Yaritza Ramírez Hernández *
Israel Acosta Gómez **
Universidad José Martí. Sancti Spíritus. UNISS. Cuba
israelag@uniss.edu.cuRESUMEN
En Cuba en los momentos actuales se reclama de  profesionales de la educación que eduquen sobre la base de los principios  éticos que sustenta el proyecto social que se edifica. Los profesores tienen el  encargo social de formar a cubanos que tendrán la responsabilidad de continuar  este proyecto social transformándolo en demandas que la sociedad le encomienda  a las instituciones educacionales, para ello es preciso una sólida ética pedagógica.  El artículo se enmarca en el tema de investigación: la ética profesional  pedagógica y la labor del profesor. En él se estudia como problema  insuficiencias en el tratamiento de la ética profesional pedagógica como esencia  en la labor del profesor. Tiene como objetivo: argumentar la ética profesional  pedagógica como esencia en la labor del profesor. Palabras clave: Profesionales de la educación, principios éticos,  proyecto social, encargo social, labor del profesor, ética pedagógica.
ABSTRACT
In  Cuba at present, it is claimed that education professionals educate on the  basis of the ethical principles that underlie the social project that is being  built. The teachers have the social mandate to train Cubans who will have the  responsibility to continue this social project transforming it into demands  that society entrusts to educational institutions, for this a solid pedagogical  ethic is necessary. The article is part of the research topic: the pedagogical  professional ethic and the teacher's work. In it, insufficiencies are studied  as a problem in the treatment of pedagogical professional ethics as an essence  in the teacher's work. Its objective is: to argue the pedagogical professional  ethics as essence in the teacher's work.
Key words: Professionals of education,  ethical principles, social project, social order, work of the teacher,  pedagogical ethics.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Yaritza Ramírez Hernández e Israel Acosta Gómez (2018): “La ètica: sustento del profesional de la pedagogìa, una misiòn de infinito amor”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/index.html/caribe/2018/02/etica-profesional-pedagogia.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1802etica-profesional-pedagogia
INTRODUCCIÓN
                             “Quien observa lo  hace desde un cierto punto de vista, lo que no sitúa al observador en el error.  El error en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto  y desconocer que aun desde el acierto de su punto de vista es posible que la  razón ética no esté siempre con él.”.
   Paulo  Freyre, educador brasileño
   El proceso educativo no tiene lugar en un laboratorio,  protegido de las influencias negativas, por el contrario, se ve permeado de las  influencias externas de la sociedad de consumo, que llegan a Cuba por diversas  vías y aquellas internas que brotan de manera natural propias del proyecto  social que se construye. Frente a este reto, el país se proyecta por desplegar  una ardua labor político- ideológica, donde la ética profesional de los  educadores  juega un rol determinarte.
   La  sociedad cubana actual exige de profesionales de la educación que eduquen sobre  la base de los principios éticos que sustenta el proyecto social que se  edifica. Es imprescindible para ello que exista identidad entre la ética que  sustenta la ideología de la revolución cubana, la ética pedagógica que defiende  el sistema educativo en Cuba y la ética profesional que detente el profesores  en cuestión. 
   Los profesores tienen el encargo social de  formar a las nuevas generaciones de cubanos, que tendrán la responsabilidad de  continuar este proyecto social transformándolo en demandas que la sociedad le  encomienda a las instituciones educacionales, para ello es preciso una sólida  ética pedagógica.
   Para analizar las cualidades del buen  profesores tendremos en cuenta “La carta del profesores latinoamericano”  elaborada en el Seminario Regional de la UNESCO donde se señalan las  condiciones mínimas u obligaciones fundamentales del profesores en diferentes  áreas. En lo ético plantean que: trabajar para que los más altos valores  iluminen y dirijan la conciencia y conducta integral de los individuos, hasta  elevarlos a categoría de personalidades responsables.
