de las aulas existe violencia física, un registro de 23 casos con un 77% han sido víctimas de violencia verbal, en cuanto a la exclusión social el 3% han sido afectados y el porcentaje restante equivale a casos de acoso sexual. Se detecta similitud de estos resultados a lo expuesto  por Andrés, Carrasco, Oña, Pérez, Sandoval & Sandoval (2015) quienes establecen que la violencia escolar en general, se daría sobre todo por actos de carácter verbal y psicológicos, antes que por agresiones físicas.
En la tabla N° 4 los resultados obtenidos muestran que de 30 estudiantes encuestados el 60% de ellos, consideran que el profesional en Trabajo Social dirige su intervención a través de la orientación, mientras que el 23% corresponde asesoría, seguido del 10% que pertenece a consultoría y el 7% restante a información por parte del agente. Lo expuesto concuerda con Beltrán (2010) quien afirma que el cargo que ejercer el Trabajador Social, se basa en la orientación y asesoría escolar de los planteles oficiales; siendo este el papel que se le asignó en un principio a la profesión en el área educativa. Las otras labores que se contemplan en la tendencia general son las de resolución de conflictos, atención de caso a los miembros de la comunidad educativa, acercamiento o mediación entre la institución, las familias y la comunidad, remisión de casos a los demás profesionales, realización de visitas domiciliarias y gestor de recursos ante las instituciones externas que puedan brindar asistencia en el momento en que algún sujeto de la comunidad educativa lo requiera.
Los resultados de la tabla N° 5 determinan que el 67% de estudiantes considera muy importante la intervención que ejerce el Trabajador Social  ante este fenómeno, mientras que el 33%  manifiesta que es importante pero no indispensable. En concordancia con los resultados obtenidos, Pujol, R (2015) confirma que la tarea de prevención e intervención para evitar esta problemática es de vital importancia, ya que dichas consecuencias no sólo se presentan a corto plazo, sino que también afectan a los implicados en edades más avanzadas, pudiendo influir incluso en su personalidad en los casos más graves. Además, cuanto más repetidas y graves son las conductas violentas, más afectación supone para los actores.

Pasando a la sexta tabla, esta evidencia que de 30 estudiantes encuestado el 70% de ellos, no ha recibido ninguna visita domiciliaria por parte del profesional, mientras que el 30% si han recibido inspección por parte de Trabajador Social con el fin obtener información de primera mano acerca de las condiciones habitacionales, la calidad de vida, las relaciones del  escolar con su núcleo familiar y con su entorno. Se confirma estos resultados con los estudios realizados por Roselló, E (2011) cuando señala que el Trabajador Social desempeña un importante labor de coordinación, tanto con el resto de los profesionales del servicio, profesores, padres y estudiantes, como con otras actividades  socio-comunitarios, colaborando en la prevención y detección de indicadores que puedan incidir en el proceso evolutivo y adaptativo del estudiante.
En el cuadro N°7 se demuestra que el Trabajador Social actúa cuando se presentan situaciones-problemas relacionadas al estado de ánimo que corresponde al 40%, en cuanto al aspecto físico se obtuvo un 26%, mientras que la comunicación entre iguales y comportamiento inadecuado representa el  17%. Según este planteamiento, se coincide que las consecuencias más importantes son aquellas que se dan a largo plazo, como el desarrollo de una imagen negativa de sí mismos, tanto en su competencia académica como en su conducta y apariencia, así como el desarrollo de una baja autoestima. En algunas ocasiones, la víctima tiende a realizar conductas agresivas hacia otras personas y hacia sí misma. Se sienten indefensas, humilladas y aisladas, lo cual les puede llevar al fracaso escolar, niveles elevados de ansiedad y pérdida de la calidad de vida a nivel general (Alonso, 2011).