   Por  lo expuesto es pertinente saber que la ética es una disciplina que se ocupa del  estudio de la moral y a partir de ese abordaje nos indicará cuál es el  comportamiento que se espera de las personas que integran tal o cual sociedad.  Cabe destacar que el de la moral es un concepto que va de la mano con el de la  ética y que implica al conjunto de las acciones y comportamientos normadas y  tipificadas en buenas y malas, y que guiarán las conductas de la sociedad en la  cual se imponen. Básicamente la ética lo que hace es establecer cuáles son los  comportamientos y conductas más valiosos y respetables y cuáles se ubican del  lado totalmente opuesto. Entonces, una vez identificados los mismos se  reglamentarán y así quedará establecido y convenido socialmente aquello que es  bueno, malo, justo, injusto, entre otros y en definitivas cuentas, lo que es  éticamente deseable y aquello que no lo es. Pues, queda explicitado que “la  ética pedagógica estudia las particularidades del desarrollo de las exigencias  morales que se originan por las características del trabajo pedagógico”.  (Sánchez y Lanza, 2008, p. 3)
   La  profesora Isabel Baptista, de la Universidad Católica Portuguesa, expresa al  evidenciar que en “…este sentido, identificamos a ética com a reflexão sobre os  fundamentos e os fins da acção humana”. (En este sentido, identificamos la  ética con la reflexión sobre los fundamentos y los fines de la acción humana).  (Baptista, 2012, p. 40). 
   Evidentemente,  la ética supone, trascendencia de un ideal, a ser, o al menos parecer, y sobre  todo, de una dimensión de lo humano, es decir, la ética funciona como  corrección hacia lo humano, para parecernos. La ética está presente en la  mayoría de las de las actividades y profesiones que desarrollamos los seres  humanos. Respecto a esto puede surgir la pregunta de qué entender por ética  profesional. La ética profesional implica una serie de principios y de reglas  que una actividad profesional deberá observar en la realización de su quehacer  y entonces desde las mismas tomadas como pilares y bases de acción pretende  regular todas las acciones y actividades que se lleven a cabo en el marco de  tal profesión. Por ello, como señala el profesor Augusto Hortal, “por eso el  importante contextualizar la enseñanza de la ética profesional es el conjunto  de la formación intelectual y moral que de hecho proporcionamos. La formación  ética de los profesionales nos atañe a todos, pues todos contribuimos a  configurar el contexto en que tiene lugar”. (Hortal, 1995, p. 58). 
   Desde  la ética profesional se expondrá y sugerirá aquello que es deseable y aquello  que por el contrario no lo es en una profesión, dispondrá de las herramientas  de administración que garantizarán que la profesión que corresponda sea llevada  a cabo de modo ético y como está previsto. Se deduce, en torno a esto que  “…rasgo que caracteriza el sistema de conocimientos escalonados de la Ética es  que él se fusiona su carácter teórico y normativo como una forma particular de  manifestarse el principio de vinculación de la teoría y la práctica social”.  (Chacón, 1999, p. 2)
  “La  importancia pedagógica de los valores éticos está íntimamente ligada al  desarrollo y maduración de la educación emocional y de las competencias y  habilidades sociales”. (Franco y Moreno, 2010, p. 386). Entonces, el concepto  de ética profesionales una competencia, que se aplica a todas las situaciones  en las cuales el desempeño profesional debe seguir un sistema tanto implícito  como explícito de reglas morales de diferente tipo. La ética profesional puede  variar en términos específicos con cada profesión, dependiendo del tipo de  acción que se lleve adelante y de las actividades a desarrollar. Sin embargo,  hay un conjunto de normas de ética profesional que se pueden aplicar a grandes  rasgos a todas o a muchas de las profesiones actuales. La ética profesional  también puede ser conocida como deontología profesional. 
   En  consecuencia, “en todos esos puntos el compromiso ético es esa particular  presión de deber y del compromiso institucional que nos debería llevar a realizar  lo mejor posible las cosas que como profesionales nos toca hacer”. (Zabalza,  2002, p.130). La idea de ética profesional se establece a partir de la idea de  que todas las profesiones, independientemente de su rama o actividad, deben  llevarse a cabo de la mejor manera posible, sin generar daños a terceros ni  buscar exclusivamente el propio beneficio de quien las ejerce. Así, algunos de  los elementos comunes a la ética profesional son por ejemplo el principio de  solidaridad, el de eficiencia, el de responsabilidad de los hechos y sus  consecuencias, el de equidad. Todos estos principios, y otros, están  establecidos a modo de asegurar que un profesional (ya sea abogado, médico,  docente o empresario) desempeñe su actividad coherente y sensatamente. 
   En  algunos casos, la ética profesional tiene que ver con acciones específicas de  cada profesión. En este sentido, un abogado, un psicólogo, un docente o un  médico tienen como valores de ética profesional la confidencialidad de la  información recibida, la eficiencia, ya que en algunos casos se trata de  situaciones que implican riesgo de vida, etc. 
   Entonces,  cualquiera que  sea la profesión, el  profesional como individuo que  tiene la  responsabilidad de desarrollar de la manera más ética posible su trabajo,  siempre intentando en la medida de lo posible y de su alcance contribuir al  bien común. Se deberá evitar anteponer los beneficios individuales por sobre  ese bien común, máxime si hablamos de la labor del profesor y la asunción de su  ética profesional, o sea de la  ética  profesional pedagógica.
   La  ética pedagógica  debe anidar en la  conciencia moral de todos los educadores,   le debe servir de motor, de freno o de dirección, según los casos, al  momento de actuar. Por otra parte, el comportamiento ético del profesional de  la educación, lo que muchas veces es llamado rectitud, no es ingrediente ajeno  a este ejercicio profesional. El elemento ético es un componente inseparable de  la actuación profesional pedagógica, en la que pueden discernirse, al menos,  tres elementos: 
   •           un conocimiento especializado en la  materia de que se trata,
   •           una destreza técnica en su aplicación  al problema que se intenta resolver.
   •           un cauce de la conducta del docente  cuyos márgenes no pueden ser desbordados sin faltar a la ética.
   La Ética Pedagógica por  tanto  estudia las peculiaridades del  progreso de los requerimientos morales que se originan por las particularidades  del trabajo pedagógico y que se revelan en las interrelaciones de los  profesores y los estudiantes, los profesores y los padres, los profesores y la  administración. 
   Es  por ello que se pretende con el presente artículo  promover la reflexión en torno a la ética  pedagógica como esencia de la labor de los profesores.
  DESARROLLO
  1. La ética, su devenir histórico.  
   La  palabra ética Etimológicamente, proviene de la palabra griega "êthos"  que alude a los comportamientos del individuo derivados de su propio carácter.  La existencia de las normas morales siempre ha afectado a la persona humana, ya  que desde pequeños captamos por diversos medios la existencia de dichas normas,  y de hecho, siempre somos afectados por ellas en forma de consejo, de orden o  en otros casos como una obligación o prohibición, pero siempre con el fin de  tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana.
   Sin  embargo, La ética no es el conjunto de normas, ni tratados, ni leyes que  obligatoriamente debamos acatar y cumplir, sino que ética es una orientación  armónica que nos va a ayudar a vivir la vida. A lo largo de nuestra existencia  vamos obteniendo enseñanzas y lecciones sobre vivencias anteriores, estas enseñanzas  nos van a influenciar en la visión y actuación que ante los hechos cotidianos y  ante la muerte tengamos, nos va a ayudar a adoptar una estrategia ante la  muerte, nos va a ayudar a penar alegremente por la vida. Nuestras acciones en  la vida van a ser influenciadas por la ética. 
   Ética  así pues sería el estudio y reflexión de vivencias pasadas que nos marcan, así  mismo la ética establece una conducta a seguir ante los hechos que  cotidianamente se presentan. Pero, para organizar, un educación hacia la ética,  y desde ella, es vital que se organice y gestione u currículo, trasversal y  armonizado en marco común con todas las disciplinas, por tanto “el currículum  debe facilitar a los docentes la organización progresiva de los aprendizajes de  tal manera que puedan entrelazarse los valores y las actitudes para formar  personas íntegras”. (Minte y Villalabos, 2006, p. 3)
   La ética es la ciencia de la  conducta humana que estudia la forma de actuar que tenemos todos los hombres  frente a nuestros semejantes y la manera en la que nos desenvolvemos en  nuestras actividades diarias. Por tanto, su objeto de estudio es la moral,  surge en el periodo de establecimiento   del régimen esclavista. Su problema fundamental es el de la fuente y la  base de las ideas morales. La ética marxista sintetiza y sistematiza los  principios de la moral comunista que se forman por las masas trabajadoras en el  proceso de una nueva sociedad, la ética fundamenta dinámicamente dichos  procesos de la base teórica de la moral.   Entonces, se coincide con Marx, porque la ética es la substancia de la  actividad, y porque ella, hace razonar, intuir y conducir, por vía deductiva a  establecer leyes y normas a cumplimentar, entonces, Toda experiencia humana  conforma una construcción del sujeto que supone un proceso  de   razonamiento  en  vista   de  una  toma   de  distintas  opciones   y  decisiones  que   llegan  a  su   término  al  momento   de  ejecutar  las   acciones  que  previamente   han  sido  decididas   razonablemente”. (Carreño, 2014, p. 15)
   Se  dice que la ética es una ciencia, porque es una disciplina racional ya que  parte de los actos humanos y los transporta hasta llegar a sus principios. Es  un conjunto de conocimientos sistemáticos, metódicos y racionales basados en la  experiencia y fundados en principios.