Según los resultados obtenidos, en la tabla  N °8 se evidencia  que de los 30 estudiantes encuestados el 46% de ellos, manifiesta que ha recibido orientación personalizada por parte del profesional con respecto al 27 % ha sido beneficiario del apoyo emocional, el 20 % considera que el agente interviniente en la ejecución de programas, proyectos y actividades mientras que el 7% restante menciona que realiza su acción mediante la gestión de recursos (humanos, materiales y tecnológicos). Esta situación permite afirmar lo expuesto por Pérez (2001) quien define al Trabajo Social dentro de la escuela como una profesión que intenta resolver conflictos, gestionar recursos y realizar una labor adaptativa de los sujetos; existen otras perspectivas que constituyen excepciones, pero cuyos aportes son de vital importancia, para quien este debe tender hacia la formación comunitaria, es decir, que debe apuntar a proporcionar en cada uno de los estudiantes un espacio crítico de reflexión respecto a su relación con el entorno, al proceso de socialización que cada uno lleva y cómo dirigirlo a la construcción de un futuro posible en la medida en que el estudiante reconozca en el otro un interlocutor válido, con el cual puedo organizarse.

En la tabla N° 9 que corresponde a las actividades Académicas- Formativas, 10 adolescentes con un 33% manifiestan que reciben diálogos preventivos, un registro de 15 casos con un 50% suponen que se imparten charlas de concientización, en cuanto a la motivación en los procesos sociales el 17% considera importante esta acción para prevenir situaciones de violencia. En este orden de idea se corroboran los resultados con lo expuesto por Narváez & Namicela (2012) quienes expresan que el accionar del Trabajador Social en el ámbito educativo se circunscribe a roles de educador social y popular; asesor; proveedor de recursos; informador; organizador y planificador, para apoyar la calidad y mejoramiento del proceso educativo, involucrando en esta tarea a la comunidad educativa (estudiantes, padres de familia, profesionales que apoyan el proceso y autoridades), a través de la orientación y ayuda a los escolares a fin de que puedan vencer obstáculos que se interpongan en su transformación psicofísica y social. También debe contribuir a la definición de su personalidad, impulsando sus intereses y aspiraciones, ideales que son atentados por la violencia simbólica que se hace presente en la interacción, método-contenido, maestro-alumno; evaluación-acreditación e interacción con los grupos de estudio.

La  última tabla, en base a todos los resultados obtenidos del estudio  se muestra que el 18% de los estudiantes encuestados, manifestaron  que el Trabajador Social  ha realizado temáticas sobre la superación personal, seguido del 15% que expresa que la temática estuvo relacionada con el   fortalecimiento de su bienestar, entonces hay que señalar que idealmente la intervención más idónea es la del desarrollo de sus potencialidades que equivale al 41%, mientras que el reconocimiento de sus derechos corresponde al 26%. Estos resultados se corroboran con los estudios realizados por Arroyo, García, Pineda, Velázquez, Peña, Hidalgo & Vergara (2012) quienes exteriorizan que El Trabajo Social en sus distintas expresiones se dirige a las múltiples y complejas relaciones entre las personas y sus ambientes para facilitar que todas los individuos desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y la prevención de las disfuncionalidades sociales, convirtiéndose en un agente de cambio en la sociedad con un sistema integrado de valores, teoría y práctica  interconectadas entre sí.

Conclusión

El Trabajador Social  en el área educativa realiza funciones de seguimiento y  apoyo permanente a los estudiantes, brindando intervención asistencial y preventiva, lo que le  permite en su accionar ejecutar actividades emergentes tendientes a fortalecer acciones de orientación, información y reducción de situaciones que contribuyan en   su formación académica al desarrollo óptimo de los estudiantes, promoviendo una convivencia armónica  de calidad y calidez.

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*Docente titular Universidad Técnica de Manabí
**Estudiante de la Carrera de Trabajo Social, Universidad Técnica de Manabí Portoviejo, Manabí, Ecuador
***Estudiante de la Carrera de Trabajo Social, Universidad Técnica de Manabí Portoviejo, Manabí, Ecuador
****Estudiante de la Carrera de Trabajo Social, Universidad Técnica de Manabí Portoviejo, Manabí, Ecuador

Recibido: 07/03/2018 Aceptado: 13/03/2018 Publicado: Marzo de 2018


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