   De  acuerdo a lo anterior se puede dar a conocer varias definiciones de ética según  diversos autores:
   Descartes  mantiene que el hombre posee una voluntad libre y por lo tanto es responsable  ante Dios de su forma de vida. El hombre debe encausar las pasiones (amor,  admiración, odio, pena, alegría y deseo) y dirigirlas a una vida recta.
   Descartes  se basó en unas normas provisionales con las cuales ha regido su propia  existencia: 1) seguir las leyes y costumbres de la nación, 2) ser firme en la  acción y mantener las propias opiniones una vez establecidas, 3) variar ante  los propios deseos que intentar alterar el orden universal, 4) perseverar en el  cultivo de la razón.
   La  virtud es un bien absoluto, y es la ciencia del bien. El hombre busca  necesariamente su propio bien y como el bien es la virtud, basta conocer la  virtud para practicarla necesariamente. Por tanto, el hombre virtuoso es el  sabio.
   La  virtud es la felicidad. Si la virtud es el bien supremo, cuando se tiene, se  tiene la felicidad. El que conoce el bien lo practica y el que lo practica es  feliz. El mal consiste en la ignorancia. Sócrates decía que ninguno peca  voluntariamente. Por tanto, el mal es ignorancia.
   La  virtud es una sola: la sabiduría práctica que tiene diferentes nombres según  los objetos. Se llama piedad si se refiere a las relaciones del hombre con los  dioses; justicia, si regula las relaciones entre los hombres; fortaleza, si se  refiere a la superación de los obstáculos; templanza, si modera los apetitos  inferiores. Entonces el que tiene una virtud las tiene todas.
   Para  Marx la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que hay.  Según Marx los seres humanos no necesitan una moral para ver transformado su  mundo, necesitan que se transformen las condiciones de la humanidad en que vive  la mayoría, víctima de la desigualdad y la injusticia. Para Marx no es la  teoría sino la práctica, el cambio de circunstancias reales, lo que eliminará  ciertas ideas de las mentes humanas y así cambiar la moral de las personas. 
   Para  Marx la moral no será capaz de superar la alienación del hombre, sino que será  precisa la transformación de las estructuras materiales que son realmente  culpables de la enajenación de los seres humanos. Para Marx las ideas morales o  filosóficas no contribuyen a superar este mundo, más bien lo consagran y lo  justifican al no darse cuenta de su procedencia. La Ley y la moral son,  prejuicios burgueses derivados de interés burgueses con la única y exclusiva  intención de perpetuar la riqueza en quien la posee. Los valores morales son  los portavoces de los intereses de la clase dominante. Y, más que de una clase  dominante, los valores, han de incidir en que, los dogmas no nos dominen,  porque los ideales que convienen a la moral, son más que lo subjetivos, pues en  mayor acento, los de praxis social, los valores constituyen baluartes  generacionales, porque si no se heredan, sí se van asumiendo, como por osmosis,  u observación evolutiva. En tanto, ello, es necesario, “no solo es importante  recibir una cultura que contribuya al fortalecimiento de su formación  humanista, sino también una mejor comprensión de la valoración de la relación  profesional”. (Fajardo, Berenguer, Roger, 2015, p. 65). Seremos mejores  profesionales, si desde la dimensión ética, sabemos adecuar el valor, en su  justo lugar: la profesión que se desempeña. 
   Para  Marx la transformación moral del mundo es pura mentira sino atiende  fundamentalmente a la corrección de una distribución de la riqueza radicalmente  injusta e inmoral.
  2. La ética profesional pedagógica, su  conceptualización. 
   La  Ética Pedagógica estudia las particularidades del desarrollo de las exigencias  morales que se originan por las características del trabajo pedagógico y que se  manifiestan en las interrelaciones del profesores y los alumnos, los profesores  y los padres, los profesores y la administración, así como también en las  interrelaciones que se forman en el propio colectivo pedagógico y cuya  condición determinante está constituida por las cualidades personales y  profesionales del profesores. Pero, esta ética, supone por lo menos  apriorísticamente, enseñado, o mejor, estableciendo en valores, educar sobre la  base de una conciencia del deber ser en el hacer y sobre él, y porque esa  ética, profesional pedagógica, queda resuelta como la ecuación perfecta que  define y concretiza un modelo de actuación. Por ende, “la educación en valores  debe desarrollar la autoconciencia de los profesionales en formación, despertar  en ellos el deseo de trabajar sobre s mismos e inculcarles la confianza en sus  posibilidades, de manera que sean capaces de auto valorar su conducta y  autorregular sus actuaciones en la vida cotidiana. (Roba y Quintero, 2014, p.  85)
   El  conocimiento de los principios y normas que caracterizan esta ética pedagógica  deviene instrumento fundamental en nuestras manos y la forma en que nos  apropiamos de ellos dependerá tanto del dominio teórico que tengamos de estas  ideas como de la práctica diaria y consecuente, de nuestros esfuerzos  personales, del papel que desempeñamos dentro de los colectivos pedagógicos y  estudiantil, de las organizaciones políticas y de masas de nuestro centro  laboral y de la comunidad. Dentro de la ética pedagógica todos los factores se  interrelacionan en tres núcleos o componentes básicos: nuestra actitud ante el  trabajo, ante los educandos y ante la sociedad.
   Nuestra  actitud moral ante el trabajo requiere que sintamos un gran amor por la labor  que realizamos y poseamos un alto nivel de exigencia en todas las direcciones  para con nosotros y para con los demás, siempre en estrecho vínculo con los  principios revolucionarios; un gran sentido de responsabilidad en el  cumplimiento máximo de la jornada de trabajo, dedicar el tiempo necesario para  la auto preparación y mantener un constante afán de superación. La permanente  inconformidad con lo que logramos y la creatividad, deben caracterizar el  esfuerzo sostenido hacia metas superiores en el trabajo pedagógico.
   La  actitud moral en las relaciones con nuestros alumnos se revela en todos los  tipos de actividad que desarrollamos en común. El carácter de estas relaciones  está determinado por el prestigio que hayamos ganado en el cumplimiento de  nuestros deberes como docentes. Nuestra moral en el ámbito social influye  decisivamente en la imagen que de nosotros se formen los alumnos. El amor por  la profesión y hacia los niños, adolescentes y jóvenes es determinante en el  establecimiento de correctas relaciones.
   En este sentido, es pertinente  hacer referencia a lo que nos han legado pedagogos como Félix Varela y Morales  quien concibió  a la educación con un  fuerte carácter desarrollador de las potencialidades intelectuales y morales  del hombre. La educación tiene un marcado sentido ético-social. La labor  pedagógica se sustenta en la práctica, cuando la enseñanza deja huella en los aprendizajes.  Porque la ignorancia expele del mundo, cuando se sea menos El hombre será menos  endeble de alma, y más sensato de esencia. Entonces, conviene desde la escuela,  la la universidad, la necesidad, el propósito y el deber de los profesores de  formar hombres, y la posibilidad de educarlos con ética del sentido, y del  deber. A nuestro modo de ver, pues, esta idea se reafirma cuando los actos y  procedimientos en la actividad, son ejecutados con facultad, verdad, y conciencia  del fin a que se logra. 
   Es  inconsistente hablar de la ética pedagógica sin hacer referencia a labor de  Martí en este sentido. El análisis de las concepciones pedagógicas de José  Martí es necesario hacerlo en su integralidad. Adaptar dichas concepciones a  las condiciones histórico-concretas, y vincularlas a las características del  sistema educacional cubano es tarea de los exegetas actuales en esa esfera de  su pensamiento.
   Martí  concebía la educación como un derecho del ser humano. Era un pensador que tenía  fe profunda en la educación, sobre todo en aquella que prepara realmente para  la vida. Atribuía gran importancia a los sistemas educativos, planes de  estudio, programas, métodos y actividades, es decir, al conjunto armónico que  conduce a la formación de un hombre nuevo, sobre profundas bases ético-morales.
   Es  insensato que la educación ocupe el único tiempo de preparación que tiene el  hombre en no prepararlo. El proceso pedagógico también necesita que se  establezcan relaciones concretas entre nosotros y los padres. Ambas partes deben  tener una participación en el proceso educativo, es necesario desarrollar un  tratamiento diferenciado de los padres, teniendo en cuenta su nivel de  escolaridad.
Otra  exigencia moral que se nos plantea es inculcar en nuestros alumnos el respeto a  sus padres. Con ello los enseñamos a respetar a los adultos y así,  indirectamente, a respetarnos a nosotros mismos. También, se tiene la  obligación moral de escuchar con paciencia las observaciones realizadas por los  padres sobre nuestro trabajo, convencerlos en caso de que estén equivocados y  ser suficientemente respetuosos, autocríticos para asimilar lo que contribuya a  elevar la calidad de nuestra labor.
   También  tiene una gran significación las relaciones dentro del colectivo pedagógico. El  colectivo pedagógico es todo un complejo formado por profesores que se  distinguen, entre otros aspectos, por sus gustos, experiencias, intereses,  criterios pedagógicos y particularidades del carácter y que juntos se encaminan  al logro de los objetivos educacionales comunes.
   Nuestro  prestigio dimana, ante todo, de la ejemplaridad en el cumplimiento de los  deberes en todos los frentes en que laboramos los educadores. El acatamiento de  los principios y normas de la ética pedagógica constituye fundamento y  orientación de la proyección práctica cotidiana de cada uno de nosotros
3. La ética profesional pedagógica como  esencia de la labor de los profesores.
   De  la actitud moral del profesores ante la sociedad 
   •           Contribuir con nuestra conducta  correcta al control y buen comportamiento de otras personas, así como velar por  el cuidado de la propiedad social.
   En el seno de la sociedad el profesores  debe ser ejemplo digno de imitar:
   Al poseer un trato cortes y respetuoso con  todos, incluyendo los vecinos.
En el cumplimiento diario de la labor de  los profesores se debe:
   •           Constituir un ejemplo de asistencia y  puntualidad a todas las actividades en las que debemos participar.
   •           Lograr la calidad requerida en el  nivel de organización escolar de cada centro, en la planificación y control de  todos los recursos materiales y humanos; en la preparación de cada clase y su  correspondiente ejecución.
   •           Ser creador en la búsqueda de lo  nuevo y evitar el esquematismo.
   •           Ser exigentes en las evaluaciones y  otorgar siempre las calificaciones en rigurosa correspondencia con la  preparación de los alumnos.
   •           Prestar especial atención al cuidado,  orden y limpieza del puesto de trabajo y no ingerir alimentos ni fumar en el  aula.
   •           Poseer una presencia agradable,  caracterizada por la pulcritud, corrección y sencillez.
  En las relaciones con los alumnos se  debe:
   •           Impartir buenas clases y contribuir a  la adecuada adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades así como a  la formación de convicciones.
   •           Promover en los alumnos la  autoexigencia, el amor al estudio y al trabajo. El afán por la autosuperación.
   •           Promover e inculcar los principios  revolucionarios éticos, estéticos, a través de la palabra y el ejemplo.
   •           Ser honestos y justos.
   •           Combatir todo tipo de fraude entre  los estudiantes.
   •           Evitar hacer comentarios con los  alumnos de otros estudiantes.
  En las relaciones con el colectivo de  trabajadores debemos:
   •           Mantener adecuadas relaciones de  trabajo.
   •           Combatir toda manifestación de  amiguismo.
   •           Hacer cada vez mejor uso de la  crítica y la autocrítica.
   •           Divulgar la experiencia pedagógica de  avanzada.
   •           Evitar emitir opiniones irreflexivas  e incorrectas que puedan dañar el prestigio de los compañeros.
   •           Combatir entre los docentes cualquier  manifestación de deshonestidad.
En las relaciones con los padres y familiares  se debe:
   Usar el tacto debido para establecer  las relaciones necesarias con los padres, cuidar el tono de voz y el matiz de  las frases que utilizamos con ellos.
   Realizar un tratamiento diferenciado  con los padres.
   Atender de forma correcta a toda  persona que lo solicite.
  CONCLUSIONES
   La  Ética Pedagógica estudia las particularidades del desarrollo de las exigencias  morales que se originan por las características del trabajo pedagógico y que se  manifiestan en las interrelaciones del profesores y los alumnos, los profesores  y los padres, los profesores y la administración, así como en las  interrelaciones que se forman en el propio colectivo pedagógico y cuya  condición determinante está constituida por las cualidades personales y  profesionales del profesores. Los estudios realizados permiten afirmar que  existe consenso en la literatura que aborda los temas de la ética profesional  pedagógica sobre la necesidad de detentar una adecuada ética pedagógica como  parte del compromiso social del profesor y como esencia de la labor del  pedagogo. Contribuye así, a la entre su deber ser y el ser real, potencial. 
  BIBLIOGRÁFÌA